INGLATERRA, "PAÍS DEL CABALLO"

EXPOSICIONES
La exposición "El caballo, de Arabia al Royal Ascot", presentada desde fines de mayo en el British Museum de Londres, repasa cómo la importación de tres sementales árabes hace tres siglos permitió a Gran Bretaña convertirse en el "país del caballo".



Fragmento de un relieve esculpido con tres caballos tirando un carruaje, del palacio nororiental, de Nimrud, Asiria, actualmente Irak. Neo-asirio, siglo IX aC.

La exposición "El caballo, de Arabia al Royal Ascot", presentada desde fines de mayo en el British Museum de Londres, repasa cómo la importación de tres sementales árabes hace tres siglos permitió a Gran Bretaña convertirse en el "país del caballo".
Sin embargo, la historia da vueltas y las monarquías del Golfo Arábigo han lanzado una verdadera OPA (económica) sobre la crianza de caballos británicos.
The Byerley Turk, confiscado a las tropas otomanas, The Darley Arabian, por el apellido de su comprador, Thomas Darley, y The Godolphin Arabian, comprado en Francia y revendido al conde Francis Godolphin, son los fundadores de la raza de pura-sangres ingleses.

Un caballo de raza Shire, la de tamaño más grande del Mundo, tirando de un carro en el acto inaugural de Londres 2012.

Desde fines del siglo XVI bajo el reinado de la reina Isabel I, las carreras de caballos se hicieron muy populares en todo el país. Así fue que la llegada de los tres reproductores árabes aportó el vigor que les faltaba a los equinos locales, más robustos, que se fueron refinando gracias a 'breves amores' entre los extranjeros y las yeguas autóctonas.
En junio, el Royal Ascot revela hasta qué punto está vinculada la familia real con las carreras. Este hipódromo tricentenario se encuentra a pocos kilómetros del castillos de Windsor, y la reina Isabel II no ha faltado a ninguna edición desde 1945.
Epsom es otro de los grandes sitios históricos con su famoso Derby. En 1865, la victoria del francés Gladiateur creó verdadero estupor, se trataba del primer ganador de la carrera nacido fuera de las islas.

Elizabeth II y el Príncipe Felipe con el caballo Estimate, propiedad de la Reina, que ganó el Queen's Vase en el Royal Ascot, en el sur de Inglaterra, en la que es la primera victoria de la soberana en el célebre circuito desde 2008.
Estimate consiguió así tomar el relevo del equino Free Agent, que en 2008 obtuvo la última victoria para la monarca en las diferentes carreras de caballos en Ascot. El Queen’s Vase es una de las diferentes carreras que se disputan en el célebre circuito de Ascot, de dos millas (3,21 kilómetros) de longitud.
Curiosamente, la persona encargada de hacerle entrega del título a la reina Isabell II fue su marido, el Duque de Edimburgo.



Los británicos vieron crecer la oferta con opciones variadas, las reuniones de Cheltenham y Aintree, dedicadas a las carreras con vallas y obstáculos también atrajeron a la muchedumbre. Con sus 7.250 m de recorrido y con 30 obstáculos, el Gran Nacional de Liverpool, en Aintree, constituye el recorrido supremo para el combatiente, a veces mortal para los equinos.
Los deportes ecuestres, en particular el concurso completo, provocó en el siglo XX una gran afición por el caballo. El completo (Eventing en inglés), muy feminizado a pesar de los riesgos que entraña, celebra sus grandes misas en Inglaterra, en Badminton y en Burghley. Así, numerosos jinetes australianos y neozelandeses se fueron instalando en las proximidades.













La pasión por los caballos
, tan
difundida en Gran Bretaña.


                                                                      


Zara Phillips, hija de la Princesa Ana, que integra el equipo británico que compite en los Juegos Olímpicos de Londres 2012.


La princesa Ana, seleccionada para los Juegos de Montreal-1976, y después su hija Zara Phillips, quien competirá en los de Londres, perpetúan la tradición.
Pero, lo que no muestra la exposición del British Museum, instalada bajo el alto patrocinio de la Reina y apadrinada por la Federación saudí de equitación, es que los príncipes del desierto han retomado las riendas en Gran Bretaña.
El jeque de Dubai, Mohammed Ben Rashid Al Maktum, gracias a sus pingües ingresos por gas y petróleo, ha comprado los principales criaderos de caballos de carreras (haras) del país.
Ironías de la historia, bautizó su criadero con el nombre de Godolphin. Y, algo humillante para los ingleses es que los únicos que aún se resisten son los irlandeses de Coolmore.

Un viejo omnibus de pasajeros, de los que circulaban por la capital inglesa antiguamente, tirado por una yunta de grandes tordillos, participando en el acto inaugural de los Juegos Olímpicos de Londres 2012.




Fuente texto: msn - P.L.B.
           fotos: msn - Reuters -


LA APERTURA DE LOS JUEGOS:
UN HECHO CULTURAL PARA CADA GENERACIÓN


¿Por qué todo resultó tan familiar?; ¿por qué buena parte de la iconografía, los sonidos y las representaciones de la ceremonia inaugural de Londres 2012 parecen tan incorporadas por los mil millones de espectadores que la siguieron por TV?


