LA FRACTURA SOCIAL ARGENTINA
RECORRE EL MUNDO EN IMÁGENES

"Fractura Expuesta 2001-2011", la selección de trabajos del fotógrafo Pepe Mateos se pueden ver en estos días en Instituto Iberoamericano de Berlín, para después trasladarse a Barcelona. Un documento inquietante, ahora expuesto a los ojos extranjeros.



Los programas culturales rescatan datos quizás obvios. Para el Instituto Iberoamericano de Berlín, donde se inauguró el 14 de mayo pasado Fractura Expuesta 2001-2011, la exhibición es un documento del clima social y político en la Argentina después de la crisis de 2001, que comenzó "tras la renuncia de Fernando de la Rúa" y a la que le siguió "una fase de pérdida de fe en el liderazgo político e inestabilidad económica". El fotógrafo estuvo presente y escuchó atento las palabras de la antropóloga Bárbara Gobel, que contextualizaron para el público presente el trabajo de Mateos, bien arraigado en una realidad extraña a la mirada alemana. En el edificio ubicado en la zona más nueva de la ciudad, rodeada de rascacielos espejados, destacó en las imágenes una visión objetiva de los hechos y a la vez intervenida por la subjetividad del fotógrafo.

ANIVERSARIO. Frente al mural que homenajea a Kosteki y Santillán, víctimas de la represión.
ANIVERSARIO. Frente al mural que homenajea a Kosteki y Santillán, víctimas de la represión.

Hasta junio podrán verse en Berlín las escenas más escalofriantes de violencia, los piquetes y la huella que deja la exclusión, a través de la mirada de Mateos, reportero gráfico de Clarín y distinguido en 2003 con el Premio Internacional Rodolfo Walsh de Periodismo por la cobertura de estas mismas protestas. Tras el 2001 –dice el programa– surgieron diversas formas de protesta social, como los llamados cacelorazos (ruidosas manifestaciones golpeando cacerolas), pero esta situación cambió con las elecciones nacionales de 2003", agrega. Los estados de ánimo y los acontecimientos en las calles de Buenos Aires aparecen con igual intensidad en las fotografías de Pepe Mateos, que participa de la acción pero en simultáneo mira con distancia, casi con ironía, como queda de manifiesto en la imagen de las señoras que toman el té de las cinco ante la mirada de los que quedaron del otro lado del vidrio.

AL CALOR DE LA PROTESTA. Una impactante imagen tomada el 19 de diciembre de 2001.
AL CALOR DE LA PROTESTA. Una impactante imagen tomada el 19 de diciembre de 2001.
Desde el 28 de mayo, el centro cívico Pati Limona de Barcelona recibirá a la exhibición itinerante, con el título Fractura expuesta. Fotografías de una década. Esta vez, el programa rescata en las imágenes, más que su contexto, los detalles. "Es una serie de fotografías de Pepe Mateos con escenas y personajes situados en los márgenes de los eventos que habitualmente cubre un fotoperiodista”. La realidad más conocida, la de la crisis, da paso a la interpretación: se percibe el recorte, con cierto escepticismo, en las imágenes que expresan visualmente la complejidad de las situaciones en las que fueron capturadas, unas veces de forma ambigua, otras explícitas. Son todas imágenes que consiguen inquietar aunque no siempre explican por sí mismas todo, aunque sea un argentino conectado con la realidad el que las mira. “En el estilo personal que ha desarrollado –describe el programa en catalán–, el registro crudo de los hechos, convive con imágenes que ofrecen diferentes lecturas, siempre cruzadas por un clima de tensión, desesperanza y violencia".

EN BERLIN. Pepe Mateos junto a Bárbara Gobel, directora del Instituto Iberoamericano de esa ciudad.
EN BERLIN. Pepe Mateos junto a Bárbara Gobel, directora del Instituto Iberoamericano de esa ciudad.

