CORRIERON LOS MILLONES
EN UNA SUBASTA DE ARTE EN LONDRES


Cotizado. Picasso y un retrato de su amante Marie-Thérèse Walter./AFP

La temporada de subastas abrió con nombres deslumbrantes en Londres: ayer, en Sotheby’s se remataron obras de Picasso, de Monet, de Miró, de Degas, de Schiele, de Léger, de Kandinsky.
Los precios no desbordaron las previsiones, pero los millones corrieron.
La estrella, como de costumbre, fue Picasso. Se ofrecía Femme assise près d’une fenêtre (Mujer sentada junto a una ventana), pintado en 1932 en París.
Es el retrato de Marie-Thérèse Walter, joven amante del pintor. Como para esa época Picasso estaba casado con Olga Koklova, el cuadro fue un “blanqueo”: el artista mostraba al mundo su amor.
Se vendió en 45 millones de dólares.
En la subasta, también se remató Nympheas avec reflets de Hautes Herbes(Nenúfares con reflejos de hierbas altas), de Claude Monet, pintado entre 1914 y 1917. Salió en 14,162 millones de dólares.
Y del mismo autor, Helada en Giverny se vendió en 13,8 millones.
Por Mujer soñando con escapar (1945), de Joan Miró se pagaron 13,28 millones y Amantes, de Egon Schiele, salió en 12,4.
Después del baño, de Edgar Degas, se vendió en 12,224 millones de dólares. Se pagaron 2 millones por Naturaleza muerta de Léger (1924) y 1,686 millón por Contacto, de Kandinsky.
Hoy siguen los remates, pero en Christie’s. Allí se destaca Jeanne Hebuterne, de Amadeo Modigliani, por el que se esperan entre 25,8 y 35,9 millones de dólares.


Fuente: lanacion.com.ar

LUCIAN FREUD DONÓ UN RETRATO DE COROT
A LA NATIONAL GALLERY DE LONDRES

Adquirida en 2001 en una subasta, el pintor expresó en su testamento su voluntad de que se trasladara desde su casa hasta el museo como agradecimiento al país donde se refugió en 1933 tras huir de la Alemania nazi.

Lucian Freud donó un retrato de Corot a la National Gallery de Londres
"La italiana. La mujer con la manga amarilla" ("The Italian. The woman with the yellow sleeve"), de 1870.

El pintor Lucian Freud (1922-2011) dejó en su testamento para la National Gallery de Londres un retrato de Corot como muestra de agradecimiento al Reino Unido, donde se refugió con su familia tras huir de la Alemania nazi.
La obra "La italiana. La mujer con la manga amarilla" ("The Italian. The woman with the yellow sleeve"), de 1870, se enmarca en la última etapa de la vida de Camille Corot (1796-1875) y retrata de cintura para arriba a una mujer casi de perfil sobre un fondo negro.Adquirida en 2001 en una subasta, Lucian Freud expresó en su testamento su voluntad de que la pintura fuera trasladada desde la planta superior de su casa en Londres hasta la National Gallery como agradecimiento al país donde se refugió en 1933, informó hoy el museo.
Nacido en Berlín en 1922 en el seno de una familia judía, la llegada al poder del nazismo obligó al pintor a emigrar a Londres y años más tarde, en 1939, obtuvo la ciudadanía británica.
El retrato de Corot fue hoy expuesto al público por primera vez desde que, en 1962, se viera en el museo del Louvre de París tras pasar por las manos del actor Edward G. Robinson, que lo retuvo desde 1937 hasta 1957.

Una «gran aportación» para el museo

"El cuadro es una gran aportación para la National Gallery donde, aunque ya tenemos una consistente colección de los trabajos de Corot, no contamos con un retrato tardío de este tipo", señaló el director del museo, Nicholas Penny.
Obsesionado con la figura humana, Lucian Freud visitaba regularmente las galerías de la pinacoteca y, según Penny, "tenía una idea exacta del impacto que su donación tendría.
"La italiana" se ha colocado hoy en la sala 41 de la National Gallery, que también recibió de Freud tres estatuas de bronce de Edgar Degas, expuestas temporalmente en la galería Courtauld.
El celebrado artista británico falleció el 20 de julio a los 88 años, momento en que estaba considerado el pintor vivo más cotizado, con una obra básicamente figurativa.

