UN AMOR DE SARMIENTO


Cuadernos privados
Un amor de Sarmiento
Por Laura Ramos

De entre todas las jóvenes que conoció en Estados Unidos con el propósito de reclutarlas como maestras en la Argentina, Sarmiento pareció haberse enamorado de la única que no tenía el menor interés en trabajar como maestra ni como ninguna otra cosa. De todas maneras, Ida Wickersham sólo cumplía con uno de la docena de requisitos establecidos para ser merecedora del cargo: no era maestra, ni culta, ni de sólidos principios morales; ni siquiera era inteligente o aguda. Pero era hermosa. Sarmiento conoció al matrimonio Wickersham, una de las parejas elegantes de Chicago, entre el 8 y el 11 de agosto de 1865, mientras recorría el oeste en calidad de Ministro Plenipotenciario de la Argentina. Ida tenía veinticinco años y su belleza morena parecía más argentina que sajona.
En su diario de viaje -que dedicó a Aurelia Vélez Sarsfield, otro amor clandestino- Sarmiento reveló, bajo ciertos velos: “Mi intimidad con esta linda dama ha sido impuesta por una especie de fatalidad feliz. Es mi maestra de inglés, enseñado en interminables coloquios, provocados ex profeso para enseñarme a hablar (…) Por lo demás, es la mujer más mujer que he conocido y jurara que me amaba en el fondo de su corazón si no estuviese seguro de que mis años y mi posición le permitían abandonarse, sin las reservas de su sexo, a la confianza que inspira un confidente”.
En sus cartas fulgurantes, Ida no sólo le hablaba de joyas o del vestido de lince y raso escarlata que él le había comprado en París: orlaba la ignominiosa guerra contra el Paraguay con un sentimentalismo y una inocencia que ponían en evidencia al mismo Sarmiento. “Me interesó mucho el relato sobre López y esa dama (se refiere a Elisa Lynch). ¡Cuánto debe ella amarlo! Me gustaría ver todas esas cosas que iban destinadas para ellos y que ahora usted está usando” le escribió el 14 de agosto de 1869, en alusión a los muebles robados al Mariscal Francisco Solano López. Según consigna Enrique Anderson Imbert en Una aventura amorosa de Sarmiento , tres meses después la ternura trocó en rabieta: “Por favor, para matar a todos los indios consiga suficiente pólvora y haga volar a López y el Paraguay.” El cruel candor de Wickersham, que no tenía vínculo alguno con la pedagogía, transformaba al educador en asesino.
En una carta a su amigo Gregorio Benitez, en 1869, Alberdi rubrica a Ida: “ La Nación critica a Sarmiento por haber dicho, según ella, al hablarse de mi llegada rumoreada a Buenos Aires, que me haría fusilar por traidor. No sé si lo ha dicho, pero sería muy capaz de hacerlo, si pudiere, pues hace diez años que trató de hacerme matar en Chile, no por traidor, sino porque critiqué sus libros.” Dos años después de la muerte de Alberdi Sarmiento publicó en El Censor de Buenos Aires la carta a la que llama “de la traición”. En otra carta a Benitez (1868), Alberdi reclamaba que se transmitiera al Mariscal López su adhesión y sus trabajos “contra las ambiciones tradicionales del Brasil y Buenos Aires respecto de los países interiores en que hemos nacido él y yo”. Sarmiento, preocupado sobre los modos en que la posteridad interpretaría su obra, pidió que la carta de Alberdi se hiciera publicar en su carácter de “padre del Capitán Domingo Sarmiento”, caído en el ataque de Curupaitytí (1866). Dominguito, hijo adoptivo o hijo natural de Sarmiento, tenía veintiún años cuando cayó en la batalla en la que el ingenio paraguayo triunfó sobre las fuerzas de la Armada Imperial y un batallón de diecisiete mil hombres dirigidos por el general Mitre, un estudioso de la estrategia europea.
En su artículo Alberdi y Sarmiento: adversarios y coescritores , Claudia Roman señala que a casi veinte años de terminada la guerra y a casi veinte años de su redacción, “este diálogo entre fantasmas -Alberdi ha muerto, le responde el padre de un soldado muerto- vuelve al centro de la disputa la cuestión de las amistades, las lealtades públicas y privadas, las traiciones. Pero también expresa la voluntad de que la historia de la patria, y sus interpretaciones, sean y sigan siendo cuestión de disputa”.

