MONUMENTOS QUE SON UNA PELÍCULA

En otra época servían para difundir ideologías. De eso hoy se ocupa la radio, el cine y la TV.
Por Miguel Jurado*

Desde que se crearon el cine y la televisión, los monumentos conmemorativos dejaron de tener sentido. Bueno, no es que “dejaron de tener sentido”, se empezaron a usar menos. Fijate la poca cantidad que se hicieron en las últimas décadas. En Buenos Aires, que es un verdadero museo de esculturas a cielo abierto, la mayoría de los monumentos se levantaron entre 1890 y 1940. Después, poco y nada.
No es casualidad. Me explica el profesor Juan Lázara, experto en el tema. “Hasta la llegada de las telecomunicaciones, las clases dirigentes se limitaban a las artes plásticas para difundir su ideología”, dice y empieza a contarme que antes, los monumentos eran tan populares como el estreno de una película. En 1911, 150 mil personas asistieron a la inauguración del monumento a Sarmiento, una escultura del francés Auguste Rodin –el Spielberg del momento–. “La Generación del 80 hacía su relato a través de los monumentos; después, el poder empezó a usar la radio, el cine y la televisión, formatos más efímeros pero más eficientes”, simplifica Lázara.
Vistos así, los monumentos eran una mezcla de manual escolar con película 3D congelada. El mismo Lázara explica la alegoría fílmica con un clásico romano: La Columna Trajana. “Ese enorme cilindro de 30 metros de alto fue levantado en el siglo II y tiene enrollada una suerte de película que describe la conquista de Dacia a manera de fotogramas en piedra”, grafica, para agregar que lo que antes hacía la escultura ahora lo hace un noticiero oficial.
Ahí nomás, el profesor pasa a describirme la película de San Martín en el monumento que tiene en Retiro, en la plaza que lleva su nombre. Fue el primero figurativo del país (1862), pero tardó casi medio siglo en terminarse, para lo que intervinieron dos escultores distintos. “El retrato de San Martín es del francés Louis-Joseph Daumás, en 1862”, explica Lázara. Alrededor de la estatua ecuestre, para 1910, el alemán Gustavo Eberlein colocó esculturas y relieves que cuentan momentos clave de la vida del Libertador, era como un Martin Scorsese de su época que contaba toda una historia de vida con imágenes más que elocuentes. “Ese monumento es un verdadero medio gráfico tridimensional que ilustra once episodios destacados de la Independencia”, me dice el profesor. Entiendo perfectamente, es como una de esas películas llenas de simbolismos en las que se mezclan los tiempos y los lugares pero al final se entiende todo. Arriba, San Martín a punto de lanzarse al ataque con su caballo, señalando con el dedo la dirección el objetivo. Más abajo, la alegoría de la guerra representada por el dios romano Marte, como siempre, medio desprovisto de ropa, con un cóndor entre sus piernas (¿?) y en alto una corona de laureles (la victoria).
En los vértices del monumento, cuatro alegorías de la vida de un soldado: “La partida” muestra los pertrechos cuando sale a pelear; “La batalla”, un soldado caído junto a otro que triunfante porta la bandera; “El regreso”, un soldado recibido por una mujer, alegoría del hogar y, por último, “La victoria”, una mujer alada, una especie de Victoria de Samotracia (pero con cabeza y brazos), que recibe al soldado con otra corona de laureles. Allí, el guerrero recién termina la lucha, su espada aún está desenvainada y entre sus pies hay una canasta que derrama unos frutos ¿Los de la victoria?
La película sigue, en la base hay relieves que describen el combate de San Lorenzo, las batallas de Chacabuco y Maipú, el Cruce de los Andes, la Independencia del Perú, la batalla de Salta y la toma de Montevideo. Un peliculón lleno de acción, escenas emotivas, suspenso y un final feliz… hasta casi tiene un desnudo: una lástima, es el de Marte, no el de Victoria.

* Editor Adjunto ARQ

Fuente: ARQ Clarín

LA NUEVA RICHMOND ESTÁ LISTA
PERO AÚN FALTA LA HABILITACIÓN

El bar notable de Florida al 400 cerró en 2011 y es inminente su reapertura
Será tienda deportiva con servicio de café. La Agencia de Control debe inspeccionarla
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Marquesina. Intacta, como la fachada. También debe preservar su valores patrimoniales. / JUANO TESONE
Marquesina. Intacta, como la fachada. También debe preservar su valores patrimoniales. / JUANO TESONE

