HALLAN 60 OBRAS QUE SE SUMAN AL PRESUNTO "TESORO NAZI"

Estaban en una de las casas del anciano al que le confiscaron unos 1.400 originales en 2012. Hay trabajos de Picasso, Renoir y Monet que podrían haber sido robados a víctimas del nazismo.

Las más de 1.400 obras de arte que el Estado alemán se llevó en febrero de 2012 del departamento de Munich que pertenece a Cornelius Gurlitt, un anciano de 81 años, no son las únicas del presunto “tesoro nazi” que se dio a conocer en noviembre del año pasado: ayer, el vocero de Gurlitt anunció que su representado guardaba unas 60 obras más en su casa en Salzburgo, Austria. Monet, Renoir y Picasso fueron autores de algunos de los trabajos que se confiscaron el lunes, según detalló Stephan Holzinger, portavoz de quien se autoproclama único dueño de todas esas obras, cuya procedencia está bajo la lupa porque podrían haber sido sustraídas por el régimen nazi a sus propietarios legítimos.
Holzinger aseguró que las 60 obras que fueron decomisadas de la casa que Gurlitt tiene en uno de los barrios más acomodados de la ciudad natal de Mozart “ya están en un lugar seguro”, para que el Estado alemán pueda investigar su procedencia.
Es que justamente es la llegada de esos trabajos –hay pinturas, pero sobre todo dibujos y grabados, y firmas como las de Eugène Delacroix, Henri Matisse, Auguste Rodin, Marc Chagall, Edvard Munch y Max Liebermann– a la familia Gurlitt, lo que investiga actualmente la Justicia alemana.
Hildebrand, el padre de Cornelius y su ejemplo inalcanzable de vida, fue marchante de arte, galerista y hasta dirigió algún museo. Cuando el nazismo llegó al poder, fue uno de los pocos marchantes autorizados por el régimen a comerciar lo que el propio nacionalsocialismo denominó “arte degenerado”: todo aquello que por su modernidad merecía ser prohibido por todo fascismo que se preciara. Aunque su hijo haya asegurado al diario alemán Der Spiegel que el galerista compraba algunas obras para “salvarlas del fuego” nazi, la sospecha es que se haya apropiado –o comprado en condiciones muy desfavorables para quien huía o se deshacía de preciados bienes en medio de la desesperación– de al menos varias centenas de las obras que el Estado alemán confiscó a Cornelius Según la fiscalía, las instituciones o galerías que exponían ese “arte degenerado” –que incluía trabajos, por ejemplo, de Munch y Chagall– o las familias judías que hubieran tenido su colección privada de arte, podrían haber sido víctimas del expolio que condujo las obras hasta Hildebrand Gurlitt.
Los funcionarios que bajaron de una pared de Munich una pintura de Liebermann, sacaron de un placard otra de Chagall y envolvieron con cartones más de un millar de obras, son para Cornelius “los extraños”, tal como los definió en Der Spiegel. “Con los cuadros podría haber esperado a la muerte. No hay nada en mi vida a lo que haya querido más que a mis cuadros”, dijo en noviembre. Gurlitt transitó su vida dedicándose a admirar a su padre, que murió en 1956, y a vincularse con esas obras que lo rodearon en Dresde, en Salzburgo, y en Munich, lugar que señala como “el origen de toda desgracia” en alusión al discurso programático que Hitler pronunció en esa ciudad.
“Espero que todo se aclare rápidamente y me los devuelvan”, dijo hace algunos meses. Ahora que el “tesoro nazi” se amplió, puede haber más familias interesadas en revisar el inventario que Alemania ha ido revelando fragmentariamente. Aunque Gurlitt haya asegurado que “voluntariamente no devolverá ni una obra”.

Fuente: clarin.com

EL MUNDO DEL ARTE EN SOLFA

El artista mexicano Pablo Helguera, desde el corazón del ámbito artístico, se ríe de su solemnidad habitual.








