LA MALDICIÓN DE CRISTÓBAL COLÓN Y SU SEGUNDA PARTE


El monumento a Cristóbal Colón cuando todavía estaba en pie en la plaza homónima, antes del desguace
al que fue sometido, cumpliendo órdenes de la presidenta de la Nación.

Por William J. Connell - HISTORIADOR
Seton Hall UNIVERSITY, SOUTH ORANGE, NUEVA JERSEY, EE.UU.


Los lectores de esta sección recordarán que el 13 de agosto publiqué una columna en la que criticaba los actuales esfuerzos del gobierno de Cristina Kirchner para retirar y reemplazar el bello e histórico monumento a Cristóbal Colón que desde 1921 adorna el parque de la Casa Rosada.
La estatua, junto con su espléndido pedestal, fue tallada en Italia en mármol de Carrara a lo largo de once años. Financiada por la comunidad italiana de Argentina, es la mejor obra que queda del escultor Analdo Zocchi y probablemente sea el monumento a Colón más hermoso que existe.
Cuando viajé a Buenos Aires este invierno, la estatua yacía acostada sobre su espalda con la cabeza envuelta en cinta amarilla, como si Colón sufriera un terrible dolor de muela. En mi nota, señalé que en Génova, se cree que hay una maldición asociada a Colón. Los navegantes evitan mencionar su nombre. Cuando se lo menciona, hacen “cuernitos” y tocan hierro para protegerse de la maldición. Cuando en la década de 1950 la compañía de barcos de vapor italiana trató de bautizar a un transatlántico con el nombre Cristoforo Colombo, hubo protestas populares en Génova. La “yeta” pareció confirmarse en 1956 cuando la nave gemela del Colombo, el Andrea Doria, se hundió en el Atlántico.
Concluí mi columna sugiriendo en broma que podría haber nuevas manifestaciones de la maldición de Colón. Más tarde, con unos amigos argentinos, nos reímos pensando que la presidenta Kirchner debería quizá llevar un amuleto para protegerse del mal de ojo del Almirante de la Mar Océano.
Y ahora, increíblemente, tal como se predecía, la maldición ha reaparecido.
Hace unos días, el Gobierno anunció que fue el 12 de agosto –el día previo a que mi texto sobre Colón se publicara en Clarín- cuando la presidenta sufrió el golpe en la cabeza que le produjo el hematoma por el cual ahora fue operada y dejó temporalmente su cargo.
Una emergencia médica grave, por supuesto, no es motivo de risa. Sólo podemos desearle a Cristina Kirchner una rápida recuperación. Sin embargo, es curioso que hasta la fecha no se haya dado ninguna explicación de qué fue lo que causó el hematoma en la cabeza de la Presidenta.
Sus funcionarios de prensa son sumamente herméticos respecto del tema y sólo informan la fecha en que sucedió el accidente. A falta de una explicación, algunos preferimos echarle la culpa al mal de ojo de Colón.

Fuente texto: clarin.com

DOS ARGENTINOS QUE TRIUNFAN EN EL MUNDO

El pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim (i) conversa con la pianista también argentina Martha Argerich tras un ensayo general en el Philharmonic Hall de Berlín (Alemania), el 14 de septiembre de 2013. Ambos ofrecieron ayer un recital junto con la orquesta Staatskapelle de Berlín dentro del festival Musikfest. (EFE/Soeren Stache)
El pianista y director de orquesta argentino Daniel Barenboim, conversa con la pianista también argentina Martha Argerich tras un ensayo general en el Philharmonic Hall de Berlín, Alemania, el pasado14 de septiembre.
Ambos ofrecieron un recital junto con la orquesta Staatskapelle de Berlín dentro del festival Musikfest.

Foto: EFE/Soeren Stache

LAS MEJORES FOTOS DEL PRESS PHOTOGRAPHER 2013


Laura Collett salta con su caballo Natterjack en la competencia Barbury International Horse Trials que se disputó en Marlborough, Wiltshire, Inglaterra.

