EL CASTILLO DE LA BOCA Y SUS LEYENDAS

Se luce por su arquitectura y por los mitos que lo habitan: fantasmas, duendes y suicidios.
La torre del fantasma. El edificio, de más de un siglo, está en el cruce de Almirante Brown con Villafañe y Benito Pérez Galdós. / GERMÁN GARCÍA ADRASTI
Por Eduardo Parise


Quienes abonan la leyenda la llaman “la torre del fantasma”. Y hablan de gnomos y del suicidio de una pintora muy bohemia. Los más fantasiosos dicen que se escuchan ruidos de cadenas y gritos. Del otro lado están quienes descreen de todo eso, lo desmienten y agregan: nunca existió tal suicidio y todo es parte de otra incomprobable leyenda urbana. Son los que conocen al lugar como “el castillo de La Boca”. Lo concreto es que la construcción ya tiene más de un siglo y, con su estilo catalán modernista, sigue luciéndose en el cruce de la avenida Almirante Brown con la calle Wenceslao Villafañe y la avenida Benito Pérez Galdós, en ese barrio al que muchos vecinos todavía definen como “República”.
El edificio ocupa un terreno con forma de trapecio y cuentan que todo empezó cuando alguien con visión comercial le sugirió a María Luisa Auvert Arnaud que lo comprara para hacer allí una casa de renta. La mujer era una rica estanciera con campos en la zona de Rauch y aquello le pareció oportuno, ya que el barrio crecía fuerte por la llegada de muchos inmigrantes. Promediaba la primera década del siglo XX.
Así fue como ella le encargó la construcción al arquitecto Guillermo Alvarez, un hombre nacido en 1880 en la gallega provincia de Orense. Alvarez era hijo de un carpintero que emigró hacia la Argentina en 1885. Por su descendencia catalana, la mujer pidió que la obra tuviera la impronta de esa Catalunya lejana. Entonces el diseño tuvo la estética que imperaba en Barcelona.
Con planta baja y dos pisos, en la ochava (une las tres calles) la construcción (terminada en 1908) está rematada por una torre con almenas. Es el único sector del edificio que tiene un tercer piso. Además, la parte superior de la torre incluye un tanque de agua, posiblemente el primero de ese tipo que se instaló en La Boca. Ornamentada con motivos geométricos de gran factura, la torre acompaña la belleza del conjunto, también trabajado con delicadeza. En 1910, la Municipalidad le otorgó un primer premio por su arquitectura.
Dicen que cuando Auvert Arnaud vio el edificio, optó por convertirlo en su vivienda. Lo decoró a su gusto, trayendo hasta plantas desde España. Los que adhieren a la leyenda, incluyen entre esas plantas algunas con hongos alucinógenos. Y sostienen que en esos hongos solían habitar los “follet”, unos pequeños duendes traviesos que convirtieron el lugar en inhabitable. Cuentan que, por eso, la estanciera dejó el edificio y se fue a Rauch.
Allí es donde comienza la otra parte de la leyenda que incluye a una bella mujer llamada Clementina, una artista plástica que había venido a estudiar a Buenos Aires. La ubican viviendo en la torre, como una de las inquilinas que fueron allí cuando el edificio se convirtió en casa colectiva. Y agregan que una vez los duendes fueron fotografiados, se enojaron y provocaron el suicidio de Clementina, por instigación o por acción directa. Nunca pudo comprobarse, pero el mito se mantiene.
Y ya que se habla de mitos, no muy lejos del “castillo de La Boca”, en Barracas, también hay otros lugares que alimentan leyendas. Uno es “la casa de los leones”, una mansión que fue de Eustaquio Díaz Vélez. La construcción está en Montes de Oca al 100, junto a la ex Casa Cuna. Cuentan que ahí había tres leones enjaulados, a los que soltaban de noche para que protegieran la casa. Y dicen que cuando la hija de Díaz Vélez celebraba su compromiso con un joven, también de buena familia, un león se soltó y en medio de la fiesta despedazó al novio. Afirman que el dueño de la mansión mató al león con un certero disparo de escopeta. Y que, al poco tiempo, la deprimida hija terminó suicidándose. Pero esa es otra historia.

El castillo de La Boca, en las intersecciones de la avenida Almirante Brown y las calles Wenceslao Villafañe y Benito Pérez Galdós. (Germán García Adrasti)

Fuente: clarin.com

¿QUÉ SERÁ DE LOS RIVERA DE DETROIT?

