NOS AMPUTAN NUESTRA HISTORIA
La rotura de los mármoles del Cementerio de la Recoleta




Los papelitos de Ortemberg

El subsecretario Sábato y el director general Ortemberg demolieron los mármoles de Recoleta. Y luego empezaron a cubrirse con cartas preguntando cómo se interviene el patrimonio, como si nada hubiera sucedido. Es que habían roto a martillazos un Monumento Histórico Nacional.

Por Sergio Kiernan
Cuando los escalones de mármol de Carrara de la entrada del cementerio de Recoleta fueron destrozados a martillazos, se estaba cometiendo un acto de barbarie. También se estaba faltando a la ley, a los procedimientos claritos que dicen qué se puede hacer y qué no. Los responsables de la destrucción de estas piezas tan valiosas, ambos arquitectos, se dieron cuenta de que habían metido la pata y comenzaron a cubrirse. Lo hicieron tan tontamente que terminaron dejando una cadena de papeles que da risa porque prueba con qué dejadez rompieron un monumento histórico y pieza del catálogo urbano sin seguir los pasos previos que marca la ley.
Esto de rehacer la Recoleta viene de tiempos de Ibarra-Telerman, un dúo dinámico que no dejó patrimonio sin alterar. De esa época data el proyecto que se está cumpliendo ahora, bajo nuevo management. El coqueto planito muestra veredas diversas y elimina esos pavimentos mezcla de cemento y adoquín del final de la calle Junín, reemplazando todo por una superficie de adoquines. Detalle importante para la saga de tonterías que viene a continuación, en el planito no queda en absoluto en claro qué pasa con los escalones del peristilo de entrada.
Esto ocurre porque ni Ibarra ni Telerman pensaron en algo tan tonto como nivelar veredas y calzadas, un “recurso” que parece ser la pasión del macrismo (¿habrá sido la tesis de Chaín? La de Piccardo no puede ser porque es ingeniero industrial y se dedica al marketing, o sea que ni sabe de qué le hablan...). La variante no fue incluida en el planito famoso y terminó creando un problema de alturas cuando se levantó toda la vereda en esta obra nueva.
El problema fue con el peristilo, la entrada de honor al cementerio, la que usan todos los turistas y visitantes. El noble edificio tiene columnas toscanas, adustas y simples, que tienen la característica de surgir del suelo, sin base ornamental. Por eso es que es tradicional “montarlas” sobre algún elemento que les haga de base, que ayude a su elevación. En el caso de la Recoleta, la “base” era formada por dos peldaños de alzada, con el tercero formando ya el nivel del pavimento del edificio.
Al levantar la vereda, como se puede ver en la foto de tapa, desaparecía completamente el primer escalón y casi todo el segundo, con lo que el conjunto ya iba a quedar más petiso en proporciones. Este detalle de respeto a las proporciones se les pasó a los responsables, el subsecretario de Proyectos Urbanos, Arquitectura e Infraestructura de la ciudad, arquitecto Jorge Sábato, y a su subordinado, el director general de Proyectos Urbanos y Arquitectura, el también arquitecto Miguel Ortemberg. Algo nos dice que si se les hubiera señalado el detalle, no le hubieran dado el menor peso.
Pero lo que terminó de matar la escalinata fue la rampa de acceso para minusválidos, que por alguna razón Sábato y Ortemberg no pudieron pensar en alguna otra entrada de las varias que tiene Recoleta, incluyendo una a pocos metros de la principal. Tampoco se les ocurrió que un criterio de intervención básico en un edificio tan antiguo, protegido doblemente como pieza histórica, podría ser algo que no implicara demoler. Por ejemplo, una rampa removible, un objeto apoyado sobre los escalones, algo que el día de mañana se pueda sacar.
Lo que decidieron los dos arquitectos, que tienen título y todo, fue destruir los irremplazables escalones de Carrara y construir una rampa. Con lo que ellos deben considerar un refinamiento supremo, decidieron recubrir la rampa también con piedra y eligieron una medio blancuzca, de la que se usa hoy para mesadas de cocina en esos departamentos con amenities. Colocada al lado del Carrara italiano, esa piedra parece un trapo sucio. Y cuesta imaginar una superficie más resbalosa para una silla de ruedas, en particular si está mojada.
Quienes llevaron a cabo este atentado la emprendieron a martillazos contra los peldaños, de cinco centímetros de grosor. La mayoría quedó tirada en trozos que los vecinos se llevaron de recuerdo o los contratistas tiraron rápidamente, pero una parte se volvió a cortar y se usó para revestir el frente de la rampa. Son esas lajas finitas que se pueden ver en las fotos.
Papelitos
Todo esto ocurrió antes del 20 de mayo, cuando la diputada porteña Teresa de Anchorena, que preside la Comisión de Patrimonio de la Legislatura y es además vocal en la Nacional de Monumentos y Lugares Históricos, le envió a Sábato una carta expresando su preocupación por la demolición de la escalinata. Anchorena le recuerda al subsecretario que Recoleta es un Area de Protección Histórica y desde hace dos años el cementerio en sí es un monumento histórico. Y finalmente le solicita que instrumente los medios para la inmediata reposición de lo demolido, porque si no “nos encontraríamos ante una pérdida irreparable para el patrimonio histórico de nuestra ciudad y de la nación toda”.
