PESE AL CAMBIO DE ESTATUA,
SIGUE CERRADA LA PLAZA QUE ESTÁ DETRÁS DE LA ROSADA

Espacio público.

Fue enrejada en 2008 y sólo la abrieron 3 días, durante la inauguración del monumento a Juana Azurduy, que reemplazó al de Colón.
Desde la reja. Así se ve el espacio verde en el que está la estatua de Juana Azurduy, un lugar que, según un acuerdo, debería estar abierto al público. Foto: Lorena Lucca
      Desde la reja. Así se ve el espacio verde en el que está la estatua de Juana Azurduy, un lugar que, según un acuerdo, debería estar abierto al público. Foto: Lorena Lucca
Pablo Novillo


Sólo tres días en los últimos ocho años. La Plaza Colón, el espacio verde que queda detrás de la Casa Rosada, sigue cerrada. Desde 2008, cuando el Gobierno nacional puso la reja, sólo pudo ser aprovechada por la gente tres días, durante el festival por la inauguración de la estatua de Juana Azurduy, que reemplazó al monumento a Colón. Por ahora, nada hace pensar que vuelva a estar disponible para los vecinos.
La única vez en los últimos años en que los vecinos pudieron entrar a este espacio verde ubicado entre la Casa Rosada y la avenida La Rábida fue entre la noche del 15 de julio y el sábado 18, cuando fue inaugurada la estatua de Azurduy. Tras el acto encabezado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el presidente boliviano Evo Morales (el Gobierno de Bolivia donó el monumento, que costó un millón de dólares), la plaza quedó abierta para una serie de festejos, que incluyeron espectáculos de baile, recitales de importantes grupos folclóricos y una feria gastronómica.
Pero ni antes ni después se pudo volver a entrar. El conflicto comenzó en 2007, cuando fueron inauguradas las obras de remodelación de la plaza y ensanche de La Rábida, que incluyeron el enrejado. En ese año, el Gobierno porteño, entonces a cargo de Jorge Telerman, firmó un convenio con el ex secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, en el cual se estipulaba que la plaza estaría abierta salvo cuando la Nación debiera “disponer las medidas de seguridad que estime pertinentes en ocasión de desarrollarse actos del Gobierno Nacional en Plaza Colón”, como recepciones a autoridades extranjeras y otras. Pero la Nación nunca cumplió. Más allá del argumento de la seguridad, lo cierto es que la Plaza Colón fue inaugurada el 9 de octubre de 1904 y desde entonces siempre había estado abierta.
Además del uso del espacio público, la discusión de fondo tiene que ver con la autonomía porteña. En 1996, cuando la Ciudad pasó a tener sus propia Constitución y sus autoridades electas, se dispuso que todas las plazas y parques y sus monumentos pasaran a la órbita del Estado porteño.
La situación se complicó aún más cuando se conoció en 2013 que el Gobierno kirchnerista quería sacar el monumento a Cristóbal Colón, que estaba en la plaza desde 1921, para reemplazarlo por la imagen de Azurduy. Pese a las quejas de las colectividades italianas, que en su momento habían donado la estatua de Colón, y a los recursos judiciales que presentaron vecinos y el propio Gobierno porteño, la Nación siguió adelante. La Legislatura porteña sancionó incluso una ley para impedir el traslado. Pero luego el Gobierno porteño y el nacional terminaron llegando a un acuerdo político: a cambio de que le permitieran el reemplazo de estatuas, la Nación autorizó a que la Ciudad continuara las obras de la autopista Illia, que también estaban bloqueadas. Hoy el monumento a Colón está en la Costanera Norte, donde debe ser reinstalado.
Otro paso más de la apropiación de la plaza sucedió hace un año, cuando la presidenta firmó el decreto N° 1.137, por el cual determinó nombrar como Lugar Histórico Nacional “al conjunto urbano constituido por la Casa Rosada, el Museo del Bicentenario, la Plaza Colón y la Reja Federal (sic)”. Así, le quitó el espacio verde al patrimonio porteño.
El siguiente capítulo de esta discusión podría venir por el lado del mismo nombre de la plaza. Durante el acto de inauguración de la nueva estatua, la transmisión oficial insistía en mencionar al lugar como “Plaza Azurduy”. Pero el nombre oficial sigue siendo “Plaza Colón”, y la única forma para rebautizarla sería que la Legislatura porteña apruebe, en doble lectura, una ley con el cambio de nombre. Según confirmaron en la Comisión de Cultura de la Legislatura porteña, aún no recibieron ningún proyecto en ese sentido.

Fuente: clasrin.com

VIVIR DEL ARTE:
TANTO TALENTO PARA CREAR COMO PARA CONSEGUIR RECURSOS

Una docena de artistas revelan los malabares de una agenda que incluye vender obras, dar clases, obtener subsidios y ganar becas.

