BUENOS AIRES TENDRÁ UNA BIENAL
PARA PROMOVER EL ARTE JOVEN

Pueden inscribirse artistas de entre 18 y 32 años, con obra terminada o en desarrollo, hasta el 30 de junio.
Otro espacio, en 1998. En los años noventa, “Buenos Aires no duerme” fue escenario para jóvenes. / GRACIELA MENACHO
Otro espacio, en 1998. En los años noventa, “Buenos Aires no duerme” fue escenario para jóvenes. / GRACIELA MENACHO

Por Julieta Roffo


Después de más de veinte años, la Ciudad de Buenos Aires vuelve a organizar una Bienal de Arte Joven que abarcará artes escénicas, visuales, audiovisuales y música, y de la que podrán participar quienes tengan entre 18 y 32 años y se inscriban hasta el 30 de junio.
La iniciativa es de la Dirección General de Políticas de Juventud del gobierno porteño, y el objetivo, explica Luciana Blasco, titular de esa dependencia, es “recuperar un espacio destinado al arte joven que alguna vez existió y que es recordado con cariño, no sólo para la exposición, sino para la formación y el desarrollo de obra nueva”.
Es que en 1989 y 1991 se realizaron bienales (Ver Antecedentes). Esta edición premiará no sólo obra terminada sino proyectos a desarrollar. De aquí hasta noviembre, asegura Blasco, las ideas que resulten seleccionadas contarán con el apoyo de los miembros elegidos para los comités de selección, premiación y seguimiento. Entre ellos, hay nombres como Javier Daulte y Maruja Bustamante para el área escénica, Márcos López y Jorge Macchi para artes visuales, Lucía Puenzo y Juan Taratuto para las audiovisuales, y Leo García y Mariano del Mazo para la música.
El derrotero difiere entre las obras terminadas y los proyectos a desarrollar. Los autores de los trabajos terminados que sean finalistas, entre agosto y noviembre participarán en seminarios y clínicas. Los proyectos serán desarrollados durante esos meses y la reunión será entre el 13 y el 17 de noviembre cuando las obras ganadoras sean exhibidas. El Centro Cultural Konex será el punto neurálgico de la Bienal, pero también habrá obras en el Borges y las escénicas se presentarán en siete salas de teatro independiente del Abasto. La elección de espacios que no pertenecen a la Ciudad, explicó Blasco, “es una alianza estratégica con un circuito ya consolidado por el que circulan jóvenes”.
Se seleccionará a algunos ganadores con obras terminadas para que participen de becas de formación: algunas son en Buenos Aires, otras en Rosario, Nueva York, Barcelona y Medellín, entre otros destinos, y tendrán lugar en 2014.
En el caso de los proyectos a desarrollar, la financiación será la arista más visible del premio. Hasta 6 proyectos visuales recibirán un máximo de 50 mil pesos cada uno; hasta 7 proyectos teatrales, entre 60 mil y 100 mil pesos cada uno; hasta 3 series web, 120 mil pesos cada una; y se producirán y promocionarán hasta 4 discos, aunque el presupuesto aún no está estipulado. Y esos proyectos, ya convertidos en obra, serán exhibidos en el circuito local durante 2014.
“Necesitamos la expresión de los jóvenes, en pleno momento de experimentación, de arte despojado; una Bienal puede dar como fruto una forma de ver la vida más fresca”, dice Leo García, y asegura que como jurado le prestará atención a “aquello que conmueva”. Bustamante asegura que “contar con la contención y el apoyo económico es una buena oportunidad para hacer las cosas con tranquilidad, que cuando tenés veintipico de años y sos un estudiante, o un soñador, necesitás”.
Quedan diez días –fin de semana largo mediante– para completar la obra o afinar el proyecto, y enviar el formulario.

Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA FOTO CONMOVEDORA SE VA A LONDRES

La Tate Modern compró un trabajo del argentino Marcelo Brodsky.