Ni Sábato ni Ortemberg movieron un dedo para reponer nada, por supuesto. Cuando leían la carta ya se estaba construyendo la rampita revestida de mesada. Lo que sí entendieron fue que tenían que cubrirse: se habían cargado un momento histórico nacional, algo que no podían arreglar entre ellos. El martes 26 de mayo –casi una semana después de la nota de Anchorena y tres días después que la escalinata apareciera en este suplemento–, Ortemberg le escribe a la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos una carta de una ingenuidad conmovedora (ver facsímil). El funcionario pregunta al presidente de la Comisión, Juan Martín Repetto, sobre “el criterio a adoptar en la intervención del basamento del peristilo de acceso al Cementerio de la Recoleta, pieza preponderante de nuestro patrimonio arquitectónico, obra del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo”.
Es impresionante la caradurez de Ortemberg y Sábato: le preguntan a Repetto qué hacer cuando “el basamento del peristilo” llevaba una semana demolido.
El presidente de la Comisión debe ser un caballero, porque el 28 de mayo Ortemberg vuelve a la carga enviando dos juegos de planos. Uno es el planito original, de diciembre de 2006. El otro está fechado en abril de este año y es definido como “resultado de las múltiples modificaciones que debimos realizar durante la obra, en función de reclamos de vecinos y otros actores”. Que es una manera elegante de empezar a sugerir que la culpa es de alguien que no sean Sábato y Ortemberg.
El 1º de junio, Ortemberg emite otro documento, dirigido a su jefe, el arquitecto Sábato, pero escrito en realidad para que éste le conteste a la Legislatura sobre las obras en Recoleta, ya que los legisladores le pedían informes. El largo texto se va en generalidades, pero en su inciso “m” aparece algo interesante. Según Ortemberg, los vecinos pidieron tantos cambios que hubo que “reproyectar la solución hidráulica”. Esto obligó a alterar “los niveles previstos en calle Junín y en el acceso al cementerio, que se elevó 16 centímetros. Esta diferencia deja bajo nivel el primer escalón del basamento del peristilo”.
Aquí Ortemberg vuelve a poner en riesgo el tamaño de su nariz, porque les dice a los legisladores que “se estudiaron las alternativas existentes para dar solución a este imprevisto y en obra se decidió una (sic) de las dos posibilidades halladas, consistente en remover las placas del escalón bajo nivel y prolongar la pedada restante a modo de rellano, tomando el ancho de las rampas laterales. Las placas retiradas son puestas a resguardo para su reutilización en el nuevo basamento”.
Esto es manifiestamente falso: las placas no fueron “retiradas” sino rotas a martillazos. Lo que se “retiró” fue cortado para revestir la rampa. Varios vecinos tienen pedazos del Carrara en sus casas que muestran los martillazos y hasta en este suplemento hay uno, grande y cascado, a disposición de los legisladores.
Pero Ortemberg no se deja intimidar por estos detalles y continúa diciendo que “esta opción soluciona dos temas: uno, el suscitado por el cambio de niveles y el otro, dando respuesta a la ley 962 de accesibilidad de un modo definitivo y acorde con la categoría de edificio del que se trata”. Uno pensaría que Buschiazzo también debió pensar que su Carrara estaría allí de “modo definitivo” y que no habría un Ortemberg en su futuro para demolerlo. Tal vez este Ortemberg podría pensar que en el futuro habrá otro Ortemberg que destruya su obra.
En fin, Ortemberg hasta completa diciendo que consideró y se negó a crear un “patio inglés” a la altura de los escalones, esto es, dejar en ese fragmento el nivel original de la vereda. Esto le creaba problemas de desagües y “discontinuidad” en la vereda de Junín. Es obvio que en ningún momento se le ocurrió a este Ortemberg pensar en el futuro Ortemberg que podría querer desenterrar los escalones y bajar el nivel de la vereda. Lo que decidió fue destruir los escalones a martillazos.
Total, los funcionarios públicos no tienen que responder por lo que rompen. Sábato y Ortemberg, arquitectos ambos, estropearon una obra de uno de los fundadores de su disciplina entre nosotros. También rompieron a martillazos un material irreemplazable. Este suplemento llamó a varias marmolerías para ver quién tiene Carrara y escuchó muchas veces que esa piedra ya no existe más. La novedad es que ya no hay ninguna piedra que venga con cinco centímetros de grosor, porque en esta posmodernidad es inimaginable que nadie haga semejante gasto. Para buscar así, recomiendan los del gremio, hay que ir a demoliciones anticuarias y llevar una chequera de las más robustas.
Pero esto no les interesa a Sábato y Ortemberg. No era su mármol ni su peristilo. Y es tan fácil escribir cartas haciéndose los suecos...

