ART NOUVEAU PORTEÑO, EN EXTINCIÓN


El magnífico estilo desarrollado entre fines del siglo XIX y comienzos del XX va perdiendo exponentes en la Ciudad por la tardía llegada de la conciencia patrimonial.

 
HOY. PARTE DEL HOSPITAL EN BELGRANO Y LA RIOJA CONSERVA RASGOS DE SU ARQUITECTURA, PERO LA NUEVA EDIFICACION ARRASO CON EL DISEÑO.

PorBerto González Montaner *
* Editor Jefe Arq

No siempre la noción de patrimonio tuvo el mismo valor. No fue hace tanto que Le Corbusier, formuló un plan para París que se cargaba media ciudad. No solo eso, luego lo propuso para Buenos Aires aunque sin demasiado éxito. Soñaba con una ciudad llena de verde, aire y luz. Para lograrlo, proponía destruir muchos de los abigarrados edificios porteños y reemplazarlos por torres sobre manzanas convertidas en parques. Así de radical y utópico era el urbanismo del llamado Movimiento Moderno. Bajo esa ideología muchos obras de Buenos Aires se perdieron. Otras languidecen. Veamos el caso de varios edificios Art Nouveau, ese estilo que alegró con sus curvas, texturas y colores las fachadas de las primeras décadas del siglo pasado. Al Hospital Español, obra de Julián García Nuñez sobre la Avenida Belgrano, sólo le queda el 40 por ciento de su frente original. La amputación da para llorar. El edificio que ocupaba toda la cuadra sobre la avenida estaba jalonado entonces por tres cúpulas acebolladas y tenía un luminoso acceso principal. Pero con la sesgada mirada modernista, el valor estético del edificio no pudo competir con los nuevos valores funcionalistas: para ampliarlo, lo más práctico y económico fue tirar abajo todo lo que molestaba.
La conciencia patrimonial recién apareció en los años 80. Y claro que tuvo interpretaciones de lo más diversas. El edificio de Tucumán y Talcahuano, una de las más interesantes obras del Alfred Massué, fue salvado de una forma que despertó no pocas polémicas. Mantuvieron el motivo icónico principal, el cuerpo de la esquina coronado por una trabajada cúpula, y completaron el edificio con arquitectura contemporánea.
Hay otras dos obras emblemáticas del Art Nouveau porteño que están en estado de emergencia. La Societá Unione Operai Italiani, en Sarmiento 1374, de Virginio Colombo, es uno de los casos más potentes del estilo florearle, la versión italiana del estilo Art Nouveau. Además de su valor arquitectónico, esta obra tuvo gran significancia social y cultural. Allí hacían su primera escala los inmigrantes italianos hasta conseguir su radicación definitiva. Además tenía un majestuoso salón de música y baile donde se reunía la colectividad. Después de un incendio y un derrumbe parcial sufrido en 2006, sus techos no fueron reparados.
La otra gran víctima es la Confitería del Molino. La obra de Francisco Gianotti es un monumento al descuido nacional. Hace más de 10 años recorrí sus interiores con un grupo de inversores dispuestos a hacer algo por recuperarla. El negocio no cerró: no hubo acuerdo entre lo que pedían los propietarios y lo que estaban dispuestos a pagar los inversores. La visita fue impactante: los subsuelos de gran altura, todos con azulejos blancos donde funcionaba la panadería. Las máquinas y enseres envueltos en polvo estaban como si de un día para el otro la hubieran abandonado. La Confitería destruida me recordaba –haciendo esfuerzos– aquellos magníficos salones que alguna vez conocí. Y los pisos de arriba, con sus paliers y habitaciones con pisos, revoques, molduras, puertas y ventanas en ruinas, parecían un edificio en demolición.

ORIGINAL. EL HOSPITAL ESPAÑOL, OBRA DIRIGIDA POR EL ARQUITECTO JULIAN GARCIA NUÑEZ EN 1906, TAL COMO SE VEIA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.


