CAPILLA DEL SOL: CONCIERTO FUERA DE SEDE

Conjunto residente del Museo Isaac Fernández Blanco


Missa de Bomba
y otras obras de archivos coloniales guatemaltecos

viernes 17 de septiembre - 20,00 horas

Parroquia Nuestra Señora de Fátima
Av. del Libertador 13900 - Martínez

Entrada libre y gratuita

Organizan:
Oficina Cultural de la Embajada de España
Cultura Municipalidad de San Isidro
Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco


Auspician
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo
Asociación de Amigos del Museo Isaac Fernández Blanco
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Pedro Bermúdez nació en Granada en 1558, donde fue seise del coro de la catedral. Tras desempeñarse como maestro de capilla en la Colegiata de Antequera, volvió a Granada y obtuvo media capellanía en la Capilla Real. Se presentó sin éxito a concursos de Maestro de Capilla en Granada y en Málaga. Tras la infructuosa búsqueda se embarcó a las Indias Occidentales.
Se lo encuentra como Maestro de Capilla en Cusco en 1597, sucediendo a Gutierre Fernández Hidalgo. A este sitio posiblemente llegara junto al obispo don Antonio de la Raya (quien había sido consagrado en Granada tres años antes). Estuvo en este cargo sólo por siete semanas, y partió a Guatemala, donde permaneció hasta su partida a Puebla de los Angeles, allí murió en 1605.
La Missa de Bomba se llama así porque toma material musical de la ensalada “La Bomba” de Mateo Fletxa el Viejo (nacido en Prades en 1481 y muerto en Poblet en 1553). La obra está en el archivo de la Catedral Metropolitana de Guatemala, y testifica el enorme repertorio que existía en la antigua Catedral de Santiago de Guatemala, donde trabajó Pedro Bermúdez entre 1598 y 1603.
Hemos alternado además, en este programa, obras de manuscrito San Juan Ixcoi, conservado en Huehuetenango (Guatemala), fragmentos de la ensalada que da origen a la misa y obras de Diego Ortiz, que seguramente fueron conocidas por Bermúdez y su entorno.

Ramiro Albino

Capilla del Sol

Conjunto de música barroca iberoamericana residente del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco de la Ciudad de Buenos Aires, desarrolla su actividad bajo el auspicio de la Asociación de Amigos del Museo (AMIFEB).
El ensamble se destaca por utilizar instrumentos y técnicas de interpretación de la época en que fue compuesto el vasto patrimonio musical del barroco iberoamericano basándose en sólidos conocimientos musicológicos que explican y contextualizan la realidad social y musical de este período.

Desde su creación en el año 2004 el conjunto ha brindado numerosos conciertos en nuestro país y el extranjero. Ha representado a la Argentina en las ediciones 2004, 2006 y 2008 del Festival de Música Renacentista y Barroca de Misiones de Chiquitos, Bolivia, en el Tropical Baroque Music Festival of Coral Gables, Florida, EEUU y en el Festival Internacional de Música Sacra de Quito, Ecuador. Participó también en el Festival de las Estancias Jesuíticas en Córdoba y en el Festival Internacional de Música de Ushuaia, Argentina, en las Semanas Musicales de Frutillar, Chile y en numerosos conciertos en Buenos Aires entre los que se destacan homenajes a Domenico Zippoli y Juan Bautista Comes, un concierto compartido con el Croatian Baroque Ensamble y los realizados para el Mozarteum Argentino.
Durante el mes de marzo de este año se presentó nuevamente en el "Tropical Baroque Music Festival of Coral Gables" en Miami, Florida y luego viajó a Washington DC para brindar conciertos en el Rasmuson Theater del Smithsonian National Museum of the American Indian y en el Millenium Stage del Kennedy Center. En octubre próximo Capilla del Sol , invitada por el Festival Internacional Cervantino de México hará una gira por diez ciudades de dicho país.
Desde su creación en el año 2004 el conjunto ha brindado numerosos conciertos en nuestro país y el extranjero. Ha representado a la Argentina en las ediciones 2004, 2006 y 2008 del Festival de Música Renacentista y Barroca de Misiones de Chiquitos, Bolivia, en el Tropical Baroque Music Festival of Coral Gables, Florida, EEUU y en el Festival Internacional de Música Sacra de Quito, Ecuador. Participó también en el Festival de las Estancias Jesuíticas en Córdoba y en el Festival Internacional de Música de Ushuaia, Argentina, en las Semanas Musicales de Frutillar, Chile y en numerosos conciertos en Buenos Aires entre los que se destacan homenajes a Domenico Zippoli y Juan Bautista Comes, un concierto compartido con el Croatian Baroque Ensamble y los realizados para el Mozarteum Argentino.
Durante el mes de marzo de este año se presentó nuevamente en el "Tropical Baroque Music Festival of Coral Gables" en Miami, Florida y luego viajó a Washington DC para brindar conciertos en el Rasmuson Theater del Smithsonian National Museum of the American Indian y en el Millenium Stage del Kennedy Center. En octubre próximo Capilla del Sol , invitada por el Festival Internacional Cervantino de México hará una gira por diez ciudades de dicho país.

