VER, JUGAR Y CREAR:
LOS MUSEOS SE CONVIERTEN EN TALLERES EN EL VERANO

Las instituciones más importantes abren las puertas de la experimentación a grandes y chicos. Puede admirarse la obra de grandes como Liliana Porter y ser artista un rato. Además, las muestras de 2014.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

El año viene cargado de exposiciones, y el verano, de actividades relacionadas con el arte. Ellas son una muy buena opción para bajar la temperatura de estos meses de calor agobiante, especialmente en las ciudades. Por eso, aquí les presentamos un resumen de los talleres y actividades más interesantes de los museos y espacios de arte de todo el país.
Comenzamos con el “Centro Cultural Nómade”, ubicado sobre la vereda de la Fundación Proa, en La Boca (Av. Pedro de Mendoza 1929). Coordinado por un equipo de artistas y de educadores, las actividades que ofrece hacen foco en la creación artística, apuntando al trabajo colectivo a través de la realización -por parte de los chicos y los integrantes del equipo-, de instalaciones y performances. Los talleres “nómades” se ofrecen en Proa los sábados y domingos de todo el verano, de 14:30 a 19 hrs.
Por otro lado el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA, Av. Del Libertador 1743), ofrece “La máquina de pensar del Dr. Osman: Servicio Meteorológico”, actividad teatral-didáctica para niños, en la que el inventor Osman mide la “temperatura” metereológica de los cuadros del museo, recorriéndolos a lo largo de las muestras del MNBA junto con los niños e invitándolos a descubrir sensaciones en cada una de las obras. En la misma institución, un señor con turbante espera a los chicos para el “Ciclo 1, 2, 3: cuadros con historia... esta vez”. Se trata de una visita guiada por las diferentes salas del museo, a través de relatos e historias fantásticas. Allí los chicos participan de manera interactiva. Todas estas actividades se desarrollan en el MNBA durante los martes, jueves y sábados del verano, desde las 16.
En el Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415) también hay oferta: por un lado, las visitas para la familia entera a dos de las muestras temporales que ahora se exhiben allí, las de Elba Bairon y Liliana Porter. Se realizan actividades dentro de las salas de las exposiciones y luego en el taller del museo, en base a los personajes creados por las artistas y armando cada familia sus propias creaciones en torno a ellos. Organizado también para toda la familia, el museo ofrece otro programa: un recorrido por las obras incorporadas recientemente a la colección, intentando descubrir –durante su transcurso- los más sorprendentes materiales que utilizan los creadores contemporáneos. Al final de la visita las familias crean su propia máquina de inventos. Los “Talleres sub-20” –organizados también por el mismo museo- son dirigidos especialmente a los adolescentes, y dictados por artistas contemporáneos que forman parte del staff del Malba. Estas actividades son pagas y cuestan alrededor de $ 25 por persona.  El Macba (Av. San Juan 328) también organiza talleres de arte y de poesía durante enero y febrero –son pagos, cuestan $ 25- así como recorridos dialogados por las obras de la muestra actual, “Geometría al límite” (gratis).
En la provincia de San Juan se encuentra uno de los museos con mayor actividad para chicos durante el verano: es el de Bellas Artes “Franklin Rawson” (Avda. Libertador General San Martín 862, oeste). Como todos los años, este verano el museo también ofrece el ciclo “Vacacionarte”, un inmenso taller inclusivo (participan alrededor de 300 niños) en el que los chicos arman sus propias cámaras fotográficas estenopeicas, arman esculturas y títeres, y hacen danza y expresión corporal, siempre en torno a temas relacionados con las obras y muestras que expone el Franklin Rawson.
Al terminar el verano comienza la temporada de las grandes inauguraciones. Y el año viene bien nutrido: en abril reabrirá, con sorpresas, el Espacio Fundación Telefónica –que cerró durante el verano-, con una muestra que expondrá la evolución de las comunicaciones. También se exhibirá al artista Charly Nijensohn.
Por su lado la Fundación OSDE prepara para fines de febrero “Yo, nosotros, el arte”, una muestra que trata sobre la autorreferencialidad de los artistas, curada por Laura Malosetti Costa. Por la misma fecha en el Centro Cultural Recoleta se realizará una gran exposición de Rómulo Macció en la sala Cronopios, y más adelante, otra del gran Humberto Rivas. En el Muntref y el Parque de la Memoria en paralelo se expondrá “Perder la forma humana”, una muestra grande, exhibida en el Reina Sofía y curada por Ana Longoni. El Macro-Castagnino de Rosario va preparando una exposición sobre Leónidas Gambartes y el Franklin Rawson, una muestra de las ilustraciones más importantes de Carlos Alonso y otra sobre Xul Solar.
Como notará, el 2014 tiene obras y actividades para todos los gustos. Vaya armando su cronograma con tiempo.