Amenazados. Una parte de los murales del artista mexicano.

Detroit se declara en bancarrota y preocupa qué va a pasar con las obras de arte que atesora su Instituto de Artes.
Ayer el especialista en arte latinoamericano, Gregorio Luke, dio la alarma por algunas piezas, entre ellas, 12 murales del mexicano Diego Rivera: le preocupa que las obras caigan en manos privadas.
Rivera pintó los murales en 1932, por encargo de Henry Ford. La obra narra el proceso de creación de varias industrias; los más famosos son los del automóvil, desde que la materia prima se extrae de la tierra, la creación de las piezas, ensamblaje, hasta el producto terminado que es un vehículo.
El especialista afirmó que las obras terminarán en manos privadas, si los acreedores de la ciudad los subastan para recuperar el dinero adeudado.

Fuente: clarin.com
 

EL CONCURSO PARA DIRECTOR DEL BELLAS ARTES
SE QUEDÓ EN EL RELATO

Tampoco se sabe cuándo inauguran las salas del primer piso, que fueron reformadas y tienen las obras colgadas.

Para nadie. Entre los espacios que no se inauguran hay una sala dedicada a Antonio Berni./ MARCELO GENLOTE

Por Patricia Kolesnicov


Imagínense una película: el tipo está sentado en su despacho, en la institución que dirige hace más de cinco años. En la puerta suena un toc-toc y aparecen dos de sus superiores. Tres palabras y su tiempo ha terminado; ese no es más su despacho. Uno de sus superiores ocupa su silla. Así fue el cambio de autoridades en el Museo Nacional de Bellas Artes, en abril. El director saliente era Guillermo Alonso; los que llamaron a su puerta eran la subsecretaria de Gestión Cultural de la Nación, Marcela Cardillo, y Alberto Petrina, director nacional de Patrimonio y Museos. La que se sentó en la silla fue Cardillo que, sin dejar su puesto en los papeles, “bajó”, en la práctica, a directora de museo.
Por esos días, la Secretaría de Cultura anunció la apertura del concurso para elegir nuevo director y hasta daba los nombres de los jurados. Pero las bases nunca estuvieron y el concurso nunca abrió: el principal Museo del país está, cómo decirlo, intervenido. ¿Hasta cuándo? En forma oficial, el Museo responde: “No sabemos”. Además del Gran Bonete, debería saberlo la Secretaría de Cultura. Pero la Secretaría de Cultura no contesta. Tal vez porque no sabe, no contesta. O porque no decide.
Cabe recordar que los directores del Museo de Bellas Artes empezaron a ser concursados en 2007, durante la gestión en Cultura de José Nun, gobierno de Néstor Kirchner. La idea era apartar el rumbo del Museo de los avatares políticos. El primer ganador por concurso fue Alonso.
El mandato había vencido en diciembre; por eso se debió haber llamado a concurso unos meses antes, tener un ganador con tiempo y hacer un traspaso civilizado, quién te dice un par de meses de cogestión para que el que se iba ayudara al que llegaba. Impensable. Toc toc en la puerta y afuera.
Claro que un director concursado tiene estabilidad en el cargo y, por lo tanto, independencia. Para armar muestras, decidir cuándo abren y con quién habla. Esta cronista se cansó de pedir, por medios formales e informales, una entrevista con la nueva directora del Museo. El pedido nunca fue contestado. Los que saben lo que pasa explican el por qué, en los términos a los que nos fuimos acostumbrando: “Si le da una entrevista a Clarín le meten una patada en el culo”.
Marcela Cardillo es una abogada recibida en la Universidad de Belgrano que en 2005 empezó a trabajar como asesora del entonces diputado –y hoy Secretario de Cultura– Jorge Coscia. De su mano, entró a la Secretaría de Cultura en 2009, en el área de Legal y Técnica primero y unos meses después como Subsecretaria. Aunque su gestión lleva la marca de origen –toc-toc–, quienes trabajan en Bellas Artes o desde otras instituciones interactúan con el Museo, hablan bien de su gestión. Cardillo puede ser una buena directora a dedo, pero está puesta a dedo. Y no es lo mismo.
Un director concursado, independiente puede decidir, también, cuándo inaugurar obras. Durante la gestión de Alonso, y con un importante aporte económico del Estado, se remodeló el primer piso del Museo. Una reforma que es edilicia pero también de contenidos: se pondrían allí las obras del Siglo XX, sin separar las internacionales de las argentinas, es decir, incorporando el arte argentino al relato del arte de ese siglo. En noviembre, diciembre, cuando se venía el fin del mandato de Alonso, ya el mundillo murmuraba: “No lo van a dejar inaugurar el primer piso”. Y no lo dejaron. La reforma está hecha, las obras están colgadas para que las vea Nadie, y el corte de cinta espera que se levante algún pulgar en alguna oficina que no está en el Museo. Quizás el dedo se destrabe hacia octubre. Por ahora, la excusa es que faltan unos equipos de aire acondicionado. Y, sí, con el manoseo institucional del museo, deben estar pasando mucho calor.

