HALLAN CERÁMICAS Y OLLAS INCAS
EN CIUDADELA MACHU PICCHU EN PERÚ


Un cántaro y ollas incaicas, entre otros objetos, fueron descubiertos la semana pasada durante trabajos de investigación en la mítica ciudadela de Machu Picchu, al sureste de Perú, informó este lunes a la AFP el director del famoso santuario arqueológico.

Por Ho

"Las piezas suman más de siete y hoy han sido desenterradas y limpiadas", dijo Fernando Astete, jefe del parque arqueológico de Machu Picchu, en declaraciones por teléfono a la AFP desde Cusco, 1.165 kms al sureste de Lima.
Astete precisó que los objetos fueron encontrados la semana pasada por un equipo de arqueólogos locales que excavó en un área de 2.000 m2 en una zona de Machu Picchu que no precisó por razones de seguridad para evitar robos.
Todas las piezas se hallaron sepultadas 70 centímetros bajo tierra en el patio de una 'wayrana' (ambiente de tres muros) ubicada entre la plaza, el templo del cóndor y el sector astronómico de Machu Picchu.
En total se contabilizó un cántaro, la tapa de un aríbalo, dos platos ceremoniales, cuatro ollas incaicas y una olla Chimú, además de dijes líticos que fueron depositados como ofrendas para los 'Apus' (las montañas, donde según la mitología inca vivían los dioses andinos).
Los objetos datarían de la época del inca (emperador) Pachacútec, entre los años 1438 y 1470, dijo el arqueólogo Carlos Delgado, citado por la agencia estatal Andina.
El recipiente más antiguo es la olla Chimú, una civilización anterior al imperio inca que data de entre los años 1000 y 1200. Se presume que la olla habría llegado a Machu Picchu por la expansión del Tahuantinsuyo, como se conocía en quechua -el idioma de los incas- al imperio.
Desde 1995, cuando se halló un brazalete de metal dorado, los arqueólogos han vuelto a Machu Picchu a la búsqueda de objetos de la época inca (entre los siglos XV y XVI).
El descubrimiento previo al actual ocurrió en 2010, ocasión en que se excavó otra ofrenda a los dioses con un contenido muy semejante.
Machu Picchu, la joya de la corona del turismo peruano, se halla incrustada en la cima de una montaña de 2.400 metros cubierta por una espesa vegetación que hace imposible que sea vista desde el llano.
La ciudadela inca, construida con enormes piedras de forma geométricas, fue descubierta en 1911 por el explorador estadounidense Hiram Bingham tras estar escondida más de tres siglos desde la conquista española de Perú.

Fuente: AFP

EL MUSEO LARRETA FESTEJA MEDIO SIGLO
DE ARTE CON GRABADOS DE GOYA

Una selección de más de sesenta obras resume la creatividad del artista más allá de los encargos de la Casa Real. Exponen sus críticas sociales, procedentes de los fondos del museo y de una colección privada.

DESASTRES DE LA GUERRA. El artista reflejó el hambre, la muerte, la crueldad y la desigualdad de los tiempos bélicos.
DISPARATES. Las visitas al circo en Burdeos y cierto clima carnavalesco, revolucionario y onírico aparecen en estos trabajos.
DISPARATES. Las visitas al circo en Burdeos y cierto clima carnavalesco, revolucionario y onírico aparecen en estos trabajos.
Por Julieta Roffo