No han faltado proyectos parlamentarios para rescatar esta joya porteña. El último, ahora en manos de la Comisión de Hacienda, reúne varias iniciativas. En líneas generales proponen expropiar el edificio, restaurarlo, dedicar sus pisos altos a museo y centro cultural y reabrir su planta baja y sótanos, concesionando la legendaria confitería. En contrapartida, al pobre edificio de Unione Operai solo le llegó el cartel de venta. Por suerte, desde 2008 el edificio tiene una catalogación estructural, lo que en criollo significa que no se puede cambiar ni su fachada ni los principales espacios interiores. Pero tanto en el caso del Molino como de Unione Operai, como en el de otros tantos edificios abandonados de la Ciudad, si se siguen dejando las ventanas abiertas o con vidrios rotos y los techos sin reparar, las lluvias terminarán destruyéndolos por más ley que los proteja.

Fuente: clarin.com

"MONUMENTAL EMERGENCIA MONUMENTAL":
NOTA SOBRE EL ALARMANTE ESTADO
DEL PATRIMONIO ESCULTÓRICO
DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES




LA TAPA DEL NRO. 124 DE LA REVISTA D&D, DISEÑO Y DECORACIÓN EN LA ARGENTINA, DE RECIENTE APARICIÓN.

Ya está en la calle el Nro.124 de la revista D&D, Diseño y Decoración en la Argentina.
Incluye una nota de Pedro L. Baliña, en la que su autor, bajo el título de "Monumental Emergencia Monumental", llama en general la atención sobre el alarmente estado del importante patrimonio escultórico de la Ciudad de Buenos Aires y muy en particular sobre el de una gran obra de arte, absolutamente irrepetible: el Monumento a Sarmiento, hecho por el genial Auguste Rodin, que está considerado el padre de la escultura moderna.
Dice Baliña en su nota que la Ciudad de Buenos Aires tiene el privilegio de tener una obra de arte de esa importancia, detalla la gravedad de la contingencia que está pasando el monumento en cuestión, entiende que es un deber moral salvarlo, intenta despertar conciencias y propone a las autoridades una innovadora solución para frenar el deterioro, para evitar la destrucción total hacia la que inevitablemente se encamina esa obra de arte a grandes pasos y para preservarla para las futuras generaciones.
Según Baliña, el Monumento a Sarmiento es el único Rodin auténtico, "de puño y letra", que hay en los espacios públicos de la capital de la República Argentina y propone la misma solución para otra gran obra de arte: el Heracles Arquero de Antoine Bourdelle, discípulo de Rodin, que está emplazado en el cruce de las avenidas Pueyrredón y Figueroa Alcorta.
La nota está profusamente ilustrada con una foto de Xavier Verstraeten y otras del propio Baliña, que documentan algunos de los muchos males que padece del Sarmiento de Rodin.
Esperamos que las medidas propuestas tengan una favorable acogida por parte de las autoridades correspondientes y que Buenos Aires, la Argentina y el Mundo puedan seguir en el futuro admirando y disfrutando esas dos maravillosas obras de arte.

 M.E.G.

EL MET DEVUELVE TESOROS A EGIPTO


Acuerdo entre las partes / El Cairo recupera antigüedades.
Se trata de 19 piezas arqueológicas de la tumba de Tutankamón que se exhiben en el museo neoyorquino.

 
Una de las piezas devueltas. Foto AFP

EL CAIRO.- El Museo Metropolitano de Nueva York acordó la devolución a Egipto de 19 piezas arqueológicas pertenecientes a la tumba del faraón Tutankamón (1336-1327 a.C.), informó ayer el Consejo Supremo de Antigüedades egipcias (CSA).
Los objetos, que se llevaron a Nueva York en 1948 y se añadieron a la colección del Met, incluyen un perro de bronce de dos centímetros de altura, un collar de cuentas y parte de un brazalete de lapislázuli con forma de esfinge que una vez perteneció a la sobrina de Howard Carter, el arqueólogo británico que descubrió la tumba de Tutankamón, dijo la agencia de noticias egipcia MENA.
El anuncio lo hizo el secretario general del CSA, Mohamed Abdel Maqsud, que precisó que el subdirector del Departamento de Arqueología Egipcia, Atef Abul Dahab, llegará pasado mañana a El Cairo desde Estados Unidos con las antigüedades.
El Metropolitan decidió entregar esos objetos a Egipto tras una serie de negociaciones entre responsables egipcios y estadounidenses. El acuerdo para la devolución de las piezas se firmó en noviembre.
Los objetos, de pequeño tamaño, fueron hallados en la tumba de Tutankamón, descubierta por Carter en 1922 en la ribera oeste del río Nilo, en la localidad monumental de Luxor, ubicada 700 kilómetros al sur de la capital. En esa época, el gobierno egipcio permitía a los arqueólogos que trabajaban con recursos propios quedarse con una parte sustancial de sus descubrimientos.
Abdel Maqsud destacó el gesto del museo neoyorquino, especialmente después de que esa institución se haya convertido en un aliado importante del CSA a la hora de recuperar piezas arqueológicas sacadas ilegalmente fuera de Egipto.

