ESA FUENTE CON ACENTO ALEMÁN


Inaugurada en 1918 en Plaza Alemania, simboliza la riqueza agropecuaria argentina.


La obra. Gustav Bredow la hizo con mármol de Grecia. Las esculturas de los extremos reflejan “La Agricultura y “La Ganaderia”. / SEBASTIÁN ALONSO

Por Eduardo Parise

Alguna vez quedó como propuesta para ser contada como otra historia. Por eso ahora llegó el momento de convertirla en protagonista principal. Y no hay dudas de que la obra tiene el sustento suficiente para serlo y destacarse entre los muchos y bellos monumentos de la Ciudad. Su título oficial es Monumento-fuente “Riqueza Agropecuaria Argentina”, pero se la suele presentar simplemente como “La fuente alemana de Buenos Aires”.
El origen de esa denominación tiene su razón: la obra no sólo está en la Plaza Alemania (otro gran diseño del francés Carlos Thays; ubicada entre las calles Cavia y Castex y las avenidas Del Libertador y Casares, en Palermo), sino que fue donada por la comunidad de esa nación europea cuando se cumplió el Primer Centenario de la Revolución de Mayo. La piedra fundamental de la fuente fue colocada el 31 de mayo de 1910, se empezó a realizar en 1914 y se inauguró el 18 de mayo de 1918.
El trabajo impacta en ese contexto rodeado de grandes tipas y araucarias. Además, están los geranios, una flor simbólica para los alemanes. La fuente mide más de 25 metros de ancho y tiene un gran vertedero central. En el frente una escalinata circular dividida en siete sectores le da mayor realce. Pero el remate de la obra lo marcan los dos grupos escultóricos colocados sobre pedestales y ubicados en cada extremo de la fuente. Se titulan “La Agricultura” y “La Ganadería”, símbolos de esa riqueza agropecuaria del país.
Toda la obra fue pensada, esculpida y dirigida (tanto en lo arquitectónico como en lo que hace a su ingeniería) por Gustav Adolf Bredow (1875-1953), un artista alemán que con su criterio particular impuso lo que se conoció como “el estilo Bredow”, que se caracterizaba por su arte y su precisión. Un ejemplo de ese estilo lo marca la elección del mármol que usó para los grupos escultóricos. Bredow en persona fue hasta las canteras del monte Pentelikon, en Grecia, para pedir el corte especial que quería para esta obra: debían ser bloques de 3 metros de largo por 3 de alto y 4 de ancho.
Se lo conoce como mármol pentélico y los especialistas dicen que se destaca porque con los años toma un color amarillento que lo hace más calido y eso genera que las sombras y las luces se destaquen de una manera diferente. Ese mármol es el que se usó para muchos edificios de la Acrópolis, incluido el famoso Partenón de Atenas. Aquellos bloques elegidos por el artista llegaron primero al puerto de El Pireo, de allí viajaron a Hamburgo y una vez esculpidos los llevaron al puerto de Bremen, donde en julio de 1914 fueron embarcados hacia Buenos Aires.
Claro que no todo fueron rosas para Bredow. Cuando estaba en la mitad del trabajo de la escultura que representa a la ganadería (un hombre junto a un gran toro), descubrió que el bloque tenía una grieta en el medio. Igual, la cuestión se resolvió con inteligencia: ese mármol se usó para la figura del hombre y se consiguió otro bloque para el toro. Pero ese nuevo bloque tardó más de un año en llegar y retrasó el trabajo.
En la parte posterior, la fuente muestra unos bajorrelieves hechos en bronce, también obra de Bredow. Y se completa con los 16 escudos esculpidos en bronce, que representan a los estados que integran Alemania. Y ya que se menciona a la integración de ese país, en mayo de 2010 en esa plaza se inauguró un tablero de ajedrez de 3,20 por 3,20 metros. Los trebejos miden 60 centímetros de alto y están hechos con teca (conocida como “la reina de las maderas”) traída de Indonesia. La inauguración de ese tablero gigante fue para festejar un aniversario de la unificación de Alemania, tiempo después de la caída del muro de Berlín. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

SIEMPRE SORPRENDENTE:
EL SINGULAR GIUSEPPE ARCIMBOLDO


Giuseppe Arcimboldo.jpg
Autorretrato de Giuseppe Arcimboldo
Giuseppe Arcimboldo, (también escrito Arcimboldi; Milán 1527 - íbidem; 11 de julio de 1593), fue un pintor italiano, conocido sobre todo por sus representaciones manieristas del rostro humano a partir de flores, frutas, plantas, animales u objetos; esto es, pintaba representaciones de estos objetos en el lienzo, colocados de tal manera que todo el conjunto tenía una semejanza reconocible con el sujeto retratado.