Fuente: abc.es

EL FIN DE UN MISTERIO


El hallazgo abre el camino para la confirmación de hechos históricos cruciales para Inglaterra.

Restos reveladores


El esqueleto, enterrado a un metro y medio de profundidad, exhibe rasgos adjudicados al monarca por las crónicas de la época. El orificio en la base del cráneo sería el que recibió en la batalla de Bosworth Field. En los restos se advierte su pronunciada escoliosis.



La excavación

La secuencia de imágenes muestra distintos momentos de la búsqueda del lugar del entierro, debajo de una playa de estacionamiento municipal de Leicester, en Gran Bretaña. Dos hombres ataviados a la usanza medieval flanquean la fosa donde se encontraron los restos. El hallazgo es considerado uno de los más importantes de la arqueología moderna.






Fotos: AFP, EFE y Reuters.

Fuente: lanacion.com.ar

RICARDO III, UN REY EN EL ESTACIONAMIENTO

Arqueología / Resonante descubrimiento en Gran Bretaña

Confirmado: los restos hallados en un estacionamiento son de Ricardo III
El monarca británico había muerto a los 32 años, en la batalla de Bosworth Field; estaba enterrado debajo de una playa municipal; su vida inspiró una obra de Shakespeare.

Retrato de Ricardo III


LEICESTER (Gran Bretaña).- En uno de los hallazgos más resonantes de la arqueología moderna, investigadores de la Universidad de Leicester anunciaron ayer que los restos óseos encontrados debajo de una playa de estacionamiento en esta ciudad británica pertenecen al rey Ricardo III , durante siglos el más vilipendiado monarca inglés, un hecho que abre el camino para una posible revaluación de su breve, pero sangriento reinado.
Richard Buckley, arqueólogo en jefe del proyecto de identificación de los huesos, dijo a los periodistas que los análisis y las investigaciones realizados desde que los restos fueron descubiertos, en septiembre pasado, prueban "más allá de toda duda razonable" que el "individuo exhumado" de una tumba improvisada bajo los cimientos de una playa de estacionamiento pertenecían "a Ricardo III, el último Plantagenet que reinó en Inglaterra."

Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters
Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters

Richard Taylor, secretario general de la universidad, que coordinó el equipo de arqueólogos, historiadores, genealogistas y genetistas que trabajaron en la identificación, dijo que la última pieza del rompecabezas científico había encajado en su lugar anteayer, cuando se conocieron los resultados del examen de ADN.
En ese momento, dijo Taylor, los miembros de su equipo supieron que habían logrado algo histórico.
"En ese momento supimos, más allá de toda duda razonable, que se trata de Ricardo III -dijo Taylor-. Ahora estamos tan seguros como se puede estar seguro de algo en la vida."
El genetista Turi King dijo en la conferencia de prensa que las muestras de ADN tomadas de dos descendientes actuales de la familia de Ricardo III concordaron con las de los huesos encontrados en el lugar. Uno de los descendientes, Michael Ibsen, es hijo de un sobrino de 16ta. generación de Ricardo III. El segundo familiar prefirió permanecer en el anonimato.
Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters
El esqueleto, además, tiene un gran orificio en el cráneo, que concuerda con los relatos de la época, que afirman que el monarca murió tras recibir un golpe en el campo de batalla, hace más de 500 años.
Según dijeron Taylor y otros miembros del grupo, habían reunido un enorme catálogo de evidencias que indicaba, sin lugar a dudas, que los restos pertenecían al monarca. Entre esos indicios estaba la confirmación de que el cuerpo pertenecía a un hombre en los finales de la veintena o principios de la treintena, y que su dieta había sido rica en carne y pescado, característica de una vida privilegiada en el siglo XV.Más inconfundible aún, señalaron los científicos, fue el examen de carbono realizado en dos costillas del esqueleto, que indicó que la persona en cuestión había muerto entre los años 1455 y 1540. Ricardo III murió en la Batalla de Bosworth Field, a 40 kilómetros de Leicester, en agosto de 1485.
Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters
Igualmente concluyente era la ubicación de los huesos, que fueron hallados exactamente donde el historiador Tudor del siglo XVI, John Rouse, había identificado el lugar en que fue enterrado, en la esquina de la capilla del priorato Greyfriars, y con una distintiva curvatura de la columna vertebral típica de quienes sufren escoliosis, una enfermedad que genera una joroba, rasgo físico característico que a lo largo de la historia se ha atribuido a Ricardo III.
La sensación de que se trataba de un momento bisagra de la historia de la realeza británica quedó de manifiesto cuando los reporteros fueron invitados a ver los restos óseos, que yacían en una cuarto cerrado en el tercer piso de la biblioteca de la universidad, depositados sobre un almohadón de terciopelo negro, dentro de una caja de vidrio.
No se permitió el ingreso de las cámaras, según lo expresamente acordado con el Ministerio de Justicia de Gran Bretaña, y también por respeto a la dignidad de un rey. Dos miembros de la capellanía de la universidad, uno de ellos vistiendo el hábito negro y rojo de los sacerdotes de la Iglesia Católica, permanecían sentados a los costados del cuerpo, mientras los reporteros desfilaban, todo lo cual teñía el aire de mayor solemnidad y reverencia.
Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters
Según dijeron los científicos, los restos mostraban gran cantidad de heridas coincidentes con los relatos históricos sobre los fatales golpes recibidos por Ricardo III en el campo de batalla, y otros golpes que probablemente haya recibido a manos de los vengativos soldados del ejército de Henry Tudor, vencedor de la batalla de Bosworth y sucesor de Ricardo en el trono, con el nombre de Enrique VII, mientras el cuerpo del rey muerto era llevado a caballo hasta Leicester, incluidos varios puntazos de daga en la mejilla, la mandíbula y la parte inferior de la espalda. El esqueleto exhibe evidencias de 10 heridas, 8 de ellas en la cabeza, alguna de las cuales podría haberle causado la muerte, posiblemente por un golpe de alabarda, un tipo de arma medieval con una cabeza de hacha en el extremo de una lanza.
Los académicos han discutido si Ricardo no fue víctima de una campaña de difamación por parte de los Tudor, que lo sucedieron. Sus defensores argumentan que era un buen rey, duro como lo imponía su época, pero impulsor de medidas de avanzada para ayudar a los pobres y de flexibilizar la prohibición de imprimir y vender libros.
Los restos del rey inglés Ricardo III fueron encontrados bajo un estacionamiento después de varias excavaciones en la zona.  Foto: Reuters
Pero sus detractores describen los 26 meses de Ricardo en el poder como uno de los períodos más oscuros de Inglaterra, y los excesos del monarca quedarían resumidos en su supuesta participación en el asesinato, en la Torre de Londres, de dos jóvenes princesas -sus propias sobrinas- para deshacerse de potenciales rivales al trono.
Shakespeare contó la historia del rey Ricardo III y lo describió como un hombre ruin e intrigante con joroba, cuya muerte a los 32 años puso fin a la Guerra de las Rosas y a más de tres siglos de reinado de los Plantagenet, final de la Edad Media en Inglaterra.
En el relato de Shakespeare, Ricardo muere tras caer de su caballo en el campo de batalla, al grito de "¡Un caballo, un caballo! ¡Mi reino por un caballo!".
Los huesos fueron localizados por primera vez cuando los arqueólogos utilizaron radares de alta penetración en el lugar donde antiguamente se encontraba el priorato, y descubrieron que no se encontraban debajo de un banco del siglo XIX donde supuestamente estaban, sino bajo una playa de estacionamiento, cruzando la calle.
Traducción de Jaime Arrambide

Fuente: lanacion.com.ar

EL PAPEL DE LOS ARTISTAS

El papel acompaña a los artistas desde el siglo XV. Con unas 80 obras en ese soporte, una muestra destaca su rol en la producción artística moderna.

