PREMIO NOBEL DE FÍSICA A LOS INVENTORES DE LOS LEDs

Premio Nobel de Física para los inventores de los LEDs:
Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura



Los japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, este último nacionalizado estadounidense, han sido distinguidos este martes con el Premio Nobel de Física 2014 por inventar el diodo emisor de luz LED azul, anunció la Real Academia de las Ciencias de Suecia.
Este descubrimiento se inscribe en "el espíritu de Alfred Nobel" de hacer inventos que generen un gran beneficio a la humanidad, argumentó el comité. El LED, subrayó, es "una nueva luz para iluminar el mundo", más eficiente y respetuosa con el medio ambiente al ahorrar energía.

                             Isamu Akasaki                                                      Hiroshi Amano                                                         Shuji Nakamura
Isamu Akasaki nació en 1929 en Chiran, Japón, y se doctoró en 1964 por la Universidad de Nagoya; es catedrático de la Universidad Meijo de Nagoya y catedrático emérito de la Universidad de Nagoya.
Por su parte, Hiroshi Amano nació en 1960 en Hamamatsu, Japón, y se doctoró en 1989 también por la Universidad de Nagoya, donde es catedrático.
En tanto que Shuji Nakamura nació en 1954 en Ikata, Japón, y se doctoró en 1994 por la Universidad de Tokushima. Nacionalizado estadounidense, ejerce como catedrático en la Universidad de California.
El trío de premiados sucede en la nómina del prestigioso galardón al científico belga François Englert y al británico Peter Higgs por haber postulado la existencia de la partícula subatómica conocida como bosón de Higgs.