Legado

Cuando el ejército sueco invadió Praga en 1648, durante la Guerra de los Treinta Años, saquearon muchas pinturas de Arcimboldo que estaban en la colección de Rodolfo II.
Sus obras pueden encontrarse en el MHAV de Viena, en el Castillo de Ambras en Innsbruck, el Louvre en París, así como en varios museos de Suecia. En Italia, su obra está en Cremona, Brescia, y en la Galería de los Uffizi de Florencia. El Wadsworth Atheneum de Hartford, Connecticut, el Museo de Arte de Denver, Colorado y el Candie Museum en Guernsey también tienen pinturas de Arcimboldo. En España, se encuentra un solo cuadro de Arcimboldo: La Primavera, de un grupo de las Cuatro Estaciones (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid).
Las extrañas obras de Arcimboldo, especialmente sus imágenes múltiples, fueron redescubiertas a principios del siglo XX por artistas surrealistas como Salvador Dalí. La exposición «El efecto Arcimboldo» que se celebró en el Palacio Grassi de Venecia (1987) incluyó numerosos cuadros de «doble sentido». La influencia de Arcimboldo puede verse igualmente en la obra de Shigeo Fukuda, István Orosz, Octavio Ocampo, y Sandro del Prete, así como en películas de Jan Švankmajer.


Primavera - 1573

Verano - 1573.
Otoño - 1573.
Invierno - 1573
Agua - 1566

Aire - 1570


Cabeza reversible con canasta con frutas - C. 1590
Vertemnus - 1591
Vegetales en un bowl o El jardinero - 1590

El jurista - 1566

DESCUBREN EN EGIPTO
TUMBAS DE HACE MÁS DE TRES MILENIOS


El Cairo - Tumbas excavadas en la roca fueron encontradas por arqueólogos italianos que buscaban datos sobre el reinado del faraón Amenhotep II, que se extendió casi seis décadas, precisa un comunicado oficial conocido hoy. En realidad los científicos no esperaban darse de manos a bocas con las sepulturas pues estaban en trabajos de limpieza y excavaciones en el templo funerario del longevo monarca en la ciudad de Luxor, a unos 700 kilómetros al sur de esta capital. Las sepulturas deben haber sido excavadas hace más tres milenios, pues los cálculos fijan la regencia de Amenhotep II entre los años 1291 y 1550 antes de nuestra era, se infiere de un comunicado del Ministerio de Estado para las Antigüedades. Resulta imposible determinar de inmediato si las tumbas pertenecen a familiares y allegados del monarca enterrados después, o fueron inmolados a su deceso. Entre los hallazgos hay varios vasos funerarios decorados con efigies de los dioses de la época y restos de ataúdes.


Fuente: Prensa Latina

GASTÄO DE MAGALHÄES:
40 AÑOS DE INTERFERENCIAS, POÉTICA Y CONTRACULTURA

El artista brasileño, destacado en la escena de los 70, pasó por Buenos Aires para la inauguración de una retrospectiva de su carrera. Y habló junto a la curadora Fernanda Nogueira, que rescata su figura y sus ideas para pensar la política de hoy.