Fuente: Revista Ñ Clarin

OTRO BACON A SUBASTA:
PODRÍA SUPERAR LOS 36 MILLONES DE EUROS


La pintura “Retrato de George Dyer hablando” (foto), en la que el artista irlandés Francis Bacon (1909-1992) representó a su amante, será subastada en febrero por la casa Christie’s en Londres. Se estima que la obra de Bacon podría alcanzar, al menos, los 36 millones de euros. El pintor está en la cima del mercado del arte: ayer se supo que Elaine Pascale Wynn, ex esposa de un magnate dueño de casinos, fue quien compró por 142 millones de dólares su tríptico “Tres estudios de Lucian Freud”.

Fuente:carin.com

LOS IMPERDIBLES QUE SE VIENEN:
BERNI, BEUYS, QUINO Y DEIRA


Entre todas las muestras que los museos y centros culturales preparan para este año, hay algunas imperdibles: la primera es la que está preparando la Fundación Proa sobre el gran artista alemán Joseph Beuys. Multisdisciplinario –hacía esculturas, performances, videos e instalaciones, todas efímeras, Beuys no creía en el arte “para la eternidad”- y perteneciente al histórico (y provocativo) grupo neodadaísta Fluxus, la vida entera de Beuys cambió a partir de un accidente que tuvo en 1944, cuando se desempeñaba como piloto durante la Segunda Guerra Mundial. Entonces su avión se estrelló cerca del Raión de Crimea. En estado inconsciente y a punto de morir congelado, unos nativos tártaros lo encontraron y lo envolvieron en grasa y fieltro, salvándolo. Estos elementos fueron, desde entonces, apariciones constantes en sus obras. 
Otra muy importante exposición que se viene este año es “Juanito y Ramona”, organizada en torno a estos dos personajes de Antonio Berni. Juanito, un nene hijo de campesinos que migraron a la ciudad en búsqueda de una vida mejor pero terminaron viviendo en una villa, y Ramona, una mujer de origen pobre, que se prostituía con la idea de poder alcanzar así el centro de la elite del poder y el dinero, aparecerán permanentemente en el Malba, a partir de octubre. La exposición ya fue presentada en el Museo de Bellas Artes de Houston. No se pierda en esta muestra la serie de “Los monstruos” realizados por Berni: representan a los monstruos que se le aparecían a Ramona en sus pesadillas. 
Este año también se cumplen los 50 años de Mafalda, el tan querido y popular personaje de Quino. Por eso el MNBA expondrá, desde diciembre, una muestra en su honor en el segundo piso del museo.
La gran retrospectiva que el Muntref está preparando sobre el pintor Ernesto Deira y la exposición de la legendaria –y primera mujer– fotorreportera y corresponsal de guerra Margaret Bourke White -desde abril en el Centro Cultural Borges- también serán exposiciones no perderse.

Fuente: REvista Ñ Clarin

EL DESAFÍO, TANGO DE DUALBERTO MÁRQUEZ Y RENÉ RUIZ

FLORENCIO MOLINA CAMPOS- Escuela Argentina, 1891-1959 - "Carrera de sortija", témpera.

EL DESAFÍO - Tango

“Le corro con mi “manchao”
al alazán de Cirilo,
al alazán de Cirilo,
como le dio al “colorao”.
Nicasio de abanderao
y como Juez (1) Don Zenón
a correr desde el portón
hasta allí, hasta el esquinero,
y me juego (2) hasta el apero
y empeño hasta mi facón.”

“No respeto, caballeros,
estado, pelo ni marca,
y al de la estancia ´e Las Arcas
le pueden bajar los cueros
No me asustan parejeros
con tapa ni con trompeta
pués no es el primer sotreta
que aquí en la esquina ´e Las Latas
le hice revolear las patas
y también largar la jeta

Aceptan y desensilla
dejando sobre el apero
botas, facón y sombrero,
y hace vincha su golilla (3)
va de la cancha a la orilla
en vez de un rebenque dos
con la Fe puesta en su Dios
cual legítima Esperanza
pa´ llegar a la balanza
a igualar sesenta y dos

Le tocó un “rosillo moro”
marca de Hilarión Contreras
que había ganao más carreras
quel colorao sangre'e toro
Lo montaba un mozo Floro
muy buen corredor campero
visteador y ventajero
pa´largar en la bandera
pues lo había quien le saliera
siempre picaba primero

El otro fue un mocetón
que se sintió desafiar
y que cargo pa'igualar
medio kilo 'e munición
lo rodeaban un montón
que hacian fuerza pa'su lado
y palmeaban al manchado
al par del andarivel
como si vieran en él
un triunfo ya descontado

Y pa'que seguir narrando
lo que fue aquella carrera
si cualquier hombre de afuera
ya lo estara calculando
anduvieron mañereando
errar y errar la partida
hasta que en una corrida
les bajó el abanderao
y el rocillo y en manchado
fueron una luz prendida.
Y se sintió: “¡Ya pegaron!”
y la cosa jue pareja
ni se sacaban la oreja
y los rebenques bajaron
y cuando al final pasaron
entre el público y rayero
entre aplausos y sombreros
que se agitaban de gozo
el juez grito sentencioso
“¡Puesta nomás, caballeros!”

