Personajes de la TV, músicos y deportistas Son figuras hiperrealistas hechas de un material barato porque son vandalizadas. También las políticas están en expansión, como en la 9 de Julio que aluden al peronismo.
La primera. Olmedo y Portales como Alvarez y Borges, en Corrientes y Uruguay. Luego llegaría el resto. / NÉSTOR SIEIRA |
Silvia Gómez
“Porcel, Tato Bores, Alberto Olmedo, Javier Portales, Sandro, Juan Carlos Calabró, Carlitos Balá, Pappo, Spinetta, Pichuco Troilo, Bioy Casares y Borges, Perón y Evita. En los últimos años la Ciudad se pobló de esculturas “hiperrealistas”.
Se estima que hay más de 30 en diferentes calles, plazas y esquinas porteñas. Y van por más: la semana se sumaron Juan Carlos Altavista con su entrañable Minguito y el Polaco Goyeneche. Casi todas están realizadas en resina epoxi, un material económico –en comparación al bronce o al mármol– y fácil de recomponer, ya que estas esculturas son vandalizadas casi a diario. De hecho, mientras la Ciudad planea seguir colocando esculturas, la empresa TyC Sports anunció que retirará las de los homenajes a Messi, Maradona y Batistuta, ya que fueron destrozadas cinco veces en menos de tres meses.
Y hablando de deportistas, la última movida oficial fue la creación de un “Paseo de la Gloria”, ubicado en la rambla de Costanera Sur. El estreno fue el a fines del mes pasado con la figura del basquetbolista Emanuel Ginóbili y además serán homenajeados el tenista Guillermo Vilas y la “leona” Luciana Aymar y otros hasta llegar a 10. Según lo publicado en el Boletín Oficial de la Ciudad todo tendrá un costo de $ 600.000. Las figuras –en este caso de bronce y poco hiperrealistas de acuerdo a la estatua de Manu– estarán colocadas sobre podios de hormigón que costarán otros $ 75.000.
Teléfonos. Tato Bores “comparte” la cuadra con Sandro. / NÉSTOR SIEIRA |
La Ciudad se diferencia por tener una gran cantidad de obras de arte muy destacadas: entre muchísimas otras, “Canto al trabajo”, frente a la Facultad de Ingeniería, el que homenajea a Bernardino Rivadavia en plaza Miserere (ambos de Rogelio Yrurtia), El Pensador de Auguste Rodin, frente al Congreso y, más moderna, la Floralis del arquitecto Eduardo Catalano.
Sin embargo, en los últimos años, se han sumado a la escena una sucesión de esculturas de personajes famosos que si bien son muy populares entre la gente, no todos están de acuerdo con estas figuras; incluso las consideran de baja calidad artística. El profesor Juan Antonio Lázara, es experto en patrimonio público y en Historia del Arte entiende que “lo más triste de esto que está sucediendo en la calle es que se trata de una política de Estado. El peor daño a nuestros monumentos lo producen nuestros gobernantes. Antes las esculturas y monumentos se financiaban por “suscripción popular”, es decir, los admiradores del homenajeado pagaban la obra. Hoy se pagan con los impuestos de los contribuyentes. Creo que antes de aprobarlos se debe consultar a especialistas en patrimonio público y a escultores consagrados para que dictaminen acerca de la calidad”, opinó el especialista.
La política también. Perón y Evita de resina epoxi en la Biblioteca Nacional. |
Lázara además hace foco en tres casos extremos, en relación a la injerencia política: “La destrucción del monumento a Colón y su descuartizamiento; los monumentos partidarios de la 9 de Julio, que se fue transformando en un desfile de imágenes que pertenecen al peronismo, cuando se trata de un partido político que representa sólo a una parte de los argentinos; y finalmente la colocación de estas obras supuestamente “hiperrealistas” cuando en realidad se trata de caricaturas de personajes populares ”, sentenció.
En la vereda opuesta, el autor de la mayoría de estas esculturas, Fernando Pugliese, le dijo a Clarín: “Con mi trabajo intento sacar a la gente de lo cotidiano, que dejen de lado la rutina y se saquen una foto en plena avenida Corrientes con Olmedo y Portales. Se trata de un arte popular, que es entendido y festejado por todos”.
SIN UN PLAN DE EMBELLECIMIENTO URBANO
Ana María Battistozzi - Crítica de Arte
Hubo un tiempo –entre la última década del siglo XIX y las tres primeras del XX– que la Ciudad experimentó una impresionante transformación urbana. Un tiempo en que su dirigencia se avocó a embellecerla con paseos y jardines. Y para ello convocó a especialistas de talento y formación como Carlos Thays. En ese marco, y como parte del mismo impulso, proliferaron fuentes, estatuas alegóricas y monumentos. Así nuestro país se hizo eco de la obsesión del siglo XIX por homenajear a los héroes de la patria a través de monumentos que a su vez definían quiénes integraban ese panteón ejemplar. Da la impresión que detrás de la decisión de consagrar monumentos a figuras populares del espectáculo o el deporte que aún viven, hay una intención populista. Se me dirá que el Pensador y el Sarmiento de Rodin o el Arquero de Bourdelle expresaban los gustos de una elite que miraba a Europa. También que el buen gusto está hecho de mil disgustos, como decía una personaje de El Burgués Gentilhombre de Molière. Sin embargo, a la hora de disponer una inversión de $ 600 mil sería bueno interrogarse ¿no hubiera sido interesante integrar un homenaje a figuras ejemplares, cualquiera que se desee destacar, a un plan de embellecimiento urbano? Un plan que no necesariamente se exprese en un realismo trasnochado y renueve fuentes o aliente intervenciones que estén más a tono con las grandes producciones artísticas del momento y, de esa manera vinculen el presente con el gran pasado de la Ciudad.
Fuente: clarin.com
SIN UN PLAN DE EMBELLECIMIENTO URBANO
Ana María Battistozzi - Crítica de Arte
Hubo un tiempo –entre la última década del siglo XIX y las tres primeras del XX– que la Ciudad experimentó una impresionante transformación urbana. Un tiempo en que su dirigencia se avocó a embellecerla con paseos y jardines. Y para ello convocó a especialistas de talento y formación como Carlos Thays. En ese marco, y como parte del mismo impulso, proliferaron fuentes, estatuas alegóricas y monumentos. Así nuestro país se hizo eco de la obsesión del siglo XIX por homenajear a los héroes de la patria a través de monumentos que a su vez definían quiénes integraban ese panteón ejemplar. Da la impresión que detrás de la decisión de consagrar monumentos a figuras populares del espectáculo o el deporte que aún viven, hay una intención populista. Se me dirá que el Pensador y el Sarmiento de Rodin o el Arquero de Bourdelle expresaban los gustos de una elite que miraba a Europa. También que el buen gusto está hecho de mil disgustos, como decía una personaje de El Burgués Gentilhombre de Molière. Sin embargo, a la hora de disponer una inversión de $ 600 mil sería bueno interrogarse ¿no hubiera sido interesante integrar un homenaje a figuras ejemplares, cualquiera que se desee destacar, a un plan de embellecimiento urbano? Un plan que no necesariamente se exprese en un realismo trasnochado y renueve fuentes o aliente intervenciones que estén más a tono con las grandes producciones artísticas del momento y, de esa manera vinculen el presente con el gran pasado de la Ciudad.
Fuente: clarin.com