Fue confiscado.
Es una pieza del año 360 antes de Cristo. La habrían desenterrado ilegalmente de un cementerio en Italia.
El jarrón. Se usaba para mezclar el agua con el vino. /The New York Times
Tom Mashberg
The New York Times
Fue exhibido durante décadas en las galerías grecorromanas del Met, el Metropolitan Museum of Art, este jarrón de 2.300 años de antigüedad, vívidamente pintado, que representa a Dioniso, dios de la vendimia, andando en un carro tirado por un sátiro. Hoy está en una sala de evidencias en el despacho del fiscal del distrito de Manhattan luego de ser confiscado silenciosamente por procuradores basados en pruebas de que había sido robado por saqueadores de tumbas en Italia durante la década de 1970.
El Met recibió el 24 de julio una orden judicial de investigadores que habían examinado fotos y otras pruebas que les enviara en mayo un arqueólogo forense que rastrea objetos patrimoniales en Europa desde hace más de diez años. Dijo el museo que al día siguiente entregó en mano la pieza a los fiscales y adelantó que el jarrón, utilizado en la antigüedad para mezclar vino y agua, finalmente regresará a Italia.
“El museo se ha manejado diligentemente para asegurar una resolución justa de este asunto”, afirmó en una declaración Kenneth Weine, vocero de la institución.
El caso recuerda estrechamente el retiro del Met de otro recipiente para vino en 2008, una vasija de terracota llamada Crátera de Eufronio, tras surgir evidencias de que se la había desenterrado ilegalmente de un cementerio en Italia. Dijeron ejecutivos del museo que ellos creen, al igual que los funcionarios judiciales, que ambas piezas pasaron por manos de Giacomo Medici, un art dealer italiano de 79 años que fue arrestado en 1997 y condenado en 2004 por asociación ilícita para el tráfico de antigüedades.
Contactado en Italia, Medici negó toda conexión con el jarrón recientemente confiscado, que el Met compró en una subasta de Sotheby’s en 1989 por u$s 90.000. Un integrante de la casa de subastas no aceptó identificar al consignador invocando cuestiones de privacidad, pero dijo que Sotheby’s no tenía conocimiento de problemas con su procedencia cuando tomó a cargo la venta.
Conocido también como crátera de campana, según expertos el jarrón data de 360 aC y se lo atribuye al artista griego Python, considerado uno de los dos grandes pintores de jarrones de su época.
Si bien su importancia no alcanza el nivel de la mucho más grande Crátera de Eufronio, que el Met mandó de vuelta a Italia al cabo de un pleito de 30 años, el jarrón recientemente confiscado es un sobreviviente notablemente intacto de la época en que los griegos colonizaron Paestum, ciudad del Mediterráneo en la región de Campania, al sur de Roma, y crearon templos y obras de arte de belleza legendaria.
El arqueólogo forense que siguió la pista del jarrón de Python, Christos Tsirogiannis, un investigador de la Asociación para la Investigación de Delitos contra el Arte, publicó sus sospechas sobre la pieza en The Journal of Art Crime en 2014 y dijo que también en ese entonces envió sus pruebas al Met.
Pero en una entrevista el doctor Tsirogiannis comentó que nunca había vuelto a tener noticias del museo y, más recientemente, se sintió frustrado porque parecía no haberse tomado ninguna acción. Así, en la primavera nórdica pasada le mandó sus pruebas a un fiscal de Manhattan, Matthew Bogdanos, que se especializa en delitos artísticos. Las pruebas comprendían fotos Polaroid sacadas entre 1972 y 1995 que según él habían sido incautadas de depósitos de Giacomo Medici en 1995 y en las que se veía el mismo jarrón de Phyton todavía incrustado con tierra.
“Cuando mandé la información a la policía de EE. UU. inmediatamente me dijeron que éste era ‘un caso grande’”, dijo Tsirogiannis. “Estaba sobradamente claro que este objeto raro era robado.” Tsirogiannis dijo que sus pruebas indicaban que la pieza había sido desenterrada de un cementerio del sur de Italia por saqueadores y había terminado en poder de Medici, que fue condenado en un tribunal de Roma por asociación ilícita para traficar otros objetos de arte antiguos, muchos de los cuales hallaron cabida en museos de distintos lugares del mundo.
En una entrevista telefónica dijo Medici el lunes que no recordaba haber tenido que ver con el jarrón en cuestión. “No, en absoluto”, afirmó. Dijo que lo habían eximido de continuar con su arresto domiciliario el año pasado luego de cumplir la mitad de una sentencia a ocho años que se redujo por buen comportamiento, y por una amnistía de dos años otorgada a todos los presos italianos.
“Soy libre”, dijo. “Fui a juicio, duró años, me condenaron por algunas de las piezas” que los fiscales italianos creían que habían sido saqueadas, “y ahora no tengo nada más que ver con el sistema judicial. Se terminó la historia”.
El Met, por su parte, cuestionó la alusión a que hubiese ignorado advertencias sobre el jarrón. Sus funcionarios dijeron que el museo había tomado conocimiento de la investigación publicada en 2014 por el doctor Tsirogiannis y, de hecho, que había surgido preocupación al reaparecer el nombre de Medici en relación con el objeto antiguo. Afirmaron haberse dirigido informalmente a las autoridades italianas en ese momento pero que no habían recibido respuesta. Dijeron que en diciembre de 2016 el museo envió al Ministerio de Cultura italiano un pedido formal para que se resolviera el caso y que esperaban orientación de los italianos cuando los fiscales de Manhattan los alertaron en junio acerca de sus propias inquietudes.
En ese punto el museo retiró el jarrón de su sitio en las galerías grecorromanas y empezó las conversaciones con los fiscales que culminaron la semana pasada con la confiscación.
Un vocero del fiscal de distrito Cyrus R. Vance Jr. declinó hacer comentarios pero proporcionó una copia de la orden de registro que se presentó al museo.
Tsirogiannis también contribuyó decisivamente este año a la devolución de un fragmento de un sarcófago de mármol a Grecia y un ánfora de u$s 250.000 a Italia. Estos ítems fueron incautados en una galería de arte de Manhattan.
El último caso se produce en oportunidad de que cada vez más museos sean presionados para depurar sus colecciones de piezas traficadas por contrabandistas de antigüedades conocidos cuya mercadería tiene origen en Italia, Grecia, Turquía, Camboya, India, Egipto y otras naciones largamente asoladas por el saqueo.
La devolución de la Crátera de Eufronio constituyó una disputa internacional que se desarrolló a lo largo de décadas hasta que el Met aceptó reintegrar la pieza. Hubo sorpresa en el museo cuando se conoció su tamaño —tiene capacidad para 45 litros— y por el hecho de que estuviera firmada por Eufronio, uno de los más grandes artistas ceramistas de la antigüedad. El Met le adquirió la vasija en 1972 a Robert Hecht, un dealer estadounidense relacionado con Medici, por u$s 1 millón, precio que en aquella época marcó un récord para antigüedades.
En 2006 quedó claro que la Crátera de Eufronio había sido robada de una tumba etrusca al noroeste de Roma en 1971 antes de la venta al Met.
De acuerdo con los fiscales italianos, durante casi tres décadas antes de su arresto Medici mantuvo oculto en Ginebra su tesoro de reliquias exhumadas ilegalmente y las vendía de a cientos a una red global de art dealers e intermediarios, entre ellos Hecht.
Medici era de llevar registros meticulosos. Cuando sus depósitos fueron allanados por primera vez en 1995 la policía halló 3.800 antigüedades y miles de documentos relacionados. Las autoridades también descubrieron alrededor de 4.000 fotos de ítems que habían pasado por sus instalaciones. Luego de su arresto, los archivos fotográficos se convirtieron en la base para determinar la condición ilegal de muchos objetos en museos y galerías de todo el mundo.
Para la investigación del jarrón de Python, Tsirogiannis dijo que se inspiró mucho en las fotos y en los archivos a los que tuvo acceso, que le fueron facilitados por los gobiernos griego e italiano. Dijo, por ejemplo, que comparó una foto Polaroid de Medici que mostraba el jarrón todavía con tierra incrustada con una imagen de un objeto similar en un catálogo de venta de Sotheby’s de 1989 y con una imagen de un jarrón que el Met había publicado online. Encontró que los tres eran idénticos. ♦ Elisabetta Povoledo colaboró con información desde Italia.
Traducción: Román García Azcárate
Fuente: clarin.com