EL ENIGMA DE LAS MENINAS DE VELÁZQUEZ



Las Meninas es la obra más famosa de Velázquez y fue pintada por el genial artista sevillano en 1656 (según Antonio Palomino), fecha bastante razonable considerando que la infanta Margarita nació el 12 de julio de 1651 y aparenta unos cinco años de edad.





Las Meninas es una pintura realizada al óleo sobre un lienzo de grandes dimensiones formado por tres bandas de tela cosidas verticalmente, donde las figuras situadas en primer plano se representan a tamaño natural. Es una de las obras pictóricas más analizadas y comentadas en el mundo del arte.


Fuente: cienradios.com

UN CUADRO DE GAUGIN SE VENDE EN 300 MILLONES DE DÓLARES
Y SE CONVIERTE EN LA OBRA MÁS CARA DE LA HISTORIA

Un óleo de Paul Gauguin, Nafea Faa Ipoipo, perteneciente a una colección privada suiza, habría sido vendido por casi 300 millones de dólares a un comprador de Qatar, según informa The New York Times.
Nafea Faa Ipoipo, el óleo de Paul Gauguin, perteneciente a una colección privada suiza, habría sido vendido por casi 300 millones de dólares a un comprador de Qatar, según informa The New York Times.

El importe desembolsado por este cuadro, que data de 1892, sería, de confirmarse, el más alto pagado por una obra de arte. Su venta ha sido confirmada por el hasta ahora propietario, Rudolf Staechelin, que tenía cedida en préstamo la obra al Kunstmuseum de Basilea.
Según The New York Times, que cita fuentes conocedoras de la operación, el comprador de la obra procede de Qatar, extremos que no ha sido confirmado ni desmentido por el vendedor, quien tampoco ha querido revelar el precio.
El rotativo estadounidense tampoco ha encontrado confirmación a la información en las autoridades de los Museos de Qatar, que no han respondido ni a sus llamadas ni a sus correos electrónicos.
Por su parte, el alcalde de Basilea dijo conocer la noticia de la venta de la obra de Gauguin y lamentó su pérdida. Si se confirma que el precio pagado por este óleo asciende a casi 300 millones de dólares, sería el más alto de la historia, 50 millones por encima del desembolsado por el cuadro 'Los jugadores de cartas' de Paul Cézanne.


Fuente: expansion.com

RELATOS SALVAJES GANÓ EL PREMIO GOYA
A LA MEJOR PELÍCULA IBEROAMERICANA

La película de Damián Szifrón fue galardonada en España; el director argentino subió al escenario junto a Pedro Almodóvar
Parte del elenco de Relatos Salvajes  Foto: Archivo
Parte del elenco de Relatos Salvajes.


Relatos Salvajes, el éxito argentino dirigida por Damián Szifrón, fue galardonada hoy con el premio Goya como "Mejor película iberoamericana".
La película, entre los cuales actúa Ricardo Darín, fue en esta edición de los Goya españoles la tercera película con más candidaturas tras "La isla mínima", de Alberto Rodríguez, con 17 nominaciones, y "El niño", de Daniel Monzón, con 16.
La película de Damián Szifrón se convirtió en la película más taquillera de la historia del cine argentino y figuraba como candidata en las principales categorías del Goya.
El premio que recibió hoy Relatos Salvajes la deja a las puertas del Oscar, donde está nominada en el rubro "Mejor película de habla no inglesa".




El premio de la Academia de Cine estadounidense se entregará el 22 de febrero próximo en Los Ángeles, Estados Unidos, y será la séptima producción nacional que participará en los premios. Allí, competirá por la codiciada estatuilla dorada con "Leviathan" de Andrey Zvyagintsev (Rusia), "Tangerines" de Zaza Urushadze (Estonia), "Timbuktu" de Abderrahmane Sissako (Mauritania), e "Ida" de Pawel Pawlikowski (Polonia).
Damián Szifrón con el premio obtenido por Relatos Salvajes.   AP Photo/Daniel Ochoa de Olza


Fuente: lanacion.com

LA VENGANZA DE LA HEREDERA:
MARINA PICASSO, LA NIETA REBELDE DEL GENIO

Sufrió por su abuelo y ahora se desprende de un legado millonario
Marina recibió también como legado la villa La Californie, ubicada en Cannes  Foto: NYT
Marina recibió también como legado la villa La Californie, ubicada en Cannes. Foto: NYT