Letra: Dualberto Márquez
Música: René Ruiz

(1) El Juez, la autoridad de las carreras cuadreras.
(2) “...me juego”: la apuesta que se hace al desafiar.
(3) “golilla”: el pañuelo que se lleva al cuello (cubriendo la “gola”) y
     que al que transforman en vincha antes de correr.

ANDÁ A VILLA ORTÚZAR A VER SI LLUEVE

El Observatorio Central del Servicio Meteorológico es mucho más que los datos del tiempo.

Instalaciones. Están en Constituyentes, casi Beiró. De allí salen los pronósticos del tiempo, se estudia el clima y se capacita gente de toda la región. / SMN


Por Eduardo Parise

En las últimas semanas, un tema fue central para muchos habitantes del país y, sobre todo, para la gente de Buenos Aires: el calor. Es cierto que esto de la alta temperatura es una vieja costumbre que tiene el verano. Pero la seguidilla de días agobiantes fue tan fuerte que se convirtió en pesadilla. Ante esto muchos buscaron una referencia, una especie de oráculo, que anunciara cuándo llegaría el alivio. Entonces surgió el nombre de un lugar al que recurrir en estos casos: el “observatorio de Villa Ortúzar”.
Instalado desde julio de 1906 en lo que entonces eran terrenos fiscales y parte del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria (que en 1909 se convirtió en la actual Facultad que depende de la UBA), lo más curioso del Observatorio Central de Buenos Aires (ese es su nombre real) es que no está en Villa Ortúzar, sino en Agronomía. La denominación popular se origina en que, en aquellos años de principio del siglo XX, la zona era parte del primero de los barrios. Recién en 1972, los límites iban a cambiar y la Avenida de los Constituyentes iba a quedar afuera de Ortúzar.
La entrada al observatorio (una dependencia del Servicio Meteorológico Nacional – SMN) está en Constituyentes 3454, a unos metros de la Avenida Francisco Beiró. El edificio, rodeado de un amplio parque, es lugar de trabajo para nueve observadores que están en la Estación Meteorológica, más cuatro especialistas del Departamento de Teledetección y Aplicaciones Ambientales, doce especialistas del Departamento de Vigilancia de la Atmósfera y Geofísica y diez docentes del Departamento de Capacitación, las cuatro áreas que conviven en el lugar. Trabajan en turnos rotativos de 24 horas, los 365 adías del año. Y lo hacen de acuerdo con los estándares internacionales de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Además de las antenas especiales que sobresalen en el edificio central, el lugar tiene equipamientos extraños para quien no está en el tema. Por ejemplo, hay unas casetas con persianas que se llaman “abrigo meteorológico”. Están a un metro y medio del piso (la altura promedio de una persona) y sirven para las mediciones de temperatura. También hay un termohidrógrafo, un aparato que, con un sistema de relojería y una pluma, deja sobre un rodillo especial la tendencia de la temperatura y la humedad. Y para medir la cantidad de lluvia y el ozono están el pluviómetro y el espectofotómetro Dobson, un equipo que desarrolló el físico y meteorólogo británico Gordon Miller Bourne Dobson (1889/1976) en la Universidad de Oxford. Justamente, la unidad para medir el ozono lleva su apellido.
El Departamento de Capacitación tiene un alto valor: la OMM lo reconoce como Centro Regional de Instrucción para América del Sur. Es porque allí se hacen cursos técnicos para observadores meteorológicos y para todo el personal del SMN.
Como se ve, el “observatorio de Villa Ortúzar” es mucho más que los datos del tiempo que, cada día y a toda hora, se conocen a través de los medios de difusión. Y aunque esté afuera de las 130 manzanas que tiene el pequeño y casi desconocido barrio con el que lo identifican, es una dependencia importante para la vida cotidiana. Y quizá su nombre sirva algún día para contar la vida de don Santiago Francisco de Ortúzar, nacido en España en 1822. El hombre murió soltero y le dejó a un sobrino esas tierras donde ya, en 1827, se había radicado un grupo de agricultores alemanes que, a instancias de Bernardino Rivadavia, dieron origen al pueblo de Chorroarín, en homenaje a un reconocido sacerdote. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

LA FERIA DE SAN TELMO YA LLEGA A PLAZA DE MAYO Y SE VENDE CUALQUIER COSA

La calle Defensa está tomada todo el día y ofrecen desde ropa hasta comida. Quejas de vecinos y Comerciantes. Las puestos habilitados de artesanías y antigüedades fueron desbordados por Manteros y estructuras ilegales.

