LA IGLESIA DE SANTA FELICITAS
LUCHA CONTRA EL ABANDONO Y EL OLVIDO

Construida a partir de una trágica historia de amor, hoy luce grafitis en su fachada y muros descascarados; anuncian un plan de recuperación y de puesta en valor
Paredes descascaradas y con humedad en el interior del templo  Foto: LA NACION / Fernando Massobrio
Paredes descascaradas y con humedad en el interior del templo. Foto: LA NACIÓN / Fernando Massobrio
Por Valeria Musse

Con este panorama, la puesta en valor de la iglesia "es inminente", aseguraron fuentes del gobierno porteño a LA NACIÓN luego de que se realizara un estudio técnico para detectar cuáles son los principales problemas.
Situada en la calle Isabel La Católica 520, entre Brandsen y Pinzón, la iglesia se asoma por detrás de la plaza Colombia.
Su construcción, que data de 1876, tiene como origen una historia de amor trágica. Felicitas Guerrero había contraído matrimonio con don Martín de Álzaga, pero ocho años después, cuando tenía 24, enviudó.
Muchos jóvenes se interesaron por ella, entre ellos Enrique Ocampo, descendiente de una tradicional familia. Pero el amor del hombre no era correspondido por la joven. Despechado, Ocampo discutió con Felicitas y le disparó.
La muchacha falleció el 30 de enero de 1872 y con su muerte nació una leyenda que supo conservarse pese al paso del tiempo.
Hay quienes aseguran que el fantasma de la joven se pasea por el interior del templo, que fue enviado a construir por sus padres en su memoria.
La leyenda urbana, sobre la que mucho se ha escrito, asegura también que algunos vecinos -que lógicamente, nadie logra identificar- inclusive, susurran que dentro del templo se oyen ruidos extraños.
Sin embargo, lo que otrora fuera un templo reluciente, actualmente se encuentra casi abandonado.
"No es que no haya interés por mantenerlo, pero hay que comenzar con los trabajos de restauración para que la situación no empeore. Presenta un grado de deterioro avanzado", destacó a LA NACIÓN, preocupado, Marcelo Louge, cuya mujer es sobrina bisnieta de Felicitas, la fuente inspiradora de la iglesia de Barracas.
Sólo una recorrida visual por el templo permite observar que la pared donde se apoya la reja perimetral fue decorada con grafitis. Además, la fachada del santuario está sucia por el excremento de las aves y en sus laterales los cimientos parecer estar afectados por las filtraciones de agua.
Dentro del templo, el olor a humedad se adueñó del espacio. Algunos de los que solían ser vistosos frescos, como los de la cúpula, se transformaron en deslucidas pinturas.
Parte de la mampostería está saltada y en la capilla primitiva de los Álzaga, detrás de la nave principal, las paredes lucen abandonadas y agrietadas.
El plan para la puesta en valor de la iglesia, que, según lo que pudo saber LA NACIÓN, requerirá una inversión de poco menos de $ 6.000.000, constará de varias etapas.
La primera de ellas, que desde el gobierno porteño estimaron que comenzará en las próximas semanas, se centrará en la adecuación y modernización de toda la instalación eléctrica.
Luego, y con la intervención de especialistas, se realizarán los trabajos de restauración de muros y mármoles.

Sólo los fines de semana

A principios de la década del 80, la familia Guerrero donó la iglesia al Ejecutivo porteño, pero años más tarde la Ciudad realizó un convenio con el Arzobispado de Buenos Aires para cederle el uso y goce de la Iglesia Santa Felicitas para que se ocupara de las actividades religiosas. El mantenimiento del templo quedó, en tanto, quedó a resguardo del gobierno de la ciudad.
Louge sostiene que los descendientes de Felicitas no sólo esperan la restauración de la iglesia. Es que, a través de dos misivas dirigidas en mayo de 2013 al papa Francisco y al arzobispo de Buenos Aires, monseñor Marco Poli, pidieron que el templo permanezca abierto todos los días para la atención de los feligreses. Actualmente, sólo celebran misas los viernes, los sábados a la tarde y los domingos a la mañana.


Fuente: lanacion.com

EL ARTE SE METE EN EL REFERÉNDUM DE ESCOCIA

Mañana se vota "Sí" o "No" a la independencia.La Tate Modern, uno de los museos más visitados del mundo, anunció que no devolverá las obras de artistas de ese país.

COLÓN SE VA A LA COSTANERA,
PERO LA MUDANZA TARDARÁ UN AÑO

La Legislatura porteña aprobó ayer la ley que habilita el traslado del grupo escultórico frente al Aeroparque; el 12 de Octubre, el gobierno nacional colocaría en su lugar la estatua de Juana Azurduy.
El pedestal sobre el que estaba montado el Monumento a Colón ya no se ve; lo reemplaza la estructura sobre la que irá el de Juana Azurduy  Foto: LA NACION / Fabián Marelli
El pedestal sobre el que estaba montado el Monumento a Colón ya no se ve; lo reemplaza la estructura sobre la que irá el de Juana Azurduy. Foto: LA NACIÓN / Fabián Marelli
Por Laura Rocha / La Nación