Fuente: clarin.com

VISITA VIRTUAL MAGNÍFICA A UN TEATRO MAGNÍFICO:
EL COLÓN DE BUENOS AIRES





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¡¡¡Que la disfruten!!!

CASA FOA, EN LA VIEJA FÁBRICA DE ALPARGATAS





Gran expectativa existe por estos días en La Boca por el impacto que tendrá en el barrio la futura recuperación de la ex fábrica de Alpargatas para convertirla en un complejo de viviendas y oficinas que ocupará toda la manzana delimitada por la avenida Regimiento de Patricios, y las calles Olavarría, Hernandarias y Lamadrid.
A partir de la realización, entre el próximo 31 de agosto y el 8 de octubre de la nueva edición de Casa Foa, el inmueble con frente en Regimiento de Patricios 1052 será transformado en un edificio de 300 viviendas tipo loft, en el que también se podrán encontrar estudios, locales comerciales y oficinas.

Rasgos conservados

Según las previsiones, la estructura principal del edificio -situado en la otra cuadra del Ministerio de Seguridad porteño, que fue pionero en el remodelado eje de Patricios- y otros rasgos que lo identifican con su historia como la chimenea, su modulación, sus pilastras y sus ornamentos serán preservados.
Además, se insertará una especie de "tajo" central sobre la fachada principal, que se denominará Grand Atrium Lobby, y conducirá a una plaza cubierta de libre acceso para los vecinos.
El proyecto arquitectónico está a cargo del estudio Dujovne Hirsch y será comercializado por la inmobiliaria Achaval Cornejo como "Molina Ciudad: residencias, lofts y estudios".


La vieja fábrica de Alpargatas.

Fuente texto: lanacion.com

LA BOCA SE REINVENTA SOBRE SU PASADO


Urbanismo / Desde la Usina del Arte hasta Caminito



Por Ángeles Castro / LA NACIÓN

En el recuperado edificio de la ex Compañía Italo-Argentina de Electricidad, el flamante complejo Usina del Arte llegó a La Boca para consolidar el perfil cultural del barrio que, en pleno siglo XXI, sobrevive anclado en su pasado de abundante riqueza artística y sus atractivos turísticos tradicionales, sin haber experimentado las transformaciones que modernizaron a otros rincones de la Capital.
Una recorrida por el vecindario que creció mientras la boca del Riachuelo funcionó como el puerto natural de Buenos Aires, luego trasladado más al Norte, alcanza para advertir el desequilibrio entre el vastísimo patrimonio cultural e histórico del barrio y la ausencia de un empuje económico y de movilidad social.
La Boca permanece ajena, por ejemplo, al furor inmobiliario que inunda otros barrios, donde la construcción de viviendas para la clase media fue incesante hasta este año. Según datos del Ministerio de Desarrollo Urbano porteño, durante 2011 el precio del metro cuadrado de casas cotizó en La Boca menos que en cualquier otro lugar de la ciudad (US$ 783,30), ya que el precio del metro cuadrado (US$ 1364,5) en departamentos fue inferior a la media (US$ 1562,2) de la zona sur.
Los vecinos conocen el atraso y, aunque muestran su orgullo por la historia que late en estas calles alegradas por los coloreados conventillos, que surgieron con la primera oleada de inmigración italiana, ansían el desarrollo del barrio.

La Usina del Arte se suma al circuito cultural. Foto: LA NACIÓN Santiago Filipuzzi y Maxie Amena

