EL MET DEVUELVE TESOROS A EGIPTO


Acuerdo entre las partes / El Cairo recupera antigüedades.
Se trata de 19 piezas arqueológicas de la tumba de Tutankamón que se exhiben en el museo neoyorquino.

 
Una de las piezas devueltas. Foto AFP

EL CAIRO.- El Museo Metropolitano de Nueva York acordó la devolución a Egipto de 19 piezas arqueológicas pertenecientes a la tumba del faraón Tutankamón (1336-1327 a.C.), informó ayer el Consejo Supremo de Antigüedades egipcias (CSA).
Los objetos, que se llevaron a Nueva York en 1948 y se añadieron a la colección del Met, incluyen un perro de bronce de dos centímetros de altura, un collar de cuentas y parte de un brazalete de lapislázuli con forma de esfinge que una vez perteneció a la sobrina de Howard Carter, el arqueólogo británico que descubrió la tumba de Tutankamón, dijo la agencia de noticias egipcia MENA.
El anuncio lo hizo el secretario general del CSA, Mohamed Abdel Maqsud, que precisó que el subdirector del Departamento de Arqueología Egipcia, Atef Abul Dahab, llegará pasado mañana a El Cairo desde Estados Unidos con las antigüedades.
El Metropolitan decidió entregar esos objetos a Egipto tras una serie de negociaciones entre responsables egipcios y estadounidenses. El acuerdo para la devolución de las piezas se firmó en noviembre.
Los objetos, de pequeño tamaño, fueron hallados en la tumba de Tutankamón, descubierta por Carter en 1922 en la ribera oeste del río Nilo, en la localidad monumental de Luxor, ubicada 700 kilómetros al sur de la capital. En esa época, el gobierno egipcio permitía a los arqueólogos que trabajaban con recursos propios quedarse con una parte sustancial de sus descubrimientos.
Abdel Maqsud destacó el gesto del museo neoyorquino, especialmente después de que esa institución se haya convertido en un aliado importante del CSA a la hora de recuperar piezas arqueológicas sacadas ilegalmente fuera de Egipto.

La entrada del Met.

En ese sentido, el responsable egipcio recordó que en el pasado el Metropolitan proporcionó a El Cairo informaciones que ayudaron a recuperar un trozo de granito que formaba parte del templo faraónico de Karnak, ubicado en Luxor.
Egipto ha estado presionando para la repatriación de grandes tesoros faraónicos que asegura que fueron saqueados por potencias extranjeras, incluidas la Piedra de Rosetta, que ahora se expone en el Museo Británico, y el busto de la reina Nefertiti, en poder del Museo Nuevo de Berlín.
El CSA adelantó que las 19 piezas serán exhibidas junto al resto de las antigüedades pertenecientes a Tutankamón en el Museo Egipcio de El Cairo.
El año pasado, tras lograrse el acuerdo, el entonces ministro de Antigüedades, Zahi Hawass, afirmó que los objetos pasarán a formar parte del Nuevo Gran Museo Egipcio, que está en construcción cerca de las pirámides de Giza y que se prevé abrirá sus puertas en 2012.
Hawass fue despedido este año después de ser criticado por sus lazos con el ex presidente Hosni Mubarak, desplazado del poder en febrero tras un alzamiento popular.

Fuente texto: lanacion.com / Agencias EFE, Reuters y AP

LOS ONAS,
EN EL IMPACTANTE LEGADO DE ANNE CHAPMAN

Muestra en el Museo Mitre.
Se exhiben fotos tomadas por la antropóloga, discípula de Lévi-Strauss, en Tierra del Fuego.

