FIRMAS CONTRA UN AVANCE OFICIALISTA

Intelectuales rechazan en una carta la destitución de José Antonio Pérez Gollán como director del Museo Histórico Nacional. Jorge Coscia designó a la ultrakirchnerista Araceli Bellota al frente de la institución.

Historiadores, arqueólogos, antropólogos, politólogos, cientistas sociales, sociólogos y trabajadores de museos expresaron su abrumador apoyo a la gestión del doctor en Historia José Antonio Pérez Gollán al frente del Museo Histórico Nacional, y encendieron un alerta roja sobre el avance oficial sobre una institución hoy abierta a una pluralidad de interpretaciones sobre la historia argentina.
Con el impulso de los intelectuales Hilda Sabato, Adrián Gorelik, Noemí Goldman y Marcela Ternavasio, el documento en el que los firmantes manifiestan “hondo malestar por la remoción del director del Museo Histórico Nacional”, a cargo de la Secretaría de Cultura de la Nación, conducida por Jorge Coscia, recoge el apoyo, entre otros, de Tulio Halperín Donghi, Natalio Botana, Beatriz Sarlo, José Emilio Burucúa, Jorge Gelman y Gabriela Massuh.
El arco ideológico de los firmantes es tan amplio, como restrictiva es la perspectiva que el Gobierno ha decidido aplicar a instituciones historiográficas y museísticas del país.
El documento responde a la decisión de Coscia de desplazar a Pérez Gollán del museo, y el apoyo se basa en que el historiador, arqueólogo e investigador en México y en el Conicet puso en marcha “un proyecto de renovación destinado a terminar con el deterioro en que estaba sumida la institución, a modernizarla, y a conectarla con la comunidad científica y profesional y con el público en general”. A la vez, los firmantes destacan la renovación de la muestra permanente sobre la historia argentina que realizó Pérez Gollán, y exhibiciones temporarias como las relativas a las Madres de Plaza de Mayo y a la Guerra del Paraguay a través de cuadros de Cándido López.
Según el documento, la gestión de Pérez Gollán ayudó a “desterrar visiones unilaterales y partidistas del pasado que dominaron por décadas, para apostar a una pluralidad de interpretaciones”.
Para los firmantes, “esa transformación corre serio peligro de estancarse si –como ha ocurrido con otras instituciones nacionales– el MHN se pone al servicio de un discurso único sobre el pasado que privilegie alguna corriente de interpretación particular de la historia argentina por sobre otras”. Además, los intelectuales reclaman que “el Museo Histórico Nacional se convierta en un organismo autárquico cuya dirección sea objeto de un concurso público”.
La historiadora Hilda Sabato dijo: “Pérez Gollán se encontró con el museo en condiciones muy malas y trabajó con muy pocos recursos”. Sobre Araceli Bellotta, ungida por Coscia como sucesora de Pérez Gollán, Sabato puntualizó: “Se inscribe en la corriente que privilegia el revisionismo histórico actual, y vinculada al Instituto Dorrego, que propala lo que se conoce como la nueva historia oficial”.
El trabajo de Pérez Gollán, que fue docente en universidades nacionales y extranjeras y curador de muestras arqueológicas, modernizó la muestra permanente y el criterio historiográfico y museográfico para convertir “al Museo en un espacio de debate colectivo”, como lo definió Sabato. Para la historiadora “el Museo debe permitir y no clausurar el debate sobre el país.
El Museo Histórico Nacional puede encararse de dos formas: o referenda una versión única de la historia, o genera reflexión y debate sobre el pasado. Pérez Gollán trabajó en este segundo sentido”.
Desde Rosario, la historiadora Marcela Ternavasio dijo: “ Nos preocupa el avance cada vez mayor del gobierno sobre las instituciones historiográficas en un intento por imponer una lectura única de la historia. Y también nos preocupa el uso político de la Historia. No es el primer caso, pero tenemos indicios de lo que puede ser el futuro del Museo Histórico Nacional por lo que ya ha pasado con el Museo del Bicentenario, por ejemplo”.

Fuente:Revista Ñ Clarín

UN LABERINTO TEJIDO DE BOLSAS PLÁSTICAS
INVITA A PENSAR EN LOS DESHECHOS

A través de una instalación tejida que ocupa dos salas del Centro Cultural Recoleta, el colectivo artístico femenino Suprema, busca en el obstáculo a la circulación una oportunidad para pensar qué hacemos con la basura.