“Impresiones eternas”. Así se llama la muestra que el Museo de Arte Español Enrique Larreta montó para celebrar su 50° aniversario, con más de sesenta grabados de Francisco de Goya. Y se llama así por dos motivos: porque esos grabados, en planchas de metal, pueden reproducirse, y porque el mensaje que el artista dio hace dos siglos mantiene una vigencia tan potente como alarmante.
Son cuatro las series que componen lo que la curadora de la muestra, Patricia Nobilia, define como “una antología del artista español”: Caprichos, Disparates, Desastres de la guerra y Tauromaquia, que es la única que pertenece al patrimonio del Larreta. Las otras tres fueron prestadas por un coleccionista privado argentino. Hay, además, cuatro grabados iniciáticos, de 1778, en los que Goya empieza a utilizar la técnica inspirado en pinturas de Diego Velázquez como “Los borrachos”.
Mercedes di Paola de Picot, directora del museo, explica por qué fue Goya el artista elegido para festejar el cincuentenario: “Queríamos hacer una muestra de un artista trascendente, y los grabados fueron muy importantes en la carrera de Goya. También pensamos en Picasso, pero su obra fue muy falsificada y eso plantea riesgos”.
Los grabados de Goya, cuyas primeras impresiones eran vendidas a través de clasificados en diarios madrileños de fines del siglo XVIII y principios del XIX, dan cuenta de su trabajo fuera de la Corte del Rey de España: al no trabajar por encargo, explica Nobilia, Goya expresó allí las costumbres sociales y las preocupaciones que lo aquejaban con gran creatividad.
En Tauromaquia, del año 1816, se adivina la importancia de una práctica emblemática en España: las corridas, distintas destrezas de los toreros, pero también los riesgos en las Plazas, como un toro desbocado que cae sobre los gradas y lastima al público.
Disparates, creada entre 1816 y 1823 y última de las grandes series grabadas, deja ver las visitas de Goya al circo francés, en Burdeos, así como escenas de tortura, cacerías de brujas, bailes carnavalescos y cierta subversión del orden establecido: entre hombres y mujeres, y entre el clero y los políticos y sus seguidores. Un mundo patas para arriba en el que lo onírico también aparece sugerido.
Caprichos (1799) y Desastres de la guerra (1810-1815) son las series con mayor carga de denuncia, y tal vez con mayor vigencia. En la primera se deja ver la crítica a los matrimonios por conveniencia, a la superstición -estaba por iniciarse el Siglo de las Luces y la Razón se instalaría como paradigma-, a la corrupción en el poder político y en la Justicia y a un sistema educativo deficitario, en el que los que enseñaban quedaban rápidamente por debajo del nivel de sus alumnos. Para Goya, la serie reunía “extravagancias y desaciertos que son comunes en toda sociedad civil”, según escribió en un periódico de Madrid el 6 de febrero de 1799.
En la sala que alberga los Disparates hay también una selección de fotos de guerras del siglo XX y comienzos del XXI. Algunas famosísimas, como la de la nena quemada con napalm que corre, en Vietnam, o “Muerte de un miliciano”, tomada por Robert Capa durante la Guerra Civil española.
Impacta –intencionadamente, aunque de manera tácita– el parecido entre los grabados de Goya, con fosas comunes, cadáveres mutilados, hambruna y las clases bajas en el frente de guerra y las más acomodadas sacando provecho del enfrentamiento, y esas imágenes: hace que esas impresiones se vuelvan terriblemente contemporáneas.
Además de la serie Tauromaquia, el Larreta desempolvó cuatro de los trajes que las provincias españolas le regalaron a Eva Perón en 1947: se trata de cuatro “trajes goyescos”, según explica Nobilia, ya que están representados en varias de las obras del artista, tanto pinturas como grabados.
“Quisimos mostrar a un español importante para celebrar el cincuentenario. Y las denuncias que Goya hizo hace dos siglos están muy presentes hoy, porque en algunos aspectos, el mundo se repite”, reflexiona di Paola.
Es que las extravagancias y desaciertos que criticó el español superaron el desafío del tiempo.

AGENDA

Dónde:
Museo de Arte Español Enrique Larreta (Juramento 2291).
Cuándo: hasta el 20 de noviembre. Lunes a viernes de 13 a 19, sábados y domingos de 10 a 20.
Entrada: 1 peso. Jueves gratis.
Actividades: www.museos.buenosaires.gob.ar/larreta.htm


Fuente: Revista Ñ Clarín


EL LARGO VIAJE DE LAS PALOMAS

Secreta Buenos Aires
Del español Costoya al cervecero Bieckert, el recorrido de las aves tiene su historia.


