TRAS 700 DÍAS TIRADA ATRÁS DE LA ROSADA,
COMIENZAN A LLEVARSE LA ESTATUA DE COLÓN

La escultura de Juana Azurduy está lista para ser emplazada.

Hay operarios catalogando las piezas, que son subidas a un camión. Testigos indican que de noche son trasladadas aunque no se conoce el destino. El monumento se mudará a una plazoleta en Costanera Norte.
Grúa: técnicos mueven, ayer, piezas del monumento y las colocan en un camión. Hubo una protesta de los italianos y una ONG. (Emmanuel Fernández)
Grúa: técnicos mueven, ayer, piezas del monumento y las colocan en un camión. Hubo una protesta de los italianos y una ONG. (Emmanuel Fernández)


Nora Sánchez
Más de 700 días después de que lo desarmaron y depositaron sus piezas detrás de la Casa Rosada, empezaron a llevarse los bloques del monumento a Colón. Pero nadie sabe a dónde los trasladan. Así lo denunciaron diversas entidades de la comunidad italiana y la asociación Basta de Demoler, que ayer se manifestaron en la Plaza Colón.
Hace días que se ve movimiento en la Plaza Colón. Algunos operarios catalogaron las piezas de mármol de Carrara del monumento y, con una grúa, subieron algunas en camiones. “Han visto salir esas piezas en los camiones durante la noche. No nos consta a dónde van ni quién las va a cuidar”, dijo la presidenta de Basta de Demoler, María Carmen Arias Usandivaras.
“Seguimos bregando por lo mismo: Colón en su lugar. Y estamos aquí para hacer un acto de desagravio a la memoria y el espíritu de quienes donaron esta obra extraordinaria”, sostuvo Rubén Granara Insúa, de la Fundación Museo Histórico de La Boca, en un pequeño acto frente a la Plaza Colón.
El Gobierno nacional había acordado con el porteño que se encargaría del traslado y el montaje del monumento a Colón en un espigón frente al Aeroparque. Los trabajos costarían $ 25 millones. En el cantero Hidroavión Buenos Aires, como se llama el predio donde lo emplazarán, sólo se ven un cerco y un cartel de obra. Aún no avanzaron los trabajos para apuntalar el suelo, imprescindibles para colocar el conjunto escultórico, de 620 toneladas, sin que ceda o se hunda.
Ayer, fuentes del Ejecutivo nacional afirmaron que están actuando conforme a la ley aprobada por la Legislatura porteña, que avaló el traslado a Costanera Norte. Y dijeron questán en contacto permanente con la Dirección de Espacios Verdes de la Ciudad.
Desde el Gobierno porteño dicen que no tienen información de que hayan movido partes del monumento. “Sí nos informaron que iban a empezar con los trabajos y sabemos que ya comenzó la obra en Costanera –contó Claudio Avruj, subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad–. Todas las piezas del monumento están restauradas. El traslado, el apuntalamiento del terreno y el montaje del grupo escultórico van a llevar un año”.
El monumento a Colón fue tallado por Arnaldo Zocchi y donado por la comunidad italiana a la Argentina. Fue inaugurado en 1921 y desde entonces estuvo en la plaza detrás de la Casa de Gobierno. Hasta hace dos años, cuando en forma inconsulta y a pesar de que tanto la plaza como la escultura pertenecen a la Ciudad, el Gobierno nacional decidió desmontarla para instalar un monumento a Juana Azurduy. El Ejecutivo porteño protestó, aunque finalmente negoció y así se llegó al acuerdo para llevar a Colón a la Costanera Norte.
La comunidad italiana rechaza su traslado. “Cada una de las piezas en que fue desmembrado el monumento constituye una obra de arte y, todas ellas, son el testimonio de una arbitraria decisión del Estado Nacional, que bien puede ser calificada de un acto de salvajismo cultural”, expresó Horacio Savoia, el abogado del Círculo Italiano.
Las entidades que presentaron un amparo contra el traslado sostienen que sacar de la plaza los 124 bloques del monumento y la estatua es ilegal. Porque, según explican, se encuentra pendiente de resolución el recurso extraordinario por inconstitucionalidad que presentaron ante la Sala V de la Cámara en lo Contencioso Administrativo, para que el caso sea elevado a la Corte Suprema.
“La acción de amparo todavía no tiene una sentencia firme y, por el contrario, estarían vigentes las cautelares que ordenaron los sucesivos jueces de primera instancia –afirmó Savoia–. Esas medidas prohibieron el traslado del monumento a otro sitio que no sea la plaza Colón. En cambio, nada impide que se instale el monumento a Azurduy compartiendo ese espacio con el de Colón. En todo caso constituiría una expresión de diversidad cultural y de común pertenencia histórica”.
El pedestal que antes sostenía a Colón fue recubierto con lajas y está listo para recibir a Juana Azurduy. El artista Andrés Zerneri ya terminó el monumento a la heroína boliviana que luchó por la Independencia sudamericana. La obra, donada por Bolivia, costó US$ 1 millón. La intención del Gobierno nacional sería inaugurarla el 12 de julio, día en que se conmemora el nacimiento de Azurduy y la hermandad argentino-boliviana.