Por Marcela Mazzei

Inspiradas en las imágenes que circulan por Internet de un cúmulo de desechos plásticos acumulados al norte del Océano Pacífico formando una verdadera isla, las integrantes del Grupo Suprema comenzaron a trabajar en torno al planeta y la ecología, hace ya cuatro años. Pero antes que enunciar mensajes, eligieron poner el cuerpo, como ocurrió en la elección de su técnica: el tejido de bolsas plásticas para crear un entramado de formas orgánicas y coloridas, obras site specific que cubren superficies considerables, como las salas 1 y 2 del Centro Cultural Recoleta donde hasta el 31 de marzo se exhibe Laberinto de consumo.
Mujeres de diversas generaciones y formación, Carmen Dalone, Josefina Sajon, Victoria Taylor, Juana Menéndez y Catalina Negri (que nació y vive en Barcelona), el Grupo Suprema tiene un origen y muchas anécdotas del trabajo en conjunto. Cuando había más integrantes, el colectivo artístico propuso a una universidad cubrir el piso de todo el edificio con una alfombra gigante de bolsas desechadas tejidas… “Y obviamente nos djeron que no”, contó Josefina Sajon, también profesora de artes visuales. Entendían, sin embargo, que el proyecto tenía mucha fuerza y decidieron seguir adelante en un taller de San Fernando. “Conversando con las chicas, comenzamos a tejer las bolsas y a elevarlo”, agregó. Así llegaron a El techo del consumismo, una obra que se exhibió a fines de 2011 en el Museo de Arte de Tigre (MAT).
“Cada vez que consumimos algo genera un deshecho que deja de permanecer en nuestro universo cognitivo”, explica Victoria Taylor, también abogada. “Pero en realidad sigue un proceso del que no tenemos ni control ni conciencia, y que en realidad sí repercute en toda nuestra vida”.
EN DETALLE. Entramados coloridos, que dejan pasar la luz y no renuncian a la belleza.
EN DETALLE. Entramados coloridos, que dejan pasar la luz y no renuncian a la belleza.

Laberinto del consumo
, en ese proceso, llega a poner obstáculos que obliguen a los visitantes de la muestra a detener la marcha e intentar un reflexión. Para reforzar el objetivo, a la entrada a la instalación cada uno es invitado a toma una de las bolsas tejidas con el mismo material que dentro lleva un kilo de arena. Un kilo que corporiza el kilo de basura que cada habitante genera por día.
Ese laberinto colorido y flexible, de formas orgánicas construidas de un material de los más artificiales y tóxicos sobre la Tierra –allí reside una paradoja– guarda para el que se acerca a ver en detalle más destellos de belleza. Una cola de caballo trenzada de finas tiras de bolsas del plástico traslúcido por delgado (las típicas del supermercado chino), vaporosa, contrasta con la abigarrada trama de las que en su primera vida contenían varios kilos de zanahorias, copiándole el color y dejándole orificios para respirar, además de leyendas informativas en azul. Una pieza rellena –de restos de otros plásticos– tejida en espiral a partir de sachets de lácteos, con plateados, verdes y azules que, según recientes investigaciones científicas, son los colores que más contaminantes del suelo.
A la vez femenina y exigente, la tarea del tejido de bolsas plásticas –ya sea con el punto al crochet como otros más rudimentarios con nudos– involucra otro entramado, el comunitario: la red de familiares, vecinos y voluntarios que colaboran en la recolección de las bolsas, su materia prima, y a la vez dejan entrar a su vida la pregunta sobre qué pasa cuando desechamos algo. “Todas las personas que nos conocen ya saben que si tienen bolsas nosotras vamos a darles otro uso”, contó Juana Menéndez, la más joven del grupo que con 20 años reconoce que desde que tiene memoria también tiene conciencia ambiental. 
CROQUIS. Para cubrir el espacio completo, las artistas hicieron mediciones para reproducir la sala en su taller.
CROQUIS. Para cubrir el espacio completo, las artistas hicieron mediciones para reproducir la sala en su taller.

A través de Catalina Negri, la integrante extranjera, un fragmento de El techo del consumismo viajó a Barcelona para participar de Drap Art, un festival internacional de reciclaje artístico. En su gira europea, en agosto de 2012 presentaron en Berlín la performance Cubrime, como parte de una movida mundial de apoyo a la Casa de Artes Tacheles que había sido desalojada. A partir de allí, fueron convocadas por el proyecto Freedom Park para intervenir un fragmento del Muro de Berlín; y el viaje culminó con la misma performance en Documenta 13, en Kassel, como parte del proyecto Occupy Puclic Space.
“Hemos perdido la utopía de un mundo sin basura, de un mundo ordenado donde cada cosa está en su sitio, donde los excedentes y desechos pueden ser reciclados en un 100%”, dice Felicitas Cordes, curadora junto a Erica Kupersmit, de la muestra y autoras ambas del texto que la antecede. Su interés en el trabajo del Grupo Suprema se gesta en la identidad local del proyecto. “Había un grito local en esa red sin fin de plástico”, reconoció, y contó cómo a partir del encuentro comenzaron a pensar los rasgos de la sobremodernidad y sus sobredesechos. En otras palabras, la idea de que en la actualidad la basura crece más rápido que los medios para reciclarla; no existen los terrenos donde se depositará. “Al igual que la categoría de no-lugar de Marc Augé –dice Cordes– hoy la basura es también lo que no tiene lugar, aquello que no está en su sitio”.
Hasta el domingo 31 de marzo de 2013.
Centro Cultural Recoleta
Salas 1 y 2
Entrada gratis