Por Doreen Carvajal / The New York Times

MARSELLA.- Desde que era una niña, cuando vivía al borde de la miseria y esperaba pacientemente junto a su padre frente a las rejas de una mansión de Francia para pedirle a su abuelo, Pablo Picasso, un poco de dinero para subsistir, Marina Picasso ha tenido que lidiar con la pesada carga del legado del artista.
Cuando era una veinteañera y heredó esa mansión del siglo XIX, La Californie, así como el vasto tesoro de las obras de su abuelo, colgó los cuadros al revés, de cara contra la pared, como gesto de resentimiento. En 15 años de terapia, logró desmenuzar los amargos recuerdos familiares de la aparente indiferencia de su abuelo y del suicidio de su hermano. En sus memorias, publicadas en 2001, Picasso: mi abuelo, descargó su dolor y su furia contra el clan del artista.
Marina Picasso tiene ahora 64 años y reconoce que planea extender su rebelión vendiendo muchas de las obras de su abuelo para financiar y ampliar su labor filantrópica: ayuda para un hospital pediátrico en Vietnam y proyectos benéficos en Francia y Suiza destinados a adultos mayores y adolescentes con problemas.
Su heterodoxo método de ventas está haciendo olas en el mercado internacional del arte, donde los galeristas y rematadores están acostumbrados a jugar un papel clave, y lucrativo, en la venta de obras de artistas reconocidos. En una entrevista, la heredera dijo que venderá las obras de forma privada, y que decidirá personalmente "una por una, según la necesidad", cuántas y cuáles de las obras de Picasso que le quedan, de las cerca de 10.000 que heredó, sacará a la venta.
Hace años que Marina Picasso vende paulatinamente las obras de su abuelo para cubrir sus necesidades y apoyar obras benéficas. Y desde la muerte de su marchand histórico, en 2008, ha probado diversas estrategias en el mercado, como la subasta, en 2013, de dos importantes pinturas, o la exhibición de una colección de dibujos de desnudos en la sede de Sotheby's en París, el año pasado.
Pero su decisión de venderlas por su cuenta sugiere un intento más contundente de purgarse de su herencia. Y si bien otros herederos de Picasso han vendido ocasionalmente sus obras, Marina es la única que parece estar "acelerando" la venta, según dijo Enrique Mallen, profesor de historia del arte de la Universidad Estatal Sam Houston, de Texas, creador del Online Picasso Project, destinado al seguimiento de las obras del artista.
"Prefiero vender las obras y guardar el dinero para distribuirlo en causas humanitarias", dijo Picasso públicamente al referirse a su nueva estrategia de ventas durante su visita a un hospital en construcción en Marsella, donde está financiando una unidad psiquiátrica para adolescentes en crisis. "Tengo cuadros, por supuesto, que puedo usar para apoyar estos proyectos."
La noticia de su inusual estrategia se está difundiendo de boca en boca en las más altas esferas del arte, generando rumores y desinformación, incluido el reciente informe de un tabloide que señala que Marina estaría planeando vender la mansión francesa de su abuelo y siete de sus cuadros importantes. Y ya se especula con que Marina podría inundar el mercado y hacer caer los precios.
"En vez de hacer que un marchand muestre las obras, ya es un secreto a voces que hay obras en venta y hay gente preguntando quién está interesado en comprarlas", dijo John Richardson, historiador y biógrafo de Picasso que reside en Nueva York. "Hay gente rara que viene y me dice que está por hacer un gran negocio y que Marina está vendiendo todo."
Aunque esquivar a los marchands y las casas de remates para la venta de obras importantes no es algo nuevo, quienes tienen obras en venta y deciden ir por su cuenta pueden estar en desventaja a la hora de estimar el valor de sus obras y de excluir a ciertos compradores o averiguar el origen de sus fondos. Por otra parte, como algunas casas de subasta están aumentando sus comisiones, para los que están ansiosos por vender, hacerlo por su cuenta puede ser una forma de ganar más dinero.
Marina Picasso, que entre las 10.000 obras de arte heredadas de su abuelo -cerámicas, dibujos, bocetos y esculturas- también tiene 300 pinturas, dijo que todavía no ha decidido la cantidad de piezas que venderá, y que no planea sacar a la venta la mansión francesa. Pero sí sabe qué obra piensa vender primero: La familia, el retrato de 1935 de una familia en medio de un paisaje inhóspito.
"Es muy simbólico, porque yo nací en el seno de una familia grande, pero era una familia que no era una familia", dijo Marina. Al morir, en 1973, Picasso dejó un legado de 50.000 obras de arte y un entramado de cuatro hijos y ocho nietos, así como sus esposas y sus musas, que se disputaron durante años sus propiedades y su legado. Marina es hija de Paulo, hijo de Picasso, y desde siempre mantuvo distancia del resto de la familia. Su guía fue durante años el marchand suizo Jan Krugier, que hasta su muerte, en 2008, fue el curador y vendedor de las mejores piezas de la colección de Marina.
Marina Picasso dice que los canales de venta convencionales la han decepcionado, como la subasta de 2013 de la casa Sotheby's de dos pinturas importantes, entre ellas, Mujer sentada con vestido gris. La obra se vendió en 6,8 millones de dólares, según la sede de Sotheby's en París, pero Picasso dice que esperaba más, ya que los compradores sabían que el dinero sería destinado a obras de caridad.
Marina recibió también como legado la villa La Californie, ubicada en Cannes  Foto: Corbis
Marina recibió también como legado la villa La Californie, ubicada en Cannes  Foto: Corbis

