PESE A LA PROHIBICIÓN DE LA JUSTICIA,
ESTÁN DESMONTANDO EL MONUMENTO A CRISTÓBAL COLÓN

Están desmontando la estatua a Cristóbal Colón

Pese a la prohibición de la Justicia, operarios están desarmando el monumento




Pese a la prohibición de la Justicia, operarios estaban desmontando esta tarde el monumento a Cristóbal Colón ubicado detrás de la Casa Rosada.
LA NACIÓN se acercó al lugar y puedo hablar con el responsable del trabajo, que dijo que el monumento no será trasladado, sino que "será desmontado", con la excusa de que está en malas condiciones.

Fuente: lanacion.com

RAYUELA: LA NOVELA QUE REVOLUCIONÓ LA LECTURA,
CUMPLE MEDIO SIGLO

Editada en junio de 1963, la obra de Julio Cortázar provocó admiración por el riesgo sonoro y sintáctico; se la recuerda con una edición conmemorativa y actividades en París

Por Franco Varise  | LA NACiÓN


"Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón..."
Rayuela nunca fue una novela. Es más bien una especie de río abierto y caudaloso. A cincuenta años de su primera edición, la gran creación de Julio Cortázar, también puede analizarse como un dispositivo extraliterario donde, como al inicio de esta nota, el autor apela al "gíglico", un idioma creado para la expresión absoluta.
El aniversario de los 50 años, que contará con conmemoraciones en la Argentina y en Francia, donde vivió, plantea una pregunta: ¿qué hace a esta obra tan fascinante todavía? Experimentación sonora y sintáctica, posibilidades de lecturas diversas; interpelación a la participación del lector y una sutil postura contracultural evocadora de las contradicciones de los sesenta hicieron de este simple objeto de pensamiento, papel y tinta un artefacto potente. Su secreto magnetismo cautiva a lectores de generación en generación. Con el tiempo, el texto ganó la admiración de grandes de la literatura. "Ningún otro escritor dio al juego la dignidad literaria que Cortázar, ni hizo del juego un instrumento de creación y exploración artística tan dúctil y provechoso. La obra de Cortázar abrió puertas inéditas", expresó el escritor peruano Mario Vargas Llosa. "Si no hay una voluntad de lenguaje en una novela en América latina, para mí esa novela no existe. Yo creo que la hay en Cortázar, que para mí es casi un Bolívar de la literatura latinoamericana. Es un hombre que nos ha liberado, que nos ha dicho que se puede hacer todo", consideró Carlos Fuentes. "Prosa hecha de aire, sin peso ni cuerpo, pero que sopla con ímpetu y levanta en nuestras mentes bandadas de imágenes y visiones, vaso comunicante entre los ritmos callejeros de la ciudad y el soliloquio del poeta", opinó Octavio Paz. "Cortázar es el mejor", añadió sintético el escritor chileno Roberto Bolaño. "Cortázar nos ha dejado una obra tal vez inconclusa, pero tan bella e indestructible como su recuerdo", dijo Gabriel García Márquez. Y las opiniones compiladas a lo largo del tiempo no escatiman elogios. Hoy Rayuela es parte del programa de lectura de muchas escuelas secundarias argentinas. Algo impensado hace cinco décadas, cuando la novela irrumpió en la escena literaria de habla hispana como algo extraño. Cortázar, que murió en París en 1984, compartió sus intenciones en una entrevista de la década del setenta: "A mí se me ocurrió, y sé muy bien que era una cosa muy difícil, un texto donde el lector en lugar de leer consecutivamente una novela tuviera opciones, lo cual lo situaría ya casi en pie de igualdad con el autor, porque él también había tomado diferentes opciones al escribir el libro".
La primera página del libro se titula "Tablero de dirección" y destruye en el mismo umbral de la obra el orden formal entre "lo escrito" y "lo leído" al proponer dos maneras de leer las seiscientas páginas que siguen: de corrido -en cuyo caso el libro terminaría en el capítulo 56 siendo el resto "prescindible"- o como propone el autor, según un orden alterado en el que ubica como primero al capítulo 73, en cuyo caso todos los capítulos serían "necesarios". Así lo explicó Cristina Feijóo en una nota titulada "El pensamiento de Cortázar en Rayuela" publicada en la revista literaria La Máquina del Tiempo.
Pero la invención de Cortázar no sólo fascina a otros escritores y a miles de lectores. También llamó la atención del mundo científico por su construcción basada en diferentes capas. "Rayuela es, sin duda, una novela excepcional que aborda una multiplicidad de temas y miradas acerca del hombre y del sentido de su existencia. Si bien algunos aspectos han envejecido mejor que otros, hay uno en particular que está hoy más vigente que nunca: la búsqueda. Rayuela es para mí, entre muchas otras cosas, una novela acerca de la necesidad de buscar, de buscarse y de buscarnos. Es además una búsqueda hacia adelante, hacia lo nuevo y desconocido, hacia lo abierto. Una búsqueda del hombre nuevo (como se ha señalado tantas veces) pero también de un nuevo lenguaje y de una nueva relación entre el lector y la novela. En estos tiempos que corren, el espíritu de búsqueda que representa Rayuela debería estar hoy más vivo y presente que nunca", consideró a LA NACION Gustavo Ariel Schwartz, investigador del CSIC en el Centro de Física de Materiales de San Sebastián, España.
El domingo 20 de octubre de 1963 se publicó en LA NACION la crítica literaria a cargo de Juan Carlos Ghiano con el título: "Rayuela, una ambición antinovelística". En el texto, el autor, no sólo reseña la obra sino que también aporta datos de la "muchachada" literaria de la época a la que pertenecía el autor y señala como influencias a Alfred Jarry y el Joyce por fuera de Ulisses. Ghiano, que se declara admirador de Cortázar, desliza algunas críticas: "Rayuela, intensamente auténtica en algunos capítulos, muy pocos, decepciona y fatiga en la totalidad". Y agrega: "Cortázar ha querido ser el escritor voyant que pedía Rimbaud y del intento surge lo antinovelístico de su libro, tan preocupado por lo que intenta destruir que no siempre alcanza la novedad anunciada con insistencia".|
Cortázar fijó su residencia definitiva en París en 1951, donde murió en 1984. Desde allí desarrolló una obra literaria única dentro de la lengua castellana. Algunos de sus cuentos figuran entre los más perfectos del género. Rayuela marcó un hito dentro de la narrativa contemporánea. Por eso, la editorial Alfaguara lanzó una reedición conmemorativa, y en París el Instituto Cervantes inauguró la semana pasada una exposición y publicó una guía de París basada en los lugares que menciona la novela.