Fuente: clarin.com


ESTRATEGIAS PLÁSTICAS

Muestras



Una vasta exhibición, que reúne obras de formato pequeño de artistas de varias galerías porteñas, destaca líneas y temáticas narrativas en el arte argentino. Agrupadas por autor y por galería -participan con sus artistas, invitadas por Rubbers, Gachi Prieto, Dacil Art, Aldo de Sousa y Elsi del Río-, las diferentes visiones de Historias mínimas rondan sin embargo algunas constantes: el paisaje (Sonia Etchart y, de manera original, Teresa Pereda), la sociedad y la vida urbana (Liliana Golubinsky y Daniel Corvino), el cuerpo (en todo el conjunto escultórico seleccionado, de Tulio Romano a Alexis Minkiewicz), las fantasías animadas (Benito Laren, Carolina Antoniadis, Mariana Vidal y Fabio Risso, entre otros) y los relatos encriptados de las variaciones abstractas (Carolina Cerverizzo y Tulio de Sagastizábal). Rubbers aporta además obras de grandes maestros: bocetos teatrales de Xul Solar, un retrato de Antonio Berni, los trabajos de Luis Felipe Noé sobre Las venas abiertas de América Latina, y otros de Lino Spilimbergo, Ary Brizzi, Juan Doffo y Manuel Álvarez. Mención aparte merecen los óleos esmaltados de Tito Pérez, docente de artistas cuya obra, de resonancias poéticas y filosóficas, encuentra en el recorrido una hondura inesperada.
El título de la muestra -que no en vano evoca el film homónimo de Carlos Sorín, ya que permite que los espectadores hagan foco en situaciones formuladas plásticamente, como en una escena, a través de personajes y circunstancias cotidianas o recortes ópticos- también propone una revisión de las historias del arte nacional. ¿La opción por lo mínimo responde a un contexto "débil" (en proyectos, en movimientos, en ventas)? ¿Imitan en la actualidad las galerías tradicionales las estrategias de las galerías alternativas? ¿En qué medida un guión curatorial es eficaz? Éstas y otras cuestiones -además de un paseo que establece diversos atajos y giros (incluso algunos cul-de-sac) en la producción visual local- resuenan en la colectiva ideada por Mariana Povarché.
Un poco de pasto vale oro en el cielo, de Azul Caverna.
Con un repertorio exiguo de segmentos y grafismos, más una paleta sedosa y vital, la primera muestra individual de Azul Caverna (seudónimo de un artista mendocino nacido en 1979) no parece la de un aficionado sino la de alguien que hubiera alcanzado, durante el acto de pintar, un estilo propio. Sus conjuntos de barras, que semejan lomos de libros en una frágil biblioteca o teclas negras de un piano desarticulado e invisible, se imponen al espectador como textos de una escritura incipiente.
Pulidos, precisos, insistentes, sus trabajos en óleo en barra y crayón sobre papel modulan deconstrucciones morfológicas -como el tríptico Desarrollo en negro- o cromáticas, como Lo que va a suceder. Integran la muestra dibujos en tinta que repiten hasta el infinito un patrón minúsculo, semejante a una letra desconocida; otros con torbellinos de signos sobre aparentes capas de moho -producto del frotado del óleo- y una obra conjunta con su pareja, Martina Quesada (Houston, 1987), también artista de Van Riel. En Le feu, el fuego, the Fire, Caverna rellena el par de figuras geométricas fracturadas de Quesada con un laberinto de trazos candentes e incombustibles.