Ciencia / Un descubrimiento que ya es parte de la vida cotidiana


El Nobel de Física fue para los padres del LED azul

  
Cuando alguien tiene una idea brillante suele decirse que "se le prendió la lamparita". Los historietistas dibujan una bombita similar a las desarrolladas por Edison flotando sobre la cabeza de sus personajes. Pero en pleno siglo XXI sería más apropiado retratarlos con un LED (acrónimo de light-emitting diode o diodo emisor de luz), esa tecnología ya omnipresente en la vida cotidiana y que revolucionó la iluminación al permitir producir lámparas muchísimo más eficientes, más duraderas y, por si esto fuera poco, amigables con el medio ambiente.
El Premio Nobel de Física 2014 fue precisamente para tres investigadores nacidos en Japón que hace veinte años desarrollaron el LED azul, "la figurita difícil" para que estos dispositivos produjeran luz blanca, apta para iluminar hogares y oficinas, pantallas de computadoras y teléfonos celulares.
"Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura [este último nacionalizado estadounidense] tuvieron éxito en un ámbito en el que todos habían fracasado", destacó el jurado. Cada uno recibirá un tercio del premio, que este año es de 1,1 millones de dólares.
"Esta vez no se premia el descubrimiento de un principio nuevo, sino el impacto descomunal de una tecnología que cambia los paradigmas -afirma Oscar Martínez, director del laboratorio de Óptica y Optofísica de la Facultad de Ingeniería de la UBA, a través de una comunicación telefónica desde los Estados Unidos-. Lograron lo que los físicos básicos creían imposible."
La decisión de la Real Academia de Ciencias de Suecia causó cierta sorpresa, especialmente si se tiene en cuenta que el año pasado el premio fue para el descubrimiento teórico del bosón de Higgs. Esta vez no sólo se distingue una invención, sino que además fue realizada tanto en el ámbito académico como en el privado.
Las aplicaciones comerciales de los LED surgieron a principios de los años 60, pero durante treinta años sólo se producían en verde y rojo y se utilizaban mayormente como luces indicadoras en dispositivos electrónicos.
La limitación estaba en que no se encontraba el material que permitiera producir luz azul para combinarla con las dos anteriores y así producir luz blanca.
"Un diodo es esencialmente un dispositivo en el que se acoplan dos semiconductores con distintas impurezas y que conduce electricidad en una sola dirección", explica Martínez. La longitud de onda, y por lo tanto el color de la luz que emite, depende de las propiedades y de las impurezas del material semiconductor.
Durante décadas, científicos y corporaciones intentaron distintas combinaciones para producir luz azul, pero sin éxito.
"Hacía ya tiempo que existían los LED rojos y verdes, pero tenían muy baja eficiencia de conversión de electricidad -explica vía mail Pablo Vaccaro, graduado y doctorado en el Instituto Balseiro, de Bariloche, y posgraduado en la Universidad de Kyoto-. Se usaban para carteles y señalización, pero no para iluminación. Esos LED están hechos con fosfuro de galio o arseniuro de aluminio y galio. Para emitir luz azul, los principales candidatos eran los seleniuros y sulfuros de cadmio y zinc, y los nitruros de indio, galio y aluminio. Se investigaron mucho, pero no se logró hacer LED eficientes y de larga vida útil. Los nitruros tenían varios problemas; entre ellos, que era muy difícil fabricar capas delgadas monocristalinas. Pero los tres premiados los resolvieron: para sorpresa de todos, resultaron ser excelentes emisores de luz, aun cuando tienen muchos defectos cristalinos."
Dennis Normile cuenta en Scientific American que en 1986 Akasaki y Amano, que trabajaban juntos en la Universidad de Nagoya, dieron el primer paso. Cuatro años más tarde, Nakamura, que por entonces sólo tenía una maestría e investigaba en las Industrias Químicas Nichia, obtuvo un dispositivo que emitía luz muy azul y muy brillante.
"Entre los investigadores en luz y láser el impacto fue impresionante", comenta Martínez. El avance tecnológico no sólo permitió mejorar notablemente la eficiencia energética, sino también la duración de las bombitas, al tiempo que disminuía la contaminación, porque no utilizaban mercurio.
"En las lamparitas comunes, la mayor parte de la energía se disipa en la banda del infrarrojo, un tipo de radiación que el ojo no ve y que produce calor -explica el doctor Jorge Aliaga, físico y ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la UBA-. El LED emite donde el ojo ve y permanece frío, no pierde energía en forma de calor."
Según explica Vaccaro, que actualmente es profesor de investigación en el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona, "las lámparas LED tienen una eficiencia superior a los tubos fluorescentes, se pueden hacer mucho más pequeñas y es muy difícil que se rompan. Tienen una vida media de 50.000 horas, comparadas con las 3000 a 6000 de las fluorescentes y las alrededor de 1000 para las bombitas incandescentes.
"Antes, para obtener 1200 lúmenes, una iluminación adecuada para una sala de estar, se necesitaban 75 vatios con las lamparitas clásicas; la tecnología LED reduce el consumo hasta los 6 vatios", destaca el jurado del Nobel. Y agrega: "Los LED pueden mejorar la calidad de vida de más de 1500 millones de personas que carecen de acceso a las redes de electricidad, ya que pueden ser alimentadas por energía solar."
Los tres científicos también crearon el láser azul que dio lugar a la tecnología Blue Ray, que multiplica muchísimas veces la capacidad de almacenamiento de los DVD convencionales.
 
 

