Fotografía
facilitada por el Ministerio Egipcio de Antigüedades del sarcófago de
una momia de hace unos 3.600 años descubierto por expertos españoles en
la ciudad de Luxor. El descubrimiento fue hecho específicamente en las
excavaciones del sector norte de la necrópolis de Tebas, en el patio delantero en la tumba de Yehuti, quien fuera el supervisor de las
arcas de la reina Hatshepsut (1482-1502 aC).
Los jardines verticales están de moda. Cómo una pared revestida de especies vegetales puede terminar en algo poético.
QUIA BRANLEY MUSEUM. Este museo de Jean Nouvel en París fue uno de los que alimentó esta tendencia.
Por MIGUEL JURADO *
Eso de ponerle plantas a los frentes nunca me gustó demasiado. Será por eso que decía el famoso arquitecto Frank Lloyd Wright: “Un médico puede enterrar sus errores pero un arquitecto apenas puede aconsejar a sus clientes que planten una enredadera”. Al polémico autor del espiralado Museo Guggenheim de Nueva York le encantaba mostrar que los fracasos de los doctores son menos visibles que los de los arquitectos y, de paso, condenó a las paredes vegetales al mero papel de manotazo de ahogado para tapar lo que no tiene arreglo. Sin embargo, en los 70 años que pasaron desde que Wright era palabra santa en la arquitectura, las paredes verdes se volvieron una moda. No es que estén por todas partes, o que sean más famosas que las ahora famosas terrazas verdes, pero dale tiempo y van a tapizar el mundo. La culpa es del francés Franck Blanc que hace unas décadas desarrolló un muro vegetal para el museo de Quai Branly de París. Después lo llamaron para el Caixa Forum de Madrid y siguieron otros encargos que lo volvieron en el botánico más famoso de la arquitectura. Pero ojo, el francés había empezado a poner plantas en las paredes mucho antes. Es más, según él mismo dice su primer jardín vertical lo hizo en su cuarto, cuando tenía 18 años. El experimento de Blanc logró imitadores en todos lados, y también en Buenos Aires. Por ejemplo, se puede ver un intento de jardín vertical en los costados de la autopista 25 de Mayo, cuando se conecta con la 9 de Julio, a la altura de San Juan. El Gobierno porteño hizo poner unos tubos de plástico para que crezcan plantas y tapen los paredones de los costados. Más o menos está funcionando. Pero lo más científico en materia de jardines verticales porteños se puede ver en un edificio de la calle Bulnes, entre Las Heras y Cabello. Allí, los arquitectos María Cobelo y Federico Aja Espil se mandaron una pared verde de 6 pisos. Atenti que no hicieron cualquiera. Tuvieron que investigar bastante y la solución final fue una estructura que separa lo verde de la pared de ladrillos, sobre el armazón clavaron un fieltro plástico con bolsillos, los llenaron de tierra y pusieron los plantines. Un sistema de riego automático y las plantas adecuadas dio por resultado un verdadero tapiz vegetal. El tema de las plantas no es una pavada, al mismísimo Blanc, con más de 300 jardines verticales en su haber, la pifió en la Caixa de Madrid y tuvo que replantar la medianera. Su próximo desafío es un jardín vertical de 160 metros en una torre de Sidney, Australia. La audacia vegetal no es patrimonio exclusivo de Blanc, en 2004, el argentino Emilio Ambasz donó un proyecto súper verde para ampliar el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el MAMBA, el que está en avenida San Juan al 300. Bueno, la ampliación se hizo pero la idea de Ambasz, que incluía hacer una especie de gran edificio botánico, no pudo ser. Claro, el famoso arquitecto que vive entre Europa y los Estados Unidos no se dio por vencido: acaba de donar el proyecto para construir un museo de arquitectura en Madrid, justamente a pocas cuadras de la Caixa de Blanc ¿Y que creés? El proyecto promete dos enormes paredes con plantas. Ambasz no es un improvisado, hace 20 años construyó un centro cultural en Japón con un jardín en cascada sobre los techos aterrazados de sus 15 pisos. Para ser sinceros, eso de agregarle verdura a un edificio no es gran cosa, de tanto en tanto resucita la idea de fusionar arquitectura y naturaleza y todo se vuelve verde. Pero hacer un jardín vertical es otra cosa. Para Blanc, su invento no tiene límites: “En lugar de no ser nada, o un lugar para grafitis, una pared pasa a transformarse en algo poético”, dice, y tiene razón. Ahora mismo lo estoy pensando para salvar el castigado frente de mi casa.
