"AMALIA", DE ENRIQUE GARCÍA VELLOSO,
EL PRIMER LARGOMETRAJE ARGENTINO


A la Argentina, el cine llegó poco después de su lanzamiento en París, al poco tiempo empezaron a rodarse las primeras producciones nacionales. Entre melodramas, policiales, cintas cómicas y temas camperos; durante el período mudo, se hicieron más de 200 películas; se destacaban los asuntos tangueros de Agustín Ferreyra.
Si bien nunca se organizó una verdadera industria fue con la llegada del cine sonoro, allá por 1933, donde se empezó a poner el foco en maximizar a este arte. La primera exhibición pública fue en 1896 en el céntrico Teatro Odeón de Buenos Aires y fue organizada por el empresario Francisco Pastor y el periodista Eustaquio Pellicer.

                                                 Auguste y Louis Lumière, los inventores del proyector cinematográfico.

Entre los films proyectados se encontraba "La llegada del tren", del sello Lumière, que según testimonio registrado en el Diccionario Histórico Argentino (de Piccirilli, Romay y Gianello) "provocó el pánico entre algunos espectadores de la tertulia alta, uno de los cuales al ver la locomotora que avanzaba se lanzó a la platea, lastimándose".
Ya para entonces el belga Enrique Lepage empezaba a interesarse en la importación de aparatos filmadores y proyectores, ante la necesidad de enriquecer su comercio de artículos fotográficos de Bolívar 375, a una cuadra del Colegio Nacional Buenos Aires.
Lo habían entusiasmado dos empleados de su establecimiento, el francés Eugenio Py y el austríaco Max Glücksmann, atentos lectores de los catálogos de la especialidad que enviaban las casas europeas. La mención de la nacionalidad de estos precursores es deliberada, pues el cine también se integra en el bullente fenómeno inmigratorio que caracterizó a la Argentina en el trance al siglo XX. Ya en 1897 llegaron a Buenos Aires las cámaras Elgé, francesas, fabricación de León Gaumont. Fue con una de ellas que Eugenio Py comenzó a filmar, a manera de ensayo. Fue una suerte de amateurismo que habría ganado circunstancialmente a unos pocos aficionados a la fotografía fija. Por obra de Py, el primer producto habría sido un corto de diecisiete metros titulado "La bandera argentina", la insignia patria flameando en el mástil de la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno. El entusiasta Py era un artesano, experto hombre de laboratorio. Otras eran las ilusiones de Glücksmann. Su instinto comercial advirtió él porvenir de la novedad e inició sin dilaciones la venta de aparatos y de vistas, pequeños rollos de actualidad.
Entre 1896 y 1914 el cine mudo se había desarrollado solamente en cortometrajes.

Escena de la película "Amalia" en una habitación. En primer plano, sentados a una mesa, Raquel Aldao con el codo sobre la mesa, José Miguens y Rodolfo Quesada Pacheco con un sable en el cinturón. A la izquierda, de pie, María Delfina Astengo en el papel de Jesusa.
Fotografía blanco y negro sobre papel fotográfico brillante.
Año: 1914 Dimensiones: 24 cm x 18 cm Código: FOT002629
Colección del Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken



La ficción histórica creció hacia el largometraje con “Amalia”, del año 1914, sobre la novela homónima de José Mármol. La puesta en escena, el guión, la adaptación y la dirección fueron del dramaturgo Enrique García Velloso. Superó en mucho la escolaridad atribuida a los cortos de Mario Gallo, que había hecho “La Revolución de Mayo” en 1909 y superó las limitaciones de un elenco de no profesionales. La producción fue de Max Glücksmann y la fotografía de Eugenio Py. Es un drama y tiene una duración de 61 minutos. Como es muda, tiene títulos sobreimpresos.
En la película participan integrantes de la sociedad porteña de entonces en calidad de actores y los espectadores también fueron representantes de la burguesía local, quienes se integran al espectáculo como a un juego.
La película se presentó en el Teatro Colón, escenario inhabitual para el cine, en diciembre de 1914.
La importancia de “Amalia” radica en que fue el primer largometraje producido en la Argentina.
Raquel Aldao, que en la ficción representó el papel de Manuelita Rosas, se presentó ante las damas de la Sociedad del Divino Rostro y les contó la idea que había tenido de filmar una película para luego exhibirla cobrando la entrada, a fin de recaudar fondos para destinarlos a solventar parte de las muchas obras de bien que realizaba la entidad. El elenco se conformaría con parientes y amigos, todos amateurs que iban a actuar en forma desinteresada. Integraron también el elenco de “Amalia”, dos hermanos de Raquel Aldao: Ricardo, como Pedro, y Camilo, haciendo el papel de Corvalán.
Según relatos de la misma Raquel, gran parte de las escenas se filmaron en un terreno baldío de la entonces Avenida Alvear, hoy del Libertador, lo que llegó a provocar que en algunas de ellas, se pueda ver que los decorados se mueven por efecto del viento. Muchas de las escenas en exteriores, con y sin caballos, se filmaron en el Parque Tres de Febrero, en Palermo, donde en esa época era común ver ciervos y ovejas sueltos.
El día de la función
El estreno de Amalia, el 12 de diciembre de 1914, fue anunciado para las 21. Quince minutos antes, el Colón desbordaba, pero no había noticias ni del proyector ni de la película. Diez minutos más tarde, cuando la secretaria de la Sociedad del Divino Rostro se disponía a cancelar el evento, se corrió una cortina de un palco frente al escenario y el proyectorista, valija en mano, instaló rápidamente el equipamiento. La función comenzó puntualmente.