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL ESPACIO CUESTIONADO

Las obras de un grupo de artistas jóvenes, junto a un guión curatorial distinto, proponen revisar el modelo de “cubo blanco”, esa forma tan común de exponer el arte en un espacio ascéptico y específico.
En la exposición Espacios Parasitados, actualmente en el Pabellón de las Bellas Artes de la Universidad Católica Argentina, el espacio es el tema central. Allí, entre las obras y la sala, un espacio modifica a otros y éstos modifican al primero, generando una interrelación en la que se utilizan, enriquecen y transforman.
El primer espacio es la propia sala; los otros, son las obras de cinco artistas jóvenes argentinos. De esa convivencia resulta una especie de sistema conceptual y material, en el cual el espectador tiene un rol destacado.
El planteo del curador de la muestra, Rodrigo Alonso, reside en cuestionar la noción del espacio expositivo como “cubo blanco”, es decir, como una sala de paredes blancas sin ninguna ornamentación, donde las obras cuelgan a la altura de la vista y pueden ser individualizadas. Recuerda Alonso, en el texto del catálogo, que el denominado cubo blanco “se convierte en el paradigma de espacio expositivo tras su implementación en el Museo de Arte Moderno de Nueva York”. Sin embargo, también señala que el arte contemporáneo rechaza este supuesto ámbito neutral, y que “en lugar de acomodarse a sus imposiciones prefiere intervenir sobre él, relativizarlo, ponerlo en entredicho, parasitarlo”.
Espacios Parasitados: casi literal resulta, en este sentido, una de las obras de Agustín Fernández, “Memoria de un gigante invertebrado y miope”, que pareciera parasitar la columna de la sala en la que se apoya, y de la cual surge como si fuera un organismo tentacular de madera con imágenes en sus extremidades, sobre distintos momentos en la historia de la vivienda social nacional. En otro de sus trabajos, “Dispositivo para la presentación de las tipologías habitacionales suburbanas”, presenta una estructura también de madera, semejante a una computadora de gran tamaño, en cuya pantalla de vidrio se ven dibujos de un diseño arquitectónico sobre tipologías habitacionales con reminiscencias de la propaganda soviética de principios del siglo pasado.
Las coloridas pinturas de Leila Tschopp – pendulan entre la abstracción y la figuración– rompen con la idea de obra autónoma. Vemos una de sus pinturas sobre un dispositivo escenográfico que funciona como un muro falso sobre el cual está pintada una obra geométrica de la artista como si fuese un mural. Y sobre este último, se encuentra colgada otra obra de su autoría. En tanto en su pintura Terracita, se ve una imagen geométrica como un piso damero que remite a la obra homónima de Lino Enea Spilimbergo, en un guiño a la historia del arte.
ROTONDUS. Escultura realizada en base a una torre de cajas de pizzas, de Juan Gugger.
ROTONDUS. Escultura realizada en base a una torre de cajas de pizzas, de Juan Gugger.