Un recorrido por la cultura ona, en el Museo Mitre  Foto: Julian Bongiovanni
   Un recorrido por la cultura ona, en el Museo Mitre  Foto: Julian Bongiovanni
Cynthia Palacios
LA NACIÓN

"Fueron melancólicos testigos del fin de su pueblo, de cómo su cultura y su lengua se hundían en el olvido", se explica a pasos de la entrada. Esa frase resume el inquietante trabajo fotográfico de Anne Chapman sobre los onas de Tierra del Fuego, que se exhibe en el Museo Mitre.
Curada por ella misma poco antes de morir, hace un año, la exhibición homenajea a la antropóloga que fue discípula de Claude Lévi-Strauss y expone documentos fotográficos que testimonian el trabajo constante de esta antropóloga de origen estadounidense-francés junto con el equipo que la acompañó durante años en el sur argentino.
Se trata de una galería de rostros, personajes, retratos y escenas que recrean la vida de los pocos onas en nuestro territorio. Y sigue de cerca los últimos años de Lola Kiepja y Angela Loij, las únicas sobrevivientes puras de la tribu.
La muestra encontró en el Museo Mitre el mejor de los escenarios posibles. "Mitre tenía un espíritu profundamente americanista y se dedicó al estudio de las etnias", destacó la directora del museo, María Gowland. Junto a la puerta de ingreso a la muestra, en la sala Moores, la institución exhibe un tesoro de su colección: el Catálogo razonado de lenguas americanas, que Mitre escribió en 1887.
Al lado del catálogo, pueden verse los Códices mayas, de lord Kingsborough, de 1831, y Viaje al país de los onas , de Ramón Lista (1887). Antes de morir, Chapman visitó la biblioteca de Mitre.
"Anne se quedó impactada por la bibliografía que encontró en la Biblioteca Americana, y el museo le pareció adecuado para su muestra", contó Gowland.
En la inauguración de la exposición fotográfica estuvieron presentes el embajador de Francia, Jean-Pierre Asvazadourian, que conoció a Chapman; el vicecónsul de la embajada de los Estados Unidos, Vanna Chan; el rector de la Universidad de Tres de Febrero, Aníbal Jozami; el representante oficial de la Casa de Tierra del Fuego, Sandra Garnica; la directora de Desarrollo Cultural de la Casa de Tierra del Fuego, María Virginia Du Riet Robles, entre otros.
"No se ama lo que no se conoce. Ni el blanco conocía al indio ni el indio al blanco... Anne contaba que se trataba de gente muy buena, generosa, que creía en la familia, con fuertes valores", explicó Gowland.
   Anne Chapman y Ángela Loij en Tierra del Fuego, 1969, A. Chapman.
Rito

En las fotografías, pueden verse las costumbres de los hombres y las mujeres onas, sus vestimentas y la estricta preparación del rito hain , uno de los pilares del sistema social selknam (como ellos se llamaban), cuyo objetivo era la iniciación de los varones adolescentes a la vida adulta. El hain tenía un papel fundamental en el proceso de socialización y en la transmisión de las normas sociales.
Las fotografías fueron prestadas por la empresa Total, mientras que OSDE y la Asociación Amigos del Museo financiaron la iluminación. Gowland agradeció puntualmente la colaboración del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.
"En esta circunstancia especial, en que homenajeamos la gran labor de Anne Chapman, pensamos que en el siglo XXI nos enriquecen y conmueven los valores de una cultura que habitó en nuestro país. El conocimiento de sus características nos lleva a valorar y a respetar el legado que personas como Anne Chapman han sabido interpretar y difundir a través de su obra", señaló Gowland.
La exhibición fotográfica está abierta al público en la Sala Moores del museo, en San Martín 336.


Exhibición en la Sala Moores del Museo Mitre.
25 de julio al 31 de octubre de 2011.

La muestra cuenta con el apoyo de las empresas Total y OSDE y los auspicios de las embajadas de Estados Unidos, Francia, México y la Cátedra UNESCO de Turismo Cultural de la Universidad Nacional de Tres de Febrero más la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes.
Los selk'nam o selknam u onas eran un pueblo aborigen de la Isla Grande de Tierra del Fuego, emparentado con los tehuelches meridionales y los haush, tal vez con los puelches. A comienzos del siglo XX fueron perseguidos y diezmados por los ganaderos de la isla y actualmente subsisten sólo algunos descendientes mestizos.
Todos los estudiosos coinciden en que ona era el nombre que los yaganes daban a los selk'nam (como se denominaban a sí mismos). En lo que difieren es en el significado de la palabra.
  • Según Beauvoir, los yaganes le habían dado ese nombre debido a la gran cantidad de veces que la lengua selk'nam usaba la partícula on [1].
  • Según Charles W. Furlong, ona quería decir viento del norte, lugar donde estaban ubicados los selk'nam respecto de los yaganes [2].
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[1] Beauvoir, José María. Aborígenes de la Patagonia: los onas: tradiciones costumbres y lengua. Buenos Aires: Ediciones Continente, 2005.
[2] Furlong, Charles Wellington. "The vanishing people of the Land of Fire".
En: Harper's magazine. New York (Jan. 1910)


Una familia Selk'nam. Akukiol Halimink (famoso chamán) con su esposa e hijos. Foto de Martin Gusinde, 1919.