Por Marcelo Gantman / Enviado especial  


LONDRES - Si solamente se trataba de retratar y recrear la historia y la vida de los británicos, ¿por qué todo resultó tan familiar? ¿Por qué buena parte de la iconografía, los sonidos y las representaciones de la ceremonia inaugural de Londres 2012 parecen tan incorporadas por los mil millones de televidentes que la siguieron en la noche del viernes? 
Simplemente porque algunos hechos cambiaron la historia de la humanidad y otros cambiaron la vida de las personas. Unos fueron debidamente estudiados y otros debidamente saboreados. Cuando el espectáculo de Danny Boyle pasó con violencia artística de las ovejas y los campesinos en la pradera, a la marcha decidida de los obreros camino a las fábricas simbolizadas por esas torres que echaban humo, los conocimientos sobre la Revolución Industrial se activaron de inmediato. Fue la puesta en escena de un modo de producción y división del trabajo que todavía persiste y por el que algunos sindicalistas basan sus reclamos gremiales.

El cambio de los tiempos hizo que esta barrio de Stratford, donde se despliega todo el Parque Olímpico, haya acogido la versión londinense de aquella revolución para luego pasar a ser una zona olvidada y decadente. De aquellos avances tecnológicos que derivaron en el uso del ferrocarril y la producción de bienes en serie pasaron más de 200 años. Pero desde los hechos culturales más difundidos por los británicos todavía no pasaron sesenta. Y ese es el mundo que es tan familiar.
La música tal vez no haya cambiado al mundo, pero sí a las personas. Nadie que haya escuchado y gustado de Los Beatles y Los Rolling Stones volvió a ser el mismo. El repaso de cinco décadas de música británica en la ceremonia inaugural fue tan local y tan global a la vez que cuando la delegación de Gran Bretaña ingresó con Héroes de David Bowie, algo de injusto flotaba en el aire. Bowie, como artista y con semejante canción, merece ser compartido.

La ceremonia de Apertura como hecho cultural mezcló personajes reales con otros de ficción que tienen tanta fuerza como los verdaderos. Harry Potter y el malvado Lord Voldemort no existen. Tampoco existe James Bond y mucho menos Mary Poppins. Pero durante generaciones hubo y hay niños y adultos que se fueron a dormir y a soñar con esos personajes. Muchos se sintieron animados escuchando a los Sex Pistols en los 70 como otros ahora se paran frente al mundo sostenidos por los Arctic Monkeys. 
Por eso la ceremonia de Apertura de Londres 2012 fue tan colosal y explosiva. No tanto por los fuegos artificiales, que seguramente eran de origen chino. Sino por lo que a cada uno le pasó adentro, mientras el espectáculo paseaba por vivencias y gustos que la humanidad comparte desde hace 50 años.


Fuentes: texto: canchallena.com
               fotos: msn/Reuters






EL DIRECTOR DE ORQUESTA DANIEL BAREMBOIM
PORTÓ LA BANDERA OLÍMPICA
EN LA FANTÁSTICA CEREMONIA DE APERTURA
DE LONDRES 2012


Nuestro compatriota, el director de orquesta Daniel Baremboim, estuvo entre las personalidades seleccionadas para portar la bandera olímpica en su entrada al estadio de Stratford, donde se hizo la increible ceremonia de apertura de los Juegos de Londres 2012.





El director de orquesta argentino - israelí Daniel Barenboim, en primer plano, con la punta posterior izquierda de la bandera olímpica, con traje casi blanco y próximo al anillo colorado, ayudando a portarla en su entrada al estadio de Stratford, donde le fue entregada a representantes de las fuerzas armadas británicas, que se encargaron de izarla en el mástil que le había sido asignado.

Fuente foto: classicfm.com/radio/

CUESTIONES DE FONDO




 Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo, el título de la obra de Mondongo parece resumir el conflicto del Mamba 
Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo, el título de la obra de Mondongo parece resumir
el conflicto del Mamba.



Por Verónica Gómez / Para LA NACIÓN


En Mamba 112 artistas argentinos exponen sus obras. Corresponde aclarar que
escribo como artista participante en dicha muestra. Y aclaro también que no me
retracto de decisión y compromiso de donar mi obra para el acervo de dicha
institución, por lo cual adherí a la solicitada lanzada por un numeroso grupo de
artistas cohesionados bajo siglas AO (Artistas Organizados), que circula con 732
firmas a la fecha( www.artistasorganizados.wordpress.com). Mi desacuerdo con AO
es básico: no me parece correcto que más de 100 artistas adultos,conscientes de
sus propias decisiones, luego de aceptar donar sus obras, pongan en suspenso dicha
donación dos semanas antes de la inauguración de la muestra. Vale aclarar que, sin
compartirla, respeto la estrategia de AO y entiendo que ha resultado un camino válido
para llamar la atención sobre cuestiones de fondo cuya discusión viene siendo
postergada. Más allá de ciertas desprolijidades de montaje, las obras en su mayoría
tienen una altísima calidad que todavía no pudo ser valorada, pues ha quedado 
opacada por el conflicto desatado, conflicto que pone sobre el tapete cuestiones que
ya no pueden ser eludidas por los distintos agentes que integran el sistema del arte
(artistas, Mamba y Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires): ampliación del
presupuesto del museo, incorporación de obras no exclusivamente por donación,
producción de muestras y reconocimiento profesional del artista y los trabajadores del
museo. Lamentablemente, el reclamo de los artistas ha quedado reducido en la
prensa a la categoría de escándalo. Se ha hecho foco en las donaciones en
suspenso, como si se tratara de un berrinche de ocasión, lo que dio lugar a notas
simplificadoras y tendenciosas. Confío en que la situación sobrevuele las rencillas
personales, las vanidades de turno, el oportunismo político, la utopía inconducente,
el deseo liso y llano de bajar al funcionario de turno (en este caso, la directora del
Mamba, Laura Buccellato). Creo cuestionable el título de la muestra Últimas
tendencias II , pienso que hubiera sido más acertado y menos coercitivo un título
como "Últimas donaciones". Más allá de los múltiples vericuetos circunstanciales,
no deberíamos dejar de ahondar en la cuestión principal: ¿cómo queremos que
funcione el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires? Y lo más arduo:
¿cuáles son las estrategias realistas y efectivas para que esto se lleve a cabo?

Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN

ARTE ARGENTINO CONTEMPORÁNEO


Últimas tendencias II es mucho más que una muestra: es una manera de poner en discusión la producción de una década y revisar las políticas de adquisiciones de museos públicos como el Mamba


Hablar es donarse al malentendido. Más que escuchar lo que el otro dice, cada oyente presta oídos a su propio delirio. Siempre fue complejo pensar un espacio en el que el compartamos el sentido: ya en el siglo V antes de nuestra era, Gorgias desconfiaba incluso de que pudiéramos comunicarnos. Pero la Modernidad aceleró el proceso hasta el infinito cuando Nietzsche demostró que no existen los hechos, sino que sólo existen las interpretaciones. Todo sentido que "compartimos" es el resultado de una lucha. Nada de lo que podemos pensar es algo dado: todo es (posible) objeto de controversia. No podemos pensar en nada si no podemos decirlo: es decir, si no podemos convertirlo en un hecho de lenguaje, en una interpretación. A comienzo del siglo XX, esta proposición llegó al extremo cuando Ludwig Wittgenstein dijo: "Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". Eso no quiere decir que no haya nada fuera del lenguaje. El propio Wittgenstein dice que sí existe un afuera del lenguaje: "Existe ciertamente lo inexpresable. Se muestra; es lo místico". La ética (los valores, el sentido de la vida), lo místico (lo inefable) y el arte no "dicen" nada del mundo, sino que lo muestran: le dan valor. Al mismo tiempo que Wittgenstein desarrollaba estas ideas, Marcel Duchamp con sus ready-made fundaba otra forma de hacer y pensar el arte: como un "pensamiento" más allá de la filosofía (más allá del lenguaje). Un siglo más tarde, estas consideraciones ocupan el centro de la escena artística, como bien lo demuestra Últimas tendencias II en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba). No se trata de una muestra más, sino de un acontecimiento significativo: una nueva producción estética en sí misma.
Más que una muestra, Últimas tendencias II es una forma de poner en discusión el arte contemporáneo. No es casual, por eso, que, además de las obras que incluye (unas 120, de 112 artistas), se haya convertido en el centro de un debate. Ese debate surgió al cuestionarse de qué manera se conforman los patrimonios de los museos oficiales (ver recuadro), pero ya ha derivado en algo mucho más importante: se ha convertido en una nueva obra de arte. Una obra que resignifica tanto la muestra como el catálogo que la acompaña y que, además, abre nuevos rumbos (una última tendencia) en la producción estética contemporánea. El arte no cesa.
Vista de la sala del primer piso del Mamba en avenida San Juan 350, un panorama multidisciplinario y multisoporte. Foto: DIEGO SPIVACOW / AFV
Últimas tendencias II (como su nombre lo indica) es "la segunda parte" de una muestra acaecida hace una década: Últimas tendencias 2002 (que pasaría a ser la versión "I"). La similitud del título surge de un mismo propósito por parte de la dirección del museo: la de poner a consideración del público un recorrido importante, exhaustivo, aunque obviamente sea un recorte parcial de las principales corrientes del arte actual. Y ponerlo a consideración en dos momentos muy diferentes: el primero, en pleno estallido de la crisis de 2001 (como una forma de resumir el arte de los años 90, que tuvo su epicentro en la Galería del Rojas, pero que se expresó también en otros ámbitos, como el CAyC, el ICI, la beca Kuitca y la galería Ruth Benzacar) y, el segundo, en la actualidad, resumiendo los primeros años del siglo XXI. Es una pena que no se hayan aprovechado las otras dos salas del museo para montar ambas muestras juntas, lo que hubiera permitido ver las diferencias, pero también las insistencias, y, además, hubiera acercado al nuevo público de arte contemporáneo (hoy mucho más masivo que hace apenas diez años) un recorrido por mucho de lo mejor de los años 90.
La disidencia que manifestaron los artistas ante la insistencia por parte de la dirección del museo en que se donasen las obras exhibidas ya estaba inscripta en esas mismas obras. La puesta en discusión de las donaciones no hizo más que volverla visible. El movimiento Artistas Organizados (AO) -que surgió a partir de esta puesta en cuestión- y las acciones que se vienen realizando (desde performance s que acompañaron la inauguración hasta el sellado de las paredes de la muestra y de los catálogos, obra que se denomina Última tendencia: donaciones en suspenso ) son la puesta en escena de una obra colectiva que transforma la muestra dedicada al arte producido en esta última década (del que las obras y los artistas seleccionados conforman un recorte plausible) en un intervención site-specific cuestionadora de las políticas culturales. Podríamos decir que el grupo Artistas Organizados ha producido una instalación mental que permite leer todo lo producido en está década desde otro lugar.
La curadora general de Últimas tendencias II es Laura Buccellato (también curadora de la primera Últimas tendencias y directora del museo en el que la muestra está montada). A Buccellato la asistió un comité de selección del que formaron parte Valeria Balut, Julia Converti y Marcelo Grosman. La selección ha sido exhaustiva y rigurosa: no están todos los artistas cuya obra haya dejado una marca en esta primera década del siglo XXI (lo que sería imposible), pero todos los que están son incuestionables. Hay algún artista fuera de registro (como Sergio Avello), pero eso se debe a que se ha querido subsanar un hueco muy notorio en la colección del museo, ya que estuvo ausente en la anterior exposición. El criterio de selección, además, ha sido amplio en cuanto a soportes, estéticas, estilos, puntos de vista y trayectorias, ya que incluso (hecho que es auspicioso) ha convocado a artistas muy jóvenes, como Santiago Villanueva (Azul, 1990), que están creando una obra muy personal, en este caso, centrada en una relectura cimarrona de la historia del arte argentino.
  Obra sin título de Diego Bianchi, 2011. Foto: ANDREA KNIGHT

