La coreógrafa y bailarina francesa Dominique Hervieu, también directora de la 16ta. edición del festival “Biennale de la Danse de Lyon”, posa para una producción fotográfica el 5 de septiembre de 2014 en Lyon, Francia. El festival, que acogerá 45 espectáculos, comenzará el 10 de septiembre y tendrá una duración de tres semanas.
Foto: AFP / JEAN-PHILIPPE Ksiazek
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FESTIVAL DE DANZA EN LYON, FRANCIA
EL CHARANGUISTA JAIME TORRES EN EL TEATRO COLÓN
Imagen del concierto brindado por Jaime Torres el domingo 7 de septiembre en el ciclo de Intérpretes Argentinos, en el Teatro Colón de la Ciudad de Buenos Aires.
Foto: Prensa Teatro Colón
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ENCUENTRO ENTRE DOS ÉPOCAS
El duque y la duquesa de Devonshire observan una pieza del artista chino Xu Bing titulado “Tao Hua Yuan: A Lost Village Utopia” en la exposición en Chatsworth House en el centro de Inglaterra.
Foto: REUTERS
Foto: REUTERS
MURiÖ MARÍA GOWLAND MITRE
María Gowland: docente, investigadora y fiel custodia del patrimonio histórico
Ha muerto María Gowland. Pocas personas tenían un mayor conocimiento directo que ella, o lazos afectivos más enraizados, con el casi siglo y medio en que este diario ha estado en el cruce de las grandes cuestiones culturales del país y del mundo.
María Gowland era tataranieta del fundador de LA NACIÓN, Bartolomé Mitre, y nieta de Jorge Adolfo Mitre, quien al hacerse cargo del diario en 1912 lo renovó con ideas y decisiones que lo proyectaron, sobre el piso firme del país que crecía a ritmo de vértigo, hacia un período de incuestionable esplendor. Así como el nombre de su abuelo está asociado a la creación, en 1920, del célebre Suplemento Literario, y a la apertura de corresponsalías de LA NACIÓN en Berlín, Moscú, Varsovia, Belgrado, y en tantas otras partes, como manifestación de las posibilidades que el afianzamiento de la Argentina del Centenario otorgaba a empresas e instituciones nacionales, así también María Gowland cumplió un papel apropiado al de su tiempo. Actuó como custodia eficiente del patrimonio histórico heredado de los mayores. Lo hizo con el doble compromiso de organizarlo para el aprovechamiento de los estudios académicos y de aplicarlo, para la difusión en la sociedad, como elemento educador del valor inmenso de la historia documental, la única que podrá resistir por su confiabilidad a las campañas con voluntad destructora de lo que ha significado de verdad el pasado argentino.
El archivo y la biblioteca histórica, centrada en estudios americanos, del Museo Mitre contaron en la mujer que desapareció ayer, a los 71 años de edad, con quien reunía todos los atributos indispensables para hacerse cargo, en nombre del Estado nacional, de ese legado de quien presidió la Nación entre 1862 y 1868. Ocupaba así desde 2002 el cargo que habían desempeñado, con idénticas inquietudes, su abuelo Jorge Adolfo Mitre, y su tío, Jorge Carlos Mitre. La vieja casona de la calle San Martín, entre Sarmiento y Corrientes, con sus dos patios y aljibe, es para todos un testimonio del viejo centro porteño del siglo XIX; para María Gowland fue el ámbito de trabajo y estudio en que se prolongaban los recuerdos de la vida familiar de Mitre, en el que crecieron sus hijos, en el que se editó, por un breve período, LA NACIÓN, antes de trasladársela al lado, a San Martín 344, el año mismo de su fundación, en 1870.
Era hija de Alberto Gowland, productor agropecuario de Arroyo Dulce, y de María Angélica Mitre de Gowland, que presidió, entre otras instituciones de bien público, la Asociación de Guías Argentinas y la Organización para Asistencia a la Comunidad (OPAM). Se recibió de licenciada y profesora en Letras en la Universidad Católica Argentina (UCA) y obtuvo un máster en Asuntos Internacionales en la Georgetown University, en Washington. En 1988 se la distinguió con la beca Eisenhower. Ejerció la docencia en los colegios Michael Ham y Pilgrims y en las dos universidades mencionadas.
María Gowland colaboró en múltiples oportunidades con LA NACIÓN y coordinó programas de periodismo cívico. Fue coordinadora y vicepresidenta de la asociación cívica Conciencia, y coordinadora general de la Fundación Ciudad, en el Programa Foros Participativos para una Ciudad Sustentable, entre 1994 y 2001.