ESTRELLAS DEL PASADO LA POPULARIDAD EN TIEMPOS DE LOS PRÓCERES
Dulce Liberal de Martínez de Hoz
Daniel Balmaceda
Siempre
bien dispuesto a acumular millas náuticas, en abril de 1926 el inquieto
Aarón Anchorena ocupó un camarote del vapor Andes en el puerto de
Buenos Aires. Viajaba a Europa, con previa escala en Río de Janeiro.
París prometía el reencuentro con amigos, diversión y algo de locura,
porque eran los locos años 20 que buscaban dejar atrás la pesadilla de
la Gran Guerra Mundial.
El primer tramo del viaje transcurrió sin novedad. Pero
en Río abordó Dulce Liberal. Joven viuda del poderoso empresario
periodístico Joao de Souza Lage, carioca de 25 años y facciones
perfectas, brilló en la elegantísima primera clase del Andes. Durante la
travesía, Aarón y Dulce se hicieron buenos amigos. Él le prometió
introducirla en la cerrada sociedad parisiense y presentarle amistades.
Así fue como al poco tiempo la llamó al hotel y la invitó a participar
de una comida que se realizaría en 10 días. Ella aceptó y él partió a
Londres en viaje relámpago.
La segunda parte de esta historia transcurrió en el
tren a Londres. Aarón se encontró con Eduardo Martínez de Hoz y,
mientras atravesaban la campiña francesa, le contó acerca de la monísima
brasileña a quien había conocido en el vapor y "que acaba de quitarse
el luto". Quería que su amigo la conociera.
La noche de las presentaciones tuvo lugar en el Château
de Madrid, en el Bois de Boulogne. A la comida asistieron, además de
Anchorena, Martínez de Hoz y Dulce; Enrique, el hermano de la belleza
carioca; María Magdalena Bengolea de Sánchez Elía (también llamada
Nenette, argentina nacida en París, descendiente de Juan de Garay y
nieta de Ezequiel Ramos Mexía) y Zelmira Paz (viuda de Alberto Gainza e
hija de José C. Paz, el fundador de La Prensa y constructor del Palacio
Paz, en Retiro).
Eduardo Martínez de Hoz se sentó junto a Dulce Liberal,
quien lució un vestido de crêpe blanco de Chanel, marcando una evidente
finalización del luto. Martínez de Hoz le dijo que tenía mucha
curiosidad por conocerla, después de que Aarón le hablara de ella.
Conversaron toda la noche. Al día siguiente el caballero visitó a su
hermanastro Lucio Ocampo y le confesó: "Acabo de conocer a una joven que
desempeñará un papel importante en mi vida". Lucio se lo contó a Elisa
Casal de González Moreno, quien completó el círculo invitando a Dulce a
tomar el té y, luego de ponderar las virtudes del galán, le advirtió:
"No te hagas la interesante".
En París empezaron a enamorarse. Cada mañana, Dulce
recibía un ramo de flores enviado por Eduardo. Todas las noches comían
juntos con los amigos. Después de nueve meses de haber sido presentados,
se casaron. La ceremonia tuvo lugar el 16 de febrero de 1927 en la
capilla de Notre Dame de Passy, en París.
Dulce conquistó a Martínez de Hoz y a París. Luego
vivieron en Ascochinga, pero la huella que la dama dejara en Francia no
se disipó. En 1960, durante un viaje del presidente Arturo Frondizi a
Europa, el diario Le Figaro de París publicó una crónica sobre la visita
y mencionó a Dulce Liberal diciendo que "Brasil nos ha dado a la más
bella de las argentinas".
El Libertador. En 1862 se convirtió en el primer
monumento ecuestre de la Ciudad. En 1910 sufrió reformas y cambió de
orientación. / JUAN MANUEL FOGLIA
Por Eduardo Parise
Lo colocaron allí en junio de 1862, pero la inauguración oficial fue
el 13 de julio de ese año. Es decir que, en unos meses, cumplirá nada
menos que 152 años en ese lugar. Todavía no habían pasado doce años de
la muerte del homenajeado y de esa forma en Buenos Aires se instalaba el
primer monumento ecuestre, dedicado a un prócer fundamental en la
historia argentina y continental: José de San Martín.
Por supuesto
que la elección del lugar tampoco fue una casualidad. En 1812, en esa
zona de Retiro conocida como el Campo de Marte, el regimiento de
Granaderos a Caballo había hecho sus primeros movimientos de instrucción
militar y entrenamiento antes de iniciar la campaña libertadora. La
estatua fue colocada sobre un pedestal de mármol italiano que había
llegado al país a finales de 1861. Los cajones con la obra fueron
desembarcados en la misma zona en marzo de 1862. Y, según cuentan los
historiadores, fueron subidos por la barranca de la calle Arenales con
varias yuntas de caballos percherones.