Dos jóvenes Selk'nam en 1896. Foto de Fernand Lahille.



Hombres pintados para la escena Kewánix de la ceremonia del Hain. Toin a la izquierda. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Mujeres que participaron en el Hain de 1923. En el centro, Ángela Loij. Elik a la izquierda e Imshuta a la derecha. Foto de Martin Gusinde.


Arturon y Antonio, únicos klóketen (jóvenes iniciados) de la ceremonia del Hain. Foto de Martin Gusinde, 1923.

  
Un arreo de ovejas por los helados paisajes fueguinos.


Cazadores Selk'nam, 1923. Foto de Martin Gusinde.


De izquierda a derecha: Akukiol (esposa de Halimink y "primera dama" del Hain de 1923); Kauxia (esposa de Temenesk); Semitaren (madre de cinco niños); Warkion y Aluxan (o Akulan). Todas las mujeres, con excepción de la última, fallecieron de sarampión en las epidemias de 1924 y 1929-30. Foto de Martin Gusinde, 1919.


En el centro, la antropóloga franco-estadounidense Dra. Anne MacKaye Chapman.


Hombres preparándose para el ritual fálico. A la izquierda, Temensek. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Mujeres Selk'nam vestidas para la foto. Foto de Agostini, circa 1914. 


Halaháches es el burlón que nunca se suelta su mentón. Foto de Martin Gusinde, 1923.


De izquierda a derecha: Espíritu del Norte o Telil (flamenco) y Espíritu del Oeste o Shénu (viento). Foto de Martin Gusinde, 1923.

  
Dos koshménk, dos del mismo espíritu, al que Anne Chapman llama "el cornudo celoso" ya que su esposa (Kula) no se fatigaba en engañarlo durante toda la ceremonia. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Ulén, quien juega con su doble para divertir a las mujeres. Foto de Martin Gusinde, 1923


El bebé K'termen, hijo de Xalpen del inframundo. Foto de Martin Gusinde, 1923.


 Lola Kiepja en 1966. Foto de Anne Chapman.


Ángela Loij en 1972. Foto de Anne Chapman.


Lola Kiepja en 1966, año de su muerte. Anne Chapman.


Halimink, asistente del director de la ceremonia del Hain. Foto de Martin Gusinde, 1923.


Arturón y Antonio, jóvenes iniciados durante la ceremonia del Hain de 1923. Foto de Martin Gusinde.


El sacerdote, etnólogo y fotógrafo austríaco Martin Gusinde.


EL CABALLO QUE CAMINA DISTINTO

 

Por Eduardo Parise
 
El día que la imagen se hizo más conocida (fue en 1962, cuando apareció grabada en el reverso de las monedas de diez pesos), muchos pensaron que, tanto ese trabajo como la figura del monumento que le había dado origen, tenían un error: el caballo avanza moviendo mano y pata trasera de un mismo lado y no en forma cruzada, como lo hacen todos los cuadrúpedos , decían al verla. Pero el error no era tal, sino que era otro acierto del escultor que había reflejado la realidad con absoluta exactitud.
La obra se titula El Gaucho Resero y desde 1934 es orgullo y referencia en el barrio de Mataderos. La explicación es muy simple: el modelo que el artista tomó para desarrollarla era un caballo criollo de los denominados “pasucos”, que tienen esa característica forma de caminar. Dicen que esa manera de andar hace que el jinete viaje más descansado, con mayor estabilidad y sin sobresaltos, algo clave para aquellos hombres que arreaban las reses (de allí el término resero) para llevarlas al matadero.
El monumento fue realizado por Emilio Jacinto Sarniguet (1888/1943), un escultor argentino especializado en figuras de animales, que no sólo sabía del arte de esculpir sino que también dibujaba, pintaba y hasta tallaba sus imágenes. Formado en la Sociedad de Estímulo de las Bellas Artes, Sarniguet tenía otro bagaje de información en su ADN: su papá era cronometrista en el Hipódromo de Palermo; por eso, desde pequeño había vivido con las imágenes de los caballos en la retina. Y aquella pasión por dibujarlos hizo que, en 1907, el Jockey Club lo becara para que se perfeccionara en Europa.
El resultado de tanta perfección sigue luciéndose en la avenida Lisandro de la Torre al 2300, frente a la entrada al Museo de los Corrales y al viejo Mercado Nacional de Hacienda que, desde 1901, ocupa más de 30 hectáreas en ese barrio tan popular de la Ciudad. La realización del monumento le fue encargada a Sarniguet en 1929 por el gobierno municipal. Su presentación se hizo el 21 de septiembre de 1932 en la exposición de la XXII edición del Salón Nacional, realizada en el Palais de Glace de la Recoleta. Pero, por su tamaño, el Gaucho Resero fue expuesto en la vereda de la calle Posadas, donde estuvo veinte meses. Recién en 1934 tendría destino definitivo.

