EXHIBICIÓN DE BOCETOS (1907)
En esta página asistiremos al solemne acto, al que concurre -para darnos cuenta de la cabal importancia del mismo- el presidente de la República, Dr. Figueroa Alcorta acompañado de importantes funcionarios, relativo a la exhibición de bocetos destinados a erigir el monumento a Cristóbal Colón, en ocasión de la celebración del Centenario, como agradecido tributo y saludo de la colectividad italiana radicada en el país en nombre de su pueblo.
En esta página asistiremos al solemne acto, al que concurre -para darnos cuenta de la cabal importancia del mismo- el presidente de la República, Dr. Figueroa Alcorta acompañado de importantes funcionarios, relativo a la exhibición de bocetos destinados a erigir el monumento a Cristóbal Colón, en ocasión de la celebración del Centenario, como agradecido tributo y saludo de la colectividad italiana radicada en el país en nombre de su pueblo.
También, en un artículo periodístico de 1909 J.J. Soiza Reilly elogia, desde Italia, el espíritu de la inmigración italiana al país; también destaca la presencia de sitios tales como una «Parrucchiere di Buenos Aires», una «Cantina Porteña» y una «Trattoria del General Mitre»; además de comercios donde se anuncia la venta de «yerba argentina».
El periodista, además, mantiene una amable entrevista al célebre escultor Arnaldo Zocchi a quien se le encomendó la grandiosa tarea del monumento a Cristóbal Colón.
El periodista, además, mantiene una amable entrevista al célebre escultor Arnaldo Zocchi a quien se le encomendó la grandiosa tarea del monumento a Cristóbal Colón.
EL ESCULTOR (1909)
Fue el ya célebre escultor Arnaldo Zocchi a quien se le encomendó la grandiosa tarea. Nacido en septiembre de 1862, en Florencia, moriría en Roma, el 17 de julio de 1940. Había comenzado sus estudios en su ciudad natal, bajo la tutela de su padre Emilio Zocchi (1835-1913).
Fue un notable escultor, autor de obras de renombre, tales como la estatua ecuestre de Garibaldi en Bolonia. Bulgaria, Argentina, Estados Unidos, y Egipto se contaron entre los paises donde se levantaron obras de su autoría.
Actualmente y en su homenaje, una comuna de roma lleva su nombre.
Fue el ya célebre escultor Arnaldo Zocchi a quien se le encomendó la grandiosa tarea. Nacido en septiembre de 1862, en Florencia, moriría en Roma, el 17 de julio de 1940. Había comenzado sus estudios en su ciudad natal, bajo la tutela de su padre Emilio Zocchi (1835-1913).
Fue un notable escultor, autor de obras de renombre, tales como la estatua ecuestre de Garibaldi en Bolonia. Bulgaria, Argentina, Estados Unidos, y Egipto se contaron entre los paises donde se levantaron obras de su autoría.
Actualmente y en su homenaje, una comuna de roma lleva su nombre.
UN REGALO DE LOS ITALIANOS A LA REPÚBLICA ARGENTINA
"En América háblase a menudo de la fuerza física de los italianos.
Se les elogia siempre por su fe en el trabajo. Se les dice continuamente que el vigor de su sangre fortalece la nuestra.
Se les canta, en fin, himnos triunfales por su musculatura. Pero, pocas, muy escasas veces, se elogia su desinterés.
Casi nunca se habla de su gran corazón. Esto es injusto.
Es cruel.
Conozco a muchos europeos que una vez hecha su fortuna en América, regresan a su tierras cargados de dinero.
Al llegar a sus lares lo primero que hacen es hablar con desprecio de la tierra amable que les dió buenos surcos para echar su semilla.
Y, cuando en las reuniones de su pueblo natal, recuerdan a la América, es para decir que los americanos vivimos en celeste barbarie.
Olvidan que a menudo fuimos nosotros quienes les matamos el asno que llevaron adentro.
A muchos que solo comían pasto, les enseñamos a comer en el Sportman.
A otros muchos les dimos calzoncillos. A otros... no! Basta.