Cuando el fotógrafo Marcelo Brodsky, (Buenos Aires, 1954), volvió de su exilio en España, comenzó una campaña de denuncia contra el terrorismo de Estado. Ahí nació la muestra multimedia Buena memoria.
Una de sus imágenes, Primer año, Sexta división, foto de clase 1967 (conocida como “La clase”), fue comprada recientemente por la Tate Modern Gallery, un importante museo de Londres. Se trata de la foto de su división en el Nacional Buenos Aires. Sobre ella el autor escribió, en 1996, textos que indicaban cuál había sido el destino de sus compañeros. Frases como “A Claudio lo mataron en un enfrentamiento”, o “Martín fue el primero que se llevaron. No llegó a conocer a su hijo” o “Ana se fue a vivir a Israel hace 20 años”.
La obra formó parte este año de una muestra sobre guerra y conflicto social en la Tate. Ante la noticia, Brodsky decidió donar el video El puente de la memoria, que hizo con Rosario Suárez, y que forma parte del mismo conjunto. Allí recoge el momento en que se lee, por primera vez, en el Aula Magna del Colegio Nacional de Buenos Aires, la lista de estudiantes del colegio desaparecidos durante la represión militar.


Fuente:Revista Ñ Clarín

LESTIDO: LO DIFÍCIL QUE ES AMAR

Adriana Lestido muestra en Bellas Artes y en un bello libro buena parte de su producción. Son fotos que conmueven por sus luces y negros profundos pero, sobre todo, por su verdad.

El amor puede tener la forma de una mujer que nos recibe –cálida– en su seno (¿Acaso existe una forma mejor de volver a hamacarnos en el útero?). Podría ser, quizás, una madre. Pero el amor también puede ser la pregunta por el otro. La compañía. Dormir, caminar o reír con el otro. La comprensión. Los besos, el baile, los abrazos. Cierto descanso. El desamor, en cambio, son estas espaldas solitarias; la mirada alejada. La distancia. Un puño tenso, cerrado. El espacio gélido que se mantiene entre uno y otro cuerpo cuando existe la resistencia al roce. El desencanto hecho mirada.
Observo a esta mujer mayor, de unos sesenta y pico de años, y a otra a su lado, alrededor de los cuarenta. Son madre e hija. Las dos se miran fijamente, ubicadas en línea recta, paradas más o menos a un metro de distancia. Es noche cerrada. La madre observa a la hija con la boca cerrada hacia abajo, un rictus duro, una mirada exigente, lapidaria. La hija le devuelve la vista un poco más desarmada. Las dos están teñidas de rubio. Entre ellas hay tendido un puente, un espacio común, lleno de preguntas todavía sin respuesta, de reclamos, de demandas y reproches. Sin dudas, la hija –ya grande– le reprocha a su madre a través de la mirada.
Esta es una de las potentes fotografías de Adriana Lestido que forma parte de la serie Madres e hijas . Se encuentra expuesta por estos días en la muestra retrospectiva Adriana Lestido. Fotografías 1970-2007 , en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
“Había algo de la relación entre madre e hija que necesitaba comprender, por eso hice estas fotos –comenta Lestido– porque siento que es una de las relaciones más complejas, difíciles y salvajes del ser humano. Ya desde su origen es así: sabemos lo condicionante que es en la vida de toda mujer la relación con su madre, y también, lo oscuro que puede llegar a ser, a veces, ese vínculo. Al mismo tiempo, es la relación de amor por excelencia.” Luego de hacer esta serie de fotos, ¿pudiste comprender eso que buscabas comprender?
Sí, pude comprender mejor a mi madre y relacionarme con ella como mujer. Pude entender algo que iba más allá de su rol de madre. Pude verla como ser humano.
Mujeres presas, 1991/1993, serie.
Mujeres presas, 1991/1993, serie.

