LA TORRE EIFFEL, ILUMINADA

Show de luces: Torre Eiffel

Por Paola Agostino

Oh la la Torre Eiffel, es la más visitada y admirada de Paris. Cada año millones de personas posan a sus pies para tomarse fotos con ella y esperan para ver el show de luces que brinda desde el Campo de Marte que la rodean con o sin picnic, hasta se venden vinos en el mismísimo lugar que tiene la mejor vista para disfrutar del espectáculo maravilloso y  una verdadera fiesta que ningún turista y hasta los parisinos no se quieren perder!
La Torre Eiffel tiene tres niveles. Desde los dos más altos se tienen vistas magníficas y se pueden apreciar muchas de las principales atracciones turísticas y monumentos de París, como el Arco de Triunfo, el Louvre, el Museo de Orsay, la Catedral de Notre Dame, la Basílica del Sagrado Corazón.
Paola Agostino en París.
Vean el video y disfrútenlo Ustedes también:


http://youtu.be/dY-RCEGq4Qs


Fuente: Fashion Click

REABRE EL NOTABLE EDIFICIO DE LA EMBAJADA DE FRANCIA

Patrimonio porteño

Estuvo en obra de restauración durante más de un año y la semana próxima podrá ser visitado por
el público. Fue una aristocrática mansión particular hasta que lo adquirió el Estado francés en 1939.

Silvia Gómez

Después de más de un año de trabajos, y una inversión de 5 millones de euros, el histórico edificio de la Embajada de Francia, ubicado en el barrio de Retiro, recuperó todo su esplendor. En un minucioso trabajo de restauración –encarado por especialistas locales y franceses–, se recuperaron las fachadas, el mobiliario, la entrada principal y los salones de recepción de este hôtel particulier que perteneció a la familia Ortiz Basualdo. Y lo mejor es que los vecinos de la Ciudad podrán ver toda la magnificencia de este edificio cuando la Embajada abra sus puertas al público en el marco de las Jornadas Europeas del Patrimonio y de la Semana Francesa en Buenos Aires (ver Cómo visitarla).
Ubicado en una zona porteña con una gran riqueza patrimonial –a metros de los palacios Pereda, Alzaga Unzué, Duhau, Casey y el Fernández Anchorena–, el edificio fue diseñado en 1912 por el arquitecto francés Paul Pater. Se terminó de construir en 1918 y en 1925 fue utilizado como residencia oficial del Principe de Gales, Edward de Windsor. En 1939 fue adquirido por el gobierno francés y desde ese momento funciona como embajada.
Los trabajos de restauración arrancaron en febrero de 2013 y fueron comandados, entre otros especialistas, por el arquitecto argentino Eduardo Carena. En ese momento el edificio lucía oscuro, producto de la falta de mantenimiento y también de la polución: ubicado junto a la 9 de Julio, recibe los residuos que genera el paso de miles de autos todos los días. La última restauración se había realizado en los 80, pero fue parcial, solo se arreglaron los techos y las cúpulas, que en ciertos lugares dejaban colar el agua de las lluvias.
Ayer, en una recorrida por el edificio, Marc Flattot –ministro consejero de la Embajada– ofició de guía y dio detalles de la obra a Clarín: “En los salones se recuperaron las boiseries , los dorados a la hoja en las paredes y las molduras. También el mobiliario, las alfombras y los mármoles”, explicó. Además, se colocaron obras de arte y muebles modernos.
El presupuesto de la obra impacta: 5 millones de euros. Sin embargo, Flattot contó de qué forma se realizó la operación económica para financiar los trabajos: por orden del Estado francés, que desde 2009 viene impulsando una racionalización de los activos inmobiliarios galos en el exterior, se puso a la venta lo que era la residencia del embajador, en la localidad de Martínez. Fue comprada por el poderoso empresario Alfredo Roman y con ese dinero no solo se realizó la restauración, sino que “se compró una nueva vivienda para el embajador –esta vez, un departamento sobre la avenida Figueroa Alcorta– y además enviamos dinero a Francia”, contó el diplomático.
Esta mansión privada, que fue usada como residencia solo durante 21 años, posee cuatro plantas. En el subsuelo y la planta baja funcionan mayormente los servicios. La Embajada tiene una nueva cocina profesional para abastecer las recepciones y los banquetes que se realizan. De hecho, a partir de esta reforma, comenzará a funcionar como sede de eventos privados y presentaciones, que dejarán un ingreso de dinero que en buena parte será destinado al mantenimiento del edificio. En la planta superior funcionan las oficinas y los despachos, en donde trabajan 43 personas.
Pero es el primer piso el que deslumbra a todos los que visitan la Embajada: una sucesión de salones donde se confunden influencias francesas, inglesas y escandinavas. Primero aparece a la vista el salón de invierno, con un piso de mármol blanco y negro y con una boiserie que mezcla dos estilos, tudor y gótico. Un gran ventanal mira ahora hacia la 9 de Julio, pero antiguamente daba a los jardines de la casa, que desaparecieron cuando se amplió la avenida. Luego continúa el gran comedor que emula al del Palacio Real de Oslo; inspirado en el barroco inglés y con una gran mesa que permite recibir a 24 personas. Lo sucede el salón de música, con un estilo Luis XV: aquí vale la pena también mirar hacia afuera, porque el salón es epicentro del edificio y permite tener una panorámica de la avenida Alvear y el Palacio Pereda, sede de la Embajada de Brasil.
Otro de los puntos altos del recorrido es el salón de baile o salón dorado. Impactan la luminosidad de las arañas de cristal –totalmente renovadas– y el gran panel central adornado por una pintura alegórica. Aún queda por ver la increíble chimenea de mármol de la biblioteca, con motivos del renacimiento italiano y la cálida sala de billar.
Por dentro y por fuera, el palacio Ortiz Basualdo es una joya que vale la pena conocer.