La estatua (pesa tres
toneladas y media) es del escultor y medallista francés Louis Joseph
Daumas (1801-1887), un especialista en el diseño de este tipo de obras.
Lo curioso del caso es que la elección de este artista surgió porque en
1856, en Chile, se pensó en hacer monumentos a los próceres de su
independencia. La propuesta, lógicamente, incluyó a San Martín. Ante
esta situación, la Municipalidad de Buenos Aires también le encomendó a
una comisión de vecinos de Retiro un doble trabajo: encargar la obra y
adecuar el lugar en el que sería emplazada. Como los chilenos habían
elegido a Daumas, también a él se le encargó la estatua para la Ciudad.
A
diferencia de la que hizo para Chile (está en el Paseo de La Alameda,
en Santiago) la de Buenos Aires tiene a San Martín con el brazo derecho
señalando el camino a la gloria (en la del país trasandino porta una
bandera, también creada por el prócer) y la cola del caballo flotando en
el aire. Se había pensado en incluir una espada sostenida por el brazo
derecho. Pero el artista estimó que esa arma podía considerarse como
símbolo de un elemento de dominación y no la colocó.
En 1909, con
los festejos por el Primer Centenario de la Revolución de Mayo a la
vista, se decidió que aquel monumento debía ser mejorado. Entonces, le
encargaron al famoso escultor alemán Gustave Eberlein (1847-1926) que
embelleciera la obra de Daumas. Eberlein aceptó el trabajo y empezó a
hacerlo en su país. Para complementar a la estatua ecuestre se pensó en
realizar unos frisos con grupos alegóricos y bajorrelieves que
recordaran a los ejércitos de la lucha por la independencia y a la
campaña libertadora. La obra original de Eberlein recibió retoques
porque tenía algunos errores. Por ejemplo: los soldados llevaban
uniformes como los que usaban los ejércitos de Napoleón.
La nueva
inauguración, con el pedestal de granito rojo pulido, se realizó el 27
de mayo de 1910. Y en esa remodelación se aprovechó para darle a la
estatua una nueva orientación. Antes San Martín señalaba hacia el Este;
después, se colocó como está actualmente, marcando el Noroeste, más
acorde con la Cordillera y con el Alto Perú. Y a propósito de cambios,
recién en 1878 la plaza había recibido su denominación actual. En ese
año, al recordarse el centenario del nacimiento del gran libertador, se
decidió que el lugar se rebautizara como Plaza San Martín, en lugar de
Paseo de Marte. Claro que no todas fueron luces para la estatua. En
diciembre de 1864, a dos años de su inauguración, una brutal explosión
sacudió el lugar. Fue cuando estalló el polvorín de los antiguos
cuarteles de Retiro. Aquello fue una tragedia porque los escombros
aplastaron a los soldados del Regimiento de Artillería que justo
llegaban de realizar unas maniobras en la zona de Recoleta. Pero esa es
otra historia.
El Salón del Libro de París tendrá, el mes próximo, una novedad que reunirá, sin tiempo, pero en un mismo espacio, a Victoria Ocampo y a Jorge Luis Borges.
El volumen titulado Diálogo con Borges es una reedición aumentada con materiales inéditos por Sur, la editorial que timonea Juan Javier Negri, presidente de la Fundación Sur. El libro contendrá nuevos documentos y cartas hasta ahora inéditos.
Publicado en los años 60 por la propia mecenas argentina, el volumen contenía un rico intercambio con el autor de El Aleph, a partir de un recurso interesante que Ocampo aplicó: en distintos encuentros le mostró a Borges fotos de sus ancestros británicos y criollos, obteniendo una narración apasionante que conforma un retrato fresco y a su vez profundo del argentino más universal. De allí que la nueva edición contenga información adicional surgida de aquellas grabaciones que Victoria hizo con Borges sobre sus antepasados.
La edición que se presentará en París tiene además otra sorpresa: serán dos libros en lugar de uno. Un volumen en castellano, el otro en francés.
Textos inéditos y fotos desconocidas hasta ahora son parte de los nuevos volúmenes que verá nla luz próximamente. Para ello, dice Negri a Clarín, “estamos trabajando contrarreloj”. Una de las dificultades la ofrece el cúmulo de imágenes antiguas y borrosas, un obstáculo que se está resolviendo en estos días.