Un autor y una obra que siguen vigentes

 
Julio Cortázar. 
  • Julio Cortázar
    Escritor

    Fue un escritor, traductor e intelectual argentino nacido en Bélgica y nacionalizado francés
La primera tapa de Rayuela. 
  • 1963
    La primera tapa de Rayuela con el juego infantil desplegado como alegoría
La reedición 2013. 
  • 2013
    La reedición incluye un apéndice en el que el autor cuenta la historia del libro

LAS OBSESIONES POP DE YAYOI KUSAMA

Cultura
La mayor artista japonesa viva, que empieza a ser considerada "la Lady Gaga del arte", protagoniza desde este fin de semana la muestra más ambiciosa presentada por el Malba.


Basta con aproximarse al Malba y observar las hileras de jacarandás camuflarse con lunares rojos y blancos, para comprender que se está a punto de asomar a un lenguaje artístico y psíquico realmente singular y omnímodo. Uno que es desafiante en sus colores y formas repetitivamente obsesas; inquietante al plasmar en escala el lugar del sujeto dentro de la infinitud del universo y certero en la representación de una imaginación humana que tampoco conoce de límites ni de fronteras.
Ese viaje fantástico, surrealista y alucinatorio por momentos resume la cosmovisión plástica y la intimidad psíquica -unidad inescindible- de la mayor artista japonesa viva, Yayoi Kusama (Matsumoto, 1929), a quien el Malba le dedica su primera retrospectiva en América latina.
Consagrada mundialmente, halagada por marcas de lujo como Louis Vuitton, que el año pasado coló en sus vidrieras sus creaciones, pasado mañana, cuando se abra al público "Yayoi Kusama. Obsesión infinita", se podrá admirar un repertorio de más de cien obras, en todos los soportes, que antes exhibieron el Reina Sofía, el Pompidou, la Tate Modern y el Whitney Museum.
El planteo de los curadores Philip Larratt-Smith y Frances Morris, jefa de Arte Internacional de la Tate Modern, da cuenta del paso del ámbito privado a la esfera pública en la prolífica producción de Kusama, atravesada por cada una de las corrientes estéticas inscriptas desde la posguerra hasta la posmodernidad. Aunque el denominador común en la obra de Kusama es el punto, el lunar, el círculo en colores multiplicado al infinito en cualquier superficie (hasta en sus videos y en los cuerpos humanos de sus performances ), en un intento de autorrepresentación y de esbozo, a su vez, del mundo que su percepción recrea.
La artista lo explica así en uno de los ensayos curatoriales: "Mi deseo era predecir y estimar la infinitud de nuestro vasto universo con una acumulación de unidades en red, un negativo de puntos. Cuán profundo es el misterio de la infinitud en el cosmos. Percibiendo ese infinito quería ver mi propia vida. Mi vida, un punto, es decir, una partícula entre millones de partículas. Fue en 1959, cuando presenté un manifiesto en el que declaraba que mi arte me borraba y borraba a los otros con el vacío de una red tejida con una acumulación astronómica de puntos".
Esa noción de "autoborramiento", de suplantación del sujeto mediante un punto, es la que se reitera en varias de las instalaciones que el Malba presenta y que constituye los puntos más altos de la puesta. Hasta tal punto esa iconografía de lunares la representa, que Kusama ideó una instalación íntegramente en color blanco -un living- para que sean los propios espectadores los que llenen de lunares el espacio mediante stickers. Esa instalación lúdica, como cierre de la exposición y antecedida por las últimas pinturas de la artista, juega e imita otra instalación de su cosecha: "Estoy acá, pero nada". En ella, el espectador se adentra en la intimidad de lo que podría ser el hogar de la artista, con objetos y enseres en uso. Todo da indicios de su presencia, pero ella no está. Están los lunares fosforescentes, iluminados por una luz negra, que aluden a su ausencia y, en una lectura más amplia, a la presencia de cada uno de los objetos de su cotidianidad.