ELENCO DE “AMALIA” DE ENRIQUE GARCÍA VELLOSO:


Amalia………………………………...Srta. Susana Larreta y Quintana

Eduardo Belgrano…………………...Sr. Luis García Lawson

Daniel Bello ………………………….Sr. Jorge Quintana

Florencia ……………………………..Srta. Lucía de Bruyn

D. Juan Manuel de Rosas ………….Dr. José Miguens

Manuelita Rosas …………………..Srta. Raquel Aldao

Cuitiño ………………………………..Sr. Rodolfo Quesada Pacheco

Doña Josefa Acosta ………………..Srta. Josefina Acosta

Doctor Alcorta ……………………….Sr. Carlos Morra

Luisa ………………………………….Srta. María Luisa Constanzó

Pedro………………………………….Dr. Ricardo Aldao (h)

Agustina R. de Mansilla …………….Srta. María Carolina Harilaos

Corvalán ……………………………...Sr. Camilo Aldao

Sra. de Dupasquier…………………..Srta. Lola Marcó del Pont

D. Cándido Rodríguez ……………….Sr. Delfín Huergo Paunero

Jesusa ………………………………...Srta. María Delfina Astengo

Mariño …………………………………Sr. Juan Carlos Huergo

Josefa …………………………………Srta. Inés González Guerrico

General Mansilla ……..………………Sr. Enrique Bustillo

Petra.…………………………………..Sra. Florencia Quesada

Felipe Arana.………………………….Sr. José Estrada

Rosa……………………………………Srta. Rosa Huergo

Fermín………………………………….Sr. Enrique Schlieper (h)

Srtas. María Ayerza, Manuela Lloveras, María Teresa Bravo, Susana Estevez, María Luisa y Laura Salas, Silvina Cobo, Mariana Vivot, María Helena Saguier, María Luisa Larreta y Quintana, Carmen y Josefina Zuberbühler, Ana María y Lola Flores Pirán, Josefina y Silvia Lagos García, Delia Guerrico, Arminda Luro Roca, Alicia Richard Lavalle, Carmen Sauze, Tita Yañez, Clara Becú, Elina Cramer, Elisa Luque Bustillo.
Una foto de las Bodas de Oro del Dr. Ricardo C. Aldao y Rosa Freyre de Aldao, padres de los tres Aldao que integraron el elenco de actores no profesionales de Amalia, el primer largometraje argentino. Se los puede ver dentro del rectángulo, de izquierda a derecha, Camilo, Raquel Aldao de Rodríguez - también autora de la idea de hacer el film para recaudar fondos para la Sociedad de Beneficencia de la Capital - y Ricardo (h). Esta foto fue tomada el 24 de mayo de 1936, 22 años después de estrenarse Amalia en el Teatro Colón de Buenos Aires.

Tengo entendido que una copia de Amalia, verdadero fósil de la cinematografía argentina, se salvó por milagro de un incendio que hubo en la Cinemateca Argentina.
Hace varios años, tuve el raro privilegio de poder ver la “Amalia” de García Velloso en la Sala Martín Coronado del Teatro Municipal General San Martín, sentado al lado de mi tía abuela Raquel Aldao, quien había tenido la idea de hacer la película y que representó en ella el papel de Manuelita Rosas. Al mismo tiempo de la proyección, un pianista ejecutó en vivo música de principios del siglo XX.


    Otra escena de "Amalia", el primer largometraje argentino.

                                              Enrique García Velloso, guionista, adaptador y director de "Amalia".



                     El Mar del Plata Golf Club.



Con su hermano César y a escondidas de su padre, se escapaba a volar con Jorge Newbery, el gran deportista y pionero de nuestra aviación, en un precario avión Morane-Saulnier. Raquel iba atrás de Newbery, que piloteaba el avión, “sentada en una tabla puesta de caño a caño”, a modo de asiento y atada con unos correajes, según su propio relato, para no volarse y con unos anteojos como antiparras.
Raquel bailaba admirablemente, fumaba cuando ninguna mujer fumaba y usaba su piel bronceada, cuando entre las mujeres de la época la moda eran la palidez extrema y los polvos faciales de arroz.
Raquel Aldao fue también una de las primeras mujeres que manejaron autos en Buenos Aires y tenía el registro Nro. 5. Los tres primeros carnets para manejar, correspondían a tres hombres, el cuarto a otra mujer y el quinto era el de ella, por lo que es fácil deducir que fue Raquel la segunda mujer que manejó oficialmente habilitada para hacerlo aquí. Raquel, que tenía un gran sentido del humor, durante los últimos años de su vida, estando ya casi ciega, llevaba su carnet de manejar Nro. 5 en su cartera, protegido por una bolsa de plástico, y, sonriendo, lo mostraba como cosa insólita, buscando sorprender a quien quisiera verlo.