Fuente: Revista Ñ Clarín

EL LIBRO DE ARTISTA YA TIENE SU SEDE EN LA ARGENTINA

La primera muestra de un centro dedicado a esa disciplina se realiza en Santa Fe, con obras de 60 artistas de todo el país.
Por Marina Oybin

Hay que caminar por una gran sala en cuyo centro hay una fuente para llegar a ver los sesenta libros de artistas de nuestro país que integran la muestra inaugural del Centro Argentino del Libro de Artista (C.A.L.A.), en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, en Santa Fe. Pelusa Borthwick es la directora y curadora del flamante C.A.L.A, un emprendimiento patrocinado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, que apunta al federalismo.
Los antecedentes del libro objeto, escribe Graciela Marotta, en El libro del libro de artista, hay que buscarlos en la Columna de Trajano, en los libros célticos de Irlanda y en el Libro de las Horas del Duque de Berry, luego, la lista sigue, entre otras, con las propuestas dadaísta y surrealista.
En las salas del museo, hay obras de artistas consagrados y emergentes. Las técnicas y soportes son variados: desde papel hasta libros-video; desde grabado y fotografía hasta vidrio o tejidos endurecidos en azúcar; desde dibujo, pintura y escultura hasta objetos e intervenciones.
Guantes en mano, es posible mirar, tocar y hojear los libros. Con tiras de papel con litografías, “Ríos de leche”, de Silvia Brewda, es una bella forma ondulante que el espectador va modificando. Matilde Marín, que viene fotografiando faros (“Pharus”, en griego: luz que guía el destino de los hombres) desde que leyó en el diario que “todos los faros del mundo se desconectarían por los GPS”, presenta “Mitos de creación”.
Diego Melero resignificó dos libros subrayándolos del mismo modo que muchos lo hacemos naturalmente para remarcar frases importantes. Eligió dos íconos: Facundo. Civilización y Barbarie, de Sarmiento, y Dogma Socialista, de Echeverría.
A unos pasos, uno se encuentra con una caja forrada con terciopelo rojo de Margarita Paksa que lleva sin escala a las experiencias visuales del Di Tella en 1968. “Comunicaciones” se presentó con un arenero con dos siluetas humanas. Dos tocadiscos reproducían un disco titulado “Comunicaciones”. Con auriculares, se escuchaba “Santuario del sueño”, descripción repetitiva de un ambiente y “Candente”, la respiración de una pareja haciendo el amor.

MARGARITA PAKSA. "Comunicaciones", 1968/2008, caja que contiene el disco Comunicaciones y 4 impresos enmarcados.
MARGARITA PAKSA. "Comunicaciones", 1968/2008, caja que contiene el disco Comunicaciones y 4 impresos enmarcados.

En tres salas se proyectan videos en loop con libros de artista. “Parahereges” se llama el de León Ferrari. En bellos collages, mix de grabados de Durero e imágenes eróticas orientales, Ferrari vuelve a interpelar sobre religión, arte, política, sexo y goce.
Se exhiben, entre muchos otros, libros de Gyula Kosice, Rodolfo Agüero, el Grupo Escombros, Carlos Gómez Centurión, Gabriela Aberastury, Estela Pereda, Pedro Roth, Mónica Goldstein (con un libro-video) y de los fotógrafos Oscar Pintor y Alejandro Montes de Oca.
El libro de Ataúlfo Pérez Aznar es una joyita. Se trata de una selección de 160 fotos de Todos somos argentinos, que se publicará este año. Es un vertiginoso caleidoscopio social que incluye marchas contra el divorcio, personajes pura fauna del hipódromo, gitanos, los primeros travestis que salieron a reivindicar sus derechos en La Plata, el circo y las vacaciones en Mar del Plata. Ataúlfo ausculta y retrata, con precisión de cirujano, a la clase media y los sectores populares de la sociedad argentina. Su cámara captura miradas y cuerpos que lo dicen todo.
“El desnudo me parece fascinante porque es donde se evidencia la problemática que le tocó vivir a nuestra generación”, dice Ataúlfo. Nada de modelos. Sus personajes son de carne y hueso: mujeres simples, en casa, en el living, en un cuarto precario, junto a la heladera. Son desnudos con efecto paradojal: hay en esos cuerpos, que se escapan de la pose tradicional y que por la forma de pararse parecen estar vestidos, algo provocador. Hay allí una reivindicación orgullosa, y acaso no buscada, ante el espectador: “Esto es un desnudo, ¿y qué?” parecen gritar esos cuerpos.
Seguimos. Mireya Baglietto invita a soplar unas plumas en una hermosa caja espejada para generar un océano magenta. Algunos libros tienen algo de diario íntimo: como si el artista se animara a contar de manera más explícita una experiencia de vida, acaso compartida con el espectador. “Area restringida”, de Alicia Díaz Rinaldi, es un libro clausurado con candado, con tapa de corazón de cerámica de tamaño natural, cubierto con alambres.
CAMILA VALDEZ. "Bombonita", telgopor, fibra de vidrio, resinas epoxi, pintura.
CAMILA VALDEZ. "Bombonita", telgopor, fibra de vidrio, resinas epoxi, pintura.