Rubén Hugo Rodríguez Ponziolo y Diego Barovero, vecinos de La Boca y directivos de su Junta Histórica, recordaron que los últimos edificios fueron levantados por el sector privado en la década de 1970 y que, desde 1990 hasta la actualidad, sólo hubo emprendimientos de vivienda social en manos del Estado porteño.
En los últimos años, el Ministerio de Desarrollo Urbano también se ocupó de revalorizar algunas arterias barriales claves para La Boca: Brown, Regimiento de Patricios -que evidencia cierto repunte posterior- y Pérez Galdós. Esta última embellece el acceso a la flamante Usina del Arte, a la vez opacado por el bajo autopista de Pedro de Mendoza.
Por la reurbanización de Pedro de Mendoza batalla la Asociación de Vecinos La Boca, que -en consonancia con la resolución del juez federal de Quilmes Luis Armella, encargado del saneamiento del Riachuelo- impulsa la recuperación del tramo tendido entre Brasil y el nuevo puente Nicolás Avellaneda.
El puente ya fue refaccionado por Vialidad Nacional, que además inauguró debajo oficinas con salida a la calle Lamadrid. En tanto, desde la Fundación x La Boca trabajan por la recuperación de otro ícono del barrio: el viejo puente transbordador, que en 2014 cumplirá 100 años.
Mientras tanto, y pese al despliegue de la Prefectura Naval, que llevó más seguridad al barrio, la inversión privada se hace esperar. No abrieron en La Boca hoteles y existe un solo hostal habilitado sobre la avenida Brown, casi en el límite con San Telmo. Sólo en los últimos tiempos aparecieron nuevos enclaves gastronómicos en las cercanías del clásico paseo de Caminito, de la Usina del Arte y de la plaza Matheu.
Se trata de La Piccola Italia, en Garibaldi y Lamadrid, junto a las vías muertas que aguardan por un tren o un tranvía que una Puerto Madero con La Boca; Arte Bar, en Lamadrid e Irala, y un bodegón en Pérez Galdós y Ministro Brin.
 
Caminito, con sus tangueros, mantiene el viejo atractivo turístico. Foto: LA NACIÓN / Santiago Filipuzzi y Maxie Amena

Fuera de estos reductos de sabores que se suman a la oferta de los cuatro bares notables del barrio (La Perla, El Estaño, La Buena Medida y el Bar Roma) y a los tradicionales restaurante El Obrero y pizzería Banchero, La Boca sigue cautivando a los turistas y movilizando a los vecinos básicamente con el paseo de Caminito, la herencia del pintor Benito Quinquela Martín y la pasión por el Club Atlético Boca Juniors.
Boca y su Museo de la pasión. Foto: LA NACIÓN / Santiago Filipuzzi y Maxie Amena
El circuito cultural está integrado por la Usina del Arte, el Museo del Cine; la sala del Grupo de Teatro Catalinas Sur, fundado por Adhemar Bianchi, y el Ateneo Popular de La Boca, lanzado en 1926 por el poeta, periodista e historiador Antonio J. Bucich. Continúa con la sede del Museo Histórico de La Boca, sobre la avenida Brown, y la de la asociación Impulso, Gente de Arte y Letras, creada en 1940 por artistas plásticos de la época, encabezados por Fortunato Lacámera (Lamadrid 355).
El Museo de la Pasión Boquense, en el interior de la Bombonera, constituye otro punto esencial del recorrido, al igual que la galería de arte instalada en la antigua carbonería donde vivió Quinquela Martín y el conventillo histórico de 1881, ambos sobre Magallanes, una calle a la que se extendió la estética de Caminito.
Caminito se une con la mágica Vuelta de Rocha, sobre la que balconea el complejo construido sobre terrenos cedidos por Quinquela Martín, que incluye: un museo en honor al fiel retratista de La Boca, el Teatro de la Ribera y la Escuela de Artes Gráficas. La Fundación Proa, en la reciclada casa de la familia Dallorso, completa la postal más clásica de este barrio.
Entre las novedades que buscan rescatar este circuito, junto a la Usina del Arte, figuran artistas que vuelven a elegir las paredes de La Boca para dejar su "firma". Tal es el caso de Tsá, cuyo mural más reciente se abre paso en Magallanes y Melo.

En bici o a pie, para disfrutar y conocer

A partir del sábado próximo, los fines de semana el Ministerio de Cultura porteño ofrecerá bicicleteadas -con bicis propias o públicas- que partirán desde la usina y recorrerán los atractivos del barrio y otros de la zona sur. "Para que un barrio no se vuelva reiterativo, hay que sumar opciones, abrirlo geográficamente e integrarlo a un corredor. Trabajamos en «la milla cultural del Sur» con esa meta", explicó el ministro del área, Hernán Lombardi. También desde ayer el ministerio organiza visitas guiadas gratuitas por la Usina del Arte. Se realizan sin reserva previa, de 14 a 17, en Caffarena y avenida Pedro de Mendoza.