Fuente: clarin.com


CUANDO LOS LIBROS DE ARTE SON UNA OBRA EN SÍ MISMOS



Por Daniel Gigena / La Nación  
Vehículo de estatus social o documento imprescindible para la comprensión de diferentes momentos culturales -probablemente ambas cosas según el tipo de consumidor-, el libro de arte condensa significados en pugna: lujo y diversidad, belleza y conocimiento, sensualidad y lucro. El trabajo colectivo de artistas, editores, críticos y un público educado en su relación con las artes visuales trasciende de manera creativa las dificultades económicas y los prejuicios sobre un objeto cultural autónomo.
Ernesto Meccia, sociólogo y profesor en la UBA y en la UNL, brinda un aporte desde las ciencias sociales para entender las características de ese nicho de mercado: "La problemática sociológica de los consumos culturales es bien compleja. Más aún si se trata de libros de arte. La masificación del uso de las nuevas tecnologías y la accesibilidad de imágenes que posibilita obligan a dar todas las cartas de nuevo. A través de la Web, podemos aprovisionarnos de la obra de cualquier artista. Internet quitó a los libros su carácter de extraordinario". Para Meccia, esos libros siguen siendo "compendiosos", atributo central para parte de sus consumidores.
"Desde que abrí mi galería, primero en Buenos Aires y después en Madrid, tuve muy claro que era imprescindible acompañar las exposiciones con un catálogo." Quien habla es Jorge Mara, dueño de la galería porteña Jorge Mara-La Ruche. "Las exposiciones pasan, son hechos fugaces, pero el libro permanece y es simultáneamente un registro de que algo excepcional ha ocurrido y también una celebración del artista, su obra y nuestro proyecto común." Su voz no es una más; desde hace varios años, en colaboración con la diseñadora Manuela López Anaya, ha editado catálogos refinados de varios artistas locales y extranjeros, entre ellos, Ana Sacerdote, Eduardo Stupía, Macaparana, Grete Stern y Sarah Grilo, con textos de críticos como Ricardo Piglia, José Emilio Burucúa, Pablo Gianera y Luis Príamo. "Siempre tuve pasión por los libros y soy un comprador compulsivo. Por lo tanto, me da un placer enorme publicar catálogos que me permitan poner en práctica mis gustos estéticos y muchas veces literarios, ya que mi galería ha editado las reproducciones de las obras con textos de Ungaretti, Pound, Juan L. Ortiz, Rilke o Michaux", agrega Mara. El registro de esa pasión estética parece guiar varios de los libros de arte por parte de galerías o museos privados e instituciones públicas.
Pero ¿hay un auge de esas publicaciones? Valeria Balut, editora de ARTA Ediciones, sello independiente dedicado a la publicación y distribución de libros de arte contemporáneo, cree que sí. "Durante los últimos años, se comenzaron a editar más libros de arte en el país. Los motivos son varios: un interés del público hacia el arte contemporáneo; un aumento del interés por esos artefactos culturales y un interés de los artistas por contar microhistorias sobre sus experiencias creativas." ARTA ya ha publicado libros cuidados sobre las obras de Flavia Da Rin, Martín Legón y Hernán Marina. En cambio, Sigismond de Vajay, curador, artista y editor de KBB, advierte un vacío en materia de edición nacional de libros de arte. "No hay público aún. El editor tiene que editar y al mismo tiempo educar a un nuevo público; «la esponja» que pueda absorber estos productos culturales es muy limitada. Hay mucho trabajo por hacer. Además desde que empezó una crisis, notamos una baja del 60% en el consumo de este tipo de «lujos»." No obstante, su sello ya lleva publicados siete libros monográficos de Adrián Villar Rojas, Juan Becú y Víctor Florido, mientras que han previsto otros ocho títulos hasta 2016. "Los libros de arte permiten el acceso a la cultura a cualquier persona de poder adquisitivo medio. Sería ideal que universidades y bibliotecas los compren, ya que es materia prima para el conocimiento amplio", agrega. KBB participará de arteBA en Isla de Ediciones, el espacio que la feria dedica a las publicaciones.


El lujo del papel

Consultada por esta forma de consumo cultural, a veces considerada elitista y de escasa relevancia en términos comerciales, María José Herrera, directora del Museo de Arte Tigre, comenta: "Veo dos fenómenos. Por un lado, el de los catálogos-libros derivados de exposiciones de artistas o movimientos artísticos. Y por otro, el crecimiento exponencial de historias del arte, derivadas de tesis de doctorado. Esto es esencial para hablar de una historia del arte argentino. Hasta la década de 1990, había muy pocos libros de arte. Es a fines de los años 90 cuando comienza a editarse más, también estimulado por los avances tecnológicos en la impresión y la profesionalización editorial". En su joven historia, el MAT (fundado en 2006) publicó dos libros notables: el catálogo de su colección y uno de homenaje al centenario del edificio. El tercero, que se lanzará en junio, será Escenas de 1900, resultado de la exposición homónima y con ensayos diversos para abordar el tema del comienzo del siglo, el Centenario y esa época en Tigre. Museos públicos y privados, como el Malba y el Mamba, acompañaron muestras exitosas (Mario Testino o Sebastián Gordín) con libros de colección.
Editoriales como Adriana Hidalgo -que sacó volúmenes sobre Marcelo Pombo y Diana Aisenberg, bilingües y con textos críticos- y otras extranjeras, como Blume o Taschen, apuestan por la distribución de materiales tan bellos como costosos. María Eugenia Mariam, gerente de Taschen, sostiene que en la Argentina hay un gran interés por este tipo de libros. "Después de Estados Unidos, la Argentina es el país con mayor cantidad de visitantes en nuestra página web. El arte está pensado, en general, para un soporte físico, y nuestra calidad de impresión nos acerca mucho más a la obra verdadera. Ahora estamos haciendo libros con las acuarelas de William Blake para La Divina Comedia, impreso en papel para acuarela." Y agrega con entusiasmo: "Es un lujo, sí, pero es como se debe ver. No es lo mismo verlo online. Por eso creemos que en los libros de arte está el nicho del papel, y siempre lo estará".

un mercado con páginas para mirar

3%
Es la porción del mercado que representan los libros de arte
Editoriales especializadas
Blume, Taschen, Phaidon, AH, La Marca Editora; Mansalva
Espacios que editan
Asociación de amigos del MNBA, Mamba, Malba, Centro Cultural Recoleta y Fundación Proa, entre otros
Precios y tiradas
Cuestan entre $200 y $1500, y tiran de 100 a 1000 ejemplares
Isla de edición
El espacio dedicado a las ediciones de arte funcionará desde mañana y hasta el domingo en arteBA. La Fundación SM lanzará allí su Premio de Ilustración con un taller dictado por Isol.

