El equipo forense que analizó el cadáver del poeta chileno, exhumado en abril, señaló que los estudios realizados no detectaron la presencia de "agentes químicos"
Con esa confirmación, se cierra, por ahora, la etapa científica de un proceso abierto en 2011, cuando el Partido Comunista pidió la exhumación del cadáver para aclarar las dudas sembradas por el chofer de Neruda, Manuel Araya, quien había afirmado que su patrón había sido envenenado.
Neruda, un militante comunista de toda la vida, murió, a los 69 años, 12 días después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, pocas horas antes de que partiera al exilio en México.
El territorio llano, devenido conceptual en la obra del querido artista fallecido dos años atrás, trajo un nuevo horizonte a la Colección Fortabat: la muestra curada por Rodrigo Alonso se centra en esos trabajos que convirtieron la tierra en universo simbólico
Por Mercedes Urquiza / Para LA NACIÓN
El campo. Pocas cosas definen tanto a la Argentina como sus pampas llanas hasta el infinito: ese vértigo horizontal del que hablaba Borges. Para bien o para mal, la construcción conceptual de este país ha estado siempre relacionada de alguna forma con el campo. Es un territorio de referencia simbólico y pictórico sobre el que es posible reflexionar acerca de otros acaso más amplios, menos típicamente argentinos. El campo es una imagen socialmente compartida y un sistema de referencias: el gaucho, el caballo, el facón, el ombú, la soledad.
Así lo entendía Luis F. Benedit. Figura fundamental del arte argentino de la segunda mitad del siglo XX, Benedit fue un apasionado de la arquitectura y la naturaleza, dos ámbitos que se reflejaron de manera constante en su obra. A lo largo de su fecunda carrera, el campo y sus símbolos fueron elementos muy reconocibles de su universo creativo, que por momentos ocuparon un lugar central en su narrativa como artista. Y eso es precisamente lo que refleja la muestra Genealogías del campo argentino en Colección Fortabat, en Puerto Madero. Con curaduría de Rodrigo Alonso, se estableció un recorrido en el que afloran un buen número de las visiones culturales, políticas e iconográficas que Benedit formuló en torno del campo, entendido como un territorio conceptual.
"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo, nunca lo dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos", señala un cuento del inevitable Borges, que Benedit cita en su obra Pensando en FMC (1990), siglas con las que se refiere a Florencio Molina Campos, acaso el más grande constructor del "relato" pictórico del campo argentino. Esta frase resuena a lo largo de toda la exposición. La cita funciona como una suerte de " I Ching borgeano", ya que abre múltiples interpretaciones que ponen en cuestión la infinidad de tópicos y certezas que rondan la idea del campo argentino.
Autorretrato, escultura, 1998.
La muestra reúne dibujos, acuarelas, objetos, pinturas e instalaciones que atraviesan toda su producción desde los inicios de la década de 1960 hasta sus últimos trabajos, lo que convierte la selección en una especie de retrospectiva temática de Benedit. "Su mirada pone de manifiesto una profunda conciencia sobre las connotaciones y los contextos que rodean este ámbito central a la vida económica y cultural de nuestro país, su horizonte geopolítico y su identidad", señala en la introducción del catálogo el curador invitado, Rodrigo Alonso. Así como el Lejano Oeste fue uno de los grandes escenarios de la construcción simbólica de Estados Unidos, las pampas lo fueron para el delineamiento del "relato" de la identidad argentina. El campo y sus personajes establecieron el sistema de íconos de nuestro país cuando estaba en etapa de construcción. Pero Benedit decidió ir más allá del motivo iconográfico, del territorio idealizado, y utilizó el campo como punto de apoyo para bucear en la historia y los determinantes políticos y económicos que caracterizan sus orígenes y evolución en nuestro país. Y, también, para jugar con la propia historia del arte, ya que muchos de los mejores momentos de la muestra están en los cruces que Benedit hace entre la iconografía campera y las vanguardias artísticas: el cubismo y el madí.