Colón se mudará a la Costanera Norte. Así lo determinó finalmente ayer la Legislatura porteña que aprobó, en segunda lectura, el emplazamiento del conjunto artístico que estaba detrás de la Casa Rosada. Allí, para el próximo 12 de Octubre, el gobierno nacional quiere montar la estatua de Juana Azurduy, donada por el gobierno boliviano.
El Monumento a Colón, que la presidenta Cristina Kirchner pidió remover de detrás de la Casa de Gobierno, será reubicado, tal vez dentro de un año, en el espigón Puerto Argentino en la avenida Costanera, frente al Aeroparque.
La ley que determina el traslado de la obra y su lugar de emplazamiento recibió sanción definitiva tras ser aprobada en segunda lectura con 41 votos positivos y 8 negativos, de los diputados Alejandro Bodart (MST), Javier Gentilini (Proyecto Sur), Marcelo Ramal (FIT), Graciela Ocaña y Cristina García (CP), María Eugenia Estenssoro, Hernán Rossi y Juan Nosiglia (Suma+), y la abstención de la diputada Virginia González Gass (PSA).
Sin embargo, no está dicha la última palabra. Las entidades italianas que se oponen a la mudanza reclaman que se cumpla con lo que la Justicia ordenó que es la interrupción del proceso de traslado.
"Para nosotros, no agrega demasiado. Ya en junio habían aprobado la resolución del traslado, hoy sólo determinaron el lugar. En la Justicia, hay una medida cautelar que está vigente y no pueden mover las piezas", indicó Alejandro Marrocco, abogado de las entidades italianas.
En la plaza Colón puede observarse que el monumento al navegante genovés sigue totalmente desmontado. Incluso ya está levantado el pedestal donde ubicarán a Juana Azurduy.
El convenio de cooperación que acordaron la Nación y la Ciudad determina que los gastos de traslado, restauración y emplazamiento serán cubiertos por el Poder Ejecutivo Nacional, y que el lugar de ubicación debía ser establecido por su par porteño, que asume la responsabilidad de mantenimiento y custodia luego de su efectivo traslado.
El costo, según estimó el secretario de Derechos Humanos porteño, Claudio Avruj, será de 25 millones de pesos. "Serán necesarios trabajos de suelo. El traslado y el emplazamiento del monumento va a tardar un año. Todavía faltan acordar los tiempos y cómo se instrumentará esa financiación, si mediante transferencias al gobierno porteño o si el Nacional les realizará pagos directos a los contratistas", indicó el funcionario a la prensa.
Respecto del costo, Bodart, que votó en contra, sostuvo: "Este acuerdo anticipa más pacto Pro-K. Ambos gobiernos empezaron enfrentados en este tema y aunque intentan mostrarse distintos terminan pactando, seguro como parte de un canje mayor. En plena crisis, esto es distracción política y malgasto de 25 millones de pesos que se podrían destinar a necesidades sociales".
Los trabajos para instalar el Monumento a Colón en la Costanera requieren de un sistema de pilotes en la plazoleta con una losa de cemento. Sin estos refuerzos, la estructura se podría hundir. Según las estimaciones del funcionario, sólo ese trabajo se prolongará por tres meses. Luego hay que trasladar las partes del monumento, que están en la plaza Colón. Son unas 600 toneladas de piezas de mármol.
"Nosotros insistimos en que esta mudanza implica una destrucción. Porque aunque ellos pusieron la excusa de la restauración, desarmarlo como lo han desarmado implica una destrucción", agregó Marrocco.
El monumento fue una donación de la comunidad italiana al pueblo argentino, y la obra fue realizada en dos tipos de mármol de Carrara por el escultor italiano Arnaldo Zocchi. Comenzó a gestarse en 1904 en la Cámara de Comercio Argentino-Italiana y terminó de construirse en 1921, en la plaza Colón.
La intención original de la Casa Rosada era llevar el monumento a la plaza Colón de Mar del Plata y colocar en su reemplazo una escultura de Juana Azurduy que confecciona el artista Andrés Zerneri en los galpones de la ex Escuela de Mecánica de la Armada, en Núñez.
Pero las tareas de remoción fueron frenadas por un recurso de amparo que interpusieron las organizaciones de defensa del patrimonio Basta de Demoler (a la que la Ciudad demandó por frenar las obras de la línea H de subte en Recoleta) y Salvemos las Estatuas, al que luego se sumaron varios representantes de la colectividad italiana.
Horacio Savoia, representante legal del Círculo Italiano, indicó: "Como es público y notorio se encuentra vigente la medida cautelar que prohíbe el mentado traslado y si eso no fuera suficiente, es importante recordar que se encuentra pendiente de resolución el planteo de inconstitucionalidad presentado".

La estatua de Juana Azurduy

Nacida en Sucre, Bolivia, Juana Azurduy fue una luchadora por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata y fue ascendida post mórtem por Cristina Kirchner a general del Ejército Argentino. Para la construcción de este monumento el gobierno boliviano de Evo Morales aprobó por decreto la donación de poco más de un millón de dólares a la Argentina. El trabajo fue encargado al escultor argentino Andrés Zerneri. El artista plástico había anticipado que la estatua, realizada en bronce y de 9,5 metros de altura, estaría lista en enero de este año, pero no fue así. La escultura mostrará a Azurduy en plena batalla, con una espada en la mano izquierda y con el brazo derecho detrás de su cuerpo protegiendo a sus cinco hijos y a campesinos y gauchos originarios de las Provincias del Río de la Plata.

 
Del editor: qué significa. El trámite burocrático para darle una cuota de legalidad está cumplido. Colón y una parte de la historia porteña, sin embargo, siguen en el piso.

