VUELVE A SU DUEÑA UNA ESCULTURA DE RODIN ROBADA EN 1991

"Chica joven con serpiente" está valuada en 100.000 dólares.
Fue sustraída de la casa de una coleccionista en Beverly Hills, con ayuda de su mayordomo.
"Chica joven con serpiente", escultura de bronce del artista francés.

El final parece el de un clásico relato policial: fue el mayordomo. En 1991, una coleccionista de arte de Beverly Hills se fue de viaje y dejó su casa por algunas semanas. Al mayordomo, que se había jactado de los millones de su empleadora en un bar, le pagaron 5.000 dólares por entregar copias de la llave de la casa -y por su silencio, claro-. Durante las semanas que duró el viaje, un grupo de ladrones entró y salió varias veces de la vivienda para llevarse varias piezas de arte, valuadas por un total de un millón de dólares. En el botín estaba Chica joven con serpiente, una escultura de bronce de Auguste Rodin, que acaba de ser nuevamente atribuida a su dueña legítima y que, con un precio estimado de 100.000 dólares, será subastada este año en Nueva York.
Tardó veinte años en aparecer la escultura: en 2011 fue ofrecida anónimante en la casa de subastas Christie's, en su sede londinense. Como la obra del escultor francés estaba denunciada, se iniciaron investigaciones y negociaciones entre los abogados de los que la ofrecían y los de la coleccionista de arte de Beverly Hills, cuyo nombre no se dio a conocer. La policía de esa zona de Los Angeles, que había encontrado y detenido al mayordomo en un hotel de Miami, investigó el caso durante 24 años y finalmente logró que la coleccionista fuera reconocida como la legítima dueña de la obra.
El caso no fue cerrado: en esas "visitas" habilitadas por el mayordomo, los ladrones se llevaron además un bosquejo de El beso, una de las esculturas más celebres de Rodin, y La primavera eterna, otra obra del francés. "Cuando volví después de ese viaje, mi casa estaba como si le hubiera pasado un terremoto por encima", declaró la coleccionista al diario británico The Independent. Pasado el temblor, recuperó la primera pieza.


Fuente: clarin.com

MEMORIA FOTOGRÁFICA:
MIRAR EL PASADO PARA CONSTRUIR EL PRESENTE
CON RECUERDOS

Universos visuales / Entre el documento y la ficción

La brasileña Rosângela Rennó rescata viejas fotos y las utiliza para su obra, en una forma de reinvención; exhibe en Buenos Aires y mañana dará una charla en el Malba
   Reproducción de un tatuaje presidiario como una cicatriz.

Por María Paula Zacharías / Para La Nación


Rosângela Rennó es fotógrafa, pero sobre todo, una rescatista: sirviéndose del pasado y sus vestigios, la artista conceptual brasileña crea con recuerdos el presente, o pesca de allá lejos y hace tiempo aquello que va camino al olvido. También hace fotos imposibles: registra la huella de una imagen perdida para siempre. O inventa recuerdos, como el video que recrea un diálogo probable ocurrido hace 500 años. Su obra parte de la idea de que el pasado es irrecuperable y de que todo acto de memoria supone una reinvención: "No me veo manejando las cosas obvias de hoy, como las imágenes de Instagram. Me interesa lo que la gente olvida y va a ser necesario en un futuro. Esos pantanos son los que me dan ganas de trabajar y producir algún sentido para mi país y para mí misma. Son obsesiones", dice.
Reconocida en el mundo, su obra está presente en dos exposiciones que se pueden ver ahora en Buenos Aires, dentro de la Colección Daros Latinamerica que exhibe Fundación Proa, y en el Malba. En este museo, mañana, a las 18.30, dialogará con Agustín Pérez Rubio, curador de la muestra Memorias Imborrables, invitada por la feria Buenos Aires Photo, que inicia así un programa de acciones mensuales para difundir la fotografía latinoamericana.
A mitad de camino entre el documento y la ficción, Rennó inventa nuevas materialidades para la fotografía: hace collages de fotos preexistentes, superpone diapositivas, agrega veladuras, desenfoca, crea fantasmagorías, reproduce imágenes con proyectores vetustos para lograr la mirada nebulosa del recuerdo, y borra las huellas de la autoría. La propia y la ajena. Trabaja con archivos, revitalizándolos en instalaciones, videos, esculturas, proyecciones o libros. "Fotografiar es un pretexto para hablar de varias cosas que son más grandes: comprender olvidos de la memoria histórica, hablar sobre el espacio público, el mercado de arte y, sobre todo, la humanidad", observa.