Y recuperar el mucho amor que le tengo. Fue como poder limpiarlo. Pasa que uno, muchas veces –por su propia locura– parcializa los recuerdos; pero con estos trabajos pude rescatar gestos de amor de ella que tenía tapados. Cuando mi madre murió estábamos todavía en la tensión de la relación. Eso pasó en el año 84. Unos once años después hice esta serie. 
Hay otras fotos de parejas de madres con sus hijas dentro de esta serie. En todas, Lestido –a la manera de Nan Goldin y de otros fotógrafos– hizo un seguimiento íntimo, cercanísimo, cotidiano, de una madre con su hija en distintos momentos del día, a lo largo de varias semanas. En las fotos se ven madres jóvenes con sus nenas chiquitas: la beba está en la bañera. La madre la observa cansada, ojerosa. La misma dupla dentro de un auto, yendo a alguna parte: la beba profundamente dormida sobre el pecho materno. La madre, intensamente dormida sosteniendo a la beba. Entregadas la una a la otra. Otra: en la playa, la beba toma la cabeza de la madre con fuerza, palpándola, abrazándola, como si se tratara de un hermanito o de una extensión de sí misma. 
“El nacimiento da comienzo al proceso de aprendizaje de la separación. La separación es difícil de aceptar o creer”. La cita es de John Berger y aparece en el espléndido libro Lo que se ve, que Lestido presentó en el marco de la muestra en el MNBA. En realidad, es difícil decidir si el libro acompaña a la exposición o la exposición al libro; tal es el grado de cuidado y elaboración de la publicación: una mirada retrospectiva a la vida de Lestido como fotógrafa, pero también como mujer. Editado por Capital Intelectual, realizado con apoyo de la Ley de Mecenazgo y del grupo INSUD, el libro constituye una obra en sí misma.
Y comienza con una foto emblemática de cuando la artista trabajaba como fotorreportera en el diario La Voz. La foto –“Madre e hija de Plaza de Mayo”– es de 1982 y muestra a una mujer joven, con un pañuelo blanco y una niñita en brazos, gritando en la plaza. Pero antes que eso, en la página previa, la fotógrafa dedicó todo, libro y fotos: “A Guillermo Willy Moralli, compañero de vida y de lucha, secuestrado y desaparecido por la dictadura militar el 18 de julio de 1978. A su luz, bondad y belleza.” A su luz, dice Lestido. Una fotógrafa que reconoce la luz de la persona amada, a pesar de la noche tan negra en la que estaba viviendo: lo dice una artista que define y comprende a través de la luz (eso es el lenguaje fotográfico).

Madres e hijas, 1995/1998, serie. Mary y Stella.
Madres e hijas, 1995/1998, serie. Mary y Stella.

“La lucidez es un don y es un castigo”, cita la fotógrafa en su libro a la poeta Alejandra Pizarnik. “Está todo en la palabra: lúcido viene de Lucifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lucifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse. Lúcido viene de Lucifer y Lucifer viene de lux y de ferre, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz que permite la visión interior.
El bien y el mal, todo junto. El placer y el dolor (…) En esto se van los años, en esto se fue la bella alegría animal.” “Empecé a hacer fotos poco después de la desaparición de Willy –agrega Lestido–. En el momento no me di cuenta de la relación que teníamos. Y recién en 2008 noté que comencé a hacer fotos un año después de su desaparición. A partir de ahí la fotografía dirigió mi vida.” Un par de cosas me llaman la atención, recorriendo tanto la muestra de Lestido como el libro: por un lado, casi no aparece la figura del hombre. El universo que despliega la artista fue creado –prácticamente en su totalidad–, en una profunda clave íntima femenina. Se percibe en las series Mujeres presas , Madres adolescentes y en la anteriormente mencionada Madres e hijas . Un par de sombras, un solo perfil a contraluz –recortado por los rayos del sol penetrando en la sala–, y unas poquísimas siluetas movidas, representan a un hombre (en la serie El amor ). Esta gran y fuerte ausencia marca un interrogante.
Por otro lado, la serie El amor tiene mucho de paisaje frío, de nube, neblina; de géiser amenazante, bullente pero solitario.
Otra de las características de las obras de Lestido es el uso general del blanco y negro, salvo en dos obras: un par de pequeñas Polaroids. Muestran paisajes. Fueron sacadas el día de la muerte del padre de la artista. Polaroid 1: el cielo -nublado- se incendia. Polaroid 2: el tanque de agua ubicado en la nieve es atravesado por ciertas nubes. Está levemente velada.
Esta muestra incluye todas tus series de fotos, Adriana. ¿Cuál dirías que es el eje común?
En el fondo, todo en estas fotos tiene que ver con lo difícil que es amar.