El momento que ha elegido es inmejorable: el año pasado, la subasta de obras de Picasso alcanzó los 449 millones de dólares, sólo superada por las ventas de obras de Andy Warhol, en un mercado internacional que movió 16.100 millones de dólares, según Artnet, empresa que hace el relevamiento del mercado del arte.
Picasso dijo que si bien las ventas le permitirán cumplir sus anhelos filantrópicos, también la ayudarán a deshacerse de la carga de su historia familiar. Aseguró además que no poseía fotos de ella con su abuelo y que no tenía ni una sola de sus obras hasta que recibió su herencia. Recordó que su abuelo le hacía flores de papel con sus manos, pero que no la dejaban conservarlas.
Su padre, Paulo, era el hijo de Picasso con su primera esposa, la bailarina rusa Olga Khokhlova. Marina dijo que todavía recuerda con dolor que su padre, Paulo, hacía de chofer de su abuelo, entre otras tareas menores, y que debía rogarle que le diera dinero.
La madre de Marina, Emiliénne, se separó de Paulo tras un fugaz matrimonio y luchó contra el alcoholismo. Emiliénne dependía del poco dinero que le pasaba su ex marido para criar a Marina y a su otro hijo, Pablito.
"Veía muy poco a mi padre", recordó Marina. "Y abuelo, no tuve."
Su alejamiento de su abuelo y de su entorno se intensificó cuando su hermano Pablito fue excluido del funeral de Picasso en 1973 por la segunda esposa del artista, Jacqueline Roque. Pocos días después, su hermano se suicidó ingiriendo lavandina. El entierro de Pablito se pagó con el aporte de amigos, según Marina Picasso, quien a partir de entonces se ganó la vida trabajando en un hospicio para niños autistas y con enfermedades mentales.
A su muerte, a los 91 años, Pablo Picasso no dejó testamento, lo que desató una feroz disputa entre su viuda, sus hijos y sus nietos. Inesperadamente, Marina fue designada una de las herederas, y recibió una quinta parte de sus bienes, incluida la mansión La Californie.
"La gente dice que debería valorar mi herencia, y yo lo hago, pero fue una herencia sin amor", dijo Marina. Finalmente, logró aprender de su pasado. "Fue realmente difícil llevar este célebre apellido y pasar una vida de apremios económicos", confesó. "Creo que por eso desarrollé un sentido de la solidaridad y un deseo de ayudar a los demás."
Su alejamiento de su abuelo y de su entorno se intensificó cuando su hermano Pablito fue excluido del funeral de Picasso en 1973 por la segunda esposa del artista, Jacqueline Roque. Pocos días después, su hermano se suicidó ingiriendo lavandina
Olivier Widmaier Picasso, un nieto descendiente de la amante del artista Marie-Thérèse Walter, que publicó su propia biografía del artista, tiene una opinión más benigna del legado de su abuelo. En cuanto a Marina, con quien se enfrentó cuando Olivier negoció con Citroën ponerle a un modelo de autos el nombre Picasso, dijo entender su enojo, pero considera que no todo es atribuible a su abuelo.
"Hay que ser honestos", dijo. "Pablo Picasso no fue la causa de todo lo que le pasó. La madre tenía la custodia exclusiva de Marina. Picasso no quería darle dinero a la madre porque le preocupaba que no la gastara en sus hijos. Así que prefería pagar directamente su educación."
Olivier dijo estar sorprendido por el método de venta elegido por Marina. "Todos los herederos han trabajado siempre con los principales marchands, como lo hizo Picasso en vida", dijo. "Ellos conocen el mercado y a los compradores, y trabajan para evitar cualquier jugada deshonesta."
En la década de 1970, cuando la herencia debió dividirse para pagar impuestos, el cuadro La familia fue considerado uno de los más valiosos, debido a su inusual estilo realista, reveló Olivier. "Es una obra de gran formato; se trata obviamente de un trabajo importante", dijo James Roundell, un marchand de la galería Simon Dickinson Fine Art, de Londres, quien dice que la obra vale "varios millones" de dólares. Marina no ha revelado públicamente cuánto espera obtener por esa obra.
"El pasado se queda en el pasado. Pero nunca olvidaré, nunca. Respeto a mi abuelo y su relevancia como artista. Fui su nieta y su heredera, pero nunca fui su nieta del corazón."
Marina Picasso, que tiene cinco hijos, tres de ellos adoptados en Vietnam, dijo que vender más obras de Picasso para ampliar sus obras de caridad es darles un uso acertado. Tan sólo el año pasado, donó alrededor de 1,7 millones de dólares al Hospital Foundation de París y Londres. Parte de ese dinero fue destinado a la construcción de una unidad de emergencias psiquiátricas para adolescentes, y Picasso también financió un proyecto de internación hospitalaria crónica para pacientes de la tercera edad.
"Ahora vivo en el presente", dijo. "El pasado se queda en el pasado. Pero nunca olvidaré, nunca. Respeto a mi abuelo y su relevancia como artista. Fui su nieta y su heredera, pero nunca fui su nieta del corazón."