De la serie Operação, que la artista de Belo Horizonte realizó en 2014
   De la serie Operação, que la artista de Belo Horizonte realizó en 2014
 

En el video que se ve ahora en Malba, Vera Cruz (2000), de la Colección Videobrasil, recrea un registro que nunca existió a partir de una carta que cuenta el descubrimiento de Brasil, en 1500. Diálogos subtitulados y una imagen que no está, con las dificultades técnicas de un viejo documento, como ruidos, rayones, hongos y otros accidentes típicos de una película vieja. "Los hechos exactos son imposibles de recuperar, por eso prefiero trabajar con las amnesias, más que con las memorias. Me gusta intervenir, añadir algo a los agujeros. Y me interesa tener mucha más ficción que documento dentro del documental. La carta que los brasileños tenemos por certificado de nacimiento es una ficción, porque Brasil ya había sido descubierto antes. Son construcciones manejadas institucionalmente para que comprendamos la historia a partir de lo que el poder decide que son momentos importantes. Hay muchos agujeros en nuestra historia, no hay un flujo continuo y hay varias lagunas de amnesia. Busco ese punto de olvido", explica su procedimiento.
Por eso también le quita el sueño el patrimonio que se pierde. "Hay falta de conciencia en la construcción de nuestra memoria. No se invierten tiempo y dinero", valora. De eso se trata la serie de fines de los años 90 Museu penitenciário-Cicatriz, que se ve en Proa hasta el 13 de septiembre, en el marco de la exhibición de artistas latinoamericanos de Daros, curada por Rodrigo Alonso y Katrin Steffen. Allí, Rennó busca la belleza en las fotografías de las pieles tatuadas de presidiarios y en registros de sus cabezas de principio de siglo XX, que rescató de un archivo que hoy, veinte años después, sigue olvidado. De las cajas con 20.000 negativos en vidrio que encontró rescató del abandono 300, las reprodujo, y aportó investigación para organizar el material.
Por su manía coleccionista, la fotógrafa andará recorriendo mercados de pulgas porteños en busca de lentes y proyectores. Su pasión por los objetos ya se hizo visible en la instalación Menos-valia [leilão], que presentó en 2010 en la Bienal de San Pablo. En ferias de antigüedades de distintos países encontró 73 artefactos fotográficos que se disponían para un remate al final de la bienal, cada uno con su cartel de precio original. "Fue un pretexto para discutir ideas del mercado de arte y de los objetos, y el ciclo de obsolescencia", cuenta.
Rennó tiene dos libros que documentan el robo de fotografías históricas 2005-510117385-5 -nombre que toma de un registro de identificación policial-; el segundo, A01 [COD. 19.1.1.43] - A27 [S|COD.23], ganador de los premios Libro del Año en Paris Photo 2013 y Libro Histórico en los Encuentros de Fotografía de Arles. Tiene planeado hacer un tercer libro sobre fotos robadas, pero no decidió aún sobre cuál caso se tratará. Lamentablemente, encontró varios para elegir.

Una artista en contra del olvido

Rosângela Rennó
Fotógrafa
Edad: 52
Origen: Brasil
  • Oriunda de Belo Horizonte, vive en Río de Janeiro. Es licenciada en artes plásticas y en arquitectura. Expuso en galerías de todo el mundo y participó de dos bienales de Venecia y de San Pablo.Imagen y (des)memoria
  • Mañana, a las 18.30, dará una conferencia en el Malba, acompañada por el director artístico Agustín Pérez Rubio. Las entradas se retiran una hora antes en la recepción del museo (Figueroa Alcorta 3415). Gratis.
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Fuente: lanacion.com

SUBASTAN EL FABULOSO TESORO
DE UN GALEÓN ESPAÑOL DEL SIGLO XVII

En Nueva York.


Un crucifijo de oro con esmeraldas colombianas incrustadas, monedas, lingotes de oro y plata forman parte de los elementos encontrados en el naufragio. Serán subastados el mes próximo, informó la casa de remates Guernsey’s. Pertenece al “Nuestra Señora de Atocha”, hundido en 1622 y descubierto en 1985 frente a los cayos de Florida.


Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP
Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP

Parte del tesoro del galeón español Nuestra Señora de Atocha, hundido en Florida en 1622 a causa de un huracán, será subastado en Nueva York el mes próximo en la casa Guernsey's, coincidiendo con el 30 aniversario de su descubrimiento por parte del cazador de tesoros estadounidense Mel Fisher.




Casi 40 objetos del galeón, entre ellos una cruz de esmeralda, lingotes de oro y plata, perlas salvajes o monedas españolas del siglo XVII, se venderán a partir del 5 de agosto. El Nuestra Señora de Atocha era el más famoso de los nueve barcos que se hundieron en Florida y tardó más de 150 años en ser encontrado, gracias al empecinamiento de Fisher, quien finalmente dio con él cerca de Cayos Marquesas, en 1985. La casa de remates estimó que el total de la venta será entre 1,5 y 2 millones de dólares.