Este acrílico está apoyado en el piso y con una inclinación que acompaña la perspectiva de la imagen, logrando introducirnos en ese camino enigmático de rombos. A su vez, los bordes de la pintura se mimetizan con el blanco de la pared. De esta forma, obra y contexto se imbrican.
Alonso escribe: “Las obras reunidas en esta exposición articulan diferentes espacialidades y contextos. Cada una a su manera, contamina el recinto con una plasticidad y unos conceptos que nos llevan a proyectarnos más allá de sus límites materiales. Otras arquitecturas, otros lugares, otros ámbitos sociales y culturales, se hacen presentes a través de ellas, para invitarnos a reflexionar sobre formas alternativas de ocupación y pensamiento espacial”.
En sus collages de la serie Arquitecturas ficticias, José Martín Arangoa diseña espacios posibles por medio de la fantasía. En ellos encontramos imágenes, líneas en tinta y textos que dan cuenta también del trabajo que implica la realización de dichas construcciones. El tamaño de los dibujos obliga a mirarlos muy de cerca para poder decodificar las imágenes que parecen pertenecer a un mundo en miniatura. Las piezas de la serie fueron pensadas como integrantes de un libro de artista y, en este caso, se despliegan una al lado de la otra sobre las paredes del espacio.
A pesar de las diferentes poéticas de cada artista, en todos aparece de alguna forma la arquitectura, el cuestionamiento a la autonomía del arte, la relación del objeto con el espacio circundante, la imaginación y la mirada hacia la historia del arte.
Las instalaciones de Guido Ignatti se sirven de objetos cotidianos –un espejo, una persiana, un empapelado– para generar un ambiente que podría ser una habitación o un living. Sin embargo, los efectos de luces y sombras, la escala de los objetos y su disposición en el espacio producen cierto extrañamiento. ¿Son ambientes  cotidianos?, ¿son tan reales?, ¿de dónde proviene esa luz un poco misteriosa?, nos podríamos preguntar. Su collage Una abertura hacia otro lado es un díptico que encuentra un eco formal en la estructura de la ventana de la sala. Así, la obra se convierte ella también en una ventana con un vidrio, a través del cual vemos imágenes de fotomurales de las décadas del 60 y 70, generando la ilusión de diversos espacios.
GRAN MURO. Pintura de Leila Tschopp.
GRAN MURO. Pintura de Leila Tschopp.

Como dijimos al principio, el espectador tiene un rol destacado al recorrer los lugares reales y ficcionales, descubriendo las relaciones que la muestra propone - algunas más evidentes, otras menos-, pero también armando las propias, a través de su imaginación e historia personal. Podría describirse con la cita de Las ciudades invisibles, de Italo Calvino: “Es el humor de quien la mira el que da a la ciudad de Zemrude su forma”. No es casual que se filtren en la memoria libros como éste y cuentos como Tlön, Uqbar, Orbis Tertius de Jorge Luis Borges, que ha imaginado otros espacios, contextos y lógicas posibles.
También parasita la sala de la exposición una columna hecha con cajas de pizza en un registro no exento de humor. La obra de Juan Gugger abre un abanico de posibles interpretaciones y formas: ¿se trata de una torre de Babel Pop?, ¿es la torre de Tatlin empobrecida?, ¿o es un monumento que parodia a la sociedad de consumo? Cerca de ella, en una vitrina, expuesta como una joya o una obra de arte protegida, se exhibe una sola caja de pizza. Pareciera que los trabajos de Gugger muchas veces citan a movimientos y artistas de la historia del arte.
Sobre la muestra, la directora del Pabellón de las Bellas Artes, Cecilia Cavanagh, describe: “Los Espacios Parasitados interactúan y generan una propuesta de diálogo entre los artistas, el Pabellón y Puerto Madero. Ilustran la interacción entre lo que se expone y cómo se expone, y demuestran cómo la colocación o la ubicación de la obra afecta la percepción y el significado de la misma”.
Al salir de muestra, la mirada del arte logra contaminar (parasitar) el paisaje de Puerto Madero, y vuelve un tanto fantásticas sus torres, diques, construcciones en proceso, calles y hasta el horizonte. El efecto, afortunadamente, se prolonga por un rato.

FICHA
Espacios parasitados

Lugar: Pabellón de las Bellas Artes de la UCA, Av. Alicia Moreau de Justo 1300.
Horario: martes a domingo, de 11 a 19.
Fecha: hasta el 7 de abril.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín


SEDUCIDOS POR LA FORMA, TRANSPORTADOS AL FUTURO

"Diseño aplicado", una muestra de trabajos de la colección de diseño del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, es una audaz conjunción de mobiliario, herramientas, gráfica y juegos que desafía nuestra idea del diseño.
A diferencia de las sillas aerodinámicas, los automóviles y utensilios característicos de la colección del MoMA, la mayor parte de los cien objetos expuestos aquí nunca estará en eBay. Pero se los puede ver en salas de videojuegos, laboratorios de biotecnología y hasta en los teclados de los aparatos de comunicaciones.
Organizada por Paola Antonelli, curadora de arquitectura y diseño del museo, "Diseño aplicado" podrá visitarse hasta enero de 2014.
"Diseño aplicado" reúne objetos de exposiciones anteriores y recientes incorporaciones a la colección permanente.
El "Reloj biológico artificial" que diseñó Revital Cohen, por ejemplo, ya ha estado expuesto antes. El reloj es un prototipo de un aparato que concentra datos online del médico, el terapeuta y el banquero de una mujer a los efectos de determinar cuál es el momento adecuado para que tenga un hijo.
En un arranque de audacia, el otoño pasado Antonelli compró catorce videojuegos para el museo, entre ellos Pac-Man, Tetris, Myst y Canabalt.
Se invita a los visitantes a usar varios de los juegos y a ver muestras de los elaborados mundos digitales que se construyeron en otros en el transcurso del tiempo.
El nombre "Diseño aplicado" es de una modestia misteriosa y hasta resulta redundante. Casi por definición, el diseño cumple algún fin práctico.
¿Qué significa "aplicado" en el caso de trabajo que siempre pensó para el uso? Antonelli señaló que pensaba en un futuro en que el campo del diseño se subdividiera, como la física, en una rama teórica y otra aplicada. Al mismo tiempo, agregó, estaba retomando un viejo término para el diseño: "arte aplicado".
En lo fundamental, sin embargo, "Diseño aplicado" hace referencia a los muchos campos en los cuales operan los diseñadores. Antonelli no ha abandonado el objeto, pero quiere mostrarlo como una continuación de tecnologías como la impresión 3D y de modelos conceptuales como la biomímesis, donde el diseño se basa en la naturaleza.
Está en exposición, por ejemplo, el "Impulsor Lily", una pieza de acero inoxidable que Jayden D.
Harman, un inventor y emprendedor, modeló sobre la base de la espiral de Fibonacci. La forma, que sigue la curva de un caracol de mar, permite que el aparato haga circular millones de litros de agua de forma eficiente en los sistemas de agua municipales.
Se trata de un objeto magnífico.
"Quiero recordarle a la gente la importancia de la elegancia, el hecho de que la belleza no tiene por qué ser más cara ni más difícil de encontrar que lo que no es hermoso", dijo Antonelli al referirse a los muchos elementos que integran la muestra y tienen un gran atractivo visual, entre ellos encajes del estudio holandés Freedom of Creation , producto de tecnología de rápida creación de prototipos, y una lámpara de pie del diseñador británico Paul Cocksedge que es una gran banda de fibra óptica. La gente que se detiene a admirar esos objetos pensará en "un mundo de consideraciones materiales e industriales muy serias", dijo.
"Seducen por la forma, y luego nos transportan al futuro del diseño".
¿Y si esa seducción no nos llevara al futuro sino a un punto muerto de autocomplacencia artística, al tipo de objeto que se ve mejor en el papel (o en un museo) que en la práctica? Eso se le critica a una de las estrellas de la muestra, "Mine Kafon", un instrumento creado para flotar sobre los campos y detonar minas terrestres enterradas.
Obra de Massoud Hassani, un afgano, y surgido de un proyecto estudiantil de la Academia de Diseño Heindhoven de Holanda, "Mine Kafon" parecía estar más allá de todo reproche: se alimenta de energía renovable, el viento; promete salvar vidas; puede reparárselo con facilidad cuando se descompone; y su parecido con un diente de león lo convierte en poema visual. Ubicado en un rincón de una sala de exposición, atrae las miradas.
Pero Marv Vlemmings, un periodista de Holanda, critica el invento.
Al discutir sus méritos en la revista de diseño holandesa Items, sostuvo que Mine Kafon es un prototipo que no se ha probado ni refinado lo suficiente para cosechar aplausos.
Le resultó indignante la premisa de un barreminas al que el viento impulsa por un camino errático en lugar de contar con un programa sistemático para eliminar las armas. "El Mine Kafon proporciona a los habitantes de una zona minada una falsa sensación de seguridad", dijo.
Cuando se le transmitió la objeción, Antonelli contestó: "A veces hay objetos heroicos que sensibilizan el mundo. Nunca pensé que estuviera probado y listo para entrar en acción, pero consideré que el concepto era tan fuerte, tan convincente y tan poderoso, incluso debido a la relación con la historia personal del diseñador, que eso bastaba".
De todos modos, la idea de un diseño heroico pero posiblemente ineficaz habría alarmado a algunos de los predecesores de Antonelli. Buena parte del diseño moderno se basa en el principio de que los objetos que funcionan muy bien (ya se trate de clips para papeles o de BMWs) no pueden evitar tener un aspecto maravilloso, mientras que los objetos que no funcionan llevan la marca estética de su ineptitud.
La historia ha refutado esa teoría muchas veces, pero nunca de forma tan convincente como en la era del chip digital, en que la relación entre aspecto y desempeño se ha vuelto cada vez más irrelevante.
Antonelli se basa en lo que ve al calificar la disciplina de caótica, inquieta y fascinante. Tal vez sea hora de pensar en otro nombre para el diseño, o en varios. 