Entre la correspondencia que Ocampo y Borges intercambiaron hay muchas que Victoria mantuvo con Leonor Acevedo de Borges, una vez q el autor de El libro de los seres imaginarios perdió la visión.
Una perla entre esas cartas es la versión de la propia Victoria Ocampo sobre la pelea a los gritos que tuvo con el escritor José “Pepe” Bianco, quien durante un cuarto de siglo fue secretario de redacción de la revista Sur. Aquella memorable discusión, que mantuvo alejados durante un tiempo a ambos y terminó en reconciliación hacia finales de los años 60, nació al calor de la revolución cubana.
Por primera vez, la entrañable amistad y gustos culturales comunes entre Ocampo y Bianco se vieron interrumpidos por un motivo político: un viaje de Bianco a Cuba como jurado del Premio Casa de las Américas.
En varias cartas, Leonor Acevedo le agradeció a Victoria los esfuerzos realizados por ésta en la difusión de la obra de su hijo Jorge Luis Borges, tanto en Europa como en Estados Unidos.
Negri comparte la reflexión que María Esther Vázquez en su biografía sobre el autor de Ficciones, en el sentido de que no siempre Borges fue agradecido con los esfuerzos de Victoria Ocampo. De todos modos, destaca que “Cuando en 1979 Victoria murió, Borges escribió sobre ella uno de los más bellos textos que se hayan publicado.” Otro interesante texto, localizado en una biblioteca francesa y traducido al español, es un prólogo que Victoria Ocampo escribió para Cahiers de L’Herne, en un número que fue un homenaje a la literatura latinoamericana. Borges fue el primer escritor cuya obra fue reconocida por la muy importante revista francesa.
El volumen Diálogo con Borges tendrá entre 150 y 200 páginas, dos ediciones en español y francés respectivamente y una presentación especial a cargo de María Kodama, que se llevará a cabo en el Salón del Libro de París en marzo próximo.
Victoria Ocampo sostenía con amigos y colaboradores de la Revista Sur una correspondencia frecuente, así como la tenía con algunas de sus hermanas. Eran tiempos en que todo aquello que tuviera un valor testimonial se volcaba en cartas, una forma de comunicación hoy prácticamente extinguida.
SANTA CRUZ.- Los primeros jesuitas que llegaron a este lejano rincón del Oriente boliviano
vieron que las viviendas de los indígenas tenían puertas tan pequeñas
que bautizaron a toda la comarca con el nombre de Chiquitos.
El padre José de Arce y el hermano Antonio de Rivas
pisaron por primera vez estas selvas a fines de 1691. En vez de armas,
traían instrumentos de música; sus experiencias en Perú y Paraguay les
habían enseñado que el lenguaje de las flautas, los violines o las
cítaras facilitaban la comunicación con los naturales del nuevo mundo.
Pero aquellos primeros misioneros nunca pudieron imaginar la manera como
los pueblos chiquitanos se apropiarían de aquellos instrumentos y de la música
que acarreaban desde Europa, incorporándolos y adaptándolos a su propia
cultura. Al extremo de que cuatro siglos después se puede decir que la
Chiquitania (o Chiquitanía: se acentúa de las dos maneras) es una de las
regiones más melómanas del mundo, donde la música barroca sigue tan
viva y actual como en el siglo XVIII, matizada y coloreada de sabor
local por unas comunidades cuya idiosincrasia concilia, de manera
admirable, lo tradicional y lo moderno, lo artístico y lo práctico, el
español y la lengua aborigen.
Esto ha sido para mí lo más sorprendente en este
recorrido de pocos días por la vasta región que separa la ciudad de
Santa Cruz de la frontera brasileña: descubrir que, aquí, a diferencia
de otros lugares de América donde florecían importantes culturas
aborígenes, los 76 años de evangelización -hasta 1767, cuando la
expulsión de los jesuitas- habían dejado una huella muy profunda, que
seguía fecundando de manera visible a aquellas comunidades a los que los
antiguos misioneros ayudaron a integrarse, a defenderse de las
incursiones de los "bandeirantes" paulistas que venían a cazar esclavos,
y a modernizar y enriquecer, con aportes occidentales, sus costumbres,
sus creencias, su arte y, sobre todo, su música.
A partir de 1972 comenzó la rehabilitación de los
templos de Concepción, San Javier, San Ignacio, Santa Ana, Santiago y
San José -son los que visité pero entiendo que hay otros- con sus
preciosos retablos barrocos, sus gallardos campanarios, sus tallas,
frescos y enormes columnas de madera, sus órganos y sus recargados
púlpitos. La labor que llevaron a cabo el arquitecto suizo Hans Roth,
quien dedicaría treinta años de su vida a esta tarea, y sus
colaboradores, ha sido extraordinaria. Las iglesias, bellas, sencillas y
elegantes no son museos, testimonios de un pasado escindido para
siempre del presente, sino pruebas palpables de que, en Chiquitania,
aquella antigua historia sigue vivificando el presente.