Nuestra Señora de Atocha formó parte de una flota de 28 navíos españoles que zarpó de La Habana el 4 de septiembre de 1622 y fue azotada por un huracán al día siguiente, con un saldo de ocho embarcaciones hundidas. De sus 265 hombres a bordo, solo cinco sobrevivieron. Un mes más tarde otro huracán destruyó aún más los restos del galeón. Durante los siguientes 60 años, los españoles intentaron hallarlo, pero no encontraron ningún rastro y finalmente lo dieron por perdido. En 1969, Mel Fisher y su equipo comenzaron una búsqueda que duró 16 años hasta dar con el cargamento del Atocha, hallando objetos por un valor estimado en 450 millones de dólares. 

 

                                            Tesoros del galeón “Nuestra Señora de Atocha” / AFP
                                            Ese galeón español que ya es leyenda



El cazador de tesoros encontró 40 toneladas de plata y oro, incluyendo 100 mil monedas de plata, otras de oro y varias esmeraldas colombianas. Todo un botín que los colonos españoles llevaban a casa desde el Nuevo Mundo. Ahora, esta subasta venderá algunos de sus objetos favoritos de Fisher, que falleció en 1998 a los 76 años.




Las piezas más valiosas son un cáliz de oro valorado entre los 400.000 y los 500.000 dólares, dos insólitas perlas salvajes de la región de Nueva Esparta -valoradas entre 300 mil y 400 mil dólares y una cruz de oro y esmeralda, regalo del rey Felipe V de España a Elizabeth Farnese, duquesa de Palma, y que podría alcanzar los 125 mil dólares.
Pero quizá la más curiosa es una cadena de oro que el propio Mel Fisher llevó en la entrevista que le hicieron en El show de Johnny Carson tras encontrar el botín, que está valorada entre 90 mil y 120 mil dólares. En el programa, Fisher explicó que las joyas de oro, al contrario que los lingotes, podían pasar la aduana sin que el rey cobrara el 20 % de impuestos que se conocía como el quinto del Rey.







                                             

                                                 Cuando Mel Fisher encontró el tesoro


Fuente: clarin.com

EL CUADRO MÁS CARO DE LA HISTORIA
YA CUELGA EN EL REINA SOFÍA

Aunque no se ha confirmado oficialmente, «Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?)», de Gauguin, fue adquirido por la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares
El cuadro más caro de la Historia ya cuelga en el Reina Sofía
        Momento en que esta mañana se instalaba el Gauguin en el Museo Reina Sofía- AFP

No se recuerda una expectación mediática igual en el Reina Sofía. La nube de fotógrafos y cámaras de televisión era similar a la que suele haber en el Festival de Cannes para inmortalizar a Angelina Jolie en carne mortal.
Pero, sorprendentemente, no se esperaba a una estrella de Hollywood, ni a una modelo de Victoria's Secret, sino a un cuadro de Gauguin que iba a colgarse en la pared de una sala del museo. ¿Tanto amor por este artista hay en España?, se preguntarán. ¿Tan especialistas en arte nos hemos vuelto los españoles? Ninguna de las dos cosas, lamentablemente.
El motivo, mucho más prosaico: según el «New York Times», su propietario -la Rudolf Staechelin Family Trusormt, fada por tres socios: Rudolf Staechelin (nieto del coleccionista del mismo nombre que compró la obra en 1917), de Basilea; Martin Paisner, de Londres, y Carlyn McCaffrey, de Nueva York- lo vendió a la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares, convirtiéndose así en el cuadro más caro de la Historia, superando en nada menos que 50 millones a la venta de «Los jugadores de cartas», de Cézanne, también comprado por la Familia Real qatarí. La noticia, que se hizo pública en febrero de este año, nunca ha sido confirmada oficialmente por ninguna de las partes.


Primer viaje a Tahití



«Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?) fue pintado por Paul Gauguin en 1892, durante su primer viaje a Tahití, adonde se escapó huyendo de la civilización occidental. Es una obra maestra de la Historia del Arte, la respuesta del salvaje artista francés a la «Olimpia» de Manet. Pertenece a una serie muy cotizada de Gauguin de aquellos años en los que los títulos son preguntas. En él aparecen dos jóvenes que están conversando. Una de ellas es Tehamana, la adolescente de 13 años con la que se casó. Antes de su venta, el trust se había comprometido a que este cuadro, junto a una selección de obras de la colección, viajara al Museo Reina Sofía y, después, a la Phillips Collection de Washington, donde permanecerá hasta el 10 de enero. Y quisieron mantener este compromiso. Como así han hecho. Gracias a un acuerdo entre la Fundación Beyeler de Basilea y el Reina Sofía, ha habido un intercambio de préstamos. El cuadro de Gauguin ha formado parte, hasta el 28 de junio, de una monográfica de este artista en la Beyeler y esta fundación cedió al museo español un importante Miró.




