Los descendientes del multifacético artista Dieter
Roth continúan la saga familiar que se podría describir como un
persistente organismo artístico Roth.
Dieter Roth con sus hijos Einar y Oddur en Nueva York. |
Por
RANDY KENNEDY
- The New York Times
En el último medio siglo, pocos artistas han explorado lo
efímero con tanta minuciosidad como el multifacético suizo-alemán Dieter
Roth, el maestro de lo experimental que murió en 1998.
Muchos
de sus materiales más característicos eran cosas que se comen, no con
las que se hace arte: chocolate, queso, salchichas. Para su primera
exposición en Estados Unidos en la Galería Eugenia Butler de Los
Ángeles, en 1970, llenó treinta y siete valijas con quesos y permitió
que la naturaleza siguiera su curso, lo que atrajo moscas, hongos y a
las autoridades sanitarias.
Sus "autorretratos" eran ante todo
abstracciones que pasaban por imágenes de objetos inanimados: una
maceta, una montaña, una pila de excrementos de perro.
"Experimento mi persona como una persona nebulosa", dijo.
Por
eso tuvo sentido, en una reciente visita a una galería de Nueva York
que abundaba en trabajos de Dieter Roth, encontrar a un hombre de
mediana edad que se le parecía mucho y que supervisaba la instalación.
El hombre estaba en medio de una intensa discusión con dos hombres más jóvenes cuyos rostros eran variaciones del suyo.
"Siempre me presionan y me preguntan qué quiero", dijo el hombre mayor mientras los tres trataban de disponer un trabajo.
"El problema es que no sé lo que quiero".
Los
hombres eran el hijo de Dieter, Björn Roth, de cincuenta y un años; y
los hijos de Björn, Oddur y Einar, de veintinueve y venticuatro años
representan la segunda y la tercera generación de lo que podría
describirse como un persistente organismo artístico Roth.
La
muestra que preparan, "Dieter Roth. Björn Roth", que inaugurará un
espacio para la galería internacional Hauser & Wirth, es una caótica
manifestación que abarca más de cuarenta años de trabajo.
Dieter Roth creía en la colaboración, tanto con artistas como con coleccionistas y familiares.
La influencia de Dieter no ha hecho más que crecer desde que murió a los sesenta y ocho años.
"Estaba
por completo reñido con la historia de cómo trabaja un artista", dijo
Gary Garrels, que contribuyó a organizar una retrospectiva del trabajo
de Roth que se expuso en 2003 y 2004. "No había una metodología de
base".
Dieter Roth nació en Alemania en 1930 y creció en Suiza.
En 1957 se trasladó a Islandia siguiendo a Sigridur Bjornsdottir, la
islandesa con la que pronto se casaría. Si bien hizo una vida
itinerante, se mantuvo cerca de su familia, y para la década de 1970 sus
tres hijos Karl, Björn y Vera empezaron a trabajar y a compartir el
crédito con él.
Björn Roth con bustos de chocolate de su padre, Dieter Roth. |
A los diecisiete años, Björn comenzó a trabajar con su padre, y la colaboración entre ambos generó centenares de trabajos. De todos, Björn declaró: "No pretendo ser Dieter. Él era un genio, y eso es muy raro".
Dieter Roth a menudo creaba trabajos mediante la disposición de alimentos sobre papel o tela cubiertos de vidrio o plástico.
Los dejaba pudrirse, y el moho y los insectos continuaban el trabajo.
Para la muestra de Nueva York, los Roth continúan uno de los trabajos más monumentales con alimentos: torres de bustos de chocolate y azúcar.
El concepto, que Dieter exploró en 1968, comprende un autorretrato en chocolate de cómo sería en la vejez.
Se suponía que los demás bustos representaban leones, pero tenían más aspecto de perros y eran de azúcar de colores brillantes.
"Siempre vi esta pieza como un poema en lugar de como una construcción", dijo Björn. "En el primero de estos trabajos, se permitió que el calor y la humedad hicieran su efecto sobre el chocolate. Las cabezas de la parte inferior van quedando presionadas y adquieren un rostro muy triste. Así".
Hace el gesto de aplastarse la cara con las manos, cerrando los ojos y apretando los labios. "Es como si tuvieran encima todo el peso del mundo".
Oddur, que tenía dieciséis años cuando Dieter Roth murió, declaró: "Es muy extraño cuando uno es chico y la maestra le pregunta en la escuela qué hizo en el verano, porque uno dice que fue con el abuelo a un negocio y compró salames y salchichas, los cortó en rebanadas y los puso sobre la alfombra para luego trazar líneas alrededor de los círculos de grasa que hicieron. Piensan que uno es un gran mentiroso".
Garrels, que en la actualidad es curador del Museo de Arte Moderno de San Francisco, dijo que el colaborador más importante de Dieter Roth era el tiempo, "ya fuera a través del moho, los insectos u otros procesos orgánicos que permitían que las cosas continuaran cambiando". Agregó: "Este tipo de trabajo está muy en línea con ese espíritu".
La pieza de la galería que podría encarnar ese espíritu de forma más cabal es "Grosse Tischruine", o "Gran ruina de mesa", que se compone de mesas y sillas apiladas con todo tipo de desechos. Dieter agregaba cosas a la pila cada vez que se exponía.
"Era muy difícil instalar esa pieza cuando Dieter vivía", dijo Björn, "porque uno compraba una herramienta nueva, por ejemplo, y si no tenía cuidado, la siguiente vez que uno veía el trabajo, ya estaba pegada a la mesa".
Fuente: Revista Ñ Clarín