Con todo ya preparado dentro del local, es inminente la reapertura de la Richmond de Florida 438, un clásico con la marquesina intacta pero que tendrá como rubro la venta de artículos de deportes multimarca, además de servicio de cafetería en el establecimiento. La inauguración debe pasar previamente por una inspección del Gobierno porteño para obtener la habilitación correspondiente.
Comenzará de este modo otro capítulo de la polémica despertada hace tres años por el cierre y venta de la tradicional confitería que supieron frecuentar los escritores del grupo Florida (Borges, Güiraldes, Girondo, Marechal y el inefable Macedonio Fernández, entre otros), pero también hacendados de la Sociedad Rural, cuya sede es lindera a la Richmond.
Y así la Agencia Gubernamental de Control de la Ciudad (AGC), que inspecciona entre otras cosas la regulaciones y habilitaciones de los comercios porteños, deberá corroborar que la nueva firma cumpla a rajatabla con la normativa vigente, sobre todo en lo respectivo al r ubro gastronómico, que está en el foco de la disputa por parte de las miradas más tradicionalistas.
La discusión por el cambio de rubro es de criterio patrimonial. Pese a que los antiguos dueños decidieron en su momento deshacerse del inmueble porque ya no les resultaba redituable y lo vendieron a una firma multimarca de artículos deportivos (Just For Sport), vecinos, defensores del patrimonio y políticos reclamaron contra el cierre y pidieron protección judicial para la fachada, el uso y el interior del lugar. De hecho, la Richmond, inaugurada en 1917, era Bar Notable y formaba parte de un listado de 600 edificios con guarda cultural. Pero desde 2011, cuando bajó la persiana, el local estaba en estado de abandono, sin ser un café pero tampoco otra cosa. Por cierto, el cambio de uso no está restringido por ninguna normativa para el comercio privado.
En estos días, los comerciantes de la peatonal, que han seguido de cerca los últimos trabajos de limpieza y colocación de estanterías que se hicieron, anticiparon que la apertura es inminente.
Las siglas de la empresa multideportiva ya conviven con la marquesina histórica. Además, el Ministerio de Cultura porteño hace tiempo impuso exigencias para que, quien se hiciera cargo del local, tenga presente el objetivo de que conserve sus joyas patrimoniales, como la boiserie y las arañas. La firma responsable del local, además, abrirá un bar en un sector.
Un caso con cierta similitud en cuanto al buen resultado del resguardo del valor patrimonial frente a un cambio de rubro comercial es el ex cine Grand Splendid, hoy librería El Ateneo, en Santa Fe casi Callao. El notable edificio de estilo Art Nouveau conserva para su nuevo uso no sólo el escenario, sino las molduras, herrajes y características “orgánicas” propias de esa corriente arquitectónica celebrada en todo el mundo.


Fuente: clarin.com

LA REDONDA. ÏCONO DE BELGRANO

La iglesia de la Inmaculada Concepción, en Juramento y Obligado, es la única circular en la Ciudad.
Por su forma, es la única iglesia con planta circular que hay en Buenos Aires. Y eso hizo que popularmente se la conozca como “la Redonda de Belgrano”. Pero la Iglesia Inmaculada Concepción que está en ese barrio tiene mucho más que esa curiosa singularidad: fue y es el símbolo de esa zona de Buenos Aires desde los tiempos en que aquellos parajes formaban parte de un pueblo vecino a la Ciudad, que hasta supo ser lugar de veraneo para algunas familias porteñas.
Su antecedente histórico fue la capilla que estaba en las actuales La Pampa y 11 de Septiembre, junto a la barranca. Pero hacia 1864, por el crecimiento demográfico de la zona, se pensó en construir una nueva iglesia. La piedra fundamental se colocó el domingo 23 de enero de 1865 y el pueblo lo festejó: aquel día, en el terreno de las actuales calles Vuelta de Obligado, Juramento, Cabildo y Echeverría, y en medio de las pilas de ladrillos que ya se habían acumulado para encarar la construcción, hubo “carne con cuero” como calificaron los cronistas a ese asado popular.
El proyecto era del arquitecto genovés Nicolás Canale (1807-1874) quien desde hacía una década vivía en Buenos Aires. La dirección de la obra quedaba a cargo de su hijo, José Canale (1833-1883), también arquitecto. Con ellos colaboraba un joven arquitecto que trabajaba en el estudio de los Canale. Se llamaba Juan Antonio Buschiazzo (1845-1917), también italiano. Era hijo de un “maestro mayor albañil” y había llegado a la Argentina a los 4 años. La familia se había radicado en el pueblo de Belgrano. Buschiazzo iba a ser el segundo arquitecto en recibirse en Buenos Aires y uno de los más importantes profesionales de esa especialidad. A la muerte de Nicolás Canale, ocurrida en 1874, Buschiazzo y José Canale se encargaron de continuar el proyecto de osado diseño, considerando la época en que se desarrollaba.
¿Cuál era aquel diseño audaz? Con marcada influencia renacentista, la iglesia llama la atención por su sentido simétrico y la fuerza visual, rematada por una gran bóveda (tiene 21 metros de diámetro) que enmarca el anillo central. La cúpula incluye una linterna superior para atrapar la luz del exterior. Tanto afuera como adentro, “la Redonda” cuenta con fuertes columnas para enaltecer la entrada principal y las dos laterales. El altar mayor se sostiene en una doble columna de ónix cuyo frente es un tablero de mármol blanco con un relieve que representa una réplica de La última cena , la famosa pintura de Leonardo Da Vinci. Por las vibraciones y ruidos, en 2007 hubo que hacer una profunda restauración.
Según los especialistas, la monumental obra denota la influencia que en el diseño de Canale tuvieron la Iglesia de la Gran Madre de Dios (está en Turín) y el Panteón de Roma, hecho entre los años 118 y 125 DC, sobre las ruinas del Panteón de Agripa. Para terminar la construcción en Belgrano fue clave la venta de los terrenos y la vieja capilla cercana a las barrancas. En el remate (se realizó en abril de 1875) se recaudaron 290.000 pesos y ese importe fue el empujón final para la obra, que estaba demorada por falta de fondos. Se inauguró el 8 de diciembre de 1878.
En antiguas fotos se puede ver lo desolado de la zona en aquellos tiempos. Sin embargo, en esas imágenes y junto a la iglesia, ya aparece el edificio del Watson’s Hotel con su vieja recova. Hoy es un centro comercial. Pero el lugar también tiene lo suyo: ese sitio es un escenario importante del Informe sobre ciegos , en el tercer capítulo de Sobre héroes y tumbas , la novela que Ernesto Sábato publicó en 1961. Allí, Fernando Vidal Olmos, uno de los personajes centrales, se adentra en los intrincados vericuetos de la secta siniestra a la que perseguía. Pero esa es otra historia.