La muestra se despliega en varias salas, desde la planta baja hasta el segundo subsuelo del museo. Para no dispersarnos en la multiplicidad de líneas que propone la selección que realizó la curadora y su equipo y poder concentrar la intensidad de la mirada en algunos momentos que nos parecen especialmente valiosos, vamos a acotar el recorrido a algunas decenas de propuestas en vez de referirnos a las más de cien obras que componen el recorrido completo. Pablo Accinelli presenta una serie abstracta que insiste en lo mínimo; de Manuel Ameztoy se exhiben textiles no tejidos; un puré de papas sobre un colchón y una rosa seca que se degrada se conjugan en la obra de Nicanor Aráoz para generar uno de esos delirios oníricos que caracterizan sus apuestas; de Ernesto Arellano se seleccionó una de sus cerámicas vinculadas al imaginario del manga; una obra minimalista, matérica y lúdica de Nicolás Bacal (un carrete de VHS flotando en el espacio, titulado Las líneas paralelas se cruzan en el infinito ). De Gabriel Baggio están los injertos cerámicos que mostró en Fundación Klemm. Javier Barilaro aporta su poesía latina y Leo Battistelli, uno de sus talismanes aéreos, que petrifica en cerámica el soplo mágico del candomblé .
Un monstruo informe, de amenazante vidrio (trozos de botellas rotas), es el aporte de Diego Bianchi; un gran tapiz, bordado a mano, es el marco en el que Chiachio&Giannone se autorretratan como samuráis en un paraíso de mariposas multicolores; Ariel Cusnir (con una acuarela que congela instante en la vida de un personaje imaginado), Mariano Dal Verme (con una hoja A4 sostenida por una estructura de minas de grafito: un dibujo tridimensional que dibuja en tres dimensiones el acto de dibujar), Alfio Demestre (que presenta un mundo a medio construir, como si intentara recuperar un sueño), Tomás Espina (con Fragmentos del triunfo de la muerte ), Mariano Ferrante (con sus coloridos círculos paralelos y fluctuantes) y Adrián Villar Rojas (con un poema de pequeñas dimensiones y un gran poder evocativo) destacan la potencia expresiva que aún late en una de las prácticas más clásicas: el dibujo.
La abstracción hipercolorida de Verónica Di Toro; una mínima escultura abstracta (esas líneas que al escapar del plano se convierten en efectos 3D del dibujo) de Marcolina Dipierro; un lobo mítico dibujado por Matías Duville, con que con un trazo inconfundible va cimentando un imaginario tan personal como universal; la performance de Leopoldo Estol, que hace de jefe de gobierno y conecta lo actual con lo importante: la vida en la villa de Retiro con el viaje en el transporte público; Max Gómez Canle homenajeando (a través de imágenes del Renacimiento flamenco) la estética constructiva del marco recortado; una serie de esos objetos fallidos y fallados de Carlos Herrera, que mezclan lo icónico con lo lúdico; una acción para la ciudad (registrada) de Juliana Iriart; uno de los textos-objeto autobiográfico de Iuso; una de las piezas volumétricas de Silvana Lacarra y dos obras pictóricas de Fernanda Laguna: la razón, la expresión y la pasión unidas a la pulsión.
  Carne, de la serie Despierta desvelo, de Viviana Blanco.
Una instalación, guerrilla de pared y resignificación de los objetos, de Luciana Lamothe; una serie de mesas de Mariana López (la pintura transformada en objeto); los libros recortados de Julia Masvernat; el registro de la performance de Diego Melero como caudillo del conurbano norte en campaña por el barrio de San Telmo; un diorama del grupo Mondongo, que genera la sensación de penetrar la pared del museo hacia lo desconocido; una serie de fotos de Miguel Mitlag, que sabe rimar formas y colores como los poetas las sílabas; una escultura sonora del colectivo Oligatega Numeric; Gastón Pérsico, generando un lugar con tan sólo un picaporte, así como Karina Peisajovich recorta el mundo con un trozo de marco y una luz. La muñeca acéfala que tiene a sus pies muchas cabezas cortadas, obra de Florencia Rodríguez Giles. El esmalte sobre chapa de Hernán Salamanco; los globos de vidrio (el diálogo ausente) de Alejandra Seeber; la mesa incompleta en el mundo (que la mente termina de completar en la imaginación) de Marcela Sinclair: formas de sugerir más allá de lo dicho.
La escultura colgante (neumáticos de bicicleta) de Luis Terán: un juguete para niños monstruosos, un anillo para un dedo infinito. Ese homenaje a la historia de la pintura en un solo cuadro que pintó Juan Tessi: borrando todo con óleo blanco; así construye el fantasma de lo que alguna vez fue el arte. Las cabeza decapitadas      (Orpheos de Michoacán) retratadas por Nahuel Vecino. Las martas de bocas sangrantes comiendo de un enamorado (Me has robado el corazón) en la pintura de Diego Vergara. Los paisajes maravillosamente anacrónicos que recrea Mariano Vilela: la posibilidad de poder volver a pintar luego de que la pintura ha muerto.
Últimas tendencias II muestra -aun con más insistencia de la que había en Últimas tendencias 2002 - que el actual arte contemporáneo es múltiple y diverso. No sólo no tolera ningún dogma, sino que no puede ser limitado por criterios e ideas que todavía funcionaban en los comienzos de la era contemporánea (digamos, de los años 60 a los 80). Hoy no tiene sentido hablar de la adscripción de un artista a un movimiento o estilo. En los años 60 se podía ser pop o minimalista. En los 70, hiperrealista. En los 80, neoexpresionista. Desde los 90 no hay etiqueta (no hay definición) que sea válida para describir la producción de un artista.
Una obra contemporánea puede dialogar (proponer un intertexto) con una obra de otra época y por lo tanto "parecer" abstracta o pop o expresionista o conceptual; pero ya no puede adscribir a ninguno de esos idearios. Porque el pop o el neoexpresionismo eran visiones globales del mundo. Aún insistían en una idea de arte que apostaba a que un discurso externo hablara de él: un discurso que lo describiera, que lo definiera. Hoy, por definición, el arte no puede contenerse en un discurso externo: es puro fluir hacia la dispersión.
La utopía más radical de las primeras vanguardias fue transformar la vida en una obra de arte. Para las vanguardias de los años 10 y 20, se trataba de desenmascarar las formas alienadas de la vida burguesa. Para las vanguardias de los años 60, menos ingenuas a fuerza de haber conocido la violencia de las dos guerras mundiales y el horror del exterminio de masas, el nuevo arte debía intervenir en cada aspecto de lo cotidiano, transmutando la experiencia diaria en una fuente de sentido.