Los árboles de la cuadra del museo, intervenidos. Foto: Malba
Nadie que visite la muestra quedará exento al influjo que produce su ambientación con infinidad de espejos y de luces cambiantes de colores. Ingresar allí es como viajar, en platea preferencial, por el cosmos. Es en esa obra, Infinity Mirrow Room, en la que mejor queda plasmada la relación en escala entre el sujeto y el cosmos.
Dice la artista: "El lunar tiene la forma del sol, que es símbolo de la energía del mundo y de nuestra vida, y tiene también la forma de la luna, que es la quietud. Los lunares no pueden estar solos, como sucede con la vida comunicativa de la gente, dos o tres o más lunares llevan al movimiento. Nuestra tierra es sólo un lunar entre los millones de estrellas del cosmos. Los lunares son un camino al infinito. Cuando borramos la naturaleza y nuestros cuerpos con lunares, nos integramos a la unidad de nuestro entorno. Nos volvemos parte de la eternidad...".
Al recorrer la muestra con los curadores, Larratt-Smith dice sobre la obra de Kusama, que durante 16 años fue parte de la vanguardia de Manhattan en los 60: "Tan sólo uno de los méritos Kusama, que por propia voluntad vive desde 1977 recluida en una clínica psiquiátrica en Japón, fue haber creado un lenguaje simbólico que le permitió el acceso a la gente a su mundo y a sus percepciones".
"Cuando uno conoce a Yayoi Kusama entiende que el arte es su salvación, su bálsamo terapéutico y su ejercicio existencial. Ella hoy vive para trabajar y trabaja para vivir. Tiene el control absoluto de su obra y una alta pero justa valoración de lo que su producción significa dentro del quehacer artístico. Quizá, por eso, su afán es trascenderlo y transformarlo en algo popular con llegada a toda la gente. De hecho, lo ha logrado."

Fuente: lanacion.

EUGENIO ZANETTI:
"EL MUNDO DE LA PELÍCULA TIENE QUE VER CON MI VIDA"

CINE / EL RODAJE DE "AMAPOLA"

Cordobés ganador de un Oscar por la dirección de arte de “Restauración”, Zanetti está rodando “Amapola”, su opera prima, en Victoria y el Tigre. Y confiesa que es una “mezcla de comedia y viaje en el tiempo”.

Con los protagonistas  Camilla Belle y François Arnaud, en un alto del rodaje en el Palacio Sans Souci. / foto: Maxi Failla

Por Diego Papic

El Palacio Sans Souci está iluminado por el sol que se abrió paso entre las nubes después de la tormenta. Adentro, en el enorme salón, una leve humareda se percibe en los rayos de luz que entran por las ventanas. Todo está repleto de objetos en un cuidado desorden: máquinas de escribir, viejos libros, mesas de roble. El máximo responsable es Eugenio Zanetti, célebre director de arte argentino, ganador del Oscar, que ahora se carga por primera vez una película al hombro como director: se trata de Amapola, comedia romántica con algo de realismo mágico y algo de musical, que se está rodando por estos días en el Tigre.
“Es una película que no podría haber hecho en los Estados Unidos, así que vine a hacerla acá -cuenta Zanetti en un alto del rodaje-. Es muy personal, una mezcla de una comedia y un viaje en el tiempo. Una especie de fantasía sobre este país entre los años ‘60 y los ‘80, que fueron mi juventud. Ocurre en un día de verano en el ‘66 y en un día de invierno en el ‘82. No de casualidad el primero es el día del golpe de (Juan Carlos) Onganía, y el segundo es la declaración de la Guerra de Malvinas. Pero la película no es sobre eso, eso se ve en la televisión y en las reacciones de la gente, la película es sobre si uno puede modificar su destino”.
La protagonista (la estadounidense Camilla Belle) ve el futuro, no le gusta lo que ve, vuelve a ese día original del pasado y trata de cambiar todo para que el futuro no ocurra.
Esos años son significativos en tu vida...

Sí. Yo viví acá hasta el ‘66 y me fui a Europa, Afganistán, la India y todas esas cosas que se hacían después de que los Beatles fueron a India, y viví en Francia, en Italia, laburé en cine y teatro. Cuando me fui tenía 22 años, volví cerca de los 30 y me quedé acá hasta el ‘82. Laburé mucho, hice muchas cosas, me pasó de todo y en el ‘82 me fui a los Estados Unidos. Acá yo estaba haciendo Un espíritu burlón, de Noël Coward, y la bajaron porque transcurría en Inglaterra. Ya era como muy caótico todo.
¿Hay algo de autobiográfico en la película?