                    Un avión Morane-Saulnier Type L Airco DH.2 como los que volaba Raquel con Jorge Newbery.

Cuando fue a tramitar su carnet, Jorge Newbery, que a la sazón era algo así como el Director de Paseos y la persona que debía firmar las licencias de conducir, le pidió a Raquel que le diera dos fotos suyas. Ella, muy suelta de cuerpo por la confianza que le daba su anterior trato con Newbery, le preguntó para qué quería dos fotos si con una sola debía bastarle. Newbery, sonriendo admitió que una de las dos fotos la quería para tenerla él.

                               Jorge Newbery en su avión.


Tenía Raquel muchísima personalidad, un gran atractivo y muchísimo poder de convocatoria; era quizás más interesante que bonita y causaba sensación en los salones de la época, amén de organizar fiestas que hicieron historia. Siempre fue una mujer elegante y hasta sus últimos días tuvo siempre un toque de gracia o un detalle de buen gusto en su vestimenta.
 

También bailó tango con Eduardo de Windsor, cuando visitó la Argentina siendo Príncipe de Gales - heredero del trono británico – en el Palacio Ortiz Basualdo, sede actual de la Embajada de Francia en Buenos Aires, en la esquina donde se tocan la Avenida Alvear y las calles Cerrito y Arroyo, frente a la plaza Carlos Pellegrini. Eduardo estuvo en la Argentina en 1925, en compañía de su hermano, el Príncipe Jorge, que después sería Duque de Kent. Más adelante, a los once meses de reinar como Eduardo VIII, iba a abdicar al trono británico ante la imposibilidad de casarse con su prometida Wallis Simpson, que era divorciada y vuelta a casar.

El Palacio Ortiz Basualdo, donde Raquel Aldao bailó tango con el Príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, heredero del trono británico, en 1925.
                                                               Eduardo de Windsor y Wallis Simpson en una foto de Richard Avedon


Tenía además Raquel una desarrollada sensibilidad artística y un modo plástico de ver el Mundo. Durante años pintó con la guía de su maestro, el pintor y escenógrafo Héctor Basaldúa, que tenía por ella una particular estima, puesta de manifiesto en el retrato que le hizo y que Raquel le regaló a mi madre unos años antes de morir. Hizo coloridos paisajes de Buenos Aires, del Tigre, de Ascochinga, Córdoba, naturalezas muertas, retratos, etc.
 
El London Herald anuncia la abdicación del rey Eduardo VIII para casarse con Wallis Simpson: “Eduardo VIII abdica. El rey renuncia a la corona por amor”.

Escena de “Amalia” en una habitación. Sobre la izquierda, una mesa a la que están sentados José Miguens, Raquel Aldao y Rodolfo Quesada Pacheco. A la derecha, de pie, María Delfina Astengo. Colección Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken.

Escena de la película "Amalia" en exteriores, donde aparecen en primer plano, hacia la derecha, sentados en un banco de izquierda a derecha: María Delfina Astengo en el papel de Jesusa, con vestido largo, peinetón y mantilla hablando con José Miguens que interpreta a Rosas, cruzado de piernas y con la mano izquierda apoyada en un bastón; y Raquel Aldao en el papel de Manuelita, hablando con otro hombre. Detrás de pie, una esclava mulata y tres mazorqueros. Muchas de las escenas en exteriores, con y sin caballos, se filmaron en el Parque Tres de Febrero, en Palermo. Colección Museo del Cine Pablo C. Ducrós Hicken.



Una escena multitudinaria de “Amalia” que podría perfectamente asociarse con escenas costumbristas plasmadas en sus cuadros por el pintor uruguayo Pedro Figari. Fotografía de la colección del Museo del Cine Pabló C. Ducrós Hicken.

                     

                 Raquel Aldao, izquierda, con su hermana menor, Inés, paseando               Raquel bromeando abordo.
                   paseando sus perros en Palermo, C. 1914..


Raquel era una mujer muy de avanzada, simpática y divertida. Dictaba tendencia. Hacía una intensa vida social, estaba llena de amigos y pretendientes. Fumaba y andaba quemada por el sol cuando se usaba el polvo de arroz que acentuaba la palidez que era la moda para las caras femeninas de su época.
Con su hermana Marta trajeron al país el deux piéces, que iba a terminar siendo el antepasado inmediato del bikini.