Traducción de Jaime Arrambide.


Fuente: lanacion.com
 

HOMENAJE AL INFORMALISMO

   Obra de Martha Peluffo

Por Daniel Gigena


La exposición actual en el Museo de Arte Tigre (MAT), que se puede visitar hasta inicios de marzo, representa, además de una oportunidad histórica de ver en persona obras poco conocidas de Alberto Greco, Martha Peluffo o Rubén Santatonín, la recreación de una época a veces eludida en la historia del arte nacional. La explosión de la forma reúne trabajos (ya que no siempre son "obras") de fines de los años cincuenta, circunscriptos en una corriente estética orientada a la abstracción libre. El informalismo, movimiento que abrevó tanto en la abstracción no geométrica como en el art brut y el surrealismo, agrupó a artistas, teóricos y protoperformes.
Al cuidado de Mariana Marchesi, la muestra del MAT se plantea como un delta regulado. Gracias al préstamo de coleccionistas privados (hasta ahora, el patrimonio del museo local se caracteriza por contar sólo con obras figurativas), La explosión de la forma acerca la abstracción a Tigre y sitúa en tiempo y espacio un trabajo artístico que apela a la percepción y la participación activa del espectador.
En dos salas que operan como sucintos prólogos a los grandes trabajos del informalismo, se exhiben, entre otras, piezas de José Antonio Fernández Muro y Sarah Grilo, esculturas de Ennio Iommi y Alberto Heredia, además de documentos y registros de exposiciones y performances en galerías porteñas como Lirolay o Van Riel.

   Sin título, óleo sobre tela de Kenneth Kemble, 1960  Foto: Gentileza MAT


En vitrinas se exhiben los retratos de los entonces jóvenes artistas hechos por Sameer Makarius, las fotos de Jorge Roiger sobre la muestra Arte destructivo en Lirolay, en 1961, y un ejemplar del primer número de la revista Boa, dirigida por Julio Llinás, ilustrada por una magnífica obra de Peluffo que también integra la muestra.
El MAT retoma de exposiciones anteriores su valorado afán didáctico en el montaje: entre las obras aparecen citas de críticos como Aldo Pellegrini sobre el movimiento surrealista, declaraciones rotundas de artistas como Greco al pie de las obras, manifiestos impresos para que el visitante se lleve a casa y una organización por núcleos temáticos que permite agrupar las obras seleccionadas. Esos núcleos, para más de cuarenta obras y esculturas, son cuatro: exploración de la forma, de la materia, el monocromo y la liberación del gesto.
La ausencia de composición y el azar como principio creativo, la anulación de la ilusión espacial, la salida del plano, la preeminencia del sentido del tacto (con los volúmenes de materia, ya sea óleo, cartón, brea e incluso arena, como se ve en una de las obras de Kemble), los chorreados y rayados sobre el soporte, todos los recursos formales elegidos se emparientan con búsquedas similares en otras experiencias estéticas o sociales de la época, de las que la violencia no estaba ausente.
Paraguas y muñecos rotos, chapas, trapos, sillones tajeados, maderas recogidas en la calle y otros "materiales del desastre" cobran sentidos poéticos y existenciales en obras de Marta Minujín o Heredia, y anticipan una práctica que desafió el sentido dominante de la pintura a la vez que recuperó para la actividad artística lo que la sociedad industrial desechaba.