Sí, el mundo de la película tiene que ver con mi vida. Hasta los 20 años yo viví en un mundo casi de comedia musical. No en vano esta familia vive en una isla, que es como metafóricamente veo a este país, en este enorme mamotreto del siglo XIX (el Palacio Sans Souci, que en la ficción será el hotel Amapola) que han heredado de sus padres, que también me parece metafórico de este país, y donde la juventud y la sensualidad cumplen un rol muy importante. Y eso se corta porque hay toque de queda y se arma un gran despelote, y ese corte ocurrió en nuestras vidas. Se acabó lo que se daba. Se acabó una situación que si bien no era idílica en la realidad se podía vivir, comparada con lo que vino después, como antes de la caída, de la echada del paraíso. Y así funciona en la película.
¿Por qué decís que no podías haber hecho esta película en los Estados Unidos?

Es una película inclasificable para los estadounidenses, porque, ¿cómo la venden? Nosotros la hemos vendido como una comedia romántica, pero, en el fondo, yo no sé qué es la película. Porque lo cierto es que tampoco se parece a una película argentina convencional.
Tenés mucha experiencia en cine, pero es tu primera película como director. ¿Cómo está resultando la experiencia?

En teatro dirigí mucho y en cine trabajé como director de arte, simplemente junté las dos experiencias. A mí me parece increíblemente fácil, pero debo estar loco. Sabemos adónde vamos. Creo que los problemas surgen cuando el director no sabe lo que quiere. Yo, bien o mal, sé exactamente lo que quiero. Es difícil definir el tono de una película antes de que exista la película, entonces todo es tentativo. Yo mirando los dailies (las tomas de cada día) y armándola, veo que hay cosas que son desopilantes, incluso varias que yo no estaba seguro de que fueran tan graciosas. Es mucho más una comedia de lo que yo pensaba, lo cual me encanta.
Zanetti se dispone a retomar el rodaje. En la entrada del Palacio Sans Souci, los protagonistas, Camilla Belle y François Arnaud, caminan y parecen despedirse. Arnaud se aleja mientras una mucama lleva su valija. Zanetti grita “¡Corten!” y se dirige en inglés a Camilla, que lo mira con rostro perfecto y el vestido impecable: “Hermosa, deberías hacer cine”. Ella, sin falsa modestia, le contesta: “Algunos me lo han dicho”. Zanetti remata con un “Y lo harás, mi querida”. El paso de comedia, dicho en inglés y con entonación de musical, arranca las sonrisas de los técnicos y contribuye al ambiente glamoroso de esta película de ánimo hollywoodense, pero bien argentina.



Arnaud Su personaje es desertor de Vietnam, y aquí conoce a Amapola. Ampliar

Arnaud Su personaje es desertor de Vietnam, y aquí conoce a Amapola.

Arnaud Su personaje es desertor de Vietnam, y aquí conoce a Amapola.
El canadiense mochilero

François Arnaud es un actor canadiense de 27 años conocido por interpretar a César Borgia en la serie Los Borgia (que emite aquí el canal TNT). Estuvo hace diez años recorriendo la Argentina como mochilero y le gustó tanto el país que ése fue uno de los incentivos para aceptar el papel en Amapola.
“Me gustaba la idea de venir acá y trabajar con Eugenio, que tiene una visión única -cuenta François-. Mi personaje es estadounidense y desertor de Vietnam. Está viajando por el mundo y llega a la Argentina. Tiene una novia argentina, pero nada serio, y cuando ve a Amapola, el personaje de Camilla, se enamora de un golpe y deja a la otra. Es un poco como Romeo y Julieta ese encuentro. Y después decide quedarse en la Argentina.” Sobre la elección de François, Zanetti dice: “Es muy buen actor, aparte tiene una pinta que raja la tierra. Pasamos por varios, porque como es una comedia romántica hay muchísimos jóvenes actores de televisión que enseguida aparecen, pero yo quería un buen actor. Entonces había una selección de Dráculas y vampiros de distintas series y yo estaba un poco reticente. François es canadiense y los canadienses se parecen bastante a los argentinos, y él sabía del cine europeo, tenía una cosa que a veces los norteamericanos no tienen. Y me pareció que él podía entender el contexto mejor. Es un poco un Steve McQueen.” Al igual que su compañera Camilla Belle, François se pasa los días viendo teatro. “Conocí actores en una fiesta y todos me invitaron a sus obras, así que vi seis la semana pasada”, dice, y se despacha con un elogio hacia Buenos Aires: “Me gusta mucho la ciudad, hay algo muy vivo, el nivel de actores es muy bueno.”
La bella que da nombre al filme

