FRANK GEHRY, UN PROTAGONISTA DE LA TEMPORADA EUROPEA

Del flamante premio Príncipe de Asturias de las Artes, que hizo ayer un controvertido arribo a Oviedo, se inaugura en París la cristalina fundación Louis Vuitton; el Pompidou repasa su obra
La nueva Fundación LVMH se dedicará al arte contemporáneo; el arquitecto creó también el Guggenheim de Bilbao  Foto: AP
La nueva Fundación LVMH se dedicará al arte contemporáneo; el arquitecto creó también el Guggenheim de Bilbao. Foto: AP
Por Nathalie Kantt

PARÍS.- La revista del diario Le Monde puso recientemente a Frank Gehry (Toronto, 1929) en portada y le dedicó más de seis páginas, mientras el Centro Pompidou le consagra por estos días una retrospectiva de su obra, la primera en Europa, que durará tres meses. No es que Francia esté descubriendo recién ahora a uno de los arquitectos más célebres del mundo -autor, por ejemplo, del Guggenheim de Bilbao, que lo catapultó a la fama en 1997-. Todos los proyectores están sobre él porque su última creación, la Fundación Louis Vuitton, que terminó de construir en marzo y que abre al público el lunes, se convirtió en uno de esos monumentos arquitectónicos osados que esta ciudad no veía desde hacía mucho tiempo. Una especie de nave marítima gigantesca de 12.000 metros cuadrados, una "nube" -como la llama su creador- que se eleva a 48 metros, con doce inmensas velas de vidrio que sobresalen en medio de los árboles de los bosques de Boulogne, en el oeste de la ciudad. Destinada al arte contemporáneo, incluye 11 salas de exposición (una, de 17 metros de altura), una sala de conciertos, un restaurante, una librería y tres terrazas con vistas inéditas de París.
Además de haberse convertido en el protagonista de la temporada cultural de esta ciudad, el padre de obras como el Walt Disney Concert Hall de Los Angeles; el Vitra Design Museum, cerca de Basilea; la torre de Spruce Street, en Nueva York; el Puente de Vida Museo, en Panamá, recibe hoy el Príncipe de Asturias de las Artes, galardón que en otras disciplinas el rey Felipe dará hoy al argentino Quino, padre de Mafalda, y el escritor irlandés John Banville, entre otros. "Fue una sorpresa. La verdad es que no sabía mucho sobre el premio, pero me sentí honrado", confesó. Quizá cansado por una agenda europea cargada, durante la conferencia de prensa de ayer en Oviedo respondió con un gesto de fuck you cuando le preguntaron qué opinaba de quienes dicen que su arquitectura es espectáculo. Luego, agregó: "Hoy el 98% de lo que se construye y se diseña es pura mierda. No hay sentido del diseño, ni respeto por la humanidad ni por nada. Son malditos edificios y ya está. De vez en cuando, sin embargo, hay una pequeña cantidad de personas que hace algo especial. Son muy pocos. Pero ¡Dios santo!, déjenos en paz".
Reconocido en 1989 con el Pritzker, suerte de Nobel de la arquitectura, es adulado por personajes tan distintos como Brad Pitt, Lady Gaga y la ex secretaria de Estado Hillary Clinton. Gehry forma parte de ese grupo de arquitectos más conocidos, y reconocidos, del siglo XXI, aunque no soporta la expresión "arquitecto-estrella".
Nacido en una familia de inmigrantes judíos polacos, de padre vendedor de flippers y con una madre ama de casa melómana, pasó su infancia en un suburbio de Toronto, Canadá, y durante mucho tiempo no supo qué haría de su vida. Al llegar a Los Angeles con su familia, a los 17 años, pasó por muchos trabajos (chofer de pesos pesados, empleado de limpieza en los aviones) antes de inscribirse en la carrera de arquitectura en la University of Southern California. Cambió de nombre (su verdadero apellido es Goldberg) a pedido de su primera mujer, con quien tuvo dos hijas y de quien se divorció, que quería proteger a sus hijas de posibles agresiones antisemitas. Su segunda mujer, Berta, con quien tuvo dos varones, es panameña y se ocupa de la contabilidad de Gehry Partners: la sociedad instalada en una especie de fábrica en Marina del Rey, L.A., en donde, rodeado de arquitectos jóvenes, nacen todos sus proyectos. Ella quiso que su marido retomara su apellido de origen, pero para ese entonces, su carrera, que empezó tarde, cuando él tenía ya 50 años, estaba lanzada.



