Una familia pide $ 1,5 millones por lo que queda de la monumental estructura de hierro creada para la exposición internacional de París; las columnas y las vigas están en un campo de Merlo
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El imponente Pabellón Argentino que participó de la Exposición Universal de París en 1889. Foto: Archivo |
Hace dos meses, un inusual producto empezó a venderse por Internet: los restos del Pabellón Argentino en la Exposición Universal de París
de 1889. La estructura, que formó parte de la feria mundial en la que
la Argentina se mostró al mundo junto a la Torre Eiffel a fines del
siglo XIX, y que fue declarada Bien Cultural de la Ciudad por la
Legislatura porteña en 2009, está compuesta por 16 columnas de 9 metros
de alto, ocho cabriadas y doce vigas de entrepiso. Según sus vendedores,
representa un tercio del pabellón original. Hoy se puede conseguir, con
un clic, a $ 1.500.000 en Mercado Libre.
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Pabellón Argentino en la Exposición Universal de París de 1889. Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
Sus propietarios,
herederos de Isidro Solana, el último dueño, que instaló la estructura
en el fondo de su casa en Mataderos, explicaron a LA NACIÓN que
decidieron ponerla en venta "para cerrar un ciclo de la historia". Es
que, antes de llegar a sus manos, había pasado por un ajetreado periplo
de 125 años.
En 1889, el pabellón se mostró en todo su esplendor
en París con sus vitrales, sus cúpulas y lámparas eléctricas que lo
mantenían iluminado durante la noche. Después de la exposición, se lo
desmontó y se lo trajo a Buenos Aires, donde fue sede de la Exposición
Internacional del Centenario de la Revolución de Mayo y, luego, del
Museo Nacional de Bellas Artes.
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En 1894 se demuelen los cuarteles de Retiro y se coloca allí el Pabellón Argentino. Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
En 1933 se lo remató como
chatarra. Cuando, en 1947, Solana compró una propiedad sobre la calle
Andalgalá al 1400, en Mataderos, los hierros ya estaban apilados allí.
Él los ensambló y les colocó un techo de postes de lapacho y chapas bajo
el que funcionaron una fábrica de carruajes y un taller hasta años
antes de su muerte, en 1997.
"Desde
entonces la intención fue venderlo -explicó una de sus hijas, que pidió
no publicar su nombre-, aunque para eso teníamos que estar seguros de
su valor. Mi papá siempre pensó que había sido un cuartel de los
Granaderos que había funcionado en la plaza San Martín. Pero después de
investigar en archivos, bibliotecas y hemerotecas, con mi hermano
descubrimos que era parte del Pabellón de París." Visitaron a un
anticuario ya fallecido de apellido Bonamassa, en el barrio de San
Telmo, quien estimó el valor de la estructura en 600.000 dólares.
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Frente superior del Pabellón. Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
A
partir de entonces, se sucedieron ofertas a particulares, entidades
públicas y privadas, pero ninguna prosperó. Según contó la hija de
Solana, funcionarios del gobierno porteño mostraron su interés por
comprar la estructura en 1998, aunque la operación no se concretó.
Relató que también se la ofrecieron al Museo Nacional de Bellas Artes,
pero no recibieron respuesta, y que incluso le enviaron una carta a la
presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
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La construcción despertó el interés del público ya que se trataba de un
edificio muy moderno. Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
"Le contamos la
historia del pabellón y que visitamos un museo en Trevelin en el que
está el diploma ganador al mejor trigo del mundo en 1889, trigo de la
Patagonia. La mandamos hace dos o tres años a Balcarce 50, no sé si se
la habrán hecho llegar", recordó.
Los festejos del Bicentenario
reactivaron la intención de vender los restos. "Vimos que el gobierno de
San Luis había hecho una réplica impresionante del Cabildo y pensamos
que tal vez les podría interesar. Les llevamos una carpeta con toda la
información, pero no pasó nada más", relató la hija de Solana. "Después
leímos que Francisco de Narváez había comprado una biblioteca de Perón
en una subasta millonaria y le escribimos un mail, pero nos respondió
muy amablemente que no estaba interesado", agregó.
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El Pabellón, el Plaza Hotel, todo muy desolado. Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
En agosto de
2002, los terrenos de la calle Andalgalá al 1400 se vendieron, la
estructura se desarmó y hoy hay construidos unos dúplex. Según asegura
uno de los nietos de Solana, los hierros se encuentran en un campo en
Pontevedra, partido de Merlo, en la provincia de Buenos Aires.