El cuadro salió el lunes de Basilea, en un camión de la empresa SIT, especialidada en transporte de obras de arte, rumbo a España. Iban dos conductores para turnarse y un restaurador de la fundación Staechelin, que actuaba como correo. Pasó una noche en Barcelona, en los almacenes de la empresa en la Ciudad Condal, y el miércoles llegó sobre las cinco de la tarde al Reina Sofía. Como es preceptivo, pasó un día aclimatándose en su embalaje. Ayer se subió a las salas.
Explica el director del museo, Manuel Borja-Villel, que no se han tomado medidas de seguridad distintas a las habituales, que son suficientes: cámaras y un vigilante en sala. Pero, si el número de visitantes se disparara, se tomarían las medidas oportunas, añade. Confirma que tampoco se ha aumentado el valor del seguro tras la venta del cuadro. La garantía del Estado se hizo cargo de casi la totalidad de los seguros, que asciende a más de 1.587 millones de euros, si sumamos los 10 Picassos que se exhiben en el Prado y los 166 del Reina Sofía (incluyen obras de la colección del Kunstmuseum de Basilea, y de dos colecciones privadas que están cedidas a este museo: Staechelin e Im Obersteg).


Pobre Van Gogh



El Gauguin cuelga ya en las salas junto a las obras de estas dos colecciones, donde se exhiben, hasta el 14 de septiembre, obras maestras como «El jardín de Daubigny», de Van Gogh. Ayer nadie le hacía ni caso a esta joya. De hecho, el correo de la Fundación y personal del Reina Sofía se afanaban esta mañana en proteger el lienzo ante la avalancha de los cámaras que inmortalizaban el Gauguin para que no sufriera ningún daño. Así de cruel es el mercado del arte. Si los 300 millones se hubieran pagado por el Van Gogh (nada imposible, dada la cotización del artista y la calidad de la obra), nadie hubiera hecho ni caso al Gauguin.
Rudolf Staechelin, acompañado por su mujer, habló hoy largo y tendido de todo, pero no soltó prenda de quién ha comprado el cuadro ni por cuánto dinero, pese a la insistencia de los periodistas. «Si están aquí porque es el cuadro más caro de la Historia es una razón equivocada -dijo el coleccionista-. No son dólares colgados de una pared, es arte. No es lo principal, sino admirar la belleza de esta obra maravillosa. Estoy feliz por ver aquí junta la colección, pero también triste, porque nos despedimos de la obra de Gauguin. De todas formas, estoy seguro de que no es el cuadro más valioso de este museo. Lo es el "Guernica"».


Historia de su cotización



En 1893, cuando fue expuesta en la Galería Paul Durand-Ruel, fue valorada en 1.500 francos suizos. No se vendió. Dos años más tarde salió a subasta por 500 francos. Tampoco encontró comprador. Su abuelo lo adquirió por 18.000 francos suizos. Staechelin, que tiene un hijo y una nieta, cuenta que en 1981 la obra se tasó en 6 millones de francos suizos. Le preguntamos sobre el futuro de su colección. En febrero reconocía a ABC que hay problemas entre la Fundación y el Kunstmuseum de Basilea y que no descartaba retirar de allí su colección. «Estoy abierto a que vuelvan allí, no lo excluyo, pero no he tomado aún la decisión. Es cierto que hay problemas con el museo, no lo oculto», advierte.
Cuenta que dos accidentes aéreos marcaron a su familia. En 1967un chárter de la compañía familiar se estrelló en Nicosia. Las pérdidas económicas obligaron a su abuelo a vender parte de su colección de arte: un Van Gogh y dos Picassos. Estos últimos los compró la ciudad de Basilea tras un histórico referéndum: el Gobierno pagó 6 millones y hubo otros 2,4 millones de aportación privada. Un Picasso emocionado donó a la ciudad cuatro obras. El segundo accidente aéreo se produjo en 1977: murieron en él su padre, su hermano y la novia de éste. «A los 25 años, recuerda, me convertí en responsable de la colección». Reconoce que, debido a necesidades económicas, hay patrimonio familiar colgado en muchos museos: «Se nos acercan muchos coleccionistas para que les vendamos obras. Decidí vender el Gauguin por falta de dinero, pero no lo hice por inversión ni por especulación. No esperamos para hacerlo a que fuera el momento más propicio del mercado». Por el momento, dice, no tiene intención de deshacerse de más obras: «Por ahora no necesito más dinero. No tengo yates ni novias con gustos caros. Es cierto que estamos tres personas en el trust, pero mi opinión tiene mucho peso».