Plaza de Mayo. Madre e hija alimentan a las palomas en un lugar tradicional donde suele haber de a miles. / MARIA EUGENIA CERUTTI
Por Eduardo Parise

Los que no las quieren nada son lapidarios: las definen como “ratas con alas”. Los que están del otro lado les llevan migas de pan o galletitas y hasta les compran maíz. La realidad es que Buenos Aires cuenta con una superpoblación de palomas callejeras que, en la última semana, volvieron a ser eje de un debate para resolver qué se hace con ellas.
En la Ciudad de Buenos Aires, la Columbia livia (su nombre científico) tiene su historia. Conocida también como “paloma de las rocas” o “paloma bravía”, esta ave procrea todo el año y tiene un período de incubación de entre 15 y 20 días. Pero ¿cómo llegó este “bicho”, tan común en la Europa Meridional, en el Norte de Africa y en Asia, a estas regiones de América? Se cree que fue en los barcos de los conquistadores, aunque se sabe que pueden recorrer largas distancias.
En Buenos Aires se dice que hubo alguien que influyó mucho en su desarrollo y en que hicieran de la Plaza de Mayo un lugar de concentración especial. Se llamaba Benito Costoya, un español que, a principios del siglo XIX, eligió a esta ciudad como su lugar en el mundo. Cuentan que el hombre, ya jubilado, se había instalado en la zona de la Costanera Sur donde criaba a cientos de palomas. Los más exagerados hablan de que llegó a tener unas quince mil.
Lo concreto es que Costoya tenía cierto predicamento sobre las aves: con un silbato les daba órdenes y las palomas volaban, bajaban o se desplegaban, según cuál fuera el mensaje. Y recuerdan que muchas veces, a través de los puentes, llegaba hasta la histórica plaza guiando a aquellas bandadas. Entonces, les hacía realizar exhibiciones, ganándose algunas propinas de la gente que las admiraba.
Su nombre alcanzó tanta notoriedad que hasta el Municipio llegó a contratar a sus palomas que, con las alas pintadas según la ocasión, participaban en distintos eventos. En las fiestas patrias iban coloreadas de celeste y blanco. Y se recuerda que en el Congreso Eucarístico de 1934 sobrevolaron la gran cruz montada en el Monumento de los Españoles, en Palermo, luciendo el amarillo y blanco de la bandera del Vaticano. También mencionan que en mayo de 1936 estuvieron en la ceremonia inaugural del Obelisco y que, en 1931, lucieron los colores de la bandera británica cuando Eduardo de Windsor, príncipe de Gales, visitó Buenos Aires.
Eran los tiempos en que Costoya recibía un subsidio municipal con el que compraba el maíz para sus palomas. Claro que aquello duró sólo hasta 1937. El 1 de julio de ese año, Don Benito murió y las aves se quedaron sin su guía. De todas maneras mantuvieron la costumbre de llegarse a la Plaza de Mayo y hasta extendieron su radio de acción hacia otras plazas porteñas. Hoy son tantas (se habla de que hay más de mil por kilómetro cuadrado) que algunos especialistas las consideran plaga y transmisoras de enfermedades. Es que en la Ciudad se convirtieron en aves comedoras de carroña y su fuente de alimentación suele estar entre los desechos urbanos.
Por supuesto que no son las únicas aves que sobrevuelan Buenos Aires. Y entre las muchas que se ven también abundan los gorriones, originarios de Europa. La leyenda siempre sostuvo que quien los trajo fue Domingo Faustino Sarmiento. Sin embargo, otros cuentan que arribaron desde Europa en 1870, en un viaje que hizo el cervecero Emilio Bieckert. Dicen que tuvo problemas en la Aduana y entonces, para escaparle a la traba burocrática, simplemente abrió las jaulas. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

LA MUESTRA DE GIACOMETTI, EN PROA,
UN POLO DE ATRACCIÓN

Cultura
La obsesión del artista por la figura humana se muestra en un recorrido por cuatro salas temáticas.