Su salud se encontraba resentida desde hacía años y ya en mayo último no pudo asistir al gran acto académico realizado en el Museo Mitre por los doscientos años de la restauración de la Compañía de Jesús. Hasta donde alcanzaron sus fuerzas nunca declinó en la confianza en que la interpretación histórica fundada en la investigación seria, perseverante en el camino de la recuperación documental con la cual Mitre logró la hazaña de escribir la obra monumental sobre San Martín y la vida de Belgrano, ha de sobreponerse a la larga al macaneo circunstancial e impulsivo, sin otro vuelo posible que el de rebajar la historia al nivel de frágiles historietas de actualidad política.
Con amor, pero también con sobriedad, constancia y equilibrio indispensable en quien ejerce la dirección de un museo nacional, puso empeño en que se conociera la obra benéfica de Mitre, fundador de colegios nacionales, en el desarrollo de la educación popular; también, en que trascendieran sus luchas por la limpieza del sufragio y por lograr alivio para la situación de los más humildes. Así lo entendió su tiempo, en que Mitre alcanzó la estatura de caudillo popular, y María Gowland procuró que se supiera, de igual manera que eso, la entereza con la cual el entonces jefe de Estado se colocó personalmente al frente de las tropas argentinas para defender el territorio nacional de la invasión por Corrientes hecha por el dictador paraguayo Francisco Solano López.
María Gowland deja un hijo, Nicolás Gallo. Era hermana del doctor Alberto Gowland Mitre, director de SA LA NACIÓN. Sus restos fueron inhumados ayer en el cementerio Jardín de Paz.
Había nacido en Buenos Aires el 2 de enero de 1943.
DÍAS DE ESTUDIANTE:
CUANDO EL JOVEN JULIO FLORENCIO QUERÍA SER MAESTRO
Anécdotas y recuerdos de un poeta, actor y periodista que en los años 30 ya se destacaba en la escuela donde se formó como docente y profesor en letras.
Cortázar, de guardapolvo, en el frente de la Escuela Normal. Foto: LA NACIÓN |
Por Gustavo Gabriel Otero
La conmemoración de los 100 años del nacimiento de Cortázar -y el recuerdo de su fallecimiento ocurrido hace treinta- permite a los lectores descubrir (o redescubrir) al gran autor argentino. Con total merecimiento, se han escrito innumerables textos sobre su figura y su obra literaria. Y aunque quizá no sean tantos los momentos desconocidos de su vida, poco se sabe de la etapa de formación docente en la Escuela Normal de Profesores de Buenos Aires y su trayectoria escolar, más allá de sus calificaciones.
Julio Florencio Cortázar ingresa en la Escuela Normal Mariano Acosta en 1928, egresa en 1932 como maestro y tres años más tarde obtiene el título de profesor normal en letras. Su participación estudiantil es casi un misterio, pero se pueden seguir sus rastros en Addenda, que publicaba esa institución entre 1932 y 1935.
La revista se centraba en temas educativos y culturales, y firmaban sus artículos alumnos, docentes y ex alumnos. Incluía, además, la sección "La escuela en broma", con humoradas sobre la actividad escolar y previsibles burlas con los sobrenombres dados a los docentes. Se intuye allí la pluma de Cortázar.
El número 2, de agosto de 1932, reproduce el siguiente comentario de LA NACIÓN: "Ha aparecido el primer número de esta revista, que además de ser órgano del Centro de Estudiantes de la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta expresa en las palabras iniciales de su portada el propósito de que los alumnos del establecimiento citado tengan oportunidad de iniciarse en los trabajos de redacción, pues tratará preferentemente aquellas cuestiones que interesen a los estudiantes y a la marcha de los estudios".
En 1934, "J. Florencio Cortázar" asume la subdirección de Addenda. En la página 27 de la edición de julio de ese año, se lee el poema "Bruma". Es difícil afirmarlo, pero posiblemente sea la primera obra firmada publicada por el joven escritor. Ya se pueden hallar algunos preludios de su literatura posterior, que será reconocida a nivel mundial. La mención de escritores, poetas, músicos y pintores franceses habla de la impronta de la formación cultural de esa época. Por otra parte, el poema muestra a una figura que anhela algo lejano y distinto de su realidad actual, característica que luego será recurrente en sus personajes.
Las dos últimas ediciones, de 1935, cuentan a Cortázar como director de la revista en la que colaboraron, entre otros, Abel Santa Cruz y Eduardo Jonquières.