Raquel Aldao - dentro del círculo - en una comida en el Chalet Aldao, de sus tíos Guillermo C. Aldao y María Luisa Unzué de Aldao, en Mar del Plata, en el año 1913.
De izquierda a derecha, la dueña de casa, María Luisa Unzué de Aldao, Enriqueta Salas (después sería Señora de Anchorena), Doctor Luis Güemes, Elena Peña Unzué (después sería Señora de Álzaga Unzué), Mercedes Peña Unzué (después sería Señora de Paunero), Elena Aldao Unzué, (después sería Señora de Villegas), Héctor G. Ramos Mejía, Raquel Aldao (primera campeona femenina del Mar del Plata Golf Club en sus links de Playa Grande - después sería Señora de Rodríguez), José de Estrada, Jacinto Gramajo, Laura Salas (después sería Señora de Rodríguez Pividal) y Manuel Quintana Unzué.

Raquel Aldao retratada por su maestro, el pintor y escenógrafo Héctor Basaldúa, Escuela Argentina, 1895-1976.


Raquel Aldao de Rodríguez, un personaje singular de Buenos Aires, aquí con su marido, el uruguayo Omar Rodríguez y sus hijos Raquel y Ricardo. La foto, del diario La Nación, de Buenos Aires, es de las Bodas de Oro de los padres de Raquel, el Dr. Ricardo C. Aldao y Rosa Freyre de Aldao, el 24 de mayo de 1936.



 Pedro L. Baliña




Links para ver “Amalia” en You Tube:

Parte 1 : https://www.youtube.com/watch?v=PQcUMfQPjzQ
Parte 2 : http://www.youtube.com/watch?v=nmBDQq...
Parte 3 : http://www.youtube.com/watch?v=e6pebO... Parte 4: http://www.youtube.com/watch?v=YXUet3... Parte 5: http://www.youtube.com/watch?v=bzxV69... Parte 6: http://www.youtube.com/watch?v=yJvRlF... Parte 7: http://www.youtube.com/watch?v=qpn-Hb...


VISITA VIRTUAL AL PALACIO ORTIZ BASUALDO, SEDE DE LA EMBAJADA DE FRANCIA EN BUENOS AIRES

https://ifargentine.com.ar/visitavirtualembajada/

CÓMO ENTENDER BUENOS AIRES

La ex capilla de los monjes recoletos (hoy Centro Cultural Recoleta) en las barrancas de plaza Francia.
   La ex capilla de los monjes recoletos (hoy Centro Cultural Recoleta) en las barrancas de plaza Francia.