Reserva. “Siempre les digo a los coleccionistas que es mejor no conocer al artista: mantiene el misterio vivo”, se justifica un galerista, según Helguera.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

Sobre la pared se ven, gigantes, los retratos de diferentes artistas plásticos, todos con un look vanguardista, “de avanzada”. Al costado de cada uno aparece escrita una descripción. “Vive entre Berlín y Nueva York”, es la de uno con anteojos. “Vive y trabaja en Facebook”: uno con bigotitos. La descripción de una artista de pelo corto: “Vive entre una ciudad como París, culturalmente chic, y un país azotado por la guerra desde el que informa sobre su obra”. La de uno con gorrito: “Vive entre Amsterdam, El Cairo, Panamá y las cataratas del Niágara, por lo tanto, no tiene demasiado tiempo para trabajar”. El último, uno con cabello ralo: “Pretende vivir en Londres pero en realidad está anclado en Wyoming”.
Señores, estas viñetas –que son, en realidad, una gran tomada de pelo al mundo del arte– están dedicadas a los artistas, a reírse un poco de la forma en que ellos mismos se presentan ante el mundo del arte. La historieta hace pie en la forma que adoptaron los museos durante los últimos años para referirse a un artista describiendo los países en los que vivió y vive en la actualidad. Fíjese usted mismo si va, por ejemplo, al MALBA, que en las referencias ubicadas al costado de cada obra se menciona el lugar de origen y el recorrido “geográfico” de cada artista como parte fundamental de su historial.

Volátil. “Por favor, sin documentar. Esta es una obra efímera”, dice ¿Moisés? al dividir las aguas que pronto volverán a reunirse.
Quien se anima a reírse así del sistema del arte lo hace ni más ni menos que desde el corazón mismo de lo más selecto del mundillo artístico: se trata del artista mexicano Pablo Helguera, quien expone estas gigantescas y ácidas historietas llamadas Artoons sobre los muros de la formidable Casa Daros de Río de Janeiro –que posee una de las colecciones más importantes de arte contemporáneo latinoamericano– y quien a su vez trabaja en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Por lo tanto, tiene roce constante y gran desfile de todo tipo de fauna artística.
Pero la cosa no se agota con los artistas. Postula Helguera en otra de sus historietas: “Los curadores son los nuevos artistas/ Los coleccionistas son los nuevos curadores/ Las “socialités” son los nuevos teóricos/ Los artistas piensan que todo se trata sobre ellos”. Por supuesto que en el mundo del arte no caen demasiado bien, a veces, estos Artoons; pero nadie lo confiesa de manera directa.
El propio Helguera comenta desde Nueva York, cuando Clarín le pregunta cómo recibe el público especializado sus historietas: “Creo que las risas que generan los Artoons tienen un componente de risa nerviosa porque en el fondo, todos nos sentimos aludidos”. Agrega luego Helguera: “Recuerdo que una vez hice un Artoon sobre coleccionistas teniendo a uno determinado en mente. Y él, sin darse cuenta, se rió mucho y se burló de ‘aquellos coleccionistas’ que yo representaba en el Artoon y que eran, en realidad, él mismo”.

Pop. “Te dije que no había que quedarse cerca de Lichtenstein”, le dice un reptil liso a otro, que fue “víctima” de los puntos emblemáticos que el artista neoyorquino fallecido en 1997 incluyó en muchísimas de sus obras.
-¿Le pasó alguna otra cosa curiosa con sus Artoons?

-Sí. Una vez una galerista que luego fue acusada de fraude, poco antes de eso me preguntó si me podía comprar un Artoon en el que aparecían dos ladrones robándose una pintura de una casa particular. Uno le decía al otro: “Básicamente, la idea de intercambiar arte por dinero siempre me pareció muy vulgar”.
- ¿Por qué decidió hacer los Artoons, cuál fue su necesidad?

-Cuando entré a Facebook no quería poner fotos familiares aburridas, como hace la mayoría de la gente. Por otro lado quería poner algo que pudiera verse en 10 segundos, al ritmo de ese medio. Así surgieron los Artoons.
- ¿Cree que es una forma de mostrar el mundo del arte en clave de sátira?

-Sí.