Fuente: lanacion.com

UNA MEZCLA DE TERROR Y SEDUCCIÓN,
LA RECETA PARA CONTROLAR PALMIRA

Presión sobre la Casa Blanca / Crece la amenaza del terrorismo

Luego de una serie de ejecuciones en masa, EI se ocupó de las necesidades de la gente



Por Anne Barnard y Hwaida Saad / The New York Times



BEIRUT.- La semana pasada, no bien ocuparon la ciudad siria de Palmira, los milicianos de Estado Islámico (EI) se entregaron a un raid de ejecuciones sumarias en masa, dejando a su paso, tendidos en las calles, los cadáveres de sus víctimas, incluidas decenas de soldados del gobierno.
Y a partir de ese momento, según los residentes de Palmira, los insurgentes empezaron a actuar como funcionarios municipales: repararon la central eléctrica, pusieron en funcionamiento las bombas de agua, mantuvieron reuniones con los dirigentes locales, abrieron la única panadería de la ciudad y empezaron a repartir pan gratis. Plantaron bandera en lo más alto de las históricas y antiguas ruinas, y no se dedicaron a destruirlas y saquearlas, como hicieron en otros sitios arqueológicos que ocuparon.
A continuación, llegaron los ataques aéreos del gobierno sirio, que se cobraron la vida de varios civiles y le dieron a EI una invaluable ayuda política: en el lapso de unos pocos días, el blanco de la furia y el miedo de muchos residentes dejaron de ser los milicianos que estaban en tierra y pasaron a ser los aviones que atacaban desde el aire.
En Palmira, EI parece estar instalándose en el poder con una serie de pasos que ha perfeccionado a lo largo de dos años de acumular territorios en Irak y Siria.
Pero Palmira representa un nuevo giro: se trata de la primera ciudad de Siria que el grupo le arrebata al gobierno, y no a los rebeldes insurgentes. En Raqqa, más al Norte, y también en Irak, el grupo se movió con rapidez y sin miramientos, como si no encontrara rivales a su paso.
La estrategia de EI alterna entre aterrorizar a los habitantes e intentar seducirlos. Ocupa las instituciones y busca cooptar a los opositores al gobierno, presentándose como defensor del pueblo, o al menos de los sunnitas, contra la opresión de las autoridades nacionales.
Esa estrategia les ha servido para atrincherarse en ciudades como Raqqa, en Siria, y Mosul, en Irak, y ahora la están usando en Palmira.
La toma de Palmira fue relatada telefónicamente o por mensajes de texto por media docena de habitantes de la ciudad, incluidos seguidores y opositores al gobierno central. Todos ellos pidieron no ser identificados por su nombre completo, para evitar las represalias, tanto de parte del gobierno como de EI. Casi todos afirman sentirse atrapados entre las amenazas de más ataques aéreos del gobierno y las decapitaciones y matanzas de EI.
El miércoles pasado, por ejemplo, varios vecinos informaron que EI había matado a 20 soldados del ejército en un antiguo anfiteatro. Otros recordaron haber visto a soldados que eran quemados vivos o decapitados por los milicianos.
"Masacraron a muchos", dijo en referencia a EI el propietario de un café, que de inmediato cambió de tema y empezó a culpar a los ataques aéreos del gobierno de la muerte de varios de sus amigos. "Sólo Dios sabe qué están bombardeando. ¡Es aterrador!", exclamó.
Varios se manifestaron sorprendidos de que hasta el momento los abusos de EI no hayan sido más cruentos, pero al mismo tiempo los preocupa que la agrupación esté refrenando su brutalidad sólo para concitar apoyos.
"Están tratando a los habitantes de Palmira como si hubieran sido escudos humanos cautivos del régimen de Damasco", dijo un oriundo de Palmira que abandonó Siria y que recibe a diario noticias de sus familiares que quedaron en la ciudad.
El hombre, que pidió no ser identificado, dijo que el mensaje del grupo para todos, excepto para los combatientes progubernamentales, parecía ser el siguiente: "No tenemos nada que ver con ustedes. Sabemos que están sometidos a este régimen y que nadie los ayudó".
Pero en Palmira, donde la reducida insurgencia local contra el gobierno fue aplastada en 2012, no existe un rival armado antigobierno. Tal vez, sintiéndose menos amenazados, EI no atacó inmediatamente a los activistas que se oponen tanto a ellos como al gobierno de Damasco.