      Foto: Gentileza del artista


Por María Paula Zacharías / Para La Nación


Hacer algo "por amor al arte" es sinónimo de gratuidad. Pero vivir del arte es otra cosa. La vida de muchos artistas argentinos es un constante equilibrio entre placer, deber, necesidad y deseo. Es la hazaña de vender obras en un mercado chico, dar clases, pedir un subsidio, ser artesano, ganar un concurso... o manejar un taxi de día y pintar al óleo de noche.
"Si hubiera tenido que vivir del arte habría pedido limosna en algún momento", se ríe hoy Edgardo Giménez, rey aquí del pop art, que supo combinar su dedicación al color con trabajos rentados como publicista y diseñador.
Richard Sturgeon hizo malabares desde los 18 años, cuando se descubrió artista: mañanas de banco, tardes de taller y noches atendiendo un bar. "Largué la vida corporativa a los 30 años y tenía un hijo. Primero compré un taxi y con eso me defendí unos dos años. Después trabajé en una galería, hasta los 45, cuando empecé a vender mejor. Pero nunca dejé de dar clases. No es una vida holgada", reconoce el ganador del Premio Nacional de Pintura 2014.
Este galardón es un desahogo después de una carrera, muchas veces, de obstáculos. Equivale a cinco jubilaciones mínimas y suma algo menos de $ 20.000.
"Nuestra vida es mucho mejor que la que tuvieron nuestros maestros. Antes, estudiar arte era la condena a una vida miserable", dice María Inés Tapia Vera, que acaba de ganar el premio en la categoría Grabado. "Fui pobre. En los 70 hasta era mal visto vivir de la obra. Cuando nos casamos con Eduardo Iglesias Brickles, no teníamos nada. Trabajé de mil cosas hasta que me recibí y me dediqué a la docencia, y Eduardo, a diseñar en diarios. Cuando vendíamos algo, ese año nos íbamos de vacaciones", cuenta Tapia Vera.
"Cuando gané el premio municipal, pude dejar las escuelas y tener algo de ocio creativo: es muy difícil llegar de la calle, tirar la cartera y ponerse a crear. El Municipal son alrededor de $ 9000 por mes. Pagás el alquiler y comés. Pero el Nacional me resuelve el problema de la jubilación", analiza.
Carola Zech es otra maratonista que llegó a esa meta. "En los 80 fui artesana mientras duró mi formación y, de ese modo, viajé mucho. Después, por unos diez años fui profesora de plástica y dedicaba al taller las tardes y noches. Puedo recordar el cansancio feliz de esa época tan constructiva. Un trabajo para sostener otro", recuerda.
"He vivido de la enseñanza en mi taller y de algunos premios. Gracias a la pensión del Gran Premio voy a tener la tranquilidad de seguir produciendo", cuenta Diana Dowek, ganadora 2015 en Pintura.
Los jóvenes encuentran diferentes recetas. "Este año nació mi segunda hija y las ventas no me acompañaron. Mi economía es mensual: pago alquiler y no tengo trabajo fijo", dice Hernán Soriano.
Se mueve en bicicleta y su obra está hecha con materiales muy baratos u objetos encontrados. "Hago trabajos de montaje, obras o encargos para artistas, escenografías o cualquier trabajo donde haya que construir cosas. Soy dibujante, escultor, tengo nociones de mecánica y pintura. Todo lo que gano está destinado a mi familia. En el amor soy una persona rica", dice.


Historias de esfuerzo y pasión

De la videoperformance de una mudanza a la venta de obra por kilo
    Foto: Gentileza del artista

"Vivir del arte no es fácil. Los artistas muchas veces tenemos que buscar alternativas laborales", coincide Catalina León. "Vivo un poco de la venta de mis obras y otro poco de mi trabajo en Vergel, asociación civil que entrelaza arte y salud. Aunque en este momento logro mantenerme, es siempre un terreno incierto", desliza.
Isabel Peña atravesó años de terapia lacaniana para asumir su esencia de artista y la imposibilidad de vivir de otra cosa. "Me ayudó a hacerme cargo de mi deseo y a salir al ruedo. Al principio no objetivás tu obra y sentís que te dicen a vos que no cuando rebotás en una galería o un premio. Pero salir y rebotar es menos malo que quedarte encerrado sintiéndote un genio incomprendido. Es dura la calle, pero te enseña un montón -recomienda-. Trabajar es un placer y una necesidad. En un momento me sentí cansada de luchar, y pensé en tener otro trabajo... pero me di cuenta de que sólo iba a perder años de vida a cambio de un sueldo."
No todas son pálidas. "Vivir del arte para mí es inevitable. Una pulsión vital", dice Paula Cecchi. Estudió medicina, pero nunca ejerció. "Siempre el arte me dio trabajo. Tuve la suerte de tener de maestro a Guillermo Roux y de ver a un artista y su vida de cerca", dice. Vive de la venta de obra y de dar clases, muchas clases, en el taller que abrió con su marido, Pablo Noce, también pintor, cuando la casa empezó a quedarles chica para sus cerca de 50 alumnos.
"La clave es perseverar, no dejar de trabajar y ser consecuente", comenta. Recibió un subsidio para hacer un libro de su obra, que cubría parte del gasto de impresión, y para el resto recurrió al financiamiento colectivo. Juntó lo que necesitaba en cuestión de días. "Fue un boom. Internet está abriendo caminos interesantes", cuenta.
Paula Pellejero integra otro matrimonio de artistas con buena suerte en la Web. Gracias a las ventas del taller de dibujos de entre $ 50 y $ 1000, difundidas por Facebook, solventan sus viajes laborales. "Cuando entra dinero desde el arte es invertido en nuevos proyectos. Y si no, me las rebusco presentando el proyecto a instituciones", cuenta.
    Foto: Gentileza del artista

El arte contemporáneo, ese que no está destinado al cubo blanco, requiere un ejercicio constante de papeleo: presentarse a becas, concursos, subsidios y convocatorias. En eso, Gaspar Libedinsky, uno de los ganadores del concurso BA Sitio Específico, es un experto. "Me nutro para ello de mi labor académica. De mi estudio salen obras que el mercado después rotula como arte, arquitectura o diseño. Pero el trabajo más rentable es el de curador, que también ejerzo, sin los riesgos del artista, que debe invertir en la obra sin la seguridad de que será vendida". Su proyecto Carrousel, una calesita a pedal, pronto empezará a girar en Parque Patricios.
Ana Gallardo, más que luchadora, es una gladiadora. "Fui asistente en galerías, camarera, cociné, inventarié colecciones, vendí celulares, jubilaciones privadas... He trabajado toda la vida y, hasta hace muy pocos años, en relación de dependencia", relata. De esos tiempos es reflejo su video La casa rodante, donde recorre la ciudad con su casa a cuestas. "Ahora tengo un plan un poco más cómodo, con honorarios por cada obra in situ, subsidios y clínicas", enumera.
Gallardo acaba de representar al país en la Bienal de Venecia y lleva adelante La Verdi, un proyecto de talleres gratuitos para artistas financiado con la ley de mecenazgo: "Encontrar empresas que te apoyen es lo más difícil".
El mercado es una necesidad y un riesgo. La joven Julieta Barderi tuvo en su primera muestra en una galería un fuerte éxito comercial. "Pero después empecé a trabajar una imagen más densa, incómoda. Si bien perdí lugar en la galería, ya que consideraron esta obra menos amable y que no se iba a vender, este trabajo fue después premiado", contó en una mesa redonda sobre cómo vivir del arte en la escuela Regina Pacis.
Enrique Burone Risso respondió desde la voz de la experiencia: "El artista, si trabaja con seriedad, tarde o temprano será reconocido. Es importante no aceptar condicionamientos y escapar a las modas, con una producción artística sincera". Por cuatro años trabajó a sueldo para una galería, hasta que empezaron a pedirle determinada obra. "La obra no se realiza para gustar o vender", advierte. Con su galería actual tiene un acuerdo diferente: "Voy a porcentaje de la venta y la obra siempre es del artista".
"A mí me gusta llegar a fin de mes tranquilo", dice sin problemas José Luis Anzizar. Llegó a ocupar el puesto de director de Operaciones y Tecnología para América Latina del Citi, donde trabajó por 20 años. Renunció en 2002, para dedicarse al arte, pero también fundó una consultora de liderazgo, donde aplica sus facilitaciones gráficas.
"Vivo en un 50 por ciento del arte y el otro 50 por ciento del liderazgo... y no veo la diferencia entre estas cosas", confiesa.