Fuente: lanacion.com

ESPACIO DE EXPERIMENTACIÓN EN ARTE Y TECNOLOGÍA

Hirsch y su corto Canciones napolitanas  Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
Hirsch y su corto Canciones napolitanas. Foto: LA NACIÓN / Hernán Zenteno

Por Natalia Blanc


En una pantalla gigante, ubicada en medio de una sala a oscuras, se ve una boca de labios carnosos en primer plano. El movimiento indica que está masticando algo. Es hígado crudo. Cuando termina de devorar el último pedazo de víscera, llega el postre: la boca se abre para comerse una tarjeta postal. El corto, de diez minutos, se titula Canciones napolitanas y fue filmado en 1971 por Narcisa Hirsch, pionera del cine experimental de la Argentina. A los 85 años, la realizadora es la artista homenajeada de la nueva edición de Fase 6.0, la muestra de arte, ciencia y tecnología que se inaugura hoy en el Centro Cultural Recoleta y podrá visitarse hasta el 9 de noviembre con entrada libre y gratuita.
Con el lema "Tecnologías: políticas y poéticas", la exhibición ocupa todas las salas del Recoleta. Además de las películas fundamentales de la filmografía de Hirsch, el público podrá conocer los trabajos experimentales de estudiantes del UNA (nueva denominación del Instituto Universitario Nacional de Arte), la Universidad Maimónides y la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Entre los artistas invitados figuran Leo Núñez, Germán Sar, Fabiana Gallegos, Agostina Uribarri y Eva Semino. Realizadas con diferentes soportes y recursos, las obras exhibidas son interactivas. En Resquicio, por ejemplo, alumnos y docentes de la Facultad de Arte de la Universidad del Museo Social Argentino proponen un recorrido por un enorme laberinto construido con cajas de telgopor: cientos de embalajes de equipos de computación desechados en las calles se transformaron en paredes para la proyección de cortos referidos a las grietas sociales causadas por la tecnología.
El homenaje a Hirsch sigue la línea del lema "políticas y poéticas": artista de vanguardia, la cineasta se mantuvo siempre por fuera del circuito oficial de arte e, incluso, por fuera de espacios como el Instituto Di Tella. Su posición artística fue también política. Para el tributo a su trayectoria en Fase 6.0, Hirsch no quiso discursos ni actos. Prefirió actualizar su emblemático corto Canciones napolitanas, cuya versión original fue realizada en el formato de 16 mm y ahora se exhibe como una instalación en soporte digital. "En los años 70 y 80 lo proyecté en sótanos de espacios alternativos; luego ya pudo verse en el Instituto Goethe. Pero siempre iban las mismas diez personas", contó durante el recorrido por Fase 6.0 con LA NACIÓN. Tres pantallas de plasma, en la sala Prometeus, pasarán en continuado sus films Come out, Pink Freud, Taller y Aída. Al fondo, sobre una pared blanca, se verá El mito de Narciso, largometraje de una hora en el que Hirsch abordó el género documental para contar la historia de su vida.

Laboratorio en "Noé. Siglo XXI"

  • En el marco de la muestra "Noé. Siglo XXI", que se inauguró esta semana en la Colección Fortabat, con curaduría de Rodrigo Alonso, hoy se realizará un laboratorio interdisciplinario de artistas visuales, sonoros y audiovisuales, en el que crearán en vivo una obra en colaboración. Participarán varios artistas, además del propio Luis Felipe Noé. A las 16, en Olga Cossettini 141.

    Fuente: lanacion.com

¡TAMBIÉN FLOTARÁS!

El diseñador Alex Chinneck hace magia con los edificios. ¡Vuelan!