Con una mezcla de imágenes que incluye clásicos, folletines y óperas con tramas kitsch, Ana Tarsia desata la fotonovela “Mentir por amor”, basada en La dama de las camelias. Osvaldo Borda cuenta que hizo dibujos en marcador sobre papel mientras acompañaba a su esposa gravemente enferma: “Son pequeñas obras que nunca usaré como bocetos”, cuenta el artista.
Diana Chorne se mete con “Lo indecible”. José Berni, hijo de Antonio Berni, presenta un libro con fotos que ponen el foco en el espacio público, con textos de Luisa Futoransky. “Más allá de las trampas de la luz y del olvido contamos con atrapar lo no dicho, residencia principal de la emoción”, señalan. Es posible encontrar en esas imágenes la palabra “amor” estampada en una hoja de aloe vera peligrosamente pinchuda y sanadora.
Hay desde libros de vidrio soplado hasta otros con plumas que se vuelven, tan sólo con un suspiro, océano magenta. Algunos libros de artista surgieron de cuentos de Borges o de poemas de Baudelaire. Los hay inspirados en viajes, mitos, en el mundo del trabajo… O en el inconfundible universo Kosice que desata inolvidables sitios “para la evocación paralela del verbo amar con el fulgurante hidroamor correspondido” o espacios “para establecer coordenadas sentimentales, corporales, copulativas, sexuales y eróticas en levitación sublimada” y otros lugares “para chapotear en la espuma del lenguaje”, “dirigir ideogramas multicolores visualizables por inmersión” y “empaparse de poesía por simple impresión digital de años luz”.

FICHA
Muestra fundacional

Lugar: Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, 4 de enero de 1510.
Fecha: hasta 12 de mayo.
Horario: lun a vier, 8 a 12; 16 a 19; sáb y dom, 16 a 19.
Entrada: gratis.

XUL SOLAR, EL ALIADO CÓSMICO DE BORGES

Curiosamente, Xul Solar es quien ocupa el lugar más destacado en "Xul Solar y Jorge Luis Borges: el arte de la amistad", una exposición en la Americas Society de Nueva York.

El tablero de "pan-ajedrez" de Xul Solar, expuesto en Nueva York, permitía la creación de palabras en un lenguaje inventado por él.
El tablero de "pan-ajedrez" de Xul Solar, expuesto en Nueva York, permitía la creación de palabras en un lenguaje inventado por él.