LA CARTA DE ORTEMBERG AL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN NACIONAL DE MONUMENTOS, MUSEOS Y LUGARES HISTÓRICOS, PREGUNTÁNDOLE CÓMO SE INTERVIENE UN LUGAR HISTÓRICO UNA SEMANA DESPUÉS DE DEMOLERLO. 


Fuente: Página 12

HETEROGÉNEA COLGADA DE CUADROS EN PALERMO CHICO
Y SU ILUMINACIÓN


Una acuarela de Jorge Larco, tres grabados de descripción científica de distintas variedades de narcisos con passe-partouts franceses hechos a mano, un óleo de Camy con su marco Luis XIV y dos motivos florales japoneses también pintados a mano. El detalle importante: la mezcla en el ambiente de la moderna iluminación halógena para poner en valor las obras de arte con la tradicional iluminación incandescente proveniente de las clásicas lámparas con pantallas de pergamino. Es precisamente esa mezcla lo que hará que el efecto general no quede frío.


Dos litografías del famoso naturalista norteamericano John James Audubon (1785-1851), uno con el pavo salvaje macho de América del Norte y el otro con el flamenco rosado de todo nuestro continente. Las dos enmarcadas del mismo modo, con molduras doradas a la hoja, al agua, bruñidas, desgastadas y patinadas, vidrios negros y anchos filetes de oro, también a la hoja. En las paredes, papel Sanderson con hojas y pimpollos cerrados de Rhododendros cada tanto, sobre fondo negro.
Cuadros pintados al óleo, uno de ellos del italiano Carlo Brancaccio (1861-1920), varios dibujos y algún grabado, con temas urbanos y rurales varios, un desnudo femenino y unas flores pintados por Rodolfo Alcorta, dibujos de animales de Luis A. Cordiviola (1892-1967), una escena parisina, etc.. Todos tienen imágenes, medios, técnicas, marcos y tamaños muy disímiles, pero "trabajan" en conjunto con armonía, apoyándose y exaltándose en la diversidad. Sobre el lado derecho de la chimenea, una cabeza femenina hecha en bronce a la cera perdida y también puesta en valor por la iluminación halógena.
Otro ángulo de lo mismo. La iluminación con spots con lámparas AR-70, con reflector metálico y bulbo apantallado sumada a los colores casi complementarios del plumaje del flamenco y de los Rhododendros con los verdes de las hojas del papel, le otorgan una vibración muy especial al conjunto. Las dos grandes bizcocheras con forma de colmenas complementan a la atractiva colección de 270 viejas mieleras de cerámica, porcelana, cristal, etc., que, por encargo de su dueña formé en un tiempo record de 2 a 3 años.