    Foto: Gentileza del artista


Existe un prejuicio: se le dice salonero al que concursa con frecuencia. Pero no es por eso que la pintora Deborah Pruden rehúye presentarse. "Las veces que mandé, ni me seleccionaron para integrar la muestra, y tenés que pagar el marco, el flete, cumplir requisitos... Desistí", reconoce.
"Los artistas seguimos pintando y exponiendo, aunque no nos paguen. Espero que esta idea romántica se vaya revirtiendo", añade Pruden.
"Si el artista se mantiene sólo en su taller buscando la obra, se vuelve frágil y dependiente. Un artista es un empresario de sus estéticas", alienta Mónica van Asperen, una artista con trayectoria. Y va más allá: "El dinero viene por la obra, si quien la hace la suelta a su destino".
Cada uno, sumando esfuerzo y pasión, encuentra su manera.
La casa rodante de Ana Gallardo. En esta videoperformance de 2007, la artista documentó el año en el que ella y su familia vivieron de mudanza en mudanza una vez por mes. Con los muebles más queridos a cuestas (en la foto su hija pedalea), recorrió ocho kilómetros en una tarde para recordar los traslados del living de su hermano al de su hermana, y de la vivienda de un amigo a la terraza de otro...
Paula Cecchi. Su obra se vende en la galería Laura Haber. Da clases en el taller de Guillermo Roux, en la Universidad Nacional de las Artes y en el Taller La Oficina, que abrió con su marido Pablo Noce cuando su casa empezó a quedar chica para los casi 50 alumnos y su pequeño hijo, pintor en potencia.Catalina León. Llegó a vender su obra por kilo en una verdulería, cuando creaba sobre escombros. Este año las cosas pintan mejor: trabaja en arte y salud en el hospital Garrahan y tiene taller sin cargo en Prisma, una entidad subvencionada mediante ley de mecenazgo
José Luis Anzizar. No tiene problemas con su galería, Elsi del Río (la dirige su marido, Fernando Entin). Trabajó 20 años en el banco Citi y ahora da cursos sobre liderazgo. "Cualquier técnica es lo de menos. Hoy lo que ayuda a crecer es la capacidad de comunicar y de relacionarse con otros", alienta.


Fuente: lanacion.com


FUROR POR SAN MARTÍN:
EL SABLE CORVO DISPARÓ LAS VISITAS AL MUSEO

En el 165° aniversario de la muerte del prócer.

Unas 22.500 personas pasaron a conocer el arma del Libertador desde que se mudó de Palermo a San Telmo.

De guardia. El sable corvo de San Martín, flanqueado por dos granaderos en la sala principal del Museo Histórico Nacional. /Andres D’Elia.
    De guardia. El sable corvo de San Martín, flanqueado por dos granaderos en la sala principal del Museo Histórico Nacional. /Andrés D’Elia.

Alfredo Dillon

Si pudiera trazarse un ranking de los próceres argentinos más populares, seguramente José de San Martín lo encabezaría por amplia ventaja. Basta con reparar en el fenómeno desatado en el Museo Histórico Nacional tras la llegada de su sable corvo: la cantidad de visitas mensuales se quintuplicó desde el 24 de mayo, cuando los granaderos escoltaron el traslado del sable desde el Regimiento de Granaderos a Caballo de Palermo hasta el Museo, donde lo recibió la presidenta Cristina Kirchner.
Desde ese día, más de 22.500 personas pasaron por el Museo, ubicado en Defensa 1600, en San Telmo: un promedio de 11.000 visitas mensuales, contra las 2.000 que solía recibir. El sable corvo es la estrella de la muestra permanente, titulada “San Martín de puño y letra”, que incluye también la recreación de la habitación del prócer en Boulogne sur Mer, Francia –donde murió el 17 de agosto de 1850, hace 165 años–; así como objetos personales y pinturas que retratan sus principales hazañas.
Además se pueden ver varios retratos del Libertador –incluyendo el único daguerrotipo original, de 1848, que inmortalizó a un San Martín anciano y canoso– y fragmentos ampliados de sus cartas. Estos elementos funcionan como prólogo para el gran atractivo del Museo: la sala –similar a una capilla, con un vitral en el techo– donde se exhibe el sable corvo, encerrado en una vitrina iluminada y custodiado por los granaderos. Lo rodean las armas de otros héroes del panteón nacional: Manuel Belgrano, Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas y Guillermo Brown.
La historia del sable corvo es conocida: San Martín lo compró en Londres, lo empuñó en las guerras de Independencia y, antes de morir, lo legó a Juan Manuel de Rosas en homenaje a su defensa del honor de la República “contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”. Ya en el siglo XX, la espada fue robada dos veces del Museo Histórico por la Juventud Peronista, que con ese gesto buscó unir, en una misma línea histórica, a San Martín, Rosas y Perón. En 1967 el dictador Juan Carlos Onganía decidió trasladarlo al Regimiento de Granaderos a Caballo, donde permaneció hasta este año.
El recorrido de la muestra se completa con la sección “San Martín interactivo”, una instalación que le permite al público entablar un diálogo virtual con el prócer, y con un rincón para chicos donde se proyectan capítulos de Zamba, la tira animada del canal Paka Paka.
Los textos seleccionados en la exhibición perfilan a un San Martín comprometido con la causa americana y obstinado en mantenerse al margen de las luchas internas en el país. Así lo expresa su carta al general peruano Ramón Castilla, reproducida en varias salas: “En el período de diez años de mi carrera pública, en diferentes mandos y estados, la política que me propuse seguir fue invariable en dos solos puntos: (...) no mezclarme en los partidos que alternativamente dominaron en aquella época en Buenos Aires. (…) El segundo punto fue el de mirar a todos los Estados americanos en que las fuerzas de mi mando penetraron, como Estados hermanos interesados todos en un santo y mismo fin”. 