¡También flotarás!

Juan Göttling

Hoy comienza a desarmarse la instalación Take my lightning but don’t steal my thunder. La obra, del diseñador británico Alex Chinneck, estaba en exhibición en Covent Garden, una “piazza” turística de Londres. Consistía de un edificio “levitando”: la mitad, arrancada del resto, flotaba, como si hubiera sido arrancada, y el público puede pasar por abajo sin problemas. La instalación es una réplica del pub Punch and Judy que se encuentra en el sector oeste de la plaza, y respeta el estilo arquitectónico de Covent Garden.
Alex explicó al Sí! cómo consiguió la ilusión y qué significó este trabajo para él: “Siempre fui más artista que diseñador. Mis preocupaciones fundamentales son aquellas típicamente asociadas con el hacer arte, que incluyen las decisiones visuales, conceptuales y de materiales para crear experiencias poderosas. La parte de diseñador es sólo una manera de facilitar intenciones creativas y realizar ambiciones esculturales”.
–¿Hay algún mensaje en esto?
–Soy feliz de que la gente tome lo que quiera de mis obras. Personalmente encuentro que en la búsqueda de transmitir un mensaje conceptual, el impacto escultural se pierde fácilmente. También siento que el espacio público no es el lugar para sermonear, es el lugar para actuar. Espero que las experiencias sean naturalmente divertidas pero físicamente sorprendentes.
–¿Cómo creaste la instalación de Covent Garden?
–Para crear la ilusión de que el edificio entero levitaba, lo hicimos sin cables, soportes ni nada por el estilo. Esto es posible gracias a un contrapeso de seis toneladas ubicado en un extremo del edificio, que está disimulado como un puesto de mercado.
-¿Cuál fue el mayor desafío?
-Es un desafío significativo para la ingeniería y muy complejo de llevar a cabo. Lo más estresante fue cuando había diez camionetas grandes entrando y saliendo de la Piazza, cargando más de quince toneladas de acero.


Fuente: Suplemento Sí Clarín

CREAR, DESTRUIR, REPONER UN HUEVO

Nosotros afuera, la mítica obra efímera que Federico Peralta Ramos presentó en el Di Tella en 1965, “renace”, ahora perdurable, en Nueva York y en Buenos Aires.
   Federico Peralta Ramos. “We, The Outsiders”, 2014. Vista de la exhibition en e-flux, Nueva York. Cortesía de la familia Peralta Ramos, © e-flux.
Por M. S. Dansey

