¡MUY FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO PARA TODOS!

   Master of the Brunswick Diptych
    Birth of Christ
     c. 1490 -1500       
  Oil on panel, 45,3 X 34,7 cm

   Rijksmuseum Amsterdam


USINA DEL ARTE:
ENTRE LA ENERGÍA DE UN PASADO CENTENARIO
Y LAS LUCES DEL PRESENTE

A fondo
El viejo edificio de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad quedó a oscuras hace 25 años; en 2012 reabrió, pero con una impronta distinta: ahora ofrece espectáculos de altísima calidad
Usina del arte: entre la energía de un pasado centenario y las luces del presente  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
    Usina del arte: entre la energía de un pasado centenario y las luces del presente  Foto: LA NACIÓN / Patricio Pidal / AFV

Por Ángeles Castro / La Nación


A veces, alrededor de las tres de la madrugada, una señora vestida con bata pasea a su perro por el edificio de la Usina del Arte,en La Boca. Durante el recorrido incluso enciende algunas luces. Sus pasos resuenan en distintos rincones del casi centenario palacio de estilo florentino que albergó a la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIAE) desde 1916 hasta su estatización 1979, luego a Segba, a Edesur y a Acindar, y hoy es un centro cultural en pleno crecimiento. Esa mujer es un fantasma. Sus apariciones reflejan el instante preciso en el que el pasado y el presente de la usina encastran entre sí. Cuenta la leyenda que esa señora, a quien nadie logró identificar y que sólo se muestra como una silueta espectral, integraba la familia de uno de los directivos de la Ítalo, que vivía y murió dentro de las instalaciones. El edificio tenía sectores auxiliares que servían como vivienda para los jefes.
"En la época de la obra de recuperación del palacio dos serenos renunciaron tras haber visto al fantasma. Ellos no se conocieron ni trabajaron al mismo tiempo, pero sus relatos coincidieron a la perfección. Alrededor de las tres empezaban a encenderse luces y se veía a la señora, en bata, paseando al perro", recordó Emilio Laferriere, director general de Relaciones Institucionales del Ministerio de Cultura porteño, organismo del que depende el funcionamiento de la Usina del Arte.


El viejo edificio de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad estuvo cerrado 25 años  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
   El viejo edificio de la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad estuvo cerrado 25 años  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV

Es una de las historias hasta ahora desconocidas del lugar. Según otros testimonios recolectados, la fantasma mantiene su presencia restringida a las horas nocturnas en las que el centro cultural queda cerrado, por lo que no hay sustos ni huidas entre el variado público que asiste al complejo, situado en Pedro de Mendoza y Benito Pérez Galdós. Todo lo contrario...
Desde la inauguración del espacio, en 2012, no dejan de aumentar ni la cantidad de espectáculos y actividades ofrecidas ni el número de asistentes. Según datos oficiales, durante 2014 concurrieron casi 2 millones de personas, 600.000 más que el año anterior. Otras 50.000 participaron de las visitas guiadas de este año.
En 2014, hubo 500 conciertos en las imponentes -y de perfecta acústica- salas sinfónica y de cámara que posee la Usina del Arte tras la intervención arquitectónica desarrollada por la Ciudad en las viejas instalaciones donde se generaba electricidad. Los escenarios y las butacas reemplazaron a las antiguas calderas, y salas de exposiciones funcionan donde antes había turbinas.
También hubo más de 300 congresos, charlas, seminarios, clases y muestras. En 2013 fueron 300 conciertos y 250 actividades complementarias. La programación, a cargo de Gustavo Mozzi, compositor y productor artístico que se desempeña como director de la Usina, incluye un amplio abanico de géneros: bandas emergentes, festival de chamamé, conciertos de música antigua, ciclos de jazz, rock o tango.