Comienza el recorrido con "Acercamiento histórico, económico y político", una especie de introducción compuesta por obras que evocan la conquista española y la llegada de los primeros caballos a la Argentina con obras como El lazo como instrumento de la conquista (1985) o El primer caballo (1991); la Campaña del Desierto y su proyecto de acopio de tierras para la explotación.
Las tensiones políticas aparecen con una delicada instalación titulada La carne (1992-94) en la que se revela la lucha del senador radical Lisandro de la Torre contra el monopolio de los frigoríficos británicos y la corrupción gubernamental, sucesos que llevaron al asesinato de Enzo Bordabehere en pleno recinto del Senado de la Nación, en 1935. También aparece aquí una serie de perturbadores objetos, constituidos a partir de herramientas de campo como tijeras de castrar, de descornar, y abrebocas de metal, que cobran un tono macabro y parecen reflexionar sobre la brutalidad de aquellos tiempos.
Caja de maíz, 1978.
El núcleo central -relacionado con aquel verso de Borges- presenta el campo argentino como escenario de un debate estético. Aquí se puede ver el estudio y la revalorización de Benedit del trabajo de los retratistas de las costumbres y situaciones campestres locales, como Juan León Pallière o Florencio Molina Campos, a quienes les rinde homenaje. Como artista contemporáneo formado en los lenguajes de la modernidad, no deja de notar el conflicto entre su figuración naturalista y las exigencias de experimentación formal de las vanguardias metropolitanas. Un conjunto de trabajos plantea la dislocación entre las búsquedas plásticas modernistas de artistas como Juan del Prete, Emilio Pettoruti o los integrantes del grupo Madí, y las imágenes tradicionales del universo rural. Una tensión pictórica, deliciosa por momentos, que es apenas una de las tantas tensiones que sobrevuelan sobre la exposición de Benedit.
ADN BENEDIT
Buenos Aires, 1937-2011
Egresó como arquitecto de la Universidad de Buenos Aires en 1963. Expuso por primera vez sus pinturas en la galería Lirolay. Representó a la Argentina en la Bienal de Venecia, en 1970 y en 1999. Fue invitado para exponer en el MoMA en 1972. A finales de los años setenta participó de la remodelación del Centro Cultural Recoleta, junto con Clorindo Testa y Jacques Bedel.
Un globo terráqueo grabado sobre un huevo de avestruz que se piensa podría ser el más antiguo en representar el “Nuevo Mundo” ya que data de principios de 1500. Se han encontrado evidencias en la cáscara del huevo de que el grabador estaba influenciado por Leonardo Da Vinci o trabajaba en su taller.
Onelli popularizó al Zoológico porteño. ¿Un ejemplo? El paseo de la jirafa del Puerto a Palermo.
El hombre y su animal. Mimí llegó de Africa en 1912. Onelli –dirigía el zoo desde 1904– la fue a buscar y la llevó a pie hasta su nuevo hogar. / ZOO DE BS AS
Por Eduardo Parise
Para mucha gente hablar de Mimí y Clemente es recordar a esos
personajes de historieta que el genio de Caloi puso por años en la
contratapa de Clarín. Clemente era un bicharraco extraño que
llegó a hacer mucho ruido tirando papelitos. Y Mimí era una pajarita muy
pituca, con aires de vedette, a quien Clemente cortejaba. Pero en la
realidad de Buenos Aires hay otro Clemente y otra Mimí que hicieron
historia con sólo caminar por la Ciudad. Fue desde el puerto hasta
Palermo, el lugar donde ella instaló su residencia. Ocurrió cuando ella,
inmigrante igual que él, arribó procedente de Africa. Y él, como buen
caballero que era, la esperó junto al muelle.
Pasó en 1912 y los
protagonistas fueron Clemente Onelli, director del zoológico de Buenos
Aires, y la jirafa Mimí que, en mayo de ese año, había sido comprada en
Dakar, por entonces el principal puerto de Senegal, que era una colonia
francesa. Lo cierto es que aquel ejemplar de Giraffa camelopardalis peralta
, con sus manchas de un tinte rojizo sobre un fondo claro, dejaba atrás
las sabanas del continente africano, por las que habían vagado durante
años sus ancestros, para convertirse en figura de una ciudad de América
del Sur.