"Elegimos
difundir la venta por Internet porque es lo más visto", explicó el
joven, que es usuario activo del sitio Mercado Libre desde hace casi
diez años. Hasta el momento, admitió, no recibieron ninguna oferta. "Es
un bien con un triple valor: por su antigüedad, su conservación y su
material, ya que las columnas llevan un sello de origen de Anzin,
Francia", opinó la hija de Solana.
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Se
observa la iglesia Santísimo Sacramento y en el centro del predio el
monumento a San Martín Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar
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"Da nostalgia venderlo. Mi papá
estaba tan orgulloso y trabajó como loco para armarlo con sus propias
manos, pero no sé qué podríamos hacer con él. Sería un sueño que lo
volvieran a armar para eventos o exposiciones, o que algún privado lo
compre para instalarlo al aire libre. Tal vez algún empresario como Alan
Faena, aunque no sabemos cómo llegar a él", agregó.
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La
muestra del Bellas Artes en la exposición del Centenario se montó en la
Plaza San Martín frente al Hotel Plaza
Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
UN PERIPLO DE 125 AÑOS
1889
El
Pabellón Argentino se armó en París. Luego, en Buenos Aires, fue sede
de la exposición por el centenario de la Revolución de Mayo
2014
Tras
ser rematada como chatarra en 1933, los restos fueron hallados en una
casa de Mataderos. Hoy, permanecen en un campo de Pontevedra, Merlo.
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El Pabellón Argentino en la Plaza San Martín Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar
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Detalle de “La Argentina”, obra de Jean Dominique Hugues colocada al frente de Pabellón Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar |
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En la actualidad el grupo escultórico se encuentra en la Escuela Técnica Raggio Foto: www.arcondebuenosaires.com.ar
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Opinión
Un viaje de París a Mataderos
Por Daniel Balmaceda / Para LA NACIÓN
En
1888, el escritor Eugenio Cambacéres fue el encargado de resolver una
misión complicada en París. Al año siguiente se llevaría a cabo la
Exposición Universal conmemorativa del centenario de la Revolución
Francesa. Cambaceres logró convencer a los franceses para que la
Argentina armara un pabellón independiente del resto de las naciones
latinoamericanas. También consiguió que fuera instalado al pie de la
flamante torre Eiffel, símbolo de la exposición.
Se presentaron 27
diseños que debían cumplir con un requisito: que la obra fuera
desmontable para poder llevarla a Buenos Aires, una vez finalizada la
exhibición. El arquitecto francés Albert Ballu ganó el concurso con el
proyecto de una mole de hierro y vidrio que alcanzaba los 23 metros de
altura, exhibía cinco cúpulas y presentaba cuatro figuras aladas que
coronaban las torres de sus vértices. Los elogios al Pabellón Argentino
se propagaron desde el día en que se inauguró la exposición. El
presidente francés Sadi Carnot, lo visitó. Su anfitrión fue el
vicepresidente de la Nación, Carlos Pellegrini.
El transporte a
Buenos Aires fue traumático. Una tormenta obligó a deshacerse de lastre y
la cuarta parte del pabellón fue devorada por el Atlántico. El resto
fue ubicado en la Sociedad Rural de Palermo, en 1891, hasta que se
decidió su emplazamiento en Plaza San Martín, de Retiro. Se completó el
armado en 1894, aunque no se le había encontrado una función específica.
Recién en 1898, cuando esa plaza fue escenario de una gran exposición
nacional, se consideró convertirlo en teatro. La idea quedó a mitad de
camino y en 1910, el año del Centenario, fue la sede de la Exposición de
Bellas Artes. Su éxito fue tal que la estructura fue convertida en el
Museo Nacional de Bellas Artes.
Fue desarmado en 1933. Los
vitraux, las mayólicas y las estructuras metálicas fueron a un depósito
municipal. Las figuras aladas adornaron cuatro rincones de Buenos Aires.
En la década siguiente, parte del esqueleto se vendió como chatarra.
Hace quince años, la historiadora Josefina del Solar contó que se había
topado con fragmentos en el fondo de una casa en Mataderos. ¡Qué hubiera
sido de la torre Eiffel si nos la hubieran enviado!.
Fuente: lanacion.com