José Lasalandra trabajó durante 24 años en la Compañía Italo Argentina de Electricidad (CIAE)  Foto: LA NACION / Diego Spivacow / AFV
   José Lasalandra trabajó durante 24 años en la Compañía Italo Argentina de Electricidad (CIAE)  Foto: LA NACIÓN / Diego Spivacow / AFV

Y las actividades complementarias son variadas. Por ejemplo, durante los días en los que LA NACIÓN recorrió el centro cultural rotaron la exposición por los 50 años de Mafalda, la entrega de los Premios Sur de la Academia del Cine, una fiesta de música electrónica y un impecable concierto de tangos encabezado por el violinista Pablo Agri, entre otros.
"En esta etapa fundacional apostamos a cautivar a la gente con una oferta de calidad sostenida en el tiempo, sumado al encanto de este espacio histórico reciclado. La intención es interactuar con la tradición cultural de La Boca y convertirnos en la nave insignia del Distrito de las Artes que se consolida en el barrio. Tenemos una programación de excelencia, pero no elitista", dijo Mozzi.
La Usina tiene 15.000 metros cuadrados distribuidos en tres niveles. La sala sinfónica tiene capacidad para 1200 personas y la de cámara, para 280; ofician principalmente como receptoras de conciertos. En cambio, el Salón Mayor, en el segundo nivel, y el espacio denominado Laberinto, en la planta baja, sirven como salas para exposiciones.
El Laberinto guarda la magia de funcionar entre las columnas que sostenían las viejas turbinas de la Ítalo. Las instalaciones todavía conservan piezas originales de la época en la que el edificio estaba destinado a la generación de energía.José Lasalandra se emocionó cuando ingresó en ese sector, acompañado por LA NACIÓN. José es uno de los últimos, y orgullosos, empleados de la vieja usina. "¡No lo puedo creer, esas tuercas son las mismas!", exclamó.

La Usina tiene 15.000 metros cuadrados distribuidos en tres niveles  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
   La Usina tiene 15.000 metros cuadrados distribuidos en tres niveles  Foto: LA NACIÓN / Patricio Pidal / AFV

Recorrer con Lasalandra el edificio resignificó cada rincón. Tiene 62 años, es soldador eléctrico y trabajó allí desde 1973 hasta el cierre, en 1997. Ingresó como personal de limpieza y terminó como jefe de turno, supervisando el funcionamiento de la planta. Fue testigo de la estatización de la CIAE, de un intento de remate posterior y del adiós definitivo tras la adquisición del predio por Acindar.
En el Salón Mayor del centro cultural hay segmentos en el piso tendidos con ladrillos de vidrio. Lasalandra confirmó lo que se narra en las visitas guiadas organizadas en la Usina del Arte. "Marcan las ubicaciones donde estaban las turbinas. Algunas funcionaban a vapor, las primeras, y luego otras funcionaban a gas. A la número 1 yo la llamaba Carlitos y a la 2, Josefina", recordó.
Sus palabras revelaron el cariño que este vecino de La Boca sentía por su trabajo; a lo largo de la charla se refirió varias veces a las turbinas con aquellos nombres propios.
Sus palabras revelaron el cariño que este vecino de La Boca sentía por su trabajo; a lo largo de la charla se refirió varias veces a las turbinas con aquellos nombres propios. Afirmó que todos sus compañeros sentían la misma pasión que él: "Carlos Bonserio, Jorge Castro, Héctor Casas, Roberto Casasolla, Horacio Quintaz, Daniel Di Meglio", enumeró, entre otros "jóvenes" que ingresaron y fueron capacitados posteriormente, a los que recuerda como Larroca, Fernández, Moscarella, Visconti...