Clemente Onelli había nacido en Roma el 22 de agosto de
1864. Su abuelo había sido un renombrado funcionario pontificio. Y su
padre, un abogado de prestigio. Por eso, cuando quedó huérfano siendo un
niño, estudió en el Colegio Papal y luego en la Facultad de Ciencias
Naturales. Allí recibió su licenciatura. Su especialidad: la geología y
la paleontología. Tenía sólo 23 años. Un año más tarde, en 1888, Onelli
se vino a Buenos Aires. Algunos dicen que ya había “quemado” la mayoría
de los billetes heredados y que cuando llegó sólo portaba la riqueza de
sus conocimientos.
Lo cierto es que enseguida se integró a los
círculos científicos, donde tallaban nombres como Pedro Arata, Carlos y
Florentino Ameghino, Eduardo Schiaffino y Francisco Pascasio Moreno.
Justamente, fue este famoso perito quien lo incorporó al museo de La
Plata como naturalista y explorador. Y comenzó su carrera como
investigador de piezas arqueológicas y fósiles, en especial en la
Patagonia. También colaboró con demarcaciones limítrofes y trabajó en la
Dirección de Tierras de la Nación, colonizando zonas en el Sur del
país.
Pero el trabajo que le daría popularidad sería el del
director del Zoo porteño. Lo nombraron en 1904 y sucedió en el puesto a
Eduardo Ladislao Holmberg, médico, naturalista y escritor quien, desde
que el zoológico quedó a cargo de la Ciudad (el 30 de octubre de 1888,
hace 125 años), estuvo como director. Holmberg se fue por discrepancias
con las autoridades. Entonces el cargo quedó para Onelli hasta el 20 de
octubre de 1924, el día en que murió en Buenos Aires, dos meses después
de cumplir 60 años.
En aquella tarea como director del zoo, Onelli
trabajó mucho para darle vuelo a la institución. En el primer año de su
gestión el número de visitantes se multiplicó por diez: pasaron de
1.500 a 15.000. Es que el hombre era capaz de fotografiarse dándole de
comer en la boca a un cachorro de rinoceronte o hacer la travesía
aquella de caminar desde el Puerto hasta Palermo llevando a Mimí, atada
con una larga soga. También fue el impulsor de otros dos zoológicos: uno
en Parque Patricios (1907) y otro en Saavedra (1914). Eso se desvaneció
con su muerte.
La fama de Clemente Onelli, a quien alguna vez
calificaron como “el más criollo de los italianos”, también se alimentó
cuando en 1922 organizó una excursión a la Patagonia para buscar a un
animal acuático que tenía la cabeza parecida a la de un cisne y el
cuerpo como el de un gran yacaré. Lo llamaban plesiosaurio y decían que
había sobrevivido desde la Prehistoria. La búsqueda en lagos del Sur
nunca dio resultado. Sin embargo el tema fue tan popular que hasta
aparecieron muchos elementos con la marca “Plesiosaurio”. Entre ellos,
cigarrillos. Pero esa es otra historia.
La Casa del Lector y la Fundación Jorge Luis Borges editarán un audiolibro con cinco horas de grabación en las que el escritor argentino habla de Gardel y de sus tangos preferidos.
Escuchalo
Fina estampa. El escritor pasa entre las mesas de un café en 1981. Se
definía como un “correcto desafinado” a la hora de cantar. “Tengo un
oído escaso”, se justificaba / Marcello mencarini/LEEMAGE.
Las charlas fueron grabadas en 1965 por Jorge Luis Borges, pero
recién salieron a la luz gracias a la donación que hizo el escritor
Bernardo Atxaga a la Casa del Lector de España, que en sociedad con la
Fundación Jorge Luis Borges, que dirige María Kodama, editarán un
audiolibro en el que se podrá conocer y escuchar losl pensamientos de
uno de los más grandes escritores argentinos sobre el tango y sus
principales exponentes.