No sólo la música que venía de allende los ríos y los
mares impregnó y pasó a ser parte indivisible de la cultura chiquitana;
también el cristianismo llegó a constituir la esencia de una
espiritualidad que en todos estos siglos se ha conservado y ha sido el
aglutinante primordial de unas comunidades que manifiestan su fe
volcándose masivamente a todos los oficios, con sus caciques, cabildos y
"mamas" al frente, bailando, cantando (¡a veces en latín!) y cuidando
los lugares y objetos de culto con celo infatigable. A diferencia de lo
que ocurre en el resto de América Latina y el mundo, donde la religión
parece ocupar cada vez menos la vida de la gente y el laicismo avanza
incontenible, aquí sigue presidiendo la vida y es, como en la Europa
medieval, el medio ambiente en el que los seres humanos nacen, viven y
mueren. Pero sería injusto considerar que esto ha mantenido a los
chiquitanos detenidos en el tiempo; la modernidad está también en estas
aldeas, por doquier: en los colegios, en sus talleres, artesanías, las
técnicas para trabajar la tierra, la radio, la televisión, los celulares
e Internet. Y principalmente en la destreza con niños y jóvenes
aprenden en las escuelas de música locales a tocar el contrabajo, la
guitarra o el violín, tan bien como la tambora y la flauta
tradicionales.
En los años en que el arquitecto Hans Roth trabajó aquí
fue encontrando más de cinco mil partituras de música barroca que,
luego de la expulsión de los jesuitas, los chiquitanos preservaron en
polvorientos arcones o cajas que languidecían entre las ruinas en que se
convirtieron sus iglesias. Todo ese riquísimo acervo está ahora,
clasificado, digitalizado y defendido con aire acondicionado en el
Archivo de Concepción, donde, desde hace muchos años, un religioso
polaco, el padre Piotr Nawrot, los estudia y publica en volúmenes
cuidadosamente anotados que son, al mismo tiempo, una minuciosa relación
de la manera como la música barroca arraigó en la cultura chiquitana.
Las melodías y composiciones que contenían aquellas
partituras venidas del fondo de los siglos se escuchan ahora en todas
las aldeas de la región, interpretadas por orquestas y coros de niños,
jóvenes y adultos que las tocan y entonan con la misma desenvoltura con
que bailan sus danzas ancestrales, añadiéndoles una convicción y una
alegría emocionantes. Creyentes o agnósticos sienten un extraño e
intenso cosquilleo en el cuerpo cuando, en las estrelladas y cálidas
noches de la selva cruceña, donde todavía quedan jaguares, pumas,
caimanes y serpientes, advierten que Vivaldi, Corelli, Bach, Chaikovsky,
además de italianos, alemanes o rusos, también son chiquitanos, pues
las grandes creaciones artísticas no tienen nacionalidad, pertenecen a
quien la ama, las adopta y expresa a través de ellas sus sufrimientos,
anhelos y alegrías. Varios de estos jóvenes han obtenido becas y
estudian ahora en Buenos Aires, Madrid, París, Viena, Berlín.
Hay una abundante bibliografía sobre las misiones
jesuíticas en Bolivia, donde, parece evidente, el esfuerzo misionero fue
mucho más hondo y duradero que en el Paraguay o Brasil. Para
comprobarlo nada mejor que el libro de Mariano Baptista Gumucio, "Las
misiones jesuíticas de Moxos y Chiquitos. Una utopía cristiana en el
Oriente boliviano". Es un resumen bien documentado y mejor escrito de
esta extraordinaria aventura: cómo, en un rincón de Sudamérica, el
encuentro entre los europeos y habitantes prehispánicos, en vez de
caracterizarse por la violencia y la crueldad, sirvió para atenuar las
duras servidumbres de que estaba hecha allí la vida, para humanizarla y
dotar a la cultura más débil de ideas, formas, técnicas, creencias, que
la robustecieron a la vez que modernizaron.