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA FOTOGRAFÍA NO ALCANZA

Con instalaciones, pinturas, videos, dibujos, fotos y acuarelas, todo mezclado y, en muchos casos, con autoría no muy precisa, el artista le da otra vuelta de tuerca a su trabajo, conservando y a la vez renovando su estética.
Por Marina Oybin

Hiperbarroco festín de fotografías, instalaciones, pinturas, videos, dibujos y acuarelas, todo con inconfundible mix de iconografía mestiza, kitsch periférico, color furioso y exuberante pasión. Estamos en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en Debut y despedida, la gran muestra que reúne todo el universo de Marcos López. Puse toda la carne al asador –dice el artista en medio del montaje de la muestra, que tuvo el auspicio del Banco Ciudad–: Debut y despedida tiene que ver con la energía de poner todo de una vez, de entregarse totalmente sin medir nada: es como si el mundo se terminara. Acá digo todo lo que tenía que decir”. Al sumergirse en este universo de sub-realismo criollo usted sentirá esa entrega. Deslumbra la intensidad creativa, en una muestra que tiene un espíritu de colaboración fuerte: Marcos López trabajó con un equipo de unas quince personas. Mientras ultima detalles de las obras y el montaje, cuenta: “Estamos en un estado de confusión y de interacción energética en el que se diluyen los límites de autoría”.
Adrenalina previa a la inauguración, caminamos esquivando alambres, maderas, pieles, césped sintético, entre asistentes que construyen jardines de casas de propaganda americana, fuentes decoradas a lo Gaudí y canteros soñados. Algunos ponen bolsas y más bolsas de tierra roja en una instalación; otros, óleo en mano, terminan de retocar pinturas. De entrada, nos topamos con una torre de imágenes donde conviven todos sus hits fotográficos, fauna bien autóctona que destila pop latino.
En primer plano, el famoso “Asado en Mendiolaza”, versión de la última cena a pura damajuana, tetra y achuras, ahora con luz focal sobre el Cristo futbolero. Está “Autopsia”, unión de la “La lección de anatomía del doctor Tulp” y la famosa foto del cadáver del Che exhibido en la lavandería del Hospital Nuestro Señor de Malta: la autopsia pública del criminal de la pintura de Rembrandt se convierte aquí en clandestina. 

MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.
MURAL. Con Federico Klemm y una obra de Berni.

Entre cientos de fotos, esa inquietante escena del colegio de curas está muy ligada a la vida del artista: él, su hermana y su madre fueron a colegios religiosos. “Me traje tres fletes cargados con fotos y decidí poner esta autobiografía emocional”, cuenta Marcos, durante un montaje que ya toma un ritmo vertiginoso a contrarreloj.  
Desde la ficción evidente, Marcos López potencia la realidad. Arremetió contra la tradición: mientras la fotografía siempre apuntó a un lenguaje propio, él se lanzó a copiar de la pintura. Sus fotografías son verdaderas puestas en escena y al tiempo radiografías o frescos de época paródicos.
Entre colores fulgurantes, hay demasiada tristeza contenida en esos personajes a veces absurdos. Una especie de subtexto trágico avanza en el recorrido de la muestra. En este dramático universo de sub-realismo criollo hay influencias que van de Almodóvar, pasando por la cumbia, Gilda, Warhol, Pina Bausch. Del arte consagrado a la artesanía popular. Marcos López no duda: “Fotografío para exorcizar el dolor. En mi obra siempre hay un gesto de desgarro profundo donde el humor funciona como una especie de caballo de Troya que me deja entrar en la fiesta”.
Cruzamos una puerta para entrar en una casita de ensueños. Un video muestra a los padres del artista empapelando su casa con el mismo diseño de flores que el de la casa en la que estamos.
Conmueve la conversación y la capacidad del artista de lograr un resultado tan potente en apenas unos minutos de intimidad familiar.
En una especie de rompecabezas, el artista desató una remake del “Nicolino Locche” de Martha Peluffo, ahora pintado sobre una serie de pinturas que compró en el Ejército de Salvación que a su vez están sobre pósters. 

DIPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.
DÍPTICO. ''Cabeza de alce'', pintura, juguete y póster.