Por MARCELA MAZZEI


Antes que termine 2012, después de más de 30 años, el artista brasileño Gastão de Magalhães visitó Buenos Aires por segunda vez. La primera, en 1979, había llegado para una muestra global de los primeros años de su carrera, organizada por Jorge Glusberg en el CAYC (Centro de Artes y Comunicaciones), a través de la gestión de Víctor Grippo, a quien había conocido en la Bienal del San Pablo de 1977.
Ahora regresó. Una tarde de diluvio porteño, de pie sostenía una copa de agua en la sala de Document Art Gallery, la galería de arte que al día siguiente iba a inaugurar “La poética de la interferencia”, una retrospectiva de su carrera, esta vez por la iniciativa entusiasta de Fernanda Nogueira, la curadora que halló su nombre citado en muchos catálogos y escritos de la Universidad de San Pablo (USP) y se propuso rescatar su figura –destacada en la escena del arte brasileño en los años 70–, y sus ideas, que encontró muy vigentes.
Personaje excéntrico, Gastão de Magalhães es hoy un hombre estilizado que sin arriesgar mucho ronda los 60, usa cola de caballo y tupida barba blanca. Aunque avanzada la entrevista con Ñ Digital junto a la curadora, iba a confesar que en su vida diaria lleva aspecto despelucado, esa tarde vestía un equipo de gaucho como lo cortaría un modisto francés: impecable camisa blanca, chaleco negro bordado, bombachas y botas de montar. Medido más que expansivo, habla un portugués cerrado cuando se enciende, luego se detiene y abunda en explicaciones sobre la (de) construcción de los procesos de creación de la obra de arte que su época le marcó tenía que emprender.
Una personalidad compleja que Fernanda Nogueira atribuye a que “tiene una formación casi autodidacta y nunca esperó que la información venga de una institución o un campo específico, sino que todos los repertorios que posee, por los que se interesa, forman parte de su propio proceso de creación de conocimiento”. Una familia de ideas liberales, las movilizaciones del 68, las comunidades alternativas, los vínculos como herramienta de creación y la negación del autor en el arte completan su paleta de colores, que llegó a ponerle otros tonos a una de las vanguardias latinoamericanas más originales y reconocidas.
El camino a Gastão
Investigando la poesía concreta de los 50 en Brasil, Fernanda Nogueira se interesó por los grupos que, en función de formar un movimiento, comenzaban a trabajar de manera colectiva y creaban espacios donde la poesía y las artes visuales se volvían indivisibles. Una suerte de ruptura de las fronteras entre asignaturas que se consolidó. “Entonces surgieron los disidentes al movimiento de la poesía concreta, en el contexto de la dictadura militar, y bajo el nombre de Poema/Processo en 1967”, explica la curadora. “Para ellos ya no se trataba de una cuestión formal sino de pensar cómo hacer poesía podría también intervenir en la situación política”, agrega Nogueira, investigadora y crítica literaria, que conoce al detalle la Colección de Arte Conceptual de la Universidad de San Pablo, ámbito donde Gastão de Magalhães desarrolló sus trabajos. “Llegan a proponer la ampliación del movimiento, un proyecto democrático, emancipatorio, que convocara a toda la gente ya no en grupos pequeños que consiguen una cierta hegemonía en el ámbito cultural, sino una multitud de gente en todas partes del país generando nuevas publicaciones”. Allí, Gastão de Magalhães fue un activo participante de la red de arte correo –que les permitía a los artistas llegar a un público más allá del circuito de museos o galerías–, y un precursor del videoarte.

ESTO ES UN POEMA. Serie de 4 fotografías exhibida en la Bienal de San pablo 1976.
ESTO ES UN POEMA. Serie de 4 fotografías exhibida en la Bienal de San pablo 1976.

-¿Qué recuerda de aquella primera visita a Buenos Aires?
-En la exhibición había instalaciones ambientales hechas con hilos formando formas geométricas en el espacio, usando el piso y las paredes del recinto. Para 1972, cuando comienzo a actuar dentro del circuito artístico, vivíamos un período de transición. Pero en el mundo entero, en América Latina, Europa y Estados Unidos y existía esta relación del final del arte moderno con el comienzo de la contemporaneidad. El quiebre, por ejemplo, del arte como objeto y el arte como un proceso pensante. Y al igual que esta retrospectiva de mis últimos 40 años de trabajo, recuerdo que aquella vez fue también un panorama medio retrospectivo, mientras que en Brasil nunca había tenía una presentación totalizante.
-¿Por qué elige utilizar diferentes técnicas en su proyecto artístico?
-Por el tenor de la contemporaneidad, que es diferente al mecanismo del arte moderno en el proceso de construcción. En mi obra, las fotografías son acciones o instalaciones, pero entran solamente como documentos. Porque el trabajo en sí tiene un carácter efímero, solo existe en aquel momento, y la fotografía registra ese carácter. Aunque la obra sea objetual en la presentación de las fotos, no es la construcción del objeto en sí lo importante, sino la construcción del pensamiento. La fotografía, para la época, ya era una tecnología obsoleta, pero la manera en que era utilizada era algo contemporáneo. Lo que importa es el concepto, la idea de aquella acción o de aquella construcción.
La manera en que Gastão de Magalhães registra, según la curadora, tiene que ver con la posibilidad de meter la obra en un sobre y enviarlo por correo, “una posible circulación otra, la creación de un público otro, que no es posible cuando la acción ocurre en el espacio”, detalla. "IN / OUT the cube", por ejemplo, es una serie de fotografías de una performance en la vía pública. Allí se lo ve al artista, entrando y saliendo de una caja abandonada en la vereda, retratado en secuencia a medida que intenta romper con la normalidad que la dictadura había impuesto a través de una acción insólita. “El diseño funciona como un proyecto y su trabajo es una secuencia de cosas, que tiene por objetivo desarrollar una pedagogía propia de conocimiento del espacio, entonces él usa el diseño como estudio”, aporta Nogueira.
En la secuencia de la caja en la calle, Gastão es el retratado y no el que disparó la fotografía. Así, muchas personas participan de sus acciones, no siempre es él el que está retratado en las fotos o el que toma las propias fotos. Esas pequeñas variaciones responden a que el artista no encuentra distancia entre el otro y él mismo. “Es como si fuera una extensión de su propio cuerpo, como si funcionaran como uno, tanto el que registra y el que participa”, apunta la curadora. No hace falta que sea él. No es lo importante. “Los elementos participantes tienen una relación vivencial conmigo, cada cosa para mí tiene una historia”, agrega el artista.
-¿Cómo era la relación con los artistas del movimiento Concreto y Neoconcreto?
-En esa época –comencé con 20 años de edad–, era la generación de mis profesores, que ya estaba más o menos establecida entre las décadas del cincuenta y del setenta. Entonces empezaron los intercambios, porque en realidad se trataba de un proceso de contracultura que no era ni siquiera dentro del circuito oficial del arte, era un circuito artístico marginal. La relación de poetas y músicos con los que convivía era grande e intensa. Dos o tres años después de este proceso inicial, entro en la universidad de arte y de ahí tomo toda la teorización de la contemporaneidad. Pero sólo estuve seis meses, porque sentí la necesidad de dejar la universidad para poder actuar. Había una presión, no solo del proceso de la dictadura sino también de los mismos colegas que eran mayores y los profesores. Por eso digo que en toda mi historia, desde el nacimiento, viví situaciones de tensión y de crisis, de transformaciones… Y todavía hoy paso por ese proceso.
Además de la radicalización frente a la estética del movimiento concreto, por sobre todo el movimiento Poema/Pocesso se enfrentó a la dictadura. “Como había un intento de provocar una crisis económica, la clase media da paso a la dictadura con esa promesa de que va a ser todo distinto”, explica Nogueira. “Tenía miedo de una dictadura de izquierda o de derecha, entonces facilitó una dictadura de derecha pero tenían miedo…”, completa el artista.