La entrada del Met.

En ese sentido, el responsable egipcio recordó que en el pasado el Metropolitan proporcionó a El Cairo informaciones que ayudaron a recuperar un trozo de granito que formaba parte del templo faraónico de Karnak, ubicado en Luxor.
Egipto ha estado presionando para la repatriación de grandes tesoros faraónicos que asegura que fueron saqueados por potencias extranjeras, incluidas la Piedra de Rosetta, que ahora se expone en el Museo Británico, y el busto de la reina Nefertiti, en poder del Museo Nuevo de Berlín.
El CSA adelantó que las 19 piezas serán exhibidas junto al resto de las antigüedades pertenecientes a Tutankamón en el Museo Egipcio de El Cairo.
El año pasado, tras lograrse el acuerdo, el entonces ministro de Antigüedades, Zahi Hawass, afirmó que los objetos pasarán a formar parte del Nuevo Gran Museo Egipcio, que está en construcción cerca de las pirámides de Giza y que se prevé abrirá sus puertas en 2012.
Hawass fue despedido este año después de ser criticado por sus lazos con el ex presidente Hosni Mubarak, desplazado del poder en febrero tras un alzamiento popular.

Fuente texto: lanacion.com / Agencias EFE, Reuters y AP

LOS ONAS,
EN EL IMPACTANTE LEGADO DE ANNE CHAPMAN

Muestra en el Museo Mitre.
Se exhiben fotos tomadas por la antropóloga, discípula de Lévi-Strauss, en Tierra del Fuego.

Un recorrido por la cultura ona, en el Museo Mitre  Foto: Julian Bongiovanni
   Un recorrido por la cultura ona, en el Museo Mitre  Foto: Julian Bongiovanni
Cynthia Palacios
LA NACIÓN

"Fueron melancólicos testigos del fin de su pueblo, de cómo su cultura y su lengua se hundían en el olvido", se explica a pasos de la entrada. Esa frase resume el inquietante trabajo fotográfico de Anne Chapman sobre los onas de Tierra del Fuego, que se exhibe en el Museo Mitre.
Curada por ella misma poco antes de morir, hace un año, la exhibición homenajea a la antropóloga que fue discípula de Claude Lévi-Strauss y expone documentos fotográficos que testimonian el trabajo constante de esta antropóloga de origen estadounidense-francés junto con el equipo que la acompañó durante años en el sur argentino.
Se trata de una galería de rostros, personajes, retratos y escenas que recrean la vida de los pocos onas en nuestro territorio. Y sigue de cerca los últimos años de Lola Kiepja y Angela Loij, las únicas sobrevivientes puras de la tribu.
La muestra encontró en el Museo Mitre el mejor de los escenarios posibles. "Mitre tenía un espíritu profundamente americanista y se dedicó al estudio de las etnias", destacó la directora del museo, María Gowland. Junto a la puerta de ingreso a la muestra, en la sala Moores, la institución exhibe un tesoro de su colección: el Catálogo razonado de lenguas americanas, que Mitre escribió en 1887.
Al lado del catálogo, pueden verse los Códices mayas, de lord Kingsborough, de 1831, y Viaje al país de los onas , de Ramón Lista (1887). Antes de morir, Chapman visitó la biblioteca de Mitre.
"Anne se quedó impactada por la bibliografía que encontró en la Biblioteca Americana, y el museo le pareció adecuado para su muestra", contó Gowland.
En la inauguración de la exposición fotográfica estuvieron presentes el embajador de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian, que conoció a Chapman; el vicecónsul de la embajada de los Estados Unidos, Vanna Chan; el rector de la Universidad de Tres de Febrero, Aníbal Jozami; el representante oficial de la Casa de Tierra del Fuego, Sandra Garnica; la directora de Desarrollo Cultural de la Casa de Tierra del Fuego, María Virginia Du Riet Robles, entre otros.
"No se ama lo que no se conoce. Ni el blanco conocía al indio ni el indio al blanco... Anne contaba que se trataba de gente muy buena, generosa, que creía en la familia, con fuertes valores", explicó Gowland.
   Anne Chapman y Ángela Loij en Tierra del Fuego, 1969, A. Chapman.
Rito