La anécdota es bien conocida, casi una leyenda urbana de la mítica Buenos Aires de los años 60. El artista payaso, el chamán conceptual, el dandy festivo y atormentado que hasta ese momento venía coqueteando con el arte informal presenta para el Premio Di Tella de 1965 un enorme huevo de mampostería y yeso. La obra, “Nosotros afuera”, es construida en la misma sala por una cuadrilla de albañiles que terminan sobre la hora. Como toda documentación, existe un par de fotografías que muestran al artista de riguroso traje parado junto al huevo descomunal. Las fotos permiten adivinar la humedad en los últimos trazos del fratacho. El premio va para Peralta Ramos, pero según los comentarios de quienes vivieron para contarlo, en medio de la premiación el huevo comienza a temblar y cede sobre sí mismo: implosiona. Otra foto de color lavado, posiblemente de una cámara portátil, muestra al artista destruyendo su propia criatura a mazazos. Se dice que después de esto no volvió a hacer piezas formales. No como lo hacía antes.
“El huevo puso fin a su ansiedad por convertirse en un artista conceptual, de ser parte de un movimiento; una figura capaz de comentar o contribuir a ciertas tradiciones”, opina Chus Martínez, curadora española de proyección internacional, que acaba de inaugurar We, the outsiders , en el espacio e-flux de Nueva York. La muestra funciona alrededor de la reconstrucción de esa pieza histórica que sirve como eje de otras obras actuales del cineasta alemán Lutz Mommartz; el artista argentino Eduardo Navarro y la pintora polaca Agnieszka Brzezanska.
Si el huevo plantaba una correspondencia entre la racionalidad –el afuera– y el sin sentido –el adentro–, “el sentido se suspende cuando el huevo comienza a partirse y reduce toda posibilidad narrativa a escombros”, dice Martínez. Para ella “el huevo es el fin del pensamiento crítico y es al mismo tiempo una invención”, en el sentido de que clausura lo establecido para proponer sus propias condiciones, leyes y lenguaje.
A partir de este suceso se consolidaría el performer, por usar un término ubicuo que no termina de caberle del todo a este artista extraordinario, mezcla de filósofo callejero y profeta sui-generis, que usó el dinero de la beca Guggenheim para dar un banquete en el hotel Alvear, que recitó poesías en Karim y dio cátedra en el Florida Garden; que se le adelantó 40 años a Marina Abramovic con eso de presentarse en la sala solito y su alma. El anecdotario es interminable y las obras, a esa altura, sirven como souvenirs de lo que fue una revolución andante.
“Nosotros afuera”, es la anti-obra por excelencia. La criatura que engendraba aquel huevo nunca hubiera podido llegar a ser nada. Estaba condenada a la fugacidad del instante.
Desde esa perspectiva, el huevo de Martínez, incluso con materiales nobles y tecnología de punta, tiembla como el original y amenaza con caerse a pedazos. Su texto lo justifica, lo pone en contexto. La curadora apela a la selva tropical, como símbolo de una anarquía vital que resignifica cualquier categoría crítica. Todo muy lindo, pero lo dice y lo hace desde un prístino cubo blanco neoyorkino, donde resulta impensable una mancha de moho, un grito de guerra.
Una cuestión similar provocó el homenaje impulsado por un grupo de amigos del artista y llevado adelante por el secretario de Desarrollo Económico porteño, Miguel Chain. El mismo huevo, esta vez de concreto, será emplazado en la plazoleta Ginastera, entre la Plaza San Martín y el ingreso al edificio Kavanagh. Como sucede con toda obra que vaya a ser ubicada en la vía pública de manera definitiva, el proyecto debió pasar por la Legislatura. Su redacción –proyecto presentado por la diputada Lía Rueda– presentaba la contradicción que esta obra acarrea. Según el texto se trataría de una “escultura” adaptación de la que se había presentado en el Di Tella. Cabe la pregunta: ¿Una escultura? ¿De quién? ¿De su grupo de amigos? ¿del ministro Chain? ¿de la diputada Rueda? ¿Un monumento a vaya a saber qué en nombre del artista sin obra?
Después de largas discusiones en reunión de asesores el caso se resolvió con un juego de palabras que a Federico Manuel le hubiera causado gracia: “Monumento en homenaje a la obra realizada por el artista…”. Y bla bla bla. Vale decir que los trabajos ya empezaron y el huevo será inaugurado antes de fin de año.
En paralelo a esta inauguración, el empresario Deni di Baiggio, otro de los dandis porteños que hizo migas con el artista, planea acompañar la celebración con una muestra en el subsuelo de Pizza Filo, bodegón súper-glam y un poco decadentón ubicado en la manzana loca, hábitat natural de Peralta Ramos. Mientras le sigue la pista a fotos caseras, esquelas, dibujos y piezas menores esparcidas por su círculo íntimo, la curadora, Mariana Rodríguez Iglesias, se concentra sobre todo en la memorabilia. “La mejor expo de Federico hoy –dice la treintañera– serían sus relatos, las historias que otros pueden contar de él. Su obra es inmaterial y su soporte, la oralidad y el recuerdo”.
Su postura parece coherente con la manera de circular que tenía Peralta Ramos. Hasta entonces, los que pasen por el espacio e-flux, en Nueva York, podrán darle vueltas y experimentar con el cuerpo ese otro huevo de factura impecable. Y los que no, no dejaremos de preguntarnos cuán legítimo es rehacer una pieza destruida ex profeso para sostener las mismas ideas que llevaron al artista a darle fin haciendo uso de todas sus fuerzas.
   Eduardo Navarro. Obra del artista argentino que es parte de la muestra en e-flux.



