Mientras Miguel D'Arienzo expone su serie más alegre en una galería de Retiro,
las puertas de su casa-taller del Delta están abiertas con fines
solidarios
La reina de la noche o la cantante de boleros tiene ese azul lapizlázuli tan característico.
Por María Paula Zacharías / La Nación
Artistas
e insurgentes, Cristos y peregrinos, ídolos y gringos, bodas y
entierros, el circo y la muerte, volcanes y aguas. El pintor Miguel
D'Arienzo reúne en sus Cuadernos Mexicanos los boleros más famosos con
la icónica Frida Kahlo; los ejércitos zapatistas con la cantante Lila
Downs; repasa temas centrales de la tierra azteca, y suma fotos,
postales y recortes de diarios. Hay algo más: se preocupa tanto por el
matiz de sus colores como por la suerte de quienes lo rodean. Así como
muele pigmentos para lograr el mismo tono de la Casa Azul de Frida,
invita a su taller, a su casa y a sus cuadros a quienes lo necesitan:
pinta obras a cuatro manos con aborígenes, retrata la labor de los
cartoneros y las desgracias de los inundados, y realiza tareas
educativas y solidarias en su casa museo que algún día será de la
comunidad. El reflejo de problemas sociales es una constante en su obra.
Pero siempre está más cerca de la ternura que de la denuncia.
Su
romance con México lleva años. "Es como un continente de culturas.
Siempre admiré la potencia creativa de México. Esta muestra es una
mezcla de las películas de Luis Buñuel y las que veía mi madre de María
Félix. Y un gran pintor, Orozco. Yo viví en Italia y participé del
muralismo italiano, que tenía una comunicación muy fuerte con el
mexicano. En 1995 me seleccionaron para una muestra en el Hospicio
Cabañas, bajo el mural de Orozco El hombre en llamas. Me trataron
como mi mejor país, y desde entonces hay un amor mutuo. Empezaron una
serie de viajes, registrados en unos diarios de apuntes. Los primeros
cuadernos se perdieron en un taxi ecológico", dice D'Arienzo, que ha
recorrido el país entero. Sus grandes telas y sus collages de pequeño
formato que ya se vieron en la galería Miguel Hidalgo de Polanco, en la
Ciudad de México, se exhiben ahora en la galería Isabel Anchorena (hasta
el 3 de agosto, en Libertad 1389). Para lograr ese azul tan
característico, compra lapizlázuli puro, piedra azul molida que importa
de Colombia o Francia, donde aún hay minas. Hace mezclas en un mortero, y
las esparce sobre tela cruda como si fuera un mural al temple. Después
suma líneas y palabras en grafito. "Lo mío es una pintura más
tradicional, artesanal. Como dice David Hockney, según un principio
chino, se pinta con la mente, el corazón y la mano. Tiene que sentirse
la humanidad", dice.
Inundados, una obra que da cuenta de la mirada cercana del artista a su entorno.
D'Arienzo
tiene dos talleres: uno en la Plaza del Congreso, con su circuito de
cuatro cafés imprescindibles. De un salto se mete en el tren, sube unos
minutos a la lancha colectiva para llegar al otro, en su suburbio
acuático, una casa-museo y taller en una isla del Tigre, frente al MAT.
Es una construcción a la que le puso nombre de museo, MADA, y que piensa
donar a la comunidad a través de la Universidad del Salvador, con todo
lo que hay adentro (obras de todas sus etapas) cuando ya no la necesite.
Originalmente era una antigua casita simétrica, hecha sobre pilotes en
1940 por un inmigrante italiano, que D'Arienzo, de formación arquitecto,
amplió con un trencito de tres galpones encadenados. Ahí Antonio
Rottari, además de casas, hacía barcos como los que están anclados en la
otra orilla del río Luján y que ahora a D'Arienzo le encanta mirar. Lo
acompañan en su soledad isleña, lo mismo que sus dos perros negros, que
lo siguen como su sombra.
MADA puede ser Museo de Arte del Delta
Argentino o Miguel Alfredo D'Arienzo, porque las tres salas de
exposición están dedicadas a su obra. "No nació por ego, sino para
albergar obra que ocupa mucho espacio y es difícil vender, como las
instalaciones", aclara. La obra más antigua es de 1978: "Es el año en
que renací, porque volví a pintar. Fui a la Escuela de Bellas Artes
cuando era maravillosa, con maestros como Aída Carballo y Antonio
Pujía... Hoy sufro por el nivel educativo de la Argentina. Por eso
trabajo con escuelas rurales del Delta con el dibujo, porque con la
digitalización los chicos pierden la capacidad de observación de la
realidad. No educan el ojo. Trabajamos con la botánica, relacionada con
el dibujo, porque es una forma de observación". En la caja vidriada que
es su comedor se juntan chicos de los colegios Michael Ham, de Nordelta,
que hacen tours para salir de su burbuja, y de la escuela que apadrinan
del Barrio Las Tunas. "Se encuentran acá e intercambian opiniones. Es
muy lindo cómo trabajan juntos. En julio haremos una muestra con las
máscaras que estuvimos haciendo", cuenta.