Para más información sobre el ensamble:
www.capilladelsol.com

SÁBAT - RETRATOS LIBERADORES



Hermenegildo Sábat publicó el libro Héroes de la dependencia.
84 de estas obras pueden verse desde esta semana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en Rosario.

Por: Mercedes Pérez Bergliaffa

SERES IMAGINARIOS. Uno de los 84 retratos que Sábat expone en Rosario hasta el 10 de octubre

Pinceles chinos, buriles, óleos, acuarelas, lápices, fibras, acrílicos y fibrones se acumulan sobre una vieja mesa de madera en la oficina de Hermenegildo Sábat en la redacción de Clarín, donde conviven con un denso mosaico de fotografías pegadas en las paredes: desde sus nietos hasta Carlos Gardel, desde el pintor vanguardista Kirchner al barón Haussmann, creador de las avenidas de París en la época de Napoléon III. Así de diversos son los intereses y miradas de este hombre que se hizo mundialmente reconocido por sus increíbles ilustraciones; por la línea de sus dibujos, suelta, rápida, segura, hábil, y por la aguda comprensión de las situaciones sobre las que editorializa con ilustraciones sintéticas, aparentemente simples a nivel formal, y profundas a nivel de significado, a nivel simbólico.
"El trabajo nuestro se parece al de un pianista de cabaret", comenta modestamente Menchi Sábat sobre su labor diaria en el periódico, mientras acerca una silla. "Ellos, en medio del ruido, tienen que seguir poniendo los dedos sobre las notas que corresponden... Así es lo nuestro, también. Aunque el ruido en la redacción es ahora mucho menor que antes; porque en otras épocas, con las máquinas de escribir, ahí sí que era insoportable... ¡Esto ahora es un oasis!", dice. Y hace un boceto de sonrisa.
Con más de cincuenta años de ilustrador a cuestas, Sábat lleva, sin embargo, una doble vida: cuando está a solas, sin encargo inmediato, se saca el corset de la ilustración y la carrera contra el tiempo, y se pone a pintar libremente, a dejarse llevar por su pensamiento y su intuición. El resultado de ese tiempo de soledad y reflexión pictórica son las 84 obras que pueden verse desde esta semana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en Rosario. Todos óleos sobre tela de 50 x 60 centímetros, constituyen Héroes de la dependencia, una larga seguidilla de retratos de personajes desconocidos o soñados, con los que el centro cultural editó también un libro.
"Las personas son nadie, son retratos inventados", aclara el artista. "Cuando comienzo cada una de las pinturas no tengo la menor idea de a quiénes o qué voy a pintar; pero cuando termino, curiosamente, algunos me recuerdan a alguien, a gente que pude haber conocido, que pasó por mi vida..."
-¿Qué diferencia encuentra entre hacer sus pinturas y hacer sus ilustraciones?
-¡Hay tanta diferencia...! En el trabajo de ilustrador existen ciertas autolimitaciones –que no es autocensura, no es lo mismo–. Fuera de eso, en la ilustración no tengo ningún tipo de condicionante. Con los cuadros creo que no me impongo ninguna limitación. O, mejor dicho, en ellos están expuestas todas mis limitaciones. Por otro lado, sé que soy considerado siempre "el dibujante del diario". Lo sé, es así. Por eso también me permito hacer estas pinturas no condicionadas ni por el mercado ni por avatares externos como pueden ser los críticos, por ejemplo.
-¿El dibujo y la ilustración se separan?
-Bueno, la ilustración tiene cierto grado de elasticidad. Si no, miremos a Florencio Molina Campos, por ejemplo, uno de los artistas argentinos más genuinos que hay. El no se hacía esas preguntas, ni temía ser ilustrador. Yo tampoco. Pero creo que lo mío pasa por los procedimientos que uso. Creo que está más cerca de una cuestión plástica, aunque nunca se sabe...
Con marcada tendencia expresionista, los trabajos que Sábat presenta en Rosario muestran el uso variado que hace de un material que descubrió recientemente, el óleo al agua, que tiene todas las ventajas del tradicional (su cuerpo, su espesura, sus colores) pero la rapidez de secado y la facilidad de limpieza del acrílico. ¿Qué es lo que sale de Sábat cuando se deja llevar por la pintura? ¿De quiénes son esos rostros, esas expresiones severas, algunas monstruosas, pocas sonrientes? Personas más cercanas a Onetti que a Cortázar, como el propio Menchi reconoce. Después de haber dibujado miles de rostros durante años, estas pinturas quizás sean restos de recuerdos que no sabe dónde poner. Retratos liberadores.