Descontrol. Carlos Calvo y Defensa, ayer por la tarde, como todos los domingos. Son seis cuadras donde la feria se extendió ilegalmente. / FOTOS: MAXI FAILLA


Por Pablo Novillo

Lo que nació en 1970 como una feria temática de antigüedades se convirtió hoy en una especie de zoco árabe donde se vende cualquier cosa. La feria de San Telmo no sólo desborda de turistas cada domingo, también está repleta de puestos truchos o semilegales, al punto tal que ya llega hasta la calle Hipólito Yrigoyen, en la Plaza de Mayo.
En realidad, en la feria conviven distintas situaciones. Por un lado están los puestos históricamente habilitados para vender antigüedades: los de la Plaza Dorrego, la cuadra de Defensa entre San Juan y Cochabamba, los de Humberto Primo entre Defensa y Bolívar y los que se ubican en los pasajes Giuffra y San Lorenzo. Pero con el correr de los años se fueron instalando a lo largo de Defensa distintos manteros que vendían artesanías o manualidades, un poco porque las distintas crisis dejaron a mucha gente sin otro recurso para subsistir, y en parte también porque, sin control estatal, muchos aprovecharon para lucrar en el espacio público.
Esa feria ilegal se fue extendiendo por Defensa hacia Independencia, y luego hasta Belgrano. Y ya no sólo se ubicaron los artesanos o los artistas callejeros, sino gente que vende las mismas mercaderías que se pueden conseguir en comercios. La situación se desbordó tanto que a fines de 2011 la Legislatura aprobó una ley que autorizó la instalación de puestos entre Hipólito Yrigoyen y Chile, pero sólo para artesanos.
El problema es que esa ley nunca se puso en práctica en forma reglamentaria. Ayer, como cualquier otra tarde de domingo, se podía ver de todo.
Ilegal. Manteros sobre la calle Defensa. Trabajan sin ninguna habilitación.

Clarín recorrió la zona y encontró, por ejemplo, que en la esquina de Chile, mientras muchos turistas hacían cola para sacarse una foto con la estatua de Mafalda, un artesano había volcado en la vereda de la esquina decenas de mates a los que les tallaba a pedido los nombres de los clientes. Metros más adelante había puestos de libros usados, CD truchos, camisetas de Messi, remeras de Violetta, ropa y cualquier otra cosa. En la cuadra entre México y Venezuela una persona cocinaba panqueques, otro vendía licuados, y hasta en algún puesto tenían postnet para cobrar con tarjeta de débito.
Los puesteros que antes se tiraban en el piso ahora tienen estructuras de metal de ambos lados de la calle, lo que deja muy poco espacio para caminar. Las esquinas también estaban ocupadas, con lo cual se bloqueaba bastante el tránsito para los autos. ¿Qué hubiera pasado si era necesario que circulara una ambulancia, un patrullero o un autobomba de los bomberos, en caso de algún accidente? Además en varios tramos de Defensa los puesteros colgaron telas tipo media-sombra, con lo cual partes de la feria quedan “bajo techo”.
“La feria le hizo muy bien al barrio en su momento y sigue siendo uno de sus principales atractivos, pero ahora es un desorden. A la noche, cuando se van todos, las calles quedan llenas de basura, y hay gente que orina en las veredas”, se quejó Gustavo Toro, vecino de San Telmo. La suciedad es uno de los peores problemas, porque mucho de los contenedores y cestos para residuos que puso el Gobierno porteño fueron robados o vandalizados, y no los repusieron.
Legal. Puestos reglamentados en Defensa y el pasaje San Lorenzo.

Para los comerciantes es una preocupación. “Nuestro pedido es que el Gobierno porteño ordene el espacio público, que se reglamente la ley y la feria legal se haga como corresponde, en las calles aprobadas y sólo con artesanos o manualistas. Sino se degrada el espacio público y eso nos perjudica a todos, además de la competencia desleal”, aseguró Edio Bassi, secretario de la Asociación de Comerciantes del Casco Histórico.
En el Gobierno porteño aseguran que están buscando ordenar la zona. “Estamos charlando con las cooperativas de puesteros. Es necesario que sólo haya artesanos, y que se ubiquen en las seis cuadras habilitadas, del 0 a 600 de Defensa. Seguimos dialogando”, afirmó Patricio Di Stéfano, subsecretario de Espacio Público de la Ciudad.
El avance de la feria ilegal va de la mano con el crecimiento de la venta callejera, tanto de manteros como de Saladitas, que se dio en los últimos años en toda la Ciudad (ver Las Saladitas...). En San Telmo también se creó otra feria, la que queda sobre la vereda del parque Lezama que da a Martín García, aunque los puestos de este lugar sí tienen permiso para revender cualquier tipo de mercaderías.