Se les elogia siempre por su fe en el trabajo. Se les dice continuamente que el vigor de su sangre fortalece la nuestra.
Se les canta, en fin, himnos triunfales por su musculatura. Pero, pocas, muy escasas veces, se elogia su desinterés.
Casi nunca se habla de su gran corazón. Esto es injusto.
Es cruel.
Conozco a muchos europeos que una vez hecha su fortuna en América, regresan a su tierras cargados de dinero.
Al llegar a sus lares lo primero que hacen es hablar con desprecio de la tierra amable que les dió buenos surcos para echar su semilla.
Y, cuando en las reuniones de su pueblo natal, recuerdan a la América, es para decir que los americanos vivimos en celeste barbarie.
Olvidan que a menudo fuimos nosotros quienes les matamos el asno que llevaron adentro.
A muchos que solo comían pasto, les enseñamos a comer en el Sportman.
A otros muchos les dimos calzoncillos. A otros... no! Basta.
Con los italianos como con los españoles nunca ocurre eso.
Un italiano o un español que después de trabajar en las repúblicas del Plata regresa a su país, lo primero que hace es elogiar la tierra que le abrió las puertas de la vida y que a cambio de un vigor mental y de su fuerza física le dió un seguro porvenir de libras esterlinas... Y sucede algo más sano.
Un italiano o un español que después de trabajar en las repúblicas del Plata regresa a su país, lo primero que hace es elogiar la tierra que le abrió las puertas de la vida y que a cambio de un vigor mental y de su fuerza física le dió un seguro porvenir de libras esterlinas... Y sucede algo más sano.
Algo más agradable. Algo mucho más bello: El corazón de cada uno de estos extranjeros se trae de aquellos lejanos países un cariño que no logra borrar la furia del siroco.
Diríase que se traen en el alma un trozo de la bandera patria.
Una dulzura tibia de nostalgia criolla...
En Italia, todos los que han ido a la República Argentina, por ejemplo, conservan un cariño sagrado a ese país.
Hasta los que han fracasado, y que no pueden, sin duda, estar agradecidos, hablan con simpatía de esa nación tan altiva, tan rica, tan sincera, que es la segunda madre de los italianos.
Diríase que se traen en el alma un trozo de la bandera patria.
Una dulzura tibia de nostalgia criolla...
En Italia, todos los que han ido a la República Argentina, por ejemplo, conservan un cariño sagrado a ese país.
Hasta los que han fracasado, y que no pueden, sin duda, estar agradecidos, hablan con simpatía de esa nación tan altiva, tan rica, tan sincera, que es la segunda madre de los italianos.
Paseando por las calles de Génova, como por las calles de Milán, de Nápoles, de Roma o de Turín, un argentino siente su patriotismo satisfecho.
El amor propio levanta su penacho de orgullo... De vez en cuando, al dar vuelta una esquina, sorprende ver letreros como estos:
«Parrucchiere di Buenos Aires», «Cantina Porteña», «Trattoria del General Mitre»; «Se vende yerba argentina».
Me diréis que son cosas vulgares. Sí. Es cierto. Vulgares... Pero ¿qué queréis? Yo creo sinceramente que hay más elocuencia en esos letreros humildes y cariñosos que en cien conferencias que se den en Italia elogiando a la república. Y es más eficaz para las relaciones ítalo-argentinas esa simpática y original «Trattoria del General Mitre» (de que os hablaré detalladamente en otra crónica), que la fina diplomacia de veinte ministros plenipotenciarios.
También yo creo que en los muchos carteles donde dice: «Se vende yerba» los niños aprenden más geografía americana que en las escuelas públicas.
Por eso os digo que en Italia, la Argentina tiene por admiradores a todos aquellos italianos que han habitado en ella. Desde el hombre ilustre hasta el modesto zapatero, y desde el artista de más alto genio hasta el último corista del teatro, todos la recuedan con cariño filial.
Hasta cuando la juzgan mal, hablan bien de ella, como ha ocurrido con mi ilustre colega, Gina Lombroso Ferrero.