Fuente: lanacion.com

SÚPER PICASSO:
EL ARTISTA Y SU INAGOTABLE FÁBRICA DE GENERAR NOTICIAS
Y ESCÁNDALOS


Picasso solía regalar dibujos, pero, astutamente, no siempre los firmaba  Foto: AFP
   Picasso solía regalar dibujos, pero, astutamente, no siempre los firmaba. Foto: AFP

Por Luisa Corradini

"La vida y el trabajo de Pablo Picasso están unidos a la historia del siglo XX. Yo no sé quién es el mejor pintor de nuestro tiempo. Pero sé que, con sus cambios brutales y asombrosos, su pintura es la pintura de nuestro tiempo", dijo Octavio Paz, en vida del pintor. Lo que el Nobel de Literatura mexicano no podía saber en ese momento es que, con el tiempo, Picasso terminaría siendo el artista más prolífico y más caro de todos los tiempos, motivo de enconados odios familiares, víctima de copistas y estafadores de toda laya.
Como tantas veces en el pasado, la herencia de Picasso volvió a ocupar los titulares hace escasas semanas. Tres meses después del proceso y la condena de su ex electricista, acusado de haber robado centenares de sus obras, la policía francesa abrió una nueva investigación y detuvo a un marchand d'art, tras una denuncia formulada por Catherine Hutin-Blay, hijastra del genio español. Hija de Jacqueline Roque, segunda esposa de Pablo Picasso, Catherine Hutin-Blay radicó esa denuncia en marzo, después de constatar que ciertas telas que le pertenecen habían aparecido en el mercado. Algunas figuraban en fotos de la colección del magnate ruso Dimitri Rybolovlev, presidente del club de fútbol AS Mónaco.
Como muchos herederos de obras de arte, Catherine Hutin-Blay había confiado esos cuadros al marchand Olivier Thomas para ser transportados desde el sur de Francia y depositados en cofres de seguridad en la región parisina. Respondiendo a la denuncia, el tribunal de París abrió el 23 de marzo una información judicial por "robo", "complicidad de robo" y "estafa".
El 13 de mayo, después de allanar la sociedad de transportes y conservación de obras Art Transit International en la capital francesa, los investigadores detuvieron y trasladaron a su gerente, Olivier Thomas, a los locales de la brigada de represión de la alta delincuencia (BRB, por sus siglas en francés) de la policía judicial de París. Poco después, Thomas fue dejado en libertad, pero la investigación sigue su curso.
Dos días antes de esa operación policial, Picasso se había transformado en el pintor más caro del planeta en Nueva York. Las mujeres de Argel (versión 0), una obra pintada en 1955, fue adjudicada por 179,4 millones de dólares a un comprador desconocido. Esa cifra representa un récord absoluto en la historia de la venta de cuadros. "Es una obra de arte del nivel del Guernica o de las Señoritas de Aviñón, había afirmado antes de la venta Loïc Gouzer, vicepresidente de Christie's. Según la casa de subastas, también se trataba de uno de los últimos grandes Picasso que aún quedaban en poder de un coleccionista privado. Las mujeres de Argel había sido vendido también por Christie's en 1997 por 32 millones de dólares.
Los expertos de la venta habían estimado en 140 millones de dólares esa tela de 1 m x 1,46 m, que representa una escena en un harén. Aunque el precio de base fue fijado en 100 millones, el teléfono se encargó de propulsar las ofertas hasta los 160 millones. Finalmente, integrando el 12% de comisión cobrado por Christie's, la venta final fue cerrada en la astronómica suma de 179,4 millones de dólares.

Foto: GZA GALERÍA WITCOMB
Esa subasta dio un relieve especial a la extraña malversación de cuadros de Catherine Hutin. Ni David Bitton, el abogado suizo del sospechado Olivier Thomas, ni Catherine Hutin-Blay o sus representantes aceptaron hablar con LA NACION sobre el caso.
"Por un lado, existe el secreto del sumario. Por el otro, en este tipo de investigaciones lo fundamental es la confidencialidad y la paciencia", afirmó una fuente allegada a la investigación. "Todo aquel que se mueva por otra razón en el mundo del arte sabe que la única manera de recuperar un cuadro robado es actuar en el más absoluto secreto", agrega.
Los herederos de Picasso lo saben mejor que nadie. Las obras del genio de la pintura son objeto de todas las codicias. Y son muchos quienes no dudan en robarlas, copiarlas o falsificarlas. "Aunque sea difícil de creer, en París hay un especialista mundial capaz de desdoblar una hoja en dos", confió a LA NACION un investigador de la Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales (OCBC).El falsificador que la OCBC intenta pescar con las manos en la masa es "una persona, muy conocida por los expertos, que ha desdoblado varios Picasso". A partir de un dibujo, el orfebre produce una obra idéntica, cortando el espesor del soporte por la mitad, probablemente con láser.
Foto: GZA GALERÍA WITCOMB

 
"Esas nuevas obras obtienen certificados de autenticidad y salen a la venta", continuó. Para el vendedor, es pura ganancia: son dos obras a partir de una. "Es una hazaña, pero existe. Y sí, es escandaloso. Es una auténtica violación de la obra", comentó, por su parte, la Picasso Administration. "¿Cuántos de esos desdoblamientos existen en el mercado? Imposible de decir", aseguran en el organismo que representa a los herederos del genio.