Baptista Gumucio no es ingenuo y señala con claridad
los aspectos discutibles e intolerables del régimen que los jesuitas
impusieron en las reducciones donde la vida cotidiana transcurría dentro
de un sistema rígido, en el que el indígena era tratado como menor de
edad. Pero, señala, con mucha razón, que ese sistema, comparado con el
que reinaba en los Andes, donde los indios morían como moscas en las
minas, o en Brasil, donde los indígenas raptados por los "bandeirantes"
eran vendidos como esclavos, era infinitamente menos injusto y al menos
permitía la supervivencia de los individuos y de sus culturas. Una de
las disposiciones más fecundas, en las misiones, fue la obligación
impuesta a los misioneros de aprender las lenguas nativas para
evangelizar en ellas a los aborígenes. De esta manera nació el
chiquitano, pues, antes, las tribus de la zona hablaban dialectos
diferentes y apenas podían comunicarse entre ellas.
Ningún país que, como muchos latinoamericanos, tiene en
su seno culturas distintas, una moderna, poderosa y occidentalizada, y
otra u otras más primitivas, ha sido capaz de establecer un modelo que
permita a estas últimas desarrollarse y modernizarse sin perder los
rasgos que la constituyen: sus costumbres, sus creencias, sus lenguas,
sus mitos. En todos los casos -los más flagrantes son los de Estados
Unidos, Japón y la India- el desarrollo ha significado la absorción -y a
veces la extinción- de la más débil por la más poderosa, la occidental.
Desde luego que hay una injusticia terrible en estos procesos; pero
ninguna sociedad ha sido capaz todavía de establecer un sistema en el
que una cultura pequeña y antigua puede acceder a la modernidad sin
renunciar a esa suma de factores materiales y espirituales que la
definen y diferencian de las otras. En América Latina, donde el problema
se vive dramáticamente por lo menos en media docena de países, tenemos
la obligación de encontrar un modelo en el que aquel acto de justicia
sea posible en términos prácticos. ¿Dónde buscar ejemplos que nos
orienten? En las aldeas chiquitanas hay enseñanzas provechosas para
quienes quieren ver y oír. Las mujeres y los hombres de esta tierra no
han perdido eso que se llama la "identidad", tienen vivo su idioma, sus
danzas, sus atuendos; y sus costumbres y creencias han ido evolucionando
de modo que pueden participar de las oportunidades de la vida moderna,
sin dejar de ser lo que fueron, lo que siguen siendo en ese marco
multicultural que son Bolivia y todos los pueblos andinos. Visitar la
Chiquitania muestra a los visitantes que Beethoven y los taquiraris, o
la silueta del jaguar y los arpegios de una cítara, pueden entenderse,
coexistir y transubstanciarse. Eso han hecho los chiquitanos y por eso
hay que aplaudirlos e imitarlos. Fuente: lanacion.com
Se cumplen hoy 140 años desde que Patricio Peralta Ramos fundara la ciudad de Mar del Plata el 10 de febrero de 1874.
Es increible todo lo que ha crecido la ciudad en ese tiempo y todo lo que ha ido pasando y a diario pasa en ella desde entonces.
Justamente por éso, por todo lo que ocurre en ella desde el punto de vista social, económico, turístico y cultural, Mar del Plata muy merecidamente se ha ganado un lugar entre las más importantes ciudades balnearias de América y del Mundo.
Tuvo un pasado grande, tiene un presente muy rico y variado y su futuro es muy promisorio, con infinitas posibilidades.
Mar del Plata ya es mayor de edad y se mantiene muy joven y actualizada.
Y es una muy linda ciudad no sólo para veranear, sino para vivir y trabajar en ella durante todo el año.
La cantidad de atractivos que tiene en las cuatro estaciones la consagran sin ningún tipo de lugar a dudas como uno de los destinos turísticos preferidos por los argentinos.
Todo nació hace poco más de 140 años cuando en la mente inquieta de ese creador que se llamó Patricio Peralta Ramos empezó a rondar cada vez con mayor insistencia la idea de fundar una población dentro de los campos que le pertenecían.
En esas ideas iniciales, fundadoras, se originó esta gran realidad actual que es la Mar del Plata de hoy.
¡Muy felices 140 años, Mar del Plata!
EL MONUMENTO QUE RECUERDA AL FUNDADOR DE LA CIUDAD DE MAR DEL PLATA EL 10 de FEBRERO de 1874, PATRICIO PERALTA RAMOS. ESTÁ EN LA PLAZA COLÓN, ENFRENTE MISMO AL CASINO.
PATRICIO PERALTA RAMOS, UN VISIONARIO. LE VIÓ PROPIEDADES ESPECIALES AL CLIMA DE LA ZONA Y FUE QUIEN DIJO QUE LA GENTE QUE VIVIERA EN ESA ZONA SERÍA FELIZ. JUAN DE GARAY, AL NAVEGARLA EN EL SIGLO XVI, HABÍA DICHO QUE ERA ÉSA UNA GALANA COSTA.