En las fotografías, pueden verse las costumbres de los hombres y las mujeres onas, sus vestimentas y la estricta preparación del rito hain , uno de los pilares del sistema social selknam (como ellos se llamaban), cuyo objetivo era la iniciación de los varones adolescentes a la vida adulta. El hain tenía un papel fundamental en el proceso de socialización y en la transmisión de las normas sociales.
Las fotografías fueron prestadas por la empresa Total, mientras que OSDE y la Asociación Amigos del Museo financiaron la iluminación. Gowland agradeció puntualmente la colaboración del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
"En esta circunstancia especial, en que homenajeamos la gran labor de Anne Chapman, pensamos que en el siglo XXI nos enriquecen y conmueven los valores de una cultura que habitó en nuestro país. El conocimiento de sus características nos lleva a valorar y a respetar el legado que personas como Anne Chapman han sabido interpretar y difundir a través de su obra", señaló Gowland.
La exhibición fotográfica está abierta al público en la Sala Moores del museo, en San Martín 336.


Exhibición en la Sala Moores del Museo Mitre.
25 de julio al 31 de octubre de 2011.

La muestra cuenta con el apoyo de las empresas Total y OSDE y los auspicios de las embajadas de Estados Unidos, Francia, México y la Cátedra UNESCO de Turismo Cultural de la Universidad Nacional de Tres de Febrero más la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes.
Los selk'nam o selknam u onas eran un pueblo aborigen de la Isla Grande de Tierra del Fuego, emparentado con los tehuelches meridionales y los haush, tal vez con los puelches. A comienzos del siglo XX fueron perseguidos y diezmados por los ganaderos de la isla y actualmente subsisten sólo algunos descendientes mestizos.
Todos los estudiosos coinciden en que ona era el nombre que los yaganes daban a los selk'nam (como se denominaban a sí mismos). En lo que difieren es en el significado de la palabra.
  • Según Beauvoir, los yaganes le habían dado ese nombre debido a la gran cantidad de veces que la lengua selk'nam usaba la partícula on [1].
  • Según Charles W. Furlong, ona quería decir viento del norte, lugar donde estaban ubicados los selk'nam respecto de los yaganes [2].
................................
[1] Beauvoir, José María. Aborígenes de la Patagonia: los onas: tradiciones costumbres y lengua. Buenos Aires: Ediciones Continente, 2005.
[2] Furlong, Charles Wellington. "The vanishing people of the Land of Fire".
En: Harper's magazine. New York (Jan. 1910)


Una familia Selk'nam. Akukiol Halimink (famoso chamán) con su esposa e hijos. Foto de Martin Gusinde, 1919.


Dos jóvenes Selk'nam en 1896. Foto de Fernand Lahille.



Hombres pintados para la escena Kewánix de la ceremonia del Hain. Toin a la izquierda. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Mujeres que participaron en el Hain de 1923. En el centro, Ángela Loij. Elik a la izquierda e Imshuta a la derecha. Foto de Martin Gusinde.


Arturon y Antonio, únicos klóketen (jóvenes iniciados) de la ceremonia del Hain. Foto de Martin Gusinde, 1923.

  
Un arreo de ovejas por los helados paisajes fueguinos.


Cazadores Selk'nam, 1923. Foto de Martin Gusinde.


De izquierda a derecha: Akukiol (esposa de Halimink y "primera dama" del Hain de 1923); Kauxia (esposa de Temenesk); Semitaren (madre de cinco niños); Warkion y Aluxan (o Akulan). Todas las mujeres, con excepción de la última, fallecieron de sarampión en las epidemias de 1924 y 1929-30. Foto de Martin Gusinde, 1919.


En el centro, la antropóloga franco-estadounidense Dra. Anne MacKaye Chapman.


Hombres preparándose para el ritual fálico. A la izquierda, Temensek. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Mujeres Selk'nam vestidas para la foto. Foto de Agostini, circa 1914. 


Halaháches es el burlón que nunca se suelta su mentón. Foto de Martin Gusinde, 1923.


De izquierda a derecha: Espíritu del Norte o Telil (flamenco) y Espíritu del Oeste o Shénu (viento). Foto de Martin Gusinde, 1923.