No es extraño, por lo tanto, que la numerosa colectividad italiana que reside en Buenos Aires haya resuelto obsequiar a la república con un magnífico monumento a Cristóbal Colón.
Dicho monumento ha de erigirse frente a la casa de gobierno.
Es un regalo que Italia hace para conmemorar el centenario de la independencia.
La idea no puede ser más hermosa ni más noble.
Es, en verdad, una iniciativa digna de corazones italianos.
Es honrado decir que la patrocina el señor Antonio Devoto, miembro conspicuo de la colectividad itálica en el Plata.
El amor propio levanta su penacho de orgullo... De vez en cuando, al dar vuelta una esquina, sorprende ver letreros como estos:
«Parrucchiere di Buenos Aires», «Cantina Porteña», «Trattoria del General Mitre»; «Se vende yerba argentina».
Me diréis que son cosas vulgares. Sí. Es cierto. Vulgares... Pero ¿qué queréis? Yo creo sinceramente que hay más elocuencia en esos letreros humildes y cariñosos que en cien conferencias que se den en Italia elogiando a la república. Y es más eficaz para las relaciones ítalo-argentinas esa simpática y original «Trattoria del General Mitre» (de que os hablaré detalladamente en otra crónica), que la fina diplomacia de veinte ministros plenipotenciarios.
También yo creo que en los muchos carteles donde dice: «Se vende yerba» los niños aprenden más geografía americana que en las escuelas públicas.
Por eso os digo que en Italia, la Argentina tiene por admiradores a todos aquellos italianos que han habitado en ella. Desde el hombre ilustre hasta el modesto zapatero, y desde el artista de más alto genio hasta el último corista del teatro, todos la recuedan con cariño filial.
Hasta cuando la juzgan mal, hablan bien de ella, como ha ocurrido con mi ilustre colega, Gina Lombroso Ferrero.
No es extraño, por lo tanto, que la numerosa colectividad italiana que reside en Buenos Aires haya resuelto obsequiar a la república con un magnífico monumento a Cristóbal Colón.
Dicho monumento ha de erigirse frente a la casa de gobierno.
Es un regalo que Italia hace para conmemorar el centenario de la independencia.
La idea no puede ser más hermosa ni más noble.
Es, en verdad, una iniciativa digna de corazones italianos.
Es honrado decir que la patrocina el señor Antonio Devoto, miembro conspicuo de la colectividad itálica en el Plata.
Como esta obra escultórica fué encargada a un famoso artista de Italia, he querido visitar su taller para poder trasmitir las impresiones del caso, haciendo conocer detalles que aun se ignoran.
El escultor es ya célebre.
Se llama Arnaldo Zocchi. Sus obras anteriores le han dado fama universal. El monumento que del zar Alejandro II hizo para Sofía, es magnífico. En los grandes museos he visto varias veces el nombre de Zocchi al pie de obras artísticas, llenas de inspiración y solidez.
Aunque al principio parezca un artista paradojal, es metódico.
Es lógico. Es pensador, Es personal. Es él.
Además es un hombre sencillo. Grueso y bajo, con unos ojos siempre sonrientes, es el tipo nervioso del artista pujante. Es florentino.
Tal vez, no sea Zocchi un tejedor de hábiles filigranas. No hace como Canónica, versos de mármol. Tampoco es un Bistolfi. Pero, tiene la fuerza de los grandes creadores. Ve lejos. Delira por las cumbres. Mira alto. Así, sus monumentos ofrecen siempre grandiosidades de estrofas hímnicas.
Sus obras consagran epopeyas. En Roma, algo más afuera de la Porta Pía, Zocchi se ha construído un «villino» encantador, lleno de jardines y con mucha luz, en donde también tiene su estudio.
Es rico. Allí he podido ver el boceto para el monumento a Colón.
En pocas palabras Zocchi me ha explicado su tema. ¿Queréis oírlo? Imaginaos al artista parado frente al boceto, accionando y sonriendo. Os habla:
- El monumento tiene aquí en la base, como usted ve, una proa de nave.
Una carabela que sale sostenida por brazos vigorosos que la empujan al mar.