La herencia, fabulosa y codiciada

Al morir a los 91 años, el 8 de abril de 1973 en su casa de Mougins, en la Provenza francesa, Pablo Picasso no dejó ningún testamento. "Esas cosas traen mala suerte", solía decir. Poco después, en sus numerosas residencias, su familia -varias veces recompuesta- descubrió una herencia fabulosa e insospechada: decenas de miles de obras de toda naturaleza que el pintor más grande del siglo XX conservó durante toda su vida. Desde sus primeros bocetos de niño superdotado en Málaga hasta sus últimas telas y esculturas. Maurice Rheims, el experto que los herederos escogieron para hacer el inventario, preveía varios meses de trabajo. En realidad, demoró tres años para catalogar un total de 120.000 obras: croquis, bocetos, litografías, grabados, esculturas, cerámicas y pinturas de todo formato. Pero también correspondencia, colecciones personales, etcétera.
Esa sucesión inestimable dio lugar a una extraordinaria dación al Estado francés -en virtud de una ley concebida "a medida" por el ministro de Cultura de la época, André Malraux-, que posibilitó la existencia del actual Museo Picasso, en París.
La muerte del genio también abrió la puerta a una guerra sin cuartel entre sus herederos: los legítimos contra los adulterinos. Los primeros eran su hijo Paulo y su segunda esposa, Jacqueline. Los ilegítimos, sus otras dos hijas y un hijo, que el artista nunca reconoció (Maya, Paloma y Claude) y que recurrieron a la justicia para obtener derecho a una parte de la fortuna estimada en poco más de 700 millones de euros actuales. Para complicar todo un poco más, Paulo se suicidó menos de dos años después de la muerte de su padre, y dejó una esposa, un hijo y una hija.
Al término de una feroz batalla judicial, la fortuna de Picasso quedó dividida en seis partes: 300 millones de euros para su viuda, Jacqueline; 200 millones, para cada uno de sus nietos Marina y Pablito (hijos de Paulo), y 85 millones, para cada uno de sus hijos adulterinos.
El 15 de octubre de 1986, incapaz de soportar la ausencia del hombre a quien dedicó su vida durante 15 años, Jacqueline Roque se suicidó, y dejó como heredera de su inmensa fortuna y de una colección de arte inestimable a su hija única, Catherine Hutin.
Contrariamente a los hijos y nietos del pintor, Catherine, que vivió con Pablo Picasso durante casi dos décadas, siempre prefirió la sombra.
"No tengo nada para decir", afirmó en numerosas ocasiones a LA NACION esa mujer cálida, que tiene ahora 65 años. "Soy heredera de mi madre, no de Picasso. Todo lo que concierne a la familia, no me interesa. Soy sólo una «coleccionista» eternamente agradecida a Picasso, gracias a quien puedo vivir y hacer vivir a mi familia."
Las vidas de Jacqueline y de Paulo no fueron las únicas que el egoísmo del genio español consiguió demoler. Incapaz de soportar por más tiempo el recuerdo de una infancia marcada a fuego por la indiferencia feroz de su abuelo, Marina -hija de Paulo- ha decidido desprenderse poco a poco de su fabulosa herencia. El 26 de junio, Sotheby's subastará en Londres 126 cerámicas que podrían superar los 4,5 millones de libras (casi 7 millones de dólares). "Es una forma de dar vuelta la página de toda mi infancia. De niña y de joven sufrí terriblemente siendo la nieta de Picasso", confiesa esa sencilla mujer de 64 años.
Marina afirma que Picasso fue un "abuelo inexistente". Una actitud agravada por la sobreprotección de Jacqueline, que consiguió excluir a todos los demás de su vida.
"Cuando íbamos a verlo con mi padre, nos hacían esperar en la calle durante cinco, seis horas antes de entrar. Eso dejó un auténtico trauma en los niños de cuatro y cinco años que éramos Pablito y yo", relata.
Pablito, el hermano de Marina, también se suicidó a los 25 años, tras haber sido excluido del funeral de Picasso. Bebió lavandina y padeció lo indecible durante meses antes de morir. "Mi abuelo jamás nos dio nada, aun cuando vivíamos al borde de la miseria. Tenía la costumbre de repartir bocetos a su peluquero e incluso a su tintorero; pero, si alguna vez nos hacía un dibujo durante una visita, teníamos que dejarlo antes de partir", confiesa.
El relato de Marina confirma la costumbre de Picasso de demostrar su agradecimiento ofreciendo muestras de su inigualable talento. Pero quienes lo conocieron coinciden en que el genio tenía un método particular: "Por un lado, conocía a la perfección el valor de lo que ofrecía. Por el otro, en esos casos, casi nunca firmaba su obra", asegura el experto Jacques Tajan, que frecuentemente subasta obras del artista.
Una conocida anécdota lo demuestra. Nadie sabe muy bien si el episodio transcurrió en el parisino café de La Coupole de Montparnasse o cuando el artista vivía en la rue des Grands-Augustins, donde pintó el Guernica, pero fue tras un opíparo banquete en compañía de sus amigos habituales, entre los que se contaban Jean Cocteau, Guillaume Apolinaire, Max Jacob, André Salmon, Georges Braque y Juan Gris. Cuando llegó la cuenta con una cifra sideral, los comensales miraron en silencio a Picasso, quien retiró de la mesa platos, cubiertos y botellas, tomó un lápiz, hizo un dibujo en una servilleta y llamó a la dueña para entregárselo como pago. La mujer aceptó encantada, pero le pidió que lo firmara. "Señora, estoy pagando el almuerzo, no comprando el restaurante", le contestó. Quizá fue entonces cuando la leyenda de la "obra inagotable de Picasso" comenzó a tomar cuerpo en la imaginación colectiva.
Entre tantas desgracias familiares, hubo quienes lograron sobrevivir al "monstruo". Así lo llama justamente uno de sus hijos ilegítimos, Claude, de 68 años, nacido de la unión del pintor con Françoise Gilot.
Su hermana Paloma es más famosa, conocida por su matrimonio con el argentino Rafael López Sánchez y sus creaciones de alhajas y perfumes. Pero Claude se convirtió en el hombre fuerte de la familia cuando la justicia le dio las llaves de la indivisión Picasso, en 1989. Desde entonces, es el responsable del nombre, la imagen, la obra y la firma del maestro.
El primer poder de Claude consiste en otorgar certificados de autenticidad a las obras que son presentadas a la Picasso Administration. Ese documento, entregado gratuitamente, es indispensable para que una obra pueda ser puesta en venta en una subasta o en una galería. "El mercado lo necesita para estar seguro -afirman en la fundación-, pues las falsificaciones son cada vez más frecuentes."
El público pudo hacerse una somera idea de esas vastas redes de tráfico internacional durante el juicio al ex electricista de Picasso, Pierre Le-Guenec, y su esposa, que durante 40 años guardaron en el garaje 271 obras del maestro y que, aseguran, fueron un regalo de Jacqueline Roque, última esposa del pintor.
Los septuagenarios fueron condenados a cinco años de prisión en suspenso, aunque a juicio del fiscal, Laurent Robert, "nunca se conocerá la verdad": "En el gigantesco desorden de las casas de Picasso había miles y miles de obras, en todas partes la desaparición de una caja no tenía que ser necesariamente evidente".
El proceso, en todo caso, sirvió para dejar al descubierto los numerosos artilugios que utilizan los marchands d'art inescrupulosos para apoderarse de obras de excepción.
Aunque cueste creerlo, el tráfico de bienes culturales goza de excelente salud. Interpol estima que esa actividad representa el tercer mercado más importante del mundo, detrás de los tráficos de drogas y de armas: el robo, falsificación y ventas de obras de arte mueve actualmente unos 7000 millones de dólares anuales, según Art Media Agency.
Pero ¿por qué robar obras de semejante valor que son prácticamente imposibles de vender? En el momento exacto en que se señala un robo, las obras son listadas en Francia en las bases de datos de la OCBC y de Interpol, que -hasta el momento- ha censado más de 35.000 objetos robados en el mundo.
Christie's afirma: "Es totalmente imposible que podamos vender obras de arte robadas y listadas en esas bases". Pero nada impide que las pequeñas casas de subasta lo hagan? "En la búsqueda desenfrenada por la figuración, el hombre contemporáneo ha perdido conciencia de todos los límites", señala el conocedor Jacques Tajan.
En su apasionante estudio sobre Pablo Picasso, Octavio Paz escribió: "Todo lo que, en otras épocas lo habría condenado al ostracismo social y al subsuelo del arte, lo convirtió en la imagen cabal de las obsesiones y los delirios, los terrores y las piruetas, las trampas y las iluminaciones del siglo XX". Con el paso del tiempo, esa ajustada definición parece volverse cada vez más pertinente.