   Escultura de Enio Iommi  Foto: Gentileza MAT

Una "aerocosa" de Santatonín, similar a un saco de boxeo, interviene en el espacio de la muestra como un ovni; cerca de allí, un tríptico descomunal de Kemble se impone como un paisaje cerca de una escultura con varillas de hierro de Noemí Gerstein. Obras de Mario Pucciarelli (artista aún a la espera de una retrospectiva cabal de su producción), de Clorindo Testa, de Kayuza Sakai, de Emilio Renart expresan la energía vital de un movimiento que comenzó a abrir grietas en las tradicionales funciones asignadas al arte burgués, al mismo tiempo que licuaba con procedimientos de la poesía y de la acción política los severos cánones de la pintura abstracta. Paseo impostergable para locales y visitantes.

Ficha.
La explosión de la forma en el Museo de Arte Tigre (Av. Victorica 972), hasta el 8 de marzo


Fuente: adn Cultura La Nación

ARTE: KANDINSKY EN RÍO

En Brasil, una muestra recién llegada desde Rusia, integrada por más de 150 piezas, permite descubrir las influencias que tuvieron la cultura popular y los rituales chamánicos sobre la obra del revolucionario padre de la abstracción
Sobre blanco, óleo sobre tela, 1920  Foto: gentileza Centro Cultural Banco do Brasil
Sobre blanco, óleo sobre tela, 1920. Foto: gentileza Centro Cultural Banco do Brasil
 