Opinión

Muros pintados para soñar

Por TSA / Para LA NACIÓN

La Boca convoca a los artistas porque es visto como un barrio bohemio, por sus calles, sus bares antiguos, sus casitas de chapa, el Riachuelo, el puente y su historia ligada al arte a través de la vida de Quinquela Martín y otros artistas. Tantos elementos lo convierten, sin lugar a dudas,en un barrio por demás atractivo.
En mi caso, llegué a la Boca en 2010 y como vengo de Puerto Madryn, una ciudad en la que hay mar y muelles, encontré en este barrio de Buenos Aires eso que necesitaba de allá, del Sur. A falta de mar me consolé con su río y a falta de muelles, con su puerto.
Ese mismo año comencé a pintar y a pintar La Boca, poniendo énfasis en Barrio Chino , ya que observé que había muchos muros en estado de abandono. Siempre intenté abordar la intervención urbana como una forma de conocer el barrio, su gente y su problemática.
Tomé como ejemplo a Quinquela, que decía: "Los hombres no valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son; valen por lo que dan".
Por lo cual, como pintor, como artista, lo que puedo darle a mi barrio es mi pintura y mi arte, que son mis granitos de arena para que, de alguna forma, cambie.
Observo que hay muchas cosas que están mal y digo: puede que mis acciones no cambien el mundo, pero si cambian un baldío, o un muro abandonado del barrio, eso, para mí, ya es un comienzo.
Además de que a los niños y a los mayores les gustan las intervenciones urbanas -porque el color transmite cosas positivas- creo que un mural adquiere aún más valor cuando los chicos y los adolescentes se suman a pintar el barrio.
Esto es muy importante en una sociedad en la que predominan las desigualdades sociales que arremeten con toda su violencia sobre los chicos.
El grafiti y el arte urbano les permiten a los pibes sacar afuera todo lo que absorben del entorno y logran contrarrestar los efectos negativos que los aquejan.
En síntesis, la pintura es amor por el muro, por el barrio. Amor por compartir y dar lo mejor de uno.
TSA es la sigla con la que firma sus murales el artista Astor Pérez

Fuente: lanacion.com

EL HONESTO EMBAUCADOR


Damien Hirst, una sorprendente celebridad del arte contemporáneo

Hirst con una de sus obras.