PRESENTAN UN MURAL DE BERNI
QUE FUE ENCONTRADO EN UNA QUINTA

Fue realizado entre 1936 y 1943. Tenía una rajadura y lo habían despintado chicos que jugaban con agua.
Hallazgo. El mural en el MALBA, ayer. Lo descubrieron hace un año en San Miguel y durante este tiempo fue extraído de la pared, trasladado y restaurado. /LUCIANO THIEBERGER

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

La historia es asombrosa: hace poco más de un año, en una casa-quinta de San Miguel, se encontró un mural muy raro del gran maestro Antonio Berni.
Cuentan los rumores que el mural entró al mundillo del arte por casualidad: el dueño de la quinta –un empresario relacionado a la industria farmacéutica–, conocía a Silvia Braier –coleccionista de arte y presidenta de la Asociación de Amigos del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), que es dueña de un laboratorio. Ella vio el mural y lo comentó con Eduardo Costantini, dueño del museo. Entonces volvió a la quinta con Marcelo Pacheco (ex curador en jefe del MALBA) quien conocía la existencia de la pieza: había visto fotos suyas en el archivo de la Fundación Espigas.
Braier fue de nuevo, con más especialistas. Todos constataron que la obra era, efectivamente, de Berni. Entonces comenzó el proceso de negociación para comprar el trabajo, que terminó costando 110 mil dólares, aunque el valor final con el mural ya restaurado fue de más de 1 millón y medio de pesos.
Más tarde empezó la delicada tarea de extraerlo de la pared en que se ubicaba, trasladarlo al MALBA y restaurarlo. Esto estuvo a cargo de los especialistas Teresa Gowland de Frías y Marcelo Macadán. La pintura estaba dañada, tenía una gran rajadura en un ángulo, estaba despintada en varias zonas: era un mural exterior y los chicos de la casa habían tirado contra él chorros de agua a presión desde la pileta hace décadas, desconociendo su valor. Y lo peor: se había construido una ventana en medio. Todo eso había que revertirlo con cuidado.
El Comité de Adquisiciones del MALBA se hizo cargo de comprar, restaurar y a partir de ahora proteger la inédita obra, que desde pasado mañana estará exhibida en un lugar especial: la sala dedicada exclusivamente a este mural en el primer piso del museo. Una sala nueva, que será de exhibición permanente.
“La obra es rara, no sólo porque no se sabía si el mural realmente existía o no ”, comenta Victoria Giraudo –coordinadora del equipo que trabajó sobre el mural– “sino también por la técnica con que la obra de 1,29 por 3,30 metros fue realizada: el fresco buono –que mezcla pigmentos de color con cal y se aplica sobre la pared con la cal fresca, lo que hace que los colores queden, no sobre el muro, sino dentro suyo–; y el fresco secco , que se realiza con la base de la pintura seca”. Otra de las rarezas de la obra es su tema: en el mural Berni pintó collas, montañas, cuencos; una temática americano-indigenista. De ahí su nombre, Mercado colla o Mercado del altiplano. Creado entre 1936 y 1943, pertenece a una época en que el maestro viajaba por el Noroeste argentino y la Puna. La quinta podría haber pertenecido a una pareja con la que Berni viajó.
“La pintura pertenece a un período clave de Berni”, explica Giraudo, “marcado por la venida a Buenos Aires del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. En esa época Berni refuerza su visión del arte comprometido con la realidad social.” Recordemos que Berni integró –con Lino E. Spilimbergo, Juan C. Castagnino y Enrique Lázaro–, el equipo que ayudó a Siqueiros a pintar otro mural que estuvo escondido en otra quinta, en Don Torcuato, Ejercicio plástico, que, tras una historia accidentada que no terminó, hoy se exhibe en el Museo del Bicentenario.
Período clave: en la misma época en que el rosarino pintó este mural, creó también otras obras fundamentales para el arte argentino: Manifestación (colección MALBA) y Desocupados (colección particular), las dos de 1934.
La sala donde mañana se presentará a la prensa Mercado colla –pintada de un delicado color celeste y bien documentada–, exhibe también 18 grabados sobre chapa de Berni con la misma temática, realizados en los años 40 y prestados ahora al MALBA en comodato.
“El artista no puede desarrollar un tema trivial, carente de interés social, en las dimensiones de un gran muro”, declaraba Berni en 1947. Desde el jueves, la prueba de sus palabras abre al público.








Presentan el mural encontrado de Antonio Berni en el Malba. (Luciano Thieberger)


Imágenes del proceso de restauración del mural de Berni.