Por Alberto Armendáriz



RIO DE JANEIRO.- El genial Wassily Kandinsky pasó a la historia como el padre del abstraccionismo, gran teórico de la relación entre la pintura y la música. Pero lo que no mucha gente sabe es que su arte estuvo muy influenciado por las raíces de la cultura popular de Rusia y los rituales chamánicos del Norte de su país y Mongolia, como demuestra la exposición Kandinsky: todo comienza en un punto, que acaba de inaugurarse en la sede de Río de Janeiro del Centro Cultural Banco do Brasil.
"Son aspectos del universo creativo de Kandinsky que muy pocos en Occidente conocen. Se cree que su obra nació abstracta, pero tuvo un proceso muy intenso de desarrollo alimentado por el folklore ruso y las creencias chamánicas, que él, que tenía familia en Siberia, conoció luego de hacer un viaje por el norte, a los veintitrés años", contó a adn Evgenia Petrova, curadora de la muestra junto con su colega Joseph Kiblitsky.
Ambos expertos trabajan en el Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, de donde proviene la mayor parte de las 153 piezas que componen la muestra -pinturas, grabados, dibujos, documentos y objetos-, y que fue enriquecida con obras de otros siete museos de Rusia y colecciones de Alemania, Austria, Francia y Gran Bretaña.
Cuadros clave de Kandinsky, como Improvisación nº 11 (1910), San Jorge (1911) y Sobre blanco (1920), se exhiben junto con íconos ortodoxos, tradicionales máquinas de hilar y trineos finamente decorados, así como vestimentas e instrumentos musicales utilizados en rituales chamánicos y telas de otros artistas contemporáneos que siguieron sus tendencias. Por ejemplo, Mikhail Larionov, David Burliuk, Kazimir Malevich y la expresionista alemana Gabriele Münter, quien fue su pareja durante muchos años.
"Kandinsky fue un revolucionario en su búsqueda de nuevas formas de representación. Escapó del realismo. Con esta exposición queremos mostrar los puntos materiales y espirituales en los que basó su obra", resaltó Petrova, directora científica del Museo Estatal Ruso, que guarda más de cuatrocientos mil tesoros artísticos de Rusia.
Para entender la evolución del arte de Kandinsky, la muestra se dividió en cinco bloques: las raíces de su obra en relación con la cultura popular y el folklore ruso; el universo espiritual del chamanismo en el Norte de Rusia; su vida en Alemania, donde creó el grupo Der Blaue Reiter ("El Jinete Azul"); el diálogo entre la pintura y la música a través de su amistad con el compositor austríaco Arnold Schönberg; y los caminos abiertos por la abstracción, con su influencia en otros artistas contemporáneos.
"Pocas veces se puede tener una comprensión tan integral de cómo un pionero del arte moderno desarrolló esa visión única que ha tenido un fuerte impacto en tantos otros que vinieron luego", comentó el cubano Rodolfo de Athayde, director general de la exposición, integrada por piezas valuadas en casi medio millón de dólares. Él quería llevarlas también a la Argentina, pero sus negociaciones con el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba) no dieron frutos. En cambio, antes de volver a Rusia, la muestra se exhibirá en las sedes del Centro Cultural Banco do Brasil en Belo Horizonte y San Pablo.
Para el montaje en el fabuloso edificio del Centro Cultural Banco do Brasil, en Río de Janeiro, los organizadores sumaron una instalación participativa debajo de la majestuosa rotonda. Con lentes especiales y audífonos, los visitantes pueden pasearse delante de paneles copiados de Sobre blanco para apreciar detalles de la obra en tres dimensiones mientras disfrutan de la música de Schönberg.
"Para Kandinsky, la música y la pintura tenían una relación íntima. Él veía en cada nota una tonalidad de color, figuras y movimientos en la melodía y el ritmo", explicó Petrova. Recordó a su vez que el artista ruso, formado en Derecho, dejó de lado su promisoria carrera como académico para dedicarse a la pintura luego de que en 1895 viera una exposición de impresionistas franceses en la cual llamaron su atención los trazos de Claude Monet. Poco después asistió a una representación de la ópera Lohengrin, de Richard Wagner.
Esos dos hechos generaron en él una suerte de epifanía que lo llevaron a mudarse a Alemania a estudiar pintura en la Academia de Artes de Múnich. Allí comenzó a pintar paisajes -se destacan en la retrospectiva los que realizó en diferentes estaciones en el pueblo bávaro de Murnau-, para luego unirse a otros artistas y formar el vanguardista Der Blaue Reiter.
Tras un breve pero intenso período de regreso en Rusia, donde participó activamente de eventos culturales y políticos posrevolucionarios, en 1922 volvió a Alemania, donde fue invitado a colaborar con la Bauhaus de Walter Gropius. La muestra incluye algunas de sus pinturas sobre vidrio de esa época, así como otras telas consideradas "degeneradas" por los nazis cuando llegaron al poder, lo cual lo obligó a mudarse a Francia hasta su muerte, en 1944.
En la exposición sólo faltan obras de la fase final de Kandinsky, desbordantes de colores. Su ausencia se debe a la falta de acuerdo de los organizadores con el Centro Pompidou en París, y los museos Metropolitano y Guggenheim en Nueva York, que poseen los trabajos más expresivos de ese período.


adn Kandinsky

Moscú, Rusia, 1866-
Neuilly-sur-Seine, Francia, 1944

Estudió Derecho y se casó con una prima. Abandonó su carrera como profesor para dedicarse a la pintura luego de ver una exposición de impresionistas y asistir a la ópera Lohengrin de Richard Wagner. En 1896 se mudó a Alemania para estudiar pintura. Se divorció y comenzó una relación con la artista Gabriele Münter; con ella y Franz Marc fundaron en 1911 el grupo Der Blaue Reiter, que transformó el expresionismo alemán. Al estallar la Primera Guerra Mundial volvió a Moscú, donde tuvo una activa participación cultural y política en grupos posrevolucionarios. Se casó con la hija de un general ruso. Con el surgimiento del realismo socialista, después de 1922, sus obras fueron prohibidas en los museos soviéticos y regresó a Alemania. Allí, invitado por Walter Gropius, participó de la escuela Bauhaus de arte y diseño hasta que los nazis la cerraron en 1932. Obras suyas y de otros artistas de vanguardia fueron consideradas "degeneradas".
Ficha. Kandinsky: todo comienza en un punto en Centro Cultural Banco do Brasil
Río de Janeiro hasta el 30 de marzo; en Belo Horizonte, del 15 de abril al 22 de junio; en San Pablo, del 19 de julio al 28 de septiembre.



Fuente: adn Cultura La Nación

NADA DE "EXTRAVAGANCIAS"

Exposición.