Buenos Aires, otra tierra para el artista

Buenos Aires tampoco es ajena a la oleada de novedades que envuelve a Pablo Picasso, aunque en este caso no hay falsificaciones ni tragedias. Para empezar, la galería Witcomb (Rodríguez Peña 1050) abre este lunes la muestra Picasso erótico que reúne cien obras, entre dibujos y grabados, del artista.
El origen de estos trabajos es diverso. Aquellos que pertenecen a la Suite Vollard son de la Editorial Spadem de Francia, y se publicaron en 1973 firmados en plancha y numerados a lápiz. En otros casos, hay que hablar de tiradas numeradas o, como los carteles de algunas galerías, edición de no más de 1000 ejemplares. Las tintas originales pertenecen a una colección particular. Dominan aquí todas las formas del sexo, visto desde la pasión hasta el humor. De este modo, además, Witcomb recuerda y rinde homenaje a las exposiciones que Picasso realizó en 1901, 1904, 1951 y 1953.
Además, hasta el 28 de junio, el Municipio de San Martín presenta una muestra de grabados de edición original. La curadora es Mariela Alonso y la exhibición está integrada por 45 obras, incluidas litografías y linografías.


Fuente: lanacion.com

SAN MARTÍN, TAMBIÉN VÍCTIMA DEL RELATO

La donación del sable fue concebida por San Martín como prenda de unión nacional  Foto: Gentileza: Ministerio de Cultura de la Nación
La donación del sable fue concebida por San Martín como prenda de unión nacional. Foto: Gentileza: Ministerio de Cultura de la Nación
                                                                                                                                Editorial diario La Nación, Buenos Aires, domingo 31 de mayo de 2015

SAN MARTÍN, TAMBIÉN VÍCTIMA DEL RELATO


Hasta el glorioso sable del Libertador José de San Martín ha caído en las impúdicas aguas del "relato". Lejos de devolverlo al Museo Histórico Nacional en alguna fecha apropiada por su relación con el recuerdo del Gran Capitán, el Gobierno decidió entregarlo en la semana que ex profeso no dedicó a la epopeya de Mayo, sino a la exaltación del período kirchnerista, por cierto mucho menos relevante para la historia argentina que el grito de libertad de 1810 cuyos ecos se oyeron en toda América latina.
La propaganda previa al acto en el parque Lezama expresaba que volvía a su lugar el arma que, como se recordará, había sido robada, pero curiosamente no señalaban las circunstancias en que había desaparecido del museo y por dos veces, hasta que finalmente se decidió llevarla al Regimiento de Granaderos a Caballo y ponerla a resguardo de nuevas profanaciones.
La primera vez fue sustraída por la Juventud Peronista, el 12 de agosto de 1963, con el objeto de entregarla al jefe del movimiento, Juan Domingo Perón, entonces exiliado en Madrid. Recuperado el sable, fue robado por segunda vez, el 19 de agosto de 1965, por otro grupo de esa misma organización. Un año más tarde, se lo recobró nuevamente y se lo puso en un templete blindado, en el hall de acceso del Regimiento de Granaderos a Caballo, la unidad fundada por San Martín.
La pieza se hallaba en el Museo Histórico Nacional desde 1897, donado por Manuela Rosas y su esposo Máximo Terrero, como hija y yerno de Juan Manuel de Rosas, quien lo había recibido por voluntad última de San Martín, en obsequio por la defensa que como gobernador de Buenos Aires había hecho del país ante la agresión anglofrancesa.
Bien está que vuelva a su destino originario, siempre que se adopten con urgencia máximas medidas de seguridad para garantizar que no volverá a ser manoseado e incluso que no será robado para vender a coleccionistas extranjeros, como ocurrió no hace mucho con el reloj del general Manuel Belgrano.
Y sería importante también que se dijera, en honor a la verdad y la justicia, que el mismo Libertador lo concibió como prenda de unión entre todos los argentinos; que no puede ser esgrimido, como tantas cosas, para satisfacer el marketing electoral, y que el mejor modo de honrar al insigne portador de la espada en su campaña libertadora es recordando la frase que convoca a la concordia de los argentinos: "Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas".