Fuente: lanacion.com

LAS HORRENDAS HERIDAS
QUE CAUSARON LA MUERTE A RICARDO III

Fue un ataque brutal: al menos 11 heridas de afiladas armas medievales marcaron el final del rey inglés Ricardo III, según el análisis forense que pudo recrear con escalofriantes detalles el momento de su muerte.
Un equipo de forenses examinó los restos de Ricardo III para determinar las armas y heridas que le causaron la muerte. Foto: BBC Mundo

Esta es la escena: el rey Ricardo III desmonta de su caballo, atrapado en una ciénaga, y por alguna razón no lleva su casco de guerrero. Allí, en el barro, varias personas lo atacan con espadas, dagas y las puntas afiladas de otras armas medievales, causándole al menos 11 heridas que quedan marcadas en sus huesos.
Más de 500 años después, el análisis científico de sus restos óseos permitió reconstruir cómo fue la violenta muerte del último rey inglés que perdió la vida en un campo de batalla, el 22 de agosto de 1485.
Aquel fatídico día, dicen investigadores forenses de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, incluso lo apuñalaron después de muerto.
Para determinar cómo fue el brutal final de Ricardo, los investigadores analizaron con tomografías computarizadas su esqueleto de 500 años de antigüedad, que fue hallado en 2012 bajo un estacionamiento en la ciudad de Leicester, tras haber estado desaparecido por cinco siglos.
Los resultados de este examen, publicados en la revista especializada The Lancet, revelan las huellas de nueve heridas en el cráneo y dos más en el torso del rey vencido.


El análisis de ADN permitió identificar los restos de Ricardo III y reconstruir
su rostro. Foto: BBC Mundo.




















Según los expertos, tres de estas lesiones "pudieron causar la muerte rápidamente".
"Las heridas de Ricardo III representan un ataque sostenido o perpetrado por varios atacantes con armas del período medieval tardío", explicó Sarah Hainsworth, autora del trabajo.
"Las heridas en el cráneo sugieren que no tenía el casco, y la ausencia de lesiones defensivas en sus brazos y manos indican que aún tenía puesta la armadura en el momento de su muerte".

Arrodillado

Dos de las heridas fatales, dice Guy Rutty, patólogo del equipo, fueron producto del golpe de una espada, una alabarda o arma de asta, o la punta de un arma afilada en la base del cráneo.
Las lesiones en la cabeza de Ricardo III son consistentes con algunos reportes de la época de la batalla, que sugieren que Ricardo abandonó su caballo después de que quedara atrapado en una ciénaga y murió mientras enfrentaba a sus enemigos.
"Las lesiones en la cabeza de Ricardo III son consistentes con algunos reportes de la época de la batalla, que sugieren que Ricardo abandonó su caballo después de que quedara atrapado en una ciénaga y murió mientras enfrentaba a sus enemigos".
Esto concuerda con la idea de que la víctima estaba "en una posición de cúbito prono (tendido boca abajo) o arrodillado con la cabeza gacha", escribieron los forenses.
Las heridas no fatales incluyen tres cortes en la coronilla que deben haberle arrancado gran parte del cuero cabelludo.
Además, una daga o cuchillo le atravesó el rostro, cortándolo desde la mejilla derecha a la izquierda.
Por otra parte, los investigadores vieron una lesión en la pelvis que parece haber sido provocada por una espada clavada en el trasero. Esta herida en teoría pudo haber provocado una hemorragia letal, pero no es probable que haya sido la causa de la muerte ya que la armadura protegía esta parte del cuerpo.
En cambio, los científicos piensan que esta lesión y otra en una costilla -hecha con una fina daga- fueron producto de golpes asestados cuando el rey ya estaba muerto, posiblemente cuando el cuerpo colgaba inerte encima de un caballo.

Según el estudio forense, el rey Ricardo III sufrió nueve heridas en la cabeza.
Foto: BBC Mundo

Según los investigadores, pudo haber más laceraciones en tejidos blandos que no dejaron huella en los huesos.
Ricardo III tenía 32 años cuando murió en aquel fatal lodazal, tras un reinado de poco más de dos años.
Algunas crónicas de su época lo describen como un rey bueno y generoso, pero su fama fue oscurecida por los vencedores, de la dinastía Tudor.
En la obra de Shakespeare que lleva su nombre, el rey es un personaje jorobado, conspirador, asesino y hambriento de poder.
En la realidad, y tras describirse al detalle la brutal escena de su muerte, los restos del rey inglés recibirán una segunda sepultura en la Catedral de Leicester en marzo de 2015.


¿Quién fue Ricardo III?

  • Nació en 1452 en el Castillo de Fotheringhay en Northamptonshire.
  • Fue coronado en la Abadía de Westminster en 1483.
  • Tuvo uno de los reinados más cortos de la historia británica: duró 26 meses.
  • Fue el último rey inglés que murió en plena batalla, en Bosworth, en 1485.
  • La muerte del rey fue la culminación de una larga guerra por el trono que duró tres décadas.
  • Ese fue el final de la dinastía del clan Plantagenet, tras tres siglos de dominio, y el comienzo de los Tudor.

Más en BBC Mundo

El rey que se perdió en un parqueadero

El rostro de Ricardo III según la reconstrucción facial.


Fuente: lanacion.com

MURIÓ CHINA ZORRILLA,
LA GRAN DAMA DE LA ESCENA RIOPLATENSE

Adorada de igual modo por la elite cultural y por los sectores populares, fue una primera figura del cine, el teatro y la televisión
"China" Zorrilla murió a los 92 años  Foto: LA NACION / Archivo
En 2009 recibió el premio Estrella de Mar de oro.   Foto: LA NACIÓN  / Archivo