Siempre me exasperó que el mundo del arte se tome a sí mismo tan en serio y que tampoco tenga un sentido crítico sobre sí. Por eso, los Artoons no son sobre arte, sino sobre la sociedad artística que los crea, los valora y que se posiciona en torno a ellos.

Arte conceptual. “Es un video largo. Comenzamos a verlo en 1979”, señala la pareja que se retira de la muestra. La barba da crédito a esas palabras.
Fuente: clarin.com

PREMIARON A UN FOTÓGRAFO DE LA NACIÓN DE BUENOS AIRES

World Press Photo

El reportero gráfico Emiliano Lasalvia ganó la máxima distinción en la categoría Deportes por una foto t
madau drante el Abierto de Polo de Palermo; la mejor imagen del año fue del estadounidense John Stanmeyer.
La foto que ganó en la categoría Sports Action Single muestra la caída de Pablo Mac Donough durante el Abierto de Palermo  Foto: Emiliano Lasalvia

La foto que ganó en la categoría Sports Action Single muestra la caída de Pablo Mac Donough durante el Abierto de Palermo. Foto: Emiliano Lasalvia


El fotógrafo de La Nación Emiliano Lasalvia obtuvo ayer el primer premio en la categoría Sports Action Single, máxima distinción al fotoperiodismo deportivo que entregó el prestigioso World Press Photo en su edición 2014, con una instantánea en la que se ve al jugador de polo de La Dolfina Pablo Mac Donough en el momento en que cae de su caballo durante un partido del último Abierto de Polo de Palermo.
El premio a la mejor foto de 2013 (World Press Photo of the Year), en tanto, fue para el estadounidense John Stanmeyer por Señal , una imagen iluminada con la luz de la luna que muestra a un grupo de migrantes africanos en la frontera de Somalia que alzan sus celulares en busca de conexión.
La foto premiada de Lasalvia, en la que Mac Donough parece ser montado por su yegua, en una espectacular rodada sin consecuencias físicas, fue tomada el 1° de diciembre pasado durante el partido que disputaron en la cancha 1 de Palermo La Dolfina y Natividad. "En el momento que hice la foto ya me había dado cuenta de que algo tenía -contó ayer Lasalvia-. Lo loco es que con la Reflex la imagen que queda registrada es justo la que no ves."
Nacido en 1978 en San Carlos de Bariloche, Lasalvia es reportero gráfico en LA NACION desde hace más de nueve años. También colabora con en El Gráfico, el diario El Día de La Plata, la agencia Noticias Argentinas y el periódico Acción. Al concurso, el más importante del mundo en su género, envió dos fotografías de polo -una de ellas, la ganadora-, un retrato de un grupo de hip-hoperos, una imagen sobre los cortes de luz de diciembre pasado y una más sobre una gran tormenta. Guiños del destino, cuando ayer recibió la llamada de un amigo con la gran noticia, estaba en Pilar, esperando para tomarle unas fotos a un caballo de polo. "El que llamaba era Carlos Barría, un amigo fotógrafo, que me dice: Felicitaciones . No entendía por qué y me avisó que era por el World Press. Ahí sí me imaginé que podía ser aquella foto la ganadora", comentó.