Desde el comedor, a través de la arcada, se ve la composición de cuadros hecha en la pared principal del living. Todo tiene una excelente definición de imagen y se han logrado niveles muy aceptables de confort visual medio.Los colores, las formas, calidades y texturas, los brillos y detalles, tanto de los cuadros como los de las mieleras que integran esta curiosa colección, se pueden ver y apreciar al máximo de sus posibilidades en tanto y en cuanto exista el imprescindible apoyo que da la moderna iluminación halógena. Ver para creer. El día y la noche: vale la pena experimentar el antes y el después.
El "no color" del blanco semimate de las carpinterías y del negro mate del fondo del papel actúa por contraste y oposición, subrayando las distintas gamas de colores, tanto del papel como de las litografías de Audubon, como también de las de la variada colección de mieleras y dándoles un atractivo y un brillo adicionales.


FOTOS DIEGO GAONA

COMO EL ARTE,
QUE ENTRETEJE NADERÍAS
Jorge Luis Borges, 1899-1986






El Remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.

Cumplida no fue su joven voluntad.
Mi mente se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.

Jorge Luis Borges
>Esa sola frase justificaba incluir este lindo verso de Borges.
"Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías."
¡Qué manera más estética, poética y artística de ironizar sobre la sublime misión
del arte! Sólo un genio como J.L.B. podía hacerlo de ese modo.

P. L. B.

CEGADOR EFECTO JUNTO A "EL SEGADOR"
Devastadora lluvia de meteoritos en la
Plaza Rubén Darío de Buenos Aires

EL SEGADOR DE CONSTANTIN-EMILE MEUNIER, ESCUELA BELGA, 1831-1905. JUNTO A EL SEMBRADOR, TAMBIÉN DEL MISMO AUTOR, ESTABAN EN LA PLAZA DESDE 1939. AHORA AMBOS HAN QUEDADO TOTALMENTE SEPULTADOS POR ESTA DEVASTADORA LLUVIA DE METEORITOS PROVOCADA AHÍ.




EL MAPA DEL "PASEO DE LAS ESCULTURAS" CON EL DETALLE DE ESTA CAÓTICA LLUVIA DE METEORITOS CAÍDA EN LA PLAZA RUBÉN DARÍO.


Bajo el título "La milla de los museos, más arte en la ciudad", la periodista Alicia De Arteaga escribió lo siguiente en su columna Martes Visuales en el diario La Nación de Buenos Aires del 23 de junio de 2009:
"Con la inauguración de la muestra de esculturas al aire libre de Bastón Díaz en la plaza Rubén Darío, se consolida el proyecto de Hernán Lombardi, alentado por su jefe Mauricio Macri, de darle forma definitiva a la milla de los museos en Buenos Aires. Al triángulo del arte formado por el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace y el Bellas Artes se suma ahora la exposición sin límites de la obra de Bastón Díaz, curada por Elio Kapsuck.
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".
Bajo el título "La milla de los museos, más arte en la ciudad", la periodista Alicia De Arteaga escribió lo siguiente en su columna Martes Visuales en el diario La Nación de Buenos Aires del 23 de junio de 2009:
