Encontraron en Milán un mural atribuido al pintor
renacentista. Es una obra de carbón vegetal en la que el genio del
Renacimiento trabajó entre abril y septiembre de 1498.
Detrás de las paredes, una vez más, apareció la mano de Leonardo
Da Vinci. Esta vez el hallazgo fue en el Castillo Sforzesco, construido
a mediados del siglo XV en lo que hoy es el casco histórico de la
ciudad italiana de Milán. Durante la restauración de la Sala de los
Tablones del castillo, los expertos encontraron en la torre noreste de
la sala del primer piso un fragmento de mural hecho con carbón vegetal
al que llamaron Monocromo y que ilustra la raíz de un árbol
incrustada en una gran piedra. El año pasado habían hallado otro, en el
Palazzo Vecchio de Florencia.
Según los restauradores, que
viajaron de Florencia a Milán, el artista del Renacimiento trabajó en
esa sala entre abril y septiembre de 1498, cuando formaba parte de la
corte de Ludovico Sforza. En ese espacio, protegido de la humedad por
los tablones, “Il Moro”, como llamaban a Ludovico por su tez oscura,
recibía a huéspedes y embajadores, y por eso encargó a Leonardo que se
ocupara de su decoración.
En 1499, las fuerzas francesas
invadieron el Ducado de Milán y desplazaron a la familia Sforza del
poder. Después, fue el imperio de los Habsburgo quien dominó esa área, y
durante siglos, el castillo se transformó en un fuerte y la Sala de los
Tablones, en establo.
Recién a fines del siglo XIX se removieron
algunas capas de pintura y se descubrió que el trazo de Leonardo había
estado allí: el techo de la sala, abovedado, estaba plagado de copas de
árboles frutales que Da Vinci había pintado.
La aparición de este
mural, que los investigadores florentinos buscaban hace dos años, costó
trabajo: en promedio, el mural de Leonardo apareció debajo de siete
capas de cal, pero en algunos sectores, las capas llegaron a ser trece.
Los
expertos que trabajan en Milán estiman que la obra está sin terminar y
que, aunque existe un “gran deterioro”, también “hay esperanza de
recuperar parte sustancial de esa decoración original”. El trabajo que
empezaron a hacer con bisturí y martillos ahora exige más delicadeza,
por lo que usan raspadores ultrasónicos, productos químicos e
instrumentos láser.
En www.saladelleassecastello.it pueden
seguirse los trabajos en la Sala de los Tablones, cuyo costo está
estimado en dos millones de euros y será financiado entre el
Ayuntamiento de Milán y empresas privadas. La restauración tiene fecha
límite: quieren exhibir la sala el 1 de mayo de 2015, cuando se inaugure
la Exposición Universal de la que la ciudad italiana será la próxima
sede.
Un genio con sueldo fijo
Por Ezequiel Martínez
Un experto en ingeniería militar. Así se “vendió” Leonardo ante
el duque Ludovico Sforza para conseguir un sueldo fijo que le permitiera
despreocuparse de vivir de los trabajos por encargo. Lo de pintor y
escultor lo agregó como un talento accesorio para abultar su aviso
clasificado. Así fue que entre fines de las décadas de 1480 y 1490,
mientras en sus ratos libres inventaba armas sofisticadas o imposibles,
el genio del Renacimiento pintó algunos de sus retratos más asombrosos,
murales como el de “La última cena”, y amontonó centenares de papeles
abarrotados de dibujos sobre anatomía, arquitectura o cocina, en una
tormenta de pensamientos e intereses inagotables. Hace dos años pude ver
muchos de estos trabajos en la exposición “Leonardo da Vinci: pintor en
la corte de Milán” que tuvo lugar en la National Gallery de Londres.
Por primera vez en 500 años se reunían obras y bocetos traídos de
colecciones de todo el mundo que ponían en evidencia una de las etapas
más productivas en la vida de Leonardo. El viento de los siglos había
logrado el milagro.
Fuente: Revista Ñ Clarín
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