Ese mecanismo de juego collage entre fotografía, pintura y pósters aparece en un retrato que el artista le tomó a Federico Klemm delante de “Los indiferentes”, de Berni. Es “un barroco de superposiciones expresivas”, dice el artista de esa mezcla de soportes y técnicas, que define como “un muñeco chirolita empastillado”.
En algunos trabajos hay guiños a obras de otros artistas o a sus propias obras, ahora reescritas con nueva técnica y formato, muchas veces por otro artista. Está Héctor, el mozo del restaurant de empanadas que llegó a las paredes del Malba, pintado sobre un póster de Ansel Adams. Y una fuente real con un sireno, inspirada en su conocida fotografía del sireno apolíneo, inspirada, a su vez, en la sirenita de Copenhague.
En esa verborragia compulsiva hay bellísimas pinturas, un altar para santos que deja sin aliento, y una falsa escultura de Jeff Koons y una calavera trucha de Damián Hirst en suntuosas cajas. Y vuelve la reescritura del pop latino sobre el pop americano cuando sobre pósters de Roy Lichtenstein, el artista planta una botellita de Inca Kola.
Marcos López se aparta, hay que poner más tierra en una de las instalaciones. Desde un trampolín, un gran Ekeko está por  lanzarse a una pelopincho llena de billetes. Cerca, la reproducción de un cartel del Faena Art Center: “Redefining happiness”. Atrás del cartel descubro un hombre envuelto en frazadas. Salida de las entrañas, la voz de Gerónima Sequeida se cuela por la sala, y por la pared de ladrillos huecos y los alambres de púa que es esa instalación que es la Villa 31.
A Marcos le apasiona el sincretismo de lenguajes. En una impresionante instalación, hace una transfusión de sangre entre un gran tigre de madera, que compró en la ruta, camino a Misiones, mientras filmaba su documental sobre Ramón Ayala (se estrena en abril en el Bafici) y un tigre de Bombay, una artesanía popular que trajo de la India. Chorrean unas gotas de sangre.

''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.
''INTERACTUANDO CON JIMMY HENDRIX''. Realizada junto con LU.CU.MA., artista popular peruano.

A unos pasos, está la “Suite bolivariana”, fotografía digital pintada a mano que es una especie de mural moderno con citas al muralismo de Diego Rivera y, señala el artista, “con el espíritu chavista, cubano y revolucionario”. Los soldados norteamericanos de la famosa foto en Iwo Jima son reemplazados por mineros bolivianos que pisan obras del pop art. Manguera en mano, Gardel llena una pelopincho donde Perón y Evita flotan en sendos salvavidas. Está El Che y Evo y jugadores de la NBA y el dueño de casa preparando un asado. Y sigue la lista de este caleidoscopio de irreverente y desbordante pop criollo.
Yo digo que me quiero retirar a meditar– afirma Marcos López.
-¿Cuánto tiempo?, ¿quince días? (risas)
-La verdad es que estuve un poco preocupado porque soy compulsivo con hacer, hacer y hacer. No sé para qué uno en la vida necesita hacer tanto.
-No hay despedida.
Marcos se ríe, sabe que no hay entretiempo y menos adiós. Y ahora hablamos de la acidez de su obra, y se intuye que también estamos hablando de su vida: “La ironía -dice- es una estrategia para transitar la precariedad de la existencia”.

FICHA
Marcos López. Debut y despedida

Lugar: Centro Cultural Recoleta, Sala Cronopios, Junín 1930.
Fecha: hasta 31 de marzo.
Horario: mar a vier, 14 a 21; sáb, dom, y feriados, 12 a 21.
Entrada: gratis.

ED RUSCHA:
"ME ENCANTAN LOS LIBROS COMO OBJETOS FÍSICOS"

El artista estadounidense de 75 años inspira a los jóvenes con su amor por los libros, y reinventa el género de "libros de artista".