"IN / OUT the cube", serie a partir de una performance en la vía pública.

-¿Cuál era el clima que se vivía en la dictadura?
-Fue fácil para la dictadura entrar, y desde el primer momento retiró a la clase pensante, no solo a los artistas: mandaron presos a los profesores de física y matemática, sacaron a todos los principales profesores de la ciudad universitaria de la USP y muchos tuvieron que exiliarse. Es el caso de (el ex presidente) Fernando Henrique Cardoso, del profesor de física Mario Schenberg…A partir de entonces, comenzó la persecución del cuerpo docente universitario y de los movimientos que actuaban. Había una propuesta de revolución armada, había varios aunque estaban divididos… Los movimientos trotskistas, cada uno daba sus líneas marxistas y así iban armando sus divisiones. Unos estaban a favor de una lucha armada, otros a favor de una lucha de concientización.
-¿Y cómo afectaba la dictadura a los artistas?
-Los artistas sufrieron más una persecución en los procesos mediáticos (sobre todo en la poesía y la música) siempre y cuando había cierta visibilidad, televisiva principalmente. De todas formas, hubo muchos eventos artísticos significativos que pasaban desapercibidos por la dictadura. Por ejemplo, yo llevaba unas ex compañeras de la escuela a ver una obra de teatro Cementerio de automóviles o Los Monstruos, pero antes tenía que convencer al padre para que las dejaran ver la obra, diciendo que era un factor cultural, que ellas necesitaban tener aquella información porque iban a tomarlo en el examen de ingreso de las universidades brasileñas. También las llevé a ver la obra El Guaraní (ópera de Carlos Gomes, músico clásico brasileño) y el padre se ponía contento, pero si se llegaba a entrar y ver qué tipo de obras eran, posiblemente me hubiera fusilado. Aparecían desde la desnudez hasta las contestaciones más radicales.
“Tuve participación en muchos movimientos, incluso algunos que venían de afuera, pero no era la clandestinidad: era visible pero pasaba desapercibido, y a veces un pequeño acto significaba un proceso contra la dictadura. Cuando se pasaba una película de una cierta importancia, por ejemplo, todo aquel grupo de personas (poetas, artistas, escritores, periodistas) que de cierta manera se identificaban contra la dictadura estaban allí. Puede parecer increíble, pero ese momento de tensión fue un momento altamente creativo. 
-¿Y qué pasó con esa potencia creativa cuando cayó la dictadura?
-Por un lado, después de ese proceso hubo una integración, muchos artistas entraron al área didáctica y formaron una nueva generación de actores y pensadores en todas las áreas. Si antes ya había comenzado ese proceso de mezcla de las tecnologías separadas –“esto es poesía, esto es arte, esto es literatura”–, hoy ya no existe esa división, hoy tenés eventos… En un evento de arte puede entrar la fotografía, la música, el video. Este proceso de integración viene de la deconstrucción de la modernidad y del inicio del arte conceptual.
-¿Con qué movimientos o ideas de la época se sentía más identificado?
-Ayer estaba conversando con Ricardo Campos sobre el típico brasileño, que es expansivo, habla tonterías y a todos les cae bien. En Brasil todos preguntan ¿de qué raza sos?, ¿de dónde venís? Yo no digo nada. Unos creen que soy portugués, unos creen que soy esto… Yo dejo que la fantasía crezca. En la manera de vestir… ahí está el proceso de educación que tiene esa interferencia. Tuve una gran influencia de un proceso educacional, mi familia era muy abierta para la época en todos los niveles. Entonces, no solo el mundo vivía grandes transformaciones… Fui programado para crear, dirigir el sentido de los procesos ideológicos cuando las ideologías se estaban yendo en picada. Fue lo que llevó después a la caída del muro de Berlín, pero ya en la década del sesenta comenzó esa deconstrucción de las ideologías y mucha gente ya estaba yendo hacia otros procesos vivenciales, procesos más radicales y no segmentados en políticas de derecha y de izquierda. En esa época ya existía este pensamiento, tanto era así que yo participé de varios movimientos sin ser parte de ninguno porque no sentía integración con las cosas cerradas.