Camilla Belle es una hermosa joven de 26 años que nació en Los Angeles, pero habla perfecto español y portugués porque su madre es brasileña. Trabaja desde los 9 años y a los 11 estuvo en Salta y Buenos Aires filmando El secreto de los Andes, una coproducción con los Estados Unidos, aunque recuerda poco de aquel viaje. Tal vez su trabajo más conocido sea como mujer de Daniel Day-Lewis en La balada de Jack y Rose, de Rebecca Miller.
“Me interesó mucho la película porque era algo muy diferente a lo que venía haciendo en los Estados Unidos -cuenta Camilla-, y siempre estoy buscando trabajo en países latinos, en Europa, porque hablo portugués, español e italiano. Entonces quiero poder trabajar en diferentes países.” ¿Cómo es trabajar con Zanetti?
El es un amor, siempre está tranquilo y de buen humor. Tiene paciencia y una visión muy clara. Es su mundo, entonces da para confiar mucho en él, porque creó todo. También, como es pintor, puede ver los detalles minúsculos, eso me gusta mucho.
Zanetti, a su vez, se deshace en elogios para con Camilla: “Es de origen latino, su madre es brasileña, ella habla español y tiene un tipo que no es el que los norteamericanos llaman ‘latino’ -que para mí no es argentino-, sino un tipo más como una italiana, que es a lo que se parecen las argentinas. Tiene el tipo, es muy bella y es muy actriz de cine. Trabaja desde que tiene 9 años y tiene una gran sabiduría innata sobre lo que la cámara ve y lo que la cámara no ve.” Camilla dice que está muy ocupada filmando, pero cuando puede salir a la noche porteña aprovecha para ir al teatro: ya vio Amadeus, Love Love Love y Dos amores y un bicho, la obra con la mexicana Adriana Barraza, que fue compañera suya en la película From Prada to Nada.


Fuente: clarin.com

EL MAPA PORTEÑO DE CARLOS GARDEL

A 78 años de su muerte, un recorrido por sitios donde dejó marcas y no sólo como artista.
Su única casa. En Jean Jaures 735 Gardel vivió junto a su madre entre 1927 y 1935. Hoy, en pleno barrio de Abasto, el lugar es un museo.

Por Eduardo Parise


Desde 1935, en cada 24 de junio, suele evocarse la figura de Carlos Gardel asociada a la tragedia ocurrida en Medellín, cuando la muerte lo convirtió en mito. Y vuelven a aparecer las polémicas sobre su vida y su historia, que alimentan la leyenda. Pero más allá de todos esos recuerdos, en Buenos Aires todavía quedan lugares en los que Carlos Gardel dejó su huella, ya sea como artista o como la persona de carne y hueso que era. Hoy, cuando se cumplen 78 años de su muerte, vale mencionar algunos de esos sitios que, plagiando a Homero Manzi, guardan ecos del eco de su voz.
En ese recorrido, la zona del Abasto es casi una obligación. Pero allí hay un lugar que se destaca: la casa que está en Jean Jaurés 735. Fue comprada por Gardel en 1927 a un tal Gorina, quien la tenía desde 1921. El precio: $ 50 mil moneda nacional. Allí, alguna vez, había funcionado un prostíbulo. Gardel la definía como “la casa de mamá”. Esa fue la única residencia propia que el cantor y Marie Berthe Gardes (simplemente doña Berta) tuvieron aquí. Entre marzo de 1893 y 1927, madre e hijo habían residido en distintos lugares, ya fueran la casa de amigos o alquilando. Actualmente ese lugar es el Museo Casa Carlos Gardel.
En abril de 1901, cuando el futuro ídolo tenía poco más de diez años, su madre lo inscribió como pupilo en el Colegio Pío IX (lo conocían como Colegio San Carlos). El colegio estaba (y aún está) en Yapeyú y San Carlos (la actual Don Bosco) En ese lugar Charles Gardes estuvo dos años. El oficio de planchadora de su madre permitía costear los $ 15 mensuales de cuota, más los extras por útiles escolares y otros gastos.
Ya consagrado como figura, Carlos Gardel actuó en muchos lugares de la Ciudad. Pero hay un sitio muy especial: el Grand Splendid, en la avenida Santa Fe 1860. Aquella sala teatral (hoy convertida en una gran librería) fue sede de varias presentaciones del cantor. Pero, además, allí estaba la habitación en la que, en 1920, Gardel empezó a grabar para el sello Nacional Odeón (hoy EMI). La sala pertenecía a Max Glücksmann, dueño del teatro y del sello grabador. Hoy es una pieza vacía.
La afición de Gardel por el turf y los caballos pura sangre es conocida. De ahí que el Hipódromo Argentino de Palermo (que ya tiene 137 años de historia) haya sido otro de los lugares que frecuentó. Siempre se lo veía en los primeros escalones del sector de profesionales. Esto era así por su condición de propietario: desde 1929 hasta 1932 fue dueño del stud “Las Guitarras” y en 1933 creó el stud “Gardel C.”, cuyos jockeys lucían chaquetilla blanca con mangas turquesa y gorra color oro.
En el mundo gardeliano también se suelen recordar otros sitios que hacen a su vida en Buenos Aires. Y en esa lista aparece el teatro Esmeralda (actual Maipo, en Esmeralda 443), donde en mayo de 1917 estrenó “Mi noche triste”, el primer tango canción; la heladería y confitería “El Vesuvio” (creada en 1902 en Corrientes 1181) donde disfrutaba un helado o un chocolate con churros, y la sede de la YMCA, en Corrientes y Reconquista, donde solía ir a hacer gimnasia.
También frecuentaba el antiguo Palais de Glace (todavía existe en Posadas 1795). Inaugurado en 1910, era un lugar muy tanguero. Y allí funcionaron dos cabarets: el Vogue’s Club y el Cyros. En la madrugada del 11 de diciembre de 1915, cuando iba desde el Palais de Glace hacia el Armenonville (otro cabaret que estaba en las actuales Libertador y Tagle) Gardel fue baleado por un grupo de “niños bien”. Se salvó, pero la bala le quedó alojada para siempre debajo del corazón. Esa vez, el cantor festejaba su cumpleaños 25. Terminó internado en el Hospital Ramos Mejía, General Urquiza 609, en el barrio de Balvanera. Pero esa es otra historia.