"“Oyendo un tango viejo”, sostiene el escritor en las grabaciones a las que tuvo acceso El País,
“sabemos que hubo hombres valientes. El tango nos da a todos un pasado
imaginario. Estudiar el tango no es inútil, es estudiar las diversas
vicisitudes del alma argentina”.
María Kodama fue la encargada de
certificar que las grabaciones pertenecieran a Borges y también contó
que al autor de El Aleph no le gustaba mucho el estilo de Gardel. “El choclo
le divertía. Le gustaban los tangos de la guardia vieja porque no
tenían letra o, si la tenían, era con doble sentido. Sin embargo,
detestaba el tango cantado por Gardel por sus letras melodramáticas y
lloronas”, aseguró en El País.
En la página del diario español se pueden escuchar algunos fragmentos de esas extensas charlas:
Aunque prefería la milonga, vio en el tango nuestra alma
Por Eduardo Parise
Un cuarto de siglo después de muerto, Jorge Luis Borges vuelve a
aparecer hablando y nada menos que de la música de Buenos Aires. Y
aunque reconoce que “tango” y “gaucho” son las dos palabras que
identifican al país en el mundo, otra vez vuelve a la memoria aquello
que, puesto en su boca, siempre generó debate: que la verdadera
representatividad musical de los barrios de la ciudad no es el tango
sino la milonga. “Creo que la milonga es una de las grandes
conversaciones de Buenos Aires, como lo es también el truco, ese juego
de naipes dialogado y lleno de picardías”, dijo una vez. Y hasta vapuleó
a Carlos Gardel: “convirtió al tango en una especie de tragedia triste y
teatral”, despachó sin piedad sobre el inventor del tango-canción. También
siempre fue conocida su postura contra el bandoneón y su aprecio por
los sonidos de lo que se llama “guardia vieja”, cuando reinaban la
guitarra y la flauta y había menos letra que música. Sin
embargo, Borges siempre es Borges. Y saber que existen cinco horas de
grabaciones de charlas suyas que aluden al tango y que fueron realizadas
hace casi medio siglo, resulta una buena noticia. En especial,
si allí hay un concepto que define a nuestra música por excelencia –que
ya es patrimonio cultural de la humanidad– como “una forma de leer el
alma argentina”, como una manera de eternizar su consigna elogiosa,
aquella del “tango que fuiste y serás”.
Del cantor y de “niños bien” patoteros
Gardel Gardel toma el tango y lo hace dramático. Ahora,
una vez que Gardel ejecutó esa proeza se escribieron tangos para ser
cantados de un modo dramático. Tangos, por ejemplo, como “Te fuiste ja ja, que te cache el tren
" , tangos en los cuales el hombre simula alegrarse de que la mujer lo
ha dejado pero al final la voz se le quiebra en un sollozo. Todo esto
está hecho especialmente para el cantor. Todo esto nada tenía que
ver con el antiguo compadrito. Dice Vicente Rossi en su libro que esos
temas de rivalidad el compadrito los resolvía a su modo: duelo criollo,
sin testigos, a cuchillo y muerte. Luego llegaron los tangos
quejosos y recuerdo una frase de un malevo, puedo decir, que me honró
con su amistad, según la frase consabida y era “el hombre que piensa
cinco minutos seguidos en una mujer no es un hombre, es un maricón”
salvo que en lugar de la palabra “maricón” usaba una más fuerte que
empieza con la misma letra y que es una variación de “hermafrodita”.