  Por Mario Vargas Llosa / Para LA NACIÓN

MADRID - A diferencia de dos exposiciones dedicadas a Picasso en Londres -una, en la Tate Britain, documentando su influencia sobre el arte moderno en el Reino Unido y la segunda, en el Museo Británico, con la edición completa de la Suite Vollard -, a las que se podía entrar sin demora por el limitado número de visitantes, para acceder a la gran retrospectiva consagrada en la Tate Modern a la obra de Damien Hirst, tuve que hacer una cola de tres cuartos de hora.
No sólo la abundancia de público llamaba la atención; también, el gran número de jóvenes y de parejas, algunas con niños en los brazos. Los pequeños la pasaban bastante bien en las salas de la muestra. Se divertían mucho con el revoloteo de las moscas en la urna de cristal donde reposa la cabeza sangrante de una vaca ( Mil años 1990 ) y todavía más en la instalación llamada Dentro y fuera del amor , un cuarto artificialmente humidificado con mariposas vivas, cuencos de frutas, superficies blancas y cajones con flores. Pero a algunos de estos precoces aficionados los asustaron los corderos y las reses seccionados quirúrgicamente y los tiburones dientudos conservados en formol; a veces rompían en llanto.
La exposición misma no tenía mayor interés, salvo desde el punto de vista sociológico, pues resultaba sumamente instructivo espiar las reacciones de los visitantes ante los objetos que la poblaban. La mayor parte hacía un esfuerzo visible por descubrir, detrás o dentro de los anaqueles atiborrados de remedios, pinzas, tijeras, espátulas, guantes elásticos, órganos en yeso, o en las bolitas y globos suspendidos en el aire por el soplido de una secadora de pelo o el ventilador de una caja de colores chillones, la idea, la razón, la propuesta intelectual o estética, el misterio que confiriese a semejantes materiales algo que justificara la admiración, el respeto, o, por lo menos, la curiosidad del público. Muchos no podían ocultar su decepción, pero la disimulaban, con comentarios que rehuían lo primordial y se aferraban a lo adventicio: "¿El dispositivo será mecánico o eléctrico?", "¿Deberán cambiar el formol cada cierto tiempo o durará toda la eternidad?". Los más osados se atrevían a sonreír o a reírse abiertamente de lo que veían, como diciendo, entre guiños: "De un artista puede esperarse cualquier cosa, ya lo sabemos".
Los que se han tomado muy en serio aquello que allí se exhibía son, claro está, la comisaria de la exposición, Ann Gallagher, sus colaboradores y la media docena de autores de los ensayos del catálogo que la acompaña. El verdadero embauco está en esas páginas y, sobre todo, si los críticos se creen lo que firman. En síntesis, para entender cabalmente lo que Damien Hirst (o, más bien, los operarios de su taller) fabrican, hay que moverse con desenvoltura en una galaxia donde rutilan Immanuel Kant y Sigmund Freud, las complejidades de la Anatomía, la Farmacopea, la industria proveedora de instrumental clínico para los hospitales, Marcel Duchamp, Francis Bacon, Kurt Schwitters, las técnicas de la publicidad de la empresa Saatchi, los secretos del tallado de diamantes y las filosofías y teologías relacionadas con la muerte. Uno de ellos revela, como un dato de capital importancia, que en los primeros "gabinetes médicos" que concibió Hirst en los años 80, los remedios y pastillas que figuraban en sus repisas procedían todos de las recetas de su abuela enferma, a quien el artista quería mucho.
A juzgar por la entrevista que concedió Damien Hirst a Nicholas Serota y que aparece en el catálogo, el artista que, según la señora Ann Gallagher, "ha impregnado más la conciencia cultural de su tiempo", no tiene en gran estima a sus admiradores, ni tampoco al arte que practica, ni trata de dar seriedad y dignidad a sus creaciones mediante anfibológicas referencias culturales o poniéndose bajo el ala protectora de imponentes pensadores o artistas. Por el contrario, habla de su trayectoria con una desarmante sinceridad, explicando, en cierto modo, la elección de sus opciones artísticas en función de sus carencias y limitaciones. Hubiera querido ser pintor pero advirtió que pintaba muy mal y optó por los collages en los que se sentía menos deficiente. Cuando descubrió el arte conceptual, el surrealismo y el minimalismo, todo mezclado, entendió que había un camino -el del gesto, el desplante y el espectáculo- en el que él podía superar sus defectos e, incluso, triunfar.
Uno de sus méritos es haber demostrado que en nuestra época se puede ser un artista, incluso de gran prestigio, sin demostrar destreza alguna en lo que se refiere a pintar o esculpir, simplemente haciendo lo que todavía no se ha hecho, y procurando que haya en esto algo novedoso y llamativo, que, sin significar ruptura o rechazo radical de una tradición, lo parezca. Cuando Hirst habla de los pintores que, cree, han ejercido una influencia sobre él, como Sol LeWitt o Naum Gabo, e incluso Francis Bacon, no se refiere para nada a sus méritos estrictamente plásticos, sino a sus actitudes y posturas, a que añadieron al territorio del arte lo que antes de ellos no era ni podía ser considerado "artístico".
A diferencia de sus enrevesados y tramposos críticos, que dan a su persona y a sus obras unos baños delirantes de empaque y dignidad intelectual, estética y filosófica, Damien Hirst parece bastante consciente de la extraordinaria superchería en que se ha convertido hoy, para muchos, el oficio que practica. El no pretende disimularlo, sólo aprovecharlo: lo acepta tal como es y saca de ello todas las ventajas posibles.
No es exagerado decir que se trata de un honesto embaucador, que, en un mundo en el que ahora todo vale, donde el auténtico talento y el funambulismo andan confundidos, él pasa sus mercancías por lo que verdaderamente son, sin escrúpulos ni pretensiones, dejando que se ocupen de envolverlos en argumentos y justificaciones de densa tiniebla y especiosa dialéctica, esos críticos, galeristas y marchantes que, como los publicistas alquimistas de Saatchi, saben convertir todo lo que brilla en oro, vender gato por liebre e imponer su propia tabla de valores y de jerarquías en medio de la confusión que ha reemplazado las viejas certidumbres y patrones estéticos.
No faltará quien recuerde que, a lo largo de la historia, no sólo el arte, toda la cultura ha estado siempre hospedando en su seno a embaucadores de rauda figuración y que sólo con la discriminación que ejerce el tiempo retornaron luego al anonimato del que nunca debieron salir, alejándose por fin de los auténticos creadores a quienes, por la ceguera de sus contemporáneos, llegaron a hacer sombra. Eso es cierto. Pero no creo que nunca en la historia del arte haya habido nadie como Damien Hirst, desprovisto del más elemental talento y originalidad, que, en vez de disimular esta condición, la exhibe en todo lo que hace con perfecta desfachatez, y haya conseguido pese a ello escalar todos los peldaños de la consideración del establishment (la bibliografía que le está dedicada es abrumadora) hasta llegar a ser requerido por instituciones como la Tate Modern y los museos más importantes del mundo.
Su éxito económico está a la altura, y acaso supera, el artístico. En octubre de 2004 vendió, a través de Sotheby's, su Pharmacy de Notting Hill por unos quince millones de dólares, y en septiembre de 2008 el remate que hizo, prescindiendo de galeristas y marchantes, siempre a través de Sotheby's, de 244 nuevas obras obtuvo la astronómica suma de 111 millones y medio de libras esterlinas (es decir, más de 150 millones de dólares). Lo que significa que Damien Hirst es acaso el más caro artista vivo de nuestro tiempo.
¿Su futuro está garantizado? Si todo dependiera del mercado del arte, sin duda. Pero, ¡ay!, advierto una amenaza en el porvenir de este Rastignac de la pintura del siglo XXI: la poderosísima Real Sociedad Protectora de Animales del Reino Unido. Auguro que los severos inspectores de esta institución no dejarán pasar impune el sacrificio de las decenas de millares de gráciles mariposas, a las que el artista mató, con el agravante de arrancarles las alas, para engalanar Enlightenment y una serie de sus cuadros, ni el genocidio de millones de moscas inocentes para empastelar con ellas la masa viscosa que recubre su famoso Sol Negro. No es imposible que la Real Sociedad Protectora de Animales ponga fin, o cause un serio quebranto, a la flamígera carrera del muchacho de Leeds que comenzó a hacer arte a los 16 años fotografiándose junto a la cabeza seccionada de un cadáver en la morgue de su ciudad natal.