Fuente: Revista Ñ Clarín

ARTISTAS CONCRETOS EN EL TIGRE



Una muestra une a Hlito y Ocampo

90-18, una obra de Miguel Ocampo. Foto MUSEO DE ARTE DEL TIGRE

Dos figuras centrales del arte geométrico y la abstracción en la pintura argentina son protagonistas desde ayer de una muestra conjunta en el Museo de Arte Tigre.
Se trata de Alfredo Hlito y Miguel Ocampo, unidos en una exposición curada por Niko Gulland, que puede visitarse en Paseo Victorica 972 hasta fines de octubre.
La muestra está integrada por 30 pinturas que ofrecen una mirada sobre las trayectorias de estos artistas argentinos casi contemporáneos.
En el caso de Hlito, nacido en 1923 y fallecido en 1993, se exhiben obras que abarcan su producción desde la década del 50 hasta su muerte.

Tema central, acrílico sobre tela de Hlito . Foto: MUSEO DE ARTE DEL TIGRE

Hlito integró la Asociación Arte Concreto Invención, un verdadero hito en la historia del arte argentino.
De Ocampo, nacido en 1922, se pueden ver trabajos que van desde 1954 hasta su obra más reciente. Pintor y arquitecto, integró el grupo que desarrolló en el país la pintura geométrico-concreta. Vive desde 1978 en La Cumbre, Córdoba, donde tiene una sala de exposición permanente de sus obras.

Fuente: LA NACIÓN

MILES DE PERSONAS DISFRUTARON
DE UN CONCIERTO DE CAMPANAS



Fue en el Casco Histórico de la ciudad; el espectáculo concluyó con un show de fuegos artificiales; en total 34 músicos campaneros participaron del recital



Miles de personas disfrutaron del concierto de campanas. Foto LA NACION / Rodrigo Néspolo