Fuente: abc.es/cultura

UN DÓLAR DE WARHOL CUESTA US$ 33 MILLONES

El cuadro del artista pop, de 1962, se remató en Sotheby's de Londres
Esta pintura fue la primera de una serie sobre dinero  Foto: Reuters
    Esta pintura fue la primera de una serie sobre dinero. Foto: Reuters

¿Cuánto puede valer un dólar? Depende de quién lo firme. Si es el titular del Tesoro de los Estados Unidos, vale justamente un dólar. Si fue pintado completamente a mano por Andy Warhol, puede superar todas las expectativas de una subasta de arte. Y eso fue lo que sucedió anteayer en Sotheby's Londres: el cuadro pintado en 1962 y primero de su serie se vendió en US$ 33 millones.
"El dólar es más que simplemente la divisa norteamericana, es el símbolo de muchas cosas, las aspiraciones, la riqueza, el glamour, y creo que (Warhol) fue brillante señalando un gatillo del que todo el mundo podría tirar", argumentó a Reuters el especialista en arte contemporáneo de Sotheby's, James Sevier.
Si bien la obra tenía una expectativa de venta de entre 20 y 28 millones de dólares, en la subasta por la obra del gran artista pop que marca la historia de los últimos 50 años se obtuvieron varios millones más.
Durante la jornada de remate, hubo otras 21 pinturas inspiradas en la moneda norteamericana de otros autores, como Keith Haring, Joseph Beuys, Tim Noble y Sue Webster.
Fue una noche de buenas ventas para Sotheby's, que también remató dos obras de Francis Bacon recientemente descubiertas. Por Autorretrato y Tres estudios para un autorretrato, de 1975 y 1980, respectivamente, hallaron nuevos dueños por un total de US$ 46,8 millones.
La pintura de Lucian Freud Cuatro huevos en un plato, que perteneció a la duquesa de Devonshire, se vendió a US$ 1.543.000. La obra salió a la venta apenas un año después de la muerte de la noble británica, y superó 10 veces el valor estimado.
No trascendieron las identidades de los compradores, pero trascendió que hubo interés de coleccionistas chinos.


Fuente: lanacion.com

DE MÉXICO AL DELTA:
PINTAR EN COLORES, CON CONCIENCIA SOCIAL

Mientras Miguel D'Arienzo expone su serie más alegre en una galería de Retiro, las puertas de su casa-taller del Delta están abiertas con fines solidarios

La reina de la noche o la cantante de boleros tiene ese azul lapizlázuli tan característico
La reina de la noche o la cantante de boleros tiene ese azul lapizlázuli tan característico.


Por María Paula Zacharías / La Nación



Artistas e insurgentes, Cristos y peregrinos, ídolos y gringos, bodas y entierros, el circo y la muerte, volcanes y aguas. El pintor Miguel D'Arienzo reúne en sus Cuadernos Mexicanos los boleros más famosos con la icónica Frida Kahlo; los ejércitos zapatistas con la cantante Lila Downs; repasa temas centrales de la tierra azteca, y suma fotos, postales y recortes de diarios. Hay algo más: se preocupa tanto por el matiz de sus colores como por la suerte de quienes lo rodean. Así como muele pigmentos para lograr el mismo tono de la Casa Azul de Frida, invita a su taller, a su casa y a sus cuadros a quienes lo necesitan: pinta obras a cuatro manos con aborígenes, retrata la labor de los cartoneros y las desgracias de los inundados, y realiza tareas educativas y solidarias en su casa museo que algún día será de la comunidad. El reflejo de problemas sociales es una constante en su obra. Pero siempre está más cerca de la ternura que de la denuncia.
Su romance con México lleva años. "Es como un continente de culturas. Siempre admiré la potencia creativa de México. Esta muestra es una mezcla de las películas de Luis Buñuel y las que veía mi madre de María Félix. Y un gran pintor, Orozco. Yo viví en Italia y participé del muralismo italiano, que tenía una comunicación muy fuerte con el mexicano. En 1995 me seleccionaron para una muestra en el Hospicio Cabañas, bajo el mural de Orozco El hombre en llamas. Me trataron como mi mejor país, y desde entonces hay un amor mutuo. Empezaron una serie de viajes, registrados en unos diarios de apuntes. Los primeros cuadernos se perdieron en un taxi ecológico", dice D'Arienzo, que ha recorrido el país entero. Sus grandes telas y sus collages de pequeño formato que ya se vieron en la galería Miguel Hidalgo de Polanco, en la Ciudad de México, se exhiben ahora en la galería Isabel Anchorena (hasta el 3 de agosto, en Libertad 1389). Para lograr ese azul tan característico, compra lapizlázuli puro, piedra azul molida que importa de Colombia o Francia, donde aún hay minas. Hace mezclas en un mortero, y las esparce sobre tela cruda como si fuera un mural al temple. Después suma líneas y palabras en grafito. "Lo mío es una pintura más tradicional, artesanal. Como dice David Hockney, según un principio chino, se pinta con la mente, el corazón y la mano. Tiene que sentirse la humanidad", dice.

