En la muestra se pueden ver los muebles, arañas, vestidos y objetos personales usados a partir de 1890.
Por la puerta grande. Un maniquí, con indumentaria de la época, en el ingreso a la imponente casona. / FOTOS: EMILIANA MIGUELEZ |
Por Bárbara Álvarez Plá
Las dos nacieron en 1890: Victoria Ocampo y Villa Ocampo, la casa que su padre, el ingeniero Manuel Ocampo, construyó en el partido de San Isidro y que sería la residencia veraniega de la familia. De marcado estilo victoriano, Villa Ocampo se convirtió con el tiempo en lugar de reunión de algunos de los máximos exponentes de la cultura argentina de principios del siglo XX. Era la Belle Époque argentina, y la aristocracia se hizo reacia a todo lo que sonara a tradición española.
Las dos nacieron en 1890: Victoria Ocampo y Villa Ocampo, la casa que su padre, el ingeniero Manuel Ocampo, construyó en el partido de San Isidro y que sería la residencia veraniega de la familia. De marcado estilo victoriano, Villa Ocampo se convirtió con el tiempo en lugar de reunión de algunos de los máximos exponentes de la cultura argentina de principios del siglo XX. Era la Belle Époque argentina, y la aristocracia se hizo reacia a todo lo que sonara a tradición española.
Villa Ocampo, hoy protegida por UNESCO, funciona como
centro cultural: “Es más que un museo”, insiste Nicolás Helft, director
ejecutivo y uno de los responsables de La gran ilusión, la muestra que propone un viaje en el tiempo, a esos años en que tradición y modernidad se disputaban el protagonismo.
En
una visita guiada de casi una hora, y a través de una puesta en escena
que, los fines de semana se vuelve performance con la ayuda de seis
actores, se recrea el sofisticado estilo de vida de la época: largos
vestidos blancos, delicados sombreros, libros escritos en francés,
vajillas victorianas, inmensas arañas, esculturas hechas en Roma y
muebles traídos de Europa: “Fuimos muy estrictos con la época, pero no
tanto en cuanto a lo que tenía la familia”, anota Helft. Pasen y vean.
Mirando a Europa. El comedor de la casa se inspiró en el estilo victoriano. |
Cuatro
pequeñas cabras juegan en el jardín y cerca pasea una familia de
gansos. El aire huele a jazmín y a pasto recién cortado. Una imponente
escalera nos conduce al interior de la casa, que con sus muebles
europeos, su decoración clásica y sus arañas de cristal son un pasaje de
ida al pasado. Dos maniquíes con uniformes negros nos reciben. “Las
ropas pertenecen al Museo del Traje”, explica Helft. Hay música. Sale
del symphonion, un aparato de origen alemán anterior al gramófono.
Adentro gira un disco de color oro. “Se escucha en toda la casa”, cuenta
nuestro guía.
En el primer piso está el comerdor: una enorme
mesa de roble espera a los comensales. En la pared, tras ella,
naturaleza muerta.
En el descanso de la escalera que conduce al
segundo piso, una gran pantalla pasa imágenes del Archivo Nacional.
Testimonio de una época de bonanza: blancas telas, sombreros y sonrisas.
En el segundo piso, la habitación de Victoria Ocampo. “Está como
ella la dejó”, asegura Ernesto Montequin, el curador, “en esa cama
murió Victoria”. Sencillez y libros. Muchos libros. Y un enorme espejo
de marco blanco apoyado contra la pared. Cerca, la que fuera la pieza de
su padre. En la ventana, un telescopio espera a la noche.
“La
gran ilusión es más que la reconstrucción del estilo de vida de una
familia”, dice Helft. Y lo dice porque Villa Ocampo es ante todo el
emblema de una época y de una clase social que soñó con traer a la
Argentina el estilo de vida de las metrópolis europeas.
Fuente: clarin.com
Fuente: clarin.com