(DyN) - Miles de porteños y turistas disfrutaron esta tarde de la tercera edición del concierto de campanas en el Casco Histórico de la ciudad, espectáculo dirigido por el instrumentista y compositor español Llorenc Barber.
La actividad fue organizada por el Ministerio de Cultura porteño e incluyó el tañido de 60 campanas ubicadas en 15 iglesias y edificios emblemáticos de la Ciudad.
Ante unas 115.000 personas, según los organizadores, el concierto de campanas concluyó a las 19.25 con un espectacular show de fuegos artificiales que cautivó a los presentes.
Las 60 campanas fueron ejecutadas por 34 músicos campaneros dirigidos por siete encargados.
A ellos se sumaron un director de fuegos, un director de sirena, diez percusionistas y siete campaneros asistentes.
Sonaron las antiguas y solemnes campanas en San Ignacio de Loyola (Bolívar y Alsina, la parroquia más antigua de la ciudad); el convento San Francisco (Alsina y Defensa, con sus fantásticas cinco bronces españoles de gran vigor sonoro) y el pequeño Carillón de la Casa de la Cultura (Avenida de Mayo 575, edificio del ex diario La Prensa) con sus claros agudos.
También redobló la espectacular y vieja campana del Cabildo (Bolívar 65), y las del convento de San Juan Bautista (Alsina 820) colocadas allí desde 1806 y traídas de Francia, donde además se apostó un grupo de percusión de metales.
Asimismo, se pudo escuchar el Carillón más grande de América latina, ubicado en la terraza del cuarto piso de la Legislatura porteña (Perú 160) con sus 30 campanas alemanas que se ejecutan desde un teclado; el Reloj de la Legislatura (Perú 160); la Parroquia San Roque (Bolívar y Defensa), el Palacio Municipal (Bolívar 1), la Basílica de Santo Domingo (Defensa y avenida Belgrano) y la Iglesia de San Miguel Arcángel (Mitre y Suipacha).
Los "Conciertos de Ciudades" son una invención de Barber y se han realizado en más de 200 ciudades, entre ellas Roma, Londres, Barcelona, Madrid, México, Salzburgo, Berlín, Lisboa, Venecia y Milán.


Fuente: LA NACIÓN

CUADROS PARA VER LO QUE NO SE VE



El artista llama a tomarse el tiempo para descubrir lo que no es evidente.

FIDEL SCLAVO. “NOS EMBRUTECEMOS A LA FUERZA, PARA SOBREVIVIR EN UN MUNDO CARGADO DE ESTIMULOS”.

Por Mariana Rolandi

La mirada atenta sobre las cosas hace que la percepción se expanda. Y entonces, nada es lo que parecía ser”, dice Fidel Sclavo y descubre así la clave para mirar. Su propia obra y quizás también el resto del mundo. Y si esta llave sirve para empezar por sus cuadros, la Galería Jorge Mara-La Ruche abre el lunes una exposición del artista uruguayo.
La muestra está dividida en dos. La primera tiene cuadros de grandes dimensiones en los que se ven bellos conjuntos de líneas que se cruzan y superponen sobre superficies blancas o de color. Pero, como anticipó Sclavo, la vista se equivoca: “En realidad, las telas están cubiertas de varias pinturas y luego intervenidas. Uno cree que se trabajó sobre la obra con grafito, por ejemplo, pero lo que hice fue marcar y romper la capa más superficial para que se vea lo oculto, lo que está debajo”.
También se ve arte abstracto, líneas que no se conectan o que se unen en forma azarosa. Nuevamente, hay que volver a mirar: “Si uno se detiene, si se toma el tiempo para ver un poco más, parándose un rato frente a la pintura, distingue bosques, escaleras, puentes, figuras que están cuando parecen no estar allí”, explica Sclavo.
En la segunda sala se expone por primera vez una serie de obras de papel calado del mismo artista. Emulan las tarjetas perforadas de los primitivos tiempos de la electrónica o a jeroglíficos en idiomas desconocidos. Pero claro, también en estos cuadros, hay que observar detenidamente. “De eso se trata, de un alfabeto que se crea, un código que queda en el misterio pero que puede leerse e interpretarse, y que es al mismo tiempo visual y táctil”, explica Fidel Sclavo. “Estamos diseñados para apreciar mil sutilezas pero nos embrutecemos a la fuerza, para sobrevivir en un mundo cargado de estímulos. Sin embargo, es bueno volver y ver lo nunca visto”.
Sclavo nació hace 50 años en Tacuarembó y si bien desde muy chico pintó y diseñó, su primera exposición fue en Montevideo, en 1980. Fue becado para estudiar en París, vivió y trabajó en Barcelona y estudió en la School of Visual Art de Nueva York. Hace más de cinco años vive en Buenos
Aires.