Inundados, una obra que da cuenta de la mirada cercana del artista a su entorno Inundados, una obra que da cuenta de la mirada cercana del artista a su entorno. 
 
D'Arienzo tiene dos talleres: uno en la Plaza del Congreso, con su circuito de cuatro cafés imprescindibles. De un salto se mete en el tren, sube unos minutos a la lancha colectiva para llegar al otro, en su suburbio acuático, una casa-museo y taller en una isla del Tigre, frente al MAT. Es una construcción a la que le puso nombre de museo, MADA, y que piensa donar a la comunidad a través de la Universidad del Salvador, con todo lo que hay adentro (obras de todas sus etapas) cuando ya no la necesite. Originalmente era una antigua casita simétrica, hecha sobre pilotes en 1940 por un inmigrante italiano, que D'Arienzo, de formación arquitecto, amplió con un trencito de tres galpones encadenados. Ahí Antonio Rottari, además de casas, hacía barcos como los que están anclados en la otra orilla del río Luján y que ahora a D'Arienzo le encanta mirar. Lo acompañan en su soledad isleña, lo mismo que sus dos perros negros, que lo siguen como su sombra.
MADA puede ser Museo de Arte del Delta Argentino o Miguel Alfredo D'Arienzo, porque las tres salas de exposición están dedicadas a su obra. "No nació por ego, sino para albergar obra que ocupa mucho espacio y es difícil vender, como las instalaciones", aclara. La obra más antigua es de 1978: "Es el año en que renací, porque volví a pintar. Fui a la Escuela de Bellas Artes cuando era maravillosa, con maestros como Aída Carballo y Antonio Pujía... Hoy sufro por el nivel educativo de la Argentina. Por eso trabajo con escuelas rurales del Delta con el dibujo, porque con la digitalización los chicos pierden la capacidad de observación de la realidad. No educan el ojo. Trabajamos con la botánica, relacionada con el dibujo, porque es una forma de observación". En la caja vidriada que es su comedor se juntan chicos de los colegios Michael Ham, de Nordelta, que hacen tours para salir de su burbuja, y de la escuela que apadrinan del Barrio Las Tunas. "Se encuentran acá e intercambian opiniones. Es muy lindo cómo trabajan juntos. En julio haremos una muestra con las máscaras que estuvimos haciendo", cuenta.
En su gira con muestras por museos del interior (Chaco, Río Negro, Mendoza y Corrientes) instauró una especie de residencia: presta los cuartos que le sobran a artistas de provincias que quieran venir a inspirarse y trabajar. "Me alimento de todo esto. No todo es plata para un pintor." También tiene obras hechas con pobladores wichis, que se venden a su total beneficio. Hay en el MADA una copia de una Menina rodeada de dibujos infantiles que compró el gobierno holandés.