Una toma del estudio del artista.
Por Maria Elena Polack /LA NACIÓN

Nunca visitó nuestro país, ni el hemisferio, pero hubo argentinos y brasileños que lo conocieron y adquirieron su obra en los albores de su descollante trayectoria. A 46 años de su muerte, más de un centenar de las mejores piezas logradas por el escultor suizo Alberto Giacometti (1901-1966) se exponen en la Fundación Proa.
En la década del 30, Elvira de Alvear le compró a Giacometti, en París, Cabeza que mira, una figura de yeso de 1929. Aunque la obra no se ha conservado, sí hay testimonios de la adquisición.
De la mano del decorador Jean-Michel Frank, Giacometti conoció a Jorge y Matilde Born, a quienes les diseñó muebles y objetos de decoración de la residencia que el matrimonio proyectó en San Isidro a fines del 30.
Giacometti, que nació en Borgonovo (Suiza), pero residió casi toda su vida en París, obtuvo el Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia en 1962. En esa misma muestra, nuestro Antonio Berni se alzó con el Gran Premio de Grabado. Tres años más tarde, el Ministerio de Cultura de Francia le otorgó el gran Premio de las Artes. Y el mercado del arte internacional confirmó su valor en 2010 cuando El hombre caminando fue subastado en 104,3 millones de dólares en Sothebys Londres.
En Proa, la muestra está compuesta por 148 obras, incluidos sus primeras pinturas y dibujos, y cuenta con el guión curatorial de Véronique Wiesinger, directora de la Fundación Alberto y Annette Giacometti, que atesora buena parte de las piezas.
La exposición, que podrá verse hasta el 9 de enero próximo, es el corolario de un extenso trabajo, de más de tres años, entre la Fundación Giacometti, la Pinacoteca del Estado de San Pablo, el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y la Fundación Proa, junto con Base7 Projetos Culturais, el apoyo de la embajada de Francia en Buenos Aires y el auspicio de Tenaris-Organización Techint.
La exhibición ocupa cuatro salas. En Los comienzos, el descubrimiento del arte primitivo se presentan obras de su juventud, incluida su primera pintura al óleo, efectuada a los 14 años.
En ¿Qué es una cabeza? se repasa el tema central de la búsqueda del escultor que es la cabeza humana y que le costó hasta la expulsión del movimiento surrealista de Andre Breton.
En Jaula y marcos se recuerdan el intercambio intelectual con Jean-Paul Sartre y la manera de delimitar el espacio onírico de representación. Figuras y bustos se completa con figuras humanas y bustos pintados y esculpidos mediante los que Giacometti trataba de captar y transmitir la vida que palpita en el cuerpo del modelo y no su psicología. Imperdibles las figuras a escala del monumento pedido por el Chase Manhattan Bank, para Nueva York.

La muestra podrá recorrerse hasta el 9 de enero próximo de martes a domingos, de 11 a 19, en avenida Pedro de Mendoza 1929, de La Boca. La entrada cuesta $12, estudiantes $ 8 y jubilados $ 4. Los martes son gratuitos para los estudiantes.


Fuente texto: lanacion.com

BUENOS AIRES PHOTO:
UNA FERIA QUE ES MUCHO MÁS QUE IMÁGENES

Desde el 26 próximo, en el Centro Cultural Recoleta, se realizará la muestra que reúne a más de 30 galerías del mundo; el trabajo del artista catalán Joan Fontcuberta, la atracción.
El 26 de octubre arranca la octava edición de Buenos Aires Photo. Se trata de una de las ferias de arte especializada en fotografía más importante que se realiza en todo América latina. El encuentro se llevará a cabo en el Centro Cultural Recoleta y reúne a más de 30 galerías del mundo, entre ellas de la Argentina, Perú, Uruguay, Bolivia y Estados Unidos, entre otros.

Medusa, de la serie Googlegramas de Joan Fontcuberta, artista invitado de BA Photo.
En la exposición se llevará a cabo la presentación de la 7ma edición del Premio Petrobras Bs. As. Photo. El jurado, integrado por la periodista Alicia de Arteaga, Victoria Verlichak, Valeria González, Lucrecia Palacios, Eduardo Gil y Rodrigo Alonso, seleccionará la obra ganadora entre los 15 finalistas convocados. El premio se dará a conocer el jueves 25 de octubre, a las 20, en el espacio de Petrobras dentro de la feria.