Por LARRY ROHTER
The New York Times


Jorge Luis Borges estaba destinado a convertirse en una de las figuras literarias más influyentes del siglo XX, pero recién ahora su aliado más cercano, el excéntrico pintor Oscar Schulz Solari, está empezando a recibir el reconocimiento que Borges siempre propugnó para él.
Curiosamente, es Solari, cuyo nombre profesional fue Xul Solar, quien ocupa el lugar más destacado en Xul Solar y Jorge Luis Borges: el arte de la amistad, una exposición en la Americas Society de Nueva York.
La muestra se centra en las acuarelas de Xul Solar, pero incluye manuscritos de ambos hombres, documentos, fotografías y primeras ediciones de obras que crearon juntos, material que es poco conocido fuera de su Argentina natal. "Borges nunca dejó de expresar su admiración por Xul Solar, a quien consideraba un ciudadano del cosmos", dijo Gabriela Rangel, principal curadora de la muestra. "Se trata de un diálogo intelectual muy profundo y amplio entre dos personas pero que todavía no ha sido plenamente valorado".
Borges y Xul Solar, que también fue poeta, traductor, inventor y astrólogo, se conocieron en 1924, poco después de que ambos regresaran a Buenos Aires luego de largas estadías en Europa. Comenzaron a trabajar juntos. Xul Solar realizaba ilustraciones para los libros que Borges escribía y las revistas que editaba, una relación simbiótica que continuaría hasta la muerte de Xul Solar en 1963, a los 75 años.
Borges era doce años menor que Xul Solar, y tomaba claramente a su amigo mayor como referente. "Xul Solar es uno de los acontecimientos más singulares de nuestra época", escribió una vez en un ensayo cuyos extractos aparecen en el catálogo de la exposición de las Americas Society. "Un hombre versado en todas las disciplinas, curioso sobre todos los arcanos, padre de escrituras, lenguajes, utopías, mitologías, huésped de infiernos y de cielos".
En ese mismo ensayo, escrito para una muestra de la obra de Xul Solar en Buenos Aires en el año 1949, Borges caracteriza sus pinturas como "documentos del mundo extraterrestre". Esa descripción ayuda a explicar las afinidades intelectuales y la visión del mundo asombrosamente similar que compartían ambos hombres y que constituye el punto central de esta exposición. "Para los dos, la relación entre realidad y sueño era porosa y el mundo material y el texto escrito fluían entre sí", señala una nota en la pared.
"Rechazaban el realismo bajo todas sus formas: Borges en su ficción, creando laboriosamente mundos fantásticos herméticos, y Solar en la ejecución de sus pinturas metafísicas que se esforzaban por atisbar más allá de lo cotidiano y ver una realidad más verdadera". Varias pinturas en la muestra, que continuará hasta el 20 de julio y luego se trasladará al Phoenix Art Museum de Arizona, evocan universos alternativos o recurren a letras, banderas o símbolos arcanos.
Rangel comentó que Borges tuvo en su poder durante un tiempo una de esas acuarelas, "Tlaloc", que emplea imágenes inspiradas en los aztecas y fragmentos de palabras. Otras obras incorporan palabras de dos lenguajes que inventó Xul Solar: el "Neo-Criollo" y la "Pan-Lengua".
Hay, inclusive, un tablero de "pan-ajedrez" que creó Xul Solar, donde las piezas representan letras y símbolos y los cuadrados sílabas; juntos crean nuevas palabras en las lenguas inventadas. Es difícil determinar en qué medida el pintor influyó en los escritos de Borges, dijo Rangel.
Pero como señala la exposición, Xul Solar aparece como un personaje en uno de los cuentos más complejos e influyentes de Borges, "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius", que aplica algunas de las teorías esotéricas del pintor.
Al igual que Borges, Xul Solar no encaja en las narrativas convencionales de la creatividad artística del siglo XX y parece cerrado en sí mismo. Rangel sugiere que por eso el pintor fue hasta ahora pasado por alto. Dijo: "Es un verdadero místico, y ese es un aspecto de la vanguardia que los historiadores no quieren tener que reconocer".