Fuente: Revista Ñ Clarín

FESTIVAL PARA CURIOSOS:
70 EDIFICIOS PORTEÑOS ABREN SUS PUERTAS
DURANTE DOS DÍAS

Este fin de semana será la segunda edición de Open House, donde se podrá recorrer espacios privados, que suelen estar cerrados al público, de gran valor arquitectónico y patrimonial
 El colosal ‘Pasaje Barolo’, todo un emblema de la tradicional Avenida de Mayo
El colosal ‘Pasaje Barolo’, todo un emblema de la tradicional Avenida de Mayo


Por Ximena Casas

Será un auténtico festival para curiosos y amantes de la arquitectura. Una oportunidad para descubrir los secretos mejor guardados de Buenos Aires. El próximo fin de semana, se realizará la segunda edición de Open House Buenos Aires, y durante dos días sábado 25 y domingo 26 se podrán recorren los interiores de 70 edificios porteños, destacados por su valor arquitectónico y patrimonial, pero que habitualmente están cerrados al público.
Las jornadas son organizadas por el grupo CoHabitar Urbano, que reúne a jóvenes arquitectos, músicos, docentes, fotógrafos y músicos independientes. Y aunque la entrada es libre y gratuita, es indispensable realizar una inscripción previa en la web Open House (www.openhousebsas.org), ya que los cupos son limitados. Los organizadores esperan que participen cerca de 20.000 personas.
Esta oportunidad que se da una vez por año de recorrer edificios famosos, y no tanto, de la ciudad nació en Londres, hace 23 años, con el objetivo de "entrar en el corazón" de los lugares que transforman la cara de una ciudad. Desde entonces, la iniciativa se replicó por más de 20 ciudades de todo el mundo y el año pasado llegó a Buenos Aires, que se convirtió así en la primera ciudad abierta de América Latina. "¿Nunca sentiste curiosidad por conocer la casa de otro?", es la frase dela convocatoria.
Algunos de los edificios emblemáticos y peculiares de la ciudad que estarán abiertos al público el próximo sábado y domingo son el edificio Bencich; el Barrio Parque Los Andes (un ejemplo de vivienda colectiva en el barrio de Chacarita de mitad de los años 20); Los Molinos Building; el histórico Palacio Barolo en la Avenida de Mayo; la Galería Güemes; la Casa Scout (en Palermo, reconocida por su arquitectura interior con paneles que se abren y tabiques de madera que se corren para comunicar espacios); el Mirador Comega; el teatro Gran Rex; la escuela Ecos; el Zanjón de Granados (edificio histórico del siglo XIX) y la Casa Mínima (la casa más angosta de Buenos Aires, de dos metros de ancho, en San Telmo); el Palacio Paz (Círculo Militar); y el ex Banco de Londres.
También abrirán sus puertas los hoteles de la cadena NH, ubicados en bellos edificios históricos de la ciudad. Entre ellos, el NH Collection Lancaster, con su fachada georgiana sobre la calle Reconquista, a metros de la Plaza San Martín, famoso por ser el elegido por Jorge Luis Borges para sus tardes de té. Y el NH City & Tower, de estilo art decó con revestimientos de roble, mosaicos españoles y esculturas talladas en los cielorrasos. Cada hotel ofrecerá bebidas, tapeos y especialidades de su cocina para los visitantes.
Para guiar a los participantes durante el recorrido, los organizadores ya cuentan con un grupo de 400 voluntarios. Además se desarrollarán otras actividades en simultáneo como Open Bici, Open Foto y Open Muro, un recorrido organizado edificio por edificio. Los organizadores recomiendan visitar cinco edificios como máximo al día para poder recorrerlos con tranquilidad.

