LA SERENA
Bohemia, nostalgia y lindos recuerdos en la casa de la artista Sylvette Badessich.
Bohemia, nostalgia y lindos recuerdos en la casa de la artista Sylvette Badessich.
La casa de Sylvette Badessich en el Cumelén Country Club, Villa La Angostura, Neuquén. |
Todo fue inesperado. Mientras estábamos en Villa La Angostura nos contaron de una señora que pintaba retratos y que tenía una casa genial en el Cumelén Country Club. Como la recomendación venía de una buena fuente, partimos nomás.
Cuando llegamos nos recibió Sylvette Badessich, con sus ojos azules enormes, bien arreglada, aunque pasa la mayor parte del día en su casa (“no hay que perder la coquetería, cuando se es joven hay que gustar y de vieja no hay que disgustar”), donde tiene su taller, y una gran cantidad de historias y recuerdos.
Vanguardista por esencia, nos contó que su casa fue una de las primeras de este country, la construyó hace 50 años y ella misma fue la arquitecta, en una época en que las mujeres ni opinaban. Le costó que los peones la tomaran en serio, pero igual hizo y deshizo a su antojo y, adelantada como fue siempre, la diseñó como un loft, con una cocina completamente abierta, un gran living y, en otro nivel, un gran escritorio-taller, donde ella y su marido, Mariano Barilari, pasaban la mayor parte del tiempo pintando y leyendo.
El era un importante doctor argentino, el precursor de la medicina sicosomática, una disciplina común en estos días, pero absolutamente revolucionaria en esos tiempos. De hecho la casa la bautizaron La Serena, porque los dos eran muy estudiosos de todo lo espiritual, y decidieron proyectarla en la parte inferior del cerro, sin la vista más espectacular, “porque la contemplación puede ir en detrimento de la vida interior”, nos explica sabiamente cuando ve nuestras caras de asombro.
Mariano tenía 62 años cuando se conocieron y Sylvette 27. La edad nunca fue tema. Se casaron y decidieron cambiar de vida en 360 grados. Dejaron Buenos Aires y se fueron a vivir, junto a sus tres hijos, a Bariloche y luego a la casa de Villa La Angostura, que hasta entonces se usaba en los veranos. El dejó la medicina para dedicarse por completo a la pintura. Hasta hoy se pueden ver sus maravillosos cuadros colgados en los muros, parecidos a los de Monet, por su técnica impresionista y colores pasteles. Sylvette, en cambio, hace los paisajes más lindos en acuarela, casi todos inspirados en el lago, más bien en la luminosidad del lago. También hace esculturas en cemento y porcelana, ha hecho varias públicas en el pueblo de Villa La Angostura, y, sobre todo, retratos. Hasta el día de hoy, todos los veranos llegan a su casa niños y adultos para que ella los retrate. En dos sesiones el trabajo está listo. Y, como no le gusta perder el tiempo, cuando puede hace unos lindos marcos patinados con diferentes colores.
Desde que su casa estuvo lista el año 62, se transformó espontáneamente en una especie de sede cultural, en un pueblo donde vivía muy poca gente y no pasaba mucho. Este matrimonio encantador (Mariano murió a los 93 años) abrió sus puertas para conciertos, conferencias y exposiciones bastante importantes. Una vez incluso se hizo una muestra con obras de Picasso y también de Goya. “Muchas de las exhibiciones no eran muy valoradas entonces, pero todas fueron quedando en las vibraciones de la casa”. Hasta ahora todas las semanas va uno de sus amigos que toca cello y ella lo acompaña con el piano.
Lo de las vibraciones es en serio, aquí hay mucha magia y arte, y la personalidad de su dueña está impresa en todos sus rincones.
Fuente texto: Revista ED Nº 177, Mayo 2010.