Fuente: clarin.com

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Correo de Lectores

San Martín compró su sable corvo en Londres, en 1811

El Cartero de NOVA.
Por Alejandro Fargosi (*)

Lo trajo a Buenos Aires, lo usó durante toda la Campaña Libertadora, lo hizo llevar a Europa, lo legó a Rosas en su testamento, lo trajeron a Buenos Aires, Rosas lo volvió a llevar a Europa y tras su muerte, al fin volvió a Buenos Aires, directamente al Museo.
Es decir que duró entero más de 200 años, pasó por combates y batallas, viajó entre Europa y la Argentina en barco cinco veces y hasta sobrevivió a dos robos violentos.
Pero llegó el kirchnerismo y fue dañado de gravedad: su dragona, que estaba integrada al mango, desapareció en algún momento por el traslado y absurdo e innecesario desarmado del sable.
Porque además de sacarlo del Regimiento de Granaderos al Museo Histórico Nacional, fue entregado al platero Pallarols para que lo desarmara, copiara y volviera a armar. Un absurdo completo, porque existen suficientes copias que se hicieron sin desarmarlo, que equivale a dañarlo.
Ya había copias exactas y no se necesitaba manosearlo. Menos todavía desarmarlo. Y por supuesto que jamás, romperlo.
En ese proceso perdió su dragona. Quizás esté guardada en algún lado. Ojalá.
Pero es inadmisible que haya sido separada del sable, ya que eso implica que fue cortada, desarmada o algo peor.
Algún día lo sabremos. Ojalá que sea pronto.
Y si el sable sufrió daños, la responsable legal es la presidente. 

(*) Mail: alejandro@fargosi.com


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Presidencia de la Nación
Sala de Prensa

Cultura - 18 de agosto

Comunicado sobre la dragona del sable corvo de San Martín

El Ministerio de Cultura de la Nación aclaró hoy que la dragona del sable corvo del General San Martín permanece en el Museo Histórico Nacional y no fue extraviada, tal como se manifestó en un matutino porteño.
A continuación, el comunicado completo emitido por la cartera nacional que dirige Teresa Parodi:
“El Ministerio de Cultura de la Nación informa que la dragona del sable corvo del General San Martín no “se perdió”, como se indica hoy en un artículo del diario Clarín que cita como fuente al abogado Alejandro Fargosi.
De hecho, la pieza nunca salió del Museo Histórico Nacional, desde que fue donada a la institución por los descendientes de Juan Manuel de Rosas, en 1897.
Cuando, en 1967, el dictador Juan Carlos Onganía le quitó al Museo la custodia del arma, tanto la dragona como la caja original del sable permanecieron en el edificio para exhibirse al público.
En la actualidad, la dragona - o correa del arma- se encuentra en restauración en el taller de textiles del organismo ya que se comprobó que está dañada la traba que la ajusta a la empuñadura. Cuando finalice el proceso, serán los Granaderos a Caballo quienes la coloquen en su sitio en un acto público.
Es importante aclarar también que la correa no es de cuero, como sostiene el denunciante, sino que está confeccionada con hilos metálicos”. 

LA TRAGEDIA DEL HOTEL WATSON

Secreta Buenos Aires.

Estaba en Belgrano. Ganó fama cuando allí, descubierto por el marido engañado, un hombre mató a su amante y se suicidó.

Ubicación. Juramento y Vuelta de Obligado, junto a la Iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como “la Redonda”. Ahora hay un café.
    Ubicación. Juramento y Vuelta de Obligado, junto a la Iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como “la Redonda”. Ahora hay un café.

Eduardo Parise

La tragedia tuvo tres víctimas y conmovió a toda la Ciudad. Ocurrió en mayo de 1878. Por entonces otras noticias ocupaban los titulares de los diarios: el presidente Nicolás Avellaneda seguía impulsando la inmigración europea; su ministro de Guerra, el general Julio A. Roca preparaba la campaña al “desierto” para terminar con muchos habitantes originarios; los sanitaristas se preocupaban por la viruela y otros funcionarios creaban el Monte de Piedad (el actual Banco Ciudad) para “servir a la clase proletaria”, buscando promover el crédito barato y regular el mercado financiero. Pero aquellas tres muertes violentas, incluyendo la de un bebé, fueron demasiado para la sensibilidad de la gente.
Todo había empezado un mes antes, cuando un grupo de inmigrantes se había embarcado en Hamburgo, con destino a Buenos Aires. Para llegar a la “tierra prometida” eran más de treinta días de navegación. Entre esa gente estaba el matrimonio de Carlos y Teresa Scheiber, con sus pequeños hijos. También viajaba Julio Rohlfs, conocido de ellos. En la Argentina ya estaban radicadas varias familias alemanas llegadas desde la zona del Volga. Inclusive habían fundado pequeños pueblos como Colonia Hinojo, cerca de Olavarría. Al llegar a Buenos Aires, la pareja se alojó en el Hotel de Inmigrantes que entonces estaba cerca del Centro (funcionó allí hasta 1911, cuando se edificó el de Puerto Nuevo). Rohlfs se quedó en otro lugar de la Ciudad.
La sorpresa surgió un par de días después: Teresa desapareció, dejando a su marido y a los chicos. Lo llamativo es que ella llevaba un embarazo de casi ocho meses. Dicen que el hombre empezó a buscarla por toda la Ciudad, pero nadie tenía datos. Recién a la semana le llegó una información clave: su esposa estaba en el vecino pueblo de Belgrano. Fue la chispa que encendió el fuego de la tragedia. Cuando llegó, Carlos Scheiber descubrió que su mujer estaba alojada en el Hotel Watson, en Lavalle (hoy Juramento) y Río Bamba (hoy Vuelta de Obligado), al lado de la Iglesia de la Inmaculada Concepción, conocida como “la Redonda”. Junto con la mujer estaba Julio Rohlfs, su amante. Las crónicas de la época dicen que, al verse descubiertos, Rohlfs agarró un arma, le disparó a Teresa y se suicidó.
El Hotel Watson era un símbolo del lugar. Su dueño, Thomas Watson, un inglés nacido en 1837, se había radicado en el país a principios de la década de 1860. El hotel funcionaba allí desde unos años antes de la construcción de la monumental iglesia, que se inauguró en diciembre de 1878. Tenía dos pisos y hasta un mirador para divisar la llegada de las diligencias que paraban en el lugar. Cuentan que era famoso por la buena comida que preparaba un cocinero escocés. El día de la tragedia, allí también estaba alojado Vicente Castañeda, un médico español. Al ver a la mujer baleada, Castañeda actuó rápido y con una cesárea buscó salvar al bebé. Pero la criatura murió al día siguiente.
Después se descubrió que los amantes habían previsto que todo podía terminar mal. Y dejaron dos cartas explicando su decisión. Teresa decía que nunca había amado a su marido y afirmaba: “Más vale morir que seguir en esta vida”. Julio sostenía: “No hay nada que me pueda convencer de seguir sufriendo esta vida penosa”. Y ambos, en sus textos, confesaban su amor. Hoy del hotel sólo quedan unos arcos de su recova. La parte superior fue demolida. Y, tras unos años de abandono, la recova se convirtió en el local de un elegante café. Quizá por allí también retumben los ecos del sonido que dejaba al pasar el viejo “tranguaicito”, un tranvía tirado por tres caballos percherones que iba desde la estación del tren, en el Bajo, hasta la actual calle Vidal. El servicio era para que los vecinos pudieran llegar hasta el ferrocarril, un medio clave para trasladarse al Centro de la Ciudad. Ese servicio especial, cuya concesión estaba a cargo de Luis Cevasco (antiguo vecino de Belgrano), funcionó hasta noviembre de 1915. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

