POSTAL DE LA ZONA. LA IMPRENTA ES MARCA REGISTRADA PARA LOS VECINOS DEL LUGAR.
Por Pablo Novillo
Uno es el edificio que da el nombre a la zona que lo rodea. El otro, un viejo stud, reliquia de los tiempos en que el Hipódromo de Palermo era un faro de Buenos Aires. Pero dentro de poco podrían convertirse en edificios de viviendas , en una de las zonas más cotizadas de la Ciudad. El Gobierno porteño autorizó que los edificios de La Imprenta y La Cuadra, en Palermo, sean demolidos para que se puedan construir torres. La decisión despertó la oposición de los vecinos , y hasta que un legislador oficialista presentara un proyecto para preservar una de las construcciones.
La Imprenta queda en la esquina de Migueletes y Maure. Se llama así porque, justamente, allí funcionaba la imprenta del Hipódromo. En la misma manzana, en Jorge Newbery 1651, queda La Cuadra, uno de los últimos stud donde durmieron varios de los pura sangre campeones que generaron tantas pasiones como deudas y forjaron la romántica leyenda del turf de Palermo. Hoy ambos edificios forman un complejo con una galería de arte, restoranes, joyerías, locales de ropa y otros comercios. Construido en 1914, el complejo conserva algunas puertas de las caballerizas, y debajo de la carpeta aún está el piso original.
Carlos Battistón, un vecino, contó: “Hace muy pocos días algunos vecinos nos enteramos que a los comerciantes de La Cuadra les habían dicho que a fin de año debían irse porque se iba a demoler el edificio para construir una torre de 18 pisos. Por eso empezamos a movilizarnos y acudimos a la Legislatura. Es sin dudas una construcción histórica de mucho valor”.
Los vecinos armaron recientemente un grupo en Facebook, que en pocos días superó los 200 adeptos. La posibilidad de que se pierdan estos edificios llegó a la Legislatura porteña. El diputado Bruno Screnci, de PRO, presentó un proyecto para que se le dé protección estructural , lo que implicaría que no se lo pueda demoler y sólo se autorizarían algunas modificaciones menores. En los fundamentos, el legislador afirmó: “Demoler este edificio sería como derrumbar el Mercado de Hacienda, pues se trata de dos lugares que son símbolos de actividades emblemáticas para la Argentina. La edificación de La Cuadra también es singular, se trata de una construcción de estilo francés, muy bien conservada”.
Sin embargo, en el propio Ejecutivo macrista aprobaron las demoliciones. Héctor Lostri, subsecretario de Planeamiento Urbano, le explicó a Clarín : “Nuestro deber es ajustarnos a la ley. Cuando recibimos los pedidos de permiso de demolición de obra, los derivamos al Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales, para que decidiera si estos edificios merecían ser protegidos o no. Fue ese organismo el que nos respondió que no eran construcciones con valor patrimonial. Y en el caso puntual de La Cuadra, la explicación fue que en 1975 se lo había reconstruido por completo, que ya no era la original”. El funcionario agregó que, de cualquier manera, los propios desarrolladores habrían manifestado su interés en preservar la fachada de La Cuadra y aquellas parte de La Imprenta con valor, para que no se perdieran.
El Consejo es un ente integrado por la Legislatura porteña, el Ministerio de Cultura y organizaciones especializadas, como el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo o la Facultad de Arquitectura de la UBA. Su función es evaluar qué edificios construidos hasta 1941 deben ser preservados.
Clarín habló ayer con vecinos de la zona. “Sería una pérdida irreparable. Las torres arruinan la Ciudad”, se lamentó Ana Cimatti, de 69 años. En tanto, Alfredo Sanabria, de 46, agregó que “no debería perderse un tesoro así”. Y Marcelo Di Marco, el encargado del restorán La Troupe, que funciona en La Cuadra, contó que “los dueños ya fueron informados de que deben liberar el local ”.
La polémica sobre la demolición de La Cuadra y La Imprenta es un capítulo más de la discusión entre lo público y lo privado , entre los vecinos que quieren preservar las identidades de sus barrios y el sector de la construcción, con el Gobierno de la Ciudad como intermediario. Lo mismo sucede en Caballito, Villa Pueyrredón y otros barrios.
Pero no es la primera vez que en esa zona de Palermo (el límite con Belgrano es la calle Zabala) se da un choque así. En diciembre de 2006, y a raíz del reclamo de cuatro vecinas, la jueza Contencioso Administrativa Patricia López Vergara prohibió los permisos para nuevas obras en 45 manzanas de Las Cañitas y La Imprenta. Pero en setiembre de 2007 la Cámara revocó la medida. Sólo quedó exceptuado el pasaje Volta, porque en el intermedio la Legislatura lo protegió con una ley especial.
¡Debe estar muy enojada la Campoy!
Por Pepito Cibrián. Productor teatral.
El angel de mi madre debe estar volando por La Imprenta, porque durante nueve años funcionó allí su escuela de teatro, fueron los mejores de su vida. Por allí pasaron miles de alumnos, también daba clases su hermana, mi tía Carmen. Recuerdo noche tras noche, tantísimos momentos con ellos, las cenas que compartíamos en La Stampa. El proyecto debe ser un gran negocio inmobiliario, pero no se puede demoler y romper así el estilo de un barrio, es una masacre. ¡Debe estar enojadísima la Campoy!
Creo que si la ciudadanía se organiza, si la gente sale a defender su espacio, el patrimonio, su historia, su lugar, como sucedió en Caballito, tiene que poder evitarlo. El derecho de la sociedad va más allá del derecho individual. En ningún lugar del mundo permitirían una cosa así. A nadie se le ocurriría arrasar las Barrancas de Belgrano. Ya se demolió bastante, se destruyó bastante. Además, en un barrio como ese, donde no se puede circular ni estacionar, lo único que falta es que construyan torres. Si los vecinos se organizan, nadie los para.
Fuente: clarin.com