Mattaclark de mesa, de Marcela Sinclair, 2010. Foto: ANDREA KNIGHT
Ahora no se trata ni de la militancia resistente ni de la reivindicación de lo existente. Tal como se puede ver en Últimas tendencias II (aunque ya estaba claro en la muestra de 2002), el arte contemporáneo parte de asumir la multiplicidad irreductible de la experiencia humana y de fugarse inventando nuevos mundos. Somos diversos: multipliquémonos. A los mil senderos que hoy recorren los artistas se los podría resumir (¡qué contrasentido!, pero vale la pena intentarlo) con una frase de Oscar Wilde: "No ames a tu prójimo como te gustaría que te amen a ti; él puede tener otros gustos".
Ficha. Últimas tendencias II, muestra colectiva en el Mamba, avenida San Juan 350, hasta septiembre. Entrada general: $ 1. Martes gratis

La misma idea, otro escenario

La muestra Últimas tendencias II comenzó a gestarse hace un par de años. Al igual que su predecesora ( Últimas tendencias 2002 ) se pensó como una muestra patrimonial: a partir de la muestra el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires ampliaría su colección con obras de la primera década de este siglo. La forma de incorporar esas obras era a través de la donación: el grueso debía ser aportado por los artistas "invitados a donar", a lo que se sumarían algunas obras donadas por galeristas y coleccionistas.
Así había sido ya en 2002 y se creyó que en 2012 sucedería lo mismo, sin conflicto. Pero entre ambos momentos no sólo pasaron diez años sino que además cambió radicalmente la situación económica y social (el contexto político) y la situación del mundo del arte (el contexto cultural). La Argentina ahora no se encuentra en una crisis histórica y el mundo del arte contemporáneo argentino se ha incorporado (con timidez aún, pero ya claramente) al mercado de arte.
Unos pocos artistas se negaron explícitamente a donar sus obras y, según dicen en la página web de Artistas Organizados http:/artistasorganizados.wordpress.com/, se vieron marginados por ese motivo de participar en la muestra. Laura Buccellato, directora del museo, declaró hace unos días que a los artistas no se los marginó por no donar, sino que, al tratarse de una muestra del patrimonio, las obras que no pertenecían al museo no formaron parte de la muestra.
Lo que surgió como un gesto individual (aunque fueran varios casos) se tornó rápidamente masivo, y a la fecha ya son unas 700 las personas del mundo del arte que adhieren a la propuesta de Artistas Organizados: discutir las formas en las que los museos estatales argentinos adquieren sus patrimonios. Incluso se está debatiendo que los artistas que participan en esta muestra y que se habían comprometido a donar sus obras dejen sus donaciones en suspenso hasta que se acuerde algo en común entre todos.
Del debate ya han surgido algunos acuerdos: el consenso es unánime en que no pueden ser los artistas los que sostengan los patrimonios museísticos. Más allá de lo que suceda en esta ocasión, lo cierto es que ya no está legitimado que los museos soliciten obras a los artistas. A partir de ahora, las colecciones coherentes deberían conformarse con obras adquiridas con fondos propios de los museos, donaciones de auspiciantes y de coleccionistas. El tema no es meramente económico (aunque el aspecto económico no es menor porque que la obra es el capital del artista): se trata, sobre todo, de discutir si a la sociedad (a través de sus instituciones) le interesa invertir en la conformación de un patrimonio artístico. Si le interesa, tiene que generar los fondos como para que eso sea posible.

Cómo pensar la filantropía

Por Laura Buccelato / Para LA NACIÓN


En cultura hay que establecer prioridades para llevar adelante los proyectos. A menudo, las dificultades representan un desafío que compartimos los que intervenimos en el circuito del arte. Es importante reflexionar, entre todos, de qué manera se podría estimular la filantropía para que coleccionistas, mecenas, empresas, galerías y otras instituciones apoyen más activamente a los museos.
El museo y la Asociación de Amigos del Mamba realizan continuamente esfuerzos para posibilitar la concreción de sus múltiples actividades culturales.
Históricamente, la existencia de nuestros museos ha sido posible gracias a la solidaridad, no sólo de artistas, sino también de benefactores, para legitimar a través del tiempo la acción de éstos. Es mi deber, como directora y como amante del arte, proteger a los artistas y estimular su producción, ya que finalmente son ellos los que abastecen de contenido a instituciones y museos. Si bien existe una ley de mecenazgo del Gobierno de la ciudad, sería deseable una ley de mecenazgo a nivel nacional, por tantos años postergada, que fuese más amplia y que pudiera contribuir a mejorar este propósito.
El museo es un work in progress que tiene la responsabilidad de construir identidad cultural, conservar y exhibir las obras para las generaciones futuras. Es por ello que en esta ocasión se solicitó la ayuda de otras instituciones, galerías, coleccionistas y artistas para la concreción de este proyecto, a quienes desde ya, les agradecemos su generosa contribución.