PIDEN FONDOS PARA DAR CON LOS RESTOS DE GARCÍA LORCA

En otro aniversario de la muerte del poeta español, que se cumple hoy, empiezan a disiparse los misterios sobre las circunstancias de su asesinato
     García Lorca. Foto: Archivo

Por Laura Ventura  / Para La Nación


MADRID.- Aunque las enciclopedias en papel, Wikipedia y otros materiales de consulta se refieran al 18 o al 19 de agosto como la fecha del asesinato de Federico García Lorca, hoy se cumple un nuevo aniversario de su fusilamiento, en 1936, en el límite de los pueblos de Viznar y Alfacar.
La Diputación de la provincia andaluza de Granada organizó para esta jornada un acto en homenaje al "poeta del pueblo", con la actuación de Soleá Morente, en el parque que lleva el nombre del autor. En este marco hay una noticia para celebrar: el equipo interdisciplinario que comanda el arqueólogo Javier Navarro, secundado por el historiador Miguel Caballero, se encuentra cerca de reunir los fondos para poder desarrollar la excavación para poder encontrar el cuerpo de Lorca, arrojado a una fosa común durante la Guerra Civil.
"Esto es kafkiano. Mucho homenaje, pero la casa sin barrer", opina Caballero, quien se refiere a la contradicción de que se esté buscando a Lorca con aportes privados, en lugar de haber obtenido los fondos del erario.
España se recupera de su crisis económica en un año electoral, donde el gobierno andaluz, por un lado, teme aportar dinero a un proyecto que quizá no logre dar con el cuerpo del autor, y por el otro, teme quedar fuera de esta iniciativa. Por eso prestará la máquina excavadora.
La Asociación Cultural Regreso con Honor, integrada por el equipo de profesionales que lleva adelante la investigación (18 profesionales, en su mayoría catedráticos, entre ellos antropólogos, forenses, ingenieros y arqueólogos, etc.), se comprometió a hacerse cargo de los costos de la intervención por temor a que sus avances se viesen frustrados sin el dinero. Un donante anónimo otorgó en los últimos días una generosa suma que estaría cercana a reunir la cifra de 33.000 euros con los que se cubrirían los gastos de la excavación y exhumación del cadáver.
Resulta muy valioso el aporte de la tucumana María Marta Sampietro Vattuone. La doctora en Arqueología, junto con el geógrafo José Luis Peña, realizó una minuciosa tarea de reconstrucción que partió de fuentes orales, seguida por fuentes gráficas documentales donde pudo delimitar el área donde estaría el cuerpo de Lorca, enterrado junto con dos hombres. En este estudio se pudo detectar la presencia de tres anomalías en el subsuelo que serían los pozos donde se arrojaron los cadáveres.
El error en torno de la fecha de su asesinato parte de una biografía muy seria realizada por el hispanista Ian Gibson, quien reconstruyó los hechos a mediados de los años sesenta.
La información que le aportaron los testigos fue luego refutada a raíz de la aparición de documentos que prueban el error de quienes aseguraron que Lorca había estado tres días detenido antes de su asesinato.
El estudio más actual y exhaustivo, a partir del cual trabajó el equipo de Navarro, se condensa en Las trece últimas horas en la vida de García Lorca, de Caballero, quien ha logrado probar que el poeta fue asesinado la misma madrugada de su detención, el 17 de agosto de 1936.
A su vez, en este libro se explica que el motivo del asesinato del autor de Bodas de sangre no respondió ni a su presunta orientación política -era tildado de comunista- ni a su sexualidad. Lorca quedó en el medio de una reyerta familiar que había comenzado hacía varias décadas y su muerte fue una venganza contra su padre.
Esta investigación recibió aportes no solamente de españoles, sino también desde Puerto Rico, de los Estados Unidos y también de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido. Cuando se termine de reunir esta suma, las obras se iniciarían de inmediato.
En breve, incluso, se abrirá una cuenta bancaria en la Argentina para colaborar con el proyecto. Desde cuentas en el exterior, se pueden realizar donaciones a la Asociación Cultural Regreso con Honor (Bankia, Oficina 7413, Zaragoza) al siguiente IBAN: ES 93 2038 7413 5230 0040 6902.


Su paso por Buenos Aires

  • El poeta y dramaturgo español, que nació en Viznar el 5 de junio de 1898, vivió durante octubre de 1933 y marzo de 1934 en el hotel Castelar, en Buenos Aires
  • En ese lapso, también conoció otras ciudades, como La Plata y Rosario, y viajó a Uruguay.