Fuente: ADN Cultura La Nación

BERLÍN, USINA CREATIVA

Arte / La Babel contemporánea

Varios artistas argentinos contaron a adncultura cómo viven en la capital alemana, que convoca a colegas de todo el planeta con su estilo bohemio y su bajo costo de vida. Entre ellos, se destacan el tucumano Tomás Saraceno y el danés Olafur Eliasson, creadores de megainstalaciones de espíritu universal inspiradas en este clima cosmopolita



BERLIN.-Se promociona como la "ciudad del cambio". Y lo es. Después de las profundas heridas que dejó la Segunda Guerra Mundial, resurgió de las cenizas y se reinventó a sí misma, hasta convertirse en uno de los principales centros de arte del planeta.

Atraídos por la libertad creativa, la infraestructura y el bajo costo de vida de la capital alemana, donde se puede conseguir un departamento de tres dormitorios por 500 euros por mes, aquí conviven cientos de artistas de los cinco continentes. Entre ellos, muchos argentinos, como Tomás Saraceno, Charly Nijensohn, Edgardo Rudnitzky, Miguel Rothschild, Manuel Esnoz, Marula Di Como, Celina González Sueyro, Dolores Zinny, Juan Maidagán, Eva Pedroza y Ariel Lo Manno. En diálogo con adncultura , varios de ellos coincidieron en que Berlín cambió en forma radical en esta última década.

Lo confirmó luego Abaseh Mirvali, curadora de los espacios U-Turn en arteBA y LUPA en ArtRio, durante una cena en un exclusivo restaurante de la ciudad. Mientras pedía un schnitzel , plato típico idéntico a la porteña milanesa, la ex directora de la Fundación/Colección Jumex de México confesó que decidió radicarse en esta capital porque aquí vive gran parte de los artistas que le interesan.

En Berlín tiene su principal taller el danés Olafur Eliasson, uno de los artistas contemporáneos más reconocidos. En una antigua fábrica de cerveza montó un estudio donde trabajan unas cincuenta personas -artesanos, arquitectos e historiadores del arte- y forma a las nuevas generaciones en colaboración con la Universidad de Arte de Berlín (ver recuadro).
Admiradora de la educación alemana, Celina González Sueyro está haciendo una residencia en Berlín: Foto: LA NACIÓN
También aquí crea sus megainstalaciones el tucumano Tomás Saraceno, representado por la galería Esther Schipper, que luego de haber expuesto sus trabajos en la 53a Bienal de Venecia en y en el MET neoyorquino acaba de sorprender en Düsseldorf con su obra En órbita , por la que se puede caminar a 20 metros del piso.

Bajo perfil

Pese a la espectacularidad de estos proyectos de trascendencia mundial, Berlín cultiva el bajo perfil. Aunque tiene decenas de galerías de arte -varias internacionales-, muchas de ellas no dan a la calle. O no tienen un cartel que las identifique, como es el caso de Johann König, donde semanas atrás se inauguró una muestra de la argentina Amalia Pica. Lo único que se puede ver en la página web de Neugerriemschneider ( www.neugerriemschneider.com ), representante de Eliasson, Ai WeiWei, Tobias Rehberger y Rirkrit Tiravanija, es el siguiente mensaje: "Si quiere contactarnos, por favor mándenos un mail".
Compositor polifacético, Edgardo Rudnitzky colabora con Jorge Macchi.

La ciudad ni siquiera tiene feria propia. Lo más parecido es Art Berlin Contemporary, un espacio centrado en los artistas que exhibe en septiembre solo projects de 130 galerías internacionales. Y en abril se realizan los Gallery Weekends, una suerte de Gallery Nights extendidas que convocan a importantes coleccionistas internacionales (ver recuadro).

Una gran vidriera

"A mí me atrajo el espíritu bohemio de Berlín. Su variedad me inspira", dice Esnoz, que llegó por primera vez a esta ciudad en 2004, con un grupo de más de veinte colegas argentinos que participaron de los festejos del décimo aniversario de la hermandad Berlín-Buenos Aires (ver recuadro). "Por otra parte, Berlín es una gran vidriera: está absolutamente proyectada hacia el exterior", agregó el pintor, representado por la galería neoyorquina Kravets/Wehby.

Esta ciudad concentra a creativos de todo el planeta, que suman aportes de distintas disciplinas. El escultor Ariel Lo Manno llegó a la ciudad hace cinco años y al poco tiempo comenzó a trabajar con artistas de Japón, China, Estados Unidos. Tres años más tarde, el grupo reunía a casi cien colegas de distintos países.
En su taller, Manuel Esnoz escucha hablar a los vecinos en varios idiomas.
"Berlín es multicultural", coincide la joven Eva Pedroza, hija de la pintora Ana Eckell, que estudia becada en una universidad. "Es una ciudad cosmopolita, donde hay mucho diálogo", agrega Celina González Sueyro, que está participando de una residencia y expuso en la galería Kwadrat, de Martin Kwade.
La diversidad étnica se nota especialmente en el barrio de Kreuzberg, el preferido por los artistas, que huyeron de Mitte cuando subió el precio de los alquileres. Por el mismo motivo, las galerías se reagruparon en torno a la calle Potsdamer... Hasta nuevo aviso.