Justamente el fotógrafo Carlos Barría había obtenido el primer premio en la categoría Noticias Generales en el World Press Photo de 2002, por una imagen que reflejaba a una madre de Plaza de Mayo envuelta en gases lacrimógenos en una cobertura para LA NACION durante la trágica jornada del 20 de diciembre de 2001.
El jurado del certamen de fotoperiodismo, integrado por 19 personas, debió elegir entre 98.000 imágenes de 5754 profesionales de todo el mundo. La elegida como mejor foto del año fue Señal , del fotógrafo John Stanmeyer, de la agencia VII, que estaba trabajando para National Geographic.
La imagen, iluminada por el resplandor de la luna, muestra a un grupo de inmigrantes africanos levantando sus teléfonos celulares a la orilla del mar, en la frontera de Djibouti con Somalia, en busca de señal para sus celulares. Djibouti es una parada usual para los migrantes que viajan en busca de una vida mejor en Europa o en Medio Oriente. Jillian Edelstein, una integrante del jurado, dijo que la foto evoca temas de "tecnología, globalización, migración, desesperación, alienación y humanidad'', pero que, además, es sutil, y condensa "un trabajo poético en el que se mezcla la expresión de hechos graves y preocupantes del mundo actual".
Otra jurado, Susan Linfield, dijo que la imagen se destacó por el retrato humano que hace de los migrantes. "Demasiadas fotografías de inmigrantes los muestra desaliñados y patéticos, pero esta foto no es tan romántica como digna'', dijo.
Otro trabajo destacado en esta edición fue el del fotógrafo de Reuters Goran Tomasevic, que ganó el primer premio en la categoría Spot News Stories, por una serie de doce imágenes en blanco y negro durante un ataque rebelde a un puesto de control del gobierno en Damasco, Siria, tomadas el 30 de enero. Una de las fotos captura el instante posterior a la caída de una granada, y los hombres que huyen son devorados por el polvo y los escombros. El británico Gary Knight, presidente del jurado por segunda vez, comentó que "es una de las más grandes imágenes de combate de guerra que jamás se haya visto''.
La fundación World Press Photo, con sede en Amsterdam, distingue desde 1955 con sus galardones el trabajo de fotoperiodistas de todo el mundo. Las fotos premiadas en esta edición 2014 serán exhibidas en la capital holandesa el próximo 18 de abril, antes de iniciar una gira por 100 ciudades, que seguramente alcanzará también Buenos Aires.

La historia detrás de una foto

Emiliano Lasalvia
Fotógrafo
Mientras disparaba con su Reflex, Lasalvia vio cómo Oli Vergüenza, la yegua de Pablo Mac Donough, había golpeado la cabeza del polista con la pata. Por eso le llamó la atención que el número 3 de La Dolfina se levantara enseguida. Recién por la noche, cuando vio la repetición de la jugada en cámara lenta, vio que, apenas la yegua sintió el casco de su jinete, levantó un poco la pata para no lastimarlo.

Rampa militar de un centro de refugiados que fue inaugurado en septiembre de 2013 dentro de una escuela abandonada en Sofía, Bulgaria.  Foto:  Alessandro Penso
Rampa militar de un centro de refugiados que fue inaugurado en septiembre de 2013 dentro de una escuela abandonada en Sofía, Bulgaria.  Foto: Alessandro Penso

Inmigrantes africanos en la orilla de la ciudad de Djibouti en la noche,levantando sus teléfonos en un intento de captar una señal de bajo costo.  Foto:  John Stanmeyer
Inmigrantes africanos en la orilla de la ciudad de Djibouti en la noche,levantando sus teléfonos en un intento de captar una señal de bajo costo.  Foto:  John Stanmeyer

Mushers compiten en Megève, Francia, durante la etapa de salida de la carrera de trineos tirados por perros en la competencia Grande Odyssee.  Foto:  Jeff Pachoud
Mushers compiten en Megève, Francia, durante la etapa de salida de la carrera de trineos tirados por perros en la competencia Grande Odyssee.  Foto:  Jeff Pachoud

Fuente: lanacion.com

ENTRE LA AMENAZA Y EL OLVIDO

Patrimonio: ciudades intermedias


En todas las provincias argentinas, urbes de mediana escala mantienen un legado muy valioso que corre el riesgo de desaparecer ante la invasión irrefrenable de construcciones de altura. Algunas iniciativas procuran defender estos recursos culturales y turísticos que aportan identidad


Catedral de Goya, Corrientes  Foto: Fabio Grementieri
Catedral de Goya, Corrientes. Foto: Fabio Grementieri