    Fuente: lanacion.com

EL ARGENTINO QUE CUSTODIA LOS ROLLOS DEL MAR MUERTO

Adolfo Roitman creció en La Paternal, es curador en el Museo Nacional de Israel y logró que Google creara una plataforma para mostrar ese tesoro de la humanidad
Adolfo Roitman, antropólogo y experto en religiones comparadas, durante su reciente visita a Buenos Aires.  Foto: LA NACION / Fernando Massobrio
Adolfo Roitman, antropólogo y experto en religiones comparadas, durante su reciente visita a Buenos Aires. Foto: La Nación / Fernando Massobrio

Por Silvina Premat / La Nación

Uno de los mayores tesoros de la humanidad es custodiado, en el Museo Nacional de Israel, por un argentino. Es el antropólogo Adolfo Roitman, que creció en el barrio porteño de La Paternal, estudió en la UBA y se trasladó a Jerusalén en los años noventa.
Allá cedió a la fascinación que despiertan los rollos del Mar Muerto, como se conocen los pequeñísimos trozos de cuero de animal en los que los primeros hombres de esta era escribieron historias de profetas y otros relatos de época. En 1994 fue nombrado curador de esa colección, para la que el Museo de Israel había creado tres décadas antes el Santuario del Libro. Esa designación cambió la vida de Roitman. Y no sólo porque desde que ocupa ese cargo debió recibir visitas ilustres, como el príncipe heredero y hoy Felipe VI de España y Barack Obama.
"Ser responsable de este tesoro es como aquel que toda su aspiración era jugar en Ríver o en Boca y termina jugando en Barcelona con Messi", compara Roitman en diálogo con LA NACION después de dar dos charlas en la jornada sobre prevención y restauración de colecciones documentales realizada días atrás en la Manzana de las Luces por la Biblioteca Nacional.
Roitman, que no es un jugador solitario, abrió el cofre de los tesoros para todos. Logró que Google creara una plataforma específica para que cualquiera pudiera conocer las joyas más valiosas sin verse obligado a viajar a Israel. Desde setiembre de 2011 se exhiben en la gran vidriera virtual cinco de los ocho manuscritos más valiosos de su colección.
"Entrar en contacto con los rollos es como si se hiciera un viaje a través del túnel del tiempo y se hallaran huesos de dinosaurios que permanecieron sin ser tocados durante siglos", grafica el experto en religiones comparadas, graduado en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Son manuscritos cuya historia, según Roitman, parece la de un film hollywoodense. Transcurre en una de las zonas más bajas y secas del planeta: la del Mar Muerto, unos 400 metros bajo el nivel del mar, en el desierto de Judea. En ese escenario, en 1946, unos beduinos buscaban una cabra perdida y encontraron lo que ningún arqueólogo había visto jamás: manuscritos del siglo I dentro de vasijas de barro.
Fue en una de las cuevas de Qumran, en la costa oriental del Mar Muerto, a 35 km de Jerusalén. En un primer momento hallaron siete manuscritos que resultaron ser los mejor conservados y los de mayor significación de los 15.000 rollos encontrados en los años siguientes en otras cuevas. Estaban rodeados por un tejido y una sustancia pegajosa que los técnicos consideran destinados a la preservación. "Me pregunto si dentro de dos mil años tendremos el mismo éxito con los documentos que hoy queremos preservar de forma tan sofisticada", confesó Roitman.
  
Delicado trabajo con los milenarios rollos del Mar Muerto  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Delicado trabajo con los milenarios rollos del Mar Muerto  Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel
Delicado trabajo con los milenarios rollos del Mar Muerto  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Delicado trabajo con los milenarios rollos del Mar Muerto  Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Fragmento del rollo de Deuteronomio que incluye una bendición de Moisés; la escritura se va aclarando gradualmente  Foto: Autoridad de
Antigüedades de Israel
Otro antiguo fragmento, expuesto a iluminación especial para hacer visible lo antes imperceptible  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Otro antiguo fragmento, expuesto a iluminación especial para hacer visible lo antes imperceptible Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel
Fragmento del rollo de los Salmos, mostrado con una tecnología especial de imagen  Foto: Autoridad de Antiguedades de Israel
Fragmento del rollo de los Salmos, mostrado con una tecnología especial de imagen  Foto: Autoridad de Antigüedades de Israel


Accediendo al sitio del museo de Israel (http://www.imj.org.il/) y cliqueando en Srine of the book (santuario del libro), primero, y luego en The digital dead sea scrolls (Rollos del Mar Muerto digital) se puede conocer el único manuscrito completo del libro de Isaías , el gran profeta de Israel que vivió hace 2800 años. Un cuero de unos siete metros de largo en el que se despliegan 66 capítulos. Como el 90% de los rollos del Mar Muerto, también éste está escrito en hebreo, según el estilo macabeo propio de las dos primeras centurias de nuestra era.
En el sitio del museo también se ofrecen otros cuatro manuscritos conocidos, como el Comentario a Habacuc (uno de los profetas menores, que vivió hace 2600 años ), el Rollo del Templo (llamado también El sexto libro de la Torá); la Regla de la guerra o Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de las Tinieblas, y la Regla de la comunidad. "Quienes acceden ven esos manuscritos mejor que si los tuviesen frente a sus ojos porque están en una calidad de 1200 megapíxeles", dijo el experto. Y contó que desde 2013 se incorporó a la Web la "mejor traducción al español" de los manuscritos, de Florentino García Martínez.
A esa información se suma la ofrecida por un video de la Autoridad Nacional de Arqueología de Israel, disponible en YouTube.

Y, en poco menos de un mes, según anticipó Roitman a LA NACIÓN, se podrá ver, también de forma gratuita, una película producida por el Museo Nacional de Israel. Filmada con actores profesionales en los escenarios naturales, contará una historia de la Comunidad del Mar Muerto.
Si bien no es documental, a medida que transcurren las escenas se abrirán ventanas del lado derecho del monitor con información útil sobre los objetos o lugares que se muestran. "Se llama Human Sanctuary (Santuario Humano) y estará disponible en la Web de forma gratuita en inglés. Según la respuesta del público se buscará traducirlo a otros idiomas", prometió Roitman, para quien los rollos del Mar Muerto presentan "una realidad distinta en este momento en el que se busca conocer otras voces". Y su valor no es exclusivamente religioso, sino histórico y cultural, porque "informan sobre la época grecorromana, una de las más fascinantes de la historia de Occidente".