 
Fuente: clarin.com

FRANCIA:
¿PODRÍA PAGAR SU DEUDA VENDIENDO "LA MONA LISA"?

Con la venta de la emblemática "Gioconda" exhibida en el Museo del Louvre, el país podría pagar la mitad de su deuda nacional, de dos billones de dólares, aunque la ley lo prohibe.
La Mona Lisa, una atracción obligada en el Museo del Louvre Foto: Archivo
La Mona Lisa, una atracción obligada en el Museo del Louvre.


PARIS.- Si el gobierno francés quisiera vender la conocida obra maestra de Leonardo Da Vinci "La Gioconda" -también conocida como "La Mona Lisa"-, podría pagar la mitad de su deuda, según informó el portal France24.
La famosísima pintura fue adquirida por el rey Francisco I de Francia a principios del siglo XVI y, desde entonces, es propiedad del Estado Francés y actualmente se exhibe en el Museo del Louvre de París.




EL ÚLTIMO ADIÓS A GUSTAVO CERATI


Multitudinaria despedida del músico Gustavo Cerati, fallecido ayer tras cuatro años en coma. Un homenaje grupal, casi tribal, que los seguidores del músico realizaron en una ceremonia colectiva que se extendió a lo largo de todo el día y la noche. (María Eugenia Cerutti)
Multitudinaria despedida del músico Gustavo Cerati, fallecido ayer tras cuatro años en coma. Un homenaje grupal, casi tribal, que los seguidores del músico realizaron en una ceremonia colectiva que se extendió a lo largo de todo el día y la noche. Foto: María Eugenia Cerutti
La despedida del músico Gustavo Cerati, continúa en la Legislatura porteña donde, desde anoche, se desarrolla el velatorio con presencia de familiares, admiradores y amigos de quien fuera el líder de Soda Stereo. (Reuters)
La  despedida del músico Gustavo Cerati, continúa en la Legislatura porteña  donde, desde anoche, se desarrolla el velatorio con presencia de  familiares, admiradores y amigos de quien fuera el líder de Soda Stereo.  Foto: Reuters
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires abrió sus puertas para despedir a Gustavo Cerati. Un homenaje grupal, casi tribal, que los seguidores del músico realizaron en una ceremonia colectiva que se extendió a lo largo de toda la noche. (AP)
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires abrió sus puertas para despedir a Gustavo Cerati. Un homenaje grupal, casi tribal, que los seguidores del músico realizaron en una ceremonia colectiva que se extendió a lo largo de toda la noche. Foto: AP
Fans de Gustavo Cerati dejan sus mensajes de afecto y dolor en las cercanías de la clínica de la Ciudad de Buenos Aires en donde falleció el músico. (Maxi Failla)
Fans de Gustavo Cerati dejan sus mensajes de afecto y dolor en las cercanías de la clínica de la Ciudad de Buenos Aires en donde falleció el músico. Maxi Failla
Una multitud acompañó a la madre y a los hijos de Gustavo Cerati hasta la Chacarita en la despedida del icono y leyenda del rock latinoamericano. (Reuters)
Una multitud acompañó a la madre y a los hijos de Gustavo Cerati hasta la Chacarita en la despedida del icono y leyenda del rock latinoamericano. Reuters