Por Berto González Montaner


La primera recomendación para quien visita Buenos Aires es que lo haga levantando la vista. Se encontrará con una fauna arquitectónica de lo más variada y exótica. La Capital se originó como un pequeño tablero de ajedrez sobre la llanura pampeana. Esa cuadrícula original, que hoy forma parte del Casco Histórico de la Ciudad, se extendió como mancha de aceite hacia el continente. Viéndola desde un avión parece interminable y, de noche, es un espectáculo impresionante.Para entender cómo se fue estructurando y el porqué de su forma actual hay que saber que en los orígenes las mercaderías llegaban en carretas desde el interior a Constitución, Plaza Miserere y Retiro, que eran como centros de transferencia. Luego, desde allí saldrían los trenes que junto con el subte (el primero es la línea A, de 1913) y el trazado de la avenidas principales cada cuatro cuadras fueron generando la estructura urbana de la ciudad.Tuvo su primera gran intervención urbanística con la apertura de la Avenida de Mayo en 1884 para crear su gran eje institucional y simbólico. En la segunda década del siglo XX se empezó la Diagonal Norte que comunica la Casa de Gobierno con el Palacio de Justicia y la Diagonal Sur, que debía comunicarla con la futura sede del gobierno municipal. Pero eso nunca sucedió: la obra quedó inconclusa.En la década del 30 comenzó otra operación urbanística importante, la obra de la Avenida 9 de Julio, el eje norte-sur que une Retiro con Constitución. Esta vez con un concepto de ciudad menos formalista y más atenta a las ideas funcionalistas.La tercera gran oleada fue la expansión del centro porteño en la urbanización de Puerto Madero. Un puerto que a poco de haber sido construido se mostró ineficiente y que por los años 90 se lo recicló construyendo una nueva postal porteña.Lo curioso es que sobre esta malla homogénea se han depositado como capas las más variadas y exóticas arquitecturas que reflejan las distintas colectividades que construyeron nuestra ciudad.En San Telmo todavía se puede recrear la escala de la vieja ciudad. Está bueno perderse entre sus calles empedradas, enmarcadas por casas bajas que alguna vez pertenecieron a la aristocracia porteña. También se pueden encontrar algunas construcciones que recuerdan lo poco que queda de arquitectura colonial. La Iglesia de San Ignacio, construida en 1710 en Bolívar 520 es la más antigua de la ciudad. Y llegando al Parque Lezama está la Iglesia Ortodoxa Rusa, que parece salida de un libro de cuentos.Sobre la Avenida de Mayo hay un popurrí de arquitecturas con las más diversas procedencias. Edificios neoclásicos de todo tipo, Art Nouveau y Art Déco, vigilados por el exótico faro del Palacio Barolo y jalonados a un lado por la imponente cúpula del Palacio del Congreso y al otro, por la Casa de Gobierno.La Boca es de lo más pintoresca. Además de estar allí su famoso estadio, todavía conserva los viejos y multicolores conventillos de chapa y el Transbordador (uno de los pocos que queda en pie en el mundo) para cruzar el Riachuelo. Del Riachuelo, ni que hablar: una de nuestras vergüenzas nacionales. Un río que bien podría jugar el papel del Sena o de la ría del Nervión (Bilbao), no es más que una inmensa cloaca a cielo abierto.Uno de los pocos accidentes que tiene la cuadrícula sucede en la zona del Cementerio de La Recoleta, una pequeña ciudadela amurallada cuyas bóvedas reproducen y sintetizan las adhesiones arquitectónicas que tuvo nuestra burguesía a través del tiempo. El cambio de dirección de la cuadrícula produce el espacio singular que caracteriza a la Plaza Francia y se derrama en una serie de plazas y parques que junto al eje de la avenida Del Libertador y Figueroa Alcorta, constituyen una de las vidrieras más elegantes de la ciudad. Allí se encuentran el Museo Nacional de Bellas Artes, el Palais de Glace, la Biblioteca Nacional, la Facultad de Derecho y también importantes monumentos como la Floralis donada por el arquitecto Eduardo Catalano.De ese lugar donde la ciudad cambia de dirección también sale la avenida Alvear, una especie de rincón parisino en Buenos Aires en el que se construyeron grandes mansiones en estilo Beaux Arts como el Palacio Duhau (hoy, un lujoso hotel), la Nunciatura, el Jockey Club y la Embajada de Francia, que por muy poco se salvó de la demolición cuando se abrió la Avenida 9 de Julio.Otro lugar interesante es Palermo Viejo (o Soho), ahora extendido hacia el llamado Palermo Hollywood. Allí se armó una movida que empezó en los años ´80 con el bar El Taller sobre la Plaza Serrano y el reciclaje de viejas casas chorizo con un estilo bien particular: “progre”, nacional y popular. Y que volvió a tomar impulso en los últimos años, pero ahora dando lugar a la tendencia del diseño.

* Editor General ARQ


Fuente: clarin.com

CON UNA ESCULTURA CELEBRAN EN CRIMEA
LOS 70 AÑOS DE LA CONFERENCIA DE YALTA

Monumento, con el líder soviético Stalin, el presidente estadounidense Roosevelt y el primer ministro británico Churchill, los tres líderes aliados en la conferencia de Yalta. Un nuevo monumento del escultor ruso Zurab Tsereteli es que se hará público en Crimea como parte de las celebraciones del 70 aniversario de la conferencia de Yalta 1945. AFP

Monumento, con el líder soviético Stalin, el presidente estadounidense Roosevelt y el primer ministro británico Churchill, los tres líderes aliados en la conferencia de Yalta.
Un nuevo monumento del escultor ruso Zurab Tsereteli es que se hará público en Crimea como parte de las celebraciones del 70 aniversario de la conferencia de Yalta 1945.

Foto AFP

UN JUEGO FOTOGRÁFICO REVELA CÓMO CAMBIÓ BUENOS AIRES

Pasado y presente en imágenes

En el sitio Buenos Aires, antes y después se exhiben fotos superpuestas de la Ciudad. La zona fotografiada aparece partida en dos mitades, en una se la ve tal cómo era décadas atrás y en la otra, cómo es ahora. El visitante puede jugar a ir descubriendo una u otra mitad de las fotografías.


Avenida Alem y Marcelo T. de Alvear (1890).
   Avenida Alem y Marcelo T. de Alvear (1890).
"Buenos Aires, antes y después".

Así se llama el proyecto fotográfico creado por el diseñador web Gastón de la Llana, quien ha jugado con el paso del tiempo y muestra cómo cambiaron algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad de Buenos Aires.
En el sitio del proyecto, se comparan fotos antiguas de archivo con imágenes actuales tomadas desde el mismo punto de vista. El fotógrafo amateur nos introduce en el túnel del tiempo y nos hace viajar a décadas pasadas y a descubrir cómo en 1890 era  el cruce de la Avenida Alem con Marcelo T. de Alvear. También podemos observar el ya desaparecido natatorio ubicado en Retiro o descubrir el aspecto de la esquina de Alem y Reconquista, donde hoy se encuentra el famoso restorán Asador Criollo.

   El Cabildo de Buenos Aires, 1930.



   Avenida Alem y y Marcelo T. de Alvear, en 1890.