Con ellos, más los secretos que les transmitió el jubilado Nicolás Stocolozza, Lasalandra logró volver a poner en marcha tres turbinas que originariamente funcionaban a vapor durante la crisis energética de los 80.
Usina del arte: entre la energía de un pasado centenario y las luces del presente  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
   Usina del arte: entre la energía de un pasado centenario y las luces del presente  Foto: LA NACIÓN / Patricio Pidal / AFV
"Ya estaban para ser rematadas, pero gracias a que los trabajadores supimos organizarnos y al entendimiento con uno de los ingenieros de Nuevo Puerto Ítalo las rescatamos, las pusimos en servicio, abastecidas con fueloil, y generamos un millón de kilovatios en un momento crítico", dijo.
Cuando se convirtió en empleado de la CIAE, Lasalandra cumplió su sueño. "Yo quería jubilarme trabajando en la Usina", explicó. Antes de eso realizaba soldaduras para un taller naval que también estaba radicado en La Boca. Desde allí, y desde su casa en la calle Suárez, escuchaba la sirena que emitía cada hora la CIAE desde cuatro parlantes unidos al reloj de igual cantidad de caras instalado en la torre del edificio. El mecanismo se rompió hace décadas y no fue reemplazado. Hoy se ven horarios distintos en cada lado.
El edificio fue diseñado, por encargo de la CIAE, por el arquitecto Juan Giogna, que se inspiró en el palacio de la familia Scorza, de Milán. Su morfología y los materiales utilizados remiten a un palacio florentino. Las obras empezaron a mediados de 1914 y culminaron en 1916; en 1919 y 1921 recibió ampliaciones que permitieron el aumento de la generación eléctrica para una población que no dejaba de crecer.
Los historiadores señalan que en 1979 la empresa fue vendida al Estado y se incorporó a Segba, que la transfirió a Edesur cuando se privatizó el servicio. Más tarde, fue operada por la metalúrgica Acindar hasta 1997.


La sala sinfónica tiene capacidad para 1200 personas y la de cámara, para 280  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
  La sala sinfónica tiene capacidad para 1200 personas y la de cámara, para 280.  Foto:  LA NACIÓN  / Patricio Pidal / AFV

Para Lasalandra ésa fue una época triste. Se redujo drásticamente la dotación de trabajadores y sólo siguieron en actividad los cinco jefes de turno. Hasta que un día "Carlitos" se plantó y vanos fueron los intentos de los técnicos de hacer que la turbina se encendiera nuevamente.
"Estuvimos dos turnos enteros tratando de que Carlitos arrancara, y no pudimos. Una de las maniobras fue cambiarle el aceite, desechamos el que tenía y cargamos nuevo. En ese momento no nos dimos cuenta, pero luego, revisando a Josefina, se descubrió que se había volcado arena intencionalmente en los motores de las turbinas. Fue un sabotaje. Nunca más se pusieron en servicio", sintetizó.
Poco después, los últimos trabajadores de la usina fueron indemnizados y despedidos. Lasalandra no pudo cumplir su sueño de jubilarse en el establecimiento.
Tras su adquisición, restauración y adaptación por el gobierno porteño, la usina volvió a ser usina, pero ahora genera arte y no electricidad.
Veinticinco años después, tras su adquisición, restauración y adaptación por el gobierno porteño, la usina volvió a ser usina, pero ahora genera arte y no electricidad. "Nos enorgullece la influencia positiva de la Usina del Arte en la revitalización de La Boca y las zonas aledañas. Desde su inauguración, en 2012, tuvimos numerosas y muy diversas expresiones de arte y cultura que han satisfecho expectativas de distintos públicos", celebró el ministro de Cultura de la ciudad, Hernán Lombardi.