Fuente: clarin.com

LOS INTEGRISTAS DE IRAK
DEMOLIERON UNA MEZQUITA MILENARIA

El avance ultraislámico
Son la banda de fanáticos que fundaron un califato. Dinamitaron un templo del siglo X.

Destrucción. Partes de la mezquita milenaria que la barbarie del grupo I.S. convirtió en escombros. / REUTER




























Destrucción. Partes de la mezquita milenaria que la barbarie del grupo I.S. convirtió en escombros. / REUTER

Destrucción. Partes de la mezquita milenaria que la barbarie del grupo I.S. convirtió en escombros. / REUTER
Destrucción. Partes de la mezquita milenaria que la barbarie del grupo I.S. convirtió en escombros. / REUTER


La banda ultraislámica que tomó partes de Irak e Irán y fundó un califato destruyó ayer una mezquita milenaria en la ciudad septentrional iraquí de Mosul. La Razón esgrimida para esta nueva barbarie es que el edificio estaba construido sobre la tumba de un profeta.
Los miembros de este grupo radical retiraron primero objetos destacados del interior de la mezquita, construida en el siglo X, y evacuaron a los vecinos de las casas cercanas al templo. A continuación, como hicieron los Taliban con las estatuas de Buda de Bamián, colocaron explosivos y los detonaron, causando la destrucción total del edificio histórico. Después pasaron una maquina aplanadora sobre los escombros. Estos integristas tomaron control de Mosul el pasado 10 de junio. En las tendencias islamistas más rígidas, se prohíbe la construcción de mezquitas sobre las tumbas de los santos, algo que consideran contradictorio al monoteísmo que estipula el islam.
Pero para esta organización, ese tipo de situaciones son un pretexto para amplificar su poder. Tras fundar su “califato” casi nada dejaron de hacer en un camino de barbarie: impusieron leyes ultraislámicas estrictas que limitaron la autonomía y la libertad de la gente, se lapidó a mujeres, cortaron las manos a supuestos ladrones y se crucificó a cristianos. 
Pero para esta organización, ese tipo de situaciones son un pretexto para amplificar su poder. Tras fundar su “califato” casi nada dejaron de hacer en un camino de barbarie: impusieron leyes ultraislámicas estrictas que limitaron la autonomía y la libertad de la gente, se lapidó a mujeres, cortaron las manos a supuestos ladrones y se crucificó a cristianos.


Pero para esta organización, ese tipo de situaciones son un pretexto para amplificar su poder. Tras fundar su “califato” casi nada dejaron de hacer en un camino de barbarie: impusieron leyes ultraislámicas estrictas que limitaron la autonomía y la libertad de la gente, se lapidó a mujeres, cortaron las manos a supuestos ladrones y se crucificó a cristianos.
El autodenominado Estado Islámico, también ha atacado varios monasterios e iglesias en el norte de Irak, principalmente en Mosul, la ciudad que han convertido en una especie de capital de la monarquía que instauraron.
Como parte de su programa para garantizarse el dominio pleno de la región, ahora dieron un ultimátum de sólo 48 horas a cinco grupos sunnitas (estos fundamentalistas integran esa rama mayoritaria del islam), que hasta ahora fueron aliados en la lucha contra el gobierno de Bagdad, para ponerse bajo sus órdenes o abandonar la región, informó ayer el portal de noticias Sumaria News.
Si no lo hacen, enfrentarán castigos, advirtió la organización que hace una semana le había dado también un ultimátum a los cristianos de Mosul para abandonar la ciudad antes de la mañana del sábado, convertirse al islam o pagar un impuesto oficial si no querían enfrentar la muerte. Ello hizo que todos los cristianos huyeran de la ciudad. El E.I. también trata a los musulmanes shiítas, la rama minoritaria pero que gobierna Irán, como “infieles” que deben ser ultimados.
El grupo más conocido afectado por esta medida son las milicias Naqshbandi, integradas por antiguos seguidores del tirano Saddam Hussein. Sin el apoyo de esos grupos, la organización no hubiera tenido la fuerza necesaria para avanzar dentro de Irak. Esta banda de fanáticos tampoco tolera en Siria la presencia de otros grupos sunitas opositores al gobierno de Bashar Al Assad.
Los islamistas aprovecharon el vacío de poder para avanzar hacia Bagdad y ya controlan amplias zonas del norte y noroeste de Irak. El jueves, el Parlamento eligió un nuevo presidente, el kurdo Fuad Massum.
Ahora el reto es elegir a un nuevo primer ministro que logre consolidar políticamente al país para enfrentar la amenaza de estas legiones de integristas.


Los Taliban y los colosos de Bamiyán




Antes de la guerra contra Estados Unidos, la milicia ultraislámica de los Taliban, dinamitó en Afganistán los dos colosos de Buda esculpidos en roca entre los siglos III y IV en la provincia central de Bamiyán. De las estatuas de 55 y 36,5 metros de altura, prácticamente no quedó nada. Lo hicieron con el argumento medieval de que no se debe adorar a dioses falsos.
Los colosos eran ejemplares únicos del fundador de la fe budista en posición de pie. Un funcionario de los Taliban había explicando que reconocían que las reliquias tenían importancia cultural, pero “su presencia en el Emirato Islámico (de Afganistán) iba contra los principios del Islam”.
Los voceros de aquel régimen que cayó después de la invasión norteamericana en 2001 tras el ataque a las torres gemelas. Washington culpó al millonario saudita Osama Bin Laden de esos atentados. El hombre se ocultaba en Afganistán y el régimen se negó a entregarlo, eso inicio la guerra considera la mas extensa que haya librado Norteamérica en toda su historia.
La decisión de destruir a los colosos de Bamiyán desató una oleada internacional de condenas. Varios países y museo habían expresaron su interés en adquirir las figuras para salvar el bagaje cultural afgano y evitar de ese modo su destrucción. Como esta sucediendo hoy en Irak, no fue posible.