Por Pablo Gorlero

Te gustan los perros?... Si no te gustan los perros no entrás a esta casa -decía y reía-. ¿Te gustan los chocolates? Si no te gustan los chocolates no entrás a esta casa -y lanzaba otra carcajada-". Así te podía recibir China en su casa. La tía de todos, la abuela de todos. Te miraba a los ojos con toda la ternura junta y sonreía. Tenía esas sonrisas que saben abrazar y besar al mismo tiempo. Dulce, sabia, divertida, altruista y talentosa, China te enamoraba. Desde ayer, ya no está más físicamente, pero nos dejó tanto...
En esas charlas que solíamos tener con ella quienes deambulamos por el ámbito teatral solían circular anécdotas de todo tipo. Desde aquellas de difícil comprobación hasta esas otras que uno intuye tan verdaderas como ella misma. Sea como sea, esas historias de encuentros con colegas hiperfamosos o aquellos relatos "tras bambalinas" eran deliciosos. China fue una trovadora única a quien le encantaba hablar. Podía pasar horas charlando con cualquier persona y convertía sus experiencias de vida en agradables anécdotas, donde predominaba esa mirada pícara que ella volcaba con mucho humor. Sus allegados saben muy bien cuánto había que esperarla cuando salía de un teatro.
Para ella nada era tan trágico ni nada tan dramático. "Qué tal, China", la saludamos, luego de un ensayo. "Desde la última vez que me viste, con una vesícula menos", respondió con una aparente seriedad que luego daba paso a una gran sonrisa. Esa era China y así será recordada, como un ser entrañable y, como sucede con algunos elegidos, irreemplazable.

Una escena memorable de Esperando la Carroza, junto a Betiana Blum  Foto: Archivo
Una escena memorable de Esperando la Carroza, junto a Betiana Blum  Foto: Archivo

Expresar lo que fue China Zorrilla sería extenso e inacabable, no sólo por lo que representó artísticamente (actriz, directora, traductora, adaptadora), sino por su calidad humana, que la hizo acreedora del afecto de sus colegas y de su público.
Fue una personalidad muy comprometida con la actividad teatral. Solía frecuentar las galerías del Parlamento, presenciando las sesiones donde se trataba la Ley Nacional del Teatro, y también se destacaba en las salas de teatro, donde acompañaba con su presencia el desarrollo artístico de las nuevas generaciones de actores y directores. Era de una generosidad sin límites. Cuando la entrevistaban en algún programa de mucho rating o en un medio masivo de comunicación, no sólo promocionaba lo suyo, sino que aprovechaba para hablar de todos aquellos espectáculos que había visto y necesitaban difusión. Muchos le deben su éxito a la "manija" que China Zorrilla les dio en algún comentario. A pesar de que era una actriz muy convocada por los empresarios y productores, siempre respaldó con fervor los reclamos del teatro independiente. No había lucha justa en la que China Zorrilla no se anotara.
Desde el punto de vista artístico, sería casi interminable registrar su presencia en los escenarios porteños y uruguayos, pero basta decir que fue una actriz muy dúctil y versátil tanto en la comedia como en el drama. De su largo historial nacional vale destacar dos producciones teatrales que le brindaron muchas satisfacciones: Eva y Victoria, de Mónica Ottino, y Camino a la Meca, de Athol Fugard. La primera fue una obra que la llevó a recorrer durante siete años los cuatro puntos cardinales del país. Recelosa de los aviones, se mostraba reacia a viajar, hasta que la producción decidió reciclar un gran ómnibus y transformarlo en una casa rodante. De esta manera, China terminaba una función y en la puerta del teatro estaba estacionada su "casa", que la llevaba por los caminos provinciales. "Sabés qué maravilla empezar un libro y poder terminarlo antes de llegar a destino", solía decir. Por su parte, con cinco años de representaciones, Camino a La Meca estuvo entre sus últimos trabajos, y pasó algo similar con un derrotero que incluyó giras y le deparó muchas distinciones.
Con Luisina Brando en una imagen tomada durante la obra Eva y Victoria  Foto: Archivo
Con Luisina Brando en una imagen tomada durante la obra Eva y Victoria  Foto: Archivo