Aquí, en la parte posterior hay un grupo de navegantes que, a penas desembarcados en el nuevo continente, besan la tierra hospitalaria, clavando en lo más alto, la cruz de Cristo.
Sobre la columna estará Cristóforo Colombo, contemplando el horizonte, con la mano en el pecho... En conjunto, el monumento tendrá de altura diez y ocho metros.
Parte será de bronce y el resto en mármol.
Será así más descollante...
El escultor es ya célebre.
Se llama Arnaldo Zocchi. Sus obras anteriores le han dado fama universal. El monumento que del zar Alejandro II hizo para Sofía, es magnífico. En los grandes museos he visto varias veces el nombre de Zocchi al pie de obras artísticas, llenas de inspiración y solidez.
Aunque al principio parezca un artista paradojal, es metódico.
Es lógico. Es pensador, Es personal. Es él.
Además es un hombre sencillo. Grueso y bajo, con unos ojos siempre sonrientes, es el tipo nervioso del artista pujante. Es florentino.
Tal vez, no sea Zocchi un tejedor de hábiles filigranas. No hace como Canónica, versos de mármol. Tampoco es un Bistolfi. Pero, tiene la fuerza de los grandes creadores. Ve lejos. Delira por las cumbres. Mira alto. Así, sus monumentos ofrecen siempre grandiosidades de estrofas hímnicas.
Sus obras consagran epopeyas. En Roma, algo más afuera de la Porta Pía, Zocchi se ha construído un «villino» encantador, lleno de jardines y con mucha luz, en donde también tiene su estudio.
Es rico. Allí he podido ver el boceto para el monumento a Colón.
En pocas palabras Zocchi me ha explicado su tema. ¿Queréis oírlo? Imaginaos al artista parado frente al boceto, accionando y sonriendo. Os habla:
- El monumento tiene aquí en la base, como usted ve, una proa de nave.
Una carabela que sale sostenida por brazos vigorosos que la empujan al mar.
Aquí, en la parte posterior hay un grupo de navegantes que, a penas desembarcados en el nuevo continente, besan la tierra hospitalaria, clavando en lo más alto, la cruz de Cristo.
Sobre la columna estará Cristóforo Colombo, contemplando el horizonte, con la mano en el pecho... En conjunto, el monumento tendrá de altura diez y ocho metros.
Parte será de bronce y el resto en mármol.
Será así más descollante...
Yo tendré que ir allá para concluir ciertos detalles de instalación, etcétera.
- ¿Y cuándo estará usted en Buenos Aires?
- Iré en el próximo mes de mayo. Para ese mismo mes, -pero del año 1910- la obra deberá encontrarse muy adelantada, a fin de poder inaugurar el basamento de la estatua, el 25 de mayo, día de la fiesta.
La municipalidad de Buenos Aires desea que la obra se realice pronto, pues a no inaugurarse el basamento para el 25 de mayo de 1910, negará su permiso para levantar la estatua en aquel sitio, y habría que buscar otro que sería menos bello, quizás.
- ¿Y cuándo estará usted en Buenos Aires?
- Iré en el próximo mes de mayo. Para ese mismo mes, -pero del año 1910- la obra deberá encontrarse muy adelantada, a fin de poder inaugurar el basamento de la estatua, el 25 de mayo, día de la fiesta.
La municipalidad de Buenos Aires desea que la obra se realice pronto, pues a no inaugurarse el basamento para el 25 de mayo de 1910, negará su permiso para levantar la estatua en aquel sitio, y habría que buscar otro que sería menos bello, quizás.
El maestro sigue hablando. Habla. Sueña...
Sigue delineando en el aire, con la fogosa fantasía de todos los artistas las ampliaciones de su monumento, que, en realidad, será grandioso. Apostólico. Pero poco después agrega:
- El iniciador de la bella idea de obsequiar a la República Argentina con un monumento a Cristóbal Colón, pertenece al comendador Antonio Devoto, distinguido miembro de nuestra colectividad.
Esta idea despertó al principio entre los italianos vivísimo entusiasmo.
Pero la subscripción para erigirlo se retardó algún tiempo.