Espero haber sido demasiado explícito en esta aclaración. Cómo empezó el tango
(…) y otra, famosa, porque dio su nombre a un tango famoso. Una casa de
baile de compadritos y de patoteros y de mujeres de la vida situada en
la calle Rodríguez Peña, acaso en esas casas viejas que todavía quedan
en esa cuadra… Rodríguez Peña entre Lavalle y Corrientes. Y si se
necesitaran más pruebas tendríamos, además, cuatro versos de Evaristo
Carriego que estaba describiendo lo contemporáneo y que no tenía y no
podía mentir. Dice: " En la calle la buena gente derrocha sus
guarangos decires más lisonjeros porque al compás de un tango, que es La
Morocha, lucen ágiles cortes, dos bolilleros " es decir, dos
hombres. Y un tío mío, marino, calavera en su juventud, dice que fue con
un grupo de cadetes a un famoso conventillo de la época llamado,
significativamente, “Los Cuatro Vientos”, en la calle Las Heras, “Los
Cuatro Vientos” ya sugiere grandes patios, grandes patios con muchas
ventolinas, como dice Silvina Ocampo, admirable poema sobre Buenos
Aires. Y que ahí uno de ellos quiso bailar con corte y la gente del
conventillo, la gente humilde del conventillo, lo echó. Es decir,
contrariamente a esa suerte de novela sentimental que han hecho los
films, el pueblo no inventa el tango. El pueblo no impone el tango a la
gente bien, ocurre exactamente lo contrario. El tango tiene esa raíz
infame que hemos visto y luego los niños bien, patoteros, que eran
gentes de armas llevar o de puños llevar, porque fueron los primeros
boxeadores del país, lo llevaron a París… cuando el baile fue aprobado y
aceptado en París, entonces el Barrio Norte, digamos, lo impuso a la
Ciudad de Buenos Aires que ahora lo acepta y es una suerte que haya
ocurrido así.
La fiscalía de Augsburgo ofreció en rueda de prensa los primeros datos oficiales de la operación, que comenzó en 2010 con un control de aduanas en un tren entre Suiza y Alemania y que en 2012 llevó a la policía al apartamento de Cornelius Gurlitt, de 80 años, donde se encontraron las obras. Así, detalló un primer inventario: 1.285 cuadros no enmarcados y 121 enmarcados, el más antiguo fechado en el siglo XVI y todos, al margen de la suciedad y el polvo, en "muy buen estado", señaló el fiscal jefe de Augsburgo, Reinhard Memetz.
Según explicó la investigadora de la Universidad Libre de Berlín, Meike Hoffman, en la colección no hay sólo cuadros del denominado "arte degenerado" -las obras de los "clásicos modernos" confiscadas por los nazis a finales de los años treinta-, sino que también hay piezas de siglos anteriores.
Hasta ahora, el hallazgo más importante es un Marc Chagall y un autorretrato de Otto Dix hasta ahora desconocidos. Pero también hay dibujos, grabados y lienzos de Toulouse-Lautrec, Renoir y Picasso.
La obra de Carl Spitzweg titulada "Pareja Haciendo Música" se proyecta durante una rueda de prensa sobre la colección de cuadros encontrada ayer en Múnich. (EFE)
Meike Hoffmann, historiadora de arte de la universidad de Berlín, subrayó que la tela desconocida de Chagall, que representa una escena alegórica y que data probablemente de mitad de los años 1920, "tiene un valor histórico particularmente alto". Su procedencia todavía no ha sido determinada.
Las obras son "de una calidad extraordinaria" y constituirán un valioso aporte al estudio de diversos pintores, explicó Hoffmann en la conferencia de prensa. "Naturalmente es una sensación de felicidad inmensa", agregó.
La revista Focus, que difundió el fin de semana el descubrimiento, calculó el valor total de las piezas en más de 1.300 millones de dólares. Todas estaban en un departamento en Munich, donde el anciano Cornelius Gurlitt las atesoró por décadas. Su padre, Hildebrand, era un coleccionista de arte que había sido amenazado por los nazis porque tenía una abuela judía pero luego se volvió indispensable al régimen de Hitler, al cual ayudaba a vender obras robadas o incautadas en el extranjero. El hallazgo se logró porque Gurlitt llamó la atneción de unos agentes de aduana que en septiembre de 2010 le encontraron 9.000 euros en efectivo en un control de rutina. Lo siguieron investigando, llegaron a su departamento y así se encontraron con un tesoro perdido.