Fuente: clarin.com

EL SHOW DEL ARTE POP EN EL MAR

Apertura.Una muestra de espíritu festivo y masivo, como Mar del Plata, fue la elección para inaugurar el Museo de Arte Contemporáneo (MAR)
LOS NEUROTICOS. Edgardo Giménez, Delia Cancela y Marta Minujín posan sobre la obra de 1968 de Giménez.
LOS NEURÓTICOS. Edgardo Giménez, Delia Cancela y Marta Minujín posan sobre la obra de 1968 de Giménez.

Por Ana María Battistozzi

¿Por dónde empezar a explicar el fenómeno de un nuevo museo instalado en el balneario más popular del país que, desde que abrió sus puertas, el 27 de diciembre, hasta el cierre de esta edición, el 8 de enero, ha convocado a 75.000 personas? ¿Por su impactante edificio emplazado frente al mar en un postergado sector de la ciudad? ¿Por la oportuna intervención de Marta Minujín en la explanada de acceso, mezcla de alfajores y estatua de lobo de mar que conjuga todas las representaciones asociadas al recuerdo de unas vacaciones en la ciudad? ¿O por el contenido mismo de la exhibición inaugural que se impuso sintonizar con el espíritu festivo que caracterizó desde siempre al verano marplatense? Junto a cualquier variante que se elija como aproximación, emergerá la noción de espectáculo, que tan bien define todo lo que acontece en La feliz .
Sólo que en este caso coincide con el rasgo dominante y distintivo de los museos en la era actual. Es en la lógica institucional globalizada de los espacios de arte contemporáneo que habría que considerar la irrupción del MAR. Tanto por el rotundo protagonismo que asume su edificio como por la ausencia de una colección que en esta primera ocasión ha sido sustituida por una atractiva exhibición temporaria cuyo tono festivo eligió evocar y espejarse en la cultura que produjo uno de los momentos más auspiciosos y expansivos de la economía argentina del s. XX. 

EL MAR (DIPTICO). De Nicolás García Uriburu. Oleo sobre tela. Dos módulos 70 x 60 cm cada uno.
EL MAR (DÍPTICO). De Nicolás García Uriburu. Óleo sobre tela. Dos módulos 70 x 60 cm cada uno.

Un momento que despunta hacia fines de los 50 cuando Mar del Plata dejó de ser el balneario exclusivo de los Peralta Ramos y los Martínez de Hoz y empezó a ser el de la clase media argentina que encumbró el desarrollismo de los 60, imprimiéndole su sello y su estética. Cuando las colas empezaron a ser el signo de una recién estrenada bonanza, ya fueran a la entrada del restorán Montecatini, de las marisquerías del puerto o para ver a Jorge Shussheim, a Vinicius y Toquinho en La Fusa o a Susana Giménez, Porcel y Olmedo.
Se diría que con la aparición del MAR se abre una nueva perspectiva para la “Feliz” hoy recobrada de la crisis que le infligieron el éxodo hacia los balnearios vecinos y del Uruguay en los 90 y la crisis de 2001. Recuperada de ese trance puede postularse como la única en condiciones de erigirse en un centro cultural de importancia en las adyacencias del mar. “Queremos que el MAR se convierta en un faro de actividad cultural de excelencia, se entusiasmó el presidente del Instituto Cultural Jorge Telerman la noche de la apertura.
En los últimos veinte años los museos se han revelado poderosos motores de desarrollo urbano asociados al turismo. La nave insignia de ese proceso a escala mundial fue el Guggenheim. Desde que Frank Gehry instaló en una de las rías de Bilbao su descalabrado edificio de paredes de titanio, la fortuna de la alicaída ciudad vasca cambió radicalmente. Hay similitud con el proyecto del marplatense: el punto de partida aquí, como allá, fue un edificio de museo sin colección para exhibir.

ROMPECABEZAS. 1968-70, de Jorge de la Vega, acrílico sobre tela, 17 paneles de 100 x 100 cm cada uno.
SIN TÍTULO. 1968, de Josefina Robirosa. Óleo sobre tela, 84 x 95 cm.