Su vida y su obra

Concepción Zorrilla de San Martín Muñoz nació en Montevideo el 14 de marzo de 1922. Hija del notable escultor José Luis Zorrilla de San Martín (1891-1975) y de la argentina Guma Muñoz del Campo, nació en el seno de una familia patricia uruguaya. Su abuelo paterno fue el poeta de la patria, Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931). Fue la segunda de cinco hermanas por vía materna y fue pariente del prócer nacional uruguayo José Gervasio Artigas y del poeta argentino Estanislao del Campo.
Su debut en los escenarios se produjo en 1943, en el teatro independiente uruguayo, con La anunciación a María, de Paul Claudel, pero no iba a estar mucho tiempo en su país, ya que en 1946 obtuvo una beca del British Council para estudiar en la Royal Academy of Dramatic Art de Londres, donde tomó cursos con figuras de la talla de Katina Patxinou, la gran trágica griega. Luego volvió a su ciudad natal y participó en más de 80 obras de teatro como primera actriz de la Comedia Nacional Uruguaya en el Teatro Solís de Montevideo. Tuvo la oportunidad de trabajar con Margarita Xirgu, que la dirigió en Bodas de sangre y Romeo y Julieta. En el teatro de repertorio se impuso como actriz dramática y como brillante comediante primero en la Comedia Nacional, el TCM (Teatro de la Ciudad de Montevideo) y luego en el teatro El Galpón, con obras de los más importantes dramaturgos internacionales.
Con Antonio Larreta en Una farsa en el castillo  Foto: Archivo
Con Antonio Larreta en Una farsa en el castillo  Foto: Archivo
En 1961 fundó el Teatro de la Ciudad de Montevideo (TCM) junto con Antonio Larreta y Enrique Guarnero, con cuyo elenco viajaría a Buenos Aires, París y Madrid. Produjo, tradujo, adaptó y dirigió diferentes obras de teatro y óperas. Entre otras múltiples actividades, se desempeñó como corresponsal del diario El País cubriendo el Festival de Cannes y otros eventos internacionales y como periodista y animadora de televisión en Uruguay.
A mediados de la década del sesenta hizo un paréntesis en su actividad teatral para establecerse durante cuatro años en Nueva York, donde trabajó como profesora de francés y secretaria de una agencia teatral.
En 1971 viajó a Buenos Aires para filmar su primera película, Un guapo del 900, dirigida por Lautaro Murúa, y luego La maffia, de Leopoldo Torre Nilsson. Al actuar en teatro con tres monólogos (Hola hola, 1, 2, 3) y Canciones para mirar, decidió instalarse definitivamente en Buenos Aires, donde desplegó una intensa carrera en cine, teatro y televisión, medio que le dio inmensa popularidad gracias a su participación en teleteatros con la autoría de Alberto Migré, especialmente Rolando Rivas, taxista, Piel naranja y Pobre diabla. Su estada en Buenos Aires coincidió con el advenimiento de la dictadura militar uruguaya, donde fue proscripta por las autoridades de facto. Entre sus últimos trabajos televisivos cabe mencionar Son amores, Los Roldán, Mujeres asesinas y Vidas robadas.
Fue una presencia constante en los últimos 35 años del teatro argentino cosechando éxitos con Fin de semana, en el monólogo Emily, Querido mentiroso, La voz humana, Encantada de conocerlo, Una margarita llamada Mercedes y en El diario privado de Adán y Eva, que representó en 1985 y nuevamente en 2007 junto a su gran amigo Carlos Perciavalle.
Junto a Carlos Perciavalle, en escena durante una función de El diario de Adán y Eva, en 1984  Foto: Archivo
Junto a Carlos Perciavalle, en escena durante una función de El diario de Adán y Eva, en 1984  Foto: Archivo
En 1995, en el Teatro Colón de Buenos Aires, China Zorrilla revivió el papel de recitante que Igor Stravinsky escribió para Ida Rubinstein y que Victoria Ocampo estrenó en 1936 en el teatro, dirigida por el propio Stravinsky: la ópera-ballet Perséphone, sobre textos de André Gide.
Desde 1971 hasta el presente ha participado en más de 50 películas dirigida por Leopoldo Torre Nilsson, Luis Puenzo, María Luisa Bemberg, Alejandro Doria, Marcos Carnevale, Oscar Barney Finn, Raúl de la Torre, Edgardo Cozarinsky, Adolfo Aristarain, Carlos Gallettini, Manuel Antín, André Melancon, Santiago Olves, Ricardo Wullicher, Juan José Jusid, Héctor Olivera, Fernando Ayala, Javier Torre, Sergio Renán y en el debut cinematográfico como director de Antonio Larreta. Su último trabajo en un largometraje fue en 2008, en Sangre del Pacífico, dirigida por Boy Olmi.

La actriz eligió festejar su cumpleaños número 90 sobre las tablas e interpretó textos para sus invitados  Foto: Archivo
La actriz eligió festejar su cumpleaños número 90 sobre las tablas e interpretó textos para sus invitados Foto: Archivo

No le faltaron honores y distinciones, que, curiosamente, empezaron a otorgarle tardíamente en su carrera. "La gente me quiere, pero no me premia", solía decir. Pero tarde o temprano llegó el reconocimiento, tanto nacional como internacional: Orden de Mayo del Gobierno de la República Argentina, Chevalier de la Legión de Honor del gobierno francés 2008, Orden de Gabriela Mistral del gobierno chileno, premiada por el Fondo Nacional de las Artes, Ciudadana Ilustre de Buenos Aires en 2004, Ciudadana Ilustre de Montevideo, Ciudadana Ilustre de Mar del Plata.
También fueron numerosos los premios que recibió por su actividad en el cine, en el teatro y en la TV, entre los que figuran varios Cóndor de Plata, Ace de Oro, Trinidad Guevara, Florencio Sánchez, María Guerrero, Hugo y Martín Fierro, entre otros, y no faltaron los que cosechó en festivales de cine de La Habana, Cuba, Moscú, Málaga y Chicago, por películas como Esperando la carroza, Darse cuenta, Besos en la frente, Conversaciones con mamá y Elsa y Fred.
Su último trabajo teatral fue el semimontado Las d'enfrente. Estuvo retirada durante los últimos dos años, cuando comenzó a apagarse. Murió ayer, en el hospital de la Asociación Española de Montevideo, a los 92 años. Había sido internada el domingo pasado por una neumonía. Algo muy importante le va a faltar al espectáculo rioplatense a partir de ahora. Queríamos tanto a China.


China Zorrilla, rodeada de las esculturas de su padre  Foto: Archivo
China Zorrilla, rodeada de las esculturas de su padre  Foto: Archivo


























Fuente: lanacion.com

SOBRE LAS MUJERES:
"SÍ HE SIDO UN DONJUÁN, FUE PARA PROTEGERME"

Del pánico por perder el amor de su madre a su naturaleza enamoradiza, las confesiones de Bioy, el hombre, a una cronista de La Nación.
Silvina Ocampo, quien mejor supo retenerlo  Foto: Archivo
Silvina Ocampo, quien mejor supo retenerlo. Foto: Archivo