EL MONUMENTO A PATRICIO PERALTA RAMOS A CONTRALUZ.
LA CAPILLA SANTA CECILIA, ERIGIDA POR PATRICIO PERALTA RAMOS EN RECUERDO DE SU MUJER, CECILIA ROBLES DE PERALTA RAMOS, EN 1873. FUE LA PRIMERA CONSTRUCCIÓN RELIGIOSA DE LA INCIPIENTE POBLACIÓN Y FUE DECLARADA MONUMENTO HISTÓRICO NACIONAL EN 1971 PORQUE EL AGRIMENSOR CHAPEAUROUGE TOMÓ SU FRENTE COMO REFERENCIA PARA TRAZAR LA CUADRÍCULA DE LA CIUDAD.
LA PRIMERA MUNICIPALIDAD, EL 1ro. DE ENERO DE 1881. MÁS ATRÁS, EN LA LOMA, SE VE LA CAPILLA SANTA CECILIA.
TRAZADO URBANO DISEÑADO POR EL INGENIERO CARLOS DE CHAPEAUROUGE
RAMBLA LA PERLA - 1930.
RAMBLA BRISTOL - 1930
RAMBLA BRISTOL, 1935. DE IZQ. A DER., JOSEFINA DORADO, ADOLFO BIOY CASARES, VICTORIA OCAMPO Y JORGE LUIS BORGES.
RAMBLA BRISTOL
PUBLICIDAD DE VENTA DE LOTES EN EL BARRIO LOS TRONCOS.
RAMBLA VIEJA.
HOTEL DEL MAR - 1935
UNO DE LOS CÉLEBRES LOBOS MARINOS HECHOS POR EL ESCULTOR ARGENTINO JOSÉ FIORAVANTI RECORTADO CONTRA PARTE DE LA IMPONENTE OBRA DE ALEJANDRO BUSTILLO.
JUNTO A ELLOS, SE HAN SACADO LA FOTO PARA LA POSTERIDAD MILLONES DE ARGENTINOS.
EL PARQUE SAN MARTÍN VISTO DESDE LA ARENA DE PLAYA GRANDE.
EL CASINO DE NOCHE.EL IMPONENTE CONJUNTO DE EDIFICIOS QUE INTEGRAN EL CASINO Y EL HOTEL PROVINCIAL, FUE PROYECTADO POR EL ARQUITECTO ALEJANDRO BUSTILLO. SE LLEVA A CABO AHÍ EL TRADICIONAL FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE MAR DEL PLATA.
UNO DE LOS DOS FAMOSOS LOBOS MARINOS HECHOS EN PIEDRA DE LA ZONA POR EL ESCULTOR ARGENTINO JOSÉ FIORAVANTI.
UNA IMPONENTE PANORÁMICA DE LA PUJANTE CIUDAD.
LA REDUCCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DEL PILAR.
EL FARO DE PUNTA MOGOTES.
FAUSTO ELISEO COPPINI MILÁN, 7 DE JUNIO DE 1870 - BUENOS AIRES, 1945 MAR DEL PLATA DE 1861 a 1873 NOTA: ESTE MURAL DEL PINTOR SUIZO-ITALIANO FAUSTO ELISEO COPPINI, DE 1913, ESTABA EMPLAZADO EN UN MURO DE LA CASA DE LURO Y LA RIOJA, CONSTRUIDA POR EDUARDO PERALTA RAMOS, HIJO DEL FUNDADOR DE MAR DEL PLATA, EN 1888. LA CASA FUE DEMOLIDA EN LOS AÑOS 80 PARA DAR PASO A LA CONSTRUCCIÓN DE UN BANCO. EL TAMAÑO ERA APROXIMADAMENTE DE 420 x 274 CM.
ANTONIO ALICE
ESCUELA ARGENTINA, 1866-1943
PLAYA GRANDE, 1941
ÓLEO SOBRE TABLA, 12 x 17 cm TITULADO ABAJO A LA IZQUIERDA. FIRMADO Y FECHADO ABAJO, A LA DERECHA.
LEONIE MATTHIS
ESCUELA ARGENTINA, 1883-1952
LA RAMBLA, GOUACHE, 30 x 43 CM
FIRMADA ABAJO, A LA DERECHA
BENITO QUINQUELA MARTÍN
ESCUELA ARGENTINA, 1890-1977
PLAYA DE MAR DEL PLATA
ÓLEO SOBRE TABLA 40 X 48,5 CM
FIRMADO, FECHADO 1920 Y DEDICADO ABAJO, A LA IZQUIERDA
DEDICADO A LA SRA. E. DE WITCOMB
EX COLECCIÓN WITCOMB
FRANCISCO VILA Y PRADES
ESCUELA ESPAÑOLA, 1873-1930
PLAYA BRISTOL, MAR DEL PLATA
ÓLEO SOBRE TELA FIRMADO ABAJO, A LA DERECHA.