Con todo, al parecer no fue éste el modelo que dio origen al proyecto. Según relató Pacho O’Donnell, invitado a la tribuna el día de la inauguración, fue una sugerencia suya al gobernador Scioli que lo instó a dejar alguna “obra que lo trascendiera”. Sólo que su fuente inspiración fue la tradición monárquica francesa, actualizada en el siglo XX por Georges Pompidou y Valéry Giscard D’Estaing con el Centro Pompidou y el arco de La Defénse en París.
La sagaz elección del curador Rodrigo Alonso le permitió entre otras cosas reinstalar en la cresta de la “ola del MAR” a los personajes más populares de ese universo, para muchos caprichoso e indescifrable, que es el arte contemporáneo. Así en la inefable noche de apertura se codearon –no sin recelo– los ex Di Tella, Marta Minujin, Delia Cancela y Nacha Guevara con Moria Casán en vivo como el último aporte de Edgardo Giménez a la estética protagónica de la ocasión.
La selección de Alonso no se limitó a reconstruir la cronología canónica del pop que en el relato tradicional despunta entre 1964 y 1966 y se presenta mayormente asociada al acontecer bullicioso, irreverente y hedonista que monopolizó el Di Tella y propagó Primera Plana. En los tres núcleos que articulan la exhibición se advierten desplazamientos temporales que van más allá de aquellos años y exceden el staff y el espíritu oficial del movimiento en Argentina. 

SIN TITULO. 1968, de Josefina Robirosa. Oleo sobre tela, 84 x 95 cm.
ROMPECABEZAS. 1968-70, de Jorge de la Vega, acrílico sobre tela, 17 paneles de 100 x 100 cm cada uno.

Por caso, en el primer apartado se ha incluido la serie de collages sobre papel que Alberto Greco realizó en 1964 a raíz de la muerte de Kennedy y presentó en Madrid un año antes de su propia muerte junto a Antonio Saura. También, la torta que Alfredo Rodríguez Arias realizó en 2011 como homenaje al clásico recetario de doña Petrona C. de Gandulfo. Y el “Rompecabezas” que Jorge de la Vega montó a su regreso de Estados Unidos en 1968 cuando presentó su “muestra concert” en la galería Carmen Waugh. El “espiritu pop” alcanzó también a los no encuadrados formalmente pero que de un modo u otro participaron de él. Tal el caso de Josefina Robirosa, con su serie de figuras de 1968 inspiradas en las vibraciones solares de un día de playa o Elsa Soibelman, representada aquí por la serie De ayer para hoy con afecto de 1968 que hizo retratos pop del panteón de héroes argentinos. También Luis Wells y ese pariente afín y poco recordado que es Anteo Salvi, Antonio Seguí, Juan Carlos Distéfano y Marie Orensanz.
Pero también y en íntima sintonía con el clima y simpatías del público marplatense el curador rescató los retratos que Martha Peluffo hizo de Nicolino Locche y el “Negro” Guerrero Marthineitz. Su trabajo ha sido especialmente minucioso y creativo en ese sentido.
Desde ya que la constelación de estrellas del pop local que integran Marta Minujin, Juan Stoppani, Pablo Menicucci, Delia Cancela, Pablo Mesejean, Nicolás García Uriburu y Eduardo Costa ocupan un lugar central en el espacio que ordenó de modo espectacular el diseño de Dani Fischer. 

NICOLINO LOCCHE. 1969, de Martha Peluffo. Acrílico sobre tela, 116 x 89 cm.
NICOLINO LOCCHE. 1969, de Martha Peluffo. Acrílico sobre tela, 116 x 89 cm.

Sólo faltan Dalila Puzzovio y Charlie Squirru, al parecer ausentes con aviso. Es de destacar también el gran protagonismo de Edgardo Giménez que junto a varias piezas históricas como “El mono albino”, de 1966, la escenografía de Los neuróticos, de 1968, y el retrato de Federico Klemm de 1971 suma otras recientes.Entre ellas, la gran intervención de la entrada con la figura de Moria Casán. Otros favorecidos por el diseño o la producción que permitió reconstruir adecuadamente obras de época fueron el marplatense Pablo Menicucci y el binomio Cancela-Mesejean, cuyas obras lucen mejor que nunca en el espacio asignado. Hasta aquí la fiesta del MAR. Por delante queda el arduo camino de su organización administrativa, su definición presupuestaria e institucional. Los tiempos que vienen tal vez no permitan internarse en el largo plazo, pero es fundamental que una iniciativa de semejante importancia se inscriba en él.

FICHA
El espíritu pop

Lugar: Museo de Arte Contemporáneo de Bs. As (MAR), Av. Camet y López de Gomara.
Fecha: hasta abril.
Horario: jue a mar, 17 a 23.
Entrada: gratis.

¿Museo o centro cultural?

El debate detrás del nuevo polo de las artes plásticas en la Costa Atlántica: ¿qué objetivos persigue en relación con el turismo y la comunidad local de Mar del Plata? Aquí, las preguntas todavía abiertas.