Por Loreley Gafoglio



Simuló con sus manos trémulas sostener un artefacto, como el manubrio de una bicicleta. Lo acercó a mi pecho y me contó que su último cuento fantástico trataba sobre eso: sobre un joven que había inventado una máquina prodigiosa, capaz de traducir con fidelidad sensorial los padecimientos físicos de las personas. Las dolencias más extrañas -también los sentimientos- ya no serían enigmas para los doctores (ni para los amantes). Sin urgencias, en tono muy bajo, desahogó el cuento completo que, encriptado en su imaginación, no había sido aún volcado al papel. Adolfo Bioy Casares sonreía y me escrutaba. Compartíamos a solas su biblioteca, en el aristocrático y un poco venido a menos piso de Recoleta. Los libros de pared a pared, una ascética mesa para escribir, la novela de Leonardo Sciascia a medio leer, una ventana francesa abierta sobre Posadas, por donde se colaba el azote veraniego en 1995. El mismo recinto inspirador en el que junto a Borges habían parangonado al yogur con otros elixires mágicos y urdido los enigmas policíacos, las ironías desaforadas, la sorna agazapada de Isidro Parodi. También otras hipérboles, como en los cuentos de prosa ampulosa, casi indómita, de Bustos Domecq, con sus "enanos gigantescos" y otros "desatinos" cómplices.
Me había conducido su ama de llaves, Jovita, por ese pasillo de pintura descascarada hasta el ambiente donde Bioy esperaba a la nacion. De traje gris, ajado por el uso, me recibió con la cortesía de un dandy. La modestia y la paciencia con la que un premio Cervantes entregaba su tiempo a una periodista novata, deslumbrada por el discurso, me llenaron de asombro y redoblaron mi admiración. No hubo temas vedados, y las preguntas indiscretas, a veces osadas, sobre su intimidad deambularon por lo prosaico y lo sagrado: desde su desdén por el ajo y la cebolla, como respuesta a su añoranza de longevidad, capaz de "pagar cualquier precio" por ese enroque de vida, hasta sus padecimientos de infancia: el terror del desapego y hasta del abandono de una madre, en su recuerdo, a veces esquiva. Esa zozobra de dependencia infantil, la necesidad de amor y de contacto permanente de hijo único, sus escapadas para ir a su reencuentro a la salida del cine (un ámbito vedado para él, ya que "frente a la pantalla podría volverse pálido y gordo", según lo prevenía), y la angustia soterrada por no hallarla lo perseguían aún en su vejez, me confió. Igual que aquellas noches en las que se despertaba solo en un cuarto de hotel en París o en la casa de su abuela en Mar del Plata sin que ella, Marta Casares, estuviera a su lado. El (inconfesable) pánico a la soledad, a perder el amor de una madre, que cada tanto buscaba su espacio, podía resumir, me dijo, el porqué de su pasión por las mujeres. "Si he sido un donjuán, tal vez ha sido para protegerme de ellas. Como siempre quise estar de mujeres, debía arreglármelas para que no me hicieran sufrir. Si las engañaba con otras, descubrí una vez, ellas lo intuían e intentaban retenerme con todos los mimos. Debía ser yo el que se fuera y alternara con tres, para que una sola no se cansara de mí", me dijo, y esa revelación me dejó perpleja. Pero un Bioy herido en su virilidad por los años se consternaba: "Ahora me he vuelto invisible para ellas".
Gentleman al fin, de su boca no brotaban nombres -a pesar de que le pregunté quién había sido su gran amor, al margen de Silvina-. Fue en el restaurante Lola, cuando a la semana siguiente me invitó a almorzar, donde me reveló que, a diferencia de Borges, "que se entregaba demasiado y por eso las mujeres lo maltrataban", él había optado por el desapego. Aunque me confesó algunos grandes remordimiento por los dolores que le causó a Silvina. Era, tal vez, por su instinto de preservación afectiva, de alejar cualquier atisbo de sufrimiento o abandono -inferí-, que Bioy había resuelto que sería ella, Silvina, la encargada de retenerlo.
De su universo afectivo, mientras el mozo acercó dos platos de sorrentinos y agua, también me habló de su amor por los animales: de sus perros y sus caballos. De la repentina desaparición, un día, de su bulldog amado, Firpo, en la casa materna, y del silencio de su madre ante esa sospechosa ausencia. En sueños recurrentes, él se reencontraba con su can: "Firpo babeaba mucho y enloquecía y me buscaba por la casa cuando yo no estaba. Mi madre odiaba los perros y, especialmente, la baba en el piso de Firpo. Es evidente que se deshizo de él, pero nunca me lo dijo".
Por su movilidad un tanto restringida, caminamos del brazo por Recoleta y lo acompañé hasta la puerta de Posadas. "Esperá", me dijo. Se internó con Jovita en uno de los cuartos y volvió con un ejemplar de Dormir al sol, autografiado. Cuando lo hojeé en mi casa, además de la dedicatoria, había una nota suelta en la que me agradecía "el encantador almuerzo que habíamos compartido".
La última vez que lo vi fue también en Lola, un mes después. Mi audacia, aquella vez, me animó a invitarlo yo con otro almuerzo. "Acepto encantado, sos un amor", me dijo en el teléfono, incapaz de negarse ante cualquier pedido femenino que siempre lo halagaba.
Ahí, soportando mis insistentes preguntas, me habló de su naturaleza fatalmente enamoradiza, no siempre recíproca o destinada a mujeres reales. Mencionó un precoz arrobamiento con actrices de cine; con una cantante de tangos, Sofía Bozán, y el deslumbramiento -mucho más perdurable- con un personaje de ficción: la duquesa San Severina, en La Cartuja de Parma, de Stendhal. "La he soñado noche tras noche y llevo más de la mitad de mi vida conviviendo con ella", me confió. La eterna sonrisa de cortesía del escritor, esas formas humildes como atributos de un dandy, el tono calmo, moderado, del hombre que elige siempre la simpleza por sofisticación natural y se entrega a las conversaciones gratas, acompañaron una última revelación: "Muchos pensarán que en mi vida fueron las mujeres, pero yo les debo la felicidad a los libros".

El valor de un autor que no pasa de moda

En estos días, Emecé reedita a Adolfo Bioy Casares con estética pop y la idea de acercarlo a los lectores jóvenes. Un autor cuya relevancia resume en tres puntos Alberto Díaz, editor de su obra en Planeta.