Fuente: lanacion.com 

EDUARDO GIMÉNEZ
"EL HUMOR Y LA ALEGRÍA
SON LOS GRANDES AUSENTESDE ESTE MOMENTO".

Con dos muestras, uno de los grandes del pop vuelve a exponer su producción de los años del Di Tella
 Foto: LA NACION / Victoria Gesualdi/AFV
   Foto: LA NACIÓN / Victoria Gesualdi / AFV

Por María Elena Polack

Si siempre tiene motivos para reír y hacer reír a los demás, con dos muestras en simultáneo a punto de abrir al público, la felicidad y el humor de Edgardo Giménez se potencian. Artista pop e integrante del mítico Instituto Di Tella, por estas horas ultima los detalles de Hits, una exposición de 40 trabajos, en distintos formatos, que exhibirá desde mañana como un despliegue de grandes éxitos en el Paseo de las Artes del Palacio Duhau. Y siete muebles, un mono y dos conejos, muestra con la que se convertirá en el primer Di Tella en la Di Tella -aunque ya no sea su hogar de la calle Florida al que vuelve, sino a la sede universitaria del Campus Alcorta-. "Es la Semana Giménez", bromea en diálogo con LA NACIÓN sobre la vigencia del pop y su deseo de "estar al lado de la felicidad, lo más cerquita que se pueda".
-¿Qué significa ser el primer Di Tella en la Di Tella?
-Es un honor para mí y me parece que es un honor mutuo. Ellos están muy contentos con la exposición, que es exclusivamente de muebles y objetos de los años 60. Es una muestra delicada, musicalizada por Brian Eno. Hay muebles que tienen luz y otros que no, en sentido literal, porque tienen un artefacto que ilumina; algunos sirven para guardar cosas, sin perder la cuestión utilitaria de mueble, pero tienen el plus de obra de arte.
-¿Se puede comparar esta muestra con su experiencia en los días del Instituto Di Tella?
-No. Esto es colocar en este presente un fragmento de mi obra. Lo que se muestra es para mucha gente inédito y para mí también porque yo no puedo ver toda mi obra, porque he producido mucho y no tengo un espacio gigantesco para estar en contacto siempre.
-¿Es una muestra más chica que las que se hacían en el Di Tella?
-Sí, pero me parece una muy buena iniciativa para los que seguimos vivos y produciendo de esa generación, que produjo un quiebre a nivel cultural muy importante, ya que podemos mostrar qué estamos haciendo ahora.
-Además de estas exhibiciones en simultáneo, en Londres habrá una megaexpo de arte pop en la que habrá obra suya, de Marta Minujín y de otros artistas.
-Sí, y ahora, en el Walker Art Center de Minneapolis, hay una muestra en la que la Argentina tiene una presencia muy importante e itinerará por otros tres museos de Estados Unidos. El pop sigue estando presente y la muestra se llama El mundo va hacia el pop y no "viene de".
-¿El mundo va hacia el pop?
-Los grandes ausentes de este momento son el humor y la alegría. Son cosas que prácticamente no se cultivan y me parece grave porque uno vive muy poco en el planeta como para estar sufriendo desde que amanece hasta que se acuesta. El asunto es tratar de que la vida sea grata.
-En ese sentido, ¿cree que el arte pop le da al público la cuota de alegría y de humor que otro tipo de arte no le da?
-El arte pop no precisa de una preparación previa para captarlo. Es directo y eso es lo que me parece que acerca a la gente. Yo estoy comprobando acá [en el Palacio Duhau] que la gente va bajando las escaleras con el gesto serio y se le empieza a dibujar una sonrisa cuando comienza a ver la muestra. Eso me parece muy genial. Sospecho bastante del arte cuando hay que explicarlo. Uno puede no entender algo, te lo explican, y sigue sin gustarte. Me parece que el arte debe defenderse solo.
-¿La ausencia de humor y alegría es una cuestión argentina?
-No. La hecatombe es a nivel mundial. Los medios invaden todo el tiempo con cosas muy complicadas, es por eso que siempre fui un artista que no se dedicó a expresar la realidad, la violencia, la falta de humor. No hace falta que un artista señale esas cosas porque están presentes todo el día, en todos los medios. Yo hago otro juego, porque me parece que la obligación del artista es mostrar la salida.
-¿Y la salida de la hecatombe sería sonreír más?
-Bueno, no. La sonrisa tiene que nacer de manera espontánea. Y sería genial que la sonrisa permaneciera más tiempo, que no fuera efímera, cosa de un instante.
-¿Siente que el arte pop en vez de irse sigue creciendo?
-Sí, porque a veces la gente descubre tarde las cosas. Y bienvenido sea que se den cuenta ahora de este tipo de maravillas. Pensar que en su momento, el Di Tella tenía las peores críticas, decían que se hacían cachivaches y después de 50 años tiene un prestigio in crescendo en todo el mundo como la "época de oro del arte argentino"; lo dijo Pierre Restany, no yo.
-¿Pensaba que el arte pop podía ser efímero?
-El mejor juicio y el mejor ordenador es el tiempo, porque pone las cosas en el lugar que corresponde.
-Es la "semana Giménez", falta que diga que ya encontró editor para Carne valiente, su autobiografía
-El libro está al borde de ocurrir. Hay que cruzar los dedos de las manos y de los pies. Quiero editarlo yo. Que sea distinto a todos. Será el primer libro antidepresivo que salga en el mundo del arte porque cualquiera que sea la página que abras, te salva el día.
-¿Y ahora me va a decir que recuperará la Casa Azul?
En la Universidad Di Tella hay una confitería en la playa de estacionamiento y voy a proponerle al rector replicar la casa de Romero Brest de City Bell allí y que adentro sirvan los tés y los sándwiches para que el espíritu del Di Tella esté allí. La universidad es maravillosa, pero le hace falta ese espíritu pop que tenía el Di Tella en la calle Florida. El Di Tella era imágenes todo el tiempo, era el reino de la fantasía.