De acuerdo con la investigación del historiador Orlando W. Falco (publicada en su libro “El resero, la historia de una estatua”), el modelo que usó el artista para su obra fue un caballo llamado “Huemul”, montado por un antiguo resero conocido como “El cuñao Cabañas”, quienes residían en la estancia El Cardal (en la zona de Ayacucho), propiedad de Emilio Solanet, un criador de caballos criollos.
Después de hacer su boceto, armar un esqueleto en madera, tener un patrón de yeso y preparar los moldes para volcarles el bronce (se hizo en los talleres Radaelli y Gemelli, de Juncal y Uriburu, con la técnica italiana del bronce hueco) Sarniguet concluyó su obra con otro homenaje: sobre el anca izquierda del animal (“del lado de montar”, como se decía en el campo) grabó el escudo símbolo de la familia Güiraldes, como un reconocimiento a Manuel Güiraldes, un hacendado destacado de la época.
Según la gente de Mataderos, para que el monumento llegara al barrio fue clave la gestión de un destacado vecino: don Fernando Ghío, un italiano que, en 1898 (cuando tenía 13 años), se instaló en la zona con sus padres. Con los años, Ghío se convertiría en un defensor de las ideas socialistas de Juan B. Justo. También, en impulsor de la cultura y la educación y en el dueño de una bar frente al lugar donde está El Resero. Cuentan que allí hubo muchos encuentros de payadores y que uno de las más famosos fue el que realizaron José Betinotti y Gabino Ezeiza. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

MÚSICA ANCESTRAL A 2 MIL METROS




LA RURAL, EN LA BARRIADA ORILLERA



La primera exposición de Palermo, en 1875, en realidad se llevó a cabo donde hoy es la esquina de Florida y Paraguay.