De lo urbano a lo rural

Mientras prepara una muestra para el Museo Provincial Rosa Galisteo de Santa Fe, en uno de sus galpones, D'Arienzo echa leña a la salamandra y deja pasar a Negro y a Groncho (bautizado así por la amiga que se lo regaló, la escritora Luisa Valenzuela). Ahí lo espera un lienzo a medio camino de una pareja de recién casados que es sorprendida por un tsunami en su hotel. Transcurre en Veracruz y ya tiene título, Ex-voto imaginario. "Me encantan las pinturas populares que hay en las iglesias, que también le gustaban mucho a Frida Kahlo. Es expresión del arte popular, imaginaciones sobre situaciones de la vida con una mezcla de humor y tragedia, típico del espíritu mexicano."
También tiene en marcha otra de sus grandes ambientaciones, esta vez de una tapera, que nace de una observación en el río Salí, de Santiago del Estero. "Me interesa ahora la polaridad entre lo urbano y lo rural", adelanta. En las muestras de D'Arienzo siempre hay una pintura que toma cuerpo, gana el espacio y más que escultura, es una instalación habitable, como el carro de cartoneros que se vio en el Museo Sívori, La Cartomaquia del Palais de Glace o la barcaza de Sudestada que ahora se ve en el MADA. En Cuadernos Mexicanos hay una mesita con silla, que bien podría estar en un patio del DF, pero que en la galería de Recoleta invita a sentarse entre flores y pinceles y hacerse un retrato con su pintura Santa Frida.
Esta pulsión escenográfica quizá tenga que ver con el cine, que es su gran pasión. "Soy un pintor narrativo. Trato de no caer en la ilustración, pero sí me dejo llevar por lo cinematográfico. Me interesa mucho el cine, y busco su temática para la pintura. En un cuadro cuento una historia en distintos planos secuencia", dice. "Alguna vez me han acusado de folklorista. Para mí la pintura es una forma de reflexión. Si no, me aburriría. Soy un cineasta frustrado. Para mí una pintura es un storyboard donde imagino una película. Me interesa el diálogo entre arte y cine: Tarkovsky con Brueghel, Pasolini y el Quattrocento; Fellini era caricaturista y se nota en sus personajes. Y en este trabajo sobre México me inspiró un maravilloso estudio de Serguei Eisenstein de 1930, ¡Que viva México! Generó una iconografía de uso plástico que después retomaron muchos mexicanos, como el fotógrafo Gabriel Figueroa. Me gusta mucho también la pintura de Julio Galán, que es como un Almodóvar que pinta..." Claro que lo suyo es y será la pintura: "Me dedico a la pintura. Soy figurativo. Y como no puedo escribir ni puedo filmar, pienso sobre lo que me rodea, que es la sociedad argentina".

Perfil de artista

Miguel D'arienzo

 
ARTISTA

Nació en Buenos Aires en 1950. Expuso en México, España, Madrid, Bruselas y Perú. Durante 10 años integró los remates de arte latinoamericano de Christie's, en Estados Unidos

Cuadernos Mexicanos

La muestrá está colgada en la galería Isabel Anchorena, Libertad 1389, hasta el 3 de agosto|

Visitas al MADA

Para conocer su taller hay que comunicarse por el correo mada@mada-darienzo.com.ar o al teléfono 4383-2739.

Arte y México

A propósito, el Cine Amigos del Bellas Artes tiene en cartel el ciclo Luis Buñuel en México, www.cine.aamnba.org.ar.
Fuente: lanacion.com

POLESELLO:
RETRATO DEL ARTISTA QUE SE ADELANTÓ A TODAS LAS ÉPOCAS

Universos visuales / Homenaje a un maestro

A un año de su muerte, Malba presentará el jueves 120 obras fundacionales de su larga carrera
El efecto multiplicador de las placas de acrílico talladas, marca registrada de Polesello  Foto: LA NACION / Fernando Massobrio
   El efecto multiplicador de las placas de acrílico talladas, marca registrada de Polesello  Foto: LA NACIÓN / Fernando Massobrio
Por Celina Chatruc / La Nación

Parecía una estrella de Hollywood. Como un Al Pacino criollo, a los 30 años Rogelio Polesello posaba para las revistas con mirada seductora, recostado sobre un sillón inflable en el living de su casa, o junto a dos modelos que asomaban entre coloridos objetos de acrílico. Apenas una parte de la extensa producción de arte óptico que lo hizo famoso a nivel internacional, y que ya integraba colecciones de importantes museos como el MoMA y el Guggenheim de Nueva York.
Con esas imágenes se encontraron Verónica Rossi y Josefina Barcia cuando abrieron decenas de cajas en la casa de Belgrano donde el artista trabajó hasta su muerte, el año pasado. El equipo enviado por el Malba preparaba entonces la muestra antológica que el museo porteño inaugurará pasado mañana, con las obras fundacionales de una carrera que abarcó más de cinco décadas.
"A los 20 años ya era considerado un niño prodigio por los principales críticos de la época", dice a LA NACION la curadora Mercedes Casanegra en la primera sala del recorrido, que sorprende con los trabajos menos conocidos de Polesello. Aquellas témperas, tintas, óleos y monocopias con formas geométricas que realizó a fines de la década de 1950, recién egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón. Es evidente su admiración de entonces por Victor Vasarely, padre del Op Art, a quien Jorge Romero Brest dedicó una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes en 1958.
"Esa época estuvo marcada por el furor del informalismo, el pasaje entre la modernidad y la contemporaneidad. Pero estas obras ya son contemporáneas", opina Casanegra mientras avanza hacia un imponente mural nunca antes exhibido. Realizado entre 1960 y 61, Signos de arena permaneció hasta ahora en la casa de San Telmo del arquitecto Antonio Morello, radicado en Nueva York.