57 obras adquiridas en su momento por Quinquela Martín y que hoy pertenecen a la colección del Museo muestran el apego incondicional del artista a la más pura tradición figurativa.
Benito Quinquela Martín. Día luminoso. Oleo de 1958.
Benito Quinquela Martín. Día luminoso. Óleo de 1958.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

Las obras del patrimonio del museo Benito Quinquela Martín se muestra bajo un nuevo guión: en sus salas principales se expone Arte argentino en la colección del Museo Quinquela Martín , 57 trabajos pertenecientes a la colección del museo, muchos de ellos conocidos pero no frecuentemente exhibidos. Agrupados en los núcleos Paisajes, Retratos y La tradición boquense , la selección celebra lo mismo que el museo y las ideas de Quinquela: la tradición figurativa. Esto se mantuvo a rajatabla: mientras el artista vivió, la entrada al museo de obras abstractas estuvo prohibida. Por eso aparecen en la muestra obras importantes de artistas figurativos, como Eduardo Sívori, Antonio Berni, Pío Collivadino, Raquel Forner, Guillermo Butler, Antonio Alice, Fortunato Lacámera y Emilio Centurión, entre otros.
Como se sabe, la colección del Quinquela fue creada por el propio Quinquela Martín, quien no quería “refugiarse en la extravagancia” al armarla, según él mismo decía (esto es, hacía la vista gorda a los nuevos lenguajes y las vanguardias). “La mayoría de las obras que pertenecen al museo las fue comprando él mismo”, explica Víctor Fernández, director de la institución. “A partir de los años 20 Quinquela hizo mucho dinero con la venta de sus pinturas. Fue entonces cuando adquirió parte de este patrimonio. Otra parte pasó a integrar el acervo del museo mediante el Premio Quinquela Martín , que el pintor creó en 1952 como parte de los Premios que formaban el Salón Nacional de Artes Plásticas”, explica el director. La gran mayoría de las obras pasaron a integrar la colección de esa manera, con Quinquela destinando un dinero para los premios adquisición que llevaban su nombre. Estos existieron hasta el año 79, dos años después de su muerte.
Un pequeño porcentaje de las obras expuestas son donaciones realizadas por artistas, algunos amigos y otros extranjeros. A estos últimos, Quinquela los conoció durante sus viajes al exterior, el primero de ellos a Río de Janeiro cuando el artista tenía 31 años, en 1921, y a partir de 1923, durante sus diversos viajes por Europa.
En la primera sala de la muestra aparece una obra extraña dentro del conjunto: una figura en cerámica esmaltada, “Promesante jujeña”, del escultor Luis Perlotti. A tamaño natural, seria, con los brazos cruzados bajo su manto de colores, los ojos entrecerrados, esta mujer es única en el grupo de trabajos: casi podría relacionarse más con la sala de mascarones de proa que con el resto de esculturas, pinturas, grabados y dibujos que integran la exposición. Perlotti –quien adquirió sus primeras herramientas artísticas trabajando en una ebanistería; luego, asistiendo a los cursos nocturnos de la mutual Unione e Benevolenza (creada en 1858) y más tarde, a los talleres de la Asociación Estímulo de Bellas Artes– se juntaba con Quinquela en La Peña del Tortoni. Sus trabajos fueron, generalmente, influidos por las tradiciones americanas y del Altiplano. En la cerámica expuesta en la muestra se ve perfectamente.
Otra obra interesante para detenerse en el recorrido de la exposición es “Alrededores de Ushuaia” (1952) del platense Guillermo Martínez Solimán. Empastada, de gran escala, de gestos violentos, definen el paisaje fueguino de manera emocional, en una época en que muy pocos artistas reparaban en él.
El temple sobre cartón de Guillermo Butler “Amanecer en Córdoba” también merece un vistazo por su paleta, por su composición armónica y serena –tan propia de Butler, quien había recibido una fuerte influencia de Cézanne durante su estancia en la colonia artística de Worpswede, en Alemania, a principios de los años 20– y porque difiere del resto de los paisajes que se exponen: figura y fondo son integrados en un todo, a través de la luz, de un “clima” meditativo con eje en la naturaleza, tan central en la obra de Butler. Al costado de este trabajo se encuentra otro muy distinto, “Tarde primaveral” con un cerezo en flor a pleno, un trabajo del cordobés José Malanca, del año 42.
En la sala siguiente, ya dentro del núcleo de la exposición Retratos , toda una pared pintada de anaranjado expone pequeñas pinturas de cabezas: retratos, como lo detalla el título. Allí, el “Retrato de Butler”, de Antonio Alice (1923), el “Autorretrato” de la pintora y poeta santafesina Emilia Bertolé (1937) y “Niños humildes” de Facio Hebeqer ( sin fecha), llaman la atención. Pero cerca se destacan dos magníficos óleos de gran tamaño: “El niño y su moneda” ( 1951) de Antonio Berni; y especialmente “El manto rojo” (1941), de Raquel Forner. La expresión dramática, trágica, el escorzo del cuerpo de la mujer, y el uso de un color significativo simbólicamente (el rojo), caracterizan la obra de Forner y convierten a éste en un trabajo fuerte.