Por Eduardo Parise

Como en cada invierno porteño, en Palermo acaba de inaugurarse la Exposición Rural, esa muestra que suele sintetizarse como un encuentro entre campo y ciudad. La presentación se realiza en un predio que fue asignado a la Sociedad Rural en 1875. Sin embargo, la primera exposición, realizada ese mismo año, no tuvo a estos terrenos como escenario. Eso iba a ocurrir tres años más tarde. Y antes de llegar al predio actual, el encuentro se hizo en un sector donde hoy aparecen grandes torres y elegantes comercios: la esquina de Florida y Paraguay.
Aquella primera exposición duró apenas nueve días, desde el 11 hasta el 18 de abril de 1875. Y ocupó un cuarto de manzana en un terreno baldío cuyo dueño, Leonardo Pereyra, cedió para la realización. Pereyra era uno de los socios fundadores de la Sociedad Rural (creada en 1866) y un impulsor de la ganadería. Su estancia “Los Patos”, cerca de La Plata, era pionera en la cría de animales de las razas Durham y Shorthorn. Casado con Antonia Iraola, sus seis hijos (Leonardo, Martín, María Antonia, María Luisa, Sara y Laura) darían origen a uno de los apellidos más conocidos de la Argentina.
Aunque incluyó pocas maquinarias (el trabajo en el campo era entonces casi todo manual), la primera muestra tuvo como eje al sector ganadero. Participaron 85 expositores y, según los datos más difundidos, esa vez hubo 66 caballos, 18 vacunos, 74 carneros y ovejas, 5 porcinos, unas 150 aves y hasta algunas llamas y alpacas.
De todas maneras, el encuentro tuvo su trascendencia: en la inauguración, junto a José María Jurado (quien encabezaba la Sociedad Rural desde el año anterior) estuvieron el presidente Nicolás Avellaneda (con 37 años de edad, había asumido la presidencia el 12 de octubre de 1874) y el entonces electo gobernador bonaerense Carlos Casares, quien se haría cargo de la Provincia el 1º de mayo de 1875.
La presencia de Avellaneda no era casual. Ese mismo año se sancionaron leyes destinadas a proteger a las industrias locales y a recaudar más impuestos. Inclusive, los tributos subieron hasta un 40% para aquellos productos importados que competían con los que se fabricaban en el país. Y una característica de su gobierno (finalizó el 12 de octubre de 1880) fue hacer crecer la exportación agrícola (cereales y carne) hacia Europa.
Claro que ese desarrollo, sobre todo ganadero, también tenía sus aristas conflictivas. Por entonces, aún había malones que acechaban a los ganaderos bonaerenses. Inclusive se recuerda el denominado “malón grande” que en la Navidad de 1875 afectó a varias poblaciones del centro de la provincia. En los años siguientes del gobierno de Avellaneda y en el posterior, de Julio Argentino Roca, tendría lugar la campaña para terminar con las poblaciones indígenas y expandir las fronteras del negocio agrícola, un tema que aún sigue discutiéndose.
Pero volvamos a Florida y Paraguay porque en 1875 aquella era una zona casi de extramuros de la ciudad. Al barrio se lo conocía como “De la Batería”, por la proximidad con los cuarteles del Retiro. Y dicen que en aquella barriada orillera estuvo la Carpa del sargento Maciel, uno de los lugares donde se gestó el tango. Allí, gente de raza negra junto con troperos y cuarteadores de los no tan lejanos corrales del Norte, se reunían a escuchar y bailar esa música mezcla de candombes, milongas y habaneras. La carpa estaba en el actual cruce de Florida y Marcelo T. de Alvear. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

VIVIR EN EL KAVANAGH,
UN LUJO PARA VECINOS DE PERFIL BAJO


Los 75 años de uno de los edificios más lindos.
Fue el primero de hormigón de la ciudad.
Sus vecinos cuentan cuando dejaban las puertas abiertas, las fiestas con alfombra roja y los inquilinos molestos.
Pese a todo, reniegan del exhibicionsmo.


EL KAVANAGH. Cliquee sobre la imagen para ampliarla.