SALE A SUBASTA UNA OBRA DE BOTTICELLI
EXPOLIADA POR LOS NAZIS


Van Ham - «Virgen con niño, San Juan Bautista y un ángel», de Sandro Botticelli

“Los actuales propietarios del cuadro, con un valor estimado de entre 250.000 y 300.000 euros, llegaron a un acuerdo con los herederos del coleccionista judío al que perteneció originariamente.
Una obra de Sandro Botticelli, identificada como arte robado por los nazis, saldrá a subasta en Colonia, anunció la casa de subastas Van Ham. Los actuales propietarios del cuadro «Virgen con niño, San Juan Bautista y un ángel» desconocían que se trataba de arte expropiado por el régimen nazi, pero esta circunstancia fue confirmada por un experto en materia de restitución.
El cuadro, con un diámetro de 87,5 centímetros, formó parte en su día de la amplia colección judía Nardus y fue expropiada en 1942 por los nazis y adquirido en 1943 por un coleccionista privado en Colonia. Tras la muerte de la heredera de la pintura, que probablemente desconociera el origen del cuadro, los actuales propietarios de la obra decidieron sacarla a subasta a través de la casa de pujas Van Ham.
Tras confirmarse que la pintura figuraba como obra expoliada por los nazis, los actuales propietarios llegaron a un acuerdo con los herederos del coleccionista judío al que perteneció originariamente el cuadro.
La pintura, realizada sobre tela redonda y con un valor estimado de entre 250.000 y 300.000 euros, será subastada el próximo 14 de noviembre, según apunta la casa de subastas sin precisar los términos del acuerdo alcanzado.
Los cuadros de Botticelli (1445-1510) «son una rareza en el mercado del arte, por lo que es un evento especial poder mostrar al público una pintura tan propia de museo en la subasta de otoño», señaló Van Ham en su página web.

Fuente: abc.es

MÉXICO COMPRÓ POR UN MILLÓN DE DÓLARES
UN DOCUMENTO FUNDACIONAL

El Códice de Chimalpáhin
Data del siglo XVII y lo tenía la Sociedad Bíblica de Londres.

Aquí comienza la crónica y antigüedad de los mexicanos”. Esas son las primeras palabras del Códice Chimalpáhin, uno de los documentos fudacionales de la nación , creado en el siglo XVII .
México lo recuperó en mayo tras pagar la nada despreciable suma de un millón de dólares. El documento estaba en manos de la Sociedad Bíblica de Londres, que lo tenía desde 1827 y que estaba a punto de subastarlo en Londres por la casa Christie’s cuando México logró comprarlo.
El Códice, que por ser de autoría y punto de vista indígena, está considerada como el inicio de la historiografía mexicana, se compone de un centenar de manuscritos redactados en náhuati, la lengua franca prehispánica, y contiene también algunos pasajes en español. Sus autores son Domingo Chiamalpáhin (1579-1660) y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (1578-1650), que fueron miembros de dos poderosos linajes locales, el primero descendiente de los Señores de Chalco y el segundo, del rey poeta Nezahualcóyotl.

La obra, una fuente fundamental sobre la vida cotidiana, la sociedad y la política de antes de la colonización y también de la Nueva España, fue adquirido por el Insituto Nacional de Antropología e Historia, donde será preservado e investigado, y desde la semana pasada, además, se exponen en el Museo Nacional de Antropología como pieza estrella de la muestra “Códices mexicanos: memorias y saberes”.
Constituye una lectura de cómo se veían los mexicanos y de cómo los veían los españoles, además de un relato de los orígenes, como muestran estas frases que relatan la llegada de los aztecas a Tenochtitlán, hoy ciudad de México: “...lugar señalado y famoso, donde crece el nopal enmedio de las aguas, donde el águila reposa y grita, donde despliega sus alas al sol y come, donde bufa la serpiente y nada el pez, donde se incendian las aguas, donde se conocen las fatigas...”.
La historia del Códice se remonta a la mitad del siglo XVII, cuando el jesuita Carlos de Sigüenza y Góngora lo reunió en tres volúmenes, en su biblioteca, y que luego pasó a formar parte del Colegio de San Ildefonso, en la capital del país. En el año 1827, el bibliotecario del colegio, José María Luís Mora, que con el tiempo se convertiría en un iniciador del pensamiento liberal en México, acordó con el inglés James Thomsen, representante de la Sociedad Bíblica, intercambiar el Códice por una partida de Biblias protestantes. Thomsen se llevó entonces el documento a Londres.
Tras concretar la compra del documento, justo un día antes de que fuera subastado en la capital inglesa, el secretario técnico del Museo, César Moheno, se resistía a juzgar la pertinencia del trueque hecho por Mora y afirmó ante la prensa que “En Historia, se sabe que no podemos juzgar el pasado de acuerdo a valores contemporáneos”. Y lo dijo porque cuando Mora hizo el trato, hacía sólo seis años que México se había independizado de España y el Estado estaba todavía organizando sus instituciones: En 1825 se había creado el primer museo nacional, y la primera legislación sobre patrimonio no llegaría hasta mediados del siglo XIX.