Serie Gastropoda, de Joan Fontcuberta.
Uno de los artistas invitados a esta nueva edición es el catalán Joan Fontcuberta, que tendrá una sala exclusiva para mostrar gran parte de su trabajo reflejado en las series: Orogenésis, Gastropoda y Googlegramas. Además presentará varias de sus publicaciones el 26 de octubre en el Auditorio oficial de la feria con una conferencia moderada por Rodrigo Alonso
Entre los adquisidores principales está Chandon, que comprará a puertas cerradas la primera obra de la feria. Esto se realizará en el marco de un amplio programa de adquisiciones que se prepara para este año en Buenos Aires Photo, a los que se suman las de MALBA, El museo FOLI de Perú, Rabobank y la colección Arte al Día..
Más información: 26 al 29 de octubre de 2012 Centro Cultural Recoleta - Junin 1930. Horario: de 13 a 21hs. Entrada $ 40 (2x1 con American Express, Club La Nación y Club Arte al Día) www.buenosairesphoto.com | info@buenosairesphoto.com

Fuente: lanacion.com

CARAVAGGIO Y SUS SEGUIDORES
EN EL MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES

Obras maestras del Barroco

Procedentes de colecciones de Italia, Malta e Inglaterra, más de veinte pinturas del artista italiano que provocó un quiebre en el arte del siglo XVII y sus epígonos más encumbrados se exhibirán desde la semana próxima en Buenos Aires.

















 

Por Ángel Navarro / Para LA NACIÓN

Siete obras de Michelangelo Merisi, llamado Caravaggio, componen el núcleo más importante de la exposición Caravaggio y sus seguidores, que se inaugurará la semana próxima en el Museo Nacional de Bellas Artes. Realizadas entre 1597 y 1610, cubren los últimos trece años de la producción de este artista que, en tiempo brevísimo, estableció un modo expresivo que teñiría la pintura venidera tanto en Italia como en todo el mundo occidental.
Consideradas cronológicamente, la primera obra es la Cabeza de Medusa, que data de 1597 e ilustra la tapa de este número de adncultura. Se trata de una representación de la cabeza de este terrible ser mitológico cuya mirada paralizaba los hombres, colocada sobre un escudo convexo y circular, tal como podría verse en el escudo de Alejandro Magno. A esta obra también se la conoce como Medusa Murtola en alusión al poeta Gaspare Murtola, que la menciona en dos composiciones que escribió en 1610; sirve para distinguirla de una versión posterior encargada por el cardenal
Francesco Maria del Monte, quien la obsequió al gran duque Ferdinando I deToscana, hoy en la Galería de los Uffizi en Florencia. La Cabeza de Medusa puede ser considerada como la culminación de obras tempranas donde Caravaggio se interesa por la representación de gestos así como por el desarrollo de elementos naturalistas.
Retrato de cardenal, realizada posiblemente en 1599-1600, es la segunda. Conservada en la Galería de los Uffizi, de Florencia, perteneció a la colección de los Medicis a partir de 1704 y era considerada un retrato del cardenal Cesar Baronio. En 2010, luego de haber sido objeto de estudios y análisis por parte de diversos especialistas, fue aceptada como obra del artista, a la vez que se planteó la posibilidad de que el retratado fuera el cardenal Benedetto Giustiniani (1554-1621).
Las cinco pinturas restantes están dedicadas a santos representados en meditación, en el curso de una experiencia mística o sufriendo un martirio. Realizada entre 1605 y 1606, San Jerónimo escribiendo muestra claramente las características de la pintura de Caravaggio en su mejor estilo: la figura del santo traductor de la Biblia en su mesa de trabajo se recorta contra el fondo oscuro, bañado por una luz que ilumina los libros y la calavera, sus instrumentos de trabajo y meditación. En ese espacio, pequeño y poco profundo, crea un ambiente recoleto y severo en el que reconocemos a un hombre sencillo y basto ensimismado en sus pensamientos. El borde de la mesa, el paño blanco que cae de ella y los libros que la rebasan son referentes que ayudan a conformar el escaso espacio que culmina en el inmediato plano del fondo; esta inmediatez de la representación convierte al observador en un elemento más de la composición, integrándolo como un testigo de un momento culminante de la vida del santo.