Premio Cervantes

Bioy es uno de los cuatro escritores argentinos que recibió, en 1990, el premio consagratorio para la lengua castellana: Borges, Sabato y Juan Gelman, los otros tres. Junto con Cortázar, los autores más reconocidos de nuestras letras.

60 años de obra

Comenzó en 1940 con La invención de Morel y siguió hasta 1999; fue llevada al cine y traducida a decenas de lenguas. Tras su muerte se publicaron parte de sus diarios. Borges (2006) fue un fenómeno de ventas.

Vigencia

Es un long seller, venta continua todos los años en el país: 60 mil ejemplares, más mil packs de tres libros de su Obra Completa. Más un 40% de estas cifras, en América y España.

Fuente. lanacion.com

ADOLFO BIOY CASARES
Y SUS MILES DE PÁGINAS DE MEMORIAS AUN INÉDITAS

En Recoleta. En 1988, al editarse “La invención y la trama”, antología prologada por Marcelo Pichon Rivière. /
FCE

Por Matilde Sánchez

En el centenario de su nacimiento, Adolfo Bioy Casares, premio Cervantes 1990, todavía nos reserva un mar de memorias inéditas, mientras los críticos siguen devanando el Borges, que lo ocupó en sus últimos años y que vio la luz recién en 2006, siete años después de su muerte. Relato minucioso de la amistad más legendaria de la literatura argentina y de cincuenta años de vida intelectual, tesauro del lenguaje porteño, con su arcón de chismes: todo eso es el Borges, que cambió el eje de la estima literaria de su autor, sobre todo entre los escritores jóvenes. Hoy pensamos en él no solo como el narrador delicado de una cuantiosa obra ficcional –novelas y cuentos, de género fantástico, en su mayoría, La invención de More l, Diario de la guerra del cerdo y Dormir al sol y La trama celeste, entre otras–, sino también como uno de los grandes memorialistas argentinos del siglo pasado. 2014 también ve el tercer tomo de su Obra Completa, anotada por su curador, Daniel Martino, con un preciosismo que no abruma. Actualmente en Brasil se prepara la traducción. El primer encuentro de Martino con Bioy ocurrió en 1986, en la Feria del Libro y desde el llano, cuando se le acercó para que le firmara un ejemplar. Con menos de 30 años, compuso el ABC, el volumen de citas que en 1991 le abrió la confianza del escritor y sus cientos de cuadernos privados y libretitas de bolsillo. Luego prepararon juntos las memorias de Descanso de caminantes, publicadas en forma póstuma. Pero es sobre todo el cómplice que trabajó con Bioy en extraer de sus diarios privados el Borges. Heredero de la obra édita e inédita de Bioy, es el custodio de su voz literaria –y confiemos en que nunca será su censor. El archivista que teje referencias también libra la batalla postmoderna de blindar la obra contra impostores digitales y versiones corruptas. Alimenta la página www.borgesdebioycasares.com.ar, donde la pesquisa bibliográfica es continua. El hombre es un vértigo de citas y bromas, un melómano serio y un fanático del cine de Buster Keaton. Por timidez, o porque la fobia escénica conviene a su pacto, suele mantenerse del lado de los fantasmas. Sin embargo, observa: “Cada vez que releo lo que dice de Sabato encuentro una crueldad nueva. Qué maestro de la destrucción absoluta es Bioy, aunque siempre con algún ligero elogio...”. Este es un tramo de nuestro diálogo, que ampliamos en la versión digital.
- La publicación del “Borges” tuvo críticos y adeptos. El ensayista mexicano Carlos Monsiváis contaba que con Sergio Pitol se llamaban cada mañana para comentar la lectura nocturna, mientras que Ricardo Piglia se dijo un poco decepcionado al descubrir que estos grandes maestros se comportaban como dos viejos chusmas.
-Creo que en esta recepción, favorable o adversa, influye la tendencia a instituir a Borges como la divinidad mayor del panteón literario y de tomar sus declaraciones como verdades reveladas. Para muchos, Borges es un prócer inmaculado, del que sólo estaría permitido invocar aquellos tópicos con los que él mismo se preocupó por quedar asociado: laberintos, antepasados guerreros, heresiarcas, cuchilleros, espejos… Esa figura se completa con una ceguera vivida heroicamente y esa presencia tutelar de Leonor, la madresposa castradora. Es lo que viene a vulnerar el Borges. Para quienes esperaban un santoral, por su esencia el libro jamás podría ser satisfactorio, porque no pretende ser un evangelio ni una hagiografìa. Estos lectores se indignan porque Bioy no oculta los prejuicios que hoy resultan políticamente incorrectos, como el racismo y la homofobia. Por si no bastara con escandalizar a los devotos, imagino que para un peronista siempre habrá sido muy incómodo digerir que el hombre que se tiene por el máximo escritor argentino aborreciera a Evita y a Perón y dedicara su vida a proclamar ese rechazo... La solución más tranquilizadora para este dilema era simple y eficaz: concediendo lo innegable –que Borges es un escritor inmenso– se hacía la salvedad de que a partir de determinada etapa, la caída de Yrigoyen, vivió al margen de la realidad, convertido en un señor que, abstraído en juegos metafísicos y cegado por sus prejuicios, no fue capaz de conocer ni de entender la esencia del mejor peronismo. El Borges no convalida esa solución. Por el contrario, lo muestra muy preocupado por cuestiones que uno creería le eran indiferentes, como la politiquería barata de las elecciones de la Sociedad de Escritores, los tejemanejes de los premios literarios, o, sobre todo, comentando con bastante información la realidad política inmediata.
- ¿Creés que la recepción del Bioy memorialista sigue incomodando? ¿Cuánto colabora el clima de época?
- Es posible. Pero me disgusta juzgar el pasado desde el presente, responsabilizando a un individuo de los –llamémoslos así– prejuicios de su clase. El propio Karl Marx se avergonzaría de este tipo de razonamientos. Que Borges y Bioy celebraran la Libertadora es comprensible: para ellos, esos militares eran una suerte de salida de la vía muerta que significaba la democracia de masas. No veían en la Libertadora a los precursores de Videla. Creo que para ellos, quien mejor encarnaba eso era el primer peronismo.
Editor. Martino recibió los papeles privados de manos de Bioy.