FICHA

Adriana Lestido. Fotografías 1970-2007
lugar: Museo Nacional de Bellas Artes, Av Libertador 1473
Fecha: hasta el 14 de julio
Horario: mar a vier, 12:30 a 20:30; sab y dom, 9:30 a 20:30
Entrada: gratis

Fuente:Revista Ñ Clarín

PARÍS RECIBE UNA RETROSPECTIVA
DEL ESCULTOR ARGENTINO MARTÍN BLASZKO

Las obras de Blaszko, fundador del grupo Madí, están en colecciones públicas y privadas del Malba y el Mamba en Buenos Aires, el Museo Madí en Dallas y la Fundación Cisneros en Venezuela.


Una muestra del escultor argentino Martín Blaszko, uno de los fundadores del mítico grupo Madí, se expone en París desde el 20 de junio y hasta el 15 de julio. En el Espacio Meyer Zafra, ubicado en el céntrico barrio Le Marais y con otra galería en Nueva York, se exponen esculturas, cuadros y collages de diferentes etapas de su obra, desde los años cincuenta hasta 2010.
Blaszko, nacido en Berlín en una familia de origen judío en 1920, llegó a Buenos Aires aún veinteañero, huyendo de los nazis, y allí falleció en 2011. Fue un pionero de la abstracción geométrica en América Latina. A través del uruguayo Carmelo Arden Quin se familiarizó con el constructivismo, un movimiento nacido en Rusia que tuvo un desarrollo particular en el Río de la Plata con el uruguayo Joaquín Torres García, una especie de 'alter ego' sudamericano de su amigo holandés Piet Mondrian.
Junto a Arden Quin y otros, Blaszko fundó a mediados de los años cuarenta el grupo Madí, por entonces la vanguardia de las artes plásticas en la ciudad porteña. "Después, conservando algunos puntos de contacto con sus colegas de esa época, comenzó un periplo artístico absolutamente personal que duró más de medio siglo", dijo su hija Susana, arquitecta de formacion, quien se ocupa de la promocion de la obra de su padre. "Para (Blaszko), la misión del artista siempre fue llevar al plano de las armonías universales los movimientos de fuerzas opuestas, los ritmos esenciales de nuestra vida psíquica, creando verdaderas constelaciones estéticas", explicó.
En la exposicion parisina pueden descubrirse varios principios esenciales en la rigurosa y a la vez poética obra de Martin Blaszko. A través de la abstracción geométrica se observa el respeto absoluto de las proporciones y la medida áurea; la bipolaridad está siempre presente, con la existencia de fuerzas antagónicas, algo que caracterizó a la humanidad en el siglo XX, como él mismo lo señalaba al escribir sobre su obra.
Y, finalmente, se impone la monumentalidad de sus magistrales 'maquetas', como denominaba a sus esculturas artesanales, fruto de un trabajo sin grandes talleres a su servicio, contruidas apenas con la ayuda de su entorno más cercano. Las obras de Blaszko pueden hallarse en colecciones públicas y privadas en medio mundo, destacando los Museo Malba y Mamba en Buenos Aires, el Museo Madí Dallas (Texas) y la Fundación Cisneros en Venezuela.

En el Malba se proyecta además actualmente un documental sobre el artista, Martín Blaszko III, de Ignacio Masllorens.

