Unas 22.500 personas pasaron a conocer el arma del Libertador desde que se mudó de Palermo a San Telmo.
De guardia. El sable corvo de San Martín, flanqueado por dos granaderos en la sala principal del Museo Histórico Nacional. /Andrés D’Elia.
Alfredo Dillon
Si pudiera trazarse un ranking de los próceres argentinos más populares, seguramente José de San Martín lo encabezaría por amplia ventaja. Basta con reparar en el fenómeno desatado en el Museo Histórico Nacional tras la llegada de su sable corvo: la cantidad de visitas mensuales se quintuplicó desde el 24 de mayo, cuando los granaderos escoltaron el traslado del sable desde el Regimiento de Granaderos a Caballo de Palermo hasta el Museo, donde lo recibió la presidenta Cristina Kirchner.
Si pudiera trazarse un ranking de los próceres argentinos más populares, seguramente José de San Martín lo encabezaría por amplia ventaja. Basta con reparar en el fenómeno desatado en el Museo Histórico Nacional tras la llegada de su sable corvo: la cantidad de visitas mensuales se quintuplicó desde el 24 de mayo, cuando los granaderos escoltaron el traslado del sable desde el Regimiento de Granaderos a Caballo de Palermo hasta el Museo, donde lo recibió la presidenta Cristina Kirchner.
Desde ese día, más de 22.500 personas
pasaron por el Museo, ubicado en Defensa 1600, en San Telmo: un promedio
de 11.000 visitas mensuales, contra las 2.000 que solía recibir. El
sable corvo es la estrella de la muestra permanente, titulada “San
Martín de puño y letra”, que incluye también la recreación de la
habitación del prócer en Boulogne sur Mer, Francia –donde murió el 17 de
agosto de 1850, hace 165 años–; así como objetos personales y pinturas
que retratan sus principales hazañas.
Además se
pueden ver varios retratos del Libertador –incluyendo el único
daguerrotipo original, de 1848, que inmortalizó a un San Martín anciano y
canoso– y fragmentos ampliados de sus cartas. Estos elementos funcionan
como prólogo para el gran atractivo del Museo: la sala –similar a una
capilla, con un vitral en el techo– donde se exhibe el sable corvo,
encerrado en una vitrina iluminada y custodiado por los granaderos. Lo
rodean las armas de otros héroes del panteón nacional: Manuel Belgrano,
Manuel Dorrego, Juan Manuel de Rosas y Guillermo Brown.
La
historia del sable corvo es conocida: San Martín lo compró en Londres,
lo empuñó en las guerras de Independencia y, antes de morir, lo legó a
Juan Manuel de Rosas en homenaje a su defensa del honor de la República
“contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de
humillarla”. Ya en el siglo XX, la espada fue robada dos veces del Museo
Histórico por la Juventud Peronista, que con ese gesto buscó unir, en
una misma línea histórica, a San Martín, Rosas y Perón. En 1967 el
dictador Juan Carlos Onganía decidió trasladarlo al Regimiento de
Granaderos a Caballo, donde permaneció hasta este año.
El
recorrido de la muestra se completa con la sección “San Martín
interactivo”, una instalación que le permite al público entablar un
diálogo virtual con el prócer, y con un rincón para chicos donde se
proyectan capítulos de Zamba, la tira animada del canal Paka Paka.
Los
textos seleccionados en la exhibición perfilan a un San Martín
comprometido con la causa americana y obstinado en mantenerse al margen
de las luchas internas en el país. Así lo expresa su carta al general
peruano Ramón Castilla, reproducida en varias salas: “En el período de
diez años de mi carrera pública, en diferentes mandos y estados, la
política que me propuse seguir fue invariable en dos solos puntos: (...)
no mezclarme en los partidos que alternativamente dominaron en aquella
época en Buenos Aires. (…) El segundo punto fue el de mirar a todos los
Estados americanos en que las fuerzas de mi mando penetraron, como
Estados hermanos interesados todos en un santo y mismo fin”.
Fuente: clarin.com
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Correo de Lectores
San Martín compró su sable corvo en Londres, en 1811
El Cartero de NOVA.