Por Fabio Grementieri / Para LA NACIÓN

La conformación de una cultura del patrimonio en la Argentina pertenece a la categoría del "trabajo en desarrollo", aunque sigue muy amenazada por la "destrucción en marcha". En estos últimos años se asiste aquí a un fenómeno similar al que se produjo hace 40 años en el campo de la ecología y la protección del medio ambiente. De la misma manera, la preocupación por la preservación del patrimonio cultural inmueble abarca diversas especies en extinción, así como también áreas de variado tamaño y densidad. Afortunadamente, además de la prédica de los especialistas, del creciente interés de los medios y de la opinión pública, de la apropiación política, algunos focos de ciudadanía avanzan en tal sentido. Y ya no sólo en las grandes urbes sino también en las pequeñas y medianas ciudades de todo el país, donde se brega por la preservación del patrimonio urbano y rural.
Entre las grandes ciudades (por su población o por su importancia administrativa o económica) y los pequeños pueblos hay ciudades de escala intermedia (en general, cabeceras de partidos o departamentos) que también poseen un patrimonio valioso pero ignorado y muchas veces amenazado. Estas ciudades tienen orígenes diversos, desde fundaciones coloniales, pasando por trazados decimonónicos hasta llegar a las planificaciones de la primera mitad del siglo XX.
Varias grandes urbes -Buenos Aires, Córdoba, Rosario- han reconocido los valores patrimoniales dentro de su ejido al incorporar normativas de preservación, en su mayoría tardías y endebles, a sus códigos de planeamiento. De esta manera se han podido conservar edificios y algunos sitios, aunque poco del paisaje urbano homogéneo y de calidad que supieron tener muchas ciudades argentinas. Hoy las capitales de provincia muestran una imagen similar: invasión irrefrenable de construcciones en altura, centros históricos desnaturalizados, edificios patrimoniales descontextualizados, retracción de áreas verdes públicas? Pocas siguen conservando cierta calidad ambiental y atractivo; entre ellas Corrientes, Paraná o Viedma-Carmen de Patagones. Y algunas de gran tradición y valores históricos y arquitectónicos notables, como Tucumán o Salta, han sido muy depredadas.
En el caso de las pequeñas ciudades, muchas de ellas han conservado su configuración original y su modesto crecimiento produjo escasos cambios en su morfología y ambiente. Algunas de ellas fueron reconocidas y consagradas como poblados históricos y protegidas como tales por normativas locales, provinciales o nacionales. Tal es el caso de varios pueblos de la Quebrada de Humahuaca (Paisaje Cultural incluido en la Lista de Patrimonio Mundial), Cachi en Salta, Victoria en Entre Ríos o Capilla del Señor en la provincia de Buenos Aires.
En este contexto, las ciudades intermedias presentan un panorama especial: en su mayoría mantienen un patrimonio muy valioso y una calidad y escala urbanas notables, que aún pueden y deben ser preservados de manera útil y efectiva. No sólo se trata de edificios o estructuras importantes, pertenecientes a estilos o tecnologías y que conforman sistemas patrimoniales locales, regionales o nacionales, sino también conjuntos o sitios que pueden llegar a cubrir grandes superficies y configurar áreas de calidad ambiental y visual.
Estas ciudades poseen obras arquitectónicas y de infraestructura pública (escolar, hospitalaria, sanitaria, de energía, de transporte y comunicaciones) realizadas por los gobiernos provinciales o nacionales. Asimismo, edificios institucionales, comerciales e industriales importantes: bancos, iglesias, clubes, comercios, industrias. Pero también un tejido urbano compuesto de construcciones particulares para viviendas de distintas tipologías y estilos. Y, finalmente, conjuntos de parques y paseos que alcanzan también la configuración de los cementerios.

Entrada del cementerio de Pehuajó  Foto: Fabio Grementieri
Entrada del cementerio de Pehuajó. Foto: Fabio Grementieri