Imágenes del proceso de restauración del mural de Berni.

Fuente: clarin.com

JUGANDO CON LA LUZ EN BERLÍN

“Guardián del Tiempo ‘instalación en el frente de la Catedral de Berlín, en el primer día del Festival de las Luces. (AFP)
“Guardián del Tiempo", instalación en el frente de la Catedral de Berlín, en el primer día del Festival de las Luces.

Fuente: AFP


Bailarinas participan en el Festival de las Luces que se desarrolla  en la plaza  Marlene Dietrich en Berlín, Alemania , hoy 4 de octubre de 2013. Sitios de interés, monumentos, edificios y lugares de la ciudad capital se iluminarán en el marco del Festival de las Luces, que va del 9 al 20 de octubre. EFE / EPA / JOERG CARSTENSEN

Bailarines  participan en el Festival de las Luces que se desarrolla  en la plaza   Marlene Dietrich en Berlín, Alemania , hoy 4 de octubre de 2013.
Sitios  de interés, monumentos, edificios y lugares de la ciudad capital se  iluminarán en el marco del Festival de las Luces, que va del 9 al 20 de  octubre.

Fuente: EFE / EPA / JOERG CARSTENSEN

"THINKING BIG" EN LONDRES

Un trabajo del artista chino Zhang Huan titulado “Burro”, durante la inauguración de la subasta “Thinking Big”, en el edificio Sorting Office, un almacén abandonado en Londres. (EFE) - See more at: http://hd.clarin.com/tagged/Sociedad#sthash.9nGmsvjV.dpuf
Un trabajo del artista chino Zhang Huan titulado “Burro”, durante la inauguración de la subasta “Thinking Big”, en el edificio Sorting Office, un almacén abandonado en Londres. (EFE)

Un trabajo del artista chino Zhang Huan titulado “Burro”, durante la inauguración de la subasta “Thinking Big”, en el edificio Sorting Office, un almacén abandonado en Londres.

Fuente: EFE

LA RESERVA RIOJANA DEL ARTE

Museo de Bellas Artes “Octavio de la Colina”. Debieron pasar 60 años y varios cierres para que este rico reservorio de pintura volviera a brillar. Aquí, un recorrido guiado por su directora y artistas locales.

LOS INVITADOS DE Ñ AL MOC. Guzmán, Molina, Mercado Luna, Cortés Alvarez, Matzkin.

LOS INVITADOS DE Ñ AL MOC. Guzmán, Molina, Mercado Luna, Cortés Alvarez, Matzkin.