Fuente: AFP / Adolfo Guidal/Revista Ñ Clarín

LA COLECCIÓN BRILLEMBOURG CAPRILES
DE ARTE LATINOAMERICANO
EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE HOUSTON



Diego Rivera, Naturaleza muerta con limones (Still Life with Lemons), 1916, oil on canvas, The Brillembourg Capriles Collection of Latin American Art. © 2013 Banco de México Diego Rivera Frida Kahlo Museums Trust, Mexico, D.F. / Artists Rights Society (ARS), New York


Intersecting Modernities:
Latin American Art
from
The Brillembourg Capriles Collection


Jun 23, 2013 - Sep 2, 2013

Beck Building
5601 Main Street 

Intersecting Modernities presents more than 100 masterworks created by artists at the height of their careers—including Wifredo Lam,Roberto Matta, Diego Rivera, and Joaquín Torres-García—from The Brillembourg Capriles Collection of Latin American Art. On public display for the first time, this exquisite collection of 20th-century Latin American art has been on long-term loan to the MFAH for several years and has undergone extensive research by curators and conservators. The Brillembourg Capriles Collection is distinguished by groupings of important artists from Central and South America. This extraordinary exhibition brings together artists who were influential in avant-garde movements in Europe, Latin America, and the United States and whose contributions to art bridge aspects of Modernism from both sides of the Atlantic. The collection was assembled by Tanya Capriles de Brillembourg, a Venezuela native who resides in Miami. Many of the artists represented in the collection are rarely seen in the United States, and Intersecting Modernities offers a rare opportunity to view their masterpieces in one exhibition.

Exhibition Catalogue

Accompanying the exhibition is an illustrated catalogue, available through the MFAH Shop (713.639.7360) and in the Museum's Hirsch Library.


Latin American Art at the MFAH


For more about the Museum's Latin American Art Department and International Center for the Arts of the Americas (ICAA), click here.


Admission


Entrance to this exhibition is included with your Museum admission.
MFAH Members receive free general admission.


This exhibition is organized by the Museum of Fine Arts, Houston.
Generous funding is provided by:
Mercantil Commercebank
Luther King Capital Management
Leslie and Brad Bucher


Emilio Pettoruti, La Voce (The Voice), 1916, pastel, charcoal, and collage on paperboard, The Brillembourg Capriles Collection of Latin American Art. © Fundación Pettoruti

Armando Reverón, Figura bajo un uvero (Woman under a Sea-Grape Tree), 1920, oil on burlap, The Brillembourg Capriles Collection of Latin American Art.

Fernando Botero, El Nuncio, 1962, oil on canvas, the Brillembourg Capriles Collection of Latin American Art. © Fernando Botero, courtesy Marlborough Gallery, New York


Exhibition Catalogue - MFAH Shop | 713.639.7360

JEFFREY GIBSON:
UNA ARTISTA EN PAZ CON MÚLTIPLES TRIBUS

La aceptación personal inspiró y dio visibilidad al artista. La obra de Gibson se exhibe en el Museo de la academia nacional en Nueva York.

Jeffrey Gibson en su estudio con su perro, Stein-Olaf.
Jeffrey Gibson en su estudio con su perro, Stein-Olaf.