Fuente: lanacion.com

ENTRÓ A UNA GALERÍA SIMULANDO SER UN COMPRADOR
Y ROBÓ UN CUADRO DE DALÍ




Cartel de Don Juan Tenorio. Así se llama esta obra de Salvador Dalí. Es una acuarela que el genio catalán pintó en 1949.

La Policía de Nueva York buscaba ayer intensamente a un hombre que entró a una galería de la Gran Manzana y simulando ser un posible comprador robó “Cartel de Don Juan Tenorio”, una pintura de Salvador Dalí valuada en 150 mil dólares.
Todos los detalles de sus movimientos en la sala quedaron registrados, así se pudo ver que el ladrón descolgó sin reparos el cuadro de la pared , lo metió en una bolsa de compras y salió de la galería sin que nadie se diera cuenta de qué estaba robando, informó ayer el diario The New York Times.
La pintura fue sustraída de la galería Venus Over Manhattan, según ese diario, que señala también que la obra del catalán Dalí (1904-1989) tiene un precio de aproximadamente 150.000 dólares (unos 119.300 euros).
La misma fuente señaló que las imágenes de un video de vigilancia del establecimiento, fundado por el escritor y coleccionista de arte Adam Lindemann, muestran a un hombre de unos 35 a 45 años, con grandes entradas en el pelo , llevando una camisa de cuadros y portando en su brazo izquierdo una bolsa de papel con su botín.
La pintura robada es un trabajo en acuarela y tinta que el artista español realizó en 1949.
Lindemann señaló, según publica el diario The New York Post en su edición digital, que estaban cooperando con la policía pero declinó hacer más comentarios.
Ese mismo diario indica que el guardia de seguridad de la galería dijo a la Policía que se fijó en el ladrón, quien pidió hacer una foto del cuadro y al que le dijo que podía tomar la instantánea sin flash.
El cuadro robado, “Cartel de Don Juan Tenorio” no es de los más valiosos del catalán.
Sus obras se suelen vender a precios muy altos y hasta baten récords.
Sin ir muy lejos, en febrero del año pasado, un singular retrato del poeta Paul Eluard, que Salvador Dalí pintó en 1929, superó en Sotheby’s de Londres, los 15 millones de dólares. Por ese particular cuadro se esperaba un precio estimado en unos 5,8 millones de euros, según los expertos. Finalmente, el valor se triplicó.


Fuente texto: clarin.com

CANTANDO POR UN VOTO:
CÓMO LOS POLÍTICOS USAN LA CULTURA


Gustos y saberes culturales sirven para embellecer a un candidato. Pero a veces les sale mal.