Magdalena desvanecida, óleo sobre tela realizado por Artemisia Gentileschi en el
siglo XVII. Foto: Gentileza MNBA
El gran contraste de luz y sombra que el artista produce crea una atmósfera dramática, con dos puntos focales: por un lado, la figura del santo, viejo, flaco, desnudo, envuelto apenas en un manto rojo, sumido en su traducción y, por otro, la calavera, tétrica naturaleza muerta que nos recuerda nuestro destino final. La organización de los diferentes elementos de la composición -santo, mesa, libros, calavera, paño- no es inocente, como tampoco lo es la luz usada sabiamente para destacarlos, que acentúa formas fundamentales en el discurso que el artista despliega. La luz especialmente distribuida es la que califica este discurso que Caravaggio quiere que percibamos de modo especial.
En San Juan Bautista alimentando un cordero y San Genaro degollado (o San Agapito), ambas pintadas alrededor de 1610, así como en las dos versiones de San Francisco meditando, encontramos también el empleo de las características que se han constituido en la base expresiva del artista.
Nacido en Caravaggio, una villa cercana a Milán que le dará su nombre, Michelangelo Merisi fue formado en el taller de Simone Peterzano a partir de 1584. No se conoce cuándo ni en qué circunstancias llegó a Roma. Habría llegado allí en 1592; aparece mencionado en un documento de 1594 y sabemos que trabajó en el taller de Giuseppe Cesari, il Cavaliere d'Arpino, donde tenía como tarea la pintura de frutas y flores. Posteriormente entró al servicio del cardenal Del Monte, quien lo introdujo en círculos romanos. Éste es el tiempo en que el artista pinta jóvenes efebos, solos o en grupos haciendo música, y escenas con decidores de buenaventura o jugadores de cartas, personajes que pueblan las calles de la ciudad que por entonces se halla en un proceso de cambio.
Desde fines del siglo XVI y a lo largo del XVII hubo en Roma una gran actividad arquitectónica y artística, lo que explica el interés de los artistas que buscaban trabajo. Asimismo, la ciudad era un centro de concurrencia obligada debido a las obras de arte que albergaba, producidas en los últimos tiempos así como también en épocas clásicas. Nuevos palacios, iglesias y edificios gubernamentales, trabajos de renovación de viejas obras arquitectónicas y de decoración de las nuevas, generaron un enorme movimiento de artistas y competencias, envidias y rivalidades que en muchos casos era saldadas mediante duelos.
Caravaggio no quedó fuera de esta ola de actividad. En 1599 recibió un encargo para la capilla Contarelli, en la iglesia de San Luis de los Franceses, donde realizó tres obras dedicadas a san Mateo, que fueron las que lo lanzaron a la fama. En ellas se despliegan ampliamente las características señaladas en San Jerónimo escribiendo y que, luego, se verán en toda la producción realizada hasta su muerte en 1610.
Las formas esenciales de sus pinturas, motivadas por el abandono de toda idealización y la búsqueda de un acabado realismo, que lo llevó a pintar cuidadosos detalles o a la elección de personajes populares vestidos con ropas contemporáneas para representaciones de escenas que se desarrollan en su propio tiempo, provocaron muchas veces el rechazo de sus obras, para las que debió plantear nuevas soluciones. Vale la pena anotar que las obras rechazadas encontraron siempre compradores y fueron destinadas a importantes colecciones, como sucedió con su Muerte de la Virgen -hoy en el Museo del Louvre-, que fuera adquirida por Vincenzo Gonzaga, duque de Mantua, aconsejado por Peter Paul Rubens, entonces al servicio de su corte.