Radiografía de los manuscritos

  • Antigüedad: Los más antiguos son de hace 2300 años.
  • Material: El 80% está escrito sobre cuero de animal; el 20% restante son papiros.
  • Idioma: En hebreo el 90%; arameo el 8% y en griego el 3%.
  • Contenido: Libros apócrifos litúrgicos, esotéricos, gastronómicos, etc. (57%), sectarios (37%) y copias bíblicas (25%).

Itinerario desde que fueron encontrados

  • 1946. Descubrimiento. Un grupo de beduinos encuentra en una cueva de Qumran diez vasijas; una de ellas conservaba tres valiosos manuscritos. Otros cuatro se hallaron en esa misma cueva. En 1947 fueron vendidos cuatro a Atanasio Samuel y tres al arqueólogo Yigael Yadin.
  • 1949. Primera exhibición. Por primera vez en la historia, los rollos del mar Muerto se exhiben en Chicago y Carolina del Norte, en los Estados Unidos. Un año antes habían sido sacados de Israel, luego de declararse la guerra de la independencia.
  • 1954. Se venden por el diario. Atanasio Samuel vende los cuatro primeros manuscritos mediante un aviso que publicó en The Wall Street Journal. Los compra el hijo de Yigael Yadin, por 250.000 dólares.
  • 1955. Retorno a Israel. Se exhiben en Israel por primera vez en 1955. Hasta entonces se habían encontrado en once cuevas unos 15.000 rollos, la mayoría de ellos rotos. En total tienen 30.000 fragmentos.
  • 1965. Casa propia. Se inaugura el Santuario del Libro, una sección del Museo de Israel creada especialmente para la conservación y exposición de los rollos. Entre 1955 y 1965 fueron custodiados en el Museo de Rockefeller, en Jerusalén.
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Fuente: lanacion.com

EL ANHELO DE LAS FORMAS SIMPLES
QUE REVOLUCIONÓ LA ARQUITECTURA

El gran urbanista ideó un proyecto para Buenos Aires y diseñó una casa en La Plata. Este mes se cumplen 50 años de la muerte de Le Corbusier.
Su paso por Buenos Aires produjo escándalo y polémica.

Casa Curutchet. La casa que hizo en La Plata.
   Casa Curutchet. La casa que hizo en La Plata.


Miguel Jurado

Pronto se cumplirán 50 años del 27 de agosto de 1965, aquella mañana en la que fallecía Le Corbusier, tal vez el máximo arquitecto de todos los tiempos. Setenta y ocho años antes, había nacido en Suiza, en la pequeña ciudad de Chaux-de-Fonds, donde construyó su primera casa a los 18 años. En ese entonces, todavía era Charles Edouard Jeanneret, recién en la década de 1920 adoptó el pseudónimo con el que se hizo famoso.
En 1929, con la nacionalidad francesa adquirida, el padre de la arquitectura moderna estuvo en Buenos Aires por primera y única vez, su presencia tuvo una modesta repercusión entre el público y los medios. Fue invitado por la Asociación Amigos de las Artes para dar un ciclo de 10 conferencias, al final, casi para llamar la atención, ofreció su visión de una Buenos Aires moderna. En ese entonces, Le Corbusier no era el prócer de la arquitectura que llegó a ser 20 años después. Era, sí, un hombre inteligente y provocador con miles de ideas nuevas. Su plan para Buenos Aires incluía 12 megatorres en el río con aeropuerto flotante y un barrio de monoblocks en lo que hoy es el Microcentro porteño. Fue un escándalo. 
Le Corbusier se había hecho famoso en todo el mundo por propuestas urbanas tan revolucionarias como esta, todas basadas en la creación de una ciudad vinculada a la naturaleza, al sol y al aire puro. Claro, todas incluían la demolición masiva de lo que él consideraba la vieja ciudad. En Buenos Aires, sus propuestas no prendieron de inmediato, pero dejaron una simiente que fue tomando cuerpo en las décadas siguientes. En la época de su visita, aquí, los que entendían de vanguardias urbanas y arquitectónicas eran pocos y la ciudad estaba orgullosa de su aspecto parisino. Justamente ese aire europeo de la arquitectura porteña escandalizaba a Le Corbusier. El maestro vio a medio construir la Facultad de Ingeniería de Avenida Las Heras, que aún sigue incompleta, y se espantó de su estilo gótico, le sacó una foto y dijo que era para su “colección de cosas absurdas”. 
En una de sus conferencias afirmó que esta era la ciudad “más inhumana” que había conocido. “He recorrido durante semanas sus calles sin esperanza”, dijo frente a un auditorio atónito, pero agregó una luz al final de túnel para dejar la puerta abierta a sus propuestas: “Sin embargo, ¿dónde se siente como aquí semejante potencial energético, la presión de un destino inevitable? Un gran destino”. No volvió a la ciudad, pero tuvo una influencia notable en su planificación años más tarde y construyó en La Plata la única casa con su firma de América.