La audacia en el uso del color, otro de sus sellos  Foto: LA NACION / Fernando Massobrio
     La audacia en el uso del color, otro de sus sellos  Foto: LA NACIÓN / Fernando Massobrio

"Mientras colegas como Kenneth Kemble y Luis Wells integraban trapos o elementos de metal en las obras, Polesello usó chapas como matrices para crear tramas con la pintura", señala Victoria Giraudo, coordinadora ejecutiva de curaduría del Malba, en el segundo sector de esta muestra destinada a jerarquizar a uno de los principales artistas argentinos. En esa misma línea, el museo fundado por Eduardo Costantini dedicó sus principales salas a Víctor Grippo, Oscar Bony, Marta Minujín y Antonio Berni, entre otras figuras clave.
Vestido de negro y con zapatillas deportivas flúo, Agustín Pérez Rubio entra ahora como un torbellino y se disculpa con acento español por su paso fugaz mientras supervisa los últimos detalles de una producción que demandó casi tres años y que incluirá un libro/catálogo de 400 páginas. El director artístico del Malba parece entusiasmado con el legado que heredó de la gestión anterior, a cargo de Marcelo Pacheco.
Los nervios irán in crescendo hasta horas antes de la inauguración, cuando lleguen desde Bogotá las piezas que completarán las 120 provenientes de colecciones privadas y de otros museos como el Nacional de Bellas Artes (MNBA) y los de Arte Moderno (Mamba) y Contemporáneo (Macba) de Buenos Aires. Y no cederán hasta el cierre de la muestra, el 12 de octubre, ya que está prevista una convocatoria similar a la lograda con las de Andy Warhol, Julio Le Parc y Yayoi Kusama.
Una vez más, las redes sociales jugarán un papel clave. Acompañadas por el hashtag #polesellojoven, seguramente se viralizarán en segundos las imágenes de rostros deformados por los acrílicos transparentes, creados por un hombre que consideró fundamental la participación del espectador en su obra. Y que apeló a los efectos ópticos para multiplicar los puntos de vista, sin discriminar técnicas ni materiales. Desde tapices hasta anillos, tapas de revistas de tejido o murales de gran escala en lugares públicos, Polesello exploró todos los caminos que pudo guiado por su talento y una curiosidad insaciable, sin abandonar jamás su primer amor: la pintura.

Detrás, la pintura: un amor que el artista nunca abandonó  Foto: LA NACION / Fernando Massobrio
   Detrás, la pintura: un amor que el artista nunca abandonó  Foto: LA NACIÓN / Fernando Massobrio

"A diferencia de Noé, no le interesaba teorizar. Era un intuitivo absoluto", recuerda Casanegra. Presente en casi todas las inauguraciones de sus colegas, hasta sus últimos días mantuvo el interés por adaptarse a los nuevos tiempos. A los 30 años ya parecía haber encontrado la fórmula del éxito, luego de que el premio Esso y su participación en la Bienal de San Pablo le abrieran las puertas de una carrera internacional. Entonces llegó el acrílico, y "Pole" saltó al vacío.
El efecto "ojo de pez" que encontró en el material importado lo llevó a realizar objetos que dialogaran a su vez con otras obras. Una de sus lupas, colocadas sobre El matrimonio Arnolfini de Jan Van Eyck, suma una profundidad infinita al espejo pintado en el siglo XV por el pintor flamenco.
En esos detalles se detuvo Casanegra al preparar esta exposición, que tuvo en cuenta los deseos del propio artista. Por ejemplo al abrir un hueco en la pared de la última sala, para que una de sus obras funcionara como una ventana al exterior.
"Él concebía las placas de acrílicos como arte, aunque después la gente las usara como puertas. En la continuidad de su búsqueda artística abrió el concepto de obra", explica la curadora, parada en el núcleo final de la muestra. Allí donde se reúnen las piezas escultóricas de colores más vivos, y donde el reflejo de su imagen parece reproducirse hasta el infinito.
Los lisérgicos años 70 dejaron su huella en estas obras que Polesello realizó con su hermano Osvaldo. Había pasado poco más de una década desde aquellas témperas sobre papel inspiradas en Vasarely. El artista había madurado y, sin embargo, parecía cada vez más joven.

Polesello joven

1958-1974
Inaugura: jueves 25 de junio a las 19, con entrada gratis
Cierra: 12 de octubre
Dónde: Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415)

Redes sociales

Imágenes de la muestra se compartirán con el hashtag #polesellojoven. En Instagram y Facebook ya se puede seguir el montaje día a día.


Fuente: lanacion.com