Fuente: clarin.com

UNA MUESTRA DE OBRAS DE ARTE
QUE SE TRANSFORMAN CUANDO LAS MIRAN

Es la tercera edición de la Bienal Kosice, con 100 proyectos de 10 países Hay que caminar sobre pantallas planas, “llueve” más o menos, según el visitante pasa. La interacción es central.
Hidrórgano. La obra que ganó el certamen tiene cinco teclas que disparan chorros de agua. / MARÍA EUGENIA CERUTTI
Hidrórgano. La obra que ganó el certamen tiene cinco teclas que disparan chorros de agua. / MARÍA EUGENIA CERUTTI
Julieta Roffo

“Una utopía lo es hasta que deja de serlo”, escribió una vez el artista plástico y visual Gyula Kosice, que desde los años cuarenta trabaja con agua y electricidad para crear sus obras. Esa idea de utopía, a la que Tomás Moro nombró en el siglo XVI, es la que atraviesa la tercera edición de la Bienal Kosice, que expone casi veinte obras en el Centro Cultural Borges y que por primera vez cuenta con artistas latinoamericanos entre sus participantes.
Hay que subirse a ese panel de pantallas planas que prepararon artistas de la Universidad Maimónides y que está apoyado en el piso: las gotas que parecen caer de los tubos de LED colgados del techo y que hacen “globito” en las pantallas, se aceleran cuando el visitante camina, y el ruido de la lluvia se vuelve más copioso. Hay que subirse a la instalación con hamacas que diseñó el colectivo Metaphoraq: al acercarse a la estructura, empiezan a desfilar por el piso imágenes del mapa de la isla Utopía que imaginó Moro y si alguien ocupa la hamaca de al lado, se activan las luces que iluminan los dos asientos. “La obra se completa con la participación, creemos que el encuentro con el otro, en la otra hamaca, abre la posibilidad de realización de la utopía”, cuentan las autoras.
Del concurso para exponer en la Bienal, de la que son jurado los artistas Graciela Taquini, Rodrigo Alonso y el propio Kosice, entre otros, participaron unos 100 proyectos de 10 países, entre los que se cuentan México, Uruguay, Brasil, Panamá y Chile. Desde Perú llegó la obra que registró los ruidos de la selva de ese país y los combinó con sensores de movimiento que se activan y suenan cuando el visitante se acerca a la huerta hidropónica (todo crece en agua, no hay tierra) montada en el Borges. La obra de Marina Zerbarini, una artista argentina, muestra varios mapamundis que tienen una lamparita LED conectada al sitio web de distintos aeropuertos del mundo: el de Nueva York, el de Córdoba y el de Nueva Delhi.
Si llueve, se prende una luz verde, si hay tormenta, roja, y si cae nieve, azul. La de Zerbarini es una de las cuatro obras que fueron premiadas en Bienales anteriores y que participan de esta edición como “invitadas”: otra es Homoludens intergaláctico, de Margarita Bali, que grabó a su grupo de danza y lo reproduce sobre una superficie con esferas que parecen planetas. Como telón de fondo, Bali decidió proyectar fotos tomadas por el telescopio espacial Hubble.
La obra que ganó los 40.000 pesos del primer premio es de Federico Joselevich Puiggrós: siguiendo las proporciones de la serie Fibonacci (una sucesión de números naturales, 1, 1, 2,3,5,8,13...), el artista diseñó un “hidrórgano”. Tiene cinco teclas que disparan chorros de agua que, por la distancia que tienen hasta el disco metálico en el que impactan, producen distintas notas musicales: atentos Les Luthiers.
“ Es la primera muestra de arte y nuevos medios que se hace en el Borges, y en cada nueva Bienal aparecen mayores experimentaciones. Esta vez hay robótica, cada vez más obras de bio-arte, un vínculo más estrecho entre lo científico y lo artístico”, resume Tomás Oulton, de Objeto a, la productora de la muestra. Para Mariela Staude, que por parte del Centro Cultural formó parte del jurado, “lo interactivo está manejado de formas muy diversas: no sólo tocando sino con la voz, con los movimientos y obligando al visitante a que piense cosas”.
“Creo que me están superando”, dice Kosice, precursor del arte cinético en el mundo, y agrega: “Se están acercando a la vanguardia del siglo XXI de una manera veloz, no sólo por la cantidad de obras que se producen, sino por su calidad”. Tímido, un visitante del Borges se asoma a las pantallas planas sobre las que cae una lluvia ficticia y pregunta: “¿Puedo pisar?”. Sube y sonríe.