San Jerónimo escribiendo, de 1605-1606. Foto: Gentileza MNBA

Reconocido como artista a partir de los últimos años del siglo XVI y promovido con obras públicas como las dedicadas a la historia de san Mateo en la iglesia de San Luis de los Franceses, Caravaggio también fue conocido por su carácter irascible y su naturaleza pendenciera, que lo enviaron a los tribunales en diversas oportunidades a partir del año 1600.
El pintor Giovanni Baglione lo demandó en 1603 por considerarlo autor de versos difamantes; estas demandas se acrecentaron con el correr del tiempo a causa de su conducta. En 1604 motivó dos incidentes y al año siguiente tuvo cinco, entre ellos, uno motivado por portar puñal y espada sin autorización, y otro por una disputa por una mujer llamada Lena, modelo en algunas de sus obras. En 1606 una reyerta culminó con la muerte de Ranuccio Tomassoni algunos días después, convirtiendo a Caravaggio en asesino. Juzgado in absentia, es desterrado de Roma, tras lo cual se inicia un periplo para huir de la ley: primero estuvo en las colinas romanas para seguir luego a Nápoles y Malta, donde es nombrado caballero de la orden, y Sicilia. Siempre intentó conseguir el perdón para poder retornar a Roma. Pero la muerte lo sorprendió en Porto Ercole el 18 de julio de 1610, en circunstancias que no están claras todavía.
Esos diez años fueron de intensa actividad. En Roma trabajó para responder a encargos para iglesias, como Santa Maria del Popolo, Santa Maria in Valicella, San Agustín y Santa Ana de los Palafreneros, además de responder a comisiones privadas. Luego de su huida en 1606, Caravaggio recibió encargos y pintó para iglesias en los diferentes lugares donde estuvo, difundiendo así su personal estilo, que ya había sido aclamado por sus colegas artistas y también por el público, que se reconocía en los personajes populares que pueblan sus escenas. Esta empatía y su original vocabulario naturalista es lo que se admira y se acepta de este artista bohemio y pendenciero, que supo calar hondo en el sentimiento de su época.
Copiado e imitado en su propio tiempo, Caravaggio tuvo gran cantidad de seguidores en toda Europa, que originaron un movimiento caracterizado por el uso de luces y sombras en contraste, fondos oscuros y figuras populares; algunos tomaron su fórmula de figuras de medio cuerpo, como sucedió con su amigo Orazio Gentileschi (1563-1639), que adoptó su estilo tempranamente y lo difundió trabajando en París y en Londres, donde murió.
Otros usaron las composiciones de grupos, como sucedió con su rival Giovanni Baglione, con quien compartió el ambiente romano y quien escribiría sobre él en Vite de' pittori (Roma, 1644), o con Lionello Spada, que en su Coronación de espinas genera un grupo de gran dinamismo enfatizado por el contraste de luces y sombras. Simon Vouet y Valentin de Boulogne, dos franceses que estuvieron en Roma luego de la muerte de Caravaggio, apelaron a su estilo y lo difundieron en su país.
La obra de este artista apasionado fue revolucionaria y marcó un quiebre con las formas expresivas del último manierismo, y fundó al mismo tiempo uno de los pilares de la pintura barroca. Algunas obras de Caravaggio de esta exposición han sido sólo recientemente descubiertas y aceptadas como autógrafas. El artista fue injustamente olvidado durante mucho tiempo y sus revolucionarias innovaciones se integraron a la pintura del siglo XVII, que siguió un camino donde su nombre no tuvo lugar. En el siglo XX, los estudios de Roberto Longhi renovaron el interés en Caravaggio, especialmente luego de la exposición de Milán en 1951, que incluyó unas cuarenta obras.
A partir de entonces aparecieron nuevas pinturas, entre las que podríamos señalar La conversión de la Magdalena, adquirida en 1974 por el Instituto de Arte de Detroit, que Indalecio Gómez había comprado en París en 1904 y que luego de su muerte permaneció olvidada en una estancia salteña. Hoy, el número de obras se ha duplicado, lo que aumentó el conocimiento sobre este artista "maldito" de vida novelesca.
adn caravaggio
Foto: Gentileza MNBA
Milán, 1571- Porto Ercole, 1610

Considerado un precursor del Barroco, fue promovido con obras públicas y tuvo una gran cantidad de seguidores. Sus pinturas, con imágenes realistas y dramáticas, provocaron muchas veces rechazo pero siempre encontraron compradores. También se destacó por su carácter irascible.