Fuente: Revista Ñ Clarín

UN SISTEMA DE AFINIDADES

Con 370 obras pertenecientes a tres colecciones privadas, Proa revela hilos no siempre visibles que unen a artistas, coleccionistas y espacios de reflexión en el arte local de las últimas décadas.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa

La exhibición expone no sólo un recorte de la producción artística local de los últimos veinte años, sino también una selección de trabajos con un origen muy particular: todos provienen de colecciones privadas. Pero además de integrar esas colecciones personales a las que muy rara vez tiene acceso el público, estos trabajos pertenecen a tres coleccionistas argentinos muy particulares: Gustavo Bruzzone, Esteban Tedesco y Alejandro Ikonicoff. Ellos se ajustan a un determinado perfil de coleccionista.
Quizá sea el momento oportuno para mencionar que la idea de “coleccionismo” excede, en mucho, a la sola compra de obra y armado de una colección: ser un coleccionista hoy en día significa, muchas veces, acompañar a los artistas en sus búsquedas y en sus carreras, entrar en una esfera social distinta, descubrir un nuevo campo de sensibilidad y conocimiento, y asumir el riesgo de una aventura ligada al ejercicio de la libertad (como puede llegar a ser, a veces, el arte y todo lo que toca, lo que irradia). En suma, estamos hablando del coleccionismo como un ejercicio ligado a la atracción por lo extraordinario, a la urgencia por poseerlo y a una fuerte inmersión en el cosmos social y cognitivo que se genera desde los propios creadores de “eso extraordinario”: los artistas.
Puede ser difícil de comprender cómo una persona invierte enormes, medianas y pequeñas sumas de dinero en actividades y objetos muchas veces no rentables materialmente; pero pasa. “Tienes que sentirlo, tienes que oír su voz llamándote”, decía respecto de su relación con el arte y los artistas, y también de su actividad como coleccionista, Louisine Havemeyer, esa norteamericana que donó cuatrocientas obras –compradas bajo el consejo de la pintora Mary Cassatt– al Museo Metropolitano de Nueva York.
La anécdota puede ser una ayuda interesante para comprender, en el marco de esta exhibición, al coleccionismo como un ejercicio objetual, plástico, social, espiritual. 
La muestra de Proa se relaciona más con la dinámica, organización y características del coleccionismo argentino contemporáneo,  que con las obras que expone. En este sentido, las obras casi podrían leerse en clave de anécdota; la verdadera trama que subyace a la exposición, su eje rector, es una invitación a la reflexión sobre la situación del coleccionismo local y sus diversos actores.
BENITO LAREN. “Pasillo”, óleo s/ tela. Ambos, Col. G. Bruzzone.
BENITO LAREN. “Pasillo”, óleo s/ tela. Ambos, Col. G. Bruzzone.