De a dos. Una instalación con hamacas apuesta a la compañía. / M E CERUTTI
De a dos. Una instalación con hamacas apuesta a la compañía. / M E CERUTTI

Fuente: clarin.com









Hidrórgano. La obra que ganó el certamen tiene cinco teclas que disparan chorros de agua. / MARÍA EUGENIA CERUTTI

INTIMIDADES DE BORGES Y ELSA ASTETE,
LA MUJER DE LA QUE EL ESCRITOR HUYÓ

La primera esposa del autor Estuvieron casados entre 1967 y 1970.
El la llamó “oscura y posesiva” y la abandonó sin aviso ni explicaciones.

Una noche, en 1969, Jorge Luis Borges, su primera mujer, Elsa Astete, y su traductor, Norman Thomas Di Giovanni, fueron invitados a una cena en lo de Rodman Rockefeller (hijo del entonces gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller). Elsa no preguntó a cuál miembro de la famosa dinastía iban a visitar ni por qué: el apellido era suficiente para avivar su emoción, y cuando llegaron al departamento de la Quinta Avenida, sacó una pequeña Kodak y fotografió todas las habitaciones, baño incluido. Uno de los invitados le preguntó a Norman: “¿De dónde sacó Borges a esta zorra de clase baja?”, y aunque Di Giovanni describe la incomodidad que le produjeron esas palabras, no se privó de ponerlas en Georgie & Elsa, el libro que acaba de publicar.
El escritor Alberto Manguel dijo una vez que a Jorge Luis Borges (1899) se lo lee en inglés “a pesar” de las traducciones. Pero incluso él está de acuerdo en que el mejor traductor de Borges a esa lengua fue Di Giovanni, siquiera por el hecho de que trabajó largamente en ellas junto al propio Borges. Para muchos, fueron esas traducciones colaborativas, realizadas sobre todo entre 1968 y 1972, las que instalaron definitivamente al autor de Ficciones entre los lectores angloparlantes.
El nuevo libro de Di Giovanni es una memoria de los tres años en los que Borges estuvo casado con Elsa Astete Millán (1911), y de los que fue un “testigo renuente y turbio participante”. Lo de “turbio” tiene que ver con su colaboración en el denso trámite de separación de la pareja (que Borges decidió unilateralmente) y, en especial, con la ayuda que prestó para el literal y célebre escape del escritor del departamento que compartía con Elsa en avenida Belgrano: un día se fue a trabajar como siempre y no volvió.
En la misma vena, Di Giovanni transcribió, a pedido de Borges, un listado de las 27 razones por las que deseaba terminar con su mujer. Por ejemplo: “ Se inmiscuye en todos mis asuntos particulares y ha tentado (sic) que las secretarias de la Biblioteca Nacional espíen mi correspondencia, mis llamadas telefónicas y mis visitas ". O “ No ha mostrado el menor interés en mi obra literaria, pero sí en los resultados pecuinarios de esa obra ”. Y: “ Le perturban, por alguna razón oscura y posesiva, mis amigos actuales y anteriores, mi familia e incluso mis antepasados ”.
Ninguna biografía da verdadera cuenta de la relación entre Astete y Borges, casados entre 1967 y 1970. A Elsa le interesaba tan poco la literatura y el mundo intelectual de su marido que quienes han trabajado sobre la vida de Borges no parecen tener motivos para dedicarle más que algunos párrafos imprecisos. Di Giovanni, en cambio, relata las versiones acerca de su primer encuentro, de su –si así puede llamárselo– enamoramiento, de la influencia de Leonor Acevedo en el enlace (años después madre e hijo se culparían mutuamente del paso en falso) y de la personalidad estrambótica, más bien vulgar y controladora de Elsa.
Hay varias anécdotas –algunas vagas y de dudosa utilidad, como la que sugiere una relación lésbica entre Elsa y su encantadora prima Olga– que pintan un retrato no tan inclemente como exasperante o caricaturesco, y que no es más que la imagen que otros se hicieron de Astete. Pero el libro deja algo en claro: ella odiaba el esnobismo de los ambientes literarios y, al igual que su marido, no fue feliz en la relación.
Georgie & Elsa bien podría titularse Georgie, Elsa & Norman. En efecto, buena parte del libro describe la relación laboral y personal entre Borges y el traductor. No es sorprendente que Di Giovanni se dé un lugar protagónico: la mayoría de las traducciones en las que trabajó junto a Borges se realizaron durante ese matrimonio, y por eso pudo atestiguar sus vicisitudes.
Tras la muerte de Borges y con los derechos de su obra en manos de su última esposa, María Kodama, esas traducciones salieron de circulación, mientras que algunos poemas se reeditaron sin permiso. Di Giovanni no pudo publicar las traducciones en su sitio web. El libro no hace mención de Kodama, pero sí de las demás mujeres en la vida de Borges.
Georgie & Elsa, que aún no llega a la Argentina, interesará a quienes quieran sumar una visión a la siempre parcial, siempre llena de rumores, siempre polémica vida personal de Jorge Luis Borges.