Artista. Su espíritu creativo también se extendía a la plástica.
    Artista. Su espíritu creativo también se extendía a la plástica.
Buenos Aires fue la primera escala del viaje iniciático de Le Corbusier por el subcontinente y lo marcó a fuego. Después de la capital argentina, visitó Montevideo, San Pablo y Río de Janeiro. En cada puerto dejó un proyecto urbano revolucionario. El suizo venía de varios intentos fracasados de construir ciudades modernas y lo que realmente le atraía de ese viaje era hacer contactos para diseñar la capital de Brasil. Ese emprendimiento también se le escapó, pero en 1950 tuvo la oportunidad de diseñar la primera ciudad planificada de la India, Chandigarh en Pendjab.
La determinación de Le Corbusier por cambiar las ciudades de cuajo siempre fue notable, así como su espíritu mesiánico. En 1922, en París, presentó un proyecto para una ciudad de tres millones de habitante que postulaba la descongestión del centro, el aumento de los edificios en altura con aeropuertos en las terrazas, más medios de transporte y más zonas verdes. Su idea fue olímpicamente ignorada.
Después del viaje por Sudamérica, con más bríos y seguro de que lo suyo era la polémica, Le Corbusier pisó el acelerador a fondo. En 1933 propuso la renovación del centro de París para mejorar el medio ambiente urbano y la eficiencia de la ciudad. Llamó a su proyecto la Ville Radieuse (la ciudad radiante). Una vez más, el suizo proponía demoler todo el centro de la ciudad, esta vez de París, lo que no le cayó bien a nadie. Sin embargo, los principios de su propuesta se convirtieron en modelo para los arquitectos jóvenes, que tuvieron su oportunidad después de la Segunda Guerra Mundial. “Yo me dirijo a los jóvenes”, proclamaba el maestro suizo y ellos eran los que sabían entenderlo.
En paralelo a su guerra de urbanista contra a la ciudad tradicional, Le Corbusier también era un arquitecto y un pintor de vanguardia. Después de sus iniciales (y abominables) casas en Chaux-de-Fonds, a los 30 años se mudó a París. Para ese entonces, ya había definido las principales ideas de su estilo revolucionario y las comenzó a publicar en revistas y libros. Su arquitectura había cambiado después de su viaje a Alemania, donde trabajó con los maestros modernos y trabó amistad con otro monstruo sagrado de la modernidad: el alemán Mies Van der Rohe. A partir de entonces, Le Corbusier comenzó a construir casas blancas, de formas simples y construcción sencilla.
La arquitectura de Le Corbusier defendía la funcionalidad y la pureza. Sus casas de las más elementales formas geométricas, elegantes y armónicas eran, sin embargo, un insulto para el eclecticismo dominante. La visión del suizo era muchas veces incomprendida. Hasta su esposa, Yvonne Gallis, cuestionaba sus creaciones. “Toda esta luz me va a volver loca”, dicen que dijo quejándose de los grandes ventanales que diseñó su marido para su departamento de la Porte Monitor, en París.
Conocedor intuitivo de las posibilidades de la comunicación, en 1926, durante un congreso de arquitectura moderna, Le Corbusier presenta su catálogo estético de lo que merecía llamarse arquitectura moderna. Los Cinco puntos de una nueva arquitectura para la nueva era: planta baja sobre pilotes; planta libre con estructura independiente que permitiera máxima flexibilidad funcional; fachada libre con columnas y vigas retrasadas respecto al frente permitiendo libertad compositiva; ventanas alargadas y terraza-jardín. Pero, sobre todo, lo que Le Corbusier ponderaba en ese documento era ‘la promenade arquitectónica': el edificio debía invitar a ser recorrido para ser entendido en su totalidad. Las casa blancas de Le Corbusier incluían cambios funcionales y estéticos avanzados para le época. Valoraba las instalaciones y las máquinas, al punto de dejar la caldera a la vista en el hall de entrada, algo impensado para los arquitectos clásicos, y bastante difícil de digerir hoy mismo.

Desde el Río. Así imaginó Le Corbusier, en 1929, la ciudad de Buenos Aires.
    Desde el Río. Así imaginó Le Corbusier, en 1929, la ciudad de Buenos Aires.





Sus obras seguían un elaborado sistema de proporciones basado en series matemáticas. Los investigadores aseguran que se inspiró en los conceptos de Leonard Da Vinci, como el número áureo y las series de Fibonacci. Lo cierto es que para la década del 40, Le Corbusier ya tenía un instrumento de su invención, el Modulor, que le permitían combinar proporciones y sistema métrico decimal a partir de las medidas del cuerpo humano. En 1946, se encontró con Albert Einstein en Princeton, cuando el suizo visitó los Estados Unidos para intervenir en el proyecto de la sede de las Naciones Unidas y se lo mostró. “Yo estaba pasando una etapa de incertidumbre y estrés -recordaría más tarde Le Corbusier-, me expresé confusamente, le expliqué el Modulor muy mal. En un momento, Einstein tomó un lápiz y comenzó a calcular. Estúpidamente le interrumpí y la conversación giró hacia otras cosas. El cálculo quedó sin terminar. El amigo que me había llevado se desesperaba”. Al día siguiente, Einstein le envió una carta destacando las virtudes del Modulor: "es una escala de proporciones que hace difícil lo malo y fácil lo bueno”. El Modulor fue publicado como un libro en 1948 sin demasiada difusión. Sin embargo, dio la vuelta el mundo y fue adoptado con entusiasmo por gran cantidad de profesionales jóvenes.
Para ese entonces, la arquitectura de Le Corbusier había cambiado. Ya no era el creador de prismas puros y superficies blancas. Poco a poco, el maestro de la Ville Saboye empezó a experimentar con el hormigón armado, los grandes parasoles y las masas pesadas y rústicas. En 1950 sorprendió al mundo con un nuevo manifiesto, algo nuevo incluso para él: la Capilla de Notre Dame du Haut, en Ronchamp, Francia. Era una iglesia en lo alto de una colina con un enorme techo de hormigón visto, gruesas paredes blancas con pequeñas ventanas de formas caprichosas y volúmenes pesados y curvos que parecían levitar. Le Corbusier había cambiado y el mundo de la arquitectura, que lo seguía al pié de la letra, cambió con él. Nacía el estilo Brutalista, como el que ostenta nuestra Biblioteca Nacional o el Banco de Londres, hoy Banco Hipotecario. De esa época y espíritu es la casa del doctor Curutchet en La Plata, la única de Le Corbusier en tierra americana, que demandó casi una década de construcción bajo la batuta de el argentino Amancio Williams.
El Le Corbusier que se ahogaba hace 50 años en las playas de la Costa Azul ya no era el vigoroso y polémico urbanista de la década del 30, ni el fanático de las proporciones áureas y las superficies blancas, ni tampoco el renovado artista que a partir de los años 50 jugaba con las formas, las texturas y los colores. En la playa de Roquebrune-Cap Martin, contrariando las recomendaciones de su médico, el Le Corbusier que se zambulló en el mar, nadó unos metros y sintió que le fallaba el corazón, era un prócer de la historia moderna, un anciano vital de casi 80 años que se había vuelto algo huraño pero que seguía -y sigue- inspirando a los espíritus jóvenes.


Fuente: clarin.com