EL LENGUAJE DE LA GEOMETRÍA

De distintas épocas y nacionalidades, las obras de la imperdible primera muestra del MACBA recorren seis décadas de abstracción.

Ahí nomás, a unos pasos del Mamba, uno se encuentra con el flamante Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (MACBA), un moderno edificio vidriado que alberga parte de la colección particular de abstracción geométrica que Aldo Rubino armó en los últimos veinte años. Rubino, que viene del mundo de las finanzas, cumplió con el sueño del museo propio como ya lo hicieron otros empresarios: primero Eduardo Costantini; luego, Amalia Lacroze de Fortabat. De siete pisos y con una estructura de hormigón a la vista, el MACBA se caracteriza por una estética bien minimalista. Los cuatro pisos de exhibición están conectados por rampas. Desde su inauguración, en septiembre, el museo ya fue visitado por quince mil personas.
Joe Houston, curador de la colección Hallmark de Kansas, organizó el guión curatorial de Intercambio global. Abstracción geométrica desde 1950 , la muestra inaugural. Con una selección de medio centenar de obras de la colección (integrada por unas 200), agrupadas en cuatro ejes, puso el foco en el carácter internacional de este conjunto de piezas.
“Orden e inestabilidad” incluye obras que juegan con el equilibrio a partir de la estructura compositiva. Uno se encuentra con el plato fuerte de la colección: “Avall”, de Víctor Vasarely. Giulio Carlo Argan definió las formas geométricas como símbolos espaciales, morfemas mentales: “Uno de los aspectos pedagógicos de las tablas imaginativo-nouménicas de Vasarely es que elimina la diferencia entre sensaciones ‘reales’ y sensaciones ‘ilusorias’, haciendo así posible que la conciencia utilice con valores iguales todas las informaciones visuales”.
Con pintura argentina, latinoamericana, europea y americana, esta sala es bien representativa del carácter internacional al que apunta la colección. Es posible ver obras de Matilde Pérez, Walter Leblanc, Toni Costa, Julian Stanczak, Luis Tomasello, Manuel Alvarez y Juan Melé, entre muchos otros. Es interesante comparar trabajos de artistas de distintas nacionalidades y épocas: los une un potente lenguaje común.
“Ya a mediados de los años 50 no se trabajaba con la cuestión de la composición sino con la percepción visual y la fenomenología de la percepción entendida como un fenómeno físico completo: para un fenomenólogo la visión no es solamente el nervio óptico y el cerebro, el ojo es sólo una parte de la percepción a la que hay que sumarle el entorno espacial, auditivo”, dice María José Herrera, directora artística del MACBA, refiriéndose a esta concepción que entiende la mirada también como un hecho social, en su dimensión cultural. Ante las obras, el espectador se mueve, desconfía de lo que ve, vuelve sobre sí, camina. Se produce una liberación del modo de ver heredado: el espectador abandona la contemplación tradicional, para convertir su propio cuerpo en el actor principal de la escena.