Todo lo demás contribuye a la discusión acerca de ese punto. Demuestro: por ejemplo, las tres colecciones se muestran por separado, una por sala, aun cuando hay obras en cada una de ellas que podrían convivir; no hay un guión curatorial general ni tampoco un curador –los trabajos fueron elegidos por cuatro “seleccionadores”, la artista Ana Gallardo eligió las obras de la colección de Esteban Tedesco; Rafael Cippolini, las de Gustavo Bruzzone, y los artistas Gastón Pérsico y Cecilia Szalkowickz, las de Alejandro Ikonicoff.
La primera sala es el único espacio en el que trabajos de las distintas colecciones se mezclan; y funciona como una especie de “tarjeta de presentación” de los coleccionistas y sus colecciones. En este lugar hay un retrato de cada uno de los coleccionistas, ubicado junto a las obras de los artistas que sienten más cercanos o que creen que los representan mejor: en el caso de Bruzzone, su retrato lo hizo el grupo Mondongo y está rodeado de las obras de Sebastián Gordín y del colectivo Ramona. El retrato de Tedesco fue realizado por Rosana Schoijett y tiene cerca los trabajos de Ernesto Ballesteros y Jorge Macchi. El de Ikonicoff fue hecho por Carlos Herrera y a su lado se ubica una obra de Sandro Pereira. Una relación de afecto, pensé, es la que se fue tejiendo entre estos coleccionistas y algunos de sus artistas; y cierta afinidad estética, un aprendizaje.
En la segunda sala de Proa se pueden ver las obras de la colección de Bruzzone. Muchas de ellas son obras icónicas del arte argentino: “Los 60 no son los 90”, de Rosana Fuertes (1994); “Yo tengo SIDA”, de Roberto Jacoby (1990); los pequeñísimos perros de papel maché del búlgaro Freisztav (1995); el “Autorretrato con río seco”, de Miguel Harte (1992); las pinturas de Sergio De Loof, Marcia Schvartz, Gachi Hasper, Fabián Burgos, las pinturas-objeto de Jorge Gumier Maier, los relieves de Martín de Girolamo, el inmenso panel con las fantásticas obras de Benito Laren (1998- 2005), todo da cuenta de una parte importante de la producción plástica local de los años 90 y principios de los 2000, en gran parte vinculada al Centro Cultural Rojas.
Esta colección se centra en esto: no comprende otras producciones que circulaban, quizá sin tanta visibilidad, durante la misma década, por circuitos como la Fundación Banco Patricios, las Bienales de Arte Joven, Buenos Aires no duerme… Muchas de las obras de la Colección Bruzzone son históricas, otras son los primeros trabajos de artistas ahora consagrados; y es una preciosa sorpresa, entonces, reencontrarse con ellos en vivo y en directo, después de un largo tiempo de verlos sólo online o en papel.
JORGE MACCHI. “Los puntos sobre las íes”, 2001.
JORGE MACCHI. “Los puntos sobre las íes”, 2001.

Sala tres: se exponen los trabajos de la Colección Tedesco. Antiguas obras sobre papel de Pablo Siquier y Jorge Macchi (1987), de la época en que formaban parte del “Grupo de la X”, creado a instancias de Enio Iommi. También pueden verse treinta y cinco dibujos de Ernesto Ballesteros (realizados entre 2006 y 2010), el collage de Marina de Caro (2008), la fotografía de Marcelo Grosman (“Masculino 31-35”, 2009), la “Puerta”, de Adrián Villar Rojas (2006-2007) y la delicada obra de Eduardo Basualdo, entre muchas otras. 
En la última sala se muestra la selección de trabajos de la colección de Ikonicoff. Escondida detrás de un panel, apartada, se encuentra la increíble instalación “Ambar” (2006) de Juliana Iriart, y “La Montagne”(video-escultura de Max Gómez-Canle).
“Hay un silencio. Hay otro silencio. El primero es más profundo. El segundo es más largo”, dice el trabajo de Luciana Lamothe (“Sin título”, 2005). También hay, en esta sala, pinturas de Fernanda Laguna, Mariela Scafati y Valentina Liernur.
Pero nada de lo que pasaba en la calle a fines de la década del 90  o principios de los 2000, puede verse aquí, en las salas de las colecciones Tedesco e Ikonicoff: no hay obras de arte explícitamente político, de arte “callejero” ni de colectivos formados por obreros y artistas. Acá la selección pasa por otras coordenadas. Y toca una época de las galerías Apettite y Belleza y Felicidad. Toca, también, a artistas locales con proyección internacional.
Esta muestra es una selección de obras y también de colecciones. Y señalan un cierto ecosistema amoroso, creado entre las obras, los artistas y los coleccionistas. Las preguntas en torno a ellos cobran sentido mientras se recorre el espacio. Allí, de tramo en tramo, todo es celebración.

FICHA
Algunos artistas
Arte argentino 1990 - Hoy

Lugar: Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoiza 1929.
Fecha: hasta julio de 2013.
Horario: mar a dom, 11 a 19.
Entrada: $ 15; jub, doc y est, $9.

Fuente: Revista Ñ Clarín

MAYA LIN Y UNA REFLEXIÓN SOBRE EL HURACÁN SANDY

La artista y arquitecta estadounidense, autora del monumento a los caídos en Vietnam, mostró su compromiso con las consecuencias del temporal que afectó Manhathan desde una perspectiva reflexiva y crítica. 