Fuente: Clarín HD

LA OTRA USINA, LA QUE SÍ DA LUZ

Secreta Bs. As.
Similar a la del Arte, hoy espacio cultural, la Pérez Galdós aún genera energía eléctrica.

Por Eduardo Parise

 
No tiene la fama y el tamaño de su “hermana mayor”, la Usina Pedro de Mendoza que, a pocos metros, ocupa un cuarto de manzana. Sin embargo tiene su mismo origen: ambas son obras del arquitecto italiano Giovanni Chiogna, aquel hombre nacido en Trento que un día, como tantos compatriotas, se embarcó en Génova en el vapor Formosa y recaló en Buenos Aires para hacerle su aporte a la Ciudad. También tienen en común su pertenencia porque, desde principios del siglo pasado, las dos se mantienen firmes en el barrio de La Boca. Y aunque durante años tuvieron la misma misión, hoy están en caminos diferentes: una se convirtió en la Usina del Arte, un sitio para darle luz a la vida cultural; en cambio la otra, llamada Subestación Pérez Galdós, se recicló para seguir aportando energía.

La Subestación Pérez Galdós está justo detrás de la Usina del Arte, sobre la avenida que lleva el nombre de Benito Pérez Galdós (1843-1920), novelista, dramaturgo, cronista y político español, quien fuera miembro de la Real Academia Española y en 1912 nominado al Premio Nobel. El edificio, pensado por Chiogna y construido por la empresa Christiani y Nielsen, fue inaugurado en 1931, sobre un terreno de casi 1.500 metros cuadrados. En sus orígenes perteneció a la Compañía Italo Argentina de Electricidad y formó parte de la serie de edificios que el arquitecto italiano realizó para esa empresa. Fueron unos 200 y se convirtieron en la marca identificatoria de la CIAE.
Conocidos en algún momento como “los palacios de la luz”, todos eran edificios parecidos pero distintos y marcaron una nueva estética en lo que se refiere a construcciones industriales. Con un estilo que siguió los lineamientos del Románico lombardo, se parecen más a castillos que a galpones, ya que fueron construidos con basamentos de piedra y ladrillos a la vista. Y así quedaron como hitos estilísticos de la arquitectura industrial de Buenos Aires. Eso es lo que generó que muchos sean ahora considerados parte del Patrimonio Histórico de la Ciudad y quedaran protegidos por la Ley de Preservación Patrimonial.
Como la Subestación Pérez Galdós forma parte de esa historia es que ahora, respetando lo que marca la ley, fue recuperada para ser parte de la red de alta tensión de la empresa Edesur, que desde 1992 es la encargada de distribuir y comercializar un insumo vital como la electricidad en el sur de la Ciudad y en 12 partidos del Gran Buenos Aires. El trabajo hizo que no sólo se pusiera en valor el tradicional edificio que está detrás de la Usina del Arte, sino que también aumentará la potencia. Y además permitió que se instalaran dos nuevas salas de alta tensión con dos transformadores y el posterior desarrollo de su red de media tensión. Según estiman los técnicos, esta recuperación empezará a rendir sus frutos en un par de meses y beneficiará a más de 40 mil usuarios de San Telmo, La Boca, Barracas y Puerto Madero.
El edificio de la avenida Pérez Galdós 37 seguirá cumpliendo la función para la que fue pensado en el siglo pasado. Pero otros de aquellos “palacios de la luz” diseñados por Chiogna se mantendrán en pie con otra energía, aunque no tenga relación con la electricidad. Es el caso del que se conoció como Subusina Montevideo, en el barrio de Recoleta. Levantado en la calle Montevideo 919, fue construido en 1915 y desactivado en 1990. Sin embargo, en agosto de 1999 comenzó a ser remodelado respetando también sus líneas originales. Ahí, en esos cuatro pisos y su torre, se instaló el Museo del Holocausto que en Buenos Aires está destinado a mantener viva la memoria de lo que fue el genocidio del pueblo judío. Lo inauguraron el 25 de septiembre de 2000. Pero esa es otra historia.