UNA VIDA DE NOVELA


1571
Nace en el pueblo de Caravaggio, cercano a Milán; de allí proviene su apodo.
1598-1605
Va a prisión por portar armas y es acusado de agresión al artista
Girolamo Stampa. Recibe varias denuncias en su contra.
1606
En una discusión durante un juego de pelota mata a Ranuccio Tomassoni. Es desterrado de Roma y huye de la ley.
1608
En prisión por haber herido a un compañero, pinta Degollación de San Juan Bautista. Escapa y huye a Sicilia. Es nombrado caballero de la Orden de Malta y luego expulsado de ella.
1610
Muere en Porto Ercole el 29 de agosto, en circunstancias que no son muy claras.
***

Para agendar

Para acompañar la muestra Caravaggio y sus seguidores, la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes organizó el curso Tres tardes con Caravaggio y los tenebristas, que propone develar la sugestión del universo de Caravaggio y los artistas que lo continuaron en su particular manejo de las formas, el color y la luz. Lo dictará el profesor Miguel Ángel Muñoz los miércoles 21, 28 de noviembre y 5 de diciembre, de 19.30 a 21, en el auditorio de Av. Figueroa Alcorta 2280. También allí, el 23 de octubre a las 19 los curadores de la exposición, Rossella Vodret y Giorgio Leone, darán una conferencia sobre la muestra. Informes e inscripciones: 4803-4062 y 4804-9290, int. 215, o info@aamnba.org.ar



EL GOBIERNO MARROQUÍ
DESMIENTE DESTRUCCIÓN DE GRABADOS PREHISTÓRICOS


Vista de la cordillera del Atlas (Marruecos) nevada, durante la etapa Rabat-Er Richida de la 24 edición del Rally Arras-Dakar, en una fotografía tomada el 1 de enero del año 2002.

Por Patrick Hertzog

El Gobierno marroquí desmintió este jueves la destrucción por salafistas de grabados prehistóricos en las montañas del Alto Atlas, en el sur del país, como afirmó días atrás una ONG local.
"Las afirmaciones de que estos grabados en la piedra fueron destruidos son erróneas, como pueden comprobar", declaró el ministro de Comunicación, Mustafá El Jalfi, en un desplazamiento con la prensa organizado en el emplazamiento de la meseta de Yagur, en el macizo de Tubkal.
"Uno de nuestros objetivos consiste en proteger estos monumentos prehistóricos, que dan fe de la diversidad cultural y la larga historia" de Marruecos, explicó Jalfi a la AFP.
En el lugar, una docena larga de grabados del sol eran visibles en rocas de las inmediaciones, en buen estado aparente, constató el periodista de la AFP.
Varios medios de comunicación, citando a una ONG local, evocaron la destrucción por salafistas de grabados prehistóricos.
Contactado el miércoles por la AFP, un responsable de la Liga Amazigh de los Derechos Humanos (LADH), Abubakr Anghir, confirmó que "grabados en piedra que representan al sol", de "más de 8.000 años de antigüedad", "fueron destruidos hace varios días por salafistas".
Uno de esos grabados, situados en dicho macizo de Tubkal, al sur de Marrakech, "se llama 'La placa del sol' y es anterior a la presencia de los fenicios en Marruecos", precisó, e indicó que "mandó un correo al Ministerio de Cultura y no recibió respuesta
Un comunicado ministerial consideró este jueves "totalmente infundadas" esas afirmaciones tras realizar "investigaciones" en colaboración con las "autoridades locales y regionales".
"Dicho lo cual, los emplazamientos de grabados rupestres (...) pueden sufrir (...) las consecuencias de una degradación natural e inclusive humana, pasando a veces por el vandalismo y el tráfico ilícito", agregó.
La representación del sol puede ser considerada por ciertos movimientos fundamentalistas como una representación de una divinidad y una "idolatría", contraria a la unicidad de Dios.

Fuente: AFP