Fuente: clarin.com

DE BRAZOS CRUZADOS FRENTE AL VANDALISMO

Por negligencia u omisión de las autoridades, y sin que haya reclamos desde la opinión pública, Buenos Aires pierde contínuamente valiosas piezas escultóricas y monumentales, bronces y ornamentos.
El Herakles Arquero de Antoine Bourdelle, mutilado.

“En el País de No Me Acuerdo”...

Por Germán Carvajal *

La escandalosa polémica en torno a la pretendida intención de restauración del Monumento a Cristóbal Colón, y su desplazamiento con destino todavía incierto, dista de ser un hecho aislado. Es sin duda un caso de inusual gravedad, dado que han sido las máximas autoridades nacionales y de la Ciudad quienes han propiciado y avalado el desguace de una obra de tanta importancia artística y simbólica.
Pero nuestros dirigentes por cierto no están solos a la hora de privar a Buenos Aires de su rico patrimonio artístico monumental. Un continuo vandalismo, tolerado por negligencia u omisión ,tanto por las autoridades como por la opinión pública, está convirtiendo el bronce de placas, ornamentos y esculturas en materia prima para la fabricación de tornillos y pomelas, sin prisa pero sin pausa.
Acongoja constatar que el Herakles Arquero de Antoine Boudelle, que se encuentra en la plaza. Dante ha sido muy recientemente, mutilado y despojado de la parte superior de su arco, que completaba su elegante diseño proyectándolo en altura.
Realizada en 1909, es la escultura más conocida del escultor Antoine Bourdelle, quien se formara en el taller de Auguste Rodin, el gran maestro e innovador de la escultura de su tiempo, autor del monumento a Sarmiento en nuestra ciudad, y de numerosas piezas que se exhiben en los Museos Nacionales de Bellas Artes y de Arte Decorativo.
La escultura representa uno de los doce trabajos de Herakles, en el que debe abatir los pájaros del Estínfalo. Otras copias del Herakles Arquero se exhiben en París , en el jardín del Musée de Egreville , en el Musée d’Orsay, el yeso original en el Musée Bourdelle, así como en el Metropolitan Museum en Nueva York, y en el Crow Center en la ciudad de Dallas.
Dos obras más de Bourdelle se encuentran ubicadas en las plazas contiguas: el muy importante monumento a Carlos de Alvear, remate de la avenida del Liberador, y el Centauro Agonizante en las inmediaciones del Museo Nacional de Bellas Artes.
A pocos metros de distancia en la Plaza Rubén Darío, otra importante escultura,
El Segador, tras perder hace ya algunos años el extremo de su guadaña, ha sido amputada últimamente del brazo derecho desde el hombro, así como de todo el resto de su guadaña que le quedaba. Obra de 1896, del escultor belga Constantin Meunier, constituía, junto con El Sembrador, que se ubica enfrente, y a corta distancia en la misma plaza, un conjunto de excepcional importancia artística en el patrimonio de Buenos Aires, instalado en 1931.
Considerado por Ernst Gombrich en su Historia del Arte “el mejor representante de la escultura realista”. Meunier “consigue sustituir a los dioses antiguos y a los burgueses por los nuevos héroes de la vida moderna, los proletarios”.
En 2010, la Galería Nacional de los Museos del Estado de Berlín readquirió en un remate en Christie’s “El Sembrador” de Meunier, considerado la obra más relevante del Modernismo Europeo, para ser exhibida en los jardines de la Kolonnadenhof, en la Isla de los Museos , en el corazón de Berlín. Estos antecedentes no han sido sin embargo bastantes para que el Ministerio de Cultura de nuestra Ciudad las incluyera en el plano del Paseo de las Esculturas instalado en esa plaza .
En Buenos Aires ambas mutilaciones han pasado completamente desapercibidas para la prensa y las autoridades, aunque distan de ser excepcionales: En la plaza Francia, el Monumento de Francia a la Argentina ha perdido una de las grandes placas en relieve que adornaban los cuatro costados de su pedestal, con escenas ilustrativas de la historia de ambos países.
Frente al Museo de Bellas Artes, el monumento a George Canning, ministro inglés , firmante del primer tratado internacional suscripto por las Provincias Unidas del Río de la Plata con una potencia extranjera, ha sido privado de una de sus manos y de dos placas que lo identificaban. En parques vecinos del Rosedal en Palermo, faltan las inscripciones en el monumento a Tiradentes, el héroe del Brasil, tan anónimo hoy como otras dos estatuas, retratos de personajes del siglo XVIII . Al igual que el que se encuentra en la escalinata del frente de la Facultad de Ingeniería, sobre Paseo Colón, sin identificación alguna.
Falta hace ya bastante tiempo, la figura femenina de bronce que presentaba una palma en el pedestal del monumento a Carlos Tejedor, sobre la avenida del Libertador Numerosos ornamentos y placas conmemorativas han sido sustraídas, perdiéndose con ellas información que hace a la memoria colectiva, nuestra historia y nuestra identidad, y a la historia del mundo al que pertenecemos y en el cual vivimos.
Se hace urgente tomar conciencia de la pérdida cultural y patrimonial que estos actos vandálicos conllevan, para denunciarlos, y llamar la atención pública sobre ellos, y para que las autoridades tomen medidas preventivas que eviten que esta situación continúe agravándose.
Instituciones como la Academia Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, y otras podrían hacer aportes para difundir los valores de nuestro patrimonio y generar conciencia sobre las pérdidas irreparables que se están produciendo como un goteo, incesante e inexorable.
“ En el País de Nomeacuerdo, doy dos pasitos y me pierdo”....señalaba, profética, María Elena Walsh.
El olvido de la Historia con sus efemérides, personajes intervinientes y representaciones destacables es una condena al extravío: ...“un pasito para atrás, y no doy ninguno más, porque yo ya me olvidé dónde puse el otro pie”

* El autor es arquitecto e interiorista.