Un espacio totalmente reciclado  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
Un espacio totalmente reciclado  Foto: LA NACIÓN / Patricio Pidal / AFV
 Algunas obras de infraestructura en el entorno del predio y el avance de la modernización del bajo autopista, donde funcionará un polo gastronómico y recreativo, facilitan el acceso y la permanencia en ese rincón porteño y promueven que más gente se acerque cada día a disfrutar de la programación.
LA NACIÓN pudo constatar la diversidad del público que convoca la usina. En una visita guiada se mezclaron una mayoría de participantes porteños con otros provenientes de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, y algunos viajeros de Chile, Brasil e Italia. En la cola de espera para el concierto de Pablo Agri, el domingo 7, señores vestidos informalmente con camisas hawaianas y bermudas convivían con otros de elegante sport, con familias y con jóvenes de estilo alternativo.
Al terminar ese concierto, y tras el éxodo de los asistentes a la Usina del Arte, el palacio florentino quedó sumido en la penumbra. Quién sabe, horas después, el fantasma de una señora en bata pasó a encender las luces mientras paseaba a su perro.
Con ellos, más los secretos que les transmitió el jubilado Nicolás Stocolozza, Lasalandra logró volver a poner en marcha tres turbinas que originariamente funcionaban a vapor durante la crisis energética de los 80. "Ya estaban para ser rematadas, pero gracias a que los trabajadores supimos organizarnos y al entendimiento con uno de los ingenieros de Nuevo Puerto Ítalo las rescatamos, las pusimos en servicio, abastecidas con fueloil, y generamos un millón de kilovatios en un momento crítico", dijo.
La sala sinfónica tiene capacidad para 1200 personas y la de cámara, para 280  Foto: LA NACION / Patricio Pidal / AFV
   La sala sinfónica tiene capacidad para 1200 personas y la de cámara, para 280.  Foto:  LA NACIÓN  / Patricio Pidal / AFV
Cuando se convirtió en empleado de la CIAE, Lasalandra cumplió su sueño. "Yo quería jubilarme trabajando en la Usina", explicó. Antes de eso realizaba soldaduras para un taller naval que también estaba radicado en La Boca. Desde allí, y desde su casa en la calle Suárez, escuchaba la sirena que emitía cada hora la CIAE desde cuatro parlantes unidos al reloj de igual cantidad de caras instalado en la torre del edificio. El mecanismo se rompió hace décadas y no fue reemplazado. Hoy se ven horarios distintos en cada lado.

Sala Sinfónica. Con una acústica especial es el recinto ideal para la realización de conciertos (en la foto, el recital del consagrado violinista Pablo Agri); tiene capacidad para 1200 personas  Foto: Patricio Pidal/AFV
   Sala Sinfónica. Con una acústica especial es el recinto ideal para la realización de conciertos (en la foto, el recital del consagrado violinista Pablo Agri); tiene capacidad para 1200 personas. Foto: Patricio Pidal/AFV


Fuente: lanacion.com

PROTEJEN POR LEY 40 EDIFICIOS EMBLEMÁTICOS DE BARRACAS

Patrimonio porteño.
Lo aprobó en la última sesión la Legislatura porteña. Son modelos de la arquitectura popular del siglo XIX.
Café El Progreso. En California y Montes de Oca. Centro del encuentro barrial y Bar Notable, ahora, protegido. (Lorena Lucca)
Café El Progreso. En California y Montes de Oca. Centro del encuentro barrial y Bar Notable, ahora, protegido. (Lorena Lucca)
Silvia Gómez