Todo este patrimonio necesita de un inventario, un reconocimiento y una tutela que aún no muchas de estas ciudades han efectuado de manera sistemática y efectiva. Algunos pioneros, en las áreas de cultura o planeamiento de los municipios, han dado el puntapié inicial y se va progresando en el tema a través de inventarios, relevamientos y algunas ordenanzas. Pero también surgen iniciativas ciudadanas o de particulares que pretenden avanzar en la valoración y preservación del patrimonio local, poniéndolo en perspectiva y en comparación con otros casos similares.
Es el caso de Azul, importante ciudad del centro de la provincia de Buenos Aires que pertenece al "Circuito Salamone", ese itinerario que enhebra todas las localidades bonaerenses con obras del ya mítico ingeniero "futurista". En esa ciudad que también se proyecta por su Festival Cervantino, la editorial Azul está por publicar un riguroso e imprescindible estudio del arquitecto Augusto Rocca que documenta el valioso patrimonio arquitectónico y paisajístico de la ciudad y que es herramienta indispensable para cualquier política de preservación a implementar. La iniciativa es encomiable y sería muy bueno que otras ciudades siguieran estos pasos.

Pero en otros casos la situación no mejora sino que empeora. Por ejemplo en la ciudad de Goya, donde se está intentando cambiar la normativa urbana del casco central para permitir el surgimiento de "modernas torres" que mostrarán el progreso y la pujanza de la zona al costo de arruinar para siempre una de las ciudades de mayor valor patrimonial del nordeste argentino.

Contra este despropósito viene actuando Proyecto Goya, un grupo de ciudadanos locales, provinciales y nacionales que busca preservar este patrimonio de todos los argentinos para que esa ciudad junto al Paraná potencie sus excepcionales recursos culturales y ambientales y aparezca como un importante destino turístico dentro de diversos corredores: el fluvial histórico del Paraná-Paraguay, que hasta la década de 1970 fuera vía de cruceros que unían Buenos Aires con Asunción; el que debiera conectar el delta del Paraná, los esteros del Iberá y las cataratas del Iguazú o el de la primigenia arquitectura italiana del litoral concentrada en las riberas del Paraná y del Uruguay.

En todas las provincias argentinas las ciudades de escala intermedia ameritan un mayor reconocimiento, valoración y preservación de su patrimonio arquitectónico, urbano y paisajístico. Ese patrimonio no sólo es un importante acervo identitario, sino además un recurso cultural y turístico casi ignorado y poco aprovechado.

Por otra parte, dichas ciudades poseen diversas piezas de "sistemas patrimoniales" provinciales o nacionales derivados de programas de obras públicas en distintos períodos de la historia del país. La pérdida parcial o total de esas obras afecta a la ciudad y además empobrece el conjunto del patrimonio nacional. Pareciera que ha llegado la hora de encarar incentivos jurídicos, institucionales y económicos federales y provinciales que potencien los esfuerzos locales y municipales.

Almacén de Chilecito, La Rioja  Foto: Fabio Grementieri
Almacén de Chilecito, La Rioja  Foto: Fabio Grementieri


Legislación: contra una falsa idea de progreso

La legislación nacional o provincial debería tener en cuenta esta situación de indefensión del patrimonio urbano en las ciudades intermedias de la Argentina, en especial de aquellas que tienen un patrimonio urbano, paisajístico y arquitectónico notable y bastante bien conservado a pesar de carecer de normativas específicas de preservación. Sucede que los habitantes de estas ciudades (políticos, dirigentes, ciudadanos) rara vez son conscientes del valor patrimonial de su hábitat y su entorno. Y del recurso que tienen entre manos. O de las posibilidades de potenciar esos recursos con el diseño y la gestión de recorridos turísticos que conecten varias de esas ciudades, su entorno de paisaje cultural o natural y sitios rurales de diverso valor. El patrimonio de una ciudad intermedia puede ser revalorizado increíblemente si se revela tanto su singularidad como su pertenencia a un sistema de monumentos y sitios dispersos en otras ciudades aledañas o dentro de un corredor o una red de dimensiones variables: desde una ruta provincial o nacional, pasando por una línea ferroviaria, hasta valles, costas o vías fluviales de cientos de kilómetros de extensión.
Este patrimonio urbano está amenazado por una falsa idea de progreso que ve en operaciones de demolición y nuevas construcciones -pero también en reciclajes abusivos- la modernización que la ciudad necesita para estar a la altura de los tiempos. Y que pretende reflejar lo que vienen haciendo las grandes ciudades (desde la capital provincial hasta la capital de la República) a las que siempre se mira como modelo. Sería bueno que las comunidades de estas ciudades intermedias se dieran cuenta de que muchas de las características de su paisaje urbano y su vida cotidiana son envidiados por los habitantes de las grandes ciudades. Y que tienen en su patrimonio un recurso excepcional que merece atención, protección y desarrollo sustentable.