Políticas ausentes


Por Leopoldo Estol / Para LA NACIÓN


Son las siete y media, inaugura la muestra, arranca. Y la gran sala de la planta baja del Mamba permanece aún cerrada. El equipo de montaje da los últimos toques, afuera se escucha un grito unido hecho de muchas voces que sacude las orejas como un estruendo: "Artistas organizados". Son muchos, tantos que algunos están tirados en el piso, apretados como en una foto gigante de viaje de egresados. En las bambalinas los artistas no pierden el foco y a puro ritmo sellan los catálogos de la exposición con la siguiente leyenda: "28 de junio de 2012. ÚLTIMA TENDENCIA. DONACIONES EN SUSPENSO. ARTISTAS ORGANIZADOS".
El museo en estados generales. Afuera, Beto De Volder, Magdalena Jitrik y Máximo Pedraza, como vocales de un movimiento en vísperas, se excluyen de cualquier brindis oficial. Esa noche no pondrán un pie en la institución. La causa: que donar la obra sea condición para participar de la muestra que arbitra y delinea a grandísimos rasgos las últimas tendencias. Últimas tendencias: sí. Donación sine qua non : no. Sentados a una mesa con Laura Buccellato el intercambio de opiniones deja en claro algo. El museo esta hecho de hormigón, cal y ladrillos pero sostenido por palitos muy minúsculos que hacen que su creatividad sea ínfima.
Volviendo al terreno de lo privado, una biblioteca. Y entre sus muchos libros asoma un tomo que parece un catálogo de Siquier pero cuyas páginas dan cobijo a un atento estudio sobre nuestra escena. Es un libro jugoso que data del año 2007. Tiene casi 300 páginas en donde José Miguel Onaindia, Marcelo Pacheco y Victoria Noorthoorn, entre otras figuras, hacen una radiografía de la cultura porteña. Circuló en los momentos previos a la primera elección de Mauricio Macri como jefe de gobierno, cuando puso por escrito las propuestas del PRO en el área cultural. En él, Pacheco dice cosas muy interesantes; por un lado, expone la necesidad de inaugurar un modelo de acción y desarrollo en lo que entendemos redundaría la búsqueda de la autonomía del museo, es decir que no sea tan dependiente de los presupuestos puntuales que transforman toda gestión de una muestra en una riña en pos de auspicios y costos operativos básicos, que dejan al museo y a sus autoridades sin más soplos que un respiro cansino. Segunda meta: ganar la fidelidad del público. Diseñar una estrategia que despierte el apetito de los ciudadanos de nuestra ciudad, generar la sensación y, más que una sensación, la necesidad de la "visita regular". Las propuestas del libro, luego de cinco años de gestión, brillan por ser todavía tan vírgenes como hermosas.

Visibilidad y futuro

Por Carlos Herrera / Para LA NACIÓN


En el año 2002 fui invitado a formar parte de la exhibición de arte contemporáneo Últimas tendencias , muestra que dejaba ver un recorrido posible de las propuestas de los años noventa y las nuevas propuestas de jóvenes artistas. Las obras expuestas habían sido seleccionadas con dedicada atención, pensadas para la estructura de una colección sólida y con una mirada hacia el futuro, hacia un Mamba renovado. Las obras expuestas fueron donadas y un libro-catálogo de calidad ejemplar, con textos simples y claros, fue distribuido en la escena nacional e internacional del arte.
Las consecuencias de esta exhibición y visibilidad del libro-catálogo generó en el transcurso de los años posibilidades concretas de encuentro y diálogo con agentes y representantes del arte nacional e internacional. Fui visitado en mi taller por los directivos de la Tate Modern, Palais de Tokio. de París, y curadores reconocidos en la escena artística, quienes aseguraban haber "descubierto" mi obra gracias al libro-catálogo del Mamba, de ese modo encabezaban sus presentaciones.
Es importante destacar , que además del registro del catálogo, el Mamba tiene un área de archivos personales de los artistas, que forman parte de su colección que pueden ser completados a medida que se desarrolla y avanza la carrera.
Estos archivos funcionan como un espacio de consulta y estudio. En varias oportunidades, estudiantes que se especializan en curaduría o historia del arte han consultado mis archivos y me han contactado para ampliar y redireccionar sus investigaciones.
En 2012 se repite la invitación a formar parte de Últimas tendencias II . Visibilidad, difusión y vínculos serán algunas de las consecuencias de esta muestra, también la donación de obras para un patrimonio cuidado que apuesta al futuro. La historia del arte se lee desde el Mamba una vez más.