   Alem y Reconquista, 1926.



De la LLana exhibe las fotos superpuestas. Inicialmente la zona fotografiada aparece partida en dos mitades, en una se la ve tal como era décadas atrás y en la otra, cómo es ahora. El visitante del sitio puede jugar con el cursor del mouse e ir descubriendo una u otra mitad de las fotografías en un juego que resulta revelador de los cambios que trajo el tiempo a cada lugar.

   Avenida de Mayo, 1915.



   Natatorio de Retiro, 1938.

Las imágenes históricas fueron extraidas  de diferentes organizaciones, como el Archivo General de la Nación o dirección de paseos y otras colecciones, y las actuales, tomdas por el mismo creador del sitio.


Fuente: clarin.com

HALLARON LA MOMIA DE UN MONJE
ADENTRO DE UNA ESTATUA DE BUDA

Descubrimiento científico en Holanda.

El cuerpo tiene casi mil años y fue detectado por una tomografía. Creen que fue parte de un rito de automomificación.
Prueba clave. La estatua china, durante la tomografía. En su interior está el cuerpo del monje Liuquan. MEANDER MEDICAL CENTER
   Prueba clave. La estatua china, durante la tomografía. En su interior está el cuerpo del monje Liuquan.  MEANDER MEDICAL CENTER

Debieron pasar casi mil años para que el secreto fuera develado. Una estatua china de Buda -que hoy es exhibida en Budapest como parte de una muestra de arte- resultó ser mucho más que una simple pieza de museo: en su interior se encuentra el cuerpo momificado de un monje budista. Su cadáver, estiman los investigadores, está encerrado en el interior de esta pieza desde los siglos XI o XII.
El trabajo fue realizado en el Meander Medical Center, ubicado en la ciudad holandesa de Amersfoort. Un grupo de científicos le practicó a la estatua una tomografía computada -que les permitió escanearla a través de rayos- , que luego fue completada con una serie de estudios con endoscopio.
El resultado los dejó con la boca abierta: advirtieron que en el interior de la estatua había una estructura esquelética que se correspondía con un cuerpo humano. Los radiólogos Raynald Vermeijden y Ben Heggelman, incluso, detectaron la presencia de pequeños trozos de papel que fueron impresos con caracteres chinos antiguos. Bajo la supervisión de especialistas del Museo Nacional, también tomaron muestras de materiales de las cavidades torácica y abdominal, que aún no han sido identificados.
La investigación fue liderada por el experto en arte y cultura budista Erik Bruijn, que fue especialmente invitado por el Museo del Mundo de Rotterdam. Los especialistas llegaron a la conclusión de que el cuerpo hallado es del maestro budista Liuquan, que pertenecía a la Escuela de Meditación china y que habría muerto entre 1050 y 1150. Esto pudo ser confirmado a través de muestras de material oseo, que fueron sometidas a análisis de ADN.
La hipótesis de los científicos es que Liuquan habría practicado la antigua tradición de automomificación, en la que los ascetas budistas seguían durante varios años un estricto y doloroso plan de ayuno, hasta llegar a una etapa final en la que meditaban en posición de loto hasta morir. Al cumplir ese rito, sus cuerpos eran conservados y eran venerados como "budas vivientes". Esta práctica  fue prohibida por China siglos más tarde.
El descubrimiento de la momia, detalló el Meandro Medical Center en su página web, es de gran importancia cultural, no sólo porque es único de su tipo, sino porque además es hasta el momento la única momia budista china que está disponible en Occidente para la investigación científica. En la actualidad se encuentra en el Museo Nacional de Budapest, en Hungría, donde será exhibida hasta mayo.


Fuente: clarin.com

LA SERENA BELLEZA DEL TEMPLO ARMENIO

Secreta Buenos Aires.

En la calle de Palermo que recuerda a la colectividad está la sede del credo cristiano que se identifica con San Gregorio.
Luz. La de los vitrales que le dan calma a la bella catedral de Palermo. (Hernán Rojas)
Luz. La de los vitrales que le dan calma a la bella catedral de Palermo. (Hernán Rojas)