(El autor es arquitecto, especializado en patrimonio. Fue distinguido por la Universidad de Notre Dame por su acción pública y es autor de varios libros sobre estilos patrimoniales tradicionales.)

Fuente: ADN Cultura La Nación

MÁS DE MIL MUSEOS EN UNA GUÍA DIGITAL

Es de destacar la completa y exhaustiva compilación de una parte importante de nuestro patrimonio cultural, realizada por la Secretaría de Cultura de la Nación
Museo Nacional de Arte Decorativo - Palacio Errázuriz Alvear


En toda la Argentina hay más de 1000 museos, y una guía digital, la de la Secretaría de Cultura de la Nación, ha hecho un exhaustivo relevamiento de ellos, tanto de los públicos como de los privados que conviven en las provincias argentinas, subrayando además sus distintas especialidades y los más diversos orígenes.
Realizada por la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos, esta tercera edición digital de la Guía de Museos, cuya información se recabó entre junio de 2008 y julio de 2013, ya está disponible para descargar del sitio web de Cultura.
La guía está organizada alfabéticamente por provincia, por localidad y por museo, y esta nueva edición incluye además dos mapas del país, confeccionados por el Sistema de Información Cultural de la Argentina (Sinca): en uno, se ubican todos los museos argentinos, y en el otro, las instituciones dependientes de Cultura de la Nación.
La investigación, suministrada por cada organismo interviniente, ha sido muy completa; sin embargo, en la misma obra se advierte a los lectores que toda notificación sobre cambios de datos será bienvenida, ya que se aspira a que esta publicación pueda ser una herramienta de consulta permanente que aporte conocimiento sobre el patrimonio cultural argentino y, también, sobre la diversidad de los museos que los argentinos poseemos como comunidad.
En efecto, recorrer digitalmente las páginas de la guía es una invitación al orgullo y el asombro permanentes: no sólo están las 26 instituciones que dependen de la secretaría -por ejemplo, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Manzana de las Luces o el Museo Casa de Ricardo Rojas-, sino instituciones de gestión privada tan especiales, entre otras, como el Taller Museo Gyula Kosice, en el que se expone gran parte de la obra del artista plástico y poeta, creador de las hidroesculturas.
Un dato para destacar es que el continuo relevamiento de los museos permitió actualizar los datos de base y constatar que el número de instituciones identificadas se ha incrementado en los últimos años de 900 a 1000.
Tanto por la facilidad de acceso como por el trabajo mancomunado entre instituciones, esta guía se transforma no sólo en un elemento imprescindible para trabajar en los ámbitos escolares y de estudio, sino también en una obra destacada que muestra uno de los aspectos más armónicos de esta sociedad a veces demasiado atravesada por las disidencias y los enfrentamientos: el de la riquísima e importante diversidad cultural de su patrimonio que ha hecho de la Argentina un país destacado en la región y en el mundo.

Fuente texto: lanacion.com

HALLAZGO DE ESPAÑOLES EN LUXOR


Fotografía  facilitada por el Ministerio Egipcio de Antigüedades del sarcófago de  una momia de hace unos 3.600 años descubierto por expertos españoles en  la ciudad de Luxor. El descubrimiento fue hecho específicamente en las  excavaciones del sector norte de la necrópolis de Tebas, en el patio delantero en la tumba de Yehuti, quien fuera el supervisor ​​de las  arcas de la reina Hatshepsut (1482-1502 aC).


 Fuente: EFE

MUCHO MÁS QUE UNA ENREDADERA

Los jardines verticales están de moda. Cómo una pared revestida de especies vegetales puede terminar en algo poético.