Por Silvia Gómez

Vecinos y arquitectos lo eligieron como uno de los edificios más lindos de la Ciudad. Este año festeja su 75 aniversario, es un ícono de Buenos Aires y el origen de su construcción se debate entre un fabuloso mito urbano y un sencillo negocio de rentas. Fue el primer rascacielos de Latinoamérica y su construcción en hormigón armado fue una evolución para la época. Forma parte del Conjunto Monumental Plaza San Martín –que está integrado además por la plaza, la estación de trenes, el antiguo edificio de la Cancillería y la sede de la Administración de Parques Nacionales– y desde 1999 es Monumento Histórico Nacional. Pero detrás de los récords, aparecen los vecinos. Sus departamentos están habitados por una comunidad variopinta: ricos de bajo perfil, empresarios e industriales, apellidos ilustres, fanáticos de la arquitectura, solos y solas, familias jóvenes y un procesado que cumple prisión domiciliaria, José Martínez de Hoz, el ex ministro de economía de la última dictadura militar.
Como la proa de un barco, se erige, omnipresente, junto a la barranca de la plaza San Martín. Desde las terrazas –que un tercio de los departamentos posee– se domina toda la escena: hacia un lado las torres de Catalinas norte, la city porteña y las cúpulas de la basílica del Santísimo Sacramento; hacia el otro lado, las copas de los árboles centenarios de la plaza. Y hacia delante, la Torre de los Ingleses, la estación Retiro y el trajinar de la avenida Alem. Y aún más allá, el horizonte delimitado por el Río de La Plata.
Igual que la Ciudad y las costumbres porteñas, el Kavanagh también fue cambiando. Magdalena, que nació en el edificio y es tercera generación allí, cuenta que hubo un momento en que las cinco puertas del edificio permanecían abiertas de par en par : “Sólo se anunciaban con la telefonista aquellos que venían de visita, por eso nunca hubo portero eléctrico”, recuerda. Sigue sin haber portero eléctrico. En la puerta hay gente las 24 horas, que ofrece un trato muy austero y protocolar, y también siguen contando con una telefonista.
Y en la planta baja, junto a un portón que mira hacia el pasaje Corina Kavanagh había despensa y verdulería. “Esta siempre fue una zona muy céntrica, sin abasto, así que aquí mismo hacíamos las compras. Después empezaron a entrar personas ajenas al edificio, entonces decidimos cerrarlas”, contó otra de las vecinas con muchísimos años en el lugar.
A lo largo de los años una de las cosas que más cambió fue el histórico piso 14, en el que vivió Corina Kavanagh. Después de ella lo habitó la familia dueña del banco Roberts y en 2003 lo compró un tal Alain Levenfiche. Se trata de un supuesto lord que casi no lo usa pero lo alquila para reuniones: un dolor de cabeza para el consorcio. Y para los vecinos lo más triste es que destruyó el patrimonio arquitectónico original del departamento: “Lo transformó en un cocoliche. Es difícil imaginar quién podría comprarlo”, le dijo a Clarín un vecino que logró verlo cuando estaba en reformas. Tiene más de 700 metros cuadrados, tres terrazas y ocupa todo el piso 14. Levenfiche lo puso a la venta en US$ 7 millones; en 2008 lo bajó a 5,9 millones y ahora busca comprador por US$ 4,5 millones.
Carlos Maslatón y su esposa, Mariquita Delvecchio, son dos vecinos que viven en uno de los departamentos que se conocen como la proa, así que tienen una panorámica total de la zona. A diferencia de Ema (ver Testimonio ), llegaron al edificio en 2005 y en el reciclaje hicieron un seguimiento ortodoxo de las líneas del art decó . Carlos es fanático del Kavanagh: “Para mí hablar del edificio es como una obligación ciudadana. Es un monumento histórico, está integrado a la trama urbana pero es una entidad en sí mismo. Elegir vivir acá también es una declaración ideológica: se paga lo mismo o más por metro cuadrado que por un departamento en Puerto Madero, pero las diferencias están a la vista”, concluye Maslatón, abogado y creador del sitio Weemba. Sin amenities ni usos comunes, en el Kavanagh prevalece el bajo perfil.
A diferencia de lo que proyecta desde su imagen, Maslatón asegura que los millonarios no son mayoría en el Kavanagh: “Para nada, tenemos los problemas que tienen todos los consorcios. Muchos departamentos están ocupados con gente muy mayor y el tipo urbano de familias jóvenes con hijos, aquí se ve poco”, describe el vecino.
Monumento a la modernidad, el Kavanagh festeja su aniversario ya como un hito en la barranca.

El pago del ABL, en una larga pelea judicial.

En 1999 el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional (MHN), junto a otros emblemas porteños, como el Pasaje Barolo y las Galerías Pacífico. Al respecto el artículo 6 de la ley 12.665 especifica que “los inmuebles comprendidos en la lista y clasificación oficial de la Comisión Nacional, estarán libres de toda carga impositiva”. Es así que desde ese momento el consorcio entendió que el edificio debía estar exento de pagar la tasa de ABL. “Pero al poco tiempo, cuando asume Aníbal Ibarra como intendente, vuelven a cobrarnos el impuesto y nos reclaman el pago retroactivo. Desde ese momento estamos en juicio”, detalló a Clarín el administrador del Kavanagh, Marcos Schwab. “Los propietarios creen que es un derecho adquirido a partir de la declaración”, entiende el administrador.
Schawb trabajó intensamente para obtener la declaración como MHN, realizando trámites burocráticos y recolectando la información necesaria sobre la historia del edificio. Cuenta que lo que no se paga de ABL no queda en los bolsillos de los propietarios, sino que se destina a la restauración del edificio, que ya lleva ocho años de trabajos. Por estos días terminaron de limpiar casi todas las fachadas de la torre –de piedra parís– con Sipec, la misma empresa que estuvo a cargo de las obras de restauración de la Basílica de Luján.
Pero no todos los vecinos están de acuerdo con no pagar los impuestos. “De ninguna manera me arriesgaría a tener cualquier tipo de problemas con el Gobierno, menos un juicio. En 2004 y 2005 comenzaron las ejecuciones contra los inmuebles que se ampararon en la declaración de MHN. Pero la realidad es que hay dos lecturas, los propietarios que piensan que la mera declaración los exime de pagar y la del Gobierno que estima que para no pagar el consorcio debería dar una contraprestación al ciudadano, como visitas guiadas”, opinó un vecino consultado por Clarín, quien prefirió mantener el anonimato. 