Fuente: clarin.com

BIENAL DE VENECIA:
EL ARTE SE DEBATE ENTRE EL CULTO AL SABER Y LA CRISIS.

El tema convocante es el intento de reunir todo el conocimiento humano. Pero en los pabellones manda la crisis.
Carpintería Colonna. De Guillermo Srodek-Hart.

Por Ana María Battistozzi
Venecia. Enviada Especial


Más allá del revuelo que llegó a provocar la primera presentación argentina en Pabellón propio, lo cierto es que la 55 Bienal de Venecia que ocupa casi toda la ciudad hasta el 24 de noviembre, incluidos los tradicionales pabellones de Giardini de Castello, y los más recientemente incorporados espacios del Arsenal, luce como una de las ediciones más sólidas de la última década. Sobre todo por el equilibrio –bastante infrecuente– que se da entre los envíos nacionales y la Muestra Internacional que, desde 1998, se encarga a un curador para que articule una investigación sobre un tema específico y a partir de él, una selección de artistas.
Este año el designado fue el crítico de arte y curador italiano Massimiliano Gioni, quien eligió como título El Palacio enciclopédico (foto). Un tema que remite a la desmesura imaginada por Marino Auriti, artista autodidacta italo norteamericano, quien a mediados de la década del cincuenta registró en la oficina de patentes de los Estados Unidos un proyecto de museo imaginario que aspiraba a albergar todo el conocimiento humano, desde la rueda a la máquina a vapor, o la evolución de la escritura. Y aunque la empresa nunca se concretó, Auriti llegó a diseñar una maqueta del edificio de setecientos metros de alto que imaginó como la sede de semejante museo.
Trasladada a Venecia desde los Estados Unidos, la maqueta abre de manera imponente el capítulo de la muestra internacional que se exhibe en el Arsenal. Si bien la idea de Palacio Enciclopédico apunta a múltiples perspectivas, sobrevuela la noción de archivo o catálogo infinito de signos que en muchos sentidos sintoniza con el concepto rector de la última Bienal de San Pablo. De hecho alguno de los artistas que participaron de ella, como el brasileño Artur Bispo do Rosario y el maestro de la Costa de Marfil, Federic Bruly Bouabréestán, están también en Venecia. Y como en San Pablo, Gioni puso el acento en la disolución de límites y en los vínculos interdisciplinarios. Pero sobre todo, en la falta de distinción entre el artista profesional y el creador que opera por fuera del sistema.
La muestra se abre en el Pabellón Central ( ex Italia) de Giardini con la presentación del libro Rojo de Jung, una obra con dibujos en la que el célebre psicólogo trabajó por más de quince años. Es sorprendente la afinidad que muestran estas imágenes con las de Xul Solar. No es extraño entonces que el, amigo de Borges, que estuvo en Alemania en la segunda década del siglo XX haya sido incluido con sus Tarot, su Ajedrez y sus minuciosos registros de diarios en un espacio especial al ingreso de los Giardini.