En la última sesión ordinaria de la Legislatura porteña –un debate maratónico, que duró más de doce horas– se votó una ley que protege alrededor de 40 edificios de un alto valor patrimonial, ubicados en Barracas. Un puñado de edificaciones que dan cuenta de la historia de este barrio porteño, fundado por familias patricias y señoriales que abandonaron sus casonas y palacetes cuando recrudeció el brote de la fiebre amarilla. Se mudaron hacia el Norte de la Ciudad, pero en Barracas dejaron huellas de su paso.
La ley fue intensamente fogoneada por un grupo de vecinos del barrio que, desde 2008, venía pidiendo que se preserven más de 50 edificios. Lograron que al menos 40 tuvieran algún grado de protección.
Son, entre otros:
El edificio de lo que hoy es la Escuela Normal Número 5. Ubicada en Arcamendia 707, fue la primera escuela secundaria del barrio y su creación fue avalada por el presidente Figueroa Alcorta. Se comenzó a construir en 1894 y la directora de la escuela vivía en el establecimiento, en donde hoy funciona un gimnasio y aulas del jardín de infantes.
El de Sociedad Luz, que está en Suárez 1301. Fue donde funcionó, a fines del 1800, una “universidad del pueblo”, promovida por el Partido Socialista. Pese a que en 1999 fue declarada sitio de interés cultural por el Gobierno porteño, su edificio no tenía protección.
El Progreso. En California y Montes de Oca. Es un punto de encuentro barrial y Bar Notable de la Ciudad, aunque tampoco contaba con protección patrimonial.
El Banco de la Provincia de Buenos Aires de Montes de Oca al 800. Un ejemplo de la arquitectura bancaria de principios del 1900 cuyo edificio tiene un formidable atrio.
La actual Escuela Técnica Número 4 República del Líbano, en Montes de Oca al 100. Fue una residencia palaciega de la familia de Eugenio Cambaceres. Conserva una formidable escalinata central de mármol.
“La iniciativa es el resultado del trabajo conjunto de relevamiento y diagnóstico que el grupo de vecinos y un grupo de legisladores iniciaron en 2008 y que a lo largo del tiempo recibió más de 5.000 firmas de vecinos y organismos”, destacaron desde la ONG Proteger Barracas.
Como se trata de una modificación en el Código de Planeamiento Urbano, hubo una primera votación en el recinto en junio de 2013; luego se realizó una audiencia pública y finalmente, una segunda votación, el 11 de diciembre. En los fundamentos de la ley se destaca a Barracas “como uno de los más importantes reservorios de arquitectura porteña popular, con valores patrimoniales e identitarios en estado puro”.
En estos años, el proyecto estuvo impulsado además por diferentes legisladores, como Teresa de Anchorena (mandato ya cumplido), Fernando Sánchez (ahora diputado nacional) y Patricio Di Stéfano (ahora subsecretario de Uso del Espacio Público porteño).
Este mismo grupo de vecinos impulsó y logró en 2011 la sanción de una ley que le puso coto a la proliferación de torres en 30 manzanas del barrio. Otro aporte a mantener la identidad.


Fuente: clarin.com

EL ROSEDAL, CIEN AÑOS DE RECUERDOS

Aquí, hitos en la historia de este paseo porteño: desde sus influencias europeas hasta las visitas nocturnas, un placer hoy perdido.
EL ROSEDAL. Hitos de la historia porteña sucedieron en este paseo (Luciano Thieberger)
Por Berto González Montaner