FRANCESCO PAOLO PARISI
ESCUELA ITALIANA
TARANTO, 1857 - BONASSOLA, 1948
PLAYA CHICA, MAR DEL PLATA
ÓLEO SOBRE TELA
OBRA EXPUESTA EN EL SALÓN NACIONAL DE BELLAS ARTES DE 1918 - NRO. 173 DEL CATÁLOGO-
FRANCESCO PAOLO PARISI NACIÓ EN TARENTO, EN LA REGIÓN DE APULIA, ITALIA.
REALIZÓ ESTUDIOS ARTÍSTICOS EN LA ACADEMIA DE SAN LUCAS DE ROMA.
EN 1889 SE RADICÓ EN BUENOS AIRES, DONDE FUNDÓ UNA ACADEMIA DE PINTURA.
EUGENIO ÁLVAREZ DUMONT TÚNEZ, 1864 - BUENOS AIRES, 1927 LA RAMBLA LASALLE EN 1912 NOTA: EL HOMBRE VESTIDO DE BLANCO, SENTADO DE ESPALDAS, TIENE UN EJEMPLAR DEL DIARIO MARPLATENSE LA CAPITAL Y AL FONDO, A LA DERECHA SE VE UN LOCAL DEL DIARIO LA NACIÓN DE BUENOS AIRES. ÁLVAREZ DUMONT LLEGÓ A LA ARGENTINA EN 1906. EXPUSO OBRAS SUYA EN LA IV EXPOSICIÓN DE ARTE ESPAÑOL DEL MARCHANTE BONAERENSE PINELO. EN 1910 ES INVITADO A PARTICIPAR EN LA EXPOSICIÓN DE ARTE ESPAÑOL EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES, CON MOTIVO DEL CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO. LOS RESULTADOS ECONÓMICOS NO FUERON TODO LO PROVECHOSOS QUE HUBIERA DESEADO.
FRANCESCO PAOLO PARISI
ESCUELA ITALIANA TARANTO, 1857 - BONASSOLA, 1948 CASILLAS DE LOS PRIMEROS PESCADORES DE LA PLAYA BRISTOL - CA. 1905
JOSÉ LUIS MENGHI ESCUELA ARGENTINA, 1904-1985 INTERIOR ÓLEO SOBRE CARTÓN, 33 x 23 cm FIRMADA ABAJO, A LA DERECHA
CLETO CIOCCHINI ESCUELA ARGENTINA, 1899 - 1974 REGRESO DE PESCADORES ÓLEO SOBRE TELA, 50 X 40 CM
Nació en San Vicente, Buenos Aires, el 23 de abril de 1899.
Realizó sus estudios artísticos en Buenos Aires y en la Escuela de
Bellas Artes de La Plata. En 1919 viajó a Europa para perfeccionar sus
conocimientos en Roma, Florencia, París y Madrid.
En 1920 realizó una muestra individual en el Liceum de Florencia y en
1922 expuso en el Salón de Otoño de Madrid. En 1927 regresó a la
Argentina y expuso en el Salón Nacional, obteniendo el Premio Estímulo.
También obtuvo el Primer Premio de pintura en el Salón Municipal de La
Plata (1930), el Segundo Premio Nacional (1943) y el Premio adquisición
en 1947, 1949 y 1950. Llegó a ser reconocido con el Gran Premio de Honor
del Ministerio de Educación en 1951.
La vida portuaria, sus personajes y los típicos paisajes del puerto
marplatense han quedado fielmente reflejados en su obra. La ciudad de
Mar del Plata, en donde vivió por unos 40 años, lo homenajeó bautizando
con su nombre el Museo del Hombre del Puerto.
Cleto, junto a Quinquela Martín, Antonio Alice, Bernaldo de Quirós y
otros, integró en 1961 la embajada de pintores argentinos a Europa, que
fuera enviada en esa oportunidad para difundir en los medios
especializados, el arte en el viejo continente.
Falleció en la Ciudad de La Plata el 20 de Noviembre de 1974, a los 75
años.
Sus obras se encuentran en los museos de Córdoba, Santa Fe, Salta, San
Juan, Mendoza, La Plata y en el Pedro de Mendoza de Buenos Aires.