  
Dos koshménk, dos del mismo espíritu, al que Anne Chapman llama "el cornudo celoso" ya que su esposa (Kula) no se fatigaba en engañarlo durante toda la ceremonia. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Ulén, quien juega con su doble para divertir a las mujeres. Foto de Martin Gusinde, 1923


El bebé K'termen, hijo de Xalpen del inframundo. Foto de Martin Gusinde, 1923.


 Lola Kiepja en 1966. Foto de Anne Chapman.


Ángela Loij en 1972. Foto de Anne Chapman.


Lola Kiepja en 1966, año de su muerte. Anne Chapman.


Halimink, asistente del director de la ceremonia del Hain. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Arturón y Antonio, jóvenes iniciados durante la ceremonia del Hain de 1923. Foto de Martin Gusinde.


El sacerdote, etnólogo y fotógrafo austríaco Martin Gusinde.


EL CABALLO QUE CAMINA DISTINTO

 

Por Eduardo Parise
 
El día que la imagen se hizo más conocida (fue en 1962, cuando apareció grabada en el reverso de las monedas de diez pesos), muchos pensaron que, tanto ese trabajo como la figura del monumento que le había dado origen, tenían un error: el caballo avanza moviendo mano y pata trasera de un mismo lado y no en forma cruzada, como lo hacen todos los cuadrúpedos , decían al verla. Pero el error no era tal, sino que era otro acierto del escultor que había reflejado la realidad con absoluta exactitud.
La obra se titula El Gaucho Resero y desde 1934 es orgullo y referencia en el barrio de Mataderos. La explicación es muy simple: el modelo que el artista tomó para desarrollarla era un caballo criollo de los denominados “pasucos”, que tienen esa característica forma de caminar. Dicen que esa manera de andar hace que el jinete viaje más descansado, con mayor estabilidad y sin sobresaltos, algo clave para aquellos hombres que arreaban las reses (de allí el término resero) para llevarlas al matadero.
El monumento fue realizado por Emilio Jacinto Sarniguet (1888/1943), un escultor argentino especializado en figuras de animales, que no sólo sabía del arte de esculpir sino que también dibujaba, pintaba y hasta tallaba sus imágenes. Formado en la Sociedad de Estímulo de las Bellas Artes, Sarniguet tenía otro bagaje de información en su ADN: su papá era cronometrista en el Hipódromo de Palermo; por eso, desde pequeño había vivido con las imágenes de los caballos en la retina. Y aquella pasión por dibujarlos hizo que, en 1907, el Jockey Club lo becara para que se perfeccionara en Europa.
El resultado de tanta perfección sigue luciéndose en la avenida Lisandro de la Torre al 2300, frente a la entrada al Museo de los Corrales y al viejo Mercado Nacional de Hacienda que, desde 1901, ocupa más de 30 hectáreas en ese barrio tan popular de la Ciudad. La realización del monumento le fue encargada a Sarniguet en 1929 por el gobierno municipal. Su presentación se hizo el 21 de septiembre de 1932 en la exposición de la XXII edición del Salón Nacional, realizada en el Palais de Glace de la Recoleta. Pero, por su tamaño, el Gaucho Resero fue expuesto en la vereda de la calle Posadas, donde estuvo veinte meses. Recién en 1934 tendría destino definitivo.

De acuerdo con la investigación del historiador Orlando W. Falco (publicada en su libro “El resero, la historia de una estatua”), el modelo que usó el artista para su obra fue un caballo llamado “Huemul”, montado por un antiguo resero conocido como “El cuñao Cabañas”, quienes residían en la estancia El Cardal (en la zona de Ayacucho), propiedad de Emilio Solanet, un criador de caballos criollos.
Después de hacer su boceto, armar un esqueleto en madera, tener un patrón de yeso y preparar los moldes para volcarles el bronce (se hizo en los talleres Radaelli y Gemelli, de Juncal y Uriburu, con la técnica italiana del bronce hueco) Sarniguet concluyó su obra con otro homenaje: sobre el anca izquierda del animal (“del lado de montar”, como se decía en el campo) grabó el escudo símbolo de la familia Güiraldes, como un reconocimiento a Manuel Güiraldes, un hacendado destacado de la época.
Según la gente de Mataderos, para que el monumento llegara al barrio fue clave la gestión de un destacado vecino: don Fernando Ghío, un italiano que, en 1898 (cuando tenía 13 años), se instaló en la zona con sus padres. Con los años, Ghío se convertiría en un defensor de las ideas socialistas de Juan B. Justo. También, en impulsor de la cultura y la educación y en el dueño de una bar frente al lugar donde está El Resero. Cuentan que allí hubo muchos encuentros de payadores y que uno de las más famosos fue el que realizaron José Betinotti y Gabino Ezeiza. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