   Viviendas del Barrio Parque los Andes
                              La cúpula de la Galería Güemes


Fuente: cronista.com

UN HOMENAJE AL ARTE HIDROCINÉTICO DE GYULA KOSICE

Obras de distintas épocas permiten al público acercarse a su peculiar estilo creativo
Gota de agua (2014)
    Gota de agua (2014)
Por María Elena Polack

"Lo que más me interesa es que chicos de todas las edades y de zonas más alejadas puedan tener contacto con mi producción y con el arte en general. El arte es, después de todo, moneda de lo absoluto", afirma Gyula Kosice, al celebrar la exposición de obras suyas en Tecnópolis.
Doce obras, fotos históricas y un neón de gran tamaño, permiten al público tener una primera aproximación al mundo de este creador desde sus inicios, en 1946, hasta la actualidad.
¿Por qué exponer en Tecnópolis? Para responder, Kosice primero recuerda que en 2005 convirtió su taller, en Almagro, en museo. Y amplía: "Si bien el museo es visitado asiduamente por particulares e instituciones escolares de todos los niveles, una exposición en Tecnópolis implica la posibilidad de que cientos de miles de personas puedan acercarse a mi obra".
En el pabellón ArTec, la muestra del fundador del movimiento Madí dedicado al "hidrocinetismo" convoca especialmente al público joven, que es guiado en grupos para observar cada una de las 12 obras expuestas.
La muestra incluye fotografías históricas e imágenes de sus intervenciones en lugares públicos de la Argentina, Uruguay y Corea, y la línea de tiempo para entender quién es y qué ha hecho en su carrera artística Gyula Kosice, nacido como Fernando Fallik en la ciudad de Kosice, en 1924. Junto con su familia, se radicó en nuestro país a los 4 años.
Para llegar a ver su propuesta, hay que atravesar dos lúdicas y muy atractivas instalaciones: La tormenta, de Leandro Erlich, y Cualquier salida puede ser un encierro, de Graciela Sacco. El exterior del pabellón también tiene su cuota artística con Guardarail, la colorida intervención de Andrés Sobrino.
Para esta exhibición, Kosice presenta un nuevo neón de gran tamaño. "Fue hecho especialmente a partir de una obra mía de 1946, cuando utilicé el gas neón por primera vez en el plano internacional", contó a LA NACIÓN.
Cuatro obras hidrocinéticas e hidrolumínicas, un relieve lumínico, cuatro esculturas de distintos momentos de su creación, una pintura madí y una maqueta de la Ciudad Hidroespacial completan la exhibición, curada por la arquitecta Liliana Piñeiro.
¿Qué obras despiertan la mayor curiosidad del público? Gota de agua con luz led (2014), con un seductor juego de colores; Planetoide Kosice (2011), de agua comunicante y leds; la maqueta de la Ciudad Hidroespacial S (1969), que tiene un atractivo especial si se piensa en aquellos años tan lejanos a la tecnología, y Semiesfera y gota espejada suspendida (2007), que requiere cuidadosa contemplación para develar cómo el objeto queda en el aire, sin ningún sostén.
La ministra de Cultura, Teresa Parodi, encabezará el martes próximo, a las 19, un acto de homenaje y cierre de la muestra de arte y de toda la propuesta de Tecnópolis, que volverá a abrir sus puertas en julio próximo.
Kosice en Tecnópolis puede verse de miércoles a domingo, de 12 a 20. Entrada y estacionamiento gratuito. Juan Bautista de la Salle 4341, Villa Martelli, Buenos Aires.



Fuente: lanacion.com

DESPUÉS DE CINCO AÑOS DE OBRAS,
EL MUSEO PICASSO DE PARÍS VUELVE A BRILLAR

Invirtieron 51 millones de euros y ahora podrá recibir el doble de público; es un acontecimiento en Francia
El edificio del Marais posee la mayor colección del artista español  Foto: LA NACION / Musée National Picasso / Beatrice hatala
   El edificio del Marais posee la mayor colección del artista español. Foto: LA NACIÓN / Musée National Picasso / Beatrice hatala
Por Nathalie Kantt / Para La Nación