Maqueta. El Palacio Enciclopédico viajó desde los Estados Unidos.
Además de Xul Solar, para la muestra central, Gioni convocó a Varda Caivano, pintora argentina que desde los años noventa vive en Londres. En la edición anterior había sido Amalia Pica, otra joven argentina residente en Inglaterra que participó en un ámbito similar. El tercer argentino, además de Nicola Costantino representante oficial en el pabellón argentino, que participa de la Bienal es Guillermo Srodek-Hart que con su “Carpintería Colonna” (foto) integra la muestra El atlas del imperio, que curó el alemán AlfonsHug –ex curador de San Pablo y la Bienal del Fin del Mundo –con artistas de América latina y Europa, en el pabellón del Instituto Italo Latinoamericano.
Como pocas veces antes los envíos de países muestran una intensidad muy pareja. Muchos coinciden en reflejar una honda preocupación por el curso de los acontecimientos en un mundo que parece acercarse al colapso en muchos sentidos. Algunos lo expresan desde una visión política dura, como el de Inglaterra, en la corrosiva visión del “ser inglés” que concibió Jeremy Deller en English Magic o una más conmovedora y poética como Lettter to a refusing pilot, de Akram Zaatari en el pabellón del Líbano. Otros, desde la crítica de costumbres, como Resistance en el turco o desde la necesidad de poner atención en lo que ocurre con la depredación del medio y la conservación de la naturaleza, como los Árboles caído s de Antti Laitinen en el de Finlandia, los de Lara Almarcegui en el Pabellón de España o Alfredo Jaar en el de Chile. Lo cierto es que los pabellones más interesantes son aquellos que desde visiones poéticas reflejan una profunda inquietud por lo que se hace o se deja hacer por el mundo que tenemos Y además, están los eventos y exhibiciones colaterales que son muchísimos y llenan al visitante de ansiedad, ya que resulta imposible abarcarlos todos. Entre las más importantes: Cuando las actitudes devienen formas, que recrea en la Fundación Prada la célebre muestra que organizó Harald Szeeman en Berna en 1969 y la muestra de Tapies en el Palacio Fortuny, Además un imperdible histórico: Manet en Venecia que rastrea los vínculos entre esta ciudad y el gran artista francés con piezas claves como la Olympia junto a la Venus de Tiziano y El almuerzo campestre en el Palacio Ducal.

Fuente: Revista Ñ Clarín

MÁS QUE LIBROS:
POR PRIMERA VEZ, LA CASA DE SABATO SE ABRIRÁ AL PÚBLICO

El autor de El túnel, que hoy cumpliría 102 años, quería que su vivienda, en Santos Lugares, fuera un lugar de visita y consulta.



Por María Elena Polack  / Para LA NACIÓN


El olor a pintura fresca no podrá sustituir el recuerdo del aroma al chocolate caliente que cada 24 de junio Ernesto Sabato compartía con familiares y amigos en su casa de Santos Lugares. La centenaria casona que atesora la biblioteca del autor de El túnel y otras novelas que lo llevaron a obtener el Premio Cervantes reabrirá por primera vez sus puertas para mostrar las áreas restauradas. "Los libros de la biblioteca están en el último orden en el que los dejó el abuelo", cuenta a LA NACIÓN la arquitecta Luciana Sabato, hija del cineasta Mario Sabato. Lleva el peso más delicado de la recuperación de la casa de Severino Langeri 3135. A principios del siglo pasado, allí funcionó un estudio de cine y el escritor brasileño Jorge Amado la ocupó durante su exilio,un par de años antes de que la familia Sabato se instalara definitivamente. La casa en la que el escritor vivió desde 1945 y en la que murió pocas semanas antes de cumplir cien años, el 30 de abril de 2011, recupera lentamente su esplendor. Fueron muy difíciles los últimos años de vida de Sabato y la estructura edilicia se deterioró hasta niveles impensados. Casi todos los techos estaban arruinados, y el bucólico jardín, en el que vuelve a verse una glorieta, había quedado atrapado debajo de un sinfín de enredaderas. Desde la vereda vuelve a verse el frente de la casa, pintado en blanco y amarillo, el último color que se le conoció en vida de Ernesto Sabato. Sabato había nacido el 24 de junio de 1911 en Rojas, provincia de Buenos Aires. El Club Defensores de Santos Lugares, ubicado justo en la vereda de enfrente, lo recuerda con una exposición de fotografías en la biblioteca pública que lleva el nombre del escritor y presidente de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas p(Conadep). Durante la visita de LA NACION, la semana última Mario Sabato y su hija Luciana desgranaron recuerdos y anécdotas. Y revelaron el anhelo de que la casa forme parte del circuito de museos que se desarrolla en la ciudad de Buenos Aires.
"Santos Lugares parece lejos, pero está tan cerca de la ciudad, a pocas cuadras de la General Paz y de la estación Santos Lugares del ferrocarril [San Martín]", se entusiasmó Luciana, una de las nietas que más disfrutaron esa casa durante su niñez.
"El primer estante, casi en el piso, junto a la ventana, es el de los libros cómicos. El que más nos hacía reír era El nuevo método del doctor Ollendorff para aprender un idioma, adaptado al alemán. Papá lo tomaba y leía distintos diálogos, que eran desopilantes. Es triste ver que ese ejemplar no está", contó Mario Sabato, que prefirió hablar de lo que hay para mostrar y no de los objetos que han desaparecido de la casa y que rastrea de manera constante.
"Recuperar la máquina de escribir no fue fácil", deslizó con tristeza, mientras volvió a ubicar la Olivetti eléctrica en el espacio que ocupó durante años en el escritorio de su padre y en la que nació Abbadón, el exterminador.
Las ediciones de las novelas de Sabato traducidas a otros idiomas ocupan un sector de la amplísima biblioteca, que abarca desde clásicos, filosofía e historia hasta los anuarios astrológicos de Ludovica Squirru. "Matilde y Ernesto tenían una atracción muy fuerte por las ciencias ocultas", dijo con una sonrisa el hijo dedicado a la dirección cinematográfica.