NUESTRA OPINIÓN:


El Arquitecto Carvajal menciona en su nota que al Herakles Arquero de Bourdelle le amputaron la parte superior del arco, pero también le robaron la parte inferior. Publico al pie de mi comentario una foto que le saqué a El Segador cuando todavía estaba completo donde se puede constatar lo que digo.
Hace unos años, el Herakles Arquero había ya sido encontrado desamurado y removido de su base, a punto de ser cargado a un transporte con evidente intención de robarlo.
Fue restaurado en el M.O.A. y repuesto en su base. Buenos Aires es una de las siete ciudades privilegiadas del Mundo que tienen al Herakles Arquero de Bourdelle.
Cuando fui asesor del Ministerio de Ambiente y Espacio Público del Gobierno de la Ciudad sobre el tema específico de las obras de arte de los espacios públicos de la Ciudad, aconsejé hacer un convenio con la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación y guardar esta obra de Antoine Bourdelle en el Museo Nacional de Bellas Artes como para preservarla para las futuras generaciones.
Nunca se hizo nada de todo lo que propuse para poner en valor el importantísimo patrimonio escultórico de nuestra Ciudad y para parar los saqueos, robos y mutilaciones.
Desde los más altos estratos del poder, se dan siniestros ejemplos de lo que no hay que hacer con nuestras obras de arte.
Con sólo ver la barbaridad que se ha hecho al destruir el Monumento a Cristóbal Colón al modo de los Talibán, debería bastarnos como muestra de lo que puede la destrucción motivada por el revisionismo histérico.
He comentado el tema muy ampliamente desde que hace ya más de un año, desde que la primera grúa entró a la Plaza Colón para satisfacer el capricho chavista de la presidenta de la Nación. Denuncié desde entonces que con toda mala intención se lo estaba destruyendo al Monumento a Colón para fabricar el hecho consumado y que no se lo pudiera rearmar en ningún otro lado. Se adujo que era para restaurarlo cuando el PEN no tenía jurisdicción sobre el Monumento, que además ya había sido restaurado poco tiempo atrás y que, si realmente hubiera estado falto de restauración, lo menos indicado era moverlo como se lo movió, y menos aun con operarios no habituados al manejo de obras de arte.
Como dice el Arquitecto Carvajal en su nota, El Sembrador, que con El Segador integraba el brillante par de esculturas del belga Constantin Meunier de la Plaza Rubén Darío, ya había sido mutilado en una oportunidad anterior. En aquella oportunidad corrió con los costos de su restauración la m eritoria gente de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes. Esa vez, le habían amputado el mango de la guadaña. Ahora, no sólo se lo volvieron a amputar, sino que, además, le arrancaron el brazo derecho.
Agrega Carvajal que los antecedentes de El Segador no han sido bastantes como para que el Ministerio de Cultura de nuestra Ciudad lo incluyera en el plano del Paseo de las Esculturas instalado en esa plaza.
Ése es otro tema. Lo que se “vendió” como un proyecto cultural no era otra cosa que un hábil manejo de un galerista privado para instalar un enorme showroom de su galería de arte a cielo abierto en uno de los más lindos y transitados espacios públicos de la Ciudad. Por eso mismo, las esculturas preexistentes no figuraron en el plano del que llamaron “Paseo de las Esculturas”. Se estaba subvencionando con un espacio público a un comerciante privado que no lo necesitaba: era un proyecto comercial.
El mencionado "Paseo de las Esculturas" se conformó con 31 esculturas del escultor argentino contemporáneo Bastón Díaz metidas a presión en un lugar donde ya había otras siete esculturas y un diseño previo, haciendo lo que a todas luces fue una aberración visual. Aunque se lo ignoró, en el diseño previo, jugaban un papel capital las esculturas preexistentes, entre otras, El Sembrador y El Segador del belga Constantin –Emile Meunier, el "Homenaje a Canto a la Argentina de Rubén Darío" del argentino José Fioravanti, La Primavera de Leon Ernest Drivier, La Agonía del Centauro del gran Antoine Bourdelle y el monumento a Raoul Wallenberg.
A la «Familia de ciervos», el grupo escultórico del animalista francés Georges Gardet, 1863-1939, que está en Palermo, frente al Rosedal y al lado del Museo Sívori, también se le amputaron patas y cuernos varias veces y es permanentemente vandalizado con pinturas en aerosol, etc.
A un gran felino del Monumento de los Españoles, se le amputó su cola.
El “Monumento a España”, que fue inaugurado en 1937 como una manera de simbolizar la unión del pueblo argentino con el español y está en la Costanera Sur, le han sido salvajemente amputados brazos y piernas de bronce para fundirlos.
Los bustos de Pablo Neruda y de Gabriela Mistral, de la Plaza Chile, desaparecieron totalmente. Las placas de los monumentos que en esa misma Plaza, sobre Grand Bourg, recuerdan en semicírculo a los personajes ligados a las campañas sanmartinianas, fueron también robadas.
Otras obras, como el lindísimo bronce del chico que le robaba su pollito a una gallina que, toda encrespada defendía a su hijo, que estaba al lado del Círculo Militar, fue robada y vendida en un anticuario de los Estados Unidos, donde estaba exhibida en la vidriera con un cartel que decía "Perteneció a los espacios públicos de Buenos Aires".
Al Monumento a Sarmiento, hecho por Auguste Rodin, le robaron la lindísima placa muy Art Nouveau de estilo, también obra de Rodin que tenía al pie.
La lista es interminable.
El tema, como no reditúa votos, para los políticos no reviste ni el más mínimo interés.
Duele e indigna ver cómo se está rifando nuestro patrimonio alegremente.
Lo vengo advirtiendo hace años: es hora de hacer algo.
Antes de que no quede nada.