"Con la inauguración de la muestra de esculturas al aire libre de Bastón Díaz en la plaza Rubén Darío, se consolida el proyecto de Hernán Lombardi, alentado por su jefe Mauricio Macri, de darle forma definitiva a la milla de los museos en Buenos Aires. Al triángulo del arte formado por el Centro Cultural Recoleta, el Palais de Glace y el Bellas Artes se suma ahora la exposición sin límites de la obra de Bastón Díaz, curada por Elio Kapsuck.
Son 31 esculturas monumentales, realizadas en una singular aleación de acero y cobre, inspiradas en los viajes y en los argentinos descendidos de los barcos, esa ola inmigratoria que dio forma a la identidad nacional. Bastón Díaz, de 62 años, se formó en las Escuelas Raggio y en la Manuel Belgrano y, en París, en la Ecole de Beaux Arts, en la Sorbona y en la Universidad de Vincennes. Su obra conquista el espacio de manera singular, como lo hizo todos estos años en una soñada isla del Tigre, propiedad del empresario Claudio Stamato.
La muestra al aire libre, que cuenta con el apoyo de la galería Daniel Maman, avanza en la idea de sumar iniciativa privada en proyectos de visibilidad pública, tema muy caro al ingeniero Lombardi, al que le gusta hablar de democratización del espacio público y de ofrecer "bienes culturales en un lugar de libre acceso". Las muestras se renovarán cada ocho meses, con expresiones de artistas argentinos contemporáneos. El modelo tiene antecedentes en el mundo entero, desde Washington hasta Nueva York (Frick Collection, Metropolitan, Guggenheim) y en Madrid, donde se completa el triángulo de las Bellas Artes con el Prado, el Museo Thyssen y el Reina Sofía, emplazado en Atocha. El año último, sobre el Paseo del Prado, se inauguró una nueva escala: la Caixa Forum, un centro cultural que funciona en una usina refuncionalizada por Herzog y De Meuron.
Lombardi suele mirar con atención lo que sucede en el mundo. En el caso porteño, la puesta en valor de la plaza contigua al MNBA será también una oportunidad para recuperar un entorno que, como el basamento del monumento a Alvear, de Bourdelle, ofrece una cara más cercana al despojo que al arte. Al mismo tiempo, consolida la idea de la milla del arte, que va desde Bellas Artes hasta el Sívori, en los bosques de Palermo.
Pero hay más: se estudia la posibilidad de consolidar la idea de otra milla del arte mirando al Sur, de la Colección Fortabat a La Boca, en una línea imaginaria que una el Mamba de la avenida San Juan, el Patronato de la Infancia, futuro Centro Cultural de España, y la Fundación Proa de La Boca.
La Colección Fortabat lanzó la semana pasada el premio Arnet A Cielo Abierto, que seleccionará una obra para ser exhibida de manera permanente frente al Dique 4. Será el primer eslabón de un programa que busca incorporar arte contemporáneo al espacio público del último barrio porteño. Si todo sale como está previsto, la Colección Fortabat y la Fundación Proa podrían estar unidas por un transporte permanente (¿y gratuito?) que recorriera la milla del arte "mirando al Sur".