La bibloteca de Sábato fue reacondicionada manteniendo su orden original.
Foto: LA NACIÓN / Maxi Amena
Desde la biblioteca se ven un pequeño jardín y el estudio en el que Sabato escribió casi toda su obra y donde montó el atelier de pintura. Ese sector está casi como lo dejó en 2011: lúgubre y descascarado. Observar las etiquetas de las cajoneras permite comprobar su orden obsesivo. Para ejemplo: la etiqueta "Cartas y documentos sobre mi conducta y mis fondos monetarios". "En un sector de la biblioteca había un pequeño mueble con cajones. En cada uno había una etiqueta que identificaba los medicamentos que allí guardaba mi abuelo", recordó la nieta, que ya lleva seis meses de trabajo cotidiano para recuperar el lugar.

Deseo personal

"Formamos la Asociación Amigos de la Casa de Ernesto Sabato y procuramos cumplir con sus deseos. Quería que este lugar estuviera abierto a todos. Para estas primeras obras hemos tenido ayuda del Instituto de Cultura bonaerense. Ahora estamos viendo cómo organizaremos las visitas", afirmó Mario Sabato. Por el momento, para conocer la casa o ayudar de alguna manera se puede enviar un mail a casadesabato@gmail.com.
"Mi padre siempre quiso que todos pudieran acceder a su casa, no sólo para ver la biblioteca, sino también para seguir dando testimonio de su vida sencilla, humilde. Acá nunca sobró el dinero", añadió al revelar que cada vez que viajaba les dejaba sendos testamentos "preventivos" a él y su hermano Jorge, que murió en un accidente en 1995.
"Jorge se reía y los tiraba. Yo guardé todos esos testamentos, en los que se evidencia la coherencia con la que vivió", añadió Sabato al anticipar que en cada sector de la casa se ubicarán pantallas en las que será el propio escritor el que cuente su historia. Varios de los nietos del escritor oficiarán de guías.
"Tengo mucho material sobre mi padre que no se incluyó en su documental", anticipó Mario Sabato, sentado junto al escritorio blanco de la biblioteca que usaba su madre y que era el centro de las reuniones sociales.
"Todo lo que ha firmado mi padre tendría que tener la firma de mi madre. Matilde era una crítica tierna e implacable y resignó su vocación literaria por mi padre", advirtió al recordar que casi al final de su vida aceptó publicar El conjuro (cuentos) y Cenizas y plegarias (poemas).
Las sonrisas se sumaron al recorrido cuando se advirtió el acceso al sótano en el que por años vivió el dueño de todo el inmueble, Federico Valle, mientras la familia Sabato era la inquilina de la casa.
"La relación comenzó cuando Valle le alquiló a papá La Tapera, cerca de Carlos Paz, donde escribió El túnel. Valle se hizo un ranchito en una cueva de las sierras. Me imagino que el acuerdo económico debe haber sido desopilante porque los dos tenían ideas disparatadas sobre el dinero", relató el hijo del autor de Sobre héroes y tumbas, entre otras novelas y ensayos.
Parece que a Valle siempre le gustaron los lugares oscuros, porque no tuvo problemas en vivir en el sótano de su casa y compartir, por ejemplo, el teléfono con la familia Sabato. Los invitados se sorprendían cuando se abría la tapa y aparecía una mano con un teléfono porque la llamada era para "los de arriba".
Recuperar el sótano, muy inundado, es el gran desafío. "Muchas veces resguardamos a papá allí ante las amenazas", concluyó su hijo, con una mezcla de entusiasmo y nostalgia y con el compromiso de cumplir con el legado.

Asociación Amigos de la Casa Sabato

La entidad busca cumplir con el anhelo del escritor de que su vivienda sea visitada por todos
  • Comisión directiva. Mario Sabato, Horacio Salas, Federico Güiraldes, René Aure, Isabel Sabato, Roberto Surra, Juan Carlos Reboiras, Hugo García, Marta Finardi de Reboiras, Graciela Molinelli, Jorge Medici y Horacio Callegari
  • Socios. Lidia Pizzini de Sabato, Guido Sabato, Ricardo Bello y Roberto Corvatta
  • Consejo de Honor. Manuel Antín, Estela Carlotto, monseñor Jorge Casaretto, Alejandro Dolina, Miguel Ángel Estrella, Eduardo Falú, Graciela Fernández Meijide, Ricardo Gil Lavedra, Carlos Gorostiza, Magdalena Ruiz Guiñazú, Sergio Renán y José Martínez Suárez

Fuente: lanacion.com