A partir de sus colaboraciones y cargos en la publicación se desprende también su participación activa en el Centro de Estudiantes. Y en el programa del Gran Festival Artístico y Danzante, organizado en 1932 por los alumnos de la escuela, se revela el Cortázar actor. En el Gran Salón Teatro de Sarmiento 2419 la "troupe estudiantil normalista", en una función "teatral y baile al estilo Broadway con cotillón y batalla de globos", festeja el martes 20 de septiembre de 1932 el Día del Estudiante, con un programa dividido en tres partes. En el primer acto y en el último, Cortázar representa a la reina Isabel de Castilla. En la segunda parte, aparece en tres de los seis números. Es Testaforte en "¡Qué examen!", Severo en "Las delicias de la vida conyugal", y El Jonson en "El gran desfile". Si se tiene en cuenta el profundo placer que despierta el jazz en él desde su adolescencia, el nombre de este último no debería sorprender, ya que podría tratarse de un homenaje a Al Jolson, cantante y actor, protagonista de El cantante de jazz, la primera película sonora de la historia del cine (1927).
Décadas después, ya consagrado escritor, ambientó uno de sus cuentos, La escuela de noche, en su escuela secundaria y terciaria. Sus neblinosos recuerdos sirven para retratar la década del 30.
Bruma
Fragmento del poema de 1934
Buscar lo remoto con férvidas ansias / Y en limbos extraños hundir obstinado el deseo.
Que el ritmo, lo Impar de Verlaine nos conduzca / Y acordes oscuros de queda armonía / Marquen nuestros pasos sobre el gris sendero.
Debussy ... maestro quiero sinfonías / Que esbocen con notas pinturas de nieve y acero:
Baudelaire ... te pido me des una pluma / Que en noche de insomnio / Hayas estrujado contra tu cerebro.
Manet, por los bordes de tus concepciones / Vagaré anhelante de encontrar lo Bello / Que me niegan todos / Los que no han sentido como tú el llamado / Del aire, del ritmo, del amor y el cielo.
J. Florencio Cortázar
- El autor es rector del Instituto de Enseñanza Superior Mariano Acosta, continuador de los profesorados donde estudió y egresó Cortázar
Fuente: lanacion.com
LA TORRE EIFFEL, ILUMINADA
Por Paola Agostino
Oh la la Torre Eiffel, es la más visitada y admirada de Paris. Cada año millones de personas posan a sus pies para tomarse fotos con ella y esperan para ver el show de luces que brinda desde el Campo de Marte que la rodean con o sin picnic, hasta se venden vinos en el mismísimo lugar que tiene la mejor vista para disfrutar del espectáculo maravilloso y una verdadera fiesta que ningún turista y hasta los parisinos no se quieren perder!
La Torre Eiffel tiene tres niveles. Desde los dos más altos se tienen vistas magníficas y se pueden apreciar muchas de las principales atracciones turísticas y monumentos de París, como el Arco de Triunfo, el Louvre, el Museo de Orsay, la Catedral de Notre Dame, la Basílica del Sagrado Corazón.
Oh la la Torre Eiffel, es la más visitada y admirada de Paris. Cada año millones de personas posan a sus pies para tomarse fotos con ella y esperan para ver el show de luces que brinda desde el Campo de Marte que la rodean con o sin picnic, hasta se venden vinos en el mismísimo lugar que tiene la mejor vista para disfrutar del espectáculo maravilloso y una verdadera fiesta que ningún turista y hasta los parisinos no se quieren perder!
La Torre Eiffel tiene tres niveles. Desde los dos más altos se tienen vistas magníficas y se pueden apreciar muchas de las principales atracciones turísticas y monumentos de París, como el Arco de Triunfo, el Louvre, el Museo de Orsay, la Catedral de Notre Dame, la Basílica del Sagrado Corazón.
Paola Agostino en París. |
Vean el video y disfrútenlo Ustedes también:
http://youtu.be/dY-RCEGq4Qs
Fuente: Fashion Click
REABRE EL NOTABLE EDIFICIO DE LA EMBAJADA DE FRANCIA
Patrimonio porteño
Estuvo en obra de restauración durante más de un año y la semana próxima podrá ser visitado por
el público. Fue una aristocrática mansión particular hasta que lo adquirió el Estado francés en 1939.
Silvia Gómezel público. Fue una aristocrática mansión particular hasta que lo adquirió el Estado francés en 1939.
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Después de más de un año de trabajos, y una
inversión de 5 millones de euros, el histórico edificio de la Embajada
de Francia, ubicado en el barrio de Retiro, recuperó todo su esplendor.