El Herakles Arquero de Antoine Bourdelle cuando todavía estaba completo.

BEATRIZ SARLO:
"BUENOS AIRES DEJÓ DE SER UNA CIUDAD MONOCÉNTRICA"

Entrevista

La ensayista acaba de reeditar su clásico Escenas de la vida posmoderna y se apresta a publicar un libro de viajes. Aquí, reflexiona sobre las transformaciones urbanas de las dos últimas décadas.
Beatriz Sarlo

Por Pablo Gianera / LA NACIÓN




Es probable que todo itinerario intelectual esté hecho de pasajes. Quien piensa y escribe puede dejar atrás uno y pasar a otro sin notarlo en el momento, y el cambio de ambiente, su estrechez o apertura, se revela retrospectivamente. Pero en otras ocasiones el pasaje se realiza con alguna deliberación, o llega, a veces a instancias de un tercero, en el momento justo. Es el caso de Beatriz Sarlo. En el prólogo a la reciente reedición de Escenas de la vida posmoderna se lee lo siguiente: "El paso de una bibliografía a las observaciones empíricas está lleno de vueltas, ensayos e incertidumbres. Para ver, no es suficiente con mirar; hay que preparar la mirada y, antes, reconocer el objeto, atribuirle su importancia".
La cita, especie de confesión o de programa, resulta significativa en más de un sentido. Por un lado, es evidente que los años de trabajo crítico de Sarlo prepararon su mirada para esa atribución de importancia a ciertos objetos; por el otro, el giro se produce justamente en Escenas de la vida posmoderna, un libro que vuelve ahora sin cambios, intacto, como cuando vio la luz en 1994. "Para mí la edición definitiva es la primera -observa Sarlo-. Creo que esa certidumbre la adquirí antes de escribir una página. Yo trabajaba en Eudeba y un día llegó Sabato para corregir en una edición de El túnel el monto de las limosnas. Mi historicismo quedó shockeado. Eso me definió." Escenas de la vida posmoderna, donde se descubría el shopping y los locales de videojuegos y la práctica del zapping, inaugura una relación entre mirada y crítica que se prolongará en Tiempo presente (2001), La ciudad vista (2009) y llegará al inminente Viajes. De la Amazonia a las Malvinas. Con él, Sarlo hizo su pasaje de una Buenos Aires leída -la Buenos Aires, por ejemplo, de Una modernidad periférica (1988)- a una Buenos Aires vista, y es por lo tanto una especie de punto de giro. "Es cierto. Yo tuve la sensación equivocada -y subrayo equivocada- de que el libro anterior, La imaginación técnica, completaba un tríptico que habían empezado El imperio de los sentimientos y Una modernidad periférica. Ese último libro abordaba el impacto que habían tenido las nuevas tecnologías sobre las escrituras. Yo pensé que ya estaba. La imaginación técnica es un libro hecho con muchísimas fuentes. Escribí también el libro de Borges. Pensé que con eso ya había pagado mi tardío tributo a la vida académica. -Son todos libros de puertas adentro.
-Sí, totalmente. Libros de puertas adentro de mi casa y de puertas adentro de las bibliotecas. Entonces sentí como una especie de liberación equivocada. Y entonces sucedió lo que sucede cuando algún editor tiene una buena idea. A Ricardo Ibarlucía se le ocurrió que yo podía escribir un libro sobre posmodernidad e intelectuales. De algún modo, yo venía mirando la ciudad desde hacía tiempo. Por otra parte, había que hacer de la necesidad virtud, porque existía muy poca bibliografía sobre el tema. No había una masa y la poca que había es la que aparece mencionada. Fue un libro escrito con una enorme confianza en mí misma, una confianza de la que ahora carezco: no creo que pudiera volver a escribir una página con la confianza con la que yo escribí esas páginas durante un verano en Córdoba. Esa escritura rápida no se puede inventar ni buscar. La persona que escribe está suelta. Efectivamente, es un libro sin libros que abrió toda una línea de trabajo que incluye también las notas que hice para la revista Viva.
-Una primera sorpresa debe de haber sido la manera en la que Escenas de la vida posmoderna fue recibido. Podían verse entonces ejemplares en los exhibidores de los supermercados y de los bares de las estaciones de servicio. Una especie de best seller inesperado.
-Cuando salió Escenas..., Elvio Vitali, de la librería Gandhi, me dijo: "Me voy a cansar de vender tu libro". Algo sorprendente para alguien como yo, que tenía una circulación en una estricta minoría académica. Fue un libro para las necesidades de aquella época, de hace veinte años, que son muy distintas de las actuales. Hoy un libro como ése no podría pegar de ninguna manera. Basta mirar la lista actual de best sellers.
-¿Pero es que no apareció otro libro así o que cambiaron por completo las condiciones de lectura y circulación?
-Las condiciones cambiaron. Era imposible entonces que, como pasa ahora, en una lista de best sellers figuraran en el género ensayo dos libros de autoayuda. A lo mejor era un momento en que había otras expectativas acerca de los libros. Pensá que Escenas... es un libro que se vuelve progresivamente más difícil a medida que avanza.
-En cuanto a la primera parte del libro, la ciudad que aparece ahí no es sin duda la ciudad actual. Sin embargo, da la impresión de que la ciudad actual es una radicalización de la ciudad que aparece en Escenas..., mientras que la ciudad de Escenas... no era pensable antes. Dicho de otra manera: esa ciudad tiene más que ver con la actual que con la de principios de la década de 1980.
-Absolutamente. No se me había ocurrido la palabra pero es efectivamente eso: una radicalización. Yo tuve la suerte de ver el momento en que eso se estaba produciendo. A lo mejor, el libro habría sido otro escrito dos años antes, y también cuatro años después. Entonces había un solo shopping, y todavía no se había generalizado como un modo de circulación de la mercancía. Tuve suerte. Es algo que aconteció. Era todo muy raro. Imaginate que en ese momento una revista quiso sacarme una foto en un local de videojuegos y nos lo impidieron. Fijate el cambio en veinte años. ¡Hoy no se puede impedir una foto en ninguna parte!
-La imagen de Alto Palermo como una cápsula despegada de la ciudad, pero a la vez con un margen en el que circulan aquellos que no entran, hace acordar más bien a lo que es ahora el Abasto Shopping.