QUIA BRANLEY MUSEUM. Este museo de Jean Nouvel en París fue uno de los que alimentó esta tendencia.

Por MIGUEL JURADO *

 


Eso de ponerle plantas a los frentes nunca me gustó demasiado. Será por eso que decía el famoso arquitecto Frank Lloyd Wright: “Un médico puede enterrar sus errores pero un arquitecto apenas puede aconsejar a sus clientes que planten una enredadera”. Al polémico autor del espiralado Museo Guggenheim de Nueva York le encantaba mostrar que los fracasos de los doctores son menos visibles que los de los arquitectos y, de paso, condenó a las paredes vegetales al mero papel de manotazo de ahogado para tapar lo que no tiene arreglo.
Sin embargo, en los 70 años que pasaron desde que Wright era palabra santa en la arquitectura, las paredes verdes se volvieron una moda. No es que estén por todas partes, o que sean más famosas que las ahora famosas terrazas verdes, pero dale tiempo y van a tapizar el mundo.

La culpa es del francés Franck Blanc que hace unas décadas desarrolló un muro vegetal para el museo de Quai Branly de París. Después lo llamaron para el Caixa Forum de Madrid y siguieron otros encargos que lo volvieron en el botánico más famoso de la arquitectura. Pero ojo, el francés había empezado a poner plantas en las paredes mucho antes. Es más, según él mismo dice su primer jardín vertical lo hizo en su cuarto, cuando tenía 18 años.

El experimento de Blanc logró imitadores en todos lados, y también en Buenos Aires. Por ejemplo, se puede ver un intento de jardín vertical en los costados de la autopista 25 de Mayo, cuando se conecta con la 9 de Julio, a la altura de San Juan. El Gobierno porteño hizo poner unos tubos de plástico para que crezcan plantas y tapen los paredones de los costados. Más o menos está funcionando.

Pero lo más científico en materia de jardines verticales porteños se puede ver en un edificio de la calle Bulnes, entre Las Heras y Cabello. Allí, los arquitectos María Cobelo y Federico Aja Espil se mandaron una pared verde de 6 pisos. Atenti que no hicieron cualquiera. Tuvieron que investigar bastante y la solución final fue una estructura que separa lo verde de la pared de ladrillos, sobre el armazón clavaron un fieltro plástico con bolsillos, los llenaron de tierra y pusieron los plantines. Un sistema de riego automático y las plantas adecuadas dio por resultado un verdadero tapiz vegetal.

El tema de las plantas no es una pavada, al mismísimo Blanc, con más de 300 jardines verticales en su haber, la pifió en la Caixa de Madrid y tuvo que replantar la medianera. Su próximo desafío es un jardín vertical de 160 metros en una torre de Sidney, Australia.

La audacia vegetal no es patrimonio exclusivo de Blanc, en 2004, el argentino Emilio Ambasz donó un proyecto súper verde para ampliar el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el MAMBA, el que está en avenida San Juan al 300. Bueno, la ampliación se hizo pero la idea de Ambasz, que incluía hacer una especie de gran edificio botánico, no pudo ser. Claro, el famoso arquitecto que vive entre Europa y los Estados Unidos no se dio por vencido: acaba de donar el proyecto para construir un museo de arquitectura en Madrid, justamente a pocas cuadras de la Caixa de Blanc ¿Y que creés? El proyecto promete dos enormes paredes con plantas. Ambasz no es un improvisado, hace 20 años construyó un centro cultural en Japón con un jardín en cascada sobre los techos aterrazados de sus 15 pisos.

Para ser sinceros, eso de agregarle verdura a un edificio no es gran cosa, de tanto en tanto resucita la idea de fusionar arquitectura y naturaleza y todo se vuelve verde. Pero hacer un jardín vertical es otra cosa. Para Blanc, su invento no tiene límites: “En lugar de no ser nada, o un lugar para grafitis, una pared pasa a transformarse en algo poético”, dice, y tiene razón. Ahora mismo lo estoy pensando para salvar el castigado frente de mi casa.



* Editor adjunto ARQ


Fuente: suplemento ARQ Clarín