Como ya ocurrió en otras ocasiones, en una reciente encuesta que hicimos en el suplemento ARQ, la zona de los Bosques de Palermo quedó ubicada como el lugar preferido de la Ciudad. Para tal revelación no hacía falta una encuesta. Con tal que aparezca un rayo de sol, sus bosques, praderas y lagos son desbordados por la gente.
Aunque parezcan haber surgido por generación natural, esos espacios fueron producto del ingenio y sensibilidad del hombre. Y en especial de Sarmiento.
Como cuenta la doctora Sonia Berjman, una de nuestras destacadas especialistas en historia del Paisajismo, el Parque 3 de Febrero, como se llama oficialmente este lugar, “respondió a las intenciones de Sarmiento de dotar a la ciudad de mejores condiciones de higiene, educación (para él, cultivar la tierra era cultivar el espíritu) y ofrecer un sitio de recreación para todos por igual, es decir, la democracia concretada físicamente en la urbe”.
En su interior, está el Rosedal, una de sus piezas paisajísticas más relevantes, que acaba de cumplir 100 años.
Podría decir que lo conocí de noche. “Tres vueltas al lago”, ordenaba nuestro entrenador para entrar en calor antes de empezar con la rutina técnica que hacíamos en un descampado mal iluminado al lado del lago. Y algunos vivarachos acortaban camino cruzando por el Rosedal.
Claro, en esas épocas todavía no estaba enrejado. Luego se le sumó otra mirada: la del amor de mi madre por las rosas. Llenó la quinta con rosales de todo tipo y variedad… ¡Bellísimas! Y las bibliotecas y aparadores de casa, con las copas que ganó en los concursos organizados por la Asociación de Rosicultura.
La historiadora Berjman, coautora de los libros “El Rosedal de Buenos Aires 1914-2009. 95° aniversario” y “El Patio-Glorieta Andaluz de Buenos Aires 1929-2009. 80° aniversario”, cuenta que “los rosedales se originaron a finales del siglo XIX en Francia y se expandieron por el mundo con su diseño geométrico, glorietas, treillages de madera, estanques, fuentes, vasos sobre pedestales, estatuas y miles de rosales de todas las variedades posibles. Y Buenos Aires no fue ajena a esta moda”.
Fue el Intendente Joaquín de Anchorena quien le encargó al Ingeniero Agrónomo Benito Carrasco, por entonces Director de Paseos, hacer un espacio de ese tipo para la Ciudad.
Carrasco eligió este sitio de unas casi 4 manzanas por la existencia del lago y de grandes grupos arbóreos de follaje verde oscuro que darían realce a las rosas.
Su construcción demandó sólo 6 meses y medio. Y se plantaron 14.650 rosales de 1.189 variedades. Varias obras de arte completaron el conjunto: la larga pérgola que bordea el lago, el templete y el puente de “arquitectura helénica”, el embarcadero, vasos, jarrones, bancos, glorietas, esculturas, pequeñas pérgolas con rosales trepadores, hoy desaparecidas.
“Los documentos inéditos que hemos hallado –asegura Berjman– nos permiten recrear la real historia del Rosedal: primero fue un jardín de rosas francés, luego se le sumó un jardín español y por último se le agregó el Patio Glorieta Andaluz.”
Al primer trazado de Benito Carrasco se lo reconoce aún hoy por su composición geométrica en forma de abanico, con un fuerte eje central que vinculaba dos accesos: uno desde el mismo parque y otro, desde la Avenida Infanta Isabel, a través del puente “helénico”.
Su hermano Eugenio, quien lo sucedió en la Dirección de Paseos, le adicionó en 1920 un jardín español (justamente donde hoy se encuentra el Jardín de los Poetas, con sus bustos de escritores) que incluía la presencia del agua en estanques, fuentes rectangulares con vertedores en forma de grandes ranas, fuentecitas y profusa arquitectura vegetal. Luego se construyó el Patio Glorieta Andaluz, donado por Sevilla.
El Rosedal hoy luce en todo su esplendor. Al recorrerlo se puede ver en el sector español unas 16 placas que van contando su historia. En la número 15, hay una foto en color sepia del Patio Andaluz iluminado con una leyenda que dice: Noches de Palermo.
Para la especialista Berjman, “además de su importancia tangible –diseño, rosedales y obras de arte– (el Rosedal) suma las vivencias intangibles de varias generaciones de porteños que ahí tuvimos nuestros momentos: románticos, recreativos, de introspección, festivos, de contacto con una naturaleza dominada pero amiga. Un paseo que está en el corazón de todos quienes lo han visitado.”
Lástima que, como leí en alguna parte, esta pieza de arte urbano ya no se pueda disfrutar también a la luz de la luna.

*Editor general ARQ


EL ROSEDAL. Reúne naturaleza y arte, con sellos de Francia, España y locales (Luciano Thieberger).

EL ROSEDAL. Según una reciente encuesta realizada por ARQ, la zona de los Bosques de Palermo quedó ubicada como el lugar preferido de la Ciudad (Luciano Thieberger).
EL ROSEDAL. Su construcción demandó sólo 6 meses y medio, y se plantaron 14.650 rosales de 1.189 variedades (Luciano Thieberger).

EL ROSEDAL. Primero fue un jardín de rosas francés, luego se le sumó un jardín español y por último se le agregó el Patio Glorieta Andaluz (Marcelo Genlote).

RETRATO:
LOS TESOROS QUE NOS REVELAN A VICTORIA OCAMPO.