Por CAROL KINO


The New York Times

Una tarde soleada de mayo, Jeffrey Gibson daba vueltas en su estudio, tratando de establecer en qué lugar poner cada uno de sus trabajos.
Unas abstracciones geométricas luminosas, meticulosamente pintadas en cuero de ciervo, estaban a punto de ser llevadas a una feria de arte. La representación que había realizado Gibson de un baúl de cuero de búfalo, un estuche de transporte de piel rústica tradicional de los indios estadounidenses, sería despachada a Nueva York para una exposición individual en el Museo de la Academia Nacional. Dos abstracciones a la manera de Delaunay en cueros de alce habían sido enviadas a un museo de Ottawa.
"Si hace cinco años me hubieran dicho que mi obra iría a estos lugares no lo habría creído", dijo Gibson. A los 41 años, es miembro de la Banda de Indios Choctaw del Misisipi y medio cheroqui. Durante años se resistió, dijo, al impulso de citar textualmente el arte indio tradicional, tal como rechazó la presión que sintió en la escuela de arte de realizar una obra que reflejara su supuesta identidad.
Ahora "finalmente estoy en un punto en el que puedo sentirme cómodo presentándoles a ustedes" la cultura india americana, dijo.
A juzgar por la cantidad creciente de exposiciones, esa aceptación personal experimentada por Gibson redundó en un gran beneficio para su obra. Entre varias exposiciones de sus trabajos, la muestra "Said the Pigeon to the Squirrel" permanecerá hasta el 8 de septiembre en el Museo de la Academia Nacional. Sus obras pueden, además, ser vistas en otros cuatro lugares.
"Love Song", la primera exposición individual de Gibson, fue inaugurada en mayo en el Instituto de Arte Contemporáneo de Boston con 20 serigrafías, un video y dos esculturas, una de las cuales une con una cuerda siete tambores pintados. Las pinturas realizadas en cuero de alce ahumado están expuestas actualmente en "Sakahàn", una inmensa exposición colectiva de arte indígena internacional que se inauguró recientemente en la Galería Nacional de Canadá, en Ottawa. Y una instalación de tapices colgantes con formas de escudos realizados con cuero pintado y postes de tipi, se encuentra en el Cornell Fine Arts Museum de Rollins College en Winter Park, Florida.
También hay trabajos de Gibson en una exposición grupal de la Wilmer Jennings Gallery en Kenkeleba, que es desde hace tiempo una vidriera multicultural neoyorquina, hasta el 2 de junio. Llamada "The Old Becomes the New", analiza la relación entre los artistas indígenas americanos contemporáneos y los artistas abstractos de la posguerra como Robert Rauschenberg y Leon Polk Smith que recibieron una fuerte influencia del arte indio tradicional.
La colaboración de Gibson consiste en dos bloques cilíndricos, envueltos en cuero crudo, y pintados con rectángulos de color sobreimpresos, lo que crea una mezcla sorprendentemente armónica de Josef Albers y Donald Judd con una envoltura ceremonial.
Gibson se crió en Corea del Sur, Alemania y distintas ciudades de los Estados Unidos, o sea que "tener que aclimatarme fue totalmente normal para mí", dijo.
Pensó en estudiar arte indio tradicional, pero optó por concentrarse en el arte de taller. En 1993, aterrizó en la Escuela del Instituto de Arte de Chicago, donde a menudo se sintió presionado a analizar su herencia india cuando él en realidad ansiaba pintar como Matisse o Warhol. No obstante, comenzó a descubrir ese legado de otra forma como asistente de investigación en el Field Museum.
Al observar cómo examinaban los tambores, los contenedores de cuero de búfalo y otros objetos en la colección del Field los ancianos tribales que lo visitaban, Gibson comenzó a ver el arte "como una forma muy fuerte de resistencia".
Y nada de lo que había visto hasta el momento "era tan completo y plenamente acabado como los objetos propiamente dichos", dijo.
"Ciertamente, hizo que me resultara difícil volver al estudio a pintar." Pero sí pintó ­principalmente paisajes expresionistas llenos de personajes de Disney y decorados con lentejuelas y brillos. Su obra siguió en un filón similar mientras estudiaba en Londres. Si bien la Banda del Misisipi le pagaba la educación, la experiencia significó para él una pausa bienvenida en sus preocupaciones relativas a la identidad, dijo, y la posibilidad "de ver arte y pensar en las cualidades formales de realizar una obra artística". (Mientras tanto, también conoció a su marido, el escultor noruego Rune Olsen.) Después de regresar a los Estados Unidos en 1999, esta vez a Nueva York y Nueva Jersey, Gibson comenzó a pintar escenas pastorales fantásticas, adornando las superficies con cuentas de cristal y burbujas de silicona pigmentada.
Mientras se esforzaba por entender el Minimalismo, comenzó a ver la relación entre la abstracción geométrica Modernista y los diseños en los objetos que lo habían dejado anonadado en la colección Field.
Su muestra de 2012 con Participant Inc. resultó un punto de inflexión. Allí colaboró con artistas indios tradicionales. Y una vez que puso el pincel en un cuero de búfalo, se enganchó, dijo Gibson.
El cambio de fondo derivó de su decisión de abandonar la idea de que pertenecía a un grupo minoritario, dijo. De golpe, todo el arte se convirtió simplemente en "puntos individuales en la periferia que me rodea", dijo. "En cuanto pensé en mí mismo como el centro, el mundo se abrió."

Fuente: Revista Ñ Clarín