Ser artista es un trabajo

Por Carlos Huffmann / Para LA NACIÓN
 
Cuando pasó lo que pasó en 2001 yo tenía 20 años y no discriminaba lo suficiente en materia de política como para salir con convicción a las calles o participar de asambleas. Intuitivamente siento desconfianza de cualquier postura, sea del color que fuere, que tenga en su justificación la supuesta existencia de un enemigo común, evidente e inequívoco. En aquellos años furiosos, sentía afinidad con los objetivos enunciados, pero me resulta insoportable la certeza de que, a la sombra de las consignas grandilocuentes, hubiera personas listas para apropiarse de las manifestaciones espontáneas de energía.
Pocos días antes de la inauguración de Últimas tendencias II , leí y escuché que éramos muchos con intenciones de reunirnos para hablar de cuestiones que también me preocupaban, y sentí deseos de formar parte de una energía grupal así. Mi resumen de la chispa que nos reunió es que el modo en el que se organizó esta muestra fue un modelo ejemplar de las falencias en los usos y costumbres existentes en el circuito del arte. La resultante de estas insuficiencias y malos manejos hace que sea demasiado fácil depositar sobre los hombros de los artistas una exigencia de sacrificio desmedida.
Los artistas somos, un poco por necesidad y otro poco por necedad, seres muy individualistas. Sin embargo, nuestro material de trabajo es el espíritu de nuestro tiempo y creemos en la transformación de los lugares que habitamos. El grupo de artistas que se reunió en las semanas previas a la inauguración encontró una serie de metas de mínima, expresadas en la solicitada que ha estado circulando para juntar firmas, con las que todos creímos estar de acuerdo. Últimas tendencias II invita a disfrutar de muchas de nuestras mejores obras y a pensar en la posibilidad de un cambio. Ser artista es, en muchos sentidos, un privilegio y es también un trabajo.
 
Fuente:  ADN Cultura LA NACIÓN

PIEZAS DE COLECCIONISTAS
SE VUELVEN INTOCABLES PARA LOS MUSEOS

Los museos ajustan las reglas para aceptar donaciones y las casas de subastas son cada vez más inflexibles: deben acompañarlas de la documentación que acredite legalidad.


Por Ralph Blumenthal y Tom Mashberg - The New York Times


En las tres décadas que pasaron desde que David Dewey, de Minneapolis, empezó a coleccionar antigüedades chinas, ha donado decenas a museos, con lo que ha enriquecido el Instituto de Artes de su ciudad, así como el Middlebury College de Vermont, donde estudió mandarín. Pero sus días de donaciones han terminado, dijo, debido a las normas que ahora siguen todos los museos respecto de lo que aceptan. "No las aceptan. No pueden hacerlo", dijo.
Alan M. Dershowitz, el profesor de derecho de la Universidad de Harvard, se encuentra en una situación similar. Colecciona antigüedades y quiere vender un sarcófago egipcio que compró en Sotheby’s a principios de los 90, pero no puede hacerlo, dijo, porque las casas de subastas instrumentan políticas más inflexibles respecto de lo que pueden aceptar en consignación. "No puedo conseguir documentación del momento en que salió de Egipto", dijo.
En EE.UU., las medidas que se toman para obstaculizar la negociación de objetos robados hacen que a los coleccionistas les resulte más difícil donar o vender tesoros culturales. Los museos ya no quieren objetos que carezcan de una historia documentada hasta 1970, la fecha que fijó la Asociación de Directores de Museos de Arte.
Las normas, redactadas en 2008, han sido objeto de elogio por parte de países que tratan de recuperar objetos y de arqueólogos que quieren estudiar esos objetos en su emplazamiento original.
Pero el cambio de posición ha dejado a los coleccionistas en posesión de objetos que, dicen, compraron de buena fe a vendedores respetables muchos años atrás.
Los coleccionistas y quienes los apoyan pronostican que los museos, los estudios culturales y los propios objetos resultarán perjudicados conforme se desalientan las donaciones importantes. Kate Fitz Gibbon, una abogada del Instituto de Investigaciones en Política Cultural, que tiene sede en Santa Fe, Nuevo México, advirtió que "si continuamos por esta senda, podría no haber una próxima generación de coleccionistas, donantes y protectores del arte antiguo, por lo menos no en EE.UU".
Otros consideran que la perspectiva de Fitz Gibbon es exagerada.
"Las colecciones de antigüedades destruyen más de lo que salvan", dijo Ricardo J. Elia, un profesor de arqueología de la Universidad de Boston que se especializa en el mercado de arte global. "El mercado del arte, la oferta y la demanda, impulsan el saqueo".
Durante siglos, los coleccionistas contribuyeron a definir el gusto artístico y han sido la columna vertebral de los museos.
Sin embargo, el comercio de antigüedades comienza con un acto de apropiación: la retirada de objetos de su lugar original y su traslado a otro donde, en el caso de los museos, son accesibles a los académicos y al público.
"Los coleccionistas saben que, sin documentación de origen, es imposible determinar si en un primer momento un objeto se adquirió por medios ilegales o destructivos", dijo Neil J. Brodie, arqueólogo y ex director del Centro de Investigación de Antigüedades Ilícitas de la Universidad de Cambridge.
El endurecimiento de las normas se aceleró hace varios años como consecuencia de escándalos en torno a grandes compras del Museo J. Paul Getty de Los Ángeles y otras instituciones. Las nuevas normas desalientan a los museos de comprar o aceptar objetos que no pasen la prueba de 1970 o carezcan de un permiso de exportación del país de origen.
Hace unos años, el Instituto de Investigaciones en Política Cultural estimó que 111.900 objetos antiguos griegos, romanos, etruscos y de culturas relacionadas se encuentran en manos privadas en los Estados Unidos y "sin documentación de origen".
Arthur A. Houghton III, el presidente del instituto, dijo que es probable que, si los museos los rechazan, esos objetos "huérfanos" vayan a parar a manos privadas fuera del país. Pero el profesor Elia minimiza la cuestión de la "orfandad" y la califica de "mitología" condescendiente. "Ante todo, ignora el hecho de que la venta y la colección son la causa del saqueo", señaló. "Por cada objeto que los saqueadores, vendedores y coleccionistas `rescatan’, hay una larga serie de lugares destruidos, de conocimiento perdido, objetos rotos y leyes violadas".
Los coleccionistas se sienten incómodos. Temen que presentar a subasta objetos sin documentación los exponga a litigios de otros países o, tal vez, a una confiscación de autoridades estadounidenses en representación de esos países.
Houghton sugiere una amnistía para los coleccionistas que presenten datos y fotografías sobre objetos en posible disputa en una base de datos "creíble y neutral". Si el objeto no es reclamado tras cierta cantidad de años, dijo, su propiedad ya no podría impugnarse.
Dershowitz señaló que no le preocupa la imposibilidad de vender el sarcófago egipcio de madera que compró en Sotheby’s. Por ahora, está en un limbo. Mientras tanto, dijo, tiene en su casa otro sarcófago egipcio que ni siquiera trata de vender. "Conservo ese en la casa", declaró, "en el hall".