Eduardo Parise

Suena contradictorio pero es una realidad: el edificio está hecho con una lujosa austeridad y eso se refleja tanto por fuera como en el interior. El secreto parece radicar en la luz natural que recibe sobre las paredes y que se cuela por los coloridos vitrales y la gran cúpula central que, con un diámetro de diez metros, alcanza los 35 metros de alto. La imponente catedral está en el barrio de Palermo y pertenece a la Iglesia Apostólica Armenia, una comunidad cristiana que tiene a los apóstoles San Judas Tadeo y San Bartolomé como sus primeros evangelizadores y, por lo tanto, como fundadores de la Iglesia Armenia.
Consagrada en 1938, la catedral está identificada con la figura de San Krikor (Gregorio), considerado por los armenios como “Lusarovich” (Iluminador) ya que consagró su vida “a difundir la luz del Evangelio” que habían llevado los apóstoles. San Gregorio El Iluminador fue el primer patriarca de la Iglesia Armenia y quien hizo construir la Catedral de San Echmiadzin, aún existente en ese país. Esa catedral es el equivalente a lo que significan San Pedro y El Vaticano para los católicos y es la sede del patriarca Karekin II, máxima autoridad. El altar de la iglesia de Palermo (Armenia 1353) es justamente una réplica en miniatura de esa catedral.
La de Buenos Aires se comenzó a construir en 1937 en base a un proyecto del arquitecto Arslan, quien usó elementos propios de la arquitectura religiosa armenia. Es decir: una gran nave sin columnas en el medio, donde tanto la cúpula como el techo con arcos se apoyan sobre las paredes laterales. En esas paredes hay columnas estilo dórico y cada una tiene tallada la cruz armenia, un símbolo del arte del país. La cruz se denomina Jachkar (jach significa cruz y kar, piedra) y comenzó a esculpirse sobre granito desde el año 301, en los tiempos de la conversión del rey Tiridates III, a instancias de San Gregorio. Se la implantó sobre antiguos ritos paganos. Dicen que en Armenia se las encuentra en todo el territorio.
Para entrar a la catedral (de unos 70 metros de largo por 20 de ancho) hay que subir una gran escalera de mármol blanco. Se accede por una puerta hecha en roble, igual que las laterales, los bancos y la balaustrada que antecede al altar. Adentro se destacan tres grandes arañas con sus brillantes caireles. A la derecha de la entrada hay un pequeño altar donde cada concurrente enciende una vela en homenaje a su nacionalidad y a sus antepasados. Sobre la izquierda, otro altar también es importante: en una pequeña urna se guarda como reliquia un hueso de San Judas Tadeo. En el mármol y en la pequeña puerta están talladas las simbólicas jachkar.
Un párrafo aparte merecen las pinturas en las paredes de toda la catedral. Entre ellas están las imágenes de San Pedro y San Pablo, los evangelistas Juan, Marcos, Mateo y Lucas y, obviamente, el retrato de San Gregorio. El tambor de la cúpula está rodeado por doce óleos que representan momentos de la vida de Jesús. Todas las pinturas fueron realizadas por Baltasar Ayvazian, un hombre nacido en 1896 y que llegó a la Argentina en 1923. Ayvazian sobrevivió a una masacre ocurrida en Cilicia en 1909 y al gran genocidio cometido por los turcos en abril de 1915 (en un par de meses, en el mundo y en Argentina, se recordará el centenario de ese trágico hecho en el que fueron asesinados un millón y medio de armenios).
Además de la catedral del culto armenio, en Palermo está la sede del Arzobispado (desde 1990 el arzobispo primado para Argentina y Chile es Kissag Mouradian; reside en el país desde 1975), el Centro Armenio y la Sala Siranush, un teatro de los años 50, muy bien restaurado. También en el lugar se cumple otra tradición de los colegios armenios: los viernes las madres de los alumnos preparan comida típica para que la disfruten quienes van al lugar. La recaudación sirve para los gastos del viaje de egresados, cuando los alumnos visitan Armenia. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

LOS LIBROS DE LA BUENA MEMORIA CINÉFILA

CINE › MAS ALLÁ DEL OLVIDO Y FOTOGRAMAS DE LA MEMORIA, CON LOS RECUERDOS DEL CINE ARGENTINO CLÁSICO
Guillermo Russo y Andrés Insaurralde recopilan en dos tomos las miradas de casi un centenar de protagonistas de la época de los estudios, mientras que Rafael Valles realiza una larga entrevista de más de trescientas páginas a José Martínez Suárez.