-Abasto tiene en realidad un rasgo muy no-shopping, que es un gran hall central en el que no hace falta consumir, ahí donde se reunieron en una época los emos y los floggers. Es algo que queda del viejo edificio. Todo lo demás ha sido brutalmente transformado. Las bóvedas del Abasto, aun desde el tercer piso, son muy difíciles de ver. Pero Abasto concita afuera y adentro una especie de plaza pública que no te obliga a gastar. Y fue curioso cómo funcionó esa ágora cuando funcionaba allí el Bafici. Un lugar muy hogareño.
-Desde hace unos años se habla de la presunta "latinoamericanización" de Buenos Aires, como si la ciudad fuera pareciéndose más a otras ciudades de América Latina, Lima por ejemplo, y perdiera un poco ese perfil más europeo de la primera mitad del siglo XX. A esto habría que agregar que el centro ya no funciona como un núcleo de atracción y la circulación está más dividida. ¿Está de acuerdo con esa idea?
-La palabra "latinoamericanizar" es incómoda, porque uno podría decir que Buenos Aires se "latinoamericanizó" porque es mucho más pobre, o en todo caso, porque los pobres son más visibles en la medida en que son titulares de más derechos. Al margen de eso, efectivamente Buenos Aires era una ciudad monocéntrica y, por otro lado, excepto en algunos barrios muy autoabastecidos como podría ser Belgrano, la gente se desplazaba al centro donde estaban los cines, los teatros, los restaurantes. Hoy no es en absoluto monocéntrica. Hubo una decadencia del centro histórico que ya es total. Y han aparecido otros centros con fuertes marcas de clase. Ya no es como decía Borges, que cruzás Rivadavia y entrás en otro mundo; acá cruzás Santa Fe y entrás en otro mundo. O Córdoba, para no exagerar. La ciudad se corrió ocho cuadras hacia el norte y creció más allí y hacia el este. De ahí surgieron otros centros autosuficientes. Para mi generación, esos otros centros son lugares desconocidos.
-¿Qué causas podrían alegarse para explicar la decadencia del centro de la ciudad?
-Pensemos solamente en el grado en que el sector social que se congregaba en el bar La Paz migró a Palermo. Yo voy a La Paz y no veo a nadie del perfil social de hace veinte años. Creo que pasaron tres cosas. Una fue una movida exitosa de los años ochenta que provino de la sociedad civil, que fueron los Sensibles de Palermo. Al principio todos tuvimos una posición irónica frente a esos vecinos que pintaban sus casas y ponían macetas en la vereda. Esa movida de la sociedad civil empezó un fuerte reacondicionamiento de ese barrio. Es probable que los Sensibles de Palermo hayan vendido ya y vivan en casas mejores en otros barrios. Conozco varios casos. Fue como una señal de la sociedad a los que después inciden en el diseño de la ciudad y la planifican. Por otro lado, el experimento capitalista exitoso que fue Puerto Madero. Copiado y desnaturalizado de Barcelona, pero exitoso. En tercer lugar, yo mencionaría también un cambio en las capas medias, que se modernizaron culturalmente de un modo aceleradísimo. Empezaron a buscar barrios culturales, que es lo que visitaban cuando iban de paseo a Europa. Se dieron cuenta de que era bonito vivir en barrios culturales.
-Visto así, Palermo sería como el equivalente porteño de Le Marais parisino.
-Podría ser como Le Marais, sí. Salvo porque Le Marais tuvo una fuerte intervención del Estado, como sucede en Francia. Viene también de Renzo Piano. Acá fue más bien una mezcla de voluntad cultural, especulación inmobiliaria y ausencia del Estado.
-En Escenas de la vida posmoderna no llega a hablarse nada de las redes sociales y del modo en que ellas, sobre todo Facebook, modificaron la relación con los productos culturales.
-Para saber cuánto impacta eso, habría que hacer un estudio cuantitativo. De lo que sí podría hablarse es de la creciente importancia de los usos imaginarios de la cultura; así como ha crecido la pulsión por el consumo real de mercancías reales, lo ha hecho el consumo imaginario de productos culturales. Eso ya es algo: sentirme vinculado con un acontecimiento sólo porque sé que está sucediendo. Ciudades imaginarias. ¿Por qué no?
-En la última parte de Escenas... hay una serie de perfiles de artistas, las "instantánteas", que funcionan como casos de una manera general de entender el arte. ¿Siguen siendo válidos esos casos o habría que pensar todo de nuevo con otros nombres?
-Yo diría que sobreviven, porque eran muy representativos, pero en un reducto minoritario, aunque ahora no tanto en el caso específico de Eduardo Stupía, pero eso está ligado al mercado del arte. Yo no sé, por ejemplo, si hoy sería posible una movida tan rigurosa y atractiva como fue Diario de Poesía. Entonces era todavía una revista de elite, en un momento en que se podía poner un afiche callejero y desbordar. Hoy no podría desbordar. Ahora bien, creo que queda un sector resistente, y cuando digo "resistente", estoy sugiriendo también que puede tener el destino de la desaparición como acontecimiento cultural.
-¿No podría pensarse también en esos términos la experiencia de Punto de Vista?
-Sí, también desbordó, y eso hoy sería absolutamente imposible. Actualmente, Punto de Vista causaría impaciencia. No puede ser hoy. Uno puede decirlo con un tono nostálgico, realista o cínico, pero hoy no puede ser.
-¿Cuál es la singularidad de Viajes. De la Amazonia a las Malvinas?
-Fue un ejercicio de punto de vista. Yo quise reconstruir el caso de las personas que mirábamos y que no sabíamos bien qué era lo que mirábamos. Y después quise meter una serie de datos duros en un relato con personajes que no entienden qué están haciendo ni qué les está pasando. Son como el Cándido de Voltaire. Andan por el mundo sin entender demasiado. Por supuesto, no en el caso del viaje a Malvinas, naturalmente.
-¿El viaje a Malvinas estuvo en el origen del libro?
-Arranca con los primeros viajeros que yo conocí, que fueron inmigrantes, que son realmente viajeros. E incluye una teoría del viaje, por supuesto. En realidad, el libro ya estaba haciéndose antes del viaje que hice a Malvinas para una cobertura periodística. Otros casos fueron distintos. Sobre una etnia amazónica no había prácticamente bibliografía y yo fui a Harvard porque sabía que, al acceder a tesis de licenciatura, iba a informarme y a saber dónde había estado yo, a partir de recuerdos de curas, antropólogos e incluso de Vargas Llosa que, para La casa verde, le pasó por el costado. Pero al mismo tiempo, no quería perder la idea de algunos que andan por el mundo, creyendo que entienden todo y sin entender nada.
 