Entonado. Barack Obama canta “Let’s stay together” en un mitin. El video tuvo 4 millones de visitas.
Por Gisela Antonuccio - Especial para Clarín

Un rasgo común caracteriza a los últimos candidatos de elecciones presidenciales, y es el énfasis para hablar de sus gustos culturales.
Por ejemplo el candidato del PRI de México para las presidenciales de julio, Enrique Peña Nieto, encontró en la cultura una forma amable de hablarle al electorado, en vez de profundizar en cómo encarará la violencia narco, que hasta enero contabilizaba 60.000 muertes.
En Francia, tres días antes de los comicios, Sarkozy citó a Baudelaire entre sus autores preferidos, habló de neorrealismo italiano y de obras del Renacimiento. También dijo que encontraba inspiración en la filosofía de Claude Levi-Strauss y que no veía la hora de ver la Sant’Anna restaurada de Leonardo Da Vinci y en muestra en el Louvre.
El entonces candidato socialista Hollande aclaró que vio Intouchables , de Olivier Nakache y Éric Toledano, considerado el filme del año en Francia y visto por casi 20 millones de espectadores. Y contó que le gustan clásicos de la literatura como Victor Hugo o Albert Camus. L la candidata de extrema derecha Marine Le Pen, dijo que su libro preferido es El conde de Montecristo .
Pero fue a Peña Nieto, en México, a quien el intento le trajo uno de los momentos más incómodos. Su pasión por la literatura quedó esclarecida cuando atribuyó a Enrique Krauze La Silla del Aguila , de Carlos Fuentes.
Durante unos cinco minutos se fue enredando entre palabras, mientras sus asesores de prensa le hacían gestos a modo de tijeras. Pero ya había dicho la frase memorable: “Me gustó La Silla del Aguila , de Enrique Krauze”. La declaración se convirtió en trending topic en Twitter, bajo el título de “#LibreríaPeñaNieto”. Al ser consultado, el desaparecido Fuentes dijo: “Este señor tiene derecho a no leerme. Lo que no tiene derecho es a ser presidente de México a partir de la ignorancia”. Peña Nieto va primero en las encuestas.
Cuánto el electorado está atento a las actuaciones que los candidatos hacen por fuera de la comunicación de sus plataformas quedó demostrado en enero, cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, entonó Let’s Stay Together , de Al Green, en un mitin. El video en el que Obama canta un estribillo de ese hit de 1972 recibió en pocas horas cuatro millones de visitas . Y disparó en un 490% las ventas de Green, según la revista Billboard.
El gusto, “es una dimensión de una relación distante y segura con el mundo y con los otros”, sostiene Pierre Bourdieu en su ensayo La Distinction.
Porque se trata de una “expresión distintiva” de lo que el filósofo francés identifica como una “posición privilegiada en el espacio social”.
Desde allí quizás puedan entenderse los esfuerzos de algunos políticos en sus citas. Como el presidente de Chile, Sebastián Piñera, cuando en 2010 se refirió al personaje de ficción Robinson Crusoe. “En esta isla vivió, durante cuatro largos años , Robinson Crusoe, cuya historia no solamente fascinó y emocionó al mundo entero sino que puso en el mapa a esta isla en la cual viven ochocientas chilenas y chilenos”, dijo Piñera, al referirse a la isla, parte del archipiélago Juan Fernández, y dar como cierta la existencia del personaje.
En la Argentina, la presidenta Cristina Fernández comentó en 2008 en un discurso en la Casa Rosada que es “muy cinéfila”. Y el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, hizo saber de su fascinación por el cantante Freddie Mercury, al mostrarse varias veces cantando We will rock you , en “performances” subidas con esmero a You Tube.
Las referencias al conocimiento o a los gustos personales, populares o “legitimados”, como los llama Bourdieu, no son nuevas. Lo novedoso, ahora, es el modo en que rebotan al infinito a causa de las redes sociales. A ellas se atribuye la victoria de la campaña de Obama: el activismo online diseñado por su equipo se tradujo en 300 millones de dólares por parte de más de un millón de donantes.
El interrogante es si las redes son capaces de poner en evidencia aspectos ocultos del ser, como la capacidad de revelar si se está, como dice Bourdieu, frente a un “hombre consumado” o un “pedante que comprende sin sentir” y un “mundano que disfruta sin comprender”.

Fuente: clarin.com