Fuente: Clarín

MANUEL MUJICA LÁINEZ: EL PRIMER ARTISTA POP
DE LA HISTORIA ARGENTINA

Autor de libros tan famosos como “Misteriosa Buenos Aires”, supo usar el glamour como nadie.
GLAMOUR. MANUEL MUJICA LAINEZ SE “LOOKEABA” CON ESTILO DE DANDY.
Por Daniel Molina, ESPECIAL PARA CLARÍN

Fue nuestro primer artista pop. Nació en el año del Centenario y en el día en que se conmemoraba la muerte de Sarmiento: el 11 de septiembre de 1910. Lo llamaron Manuel Bernabé Mujica Lainez, pero todos lo conocemos como Manucho. Fue un dandy aplicado que tenía el don de la ubicuidad: estaba siempre en todos los lugares en los que hay que estar para ver y ser visto. A pesar de una vida social tan apabullante, encontró tiempo para escribir unos 30 libros, dar varias veces la vuelta al mundo y publicar cientos y cientos de artículos sobre literatura y arte. Durante tres décadas fue brillante cronista del diario La Nación. Dio fiestas memorables aquí y en su mítica casa cordobesa, que salían en las tapas de las revistas y no se perdió una función del Gran Abono de ópera en el Colón. Le gustaba cultivar una imagen frívola. Coqueteaba con la ambigüedad sexual: una rara ambigüedad, ya que no engañaba a nadie, ni siquiera a las abuelas que trataban de mostrarse escandalizadas por sus alusiones muy directas en una época en la que no se podía ni siquiera mencionar la homosexualidad.
Como sus amados Oscar Wilde y Jean Cocteau, Manucho comprendió que el arte moderno se centra en la pose . Pero su pose fue tan estentórea que, durante las últimas décadas de su vida, ocultó su obra; la relegó a un segundo plano. A pesar de que sus libros se vendían masivamente, era más conocido como personaje de la noche porteña que como el gran narrador que fue. En sus mejores libros ( Misteriosa Buenos Aires -1949-, Aquí vivieron -1950-, La casa -1954-) se deja oír el último aliento de la elite porteña que alcanzó su cima en el Centenario.
Tenía el mismo espíritu de cronista que Lucio V. Mansilla. La misma mirada aguda, la misma pasión por los pequeños detalles; esos que con su luz callada son capaces de iluminar escenas monumentales sin énfasis. Su gran momento creativo ocurrió entre los 40 y los 50. Sus primeras obras importantes fueron tres biografías de escritores del siglo XIX: Miguel Cané -1942-, Hilario Ascasubi -1943- y Estanislao del Campo -1948-. Su mejor ciclo narrativo fue la llamada “saga porteña” que, además de Aquí vivieron y La casa , incluye Los ídolos -1953-, Los viajeros -1955- e Invitados en El Paraíso -1957-. Como traductor ha dejado una versión memorable de los Sonetos de Shakespeare y otra de Fedra de Racine.
La fama y la popularidad las alcanzó en los 60, cuando la dictadura de Onganía prohibió la ejecución en el Colón de la ópera Bomarzo , que contaba con libreto suyo y música de Alberto Ginastera, y que estaba basada en su monumental novela homónima, publicada en 1962.
Sus otros libros históricos ( El unicornio -1965-, El escarabajo -1982-), centrados en personajes inmortales que van narrando, de siglo en siglo, las aventuras de un alma que no es capaz de sosiego, son los que más abundan en largos fragmentos de prosa decorativa. Esa tendencia hacia el preciosismo descriptivo, Manucho la comparte con Enrique Larreta: ambos admiradores de Gabriele D’Annunzio, padre del estilo que los llevó a privilegiar en demasía la belleza de cada frase, de cada período y de cada párrafo.
Hijo de una familia patricia, Manucho gozó desde siempre la situación privilegiada que dan el dinero y el poder, pero jamás abusó de ella. Fue extrañamente querido por todos en una época en la que abundaron las luchas políticas y las disputas de camarillas.

EL PARAÍSO. LA MÍTICA CASA DEL ESCRITOR EN LA CUMBRE, CÓRDOBA.