Por Mercedes Pérez Bergliaffa

 

Sofisticadas e imponentes, las amplias salas del MAR –el nuevo Museo de Arte de Mar del Plata se ubican sobre la costa de la ciudad argentina, de cara a la popular playa La Perla y tan sólo a unos cien metros del agua. Aquí, para pasar de una ola a una obra, sólo hay que cruzar la calle: la avenida costera Camet. El museo está pensado de esta manera para que el gran público del verano también pueda –en ojotas y traje de baño, con heladerita y sombrilla–, tener su dosis de arte dándose una vuelta por el MAR al caer el sol o durante los días lluviosos. Es decir, es un museo ubicado en un gran punto turístico nacional, un punto de encuentro de públicos muy distintos provenientes de todo el país, que es parte de nuestro imaginario e identidad nacionales (¿o acaso a alguien le falta la foto en La Rambla o con el Monumento al lobo marino realizado por José Fioravanti en los años 40?). Por otro lado, el MAR tiene la clara intención de querer acercar el arte a un público masivo: es gratuito. Podríamos decir que constituye un cruce de proyecto turístico-cultural en vínculo con las industrias culturales y con el mundo de las artes plásticas, audiovisuales, musicales y performáticas. Hasta ahora, esta era una falta en la ciudad. Aunque como veremos más adelante, el MAR está pensado para tener público constante durante todo el año, no sólo durante el verano: es una entidad cultural con un fuerte interés en trabajar con la comunidad local, con su identidad. ¿Es éste un objetivo exclusivo de un museo? Parecería que la cuestión se flexibiliza y los límites se vuelven laxos cuando se trata de arte contemporáneo. Tal vez por eso, durante un recorrido por el lugar acompañando a Ñ, Jorge Telerman –director del Instituto Cultural Provincial y responsable del museo– se referirá al MAR con un “centro cultural”, una denominación que pasó inadvertida en la inauguración de la primera exposición del museo.
Con una superficie de 7 mil metros cuadrados –el Museo Nacional de Bellas Artes tiene 8.800; el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires llegó a 6.950 con su reciente ampliación; el museo Franklin Rawson de San Juan tiene 4.800, el Caraffa de Córdoba, 4.400–, y grandes salas pensadas para exhibir obras de gran escala, diseñadas por el estudio Monoblock, el MAR está pensado de manera celular, es decir, como un sistema de módulos semi-independientes que pueden ir aumentando a medida que se vayan construyendo más para sumarse a los anteriores. Funcionaría de manera similar a un organismo en desarrollo, siempre contemplando la posibilidad de ampliación. Esto se nota a simple vista desde el exterior y también desde dentro mismo del espacio del MAR: ni bien el visitante traspasa la puerta, observa un gran módulo cúbico central que funciona como espacio distributivo. A él dan todas las salas, que –por el momento– son tres y están destinadas a exhibir muestras de arte. Las dimensiones son inusuales: dos salas tienen 20 por 30 metros de base, por 9 metros de altura y la tercera 30 por 30, con la misma altura. Construidos en hormigón, sin embargo gran parte de la superficie de los cubos es de vidrio, con lo que se logró continuidad entre el espacio interior del museo y el paisaje urbano. Enormes ventanales permiten amplias vistas hacia las puestas de sol sobre el mar, hacia La Perla, las calles laterales del museo o hacia al predio que recientemente se anexó como parte del museo gracias al convenio que firmó con el municipio marplatense. Es en este predio donde se proyecta construir en el futuro un anfiteatro para presentaciones musicales, teatrales y performáticas. A su vez, a los costados del terreno se ubican actualmente dos “domos” que asilarán pronto muestras temporarias complementarias a la exposición central (montada dentro del cuerpo nuclear del museo). Las dos primeras muestras son Yo, Sandro y Homenaje a Alberto Olmedo .
Curada por Rodrigo Alonso y dedicada al arte pop argentino –sobre todo aquel que sigue la línea del Instituto Di Tella– Ola pop en el mar , la muestra con la que se inauguró el museo marplatense, fue precedida en años recientes por otras dos exposiciones. Para ¡Pop! La consagración de la primavera, realizada en el espacio de la Fundación OSDE durante 2010, su curadora, la historiadora del arte María José Herrera, seleccionó buena parte de los artistas cuyos trabajos se exhiben hoy en Mar del Plata, coincidiendo con el mismo abordaje sobre el pop nacional: haciendo un recorte de un tipo de obras que muestran un optimismo vitalista, mucho hedonismo juvenil, y que ven a la tecnología (de los 60) y al mundo “del futuro” de entonces como “promesas”. Bien diferente fue “Arte de contradicciones. Pop, realismos y política. Brasil- Argentina 1960”, que Rodrigo Alonso y Paulo Herkenhoff curaron en la Fundación Proa durante 2012. En ella los curadores hicieron foco en las obras pop regionales que mostraban cierta resistencia política, proponiendo una resonancia diferente para “lo popular” en el sur del mundo, en contrapunto con lo mismo pero en el hemisferio norte.
Estas comparaciones parecen señalar que la exposición fundacional del museo se inclina por un fuerte acento en el pop “alegre” y nacional (se muestran sólo obras de artistas argentinos).
“Hoy queremos que el MAR exceda el criterio de museo”, comenta Telerman, “que convulsione, que polemice. Que sea apropiado por la escena artística marplatense.”