PRIMERA VISITA. Gacetilla de la muestra de Gastão de Magalhães en Buenos Aires en 1979.
PRIMERA VISITA. Gacetilla de la muestra de Gastão de Magalhães en Buenos Aires en 1979.

Construir en la frontera, el territorio
Su acervo de recorridos es amplio y entramado: allí se inscribe también una crítica a las instituciones artísticas tradicionales, aunque no un rechazo a ocupar el espacio sino más bien para incidir en él y hacer una crítica desde dentro. Muchos de esos recorridos tienen elementos que siguen siendo vigentes, según Fernanda Nogueira. 
“Él habla de la influencia de las movilizaciones del 68 y al mismo tiempo de no encasillarse en un movimiento a través de una relación de pertenencia, y creo que eso aparece bastante en su trabajo. Por ejemplo, una de sus obras es el registro de una travesía por un túnel que une la avenida Paulista de San Pablo con la zona oeste de la ciudad: en la secuencia él va caminando por este espacio y construyendo su propio recorrido entre los coches que vienen de la izquierda y de la derecha. Cuando él ya a finales de los 70 va señalando ya esta posibilidad de inaugurar un territorio que no sea ni a la derecha ni a la izquierda sino un territorio propio de crítica de estos espacios tan cercenados de pensamiento, me parece súper urgente. Es como pensar otra posibilidad, principalmente en Brasil donde en este momento parece que ya hemos resuelto todos los problemas porque hay un gobierno de izquierda. En su trabajo, él ya está diciendo que no nos fiemos en estas estructuras binarias de pensamiento y de frágil estructura crítica. Pensar como insurgente este trabajo, que tuvo su impacto en su momento y sigue siendo vigente, nos llama a recuperar su trabajo, para pensar sus potencialidades políticas del presente”.

FICHA
Gastão de Magalhães
La poética de la interferencia

Document Art Gallery
Martín Ignacio de Loyola 32
Abierta hasta el 28 de enero


Fuente: Revista Ñ Clarín

PANEO POR LA PRODUCCIÓN DE TRES DISCIPLINAS

La muestra de obras seleccionadas es una oportunidad para conocer la producción nacional reciente en grabado, arte textil y arte cerámico.