La anécdotas sobre su vida eran la comidilla de todos, desde los escritores más conservadores hasta los de izquierda. Solía aparecer con chalecos estentóreos, monóculo y bastones ricamente ornamentados. Siempre acompañado de jóvenes, que cambiaba con cada temporada. Una vez un amigo, en un teatro, le presentó a su joven acompañante como “sobrino” y Manucho le dijo que ya lo conocía: “Fue mi sobrino el invierno pasado”.

Manucho Mujica Lainez perteneció a la misma generación que se inicia con Borges (once años mayor) y que va hasta Bioy y Cortázar (cuatro años menores) y que incluye a Arlt, a Sábato y a Bianco. Cuando cumplió 20, el golpe de Uriburu enterró para siempre la república que había soñado la generación del 80. Durante los años peronistas estuvo, como Borges y Bioy, en el bando opositor. En los 60 aplaudió los cambios que irrumpieron con el surgimiento de la cultura juvenil, pero los vivió desde afuera. Cuando murió, el 21 de abril de 1984, era más conocido como personaje de la farándula que como escritor. Fue muy moderno antes de tiempo y ahora lo vemos como un escritor de otra época. Siempre fue un poco anacrónico: como los grandes artistas.

CINE / EUGENIO ZANETTI
ARTE EN ESTADO DE TRANSICIÓN



El escenógrafo argentino, ganador de un Oscar, reflexiona sobre la actualidad del cine y el predominio de la tecnología

Zanetti, en su departamento porteño. Foto Sebastián Szid

Por Pablo De Vita
Para LA NACION - Buenos Aires, 2010


Integra el selecto grupo de argentinos que ganó el Oscar. Por su carrera internacional recibió en Buenos Aires un Premio Cóndor de Plata especial, que se entregó por única vez en el año del Bicentenario, hace unas semanas. Eugenio Zanetti contempla esos premios en su impactante y escenográfico departamento porteño. Y adelanta que dirigirá su primera película en nuestro país.

-¿Debemos presentarlo como diseñador, escenógrafo o dibujante?

-Nosotros tenemos prurito en definirnos como artistas, esperamos que los demás lo hagan por uno, pero eso es lo que hacemos: trabajo artístico. El siglo XX fue un empujón hacia lo que la gente llama "la realidad" cuando sólo accedemos a su parte exterior. Lo subyacente es reflejado por los artistas, y eso es lo más importante de la labor que hacemos.

-Manifiesta una concepción bastante renacentista.

-Sí, porque durante el Renacimiento estaba en el centro de la problemática el arte, como ahora está la tecnología. Por eso en el arte, actualmente, tiene mucho que ver la tecnología y en el cine es un factor determinante. Hay muchas falacias en el mundo creativo, porque el siglo pasado fue muy autoritario con lo férreo, por ejemplo, de las vanguardias artísticas. Nos olvidamos de que estamos en otra centuria y la búsqueda de lo contemporáneo está vinculada con variables impensadas tan sólo años atrás. Ahora me piden diseñar edificios y lo hago con todo gusto pero no soy arquitecto.

-Pero existe en común el pensamiento sobre el empleo del espacio.

-Estudié arquitectura pero nunca me recibí. Cuando hago cine, antes de realizar los lugares, debo caminarlos y saber exactamente cómo van a ser, aunque la mitad nunca se construya y sólo sea una imagen digital. En la arquitectura se puede trabajar con tiempo en un proyecto pero eso en el cine no existe. Lo interesante es entender cómo estas experiencias trabajan de manera interdisciplinaria.

-Eso se constata al ver una película como Más allá de los sueños.

-Ese caso fue interesante porque no había nada en el guión sobre esos escenarios, sólo una frase al comienzo que decía: "Todo ocurre en el fondo de un volcán". Mi aporte fue pensar que cada personaje tenía su paraíso o su averno y que, cuando estaba vivo, existía algún elemento que podía explicarnos, como espectadores, ese después. Busqué darle una dimensión psicológica a lo metafísico porque si no es incomprensible. Me han tocado varios films con esa problemática.

-Línea mortal, entre ellas.

-El guión transcurría en un hospital y me dije que esa historia en cuartos pintados de blanco era un aburrimiento. Lo primero que se me ocurrió fue que el hospital estuviera al lado del agua, por eso se filmó en Chicago. El principal problema para hacer ese film fue que ninguno de los involucrados creía en el más allá.