–¿Entonces el MAR pasaría a tomar otra forma, antes que la de “museo”?
–Sí. Nuestra idea es que funcione más bien como un centro cultural, siguiendo una de las tendencias que existen a escala planetaria de la función museística, mucho más en relación a un museo de arte contemporáneo, contestó Telerman.
El Comité Internacional de Museos (ICOM) define museo como “una institución permanente, sin fines de lucro, al servicio de la sociedad y abierta al público, que adquiere, conserva, estudia, expone y difunde el patrimonio material e inmaterial de la humanidad con fines de estudio, educación y recreo”. El MAR todavía se encuentra en pleno proceso de formación y también transformación: se inauguró el edificio estando el resto de la estructura museística en plena creación y se está modificando ahora cierta parte de su naturaleza: constituiría, según el director del Instituto Cultural, un museo con ciertas funciones de centro cultural.
El espacio tiene un enorme potencial para trabajar con el patrimonio cultural tangible pero también intangible, de Mar del Plata : es capaz, por ejemplo, de provocar cruces inauditos, como el de reunir, en un mismo lugar y con el mismo motivo, a Divina Gloria semi-vestida de monja, Delia Cancela, el gobernador Daniel Scioli, Moria Casán, Edgardo Giménez, Fabián Burgos, Adriana Rosenberg, las hermanas Xipolitakis y una gran cantidad de público en pareo y con el termo bajo el brazo. Todos ellos, brindando alrededor del lobo marino de diez metros de altura recubierto por 80 mil falsos alfajores Havanna (la obra de Marta Minujín) dan una idea de lo que la existencia del MAR podría crear, a partir de la exposición de obras de arte: el nacimiento de nuevos tipos de movimientos, conocimiento y comunidades.

Experiencia colectiva


Por Ataulfo Pérez Aznar

 


Tengo recuerdos de Mar del Plata desde 1958, cuando visitaba la obra del departamento que aún tenemos sobre la peatonal, que en ese entonces compraron mis padres. Así comenzó mi profundo vínculo con esa ciudad, yendo los tres meses de verano y los 15 días de vacaciones de invierno.
Cuando terminé el secundario en 1973, la ciudad era producto de cambios vertiginosos, se había modificado su fisonomía. Los grandes chalets de la avenida Colón y la costa fueron arrasados por la piqueta, dando paso a altos edificios de departamentos y a hoteles sindicales; aumentó la cantidad de plazas disponibles y se masificaron los usos y costumbres. La Mar de Plata aristocrática de principios del siglo XX se transformó en los 70 en una ciudad masiva y popular que sintetiza nuestra idiosincrasia y diversidad cultural.
En 1981, cuando volví a Mar del Plata después del período de la represión, a medida que fotografiaba me fui encontrando con imágenes que estaban latentes en mis recuerdos. Una de mis fotos más conocidas es la de la señora gorda en Mardel, de espaldas, que usa un corpiño bajo la malla, algo común en mi niñez. Las señoras también se agarraban de la soga para que no las tiraran las olas. Hace décadas que tampoco eso existe.
Mientras que en Pinamar o Punta del Este las personas siempre llevan la última moda uniformada, en Mar del Plata conviven el desenfado y la espontaneidad. Se visten de una manera tal que pareciera que el tiempo se ha detenido en diferentes décadas. El batón, por ejemplo, nunca perdió vigencia.
Lo único que añoro –que hasta ahora no he podido fotografiar–, son las famosas mallas “con pollerita”, tan recatadas; y las gorras de baño con flores, tan comunes y llamativas en mi infancia.
Mar del Plata hace varios años cruzó el nivel de ciudad turística para ser ciudad a secas, de más de medio millón de habitantes y con la complejidad que eso significa.
En lo personal, creo que en la actualidad hay cierto menosprecio por los turistas de esta ciudad, creyendo que sólo asisten al teatro de revistas y al cine, o a los espectáculos gasoleros de la rambla.
Con respecto al proyecto de abrir un museo de arte contemporáneo, pienso que quizás el mal de este tipo de museos en general sea que se volvieron elitistas y aislados de la comunidad que les da sentido y los nutre como experiencia colectiva de intercambio. Por eso creo que lo más positivo del MAR es que ha ido a la gente, al lugar que durante el verano reúne a más de un millón de argentinos con tiempo libre para nuevas experiencias.


Fuente: Revista Ñ Clarín