Con Horizontes de Deseo, el museo marplatense abre su segunda temporada de arte y reflexión en tiempos de playa
Miles de cintas de colores como deseos en la obra de la brasileña Rivane Neuenschwander. Foto: Mara Sosti |
Darío Palavecino
MAR DEL PLATA.- La cinta roja es una de miles que penden en la pared de la Sala 1, en el primer piso. "Deseo nunca perder la capacidad de desear", dice la ínfima pieza que cual pincelada forma parte del verdadero arco iris de colores y mensajes que es la obra de la brasileña Rivane Neuenschwander. Y resume en buena medida el espíritu de la nueva apuesta con la que el Museo de Arte Contemporáneo (MAR) inicia la temporada estival: Horizontes de Deseo se titula la tercera muestra de este espacio que anteayer cumplió su primer año con puertas abiertas.
MAR DEL PLATA.- La cinta roja es una de miles que penden en la pared de la Sala 1, en el primer piso. "Deseo nunca perder la capacidad de desear", dice la ínfima pieza que cual pincelada forma parte del verdadero arco iris de colores y mensajes que es la obra de la brasileña Rivane Neuenschwander. Y resume en buena medida el espíritu de la nueva apuesta con la que el Museo de Arte Contemporáneo (MAR) inicia la temporada estival: Horizontes de Deseo se titula la tercera muestra de este espacio que anteayer cumplió su primer año con puertas abiertas.
Récord
de público en las dos propuestas anteriores, con marcas indelebles en
la historia y un dorado y gigante lobo de mar que Marta Minujín dejó
como legado en el playón de acceso, el MAR se nutre otra vez de artistas
argentinos y del exterior. Con ese sello de unir épocas distantes y
estilos bien distintos, desde los óleos de Benito Quinquela Martín hasta
"Poemas de almohadas" de Diana Aisemberg, una enorme pizarra que invita
a participar, tiza de por medio, con una frase que resuma anhelos con
ansias de realidad.
Horizontes de Deseo quedó habilitada ayer.
"Hemos buscado unir lo excelso del arte con la reflexión, el juego que
tanto tiene de artístico con el pensamiento profundo de quiénes somos",
señaló Jorge Telerman, titular del Instituto Cultural, acompañado del
gobernador Daniel Scioli.
Como ya ocurrió con El Espíritu Pop y El
Museo de los Mundos Imaginarios, esta nueva exposición tiene como
curador a Rodrigo Alonso. "Son obras que imaginan futuros posibles, pero
que también exhiben el fruto de ideales cumplidos", resume.
Tres
salas están atravesadas por el eje
Desear-Proyectar-Construir-Transformar. El hall central de planta baja,
que había sido exclusividad de Edgardo Giménez en las dos muestras
anteriores, esta vez es de la obra Normal, de Martín Huberman, que con
miles de broches de madera coloreados pende desde las alturas.
Neuenschwander
y Aisemberg juegan como ningún otro con los deseos, alma y motor de
esta muestra. Comparte con originales de los proyectos arquitectónicos
de Amancio Williams, que conviven con una maqueta a escala de su Casa
del Puente, joya del arte moderno.
En la Sala 2 la variedad atrapa
y sorprende. Allí están los cuatro óleos de Quinquela Martín que
llegaron a Mar del Plata: Fundición de hélices, Imágenes del crepúsculo,
Arroyo Sarandí yMotivo de puerto. La Sala de espera de
Ferrobaires fue de lo más comentado en la inauguración: instalación de
Agrupación Boletos Tipo Edmonson (ABTE), se nutre de imágenes y piezas
que aluden a Constitución Estación Norte.
Los paisajes del deseo
se adueñan de la sala 3 con Charly Nijensohn, Nicolás Trombetta y
Mariana Tellería. Allí asoma el criterio de monumentalidad y, como en
toda la muestra, esa vocación de cambiar la realidad.
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