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL ARTISTA Y SUS MÁQUINAS SUICIDAS


El escultor suizo hacía una crítica a la sociedad industrial con su arte efímero, armado con objetos cotidianos.


Irónico. Las esculturas de Tinguely tienen movimiento y algunas se autodestruyen en un gesto crítico./pepe mateos

Por Mercedes Pérez Bergliaffa 

Las máquinas se suicidan. De repente, como quien no quiere la cosa, ¡pum!, pasa que se prenden fuego y explotan. Ocurre con un lavarropas, un secador de pelo y hasta con un lavaplatos. Pero al artista Jean Tinguely (1925-1991) le pasaba con las máquinas que él mismo construía. Claro que él quería que fuera así; provocaba el suicido de sus máquinas. Ese “suicidio” era, para Tinguely, la obra de arte.
Esto es lo que se ve ahora en el Centro Cultural Borges, en la muestra Soy Jean Tinguely . Recién inaugurada, la exposición presenta –por primera vez en Sudamérica– una retrospectiva de este artista histórico.
Tinguely hace, con el suicidio de sus máquinas, una crítica a la superproducción industrial de su época. En 1960, el artista puso una de estas máquinas a suicidarse en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Frente a unos 250 invitados, la máquina actuó su suicidio: fue una hora y media de movimientos y ruidos. Para terminar, la escultura, que medía unos 8 metros de alto, se incendió. El final de la actuación lo protagonizaron los bomberos.
Con gran libertad, Tinguely ensamblaba elementos que encontraba para armar sus esculturas. Sus obras –rejuntes de chapas viejas, gomas, cadenas, sogas, maderas y plumas– son una especie de vuelta de tuerca de eso que el gran dadaísta Marcel Duchamp había inventado por los años 20´: el “objet trouvé” (“objeto encontrado”). Este tipo de obras elevan a la categoría de arte cualquier elemento de la vida cotidiana, como por ejemplo, un plumero, la cadena de un inodoro, un asiento de bicicleta.
Usted verá este tipo de cosas en la exposición del Borges, en las esculturas Miostar N° 2 y Friederich Engels. Filósofo . Si puede, vaya hasta ellas y párese enfrente. Verá que por el suelo hay unos botones rojos. Tiene que pisarlos. Recién ahí, la obra empieza a funcionar. Porque –y esto es fundamental, en Tinguely–, en realidad, las esculturas–máquinas del artista tienen movimiento. Por eso en cada una de ellas usted observará un motor.

París. El artista suizo con una de sus máquinas frente a la torre Eiffel


Entonces, ¿qué era lo que le importaba a Tinguely? Que sus esculturas estuviesen vivas, que generasen acción, movimiento. A veces, que después se deshicieran, que fuesen efímeras (como esas que se suicidaban). Y que fuesen imperfectas; como las personas. “Siempre realizo mis máquinas con un componente humano”, aclaraba el artista por los ‘60.

Acá, en el Borges, eso se ve, por ejemplo, en las series de retratos de filósofos. Parece increíble que ese amontonamiento de caño viejo, rueda de bicicleta golpeada, caño- fino-hacia-arriba, metal-pendulando hacia abajo, sea… ¡Martín Heidegger! Aprieto el botón y ¡clac, clac, clac!, comienza a moverse.
En la primera sala de la exhibición hay una plumita fucsia que girará y girará sobre sí misma, ni bien usted pise el famoso botón rojo del piso. Y en el último de los espacios –la exhibición es grande– hay una obra impresionante: El Delfín . Aquí, cuando uno aprieta el botón, los movimientos son mucho más lentos que en el resto de los trabajos, los alambres más retorcidos y –la parte espeluznante–, aquí Tinguely incorporó un cráneo animal.
“Es una obra de sus últimos años. Tinguely, al final de su vida, pensaba en la muerte”, explica Andrés Pardey, sub-director del Museo Tinguely de Suiza –de donde provienen las piezas– y curador de la muestra con Virginia Fabri.
“Mis máquinas se están volviendo más lentas”, escribía por aquel entonces el artista. “Se ve una cierta parálisis en ellas de la cual hago uso. Yo estoy envejeciendo también, después de todo; mis huesos ya no se mueven tan rápido como antes. Mis máquinas también están entrando en esa fase”.
Aunque no hayan viajado sus máquinas más grandes, la muestra del Borges da un buen panorama del artista, quien decía: “Dejen de construir catedrales y pirámides que decaen como arquitecturas de azúcar. Respiren profundo, ¡vivan el ahora!”


Fuente: clarin.com