La casona de Beccar guarda obras, cartas y documentos que confirman la vehemente personalidad de su dueña

Otros tiempos. Victoria Ocampo formó parte de una generación que tuvo teléfonos a disco y cartas manuscritas, pero con ideas disruptivas  Foto: LA NACION / Aníbal Greco
Otros tiempos. Victoria Ocampo formó parte de una generación que tuvo teléfonos a disco y cartas manuscritas, pero con ideas disruptivas  Foto: LA NACIÓN / Aníbal Greco

Por María Elena Polack

Bibliómana. Impulsiva. Apasionada por la verdad y la justicia. Así fue siempre, Victoria Ocampo. Y buena parte de los libros y las cartas que se atesoran en su casona de Beccar confirman su fuerte carácter y su inquietud por el mundo de las ideas, más que por el universo de la ficción.
Su lápiz rojo de carpintero, de trazo más que grueso, desnuda en los márgenes de muchos libros sus debates intelectuales. Esa marginalia se desborda con frecuencia y copa el centro del texto con frases en el idioma de la obra, para dejar sentada su postura frente al autor.
Horriblement Faux!!! (Horriblemente Falso!!! Escribe en la página 90 de Sex and Character de Weininger Otto, porque no coincide con su visión sobre la sexualidad de hombres y mujeres en su juventud). "Espantosa traducción del texto inglés que hicieron sin avisarme ni mandarme pruebas. Yo lo hubiera podido escribir en francés mejor que en inglés", asienta su rabia, aunque en lápiz de dibujo, en su artículo para Malraux, Être et dire.
El silencio es tan profundo en su escritorio de Villa Ocampo que uno puede imaginarse a la creadora de la revista Sur, y primera mujer en acceder a la Academia Nacional de Letras, en un estallido volcánico ante un autor al que sentencia con grafía contundente.
Sus comentarios, sus trazos, sus colores, permiten reconstruir los distintos estados de ánimo frente a las distintas ideas y la relación con sus autores. "Orejas" (hojas dobladas) en más de una publicación, dejan en claro que Victoria Ocampo no fue una coleccionista sino una consumidora de libros, que compraba con avidez, como una necesidad física.
Integrante de una gran generación de intelectuales, fue contemporánea de André Malraux, André Gide, Jacques Lacan, Albert Camus, Roger Caillois, Rafael Alberti, Pierre Drieu la Rochelle, Jorge Luis Borges, entre muchos otros nombres con quienes tuvo relación directa. De esos vínculos han quedado testimonios en dedicatorias, cartas manuscritas, dibujos y primeras ediciones en sus idiomas originales. No deja de sorprender el cambio de la letra de Borges en la medida en que va perdiendo su visión, aunque mantiene intacta su ironía: la define como "nuestra Primera Dama".
Sus tesoros, unos 12.000 volúmenes, alcanzan a más de un centenar de obras desde el siglo XVI, como Medicorum Omnium facile principis, de Hipócrates, de 1596, y a autores como Sarmiento, que le decidó a una tía abuela suya la primera edición de La vida de Dominguito. Esas piezas más delicadas son las únicas que se salvaron de su marginalia.

Modernidad. La máquina Underwood está aún en servicio  Foto: Aníbal Greco
Modernidad. La máquina Underwood está aún en servicio  Foto: Aníbal Greco


Identidad. Los lentes de marco blanco, su sello personal  Foto: Aníbal Greco
Identidad. Los lentes de marco blanco, su sello personal  Foto: Aníbal Greco


Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Manuscritos. Una carta de mayo de 1976 a Roger Caillois confirma su vehemencia, comienza en francés y termina en español; Rafael Alberti le dibuja una dedicatoria en Sobre los Ángeles; Borges le desea “Happy Xmas y 1966 para nuestra Primera Dama”  Foto: Aníbal Greco
Reliquia. Secante de tinta de cerámica y puño de plata  Foto: Aníbal Greco
Reliquia. Secante de tinta de cerámica y puño de plata  Foto: Aníbal Greco
 
El escritorio. Amplio y luminoso, conserva su cómodo sillón y una pared repleta de libros marcados con sus apreciaciones  Foto: Aníbal Greco
El escritorio. Amplio y luminoso, conserva su cómodo sillón y una pared repleta de libros marcados con sus apreciaciones  Foto: Aníbal Greco

 
Fuente: lanacion.com