Emilia Bertolé. Autorretrato de la poeta y pintora. Oleo de 1937.
Emilia Bertolé. Autorretrato de la poeta y pintora. Oleo de 1937.

Imposible ignorar, un poco escondido –no se ve a primera vista al entrar a la exhibición– el enorme lienzo de Eduardo Sívori, “La muerte del marino” (1888). Comprado por Quinquela Martín como “La muerte de un paisano " , el artista de La Boca no dudó en cambiarle el nombre para que fuera más adecuado al contexto: la comunidad portuaria boquense de entonces sentiría más próxima la muerte de un marino que la de un simple paisano.
En la misma sala, esos dos pequeños, exquisitos, metafísicos óleos del gran Fortunato Lacámera, “Biblioteca casera” (1938) y “Serenidad” (1948), los dos de la etapa en que el pintor observaba el interior de su casa lentamente, con detenimiento, antes que los paisajes ribereños. Una frágil mesa con algunos papeles y libros, cercanos a un frasco vacío; y una pera reflejándose sobre la superficie de madera (la cortina ondulando suavemente por detrás, son los colores de la tarde) explican el clima de los interiores de La Boca, sus tiempos.
“Cocina casera” (1956), el óleo de Eugenio Daneri, y “Apuntes sobre mi madre” (1935), de Miguel Carlos Victorica, marcan un buen cierre de la exposición, cierta despedida. Que nunca es, en realidad, una despedida final, tratándose del Museo Quinquela Martín: su casa y su taller –ubicados en el último piso del museo– abiertos al público, siempre son un must , la posibilidad de adentrarse en una rara avis como fue Quinquela. Su piano pintado, las paletas manchadas, sus fotos familiares –esas con los padres adoptivos–, su prensa de grabado; y la información sobre la Orden del Tornillo, mediante la que premiaba a artistas a través de un ritual: vistiendo un traje de almirante, les entregaba “el tornillo que les faltaba” y hacía girar al homenajeado mientras con un bastón lo golpeaba en el hombro y le decía: “Bueno, ya estás atornillado, ¡pero no te lo ajusté mucho porque eso no es bueno!” Además de esta información, en su casa-taller se exhiben sus numerosos e inmensos óleos con escenas del puerto de La Boca en apogeo. Y ahora que el museo está, por primera vez en décadas, destapando las ventanas, estos paisajes de Quinquela se duplican en ellas, aggiornados, con escenas vivas, móviles, contemporáneas. Y la casa-taller y la exhibición cobran un nuevo sentido. Quizás, en parte, el barrio no haya cambiado tanto.

FICHA
Arte argentino en la colección del museo Quinquela Martín

Lugar: Museo Quinquela Martín, Av. Pedro de Mendoza 1843
Fecha: hasta diciembre
Horario: martes a domingos de 11 a 17.30
Entrada: gratuita

El artista que se debía al barrio

Hay aspectos no tan conocidos de Benito Quinquela Martín; por ejemplo, su primera infancia triste. Abandonado por sus padres, fue criado en la Casa de los Niños Expósitos. Allí, al cumplir 7 años, lo adoptan Manuel Chinchella –un cargador de leña del puerto– y Justina Molina –analfabeta y entrerriana–. A los 17 se inicia en el arte con Alfredo Lazzari, conoce a Lacámera y Facio Hebequer. Más tarde, en 1916, será Pío Collivadino quien lo guiará e identificará como “el pintor de La Boca y de su puerto”.
Pero uno de sus rasgos más importantes fue su gran impronta como gestor cultural de La Boca (algunos lo llamaron “animador cultural”). En los años 30 fundó La peña, espacio de encuentro de artistas; en 1933 compró el terreno que luego donó al Estado para la construcción de una escuela-Museo (esa cercana a Caminito) y un museo de Bellas Artes (donde había instalado en los últimos pisos su taller y su casa, aún es posible visitarlos allí). También cedió terrenos para un instituto odontológico y una escuela de artes gráficas.


Fuente: Revista Ñ Clarín