Fuente: clarin.com

NOSTALGIA DEL BARRIO QUE HA CAMBIADO

Hoy abre una exposición de Aldo Sessa sobre La Boca

El fotógrafo registró la vida del barrio durante 50 años. En ese tiempo, son otros los edificios y los personajes



Fuente: clarin.com

CIEN AÑOS DE BIOY CASARES,
EXQUISITO MEMORIALISTA DE NUESTRA LITERATURA

Nació el 15 de septiembre de 1914
 
Fue Premio Cervantes, autor de ficciones fundamentales y dejó el legado de los diarios de su amistad con Borges.
Coincidencias del almanaque le tocaron a ABC. Contemporáneo de su gran amigo Jorge Luis Borges, maestro mayor de obras de la literatura argentina, su vida transcurrió al calor, y bajo la sombra, de esa figura enorme a pesar de haber creado él mismo una narrativa contundente con títulos imprescindibles – La invención de Morel, El sueño de los héroes y Dormir al sol. Y el centenario de su nacimiento continúa inmediatamente al de otra figura emblemática de las letras nacionales, Julio Cortázar, homenajeado hasta el vértigo.
Sin embargo, en la biografía de Adolfo Bioy Casares, nacido el 15 de setiembre de 1914 en la alcurnia de una familia de estancieros, y muerto el 8 de marzo de 1999, tan luego en el Día Internacional de la Mujer, con 84 años, al cabo de una vida dedicada con énfasis desmesurado a la literatura, se amontonan más datos de los que puedan acomodarse en una enciclopedia convencional. En desorden de aparición: en 1990 le otorgaron el Cervantes, máximo premio de las letras hispanoamericanas; tuvo dos seudónimos compartidos con Borges – H. Bustos Domecq, el más famoso– bajo el que sellaron algunos magistrales cuentos policiales. De hecho, en la imagen de esta página resuena la película Invasión, dirigida por Hugo Santiago y cuyo guión escribió con Borges.
Fue un artesano del género fantástico –en su obra cuentística, con títulos como “La trama celeste” y “El lado de la sombra”–, que transitó acompañado de fantasmas, monstruos e invenciones tridimensionales con una precisión narrativa cincelada hasta la perfección; en 1940 se casó con la hermana de la enfática Victoria Ocampo, Silvina, con quien mantuvo un matrimonio a toda prueba que no desbarrancó por las persistentes infidelidades de Bioy: los unía un amor más allá de las convenciones; tuvo una hija, Marta, que murió quince días después de Silvina en un accidente de tránsito en la avenida Las Heras, y un hijo, Fabián, al que reconoció cuando ya era un adulto. Justo él, que en sus Memorias publicadas en 1994 dijo ser “el último Bioy”, sembró las ramas de un árbol genealógico que desató grandes litigios judiciales.
No es la única zancadilla que le hizo el destino. En 2006 se publicó su Borges, esa obra monumental que reúne en 1600 páginas parte de sus diarios inéditos curados por el estudioso Daniel Martino. Ese volumen reveló a Bioy como un memorialista excepcional, más allá de las adhesiones y debates que surgieron a partir de la aparición del libro. No sólo es la cartografía de una amistad, con el diálogo que comenzó en 1931 en la casa de Victoria Ocampo y se prolongó por décadas, sino también un mapa de lecturas, autores, personajes y hechos que atravesaron las inquietudes y obsesiones de Borges y Bioy con una alta dosis de ironía, mordacidad y franqueza políticamente incorrectas. Esa proximidad confesional entre ambos se resume en una frase que encabeza muchas de las entradas en sus diarios y que ya ingresó en la mitología de la literatura argentina del siglo XX: “ Come en casa Borges ”, en verdad tomada de las Conversaciones con Goethe, de J.P. Eckermann.
Sería injusto e imprudente limitar el legado literario de Bioy a la estela de las olas arrebatadas que provocaron sus diarios (aunque aún hay miles de páginas inéditas). Sus Obras Completas comenzaron a reunirse a partir de 2012 en tres tomos, que publicó Emecé. Por estos días se están relanzando sus títulos en ediciones de bolsillo. El centenario también traerá la novedad de la exposición “El lado de la luz, Bioy fotógrafo”, que se inaugurará el 28 de setiembre en el Centro Cultural San Martín, donde los visitantes podrán aproximarse a esa faceta desconocida de Bioy, la de fotógrafo, con imágenes desconocidas y reveladoras tomadas por el escritor a su familia y a la crema cultural de Buenos Aires entre 1958 y 1971, las cuales serán reunidas en un catálogo. Los lectores podrán asomarse a parte de ese material y a fragmentos inéditos de sus cuadernos de fotógrafo, en los que reflexiona sobre este arte que lo apasionaba, en la edición especial que la Revista Ñ publica mañana.
Muchas de esas fotografías fueron tomadas en su departamento de Posadas 1650, en el barrio de Recoleta. Ese piso fue testigo de un desfile incesante de personalidades relevantes de la vida cultural argentina y hogar de Los que aman, odian (título de la novela que Bioy escribió junto con su esposa, Silvina).
Quizás para eso sirvan también los centenarios: para recuperar del olvido las imágenes, dichos y textos de un argentino exquisito, dandy seductor y narrador universal.