-¿Cómo es el plan de trabajo con la obra de Bioy en adelante?
-Quedan muchísimas páginas, el resto de los papeles privados. El plan de publicación responde a largas charlas con Bioy. Pronto llega un Epistolario literario; un Epistolario (no solo literario) con Silvina Ocampo; una reedición ampliada y corregida del Borges … Y la reconstrucción de la novela Irse, que trató de escribir por casi treinta años, con cambios de ambiente. El cuento “Irse”, incluido en Una magia modesta, es apenas una versión resignada y lineal de su argumento. Me sorprendió leer en sus diarios que él preveía empezar su publicación después de 2014. Son sus palabras en la portada de un cuaderno de 1949: algo como “para publicarse en el 2014 o un poco antes, cuando no pueda molestar a sobrevivientes”.
-La “Obra Completa” solo está en Argentina; entretanto, ha habido un big bang de ediciones populares, con prólogos de él.
-Qué especie inexplicable son algunos editores, empeñados en evitar la difusión de sus propios libros. No todos, por suerte. Vi esas ediciones populares, baratas en el peor sentido, me llenaron de tristeza. En lugar de los textos definitivos, que me llevaron tres años de trabajo, replicaron viejas versiones llenas de erratas. Los prólogos me temo que son apócrifos: no los escribió Bioy. Son declaraciones periodísticas presentadas como prólogos. Al ver estas cosas recuerdo a Goethe: él decía que debería haber un infierno especial para los editores, porque con el común no basta.
-Conociendo sus diarios, ¿cómo describirías el vínculo con su mujer, la escritora Silvina Ocampo? ¿Cuánto de las tramas y doble vida alimentó la ficción de ambos?
- Por lo que leo, el vínculo era de una naturaleza tan especial que darle un nombre sería reducirlo y desvirtuarlo. En cuanto a alimentar ficciones, me parece que Bioy está un poco más presente en la obra narrativa de Silvina. Por ejemplo, el narrador de “El intruso”, al menos en las primeras páginas, es el retrato que Silvina hace del Bioy de mediados de los años 30, llegando a la estancia de Pardo con sus valijas de libros. No creo que haya algo semejante en la obra de Bioy posterior a 1940.
-¿Y cómo describirías a Bioy? No se parece al hedonista contemporáneo; tampoco es exactamente el dandy que describe David Viñas. Y aunque no se identificaba con los pornógrafos del siglo XVIII, tiene algo del libertino clásico.
-Responder esa pregunta me llevará todavía unos años. No era un moralista, esto no es una revelación, pero no se sentía atraído por la pornografía de ninguna época. No le gustaban Sade, ni Restif de la Bretonne. Sí, en cambio, Casanova, pero más como memorialista y, claro, porque era inevitable que sintiera interés por el personaje. Por la imagen: no por todos y cada uno de sus actos.


Fina estampa. Daniel Martino junto a Adolfo Bioy Casares en Madrid, en 1991.

-En las ediciones de los diarios ya publicados, él suele velar las referencias personales. ¿Cuáles fueron sus directivas para esas miles de páginas por llegar?
-Más que directivas, yo hablaría de puntos de vista comunes. Bioy pensaba que nunca una línea vale dañar a una persona. Que una cosa es escribir una ironía sobre un personaje público, como Mallea, Sabato o el propio Borges, personajes sobre los cuales abundan los testimonios y que, por tanto, tienen defensores. Y otra bien distinta es lastimar con secretos a alguien que lleva una vida privada: sería su palabra contra el silencio del indefenso. Un ejemplo: si en Descanso de caminantes la anécdota gira en torno de Silvina Bullrich y Manucho Mujica Lainez, buena parte de la gracia se perdería si omitiéramos esos nombres. Pero si la anécdota la protagonizara un portero o un mozo, anónimo para el lector, ¿qué importa precisar apellidos? Acá la anécdota es lo que cuenta: los otros son apenas su vehículo.
-El peligro es el de una narración disecada. Esto ha ocurrido con la expurgación de párrafos confesionales en Alejandra Pizarnik, a pedido de su hermana. En el caso de Bioy y Silvina se complica pues sus nietos tienen los “derechos morales” sobre el daño que podrían acarrearles las revelaciones familiares. Es una disyuntiva, pues puede convertir al editor en custodio del panteón.
-Tal vez. Felizmente, la publicación está garantizada. Quisiera destacar que nunca habrá forma de retribuir lo mucho que debemos los lectores de Bioy a quienes crearon el ámbito legal para que sus papeles privados vieran la luz. Sin la inteligencia, la buena voluntad y, sobre todo, la pasión literaria de los abogados que intervinieron en el proceso legal, las nuevas ediciones serían imposibles. Esto queda reflejado en la muestra fotográfica “El lado de la luz”, que abre el 25 de septiembre, y donde todos los retratos encuentran su lugar.
-Este velo, entretanto, acrecienta su aura. Otros hablan por Bioy y todo funciona como una suerte de “En busca del tiempo perdido”: el lector es desafiado a completar con nombres y rostros el círculo de infidencias. Las memorias que cuidás tendrán contradictores.
-Supongo que sí. No se puede contentar a todos. La Fontaine tiene una fábula al respecto. Bienvenidos sean los contradictores, será enriquecedor oírlos.



Fuente: Revista Ñ Clarín