NUESTRA OPINIÓN:

A la Sra. De Arteaga, yo le contesto lo siguiente:
Considero que, visualmente es una aberración lo que se ha hecho. Es más que evidente que se ha forzado una situación y que se han dispuesto muchas más obras que las que ese espacio toleraba. Han logrado un enorme caos visual, con un cúmulo de información tal que impide la adecuada percepción sensorial de las obras expuestas. El terrible ruido visual que se ha fabricado no deja ver nada. Quien emplazó esas esculturas no tiene la más remota idea de lo que es poner en valor esculturas en forma adecuada: Es muy importante considerar cómo interactúa el espacio circundante con la obra al momento de emplazar esculturas. Y como ocurre con la música, el silencio valoriza a la nota. Si no, el bombardeo de información es tal, que ocurre lo que se ha hecho en este caso: un enorme caos visual sin ton ni son. No han quedado puestas en valor ni la Plaza Rubén Darío ni las nuevas 31 esculturas de Bastón Díaz que se metieron a presión ignorando absolutamente el diseño previo de la plaza. En él, jugaban un papel capital las esculturas preexistentes, entre otras, por El Sembrador y El Segador del belga Constantin –Emile Meunier, el Rubén Darío del argentino José Fioravanti, La Primavera de Leon Ernest Drivier, La Agonía del Centauro del gran Antoine Bourdelle y el monumento a Raoul Wallenberg. Y ya era mucho pedir, pero, si hiláramos más fino, tampoco debió haberse ignorado el peso visual muy cercano del George Canning de Alberto Lagos, del monumento al General Bartolomé Mitre de Eduardo Ruvino Torino, del General José Artigas de José Luis Zorrilla de San Martín, de la Froralis Genérica de Eduardo Catalano, de la Eva Perón de Ricardo Gianetti, del monumento a Juan Pablo II y del edificio de la Biblioteca Nacional y del edificio de Canal 7. No están en discusión ni la calidad ni la estética de las obras de Bastón Díaz. Lo que se discute es el lugar y el espantoso modo de emplazarlas. Se ha querido ponerlas en valor y se ha conseguido el efecto exactamente inverso. Es muy común que los mismos escultores no puedan objetivar y tomar distancia sobre la obra propia y que no vean detalles tan obvios como los que se están señalando aquí. Si no, Bastón Díaz no hubiera permitido la aberración visual que se ha hecho en esta plaza de Buenos Aires con tal de vender. Y como si fuera poco, se les han puesto alrededor unos horribles corrales de caño dignos del galpón de los chanchos de la Rural, que ni protejen en forma efectiva ni aportan nada estético a las obras de Díaz. Concretamente propongo que se revise a fondo al caótico depositorio escultórico en que se ha convertido la lonja de terreno que va desde el monumento al Brigadier General Carlos María de Alvear de Antoine Bourdelle, donde nace la Avenida Alvear, hasta el General Urquiza de Héctor Rocha y Renzo Baldi, en el cruce de las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento y hasta el Monumento de los Españoles. Toda residente extranjero, institución u ONG que dona alguna escultura a la Ciudad, quiere tener su donación luciendo sobre el llamado Camino Real. Oh casualidad… desde el punto de vista del marketing, se considera que por Libertador y por Figueroa Alcorta, respectivamente ingresa y egresa de Buenos Aires el público calificado como ABC1. En este caso particular, ha privado el interés comercial del galerista promotor de la idea por encima del supuesto interés cultural, de difusión y de democratización de la cultura del proyecto. No nos disfracen las cosas. Que no nos subestimen a ese punto al pretendan hacernos creer que es una cosa cuando es obvio que es otra. Si no, no se forzaba de tal manera la colocación de treinta y una esculturas METIDAS A PRESIÓN donde ya había importantes esculturas preexistentes, como si ellas no hubieran ni existido. Es ése un espacio público, y es por lo tanto de todos y cada uno de los habitantes de la Ciudad. ¿Por qué tienen que convertirlo en un showroom de ventas a cielo abierto al servicio exclusivo de tal o cual galería privada? Descreo de esos gestos supuestamente tan "desinteresados", de esos desprendimientos, cuando provienen de un galerista que está tan, tan interesado en sacar el proyecto adelante. Hace mucho que dejé de creer en Papa Noel. Este proyecto no me hubiera parecido mal hacerlo por ejemplo en Puerto Madero, donde también hay buen poder adquisitivo, mucho turismo local e internacional, etc. y el terreno estaba casi virgen. Pero me parece atroz forzar una situación como se la forzó, fregándose en todo lo preexistente como si no hubiera existido, reventándolo. Y que eso mismo confirma el interés pecuniario que hay atrás, aunque se pretenda vendérnoslo como cultural. Una cuestión de valores. Yo prefiero que en el espacio público de todos, que los valores que priven sean los culturales y no los monetarios. Así, el tema es parejo para todos. Y que se hagan las cosas con criterio visual, armonía y buen gusto. Creo también que al Soberano se lo educa a través del arte y también de los buenos ejemplos. No creo que éste sea uno. El galerista Daniel Mamán, en las invitaciones que para asistir al acto de inauguración mandó por correo electrónico no ha tenido ningún problema en incluirse él mismo como "galerista e impulsor del proyecto". Creo que huelgan las palabras. Me parece que ni él ni ningún otro galerista debería tomar una plaza de la Ciudad como coto de caza propio. Tenemos que recuperar el respeto por nuestros espacios públicos. Por su misma condición de públicos, nadie debería utilizarlos como privados y lucrar con ellos. Y la ley debería ser pareja para todo el Mundo, sin excepciones. Aunque la excusa fueran el arte y la cultura. Y nuestras autoridades deberían ser las primeras en velar celosamente para que éso se cumpliera en forma estricta, a rajatabla. Este proyecto supuestamente cultural tiene para mí poco de ético y demasiado de antiestético.

P. L. B.

ANTIGUAS LITOGRAFÍAS INGLESAS
CON TEMAS BOTÁNICOS
Sydenham Teast Edwards
Escuela Inglesa, 1768-1819