Últimos años en Recoleta: Bioy según su nieto Florencio

 
El autor de “La invención de Morel”, novelista, abuelo y casanova

Siempre cerca de La Biela. Adolfo Bioy Casares, de paseo con Florencio.
Siempre cerca de La Biela. Adolfo Bioy Casares, de paseo con Florencio.
Alejandra Rodríguez Ballester

Casado con Silvina Ocampo, amigo y colaborador de Borges, obsesivo y puntilloso escritor de diarios, en esa intimidad en la que día por medio Borges estaba a la mesa –“come en casa Borges”, según dice en su libro–, Adolfo Bioy Casares escribió un capítulo crucial de la literatura argentina. En 1954, luego de un paréntesis del 10 de julio al 24 de noviembre en el que se consigna: “Bioy Casares en Europa” , se puede leer, el 30 de noviembre: “Borges mira dormir a mi hija Marta (de cuatro meses y medio) y comenta: ‘Su actividad mental será superior a la de Oliverio Girondo, a la de Aristóteles’” . Borges era el padrino de Marta, cuyo nacimiento coincide con ese paréntesis en el Borges. Su madre biológica, María Teresa, amante de ABC, había viajado a Nueva York para tener a la niña, que luego sería adoptada en Francia por Silvina. De esa intimidad habla hoy con Clarín Florencio Basavilbaso Bioy, el nieto mayor de los escritores, quien se quedó con su abuelo tras las muertes de Silvina, a fines de 1993, y de su hija Marta, veinte días después, víctima de un accidente. Florencio cuenta cómo fue la vida con Bioy y Silvina y el tembladeral de intereses que se desató luego de la muerte de su abuelo.
“Vivimos juntos desde el 94 hasta el 99. Él era como un padre para mí. Papá se había separado muy joven de mamá. Teníamos una relación de hombre a hombre; para él, yo era como su sucesión. Como le gustaba tanto el campo me contaba las historias que había vivido desde chico. Jamás me retó, era muy difícil sacarlo de sus casillas”. Cercanía, afecto y complicidad por parte de Bioy es lo que recuerda el nieto de su etapa adolescente. “Él me apañaba y me cubría en todo, me enseñaba y explicaba. Cuando le dieron el Cervantes, le saqué el auto sin permiso y se lo llevó la Policía. Tenía tanta vergüenza que lo evitaba. Pero justo él se cayó, lo operaron y fui a visitarlo al sanatorio. Cuando me vio se mató de risa, me dijo ‘papanatas’, y me contó que él también le había robado el auto a su madre para ir al teatro a ver a las coristas. Estaba enamorado de una y apareció en el teatro con un ramo de flores. Ella lo sacó carpiendo y él quedó bastante dolido.” A los 16 años, Florencio se enteró de que Silvina no era su abuela biológica. “Eso me mató; fue la persona más importante en mi vida. Se la pasaba dibujándonos en retratos, enseñándonos piano, guitarra. Cuando hicieron el libro Árboles de Buenos Aires íbamos con ella y Aldo Sessa al Rosedal, a