-El agua parece definir su poética.

-El agua es una de las más perfectas metáforas sobre el fluir de la vida. En Restauración , la película por la que gané el Oscar, había que inventar una atmósfera con muy poco presupuesto. Entonces dije: "Todo transcurre sobre el río", pese a que nunca ocurrió eso en Inglaterra, pero contribuyó a reflejar una problemática.

-¿Qué pasa cuando la creación artística se enfrenta a la investigación histórica?

-En Inglaterra, la película se estrenó en una función para el príncipe Carlos, porque Carlos II era el hermano de su bisabuelo. Él me preguntó si había sido preciso en la reconstrucción de época. Le contesté que había tratado de que pareciera así. Cuando terminó la proyección, se dio vuelta y me dijo: "Ya habríamos querido tener una corte así".

-¿Qué elementos de su formación lo ayudaron para trabajar en Holly-wood?

-Los escenógrafos siempre hemos tenido un gran rigor en el análisis del texto. En cine ese trabajo se hace mucho menos y en Estados Unidos, nada. Nadie se pregunta ¿dónde está el conflicto?, ¿quién es el protagonista?, ¿qué se le opone? Con eso hice todo, preguntándome dónde está el conflicto y cuál es el conflicto real, no el aparente. Como vivimos en un mundo de espejos, el esfuerzo es eliminar los condicionamientos que se aceptan cotidianamente.

-¿Piensa que estamos dominados por la tecnología?

-Vivimos en los últimos veinte años una enorme decadencia, pero no apocalíptica. Es el fin de una etapa y todavía no comenzó la nueva. Ojala pudiera definir la próxima, porque sería el Da Vinci del próximo Renacimiento [risas]. Pero podemos intuir lo siguiente: con los griegos, la filosofía; en la Edad Media, la religión; con el Renacimiento, el arte y, en el mundo contemporáneo, la ciencia. Si esta situación fuera rotativa, el próximo estadio sería la filosofía, pero no la griega. La tecnología no va a ser el centro sino la búsqueda de la conciencia profunda. Miremos el cine, es una imagen en la oscuridad que no existe materialmente pero posee peso de realidad, tiene mucho que ver con una visión cuántica del Universo. Existen situaciones que pueden intuirse mucho más que describirse. Estamos transitando ese momento y espero poder realizar mi aporte desde el cine. Por eso el guión de la primera película que voy a dirigir en la Argentina, que por ahora se titula Amapola , reflexiona sobre el tiempo no lineal. En parte, estos pensamientos son tributarios de mis lecturas en la niñez, de las obras de John Boynton Priestley.

-¿Cómo conoció a Pasolini?

-Tenía 25 años. Cuando me fui de acá, pasé por Europa y de ahí fui a Afganistán. No me preguntes por qué, porque no tengo la menor idea. Al volver, en Roma, hice en teatro una versión de Medea con reminiscencias afganas. Pasolini fue a verla y nos pusimos a charlar. Le recomendé algunos escenarios en Turquía y me invitó a estar en el departamento de arte que dirigía Dante Ferretti. No me daba cuenta entonces de que Pasolini era un gran poeta, era muy reservado pero tan amable. Gracias a Medea , haber conocido a María Callas me trajo muchas cosas. Por ejemplo, Faye Dunaway, que tiene los derechos de Master Class , me llamó un día para escribir un guión conjuntamente.

-Háblenos sobre María Callas.

-Era extremadamente amable. Sabía que todo el mundo la creía neurótica. Ya estaba retirada, tenía unos problemas personales tremendos y se aferró mucho a Pasolini y a la idea de hacer esa película que no produjo el cambio que esperaba en su vida. Lo más gracioso fue ese mes en Turquía, porque estábamos en medio de la nada, juntos todo el tiempo. Una vez le conté a Callas que cuando era adolescente escribía poesía y un año más tarde me invitó a recitar un poema en su cumpleaños. Estaba entre el deseo de ir y el horror de tener que recitar un poema. Fui y le dije que no había escrito nada pero que podía cantarle una canción. ¡Canté en el cumpleaños de María Callas!