Como cada año, el Salón Nacional de Artes Visuales se muestra en el Palais de Glace. Su 101 edición expone allí las obras premiadas y seleccionadas en las categorías Grabado, Arte textil y Arte cerámico. Y si bien a estas no se las considera, por lo general, las disciplinas “fuertes” –las más populares o que apuestan al riesgo y llaman la atención de las nuevas generaciones, como Pintura y Nuevos soportes e Instalaciones, por ejemplo–, son campos de la producción que vienen delineándose de maneras cada vez más interesantes, alejándose de a poco de una tradición encorsetada y repetitiva, y prestando atención a la expansión y apertura de cada técnica a los nuevos medios, sobre todo electrónicos. Especialmente, estas disciplinas van abriéndose a la influencia de una nueva cultura visual por sobre ciertos tipos de repertorios y modismos que se repiten: ocurre que hay técnicas propias de cada una –como por ejemplo, la litografía o la xilografía en Grabado–, en donde se enquistan ciertas costumbres y amaneramientos de taller, así como la impronta de los llamados “maestros”, que a veces funcionan casi como algo sagrado y, por eso mismo, riesgoso. También hay disciplinas donde un respeto excesivo por la técnica corre, finalmente, contra la expresión. En la muestra actual del Salón Nacional algo de esto puede verse, sobre todo, en las obras premiadas y seleccionadas en Grabado. Allí parece que costó dejar que la técnica no condicionara tanto a la imagen. Parece que costó que las dos –técnica e imagen, y también la intención del artista– corrieran a la par, con una intensidad más o menos parecida.
La cerámica es, en esta edición 2012, buena protagonista de la exposición del Salón. Se nota ya desde la vista del Gran Premio Adquisición, otorgado a Ernesto Arellano por “Negrita”, una especie de muñeca de casi 2 metros de altura, con bastante de “manga”, de cómic japonés, realizada a través de un modelado por planchas con un esmaltado a 1.040 grados y con el esmalte a la altura de la cara quemado, negro. El Primer Premio lo ganó Julio Cando, con “Descubriendo el espacio”. Pero es el Segundo Premio, “N2O2”, otorgado a Fernando Mascetti, el que muestra un amplio y profundo manejo del material –gres (una cerámica muy resistente), porcelana (compacta, dura y translúcida) y esmalte– y de sus posibilidades. La organización de la composición a manera de instalación, su pequeñísima escala, el despliegue en el espacio sobre una sola línea, un solo eje; el cuidado al modelar cada pequeña pieza, la diferencia de asperezas, texturas y brillos de los materiales… Todo en esta obra es atracción, descubrimiento.
El trabajo de Beba Zabel “Sin título”, que obtuvo el Tercer Premio, también es interesante, al mezclar una pieza raku sin esmalte con todo un conjunto de piezas elaboradas en terra sigillata –un tipo de cerámica a veces rojiza, antiguamente característica de Roma– bruñida.
La obra “Vacíos de identidad”, de Claudia Schnaider –con una mención– mezcla exquisitamente cerámica y ébano (además de estar esmaltada), a través de un conjunto de piezas de láminas muy finas y frágiles. La artista trabajó la cerámica como si se tratara de hojas de papel Biblia. 

Paneo por la producción de tres disciplinas
Ernesto Arellano. “Negrita”, Gran Premio Adquisición en Cerámica.
No hay que dejar de ver los trabajos de Laua Barberis y Eduardo Fataga, incluidos en la selección de esta disciplina, el segundo, técnicamente curioso: utilizó cenizas volcánicas junto con el barro.
Pero es el arte textil, el que lleva la delantera en cuanto a tomar el riesgo conceptual y técnico. Aquí, el Gran Premio lo obtuvo Roberto Fernández con “Adentro es azul”, un objeto similar a una célula o ameba, realizado con capas de poliéster cosidas y cauterizadas con fuego. Por debajo del objeto –se montó suspendido– hay una base circular conteniendo agua. El Primer Premio, “Hilanderas”, de Gabriela Nirino, se basa en la foto antigua de una hilandera de Alpargatas. Aquí es interesante el resultado de la combinación de diferentes tramas, la del telar electrónico con pasada de trama manual, y la de Jacquard, por ejemplo. Pero es en el segundo piso del Palais donde hay obras textiles increíbles, como “12.264. Espacios vacíos”, el poderoso trabajo de Lorena Kaethner: muestra un vestido tejido puesto en un maniquí y, al lado, un monitor con el video de una performance. Allí está ella misma, con el vestido cubriéndola desde los tobillos hasta la punta de la cabeza, y la artista dentro, tejiéndolo mientras lo lleva puesto, contando cada punto totalmente concentrada, como en un nirvana: “12.234, 12.235, 12.236…” El “Tapiz de la recreación” de Ana Foos, que mezcla bordado, telar en seda y collage, también es interesante, al igual que la “Bolsa de hombre”, de Alejandro Bovo Theiler (utilizada para hacer performances), y la técnica de “Deconstrucción”, de Silvia Turbiner: tela de fibras de morera (el árbol que comen los gusanos de seda y que producen, por ello, la seda más fina de todas) tejida a mano con fibras liberianas (que son fibras vegetales fuertes, pueden ser de lino, cáñamo, yute o ramio) y volcado de papel. La incrustación con telas en “Gran capitán”, de Andy La Morticella, la “Flor de freezbee” de Julia Padilla –con un despliegue espacial distinto–, “Aflora”, cueros de vaca y de oveja trenzados y cosidos, de Mariela Aquilio; el mantel bordado con tapas de las revistas Hola y Gente, de Zina Katz –”Para demostrar que tengo amigos”–; los “Vestidos” de Liliana Adragner, sogas intervenidas con papel impreso que lleva escrito “mercurio”, “tolueno”, “sulfatos”, “amoníaco”, “alquitrán”… el “Permeable para jardines”, una muy interesante obra en tramas de PVC de Alicia Antlich, todo esto vale la pena recorrerlo y quedarse un rato, mirándolo. Si va, también observe, en la planta baja del Palais, “Sudario”, de Rodolfo Altamiranda –obtuvo una mención–, un entrelazado hecho de papel de diario coloreado que lleva intercaladas caritas –¿víctimas de asesinatos?– cuidadosamente ubicadas y seleccionadas.
En Grabado el Gran Premio lo obtuvo Mirta Kupferminc con “Paisaje interior”, una técnica mixta, y el Primer Premio, Néstor Goyanes con la litografía “Cartas a Sara”. Aunque no obtuvieron reconocimiento, no deje de observar la monocopia de Daniel Corvino –“Estamos esperando”– y el aguafuerte del muy buen dibujante Martín Coelho.
Como pasa con todas sus ediciones, hay varias razones para darse una vuelta por la exposición del Salón: las obras son de realización reciente, la selección es grande y variada; y siempre se descubre a los artistas dando lo mejor de sí, ya que todos quieren ganar este concurso, el más importante del país y con algunos premios vitalicios. Por eso la exposición es un pasaje seguro a la sorpresa: un muestrario codiciado.