En “Efectos del color” es posible encontrar trabajos deslumbrantes donde el color genera movimiento a partir del contraste de complementarios o de grados de luz. Hay una joyita de Carlos Cruz-Diez, alquimista en el arte de la saturación retiniana, que juega con el color en movimiento: caminar viendo ese rojo furioso mutar en otros colores es un instante de alegría. Hay bellísimas obras del brasileño Almir da Silva Mavignier y del español Francisco Sobrino. Además, trabajos de Le Parc y de Joël Stein, también del GRAV (Grupo de Investigación de Arte Visual) y una sutil pintura a pura transparencia que produce un efecto fuera foco de Manuel Espinosa. Hay también obras de Kazuya Sakai, y de la escuela californiana, que no se ven frecuentemente por nuestras pampas. Una pintura de Richard Anuszkiewicz nos hace desconfiar una y otra vez del color que vemos: pone en cuestión nuestra percepción, y el trabajo obsesivo del japonés Tadasuke Kuwayama simplemente deslumbra.
Seguimos recorriendo otro piso. El sector “Formas en expansión” incluye obras de artistas que fueron contra la tradición naturalista del marco ventana, rompieron con los estrictos parámetros de la pintura tradicional. Hay obras de Carmelo Arden Quin, César Paternosto, Raúl Lozza, Alexander Liberman, Alejandro Puente, Leon Polk Smith, con una pintura de 1973 que produce un impresionante efecto que se percibe como volumen. Hay también una obra de Kenneth Noland, la única que puede verse en la Argentina.
“La cuestión del marco recortado y la pintura objeto, uno de los temas que aborda Paternosto, está vinculada a la noción de módulo y sistema, ligada al estructuralismo”, dice María José Herrera. El estructuralismo lingüístico se aplica a la imagen: es un acuerdo de equilibrios entre formas, una solidaridad entre partes. Se piensa la obra, dice Herrera, como si fuera una oración: con una sintaxis determinada, donde la unidad mínima es el color.
Por último hay una serie de obras geométricas contemporáneas que recurren al claroscuro, un ilusionismo previo al arte geométrico (ya usado desde los setenta) y, además, abandonan definitivamente los colores puros de Mondrian. Se usa desde el blanco hasta todo tipo de colores industriales, decodificados desde la moda y no desde el arte. Son lenguajes de la geometría contemporánea que, a diferencia de la geometría tradicional guiada por formas puras, hacen guiños constantes a la realidad. Los artistas se meten con diagramas, gráficos, estructuras como laberintos, plantas de estilo arquitectónico (sin connotar necesariamente a un espacio real, sino que toman la forma pura y dura). Hay señuelo y anclaje con el mundo, pero no se abusa.
Usted podrá encontrarse con una pintura geométrica de Guillermo Kuitca, mix entre laberinto y rayuela, o con “Freaking on Fluo”, donde Marta Minujín sobre una tela con retazos con imágenes de sus colchones proyecta un video con esas formas: crea un efecto hipnótico. Hay pinturas, entre otros, de Graciela Hasper, Fabián Burgos, que desata un pasaje infinito de claroscuros, y un tríptico de la española Rosa Brun que con planos uniformes de color indaga en el grado cero de representación posible. “Sony (Los Angeles)” es una obra de la inglesa Sarah Morris hecha con pintura sintética y colores bien ligados a la industria.
Un consejo: antes de irse regrese a ver nuevamente las obras de Tadasuke Kuwayama, Julio Le Parc, Marcos Coelho Benjamín, Francisco Sobrino y Cruz-Diez. Es posible disfrutar una vez más de unos instantes de deslumbrante felicidad.


