Espacios fronterizos, de transición entre dos realidades, la calle y lo privado. Los metros que se recorren cuando la puerta se cierra a nuestras espaldas y, a cada paso, se van apagando los ruidos de la calle para dejar lugar a los otros, íntimos, personales: el tintineo de las llaves antes de volver a aquietarse en el bolsillo, los pasos propios, las voces que cobran otra sonoridad. El cambio de luz, de temperatura, casi el pasaje a otro mundo. Y la promesa –al final del lobby o del pasillo, después del ascensor o la escalera– de otra puerta que se abrirá hacia quién sabe qué otras voces o silencios, qué otros encuentros o soledades. A esas fronteras nos llevan las fotos de Claudio Larrea que integran Lobbies de Buenos Aires , una de las varias muestras exhibidas estos días en la galería Arte x Arte. Son trece fotografías en color que registran lobbies de edificios construidos en distintos barrios de Buenos Aires (Palermo, Once, Flores, Caballito, Recoleta, Barrio Norte) entre las décadas del 30 y el 50. Todas de la misma medida –110 x 75 cm.–, las fotos fueron montadas en las paredes blancas del segundo piso de la galería con una limpieza y un orden que se llevan muy bien con los espacios fotografiados.
Las trece fotos integran un master plan que el fotógrafo ha llamado El amante de Buenos Aires y que le gusta describir como un gran edificio, cuyas partes están armadas con cinco series fotográficas: lobbies, escaleras, cúpulas, vistas y gente. Ese gran proyecto busca mostrar lo que queda de belleza de una ciudad que ya no es. Larrea se estableció en Barcelona poco antes de la catastrófica crisis de 2001 y cuando regresó, en 2010, se encontró con una ciudad muy deteriorada respecto de su recuerdo. Producto de ese reencuentro es su serie Buenos Aires satura que, igual que las otras puede verse en su página web, claudiolarrea.com.
Quien imagine el momento de las tomas de Lobbies...
probablemente se equivocará si no dispone de información adicional: no son fotos estudiadadas, tomadas con cámara de placas, trípode o iluminación especial. Larrea sale a recorrer Buenos Aires en bicicleta sin más herramientas que una cámara digital y su mirada. Como un cazador, cuando encuentra lo que busca, dispara. En esta serie específica su búsqueda era precisa: edificios de arquitectura art déco y racionalista. Los rasgos y materiales se reiteran en las imágenes: líneas rectas, simetría, molduras que forman figuras geométricas, mármoles, hierro, bronce, madera... Las fotografías son siempre frontales, con planos horizontales y verticales y líneas diagonales alejándose hacia un punto de fuga central. Y más tarde o más temprano, hacia ese punto de fuga se dirige también inexorablemente la propia mirada, buscando algo más allá, que está velado –por la distancia, por una pared o una puerta– pero que seduce y fascina. Apunta Hugo Beccacece en el catálogo de la muestra que “el art déco se inspiró en el estilo funerario de la tumba de Tutankamón, descubierta en 1922. De inmediato, joyas, suéteres y rascacielos adoptaron la imaginería del Antiguo Egipto. ¿Acaso algunos de los espacios elegidos por Larrea –pregunta Beccacece– no recuerdan algunas tumbas de la Recoleta, ecos remotos del Valle de los Reyes a orillas del Río de la Plata? En el fondo de esos corredores porteños, se presiente una revelación o un peligro”.
En los espacios severos, silenciosos y un poco monumentales fotografiados por Larrea es notable la ausencia humana. Los suyos son safaris fotográficos de fin de semana. Cuando pasa por una fachada que le llama la atención, se baja de la bicicleta, apoya el objetivo de la cámara sobre el vidrio de la puerta –que sirve en alguna medida como trípode– y lo fotografía. Las de esta serie de Larrea tienen una extraña doble condición: son fotos de la calle y, al mismo tiempo, imágenes de espacios interiores.
Sólo una de las trece fotos se aparta del resto, incluso en el título, que no es un domicilio: “Sr. Hugo”. El hombre es evidentemente el encargado de mantener impecable el lobby en cuestión, donde Larrea fotografía apenas las huellas de su presencia cotidiana: un plumero descansando en la baranda de bronce de la escalera, un secador de piso apoyado en el mármol, un trapo y el envase de un limpiador sostenidos en el picaporte de una puerta.
La muestra en Arte x Arte tiene el plus de una instalación. No son tantos los que saben que la galería, que dirige Luz Castillo, –rediseñada para exhibir exclusivamente fotografía, video y nuevos medios– funciona en el edificio de lo que fue la vieja fábrica de los flanes Quimili, en Villa Crespo. Larrea convirtió con mucho humor la vieja cámara frigorífica en una especie de santuario, un cuartito como los que los encargados de edificio suelen usar como depósito o cuarto de limpieza en el sótano: iluminó el lugar con una lámpara galponera y lo ambientó con una vieja radio, una silla donde esperan un equipo de mate, unas bolsas de residuos, unos guantes tirados y una pila de correspondencia que espera ser distribuida a los consorcistas del edificio.
FICHA
Claudio Larrea
Lobbies de Buenos Aires
Lugar: Arte x Arte, Lavalleja 1062, tel. 4773-2738 / 4772-6754
Fecha: hasta el 18 de junio
Horario: mar a vier, 13.30 a 20; sáb, 13.30 a 16
Entrada: gratis