Fuente: Revista Ñ Clarín

UN SANTUARIO PARA LOS MANIFESTANTES Y SUS PROTESTAS

El Museo del Espacio Urbano Recuperado se propone contar la historia reciente de East Village.

Cuatro días antes de la inauguración del Museum of Reclaimed Urban Space (Museo del Espacio Urbano Recuperado) en la Avenida C, cerca de la Calle 10 en el lado este de Manhattan, Bill DiPaola les habló a sus empleados de la caja de sugerencias. Si bien se suponía que el grupo tomaría todas las decisiones colectivamente, en esto actuó solo.
"Puse la caja de sugerencias pensando que todos van a estar descontentos con todo", dijo refiriéndose a los visitantes que esperaba en la inauguración del museo el 8 de diciembre. Con una caja, dijo al personal, si alguien se ponía pesado, podían decir: "Eso es tremendo. ¿Podría escribirlo y ponerlo en la caja?" Y luego agregó: "Cualquier cosa para permitir que se vayan sin maldecir o escupir".
Sheila Jamison, una de las voluntarias, lo miró de soslayo. "Buena suerte con eso", dijo.
El museo, ideado por DiPaola y Laurie Mittelmann, que ha estudiado la ocupación de viviendas en Dinamarca y España, es un santuario para la dura historia reciente del East Village: los disturbios de 1988 en Tompkins Square Park, los enfrentamientos con la policía y los promotores inmobiliarios por los huertos comunitarios, la formación de viviendas tomadas, los actos de desobediencia civil llevados a cabo por los ciclistas que reclaman calles más aptas para bicicletas. DiPaola, que se negó a confesar su edad, atravesó muchas de esas batallas; Mittelmann, de 24, era, como la mayoría de los voluntarios, muy joven.
En la sala se veían fotografías de manifestaciones y un estante lleno de revistas con títulos como Perfiles de Provocadores y Bajo Ataque, junto con panfletos de la Constitución de los Estados Unidos. Barreras policiales de madera azul decoran la recepción, y en un adhesivo sobre el teléfono se lee "ESTE TELÉFONO ESTÁ PINCHADO". La entrada al museo será gratuita, pero el público puede solicitar visitas pagas de los huertos compartidos y las viviendas ocupadas.
Sin embargo, para DiPaola, que también es director de Time’s Up, un grupo ecológico, el museo encarna una batalla de ideas. Gran parte de la historia ha sobrevivido sólo en los recuerdos de la gente y las fotos, guardando en cada caso su propia versión de la verdad.
Lo que él se preguntó fue: ¿Cómo transformarlo en una exposición de museo con una sola línea argumental? "¿Qué es la historia?" preguntó al grupo. "Existe la historia corporativa, y existe nuestra historia.
La mayoría de los museos históricos son un hecho del pasado. Este no. Aquí vendrán personas que fueron golpeadas por la policía en el parque. Perdieron sus huertos.
Perdieron sus casas. A muchos no les fue muy bien durante la promoción inmobiliaria".
El Museo del Espacio Urbano Recuperado constituye un intento de exponer este espíritu comunal y esta historia caótica.
El lugar, el frente del C-Squat inutilizado durante mucho tiempo, es significativo. C-Squat, reducto de numerosas bandas de punkrock y de funciones de música improvisadas, constituyó la ocupación más resonante y notoria del East Village. Durante el Huracán Sandy, cuando el East Village se quedó sin luz, los habitantes del C-Squat prepararon comida para el barrio y la distribuyeron gratuitamente.
Uno de los objetos expuestos es un generador activado con una bicicleta que se utilizó para generar electricidad durante las protestas de Occupy Wall Street en Zucotti Park.
Cuando la luz se cortó después de la tormenta, los voluntarios lo pusieron en la vereda como puesto de recarga de teléfonos celulares para el barrio.
Tal como llega al público, la historia contada aquí ha sido en gran medida de victorias para los activistas, visibles en los huertos compartidos que se alternan decorando las cuadras del barrio y las viviendas ocupadas que ahora son cómodas residencias. En el camino se perdieron, no obstante, numerosos reveses y derrotas, dijo DiPaola ­los parques que fueron arrasados para el desarrollo inmobiliario, las viviendas ocupadas cuyos residentes fueron desalojados, las manifestaciones en bicicleta que terminaron en arrestos en masa y no en bicisendas.
Al acercarse el día de la inauguración, DiPaola empezó a preocuparse por el tono. Pidió que la palabra "protesta" fuera eliminada de las fotos expuestas. "Protesta es un poco negativo", dijo. "Esto es una celebración". 