las plazas de la ciudad, y me explicaba sobre las plantas. Lo hacía con su magia, era como otra realidad, para ella los árboles tenían vida, sentían, pensaban, veía figuras donde nadie más las veía. Ella me inculcó el amor por la naturaleza y por las artes.” De la relación entre Silvina y Bioy dice que se veía “admiración y mucho amor”: “Se consultaban todo. Ella me dijo que cuando él hacía sus macanas, le recriminaba pero le decía: ‘yo sé que al final siempre volvés a mí porque soy la única a la que querés’. Ella sufría mucho por eso pero se autoconvencía de que por ese amor que había entre los dos nada los podía separar”.
Marta Bioy también supo de grande, cuenta Florencio, que Silvina no era su madre biológica sino esa señora algo altiva a quien llamaba “madrina”. “Tenían una relación muy tirante. Chocaban mucho con mi mamá, pasaban meses, años de no hablarse. Yo creo que ella sentía un abandono, para ella su madre era Silvina”. , María Teresa se casó pero no tuvo otros hijos. Y no dejó de reaparecer, tras la muerte de Marta y de Bioy. “Ella quería hacer creer que mi abuelo había estado enamorado sólo de ella. Lo que no hizo con su hija lo quiso hacer con nosotros. Creó conflictos. Prefiero no tener relación con ella si mi mamá no la tuvo. Los lugares uno se los gana en la vida”.
U n año antes de morir, Adolfo Bioy Casares reconoció a Fabián, el hijo que había tenido con otra de sus amantes, Josefina Demaría, y que llevó el apellido Ayerza durante casi toda su vida. Florencio dice que ni su abuelo ni su madre le habían hablado de Fabián, que lo supo por los abogados. Lo vio por primera vez seis meses antes de la muerte de Bioy. “Mi abuelo estaba internado, en el Otamendi. Estuve toda la tarde con él y de repente me dijo: ‘Ahora va a venir Fabián’, como preguntándome: ‘¿te querés quedar o te querés ir?’ Y le dije: ‘Buenísmo, dale, así lo conozco!’. Sonrió, lagrimeó, me agarró la mano y me dijo, ‘qué bueno’”.
De la relación con ese tío que surgió de repente, Florencio dice que fue “diplomática, buena,”. Fabián, quien murió en 2006, inició un juicio de colación por la división del campo que Bioy había donado a Marta en vida.
Tras la muerte de Silvina y Marta, ta mbién las ex amantes buscaron protagonismo. “Aparecieron la mamá de Fabián, María Teresa y cualquiera que hubiera tenido algo que ver con mi abuelo. Y él tenía el sí fácil”, recuerda el nieto. Los reclamos de Jovita, la empleada; los de la enfermera; la biblioteca, en manos de las dos familias, son otros nudos de esta saga. Pero más allá de ella, nuevos capítulos de la historia de la literatura esperan en los manuscritos todavía inéditos del gran memorialista que fue Bioy Casares, un tesoro que, a juzgar por el Borges, puede ser incalculable.

Fuente:clarin.com