Fuente: clarin.com

LAS IMÁGENES RELIGIOSAS,
CENTRO DE UNA MUESTRA DE ARTE ITALIANO

La segunda parte de la exitosa “Meraviglie dalle Marche” Son 36 obras del Renacimiento y el Barroco, cuando el arte se usaba como propaganda.
Las salas del Museo de Arte Decorativo son perfectas para albergar las obras que acaban de llegar de Italia: amplias y con una luz muy tenue, reproducen el ambiente en que estos cuadros vivían cuando fueron creados. Es por eso que la visita a la muestra Meraviglie dalle Marche II, (Maravillas de –la región italiana de– Las Marcas) que hasta el 30 de noviembre se podrá visitar en el Museo de Arte Decorativo , constituye un viaje en el tiempo hacia una Europa que se alejaba de la oscuridad de la Edad Media y comenzaba a caminar hacia la luz.
Se trata de 36 obras de artistas del Renacimiento y el Barroco italiano, épocas en que, a falta de medios masivos de comunicación, el arte funcionaba a modo de propaganda, sobre todo de la Iglesia Católica, y por eso la mayor parte de las obras que componen la muestra son de arte religioso. La estrella indiscutible es la obra San Francisco recibe los estigmas, un óleo de gran tamaño que Tiziano Vecellio pintó entre los años 1567 y 1569. Pero no es lo único que se destaca en esta exposición, más de 500 años de arte italiano dan para mucho. También pueden verse obras de artistas como Filippo Bellini, Domenico Tintoretto (que no es otro que el hijo del famoso Tintoretto), Luca Giordano, Lorenzo Lotto o Francesco Podesti.
Otra de las obras impactantes es La Nigromante, realizada entre 1600 y 1649 por Angelo Caroselli que remite a los histriónicos rostros salidos del taller de Caravaggio, artista que, esta vez desde el Museo de Bellas Artes también brilló hace dos años en Buenos Aires.
Suele decirse que las segundas partes nunca son buenas pero, como sucede con la mayoría de los dichos populares, no siempre es cierto. En esta ocasión, lo más probable es que el dicho no se cumpla y las filas de gente a la puerta del museo sean la postal que quede para el recuerdo. Al menos, eso fue lo que sucedió en 2012 cuando, al mismo museo, llegó la primera parte de la muestra Meraviglie dalle Marche, donde destacaban obras de Tiziano, Rubens y Rafael. En los tres meses que estuvo abierta al público, visitaron la exposición más de 80.000 personas.
“A pesar de las guerras napoleónicas y de las ventas, muchas de estas obras se conservaron en las iglesias de Las Marcas, y por eso pudieron recuperarse después”, contó durante la conferencia de prensa, antes de la inauguración Stefano Papetti, uno de los curadores de la muestra. Por eso el ambiente es sombrío y llama a observar las detallistas obras en riguroso silencio.
Los organizadores destacaron que muchas de estas obras, procedentes de colecciones públicas y privadas de la italiana región de Las Marcas –de ahí el nombre de la muestra– aún no han sido expuestas al público en Italia y sin embargo, se pueden ver acá. “En Italia no hay petróleo”, afirmó Papetti, “pero estas obras son nuestro oro negro”.