Entretanto, la colectividad española había tenido también la idea de obsequiar a la república con una gran estatua de Colón.
Los españoles que según parece quieren también mucho a la Argentina, recolectaron en poco tiempo cerca de 300.000 liras.
Al conocer esta noticia, el comité italiano, presidido por el señor Devoto, se apresuró a organizar la subscripción, y es casi seguro que esa suma pasará pronto de medio millón, según he leído en «La Tribuna» de Roma.
Debido al retardo con que se me ha comunicado el pedido de comenzar el monumento, sólo se podrá inaugurar (en 1910) el basamento.
Es una lástima que para entonces no esté la obra terminada.
Según el señor Devoto, la subscripción no se levantó antes, debido a la crisis financiera del año pasado.
Pero ahora se proseguirá con éxito seguro.
La colectividad italiana es muy grande y muy poderosa en la Argentina y, además, el prestigio del señor Devoto, contribuirá a que los trabajos tengan buen resultado. Por mi parte, yo entregaré el basamiento listo, para 1910...
Sigue delineando en el aire, con la fogosa fantasía de todos los artistas las ampliaciones de su monumento, que, en realidad, será grandioso. Apostólico. Pero poco después agrega:
- El iniciador de la bella idea de obsequiar a la República Argentina con un monumento a Cristóbal Colón, pertenece al comendador Antonio Devoto, distinguido miembro de nuestra colectividad.
Esta idea despertó al principio entre los italianos vivísimo entusiasmo.
Pero la subscripción para erigirlo se retardó algún tiempo.
Entretanto, la colectividad española había tenido también la idea de obsequiar a la república con una gran estatua de Colón.
Los españoles que según parece quieren también mucho a la Argentina, recolectaron en poco tiempo cerca de 300.000 liras.
Al conocer esta noticia, el comité italiano, presidido por el señor Devoto, se apresuró a organizar la subscripción, y es casi seguro que esa suma pasará pronto de medio millón, según he leído en «La Tribuna» de Roma.
Debido al retardo con que se me ha comunicado el pedido de comenzar el monumento, sólo se podrá inaugurar (en 1910) el basamento.
Es una lástima que para entonces no esté la obra terminada.
Según el señor Devoto, la subscripción no se levantó antes, debido a la crisis financiera del año pasado.
Pero ahora se proseguirá con éxito seguro.
La colectividad italiana es muy grande y muy poderosa en la Argentina y, además, el prestigio del señor Devoto, contribuirá a que los trabajos tengan buen resultado. Por mi parte, yo entregaré el basamiento listo, para 1910...
Sería muy simpático por cierto que el país pudiera poseer esta bella estatua italiana.
No quiero decir que la estatua ofrecida por los españoles, sea menos simpática. No, no... Pero la opinión municipal de que debe ser una sola la estatua de Cristóbal Colón, es muy errónea.
Dejemos que los buenos y cariñosos españoles nos manden una estatua del famoso navegange ya que fueron ellos quienes le dieron naves para que nos descubriera.
Y dejemos también que los valerosos y gentiles hijos de Italia nos manden otro Colón, ya que Italia fué la cuna del inmortal descubridor de América.
Ambos países se enorgullecen con justicia, de él.
Estemos nosotros también orgullosos del amor de esos grandes países..."
No quiero decir que la estatua ofrecida por los españoles, sea menos simpática. No, no... Pero la opinión municipal de que debe ser una sola la estatua de Cristóbal Colón, es muy errónea.
Dejemos que los buenos y cariñosos españoles nos manden una estatua del famoso navegange ya que fueron ellos quienes le dieron naves para que nos descubriera.
Y dejemos también que los valerosos y gentiles hijos de Italia nos manden otro Colón, ya que Italia fué la cuna del inmortal descubridor de América.
Ambos países se enorgullecen con justicia, de él.
Estemos nosotros también orgullosos del amor de esos grandes países..."
Por J.J. Soiza Reilly, Caras y Caretas del 9 de enero de 1909
El Monumento al zar Alejandro II en la actualidad |
Otra vista del mismo monumento |
Fuente: acciontv.com