La obra de Franz Marc titulada "Caballos en el Paisaje" se proyecta durante una rueda de prensa sobre la colección de cuadros encontrada ayer en Múnich. (EFE)
Una obra desconocida de Marc Chagall que muestra una escena alegórica se
proyecta durante una rueda de prensa sobre la colección de cuadros
encontrada ayer en Múnich. (EFE)
Un hallazgo sin precedentes Ya identificaron varios cuadros “extraordinarios” robados por los nazis. (AP)
Un hallazgo sin precedentes Ya identificaron varios cuadros “extraordinarios” robados por los nazis. (AP)
La causa de su muerte siempre estuvo en duda. Ahora creen que fue arrollado en combate.
El joven detrás de la máscara. De oro, la pieza que cubría el rostro de Tutankamón es una de las joyas más valiosas de la Antigüedad. El faraón murió a los 19 años y era así, según una reconstrucción de 1992. EFE
Londres. Agencias
La historia de Tuntakamón, especialmente su último capítulo, dio un nuevo giro. Científicos británicos descubrieron que no murió como se pensaba hasta ahora: víctima de la malaria. Al parecer, fue atropellado accidentalemtne por un carro en pleno combate. El cadáver momificado, además, reveló otro detalle inesperado. Se prendió fuego espontáneamente tras un intento chapucero por embalsamarlo.
Un fragmento de carne del joven faraón, cuya tumba fue descubierta en 1922 por Howard Carter y Lord Carnarvon, fue testeado por científicos que confirmaron que su cuerpo se quemó abruptamente cuando estaba siendo sellado.
El descubrimiento de su tumba casi intacta, junto con un ataúd de oro y una máscara funeraria de oro, causaron sensación en todo el mundo en los años 20 y generaron una fascinación generalizada y persistente por el Antiguo Egipto. Tutankamón y sus tesoros se asocian desde hace tiempo, además, con una “maldición” que nació luego de varias muertes misteriosas. Entre ellas, la de Lord Carnarvon poco después del hallazgo de la tumba.
Más de 20 personas vinculadas a la apertura de la cámara funeraria del faraón en Luxor murieron de forma extraña en los años siguientes, seis en Londres.
Ahora, con la tecnologíadel siglo XXI, el investigador Chris Naunton, egiptólogo, hace crecer la intriga que rodea a la momia al llegar a la conclusión de que su cuerpo se quemó por una mala praxis en el proceso de momificación.
Revelan que Tutankamón murió porque lo atropelló un carruaje
Para tener certeza de ese dato, Naunton examinó los apuntes originales de Carter y junto con científicos forenses del Cranfield Forensic Institute, de Bedfordshire, llevó a cabo una autopsia virtual del cadáver utilizando la tecnología de escáner con tomografía axial computarizada, cuyos resultados pueden reavivar también la posibilidad de que el joven soberano muriera atropellado por un carro, en combate.
Ese detalle no es menor porque no hay registros sobre los últimos días del faraón y desde hace tiempo se debate cuál fue la causa de su muerte. Si bien existen versiones de que Tutankamón fue asesinado o que murió en un conflicto, muchos expertos creían que su muerte se debió a un accidente o una enfermedad. Una tomografía realizada en 2005 muestra que había sufrido una fractura en la pierna izquierda poco antes de morir, y que esa pierna se había infectado. Análisis de ADN realizados en 2010 mostraron la presencia de malaria en su sistema. Las recientes revelaciones, en cambio, indican que habría caído en combate y que un carro lo arrolló.
Los nuevos datos se presentarán este fin de semana en un documental que emitirá la televisión británica. El programa también analiza por qué razón la tumba de Tutankamón no fue descubierta durante tantos miles de años. Stephen Cross, geólogo, presentó pruebas de una inundación repentina, cuyas consecuencias pueden haber mantenido los tesoros a salvo de profanadores.