En su gira con muestras
por museos del interior (Chaco, Río Negro, Mendoza y Corrientes)
instauró una especie de residencia: presta los cuartos que le sobran a
artistas de provincias que quieran venir a inspirarse y trabajar. "Me
alimento de todo esto. No todo es plata para un pintor." También tiene
obras hechas con pobladores wichis, que se venden a su total beneficio.
Hay en el MADA una copia de una Menina rodeada de dibujos infantiles que
compró el gobierno holandés.
De lo urbano a lo rural
Mientras
prepara una muestra para el Museo Provincial Rosa Galisteo de Santa Fe,
en uno de sus galpones, D'Arienzo echa leña a la salamandra y deja
pasar a Negro y a Groncho (bautizado así por la amiga que se lo regaló,
la escritora Luisa Valenzuela). Ahí lo espera un lienzo a medio camino
de una pareja de recién casados que es sorprendida por un tsunami en su
hotel. Transcurre en Veracruz y ya tiene título, Ex-voto imaginario.
"Me encantan las pinturas populares que hay en las iglesias, que
también le gustaban mucho a Frida Kahlo. Es expresión del arte popular,
imaginaciones sobre situaciones de la vida con una mezcla de humor y
tragedia, típico del espíritu mexicano."
También tiene en marcha
otra de sus grandes ambientaciones, esta vez de una tapera, que nace de
una observación en el río Salí, de Santiago del Estero. "Me interesa
ahora la polaridad entre lo urbano y lo rural", adelanta. En las
muestras de D'Arienzo siempre hay una pintura que toma cuerpo, gana el
espacio y más que escultura, es una instalación habitable, como el carro
de cartoneros que se vio en el Museo Sívori, La Cartomaquia del Palais de Glace o la barcaza de Sudestada
que ahora se ve en el MADA. En Cuadernos Mexicanos hay una mesita con
silla, que bien podría estar en un patio del DF, pero que en la galería
de Recoleta invita a sentarse entre flores y pinceles y hacerse un
retrato con su pintura Santa Frida.
Esta pulsión escenográfica
quizá tenga que ver con el cine, que es su gran pasión. "Soy un pintor
narrativo. Trato de no caer en la ilustración, pero sí me dejo llevar
por lo cinematográfico. Me interesa mucho el cine, y busco su temática
para la pintura. En un cuadro cuento una historia en distintos planos
secuencia", dice. "Alguna vez me han acusado de folklorista. Para mí la
pintura es una forma de reflexión. Si no, me aburriría. Soy un cineasta
frustrado. Para mí una pintura es un storyboard donde imagino una
película. Me interesa el diálogo entre arte y cine: Tarkovsky con
Brueghel, Pasolini y el Quattrocento; Fellini era caricaturista y se
nota en sus personajes. Y en este trabajo sobre México me inspiró un
maravilloso estudio de Serguei Eisenstein de 1930, ¡Que viva México!
Generó una iconografía de uso plástico que después retomaron muchos
mexicanos, como el fotógrafo Gabriel Figueroa. Me gusta mucho también la
pintura de Julio Galán, que es como un Almodóvar que pinta..." Claro
que lo suyo es y será la pintura: "Me dedico a la pintura. Soy
figurativo. Y como no puedo escribir ni puedo filmar, pienso sobre lo
que me rodea, que es la sociedad argentina".
Perfil de artista
Miguel D'arienzo
ARTISTA
Nació
en Buenos Aires en 1950. Expuso en México, España, Madrid, Bruselas y
Perú. Durante 10 años integró los remates de arte latinoamericano de
Christie's, en Estados Unidos
Cuadernos Mexicanos
La muestrá está colgada en la galería Isabel Anchorena, Libertad 1389, hasta el 3 de agosto|
Visitas al MADA
Para conocer su taller hay que comunicarse por el correo mada@mada-darienzo.com.ar o al teléfono 4383-2739.
Arte y México
A propósito, el Cine Amigos del Bellas Artes tiene en cartel el ciclo Luis Buñuel en México, www.cine.aamnba.org.ar.
Fuente: lanacion.com