Por CAROL VOGEL - The New York Times

En medio de la Gagosian Gallery de Nueva York, el artista Ed Ruscha está rodeado de las pinturas de libros que ha ido creando a lo largo de muchos decenios: telas que imitan viejos volúmenes que encontró en mercados de pulgas y tiendas de segunda mano, y pinturas con guardas de texturas que imitan el mármol. También hay reproducciones de libros abiertos de más de tres metros de largo con hojas de papel en blanco, destruidas por agujeros de gusano y manchas de agua. "Son un poco ominosos", dijo, quizá debido a lo que muchos ven como el fin inevitable de la palabra impresa.
Ruscha, de 75 años, no lee en un Kindle ni en un iPad. "Ni siquiera uso computadora", dijo sin ningún tipo de remordimiento. "Todos los días, me doy cuenta de lo alejado que estoy del mundo de la tecnología. Tampoco soy un gran lector, pero amo los libros, lo que son como objeto físico".
Ruscha, que vive en Los Ángeles, ha producido montones de libros, en su mayoría relacionados con otras visiones de la vida cotidiana, como piscinas, estacionamientos y palmeras.
Alejado de la noción elitista del "livre d’artiste" ­las ediciones de lujo limitadas que son colaboraciones entre artistas y editoriales privadas- reinventó el género como algo barato, accesible y fácil de producir.
Estos libros se han convertido en la piedra angular del Arte Conceptual y sirven de inspiración a una nueva generación de artistas que crecieron con las computadoras y el Photoshop.
Algunos de sus homenajes conforman "Books & Co"., una muestra que se inauguró el 5 de marzo en el espacio de la Gagosian Gallery en Madison Avenue. Incluye volúmenes de veteranos como Bruce Nauman y los arquitectos de Filadelfia Denise Scott Brown, Steven Izenour y Robert Venturi, además de artistas más jóvenes como Dan Colen, Jonathan Monk y Tom Sachs.
Los temas abordados son maníes, bizcochos, basura, clubes de strippers, erecciones incluso.
Un libro, del artista sueco Chris Svensson, se llama "Estudios y casas habitados por Ed Ruscha".
"Algunos son muy literales", dijo Bob Monk, director de la galería, refiriéndose a la muestra. "Otros son mayormente de exploración y toman los libros de Ed como una plantilla".
En la actualidad, la historia puede parecer anticuada, pero hace 50 años Ruscha vio la creación de libros como una forma barata de llevar su trabajo al público.
Parecería haber, en este momento, cierta reacción contra el universo digital, ya que los artistas están adoptando nuevamente la idea de los libros de artista pese a la proliferación de los dispositivos de lectura electrónicos.
"La calidad de las imágenes en Internet es deplorable", dijo Monk, un británico que vive en Berlín. "Y la impresión en la actualidad se ha vuelto en realidad más barata".
Tom Eccles, director del Centro de Estudios sobre Conservación en el Bard College de Annandale-onHudson, de Nueva York, considera que "La gente sigue queriendo una relación material con el objeto real".
"Books & Co", llega a continuación de la exposición "Ed Ruscha", que tuvo lugar durante la temporada de otoño en el espacio de Gagosian en la zona de Chelsea en Nueva York y estuvo dedicada principalmente a sus pinturas de y sobre libros. Fue una versión más pequeña de "Ed Ruscha: Reading", una exposición que se hizo en el Kunshaus de Bregenz, Austria, el año pasado.
El cineasta y artista John Waters participó en la muestra con un libro. "Ed ha sido sin duda el iniciador de un género fantástico", dijo.
"Basta pensar en `Every Building on the Sunset Strip’. The Sunset Strip es una celebridad", continuó.
Para ese libro de 1956, Ruscha fotografió ambos lados de la calle de Los Ángeles a la mañana temprano cuando no había nadie: creó el libro como un acordeón, utilizando una hoja plegada de imágenes que puede abrirse hasta ocho metros.
El precio original fue de unos 4 dólares, pero en la actualidad una buena copia puede llegar hasta los US$ 8.000.
Después de terminar el secundario en 1956, abandonó su casa en la ciudad de Oklahoma para dirigirse a Los Ángeles. Más o menos en esa época asistió al Chounard Art Institute, que posteriormente fue parte del California Institute of the Arts. Allí estudió diseño comercial y tipografía. "También trabajé para imprentas de libros y aprendí a componer tipografía", recordó. "Siempre me interesaron los libros y cómo hacerlos".
Para Sachs, un artista de Nueva York: "Ed tenía la combinación justa de inexpresividad con una parte chispeante de creatividad".
Sachs considera que las computadoras son buenas para "las compras y la pornografía". Pero: "Yo sigo haciendo libros y esculturas a mano porque me gusta la historia y la evidencia del proceso", dice.

Fuente: Revista Ñ Clarín

PHILIP LARRATT-SMITH
ES EL NUEVO VICECURADOR DEL MALBA

El canadiense trabaja en la primera retrospectiva en América Latina de Yayoi Kusama, la mayor artista japonesa viva.

El Malba anunció el nombramiento de Philip Larratt-Smith como vice curador en jefe del museo, por lo que ahora asumirá la responsabilidad de definir el programa general de exposiciones temporarias junto a Marcelo Pacheco, curador en jefe, y Eduardo Costantini, presidente del museo. Desde septiembre de 2011, Larratt-Smith se desempeñaba como curador de proyectos internacionales de Malba, en donde realizó las muestras "Bye Bye American Pie" (marzo-junio de 2012) y "Tracey
Emin / How It Feels" (noviembre 2012-marzo 2013).
"El nombramiento de Philip Larratt-Smith implica una visión global del departamento de curaduría. Es una inserción que busca integrar de manera orgánica todas las funciones del área y alcanza a las exposiciones de arte argentino, latinoamericano e internacional. Representa un reconocimiento a su gestión", afirmó Costantini.
Actualmente, este canadiense trabaja en la producción de la exposición Yayoi Kusama, primera muestra retrospectiva en América Latina de la mayor artista japonesa viva (junio ? - septiembre, 2013).
Producida íntegramente por Malba, en colaboración con el estudio de Kusama, y co-curada con Frances Morris (de la retrospectiva de Kusama en la Tate Modern, Londres), la muestra se presentará en Buenos Aires, Río de Janeiro, San Pablo, Brasilia y México DF.

Fuente: Revista Ñ Clarín