"Berlín estalló en los últimos años. Es una ciudad muy dinámica", observa Rudnitzky, compositor devenido artista y radicado aquí desde hace más de una década. Además de realizar sus propias instalaciones colabora con Jorge Macchi, con quien produjo la obra La ascensión para la 51a Bienal de Venecia.

"Acá la escena es enorme: si no te llevás bien con uno, te llevás bien con otro", observa Rothschild, que participó en junio en Art Basel representado por la porteña Ruth Benzacar.

¿Se puede vivir del arte en Berlín? El sí es unánime. Si no alcanza con la venta de obras, otra opción es integrarse a una estructura universitaria que, según ellos, es "incomparable". Di Como, por ejemplo, además de impulsar el proyecto Migrantas, da charlas en instituciones y obtuvo varias becas desde que se instaló en Berlín, en 2002. En ese sentido, según González Sueyro, Berlín es "otro planeta".
Marula Di Como, integrante del colectivo Migrantas, en su lugar de trabajo.

Datos y pistas

Exhibición. Lo más parecido a una feria de arte en la capital alemana es Art Berlin Contemporary ( www.artberlincontemporary.com ), que exhibe en septiembre solo projects de artistas representados por 130 galerías internacionales. En abril se realizan los Gallery Weekends ( www.gallery-weekend-berlin.de ), en los cuales unas cincuenta galerías -muchas de ellas agrupadas en torno a la calle Potsdamer- inauguran muestras con invitados internacionales durante tres días y tres noches. Entre los principales espacios de exhibición de arte contemporáneo se cuentan los museos Hamburger Bahnhof y Martin Gropius Bau, así como las colecciones privadas de Christian Boros -alojada en un antiguo búnker-, Thomas Olbricht, Arthur De Ganay y Erika Hoffmann.
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Educación. El prestigioso artista danés Olafur Eliasson forma a las nuevas generaciones en el innovador Instituto de Experimentación Espacial, en colaboración con la Universidad de Arte de Berlín (UDK). Junto con la Kunsthochschule Weißensee (KHB), son las dos principales universidades para estudiar arte en Berlín. Sobre becas de estudios en Alemania se puede consultar al Servicio de Intercambio Académico Alemán ( www.daad.org.ar) .
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Ciudades hermanas. El año próximo se cumplirán veinte años del acuerdo de colaboración entre Berlín y Buenos Aires. Para celebrarlo, Dudu von Thielmann impulsa la segunda edición del festival "Diálogo Cultural Berlín-Buenos Aires". La primera edición, en 2004, incluyó una muestra en la capital alemana del Movimiento Notango, con obras de 24 artistas argentinos.


En el centro del mundo: Rothschild produce en Berlín y exhibe en Art Basel.


Fuente: ADN Cultura La Nación

LA CALAVERA DE CRISTAL DE ROCA
DEL BRITISH MUSEUM DE LONDRES


CRÁNEO DE CRISTAL DE CUARZO

Probablemente europeo, s. XIX

Los grandes cráneos de cristal de cuarzo han suscitado gran interés y fascinación desde que comenzaron a verse en las colecciones públicas y privadas durante la segunda mitad del siglo diecinueve. Algunos fueron atribuidos a escultores aztecas, mixtecas e incluso mayas. Otros, se cree, son ejemplos del arte colonial mexicano para su utilización en las iglesias, tal vez como bases para crucifijos.
El Departamento de Investigaciones Científicas del British Museum ha llegado a la conclusión de que el cristal de cuarzo empleado en la realización de este ejemplar de cráneo probablemente haya provenido de Brasil. Además, se advierten indicios del uso de un torno de joyería, una herramienta desconocida en América hasta la llegada de los europeos. Estas marcas, sumadas al pulido de su superficie, indican que el cráneo fue tallado mediante técnicas tradicionales europeas.
Se cree que el cráneo de cristal proviene de México y fue traído a Europa por un funcionario español antes de la ocupación francesa. Más tarde, fue vendido a un coleccionista inglés y, tras la muerte de éste, fue adquirido por el anticuario francés Eugène Boban. Luego pasó a manos de la casa Tiffany & Co. de Nueva York, donde fue adquirido por el British Museum. Boban pudo haber adquirido el cráneo en Alemania, donde se enviaron grandes cantidades de cristal de cuarzo a principios del siglo diecinueve.