Aunque bastante difundidos como tema, los grabados antiguos con temas botánicos de descripción científica son un buen motivo para armar una linda colección temática. Son un clásico: alegres, de buen gusto, muy decorativos y también muy buscados. Quedan bien en todas partes. Éstos que se ven aquí, son litografías, grabado en piedra, de Sydenham Teast Edwards, Escuela Inglesa, 1768-1819.
La litografía es una técnica fascinante de grabado, con posibilidades infinitas, con una cantidad enorme de estadios previos a la obtención de la primera copia impresa. Permite un alto grado de sutileza y en el nivel de los detalles. Se hace grabando una imagen sobre grandes y pesadas piedras especiales, llamadas calcográficas o litográficas, obtenidas en canteras especiales, y luego estampando esa imagen en papel especial con la ayuda de una prensa o tórculo. Un artista que logró cosas maravillosamente sutiles en litografía, fue el genial y refinadísimo Henri de Toulouse- Lautrec, Escuela Francesa,1864-1901. Por su misma antigüedad, estos grabados suelen estar bastante manchados de humedad por haber sido mal enmarcados o por haber estado colgados en lugares muy húmedos y suelen tener "foxing", que es como se llama a las manchas originadas por pequeñas partículas de metal que estando dentro de la pasta del papel se oxidan por efecto de la humedad persistente, estar fotoxidados por la luz solar o artificial inapropiada, y por su papel tener acumulados altos grados de acidez. Antiguamente no existían los papeles libres de ácido de hoy en día.Todo esos males, por lo general, se tratan. Se les devuelve su aspecto y lozanía originarios y se les agrega una reserva de alcalinidad para prolongar su supervivencia en el tiempo. Pero es muy importante que traten estos problemas, muy específicos y puntuales, verdaderos especialistas, restauradores profesionales especializados en obras sobre papel. Entre muchos otros requisitos, hay que saber mucha física y mucha química para ser un buen restaurador de obras de arte sobre papel. He visto cosas terribles, muchas veces irreversibles, hechas por gente improvisada, audaz y totalmente inconsciente, que se mete a hacer restauraciones caseras tentando técnicas o recetas supuestamente infalibles y transmitidas por amigos o parientes. Y muchas veces el supuesto remedio suele ser mucho peor que la misma enfermedad y hasta llega a matar al enfermo. Con respecto a la manera de enmarcarlas, hay maneras de hacerlo con las que quedan muy impactantes y, lo que es muy importante, preservadas, como para prolongar su supervivencia por muchísimos más años. Una vez restauradas, enmarcadas y colgadas con gracia y personalidad, terminará el proceso iniciado con la compra, cuando cada litografía quede debidamente PUESTA EN VALOR y luciendo al máximo de sus posibilidades.

P. L. B.

YAGUANÉ - Elegía, 1996


DIEGO VELÁZQUEZ, 1599-1660, LAS MENINAS, FRAGMENTO

YAGUANÉ - Elegía

Nunca pensé
que el aterido,
deplorable esqueleto
que meneándose encontrara,
implorante,
en aquella gélida tarde gris plomo…
Aquel andrajo de costillas prominentes
y patazas de oso,
se convertiría con el paso del tiempo
en el
dócil gentilperro rubicundo del
gesto adusto y familiar.
En el agradecido, infaltable
compañero de nuestros plácidos días
junto al Salado.
En el centinela solitario de la sacrificada y
blanquinegra rutina diaria del tambo.
En ese verosímil perro velazqueño
que por propia elección
emigró de alguna tela
con sus dignidades de Habsburgo,
su gravedad de esfinge
y ese inconmovible sentido del deber.
Que el vigor de su tensa anatomía de atleta
impondría su dominio
a las caninas jerarquías lugareñas:
Primus inter pares.
Luego de pasear su austera, esquiva gracia
de saltimbanqui entre los cardos.
Que sus visitas serían tan esperadas por todos,
Aún desperezándose después de sus siempre estéticas siestas
constantemente alerta
en la galería, o bajo la vieja glicina
o junto a la persistencia del cedrón.
Que su manto erizado de Aguará nos daría protección
ante las incursiones de
indeseables cazadores foráneos.
Qué duro será volver y que no esté
dando el presente, pasando revista, corriendo al toro.
Apareciendo casi mágicamente,
al transponer los alambres tejidos
con la facilidad de una ratona.
Saludando cuerpo a tierra,
reptando y pidiendo de su tan particular manera
las caricias que tanto le gustaban.
Qué raro ver la tarde de la pampa
en el horizonte
sin su mestiza armonía, ni su figura de hidalgo,
displicente,
trajinándolo
por las serpenteantes y fatigadas sendas vacunas.
Será duro
hacerse a la idea
de que no tendremos ya
ése,
su especial humor,
su atractiva manera de ser.
Debes saberlo, Yaguané,
esperamos que el crujir de las
amarronadas hojas de la magnolia contra el piso
nos anuncie
de una vez
que has vuelto.

Pedro L. Baliña
septiembre de 1996