Fuente: Revista Ñ Clarín

DESDE ARMADURAS FRÁGILES A FOTOS PORTEÑAS,
EN EL RECOLETA ARDE EL ARTE

Seis muestras en el tradicional Centro Cultural. Lo más nuevo son las esculturas de Paula Rivero, un homenaje a Eloisa Marticorena y un certamen de fotografía.

Enero sobre el febril asfalto de Buenos Aires es para los valientes. Si por coraje o por circunstancia se encuentra en la ciudad durante los primeros días del año, puede darse una vuelta por el Centro Cultural Recoleta –Junín 1930– donde varias muestras fueron inauguradas el jueves 20 de diciembre, para hacerle frente al verano porteño.
En la sala 11, las Mujeres Salvajes de Paula Rivero nos muestran el ajuar completo de una amazona aguerrida, pero herida por la nostalgia. Partiendo siempre del torso femenino, la artista realiza estructuras (objetos y dibujos) a mitad de camino entre el corset y la armadura. Los materiales duros con los que trabaja en sus objetos (acero, cerámica pulida y muy brillante, resina que vuelve rígido el papel), guardan siempre un reverso frágil. Los de metal tienen el interior revestido en piel y sus piezas se encuentran unidas por tiras de cuero. Los de papel albergan en la superficie la propia intimidad de Rivero: fueron creados con decenas de sobres y cartas escritas a mano y enviadas por correo. Las obras nos muestran lo suave como anverso de lo rígido, y nos dejan pensando sobre la imposibilidad de protegerse con una coraza sin endurecerse demasiado.
El homenaje a Eloisa Marticorena resulta acertado en la selección de obras ya que, con pocas piezas, da una idea del derrotero plástico que siguió, entre 1974 y 1983, la artista argentina fallecida en el 95. Si atendemos a la cronología de las obras, entendemos que el paso de la figuración a la abstracción fue, en la pintora, paulatino pero necesario: sus obras abstractas, atmósferas sutiles de colores vibrantes, no son más que depuración y concentración de toda la energía cromática que ya se encontraba latente en sus pinturas desde los inicios del período. Eloísa desató el camino de sus deseos pictóricos desde lo narrativo hasta la esencia misma de su pintura: el color. El espectador podrá seguir su mismo itinerario.
La tercer muestra inaugurada ese día es el certamen fotográfico Gente de mi ciudad , que cuenta con el trabajo de los fotógrafos Res, Rosana Shoijett y Esteban Mac Allister y del artista plástico Diego Bianchi, como jurados. La muestra está compuesta por las obras seleccionadas y refleja una mirada genuina sobre la realidad urbana de la metrópoli. La presencia en muchas de las fotografías de problemáticas comunes en la ciudad de Buenos Aires, como el caos de los trasportes públicos o la naturalización de las diferencias de clase, no parece ser un lugar común, sino una inquietud que necesita ser señalada. Pero, lo más interesante del premio resulta que el estímulo que significa ir en busca de postales de la ciudad puede ser tanto para profesionales como para amateurs, un gran ejercicio para ver la realidad con ojos despiertos y estar muy atentos a todo aquello que nos rodea en el instante presente.
Cabe destacar que estas tres muestras vienen a sumarse a las anteriormente inauguradas: Agualíricas, pinturas de Maia Heidel, que exploran el devenir de los materiales utilizados; Expresiones , los dibujos poblados de sarcasmo de Gustavo Nemirovsky y una serie de intensas pinturas del artista plástico y arquitecto Justo Solsona, completando así una versátil propuesta de arte argentino.
La intención es verdaderamente valiosa y el espectador descubrirá obras para él desconocidas, pero no artistas nuevos, ya que poco se indica sobre los autores en las muestras del CCR. La visita demanda un espectador activo, que sepa asimilar toda esa variedad de obras y disfrutarlas aún sin disponer de demasiada información. O bien uno relajado que se abandone a la experiencia y simplemente dance por unos minutos con cada pieza, para luego ir por la siguiente.


Fuente: Revista Ñ Clarín