Por Horacio Bernades

El cine argentino recupera la memoria. El cine argentino clásico, más exactamente. Eso hacen pensar las recientes ediciones de sendos libros de entrevistas con representantes de ese período, que se conviene en fechar entre comienzos de los años ’30 y mediados de los ’50. En un caso, la memoria se tiende más atrás, hasta casi los comienzos de la época muda. En otro hace el movimiento contrario, llegando hasta los años ’60 y más acá. Publicado por Amerian Ediciones, producido con coordinación general de la Fundación Aldea de las Luces y escrito por los especialistas Guillermo Russo y Andrés Insaurralde, Más allá del olvido recopila, en dos tomos y cerca de mil páginas, entrevistas con casi un centenar de protagonistas de la época de los estudios. Editado por el Incaa y la escuela que de esa institución depende, la Enerc, Fotogramas de la memoria es, en cambio, una larga entrevista de más de trescientas páginas con José Martínez Suárez, que empezó haciendo de “pibe de los mandados” en los legendarios estudios Lumiton, hace la friolera de setenta y cuatro años. Al día de hoy, pisando los 90 y tras una apreciada carrera como realizador, el hermano mayor de Mirtha Legrand y ex cuñado del gran Daniel Tinayre preside el Festival de Cine de Mar del Plata.
El proyecto de Russo e Insaurralde comenzó a fines de los ’70, cuando ambos se conocieron trabajando en el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken: se propusieron documentar mediante una cabalgata de entrevistas la historia entera del cine argentino de los estudios. El entrevistado más veterano de Más allá del olvido es el español Julián de Ajuria, que en 1909 produjo La Revolución de Mayo, primer largo de ficción del cine argentino. La más mocita, la maquilladora Blanca Olavego, que nació en 1928, debutó veinte años más tarde y trabajó por última vez en La historia oficial. “Entrevistamos a todos los que pudimos localizar”, recuerdan Russo e Insaurralde. “No excluimos a nadie. Los que no están es porque ya no estaban, o no estaban bien de salud, o eran inhallables. Alguno que otro se negó, por los motivos que fueran. Fue un trabajo arduo, no sólo de búsqueda de los entrevistados sino de archivo. En esa época no existía el VHS y la única forma de revisar las películas era a través de las copias fílmicas que circularan, muchas de las cuales obviamente no estaban en las mejores condiciones. Algunas formaban parte del catálogo del propio Museo, muchas otras hubo que rastrearlas entre coleccionistas privados.”
En Más allá del olvido se dejan oír las voces de Delia Garcés, Angel Magaña, Francisco Petrone, Raúl Thorry, Olga Zubarry, Elena Lucena, Eva Franco y Roberto Escalada, entre los actores; el propio Del Carril, Lucas Demare, Carlos Hugo Christensen, Daniel Tinayre, Hugo Fregonese, Luis Saslavsky, entre los realizadores; el productor Atilio Mentasti y técnicos tan notables como los directores de fotografía Américo Hoss o Antonio Merayo, los escenógrafos Raúl Soldi o Saulo Benavente, los músicos Sebastián Piana y Tito Ribero, el montajista Raúl Garate y, faltaba más, el vestuarista Paco Jamandreu.
Muchos de esos nombres reaparecen, claro, en Fotogramas de la memoria, cuyas entrevistas están curiosamente a cargo de un especialista brasileño. Se trata de Rafael Valles, que llegó a Buenos Aires una década atrás con la intención de estudiar cine. “En esa circunstancia di con un taller que me parecía muy insólito por sus métodos y del que tenía excelentes referencias, como que allí había estudiado gente como Lucrecia Martel, Juan José Campanella o Pablo Trapero”, recuerda Valles. “Era el Taller MS, que dirigía Martínez Suárez y donde se trabajaba en forma individual la elaboración de un corto, desde la etapa de guión y con la guía de José. Fue un verdadero descubrimiento para mí.” Veterano de aquel cine argentino de la industria, miembro de la generación del ’60 (con películas como El crack y Dar la cara), maestro de varias generaciones, cinéfilo de vasta erudición y memoria elefantiásica, presidente del Festival de Mar del Plata desde hace un lustro, el múltiple Martínez Suárez es, como no ignora quien lo haya tratado, un magnético narrador oral, dueño de un infrecuente y sofisticado sentido del humor.
¿El entrevistado perfecto? Fotogramas de la memoria permite salir de dudas. “En 2011, José aceptó la propuesta con dos condiciones”, afirma Valles. “Una era que yo tenía que saber más de él que él mismo, y otra que tratase de entrevistar también a quienes lo discutían o cuestionaban, para que el resultado no fuera una celebración de su personalidad.” Esta última es, sin duda, una diferencia con Más allá del olvido. En Fotogramas de la memoria, Martínez Suárez habla de sus primeras experiencias con el sonoro en el cine de Villa Cañás, provincia de Santa Fe, cuando esperaban la llegada de la camioneta que traía los rollos; de los estudios Lumiton, donde el gran Manuel Romero daba el último corte subido a su auto, de apurado que estaba siempre; de cuando fue asistente de Torre Nilsson (El protegido, 1956); de los tiempos en que se colaba en cineclub pionero Gente de Cine, para ver y rever películas como El ciudadano o Ladrones de bicicletas; de su amistad con Fernando Birri, Rodolfo Kuhn y David José Kohon, entre otros miembros de la generación del ’60. Y llega hasta épocas más recientes, por supuesto.
“Su convicción de cinéfilo entusiasta se instala en todos los interlocutores como un deseo impostergable”, señala en el prólogo de Fotogramas de la memoria David Oubiña, reconocido estudioso y ensayista, ex alumno también del Taller MS. “No sólo películas: también libros, personas, obras de teatro, lugares. Como un mecenas impenitente que nunca se cansa de hacer donaciones, Martínez Suárez no puede aguantarse y en seguida se pone a repartir su patrimonio afectivo.” Eso es Fotogramas de la memoria: el patrimonio afectivo y existencial de José Martínez Suárez, repartido a lo largo de 352 páginas.


Fuente: pagina12.com.ar