Escenas de la vida posmoderna

Beatriz Sarlo Siglo XXI
 
Publicado por primera vez en 1994, Escenas de la vida posmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en la Argentina cerró un período en el trabajo académico de la autora y, al mismo tiempo, abrió otro, más de puertas afuera, marcado por la atenta observación de las transformaciones y los fenómenos urbanos.
 

Viajes. De la Amazonia a las Malvinas

Beatriz Sarlo Seix Barral
 
Si bien paseó siempre su mirada por el mundo, Beatriz Sarlo no había publicado todavía un libro de viajes. Aquí la autora tienta una primera forma de la autobiografía a partir de los recuerdos de los viajes escuchados y de los propios viajes de juventud, de la selva amazónica a las minas de Oruro, pasando por Jujuy y la modernidad extrema de Brasilia. El libro, que sale en agosto, se cierra con el relato de su reciente visita a Malvinas.
 
Fuente: adn Cultura La Nación

TIENE 11 AÑOS Y RECAUDÓ MÁS DE TRES MILLONES DE DÓLARES CON SUS PINTURAS

Las obras del inglés Kieron Williamson se venden en minutos.

En su última exposición, por estos días, le compraron 40 obras por 683.000 dólares
"Ganado en St. Benet's".

"Ganado en St. Benet's".

Kieron Williamson es un artista plástico que vive en Northfolk, una zona no demasiado urbana del este de Inglaterra. Es un artista plástico que el año pasado vendió 23 pinturas por un total de 413 mil dólares en unos 20 minutos y que, con ese último tirón, llegó a recaudar 2,56 millones de dólares con sus obras, paisajes inspirados en la costa del Mar del Norte de la que es vecino o en larguísimos verdes sin ninguna ciudad que los interrumpa. Un artista plástico que por estos días, en su novena exposición, vendió cuarenta obras por unas 683 mil dólares y para alcanzar ese número le hicieron falta sólo algunas horas. Un artista plástico que -preparen la cara de sorpresa- tiene once años.
Por su corta edad y por su inspiración en paisajes abiertos, diarios británicos como The Guardian o el Daily Mail llaman “Mini-Monet” a Kieron, que cuando no pinta juega al fútbol: lo del atril empezó cuando tenía unos cinco años; lo del fútbol, antes. Y en eso va su vida: ya no va a la escuela, sino que estudia en su casa para no perder tiempo que le puede dedicar a sus pinturas en el taller que tiene justo al lado de la cocina en la que vive con su familia.
En su primera exhibición, a los siete años, Kieron vendió su trabajo por 256 mil dólares en algunos minutos y al año siguiente, cuando tenía 8, ya había recaudado el dinero necesario como para comprar la casa de campo de sus padres. Sin embargo, y aunque hoy una de sus obras puede venderse por unas 85 mil libras dólares en promedio, los festejos son austeros: cuando expuso en 2011 y juntó 170 mil dólares en diez minutos, decidió que toda la familia pasaría por un restorán de comida china para llevar, y a casa. No vaya a ser cosa que el chico termine siendo un malcriado.