Fuente: clarin.com

CUANDO DEJAMOS DE MANEJAR A LA INGLESA

Estrellas del pasado
La popularidad en tiempos de los próceres

En abril de 1944 se debatía qué ocurriría cuando se terminara el puente que unía Paso de los Libres con Uruguayana (Brasil). Porque nuestros vecinos manejaban conservando la derecha, pero nosotros lo hacíamos al revés, es decir, a la inglesa.
El ministro de Obras Públicas del presidente Farrel, Juan Pistarini, firmó el decreto que establecía que el domingo 10 de junio de 1945 todos los autos del país debían modificar su sentido de marcha. Se determinó que la primera semana se manejaría a menor velocidad. La campaña se inició de inmediato. Se imprimieron calcomanías que debían pegarse en los vidrios de los autos. Las flechas indicaban por dónde debían ser pasados: por la izquierda.
Los folletos con consejos buscaban resolver las situaciones de incertidumbre -por ejemplo, en una bocacalle- con frases como: Piense que si usted es una persona serena, el otro conductor puede ser un novicio de temperamento nervioso y perder el control en momento de peligro. Otro de los consejos era: Si se encuentra de frente con otro coche que no tiene en cuenta el cambio de mano, usted debe detener su vehículo y hacer al otro conductor las indicaciones necesarias. ¿Habrán nacido allí los gestos que aún hacemos desde nuestros autos, para demostrar unos a otros y otros a unos que están o estamos equivocados?
Como medida complementaria se modificó el sentido de circulación de muchísimas calles. Brigadas del Touring Club Argentino y del Automóvil Club Argentino salieron con escaleras y martillos a estampar carteles viales. Se dieron vuelta 280 señales y se adhirieron a las esquinas 6500 flechas indicadoras del sentido de la circulación. Se acordó que los trenes y subtes no cambiarían de mano para no sumar más confusiones.
En mayo se realizó un simulacro de cambio de mano en Corrientes y 9 de Julio. Durante un día entero se podía dar vueltas alrededor del Obelisco en el sentido contrario al que estaban acostumbrados. La gente se paraba en la Plaza de la República para ver el espectáculo del giro a la izquierda.
Además de la constante publicidad oficial, las empresas hicieron su aporte. Cinzano publicó un aviso en los matutinos: Hoy cambie de mano, y siga tomando vermouthCinzano. La joyería Escasany mostraba un reloj de pulsera con correa de cuero que pasaba a la mano derecha. Su eslogan alusivo fue: Hoy, cambio de mano. Verifique la velocidad de su coche con cronógrafos de Casa Escasany. Otro aviso: Tome su derecha y tome Geniol. El de pinturerías Alba: Desde el Alba del 10 de junio, todo el país cambiará de mano. La única mano que se conserva es la mano de pinturas Alba.
A las 5.55 del domingo 6 de junio de 1945, un ejército de policías hacía sonar sus silbatos y les indicaba a los automovilistas que lentamente se pasaran de carril o giraran el vehículo -por el cambio de sentido de más de 100 calles-, y aguardaran frenados cinco minutitos. A las 6, la Argentina ingresó al Primer Mundo de la circulación. Fue el fin del manejo a la inglesa.


Fuente: lanacion.com