Por Julio Aiub Morales


Un día el museo municipal de Bellas Artes Octavio de la Colina, de La Rioja, revivió. Debieron pasar más de 60 años y varios cierres para que ello ocurriera. Esta “cigarra” riojana nació en 1951, con un previo Salón de Arte al que se presentaron algo más de mil obras, de las cuales se seleccionaron 499 de los artistas más importantes del país. La reinauguración se hizo con tres importantes muestras: Pensamiento visual, color y forma , de Miguel Dávila, Testimonio expresionista , de Miguel Angel “Toto” Guzmán y la muestra documental Abriendo caminos: orígenes del museo .
Entre los jurados de aquel concurso fundador estaban Raúl Soldi y Horacio Butler, en pintura, y Antonio Sibellino y Nicolás A. de San Luis, en escultura, junto a otros consagrados de la plástica nacional. El Salón se abrió en octubre del 50, con 323 pinturas, 79 esculturas y 97 grabados y dibujos.
Unos 20 mil vecinos –esa era la población de La Rioja entonces– sacudieron su modorra y ávidos de cultura pudieron encontrarse cara a cara con obras de Policastro, Pantoja, Basaldúa, Raquel Forner, Castagnino, Berni, Daneri, Presas, entre otras firmas importantes.
Entre los riojanos estaban Osmán Páez, Guzmán Loza, Elena Luque Vera y otros. Había esculturas de Antonio Devoto, José Alonso, Flora Florini, así como grabados y dibujos de otros consagrados.
El municipio adquirió 20 pinturas, 14 esculturas y 6 grabados y dibujos. Con ese patrimonio, el intendente Angel Vargas creó el museo, pero éste quedó en los papeles hasta que, en 1958, es convocado Miguel Dávila –quien ya vivía en Buenos Aires y luego sería uno de los fundadores de la Nueva Figuración– para dirigirlo. Realiza intensas actividades previas y logra abrir dos salas en 1960, en una casona en el centro de La Rioja, donde expone más de 40 obras prestadas por el Museo Nacional y otras tantas donadas por artistas amigos.
Luego, por los acontecimientos políticos y la desidia oficial el museo funcionó en distintas casonas y muchas de las obras de su rico patrimonio (de Ernesto Deira, Leopoldo Presas, Alfredo Portillos, Carlos Cáceres Sobrea, Mario Aciar, Carlos Cañas, Jorge Demirgian, Ezequiel Linares, entre otros), tanto cuadros como esculturas, se fueron deteriorando por un lado (hasta llegaron a estar en un polideportivo) y varios cuadros pasaron a adornar despachos oficiales y hasta casas particulares de funcionarios. Pero la cigarra –”coyuyo” se llama en el norte– tenía y tiene sus amigos.
Ellos mantuvieron vivo el espíritu del Octavio de la Colina, o MOC, como se lo llama ahora. Así, en 1999 tiene su sede propia y en 2004, retoma su patrimonio. Luego es cerrado para su refacción integral, adecuada a una propuesta museológica, según el ICOM. “Pero igual el museo siguió vivo –comenta su directora Ana Mercado Luna–, llevamos las obras a la plaza principal. Y logramos que las autoridades municipales entendieran la importancia del patrimonio que tiene el Museo”. Así se obtuvo un sector de la céntrica y antigua Estación Sanitaria. Hoy, reinaugurado después de dos años de permanecer en refacciones, un grupo de artistas eminentes riojanos lo recorre, junto con Ñ, para subrayar su peso e influencia en la cultura de la provincia. Para la escultora Martha Cortés Alvarez, el museo logró sobrevivir porque “hay un contrato social” entre la entidad y la sociedad donde se desarrolla, que privilegia “el contacto directo con una obra real”.
“La clave es darse ingenio” para que ese contrato siga vigente en el tiempo, porque “no es sólo cuestión de plata. Tenemos un grupo de amigos del museo, no organizados jurídicamente, que es anterior a nosotras mismas. Fue la comunidad la que lo sostuvo”. El pintor Pedro Molina, otro de los convocados al recorrido, señala que “es saludable no depender del Estado” y su colega Diana Guzmán, acota que “en otras provincias, los museos se han logrado independizar”. Cecilia Matzkin, pregunta “cómo se amplía una institución si el Estado no destina fondos para sostenerlo. Entonces hay que recurrir al merchandising, a las donaciones, a las ONGs”.
El “Octavio” sobrevivió asimismo gracias al ingenio: “para la inauguración, en el 58, Dávila me contó que tuvo que jurarle a Romero Brest que tenía seguros para que el mandara los cuadros.
Y en otra oportunidad, hasta bailó una zamba, porque vino un conjunto folclórico”, cuenta Cortés Alvarez. Otra de las claves de la supervivencia del MOC fue y es “el filtro de calidad, que hay que mantener y elevar”, dice Mercado Luna y “no esperar encontrar aquí lo mismo que en la tele”, acota Molina. Guzmán, que es docente, señala que los alumnos de arte estaban con expectativa por la reapertura “pero no tienen en claro qué es un museo. Por ejemplo, yo le encuentro cada vez más cosas a Dávila. Es un disfrute a largo plazo”.
Para ella, además, “hay que revalorizar a los curadores, son cada vez más necesarios”, pero “no hay que caer en el estrellato del curador, porque eso opaca al artista y su obra, su mensaje”, puntualiza Matzkin. Ahora La Rioja y la región cuenta con un museo “redimensionado, readecuado a una propuesta museológica, basado en las pautas del Consejo Internacional de Museos –enfatiza Mercado Luna– con lo que esperamos superar el drama de los altos y bajos del Octavio”. Sueña con que la próxima muestra en el ala de Grandes Maestros de la Pintura sea la de Carlos Cáceres. Claro que habrá que conseguir los fondos para el transporte..., y el seguro.

Fuente: Revista Ñ Clarín