PARÍS. - Luego de una primera visita al hôtel particulier todavía en obra en marzo, y de una segunda cuando el edificio ya estaba terminado hace un mes, los medios de todo el mundo pudieron finalmente visitar durante estos últimos días el nuevo museo Picasso tal como lo podrá contemplar el público a partir de este sábado, fecha aniversario del nacimiento del artista malagueño: con las obras expuestas. La tercera es la vencida. Instalado en el corazón del Marais, el museo reabre sus puertas tras cinco años de remodelaciones que, por los retrasos y un costo de 51 millones de euros, no escaparon a las críticas y a la polémica.
Construido en el siglo XVII, mezcla de clasicismo francés y estilo barroco de la época, y después de 25 años desde su inauguración como museo, tiempo en el que recibió 12 millones de visitantes, el edificio necesitaba ponerse al día con las normas de seguridad actuales. Se cambiaron puertas, ventanas y techos, se mejoró el acceso para hacerlo, y se aprovechó para reformar las salas, mudar las oficinas administrativas y técnicas a otro espacio a pocos metros de este edificio, renovar el jardín, habilitar nuevos espacios y construir un auditorio. "Es un diálogo entre lo contemporáneo y lo patrimonial. El conjunto de estas operaciones se llevó a cabo respetando las reformas originales de Roland Simounet, el arquitecto a cargo del museo en 1985", explica el nuevo presidente del establecimiento, Laurent Le Bon. Algunas partes de este edificio, como la gran escalera, las fachadas, el patio o la terraza, están protegidas, lo que obligó a contar con un arquitecto adicional especializado en monumentos históricos para supervisar la obra. El resultado es una superficie de exposición de 3800 m2 (antes era de 1600 m2), 13 salas adicionales (37 en total), un último piso más íntimo -antes cerrado al público- en el que se exhibe parte de la colección privada del artista español (compuesta de una centena de obras de artistas como Cézanne, Braque, Modigliani, Miró y Matisse, entre otros), un nuevo atelier destinado a la educación artística de los más chicos, una librería renovada y un café en la terraza.
Desde las ventanas se puede contemplar parte del Marais, lo que permite sentir que este gran museo parisino, que alberga la colección más importante de Picasso a nivel mundial, conserva esa característica tan propia de ser un museo de barrio, a diferencia de grandes establecimientos como el Grand Palais, el Louvre o el Orsay. Las paredes blancas sugieren que se quiso dejar en segundo plano las instalaciones para priorizar las obras, aunque con esos espacios más universales se pierde un poco ese espíritu previo a las reformas: entrar en una casa ajena, a escala humana, y perderse en las obras de Picasso. El museo podrá ahora recibir el doble de visitantes (prevé 139.000 personas de aquí a fin de año y 715.000 durante 2015), lo que le permitiría aumentar sus beneficios, estimados en 1,6 millones de euros para el próximo año. Éste era también uno de los objetivos de las remodelaciones: volver el museo aún más rentable.
Además de un subsuelo dedicado a los ateliers de Picasso y de un último piso con la colección personal del artista, la exposición inaugural propone sobre tres plantas un recorrido cronológico y temático con 400 de las 5000 obras que posee este establecimiento. Pinturas, pero también esculturas, dibujos y collages, que permiten repasar el conjunto de su producción desde 1895 hasta 1972, divididos en las sucesivas fases estilísticas: génesis, monocromía (períodos azul y rosa), primitivismo, cubismo, polimorfismo, metamorfosis, pinturas de guerra, años pop y los maestros. Esta primera exhibición está a cargo de Anne Baldassari, una muestra de respeto a esta antigua presidenta del museo destituida de su cargo en mayo.
Mientras el museo estuvo cerrado, parte de las 5000 obras donadas al Estado francés por los herederos del artista en los años 70 (4000 obras gráficas, 300 pinturas y 300 esculturas, 46 pinturas de la colección privada de Picasso y 200.000 piezas de archivo, entre otras) fueron prestadas para 20 exposiciones itinerantes en trece países. Los 31 millones de euros recaudados permitieron ampliar los trabajos inicialmente limitados presupuestariamente en una Francia en crisis y adquirir un nuevo hôtel particulier, en el que se relocalizó a medio centenar de empleados.


Fuente: lanacion.com