Fuente: Revista Ñ Clarín


DAVID HOCKNEY
DIBUJÓ LOS CUENTOS DE LOS HERMANOS GRIMM

Como parte de las celebraciones por el 200 aniversariode la primera edición, una muestra en Madrid exhibe grabados en los que el artista británico pasó por el tamiz de la modernidad los cuentos menos conocidos de los hermanos alemanes.

David Hockney, el polifacético artista inglés afincado en Los Ángeles es un "enamorado de los cuentos", lo que le llevó en 1969 a pasar los clásicos relatos de los hermanos Grimm por el tamiz de la modernidad que imprime toda su obra. La Fundación Canal expone en Madrid desde el 30 de enero hasta el 14 de abril la serie de 39 grabados creados por Hockney (Bradford, 1937) basados en seis cuentos de los menos conocidos de los hermanos Grimm: "El enano saltarín", "Verdezuela" (Rapunzel), "El viejo Rinkrank", "Piñoncito", "La liebre de mar" y "Juan sin miedo".
Coincidiendo con el 200 aniversario de la primera edición de los cuentos de Jacob y Wilhelm Grimm, los grabados del artista inglés aportan un punto de vista "original" y "grandes dosis de humor" sobre la obra de los dos hermanos alemanes, según manifestó el crítico de arte Francisco Carpio, encargado de presentar a los periodistas la exposición. Para Carpio, la exposición muestra la faceta menos conocida de "uno de los artistas más importantes del siglo XX", la de ilustrador-grabador, y da muestra de su dominio "de todas las artes plásticas".
David Hockney empleó un año entero en realizar estos grabados, para los que buscó los cuentos menos famosos de los hermanos Grimm y, sobre todo, aquellos que le divirtieran o que supusieran "un reto plástico" para él, prescindiendo en algunos de ellos de elementos significativos o bien aportando otros que él consideraba oportuno "sin variar por ello el significado de los relatos", según Carpio. Además, según el crítico de arte, las ilustraciones revelan el "profundo conocimiento" de Hockney de la tradición pictórica clásica, en las que no faltan alusiones a grandes artistas como Leonardo Da Vinci, Uccello, Carpaccio o Goya, utilizando técnicas similares a las de éstos.

El sacristán disfrazado de fantasma. David Hockney (Fundación Canal)
Añadir leyendaEl sacristán disfrazado de fantasma. David Hockney (Fundación Canal)
Así, el artista inglés combina a lo largo de estos 39 grabados tres técnicas distintas, como son el aguafuerte, aguatinta y punta seca, en función de su intención por aportar un toque dramático, divertido o de efectos asombrosos a las ilustraciones. El sorprendente diseño expositivo de Enrique Bonet introduce al visitante de la muestra en un cuento, como si estuviera pasando páginas de alguno de los famosos cuentos de los Grimm, gracias a la decoración de la sala y a los colores y luces utilizados para recrear el mágico mundo de los cuentos.
Un homenaje a Catherina Dorothea Viehmann --la anciana alemana que relató a los Grimm la mayoría de los cuentos que ellos luego recopilaron-- abre la muestra, una mujer "a la que ni siquiera Jacob y Wilhelm homenajearon" y a quien Hockney reconoció el mérito de transmitir para las generaciones venideras esas historias populares. "El chico escondido en un pez" (de "La liebre de mar"); "La cocinera" (de "Piñoncito"), en la que Hockney se inspira en las cabezas grotescas de Da Vinci; o "Rapunzel creciendo en su jardín", con influencias de Brueghel, son algunos de los grabados que se pueden ver en la Fundación Canal.
Los grabados, alejados de las coloristas y características pinturas del artista inglés, esconden, según Carpio, "constantes guiños" y referencias a la historia del arte, pero también a la literatura e incluso al cine, y en los mismos su creador se toma "constantes licencias" para adaptar el dibujo a lo que quiere ilustrar.

Suplicando por el niño. David Hockney (Fundación Canal)
Suplicando por el niño. David Hockney (Fundación Canal)

Las emblemáticas torres que aparecen en muchos cuentos clásicos están en seis de los 39 grabados de Hockney, experimentando distintos estilos con las mismas, especialmente en el cuento de Rapunzel, que acapara cuatro de ellas. "Juan sin miedo" monopoliza, por ser la historia más larga, una sala para todas sus ilustraciones, rodeadas de la atmósfera "inquietante y de misterio" que envuelve el cuento ayudándose del color rojo.
En toda la serie de "Juan sin miedo" destaca la inspiración que el artista encuentra en Magritte y Carpaccio, con una mezcla de realidad y fantasía, como en la ilustración de "El sacristán disfrazado de fantasma". "Esos grabados acabaron convirtiéndose en algunas de mis piezas más famosas", escribió Hockney sobre su trabajo inspirado en los cuentos de los hermanos Grimm, y recordaba el tiempo empleado en los mismos al señalar: "Si trabajas en una pintura durante un año, la consideras una pieza importante".

Fuente: EFE / Concha Carrón