En un minucioso trabajo de restauración –encarado por especialistas
locales y franceses–, se recuperaron las fachadas, el mobiliario, la
entrada principal y los salones de recepción de este hôtel particulier
que perteneció a la familia Ortiz Basualdo. Y lo mejor es que los
vecinos de la Ciudad podrán ver toda la magnificencia de este edificio cuando la Embajada abra sus puertas al público en el marco de las Jornadas Europeas del Patrimonio y de la Semana Francesa en Buenos Aires (ver Cómo visitarla).
Ubicado
en una zona porteña con una gran riqueza patrimonial –a metros de los
palacios Pereda, Alzaga Unzué, Duhau, Casey y el Fernández Anchorena–,
el edificio fue diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater.
Se terminó de construir en 1918 y en 1925 fue utilizado como residencia
oficial del Principe de Gales, Edward de Windsor. En 1939 fue adquirido
por el gobierno francés y desde ese momento funciona como embajada.
Los
trabajos de restauración arrancaron en febrero de 2013 y fueron
comandados, entre otros especialistas, por el arquitecto argentino
Eduardo Carena. En ese momento el edificio lucía oscuro, producto de la
falta de mantenimiento y también de la polución: ubicado junto a la 9 de
Julio, recibe los residuos que genera el paso de miles de autos todos
los días. La última restauración se había realizado en los 80, pero fue
parcial, solo se arreglaron los techos y las cúpulas, que en ciertos
lugares dejaban colar el agua de las lluvias.
Ayer, en una
recorrida por el edificio, Marc Flattot –ministro consejero de la
Embajada– ofició de guía y dio detalles de la obra a Clarín: “En los salones se recuperaron las boiseries
, los dorados a la hoja en las paredes y las molduras. También el
mobiliario, las alfombras y los mármoles”, explicó. Además, se colocaron
obras de arte y muebles modernos.
El presupuesto de la obra
impacta: 5 millones de euros. Sin embargo, Flattot contó de qué forma se
realizó la operación económica para financiar los trabajos: por orden
del Estado francés, que desde 2009 viene impulsando una racionalización
de los activos inmobiliarios galos en el exterior, se puso a la venta lo
que era la residencia del embajador, en la localidad de Martínez. Fue
comprada por el poderoso empresario Alfredo Roman y con ese dinero no
solo se realizó la restauración, sino que “se compró una nueva vivienda
para el embajador –esta vez, un departamento sobre la avenida Figueroa
Alcorta– y además enviamos dinero a Francia”, contó el diplomático.
Esta
mansión privada, que fue usada como residencia solo durante 21 años,
posee cuatro plantas. En el subsuelo y la planta baja funcionan
mayormente los servicios. La Embajada tiene una nueva cocina profesional
para abastecer las recepciones y los banquetes que se realizan. De
hecho, a partir de esta reforma, comenzará a funcionar como sede de eventos privados y presentaciones,
que dejarán un ingreso de dinero que en buena parte será destinado al
mantenimiento del edificio. En la planta superior funcionan las oficinas
y los despachos, en donde trabajan 43 personas.
Pero es el
primer piso el que deslumbra a todos los que visitan la Embajada: una
sucesión de salones donde se confunden influencias francesas, inglesas y
escandinavas. Primero aparece a la vista el salón de invierno, con un
piso de mármol blanco y negro y con una boiserie que mezcla dos
estilos, tudor y gótico. Un gran ventanal mira ahora hacia la 9 de
Julio, pero antiguamente daba a los jardines de la casa, que
desaparecieron cuando se amplió la avenida. Luego continúa el gran
comedor que emula al del Palacio Real de Oslo; inspirado en el barroco
inglés y con una gran mesa que permite recibir a 24 personas. Lo sucede
el salón de música, con un estilo Luis XV: aquí vale la pena también
mirar hacia afuera, porque el salón es epicentro del edificio y permite
tener una panorámica de la avenida Alvear y el Palacio Pereda, sede de
la Embajada de Brasil.
Otro de los puntos altos del recorrido es
el salón de baile o salón dorado. Impactan la luminosidad de las arañas
de cristal –totalmente renovadas– y el gran panel central adornado por
una pintura alegórica. Aún queda por ver la increíble chimenea de
mármol de la biblioteca, con motivos del renacimiento italiano y la
cálida sala de billar.
Por dentro y por fuera, el palacio Ortiz Basualdo es una joya que vale la pena conocer.
Fuente: clarin.com
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