Fuente: The British Museum

REVELAN CÓMO SE PREPARABAN LOS SACRIFICIOS HUMANOS INCAS

A los niños elegidos les daban coca y chicha durante meses para que fueran más dóciles.
La doncella. Es una de las 3 momias halladas en Salta. El estudio reveló que tenía 13 años y no 15, como se creía.

Washington. Dpa. - 30/07/13


Los incas preparaban a los niños que elegían para sus sacrificios administrándoles alcohol y hojas de coca durante meses. Así lo revela una investigación de la universidad británica de Bradford. Tras estudiar las tres momias de niños de más de 500 años, que fueron halladas en los Andes argentinos, los expertos llegaron a la conclusión de que el consumo de ambas sustancias era parte del ritual del sacrificio. Y que tenía un sentido espiritual, pero también práctico: volverlos más dóciles. Los resultados se publicaron en la revista “Proceedings” de la Academia estadounidense de las Ciencias.
El equipo liderado por el arqueólogo Andrew Wilson investigó entre otros aspectos, el cabello de las tres momias infantiles halladas en 1999 cerca de la cumbre del volcán Llullaillaco, en Salta. Las tres momias (“El Niño” “la Doncella” y “la Niña del Rayo”), que se encontraban en muy buen estado debido a las gélidas temperaturas en las que fueron conservadas, se exponen en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM).
Aunque ya se sabía que el alcohol y la coca eran determinantes en los sacrificios humanos de los incas, los restos hallados en los cabellos permiten ahora deducir nuevos detalles sobre cómo se preparaban estos rituales.
Así, un año antes de morir, la alimentación de “la Doncella” –la mayor de los niños– cambió drásticamente. Al parecer, en ese momento habría sido elegida para el sacrificio y desde entonces mucho mejor alimentada. Según el estudio, “la Doncella” tenía unos 13 años (hasta ahora se creía que había muerto a los 15).
El alcohol que consumían era chicha, una bebida derivada de la fermentación del maíz. Las hojas de coca producen entre otros un efecto calmante al masticarlas mezcladas con ceniza. Los incas creían que los estados de embriaguez permitían acceder al mundo de los espíritus.
“La coca y el alcohol eran sustancias que provocaban un estado de cambio considerado sagrado”, señala el estudio. Los autores de la investigación apuntan a que estas drogas también contribuían a que los niños fueran más dóciles de cara a los rituales.
Los sacrificios humanos en el imperio inca se conocen con el nombre de “copacocha”. Los niños elegidos recorrían normalmente largas distancias y participaban en ceremonias en la capital inca, Cuzco, antes de dirigirse a la cumbre del volcán, a cientos de kilómetros de distancia, donde finalmente eran sacrificados.

El niño. La momia, de un nene de 7 años, tiene más de 500 años y se conserva en gran estado. /FOTOS: AP Y AFP

Los enterraron vivos en un volcán

La investigación de la Universidad de Bradford coincide con estudios previos de especialistas argentinos. “A los tres niños incas, no caben dudas que le dieron de tomar chicha cuando fueron enterrados vivos en los santuarios de la cumbre del Volcán Llullaillaco”, explica Mario Lazarovich, asesor en Patrimonio Cultural de Salta. Sobre el vestigio del consumo de hojas de coca, Lazarovich explica que “no es fácil permanecer tantos días a más de 4.000 metros de altura, y ahí es donde la hoja de coca, mitiga la sequedad de la boca, controla la falta de oxígeno, atenúa el mal de altura y sirve como anestésico”. La doctora en Arqueología de Alta Montaña, Constanza Ceruti, que participó en el desentierro de las momias, escribió en su libro “Llullaillaco” que “en las tomografías computadas realizadas a los cuerpos (...) quedaron descartados los golpes en las cabezas como causal de muerte”. “Sacrificios alternativos, según fuentes etnohistóricas, son la asfixia y el entierro de niños aún vivos en estado de semiinconsciencia, tras la ingesta de una bebida embriagante como la chicha” detalló Ceruti.
Jesús Rodríguez (Salta)

Fuente: clarin.com