Fuente: lanacion.com

DE LOS FAROLES A LA TECNOLOGÍA LED

Secreta Buenos Aires

El alumbrado público porteño se hizo obligatorio en 1744. Y en más de 200 años pasó por gestiones públicas y privadas. Plaza de Mayo. En 1856, el histórico lugar y los edificios que lo rodean fue iluminado con gas de carbón, una tecnología que se utilizó por última vez en 1931.
Plaza de Mayo. En 1856, el histórico lugar y los edificios que lo rodean fue iluminado con gas de carbón, una tecnología que se utilizó por última vez en 1931.


Eduardo Parise

La primera disposición fue para tiendas y pulperías: tenían que poner faroles en las entradas, y la orden era que estuvieran encendidos hasta las 22 en verano y hasta las 21 en invierno. Fue en 1744 y con esa luz se buscaba “evitar ofensas contra Dios”. Tres décadas más tarde, ya se pensó en algo más importante porque se colocaron faroles con velas de cebo desde la Plaza Mayor hasta la zona de las Catalinas, en Retiro. El costo: dos reales por puerta. Lo concreto es que aquellas decisiones de las autoridades marcaron el comienzo del alumbrado público cuando la Ciudad todavía no había dejado su categoría de aldea.
Aquella “ordenanza” se conoció en 1777 y la dictó el virrey Juan José de Vértiz y Salcedo, quien desde algunos años antes, cuando todavía era gobernador, venía bregando por mejorar la iluminación de las calles “para evitar muertes, robos y otros excesos”. Vértiz quería elevar la categoría de la Ciudad, de acuerdo a lo que había visto en Europa. Por supuesto que el servicio tenía su costo ya que, según los historiadores, se le había otorgado la concesión a un señor llamado Juan Antonio Ferrer, quien se encargaba del cobro. El reglamento para mantener los faroles en condiciones era muy estricto porque, por ley, el virrey había establecido que quien dañara algún farol debía pagar una fuerte multa. Y si el que provocaba el daño era un esclavo, recibiría 50 azotes.
Hacia 1800, la administración del alumbrado público había quedado en manos del Cabildo. Por entonces, Buenos Aires tenía cerca de 1.000 faroles. En 1824 hubo un hecho curioso que tuvo como protagonista al ingeniero inglés Santiago Bevans, abuelo materno del luego presidente Carlos Pellegrini. Bevans había sido contratado por Bernardino Rivadavia para trabajar aquí. Y en los festejos del 25 de Mayo de ese año, montó un sistema de iluminación de la Pirámide de Mayo y otros lugares céntricos, generando luz con gas de carbón. Pero eso fue apenas un experimento porque la iluminación a gas de carbón recién se empezó a instalar en 1850.
Antes de esa fecha, lo que más se usaba eran los faroles alimentados con aceite de semilla de nabo, aceite de potro y hasta kerosén. Cuando el uso de la iluminación a gas de carbón se convirtió en algo más frecuente, la industria de ese negocio empezó su desarrollo. Así, en 1853, surgió la Compañía Primitiva de Gas que usaba el carbón de hulla que, como rezago, traían los barcos desde Gran Bretaña. Cuarenta años después, la Compañía General de Electricidad inaugura el alumbrado eléctrico usando lámparas de arco. Con eso empezaba el lento reemplazo de los faroles, sistema que duró hasta 1920. Igual algunos perduraron, porque el último farol, que estaba en Escalada y Avenida del Trabajo (actual Eva Perón), se apagó en marzo de 1931.
Aunque ya había zonas que usaban lámparas eléctricas, fue en ese mismo año cuando toda la ciudad quedó iluminada con ese sistema. En la década de 1930 se consideraba que la avenida mejor iluminada era la 9 de Julio. De todas maneras, según algunas estadísticas, Buenos Aires ya contaba en sus calles con unos 50.000 focos eléctricos. En 1958 se crea la empresa Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires (Segba) que empezó siendo mixta (el Estado tenía el 80 por ciento) hasta 1961, cuando tuvo el total de la propiedad. En las calles ya comenzaban a verse las columnas con lámparas de mercurio, lo que marcaba la llegada de sistemas más modernos.
También se buscaba que cada cuadra tuviera al menos tres luminarias, muchas con células fotoeléctricas que permitían el encendido automático tras la puesta del sol. Con eso desaparecía el recorrido que hacían los empleados que en cada área se encargaban de encender y apagar los faroles todos los días. Eso fue quedando en el pasado. Hoy Buenos Aires tiene cerca de 130.000 luminarias públicas. Y muchas ya están siendo reemplazadas por equipos con tecnología LED (en inglés, las iniciales de light emiting diode; es decir: diodo emisor de luz). Los técnicos dicen que esas lámparas consumen un 50 por ciento menos de energía y que, con controles centralizados, se puede manejar su intensidad de acuerdo con las necesidades de cada horario. Pero eso es otra historia.


Fuente: clarin.com