MÚSICA ANCESTRAL A 2 MIL METROS




LA RURAL, EN LA BARRIADA ORILLERA



La primera exposición de Palermo, en 1875, en realidad se llevó a cabo donde hoy es la esquina de Florida y Paraguay.



Por Eduardo Parise

Como en cada invierno porteño, en Palermo acaba de inaugurarse la Exposición Rural, esa muestra que suele sintetizarse como un encuentro entre campo y ciudad. La presentación se realiza en un predio que fue asignado a la Sociedad Rural en 1875. Sin embargo, la primera exposición, realizada ese mismo año, no tuvo a estos terrenos como escenario. Eso iba a ocurrir tres años más tarde. Y antes de llegar al predio actual, el encuentro se hizo en un sector donde hoy aparecen grandes torres y elegantes comercios: la esquina de Florida y Paraguay.
Aquella primera exposición duró apenas nueve días, desde el 11 hasta el 18 de abril de 1875. Y ocupó un cuarto de manzana en un terreno baldío cuyo dueño, Leonardo Pereyra, cedió para la realización. Pereyra era uno de los socios fundadores de la Sociedad Rural (creada en 1866) y un impulsor de la ganadería. Su estancia “Los Patos”, cerca de La Plata, era pionera en la cría de animales de las razas Durham y Shorthorn. Casado con Antonia Iraola, sus seis hijos (Leonardo, Martín, María Antonia, María Luisa, Sara y Laura) darían origen a uno de los apellidos más conocidos de la Argentina.
Aunque incluyó pocas maquinarias (el trabajo en el campo era entonces casi todo manual), la primera muestra tuvo como eje al sector ganadero. Participaron 85 expositores y, según los datos más difundidos, esa vez hubo 66 caballos, 18 vacunos, 74 carneros y ovejas, 5 porcinos, unas 150 aves y hasta algunas llamas y alpacas.
De todas maneras, el encuentro tuvo su trascendencia: en la inauguración, junto a José María Jurado (quien encabezaba la Sociedad Rural desde el año anterior) estuvieron el presidente Nicolás Avellaneda (con 37 años de edad, había asumido la presidencia el 12 de octubre de 1874) y el entonces electo gobernador bonaerense Carlos Casares, quien se haría cargo de la Provincia el 1º de mayo de 1875.
La presencia de Avellaneda no era casual. Ese mismo año se sancionaron leyes destinadas a proteger a las industrias locales y a recaudar más impuestos. Inclusive, los tributos subieron hasta un 40% para aquellos productos importados que competían con los que se fabricaban en el país. Y una característica de su gobierno (finalizó el 12 de octubre de 1880) fue hacer crecer la exportación agrícola (cereales y carne) hacia Europa.
Claro que ese desarrollo, sobre todo ganadero, también tenía sus aristas conflictivas. Por entonces, aún había malones que acechaban a los ganaderos bonaerenses. Inclusive se recuerda el denominado “malón grande” que en la Navidad de 1875 afectó a varias poblaciones del centro de la provincia. En los años siguientes del gobierno de Avellaneda y en el posterior, de Julio Argentino Roca, tendría lugar la campaña para terminar con las poblaciones indígenas y expandir las fronteras del negocio agrícola, un tema que aún sigue discutiéndose.
Pero volvamos a Florida y Paraguay porque en 1875 aquella era una zona casi de extramuros de la ciudad. Al barrio se lo conocía como “De la Batería”, por la proximidad con los cuarteles del Retiro. Y dicen que en aquella barriada orillera estuvo la Carpa del sargento Maciel, uno de los lugares donde se gestó el tango. Allí, gente de raza negra junto con troperos y cuarteadores de los no tan lejanos corrales del Norte, se reunían a escuchar y bailar esa música mezcla de candombes, milongas y habaneras. La carpa estaba en el actual cruce de Florida y Marcelo T. de Alvear. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com