La historia, del mito a la realidad.

El mito urbano se instaló definitivamente en la historia del origen del edificio. Se dice que Corina mandó a construirlo para obstaculizar la vista que la familia Anchorena tenía de la basílica del Santísimo Sacramento, desde el palacio que habitaban y que hoy es sede de la Cancillería. ¿El motivo? Una de las mujeres de esa familia patricia rechazó un amorío de Corina con uno de los Anchorena. Y lo cierto es que para ver la basílica desde la Plaza San Martín hay que pararse justo en la esquina del pasaje privado Corina Kavanagh y Florida. Pero otra historia, quizá más real pero sin tanto charme, cuenta que Corina vendió dos de sus campos –pertenecía a una familia de estancieros– y mandó a construir la torre para asegurarse una renta de por vida. Viuda y sin hijos, su familia casi se extinguía con ella. Por esos años no existía una ley que regulara la propiedad horizontal, así es que los vecinos sólo podían alquilar los departamentos. Cuando se dictó la ley 13.512 Corina comenzó a venderlos.

Fuente: clarin.com

LIVERPOOL HA INVERTIDO MÁS DE 80 MILLONES DE EUROS EN UN NUEVO MUSEO


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Quiere ser símbolo de la confianza que tiene Liverpool en su propio futuro y ha costado casi 82 millones de euros. El nuevo museo construido en la famosa ciudad costera de Gran Bretaña expone unas 6.000 piezas que ilustran su evolución cultural desde la Edad de Hielo hasta el siglo XXI. El proyecto ha contado con la financiación de diferentes administraciones públicas y de la iniciativa privada.
Su construcción no habría sido posible sin la colaboración de las administraciones públicas y la iniciativa privada, que dieron respaldo financiero al proyecto iniciado en el año 2000. La Agencia para el Desarrollo Regional del Noroeste, el Organismo Gestor de las Loterías Públicas, el Departamento de Cultura y el Fondo Europeo para el Desarrollo Regional son algunas de las instituciones que contribuyeron a la financiación del bello edificio, uno de los más grandes que se han construido durante los últimos cien años para albergar un museo público.
"Hemos querido construir frente al mar esta impresionante adición al Patrimonio de la Humanidad para dar la bienvenida a nuestros visitantes”. Así explica el proyecto Phil Redmond, presidente de una institución que explora en todas sus salas la rica tradición creativa de Liverpool.
Lo más curioso de todo es que la fama del nuevo museo trascendió las fronteras del Reino Unido mucho antes de que fuera inaugurado, como demuestra el hecho de que la cinta inaugural fuera cortada por un niño finlandés de 6 años, Finn O´Hare, que se había dirigido por carta a los promotores de la institución solicitando una invitación para el acto. Tanto entusiasmo no pasó inadvertido para las autoridades de Liverpool.
El nuevo edificio precisó más de 2.000 toneladas de acero para construir los gigantescos marcos metálicos que permiten sostener la estructura prácticamente sin columnas en su interior. Su fachada acristalada tiene una superficie de 1.500 metros cuadrados, lo que permite contemplar una impresionante vista de la ciudad. El ambicioso proyecto arquitectónico exigió también la utilización de casi 6.000 metros cuadrados de planchas de piedra natural, cantidad suficiente para cubrir la superficie de un campo de fútbol.

Fuente: noticiasarteselección.com