Por Alejandro Fargosi (*)
(*) Mail: alejandro@fargosi.com
Lo trajo a Buenos Aires, lo usó durante toda la Campaña Libertadora,
lo hizo llevar a Europa, lo legó a Rosas en su testamento, lo trajeron a
Buenos Aires, Rosas lo volvió a llevar a Europa y tras su muerte, al
fin volvió a Buenos Aires, directamente al Museo.
Es decir que duró entero más de 200 años, pasó por combates y
batallas, viajó entre Europa y la Argentina en barco cinco veces y hasta
sobrevivió a dos robos violentos.
Pero llegó el kirchnerismo y fue dañado de gravedad: su dragona, que
estaba integrada al mango, desapareció en algún momento por el traslado y
absurdo e innecesario desarmado del sable.
Porque además de sacarlo del Regimiento de Granaderos al Museo
Histórico Nacional, fue entregado al platero Pallarols para que lo
desarmara, copiara y volviera a armar. Un absurdo completo, porque
existen suficientes copias que se hicieron sin desarmarlo, que equivale a
dañarlo.
Ya había copias exactas y no se necesitaba manosearlo. Menos todavía desarmarlo. Y por supuesto que jamás, romperlo.
En ese proceso perdió su dragona. Quizás esté guardada en algún lado. Ojalá.
Pero es inadmisible que haya sido separada del sable, ya que eso implica que fue cortada, desarmada o algo peor.
Algún día lo sabremos. Ojalá que sea pronto.
Y si el sable sufrió daños, la responsable legal es la presidente.
(*) Mail: alejandro@fargosi.com
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Presidencia de la Nación
Sala de Prensa
Cultura - 18 de agosto
Comunicado sobre la dragona del sable corvo de San Martín
El Ministerio de
Cultura de la Nación aclaró hoy que la dragona del sable corvo del
General San Martín permanece en el Museo Histórico Nacional y no fue
extraviada, tal como se manifestó en un matutino porteño.
A continuación, el comunicado completo emitido por la cartera nacional que dirige Teresa Parodi:
“El Ministerio de Cultura de la Nación informa que la dragona del sable corvo del General San Martín no “se perdió”, como se indica hoy en un artículo del diario Clarín que cita como fuente al abogado Alejandro Fargosi.
De hecho, la pieza nunca salió del Museo Histórico Nacional, desde que fue donada a la institución por los descendientes de Juan Manuel de Rosas, en 1897.
Cuando, en 1967, el dictador Juan Carlos Onganía le quitó al Museo la custodia del arma, tanto la dragona como la caja original del sable permanecieron en el edificio para exhibirse al público.
En la actualidad, la dragona - o correa del arma- se encuentra en restauración en el taller de textiles del organismo ya que se comprobó que está dañada la traba que la ajusta a la empuñadura. Cuando finalice el proceso, serán los Granaderos a Caballo quienes la coloquen en su sitio en un acto público.
Es importante aclarar también que la correa no es de cuero, como sostiene el denunciante, sino que está confeccionada con hilos metálicos”.
“El Ministerio de Cultura de la Nación informa que la dragona del sable corvo del General San Martín no “se perdió”, como se indica hoy en un artículo del diario Clarín que cita como fuente al abogado Alejandro Fargosi.
De hecho, la pieza nunca salió del Museo Histórico Nacional, desde que fue donada a la institución por los descendientes de Juan Manuel de Rosas, en 1897.
Cuando, en 1967, el dictador Juan Carlos Onganía le quitó al Museo la custodia del arma, tanto la dragona como la caja original del sable permanecieron en el edificio para exhibirse al público.
En la actualidad, la dragona - o correa del arma- se encuentra en restauración en el taller de textiles del organismo ya que se comprobó que está dañada la traba que la ajusta a la empuñadura. Cuando finalice el proceso, serán los Granaderos a Caballo quienes la coloquen en su sitio en un acto público.
Es importante aclarar también que la correa no es de cuero, como sostiene el denunciante, sino que está confeccionada con hilos metálicos”.