Un grupo de correctores comenzó una “cacería de erratas” en carteles de Buenos Aires.
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Por una buena escritura. Parte del grupo, ayer,
señala los errores que tiene un cartel de la Sociedad Rural, en la Plaza
San Martín.
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Por Diego Geddes
Les ofrecen cambio: dólares, reales, euros. También visitas a
las Cataratas o al Glaciar Perito Moreno. Y para esta noche, shows y
espectáculos de tango. No entienden bien por qué pero de pronto les cae
la ficha: van por la calle Florida, en pleno microcentro porteño, con
sus cámaras de fotos, retratando vidrieras y carteles. Pero no son
turistas: son algo así como guardianes de la palabra y de la buena
escritura, y ayer al mediodía “patrullaron” el microcentro porteño en
busca de errores de ortografía, en una “Cacería de Erratas”.
“Lo que hacemos es turismo ortográfico ”, dice entonces una de las chicas del grupo, la mayoría correctores y traductores públicos. La idea es usar sus cámaras de fotos y teléfonos celulares para marcar los errores en los carteles de negocios y de señalización en el espacio público de la ciudad.
“Lo
hacemos para concientizar y para valorar el uso de la lengua escrita”,
dice Damián Santilli, uno de los organizadores y consejero de la
Comisión de Español del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de
Buenos Aires (CTPCBA).
La “Cacería de Erratas” apenas empezó pero ya se empiezan a detectar los errores más comunes: escribir sin tildes, no usar los signos de apertura de interrogación y exclamación, y usar mal las mayúsculas.
Después
de la recorrida de ayer, compartirán esas fotos en las redes sociales,
para explicar cómo sería el modo correcto de escribir. “Vamos a publicar
las fotos en el Facebook del CTPCBA (www.facebook.com/ctpcba) a partir
del 28 de octubre para ir trayendo a la mesa la problemática del mal uso
del español en publicidades, vía pública y medios en general”, dice.
Mónica
Seoane es correctora y diseñadora, y según dice, es de esas “que
corrigen todo lo que ven”. “Se escribe mal, con faltas de ortografía,
hasta en diarios y revistas. Escriben mal los chicos y también los
grandes, todos con el criterio de decir ‘aunque lo escriba mal, igual se
entiende’”, dice Mónica.
Para Natalia de Laudo, traductora y
correctora, esta tarea de descubrir errores va más allá del “escrache”
público: “En algunos casos, hay gente que paga una fortuna para hacer un
cartel, y si te lo hacen con faltas de ortografía te termina jugando en
contra, es una promoción a la inversa. Lo mismo los carteles oficiales,
de calles y señales públicas. No puede ser que tengan errores”, dice
Natalia. Y cámara en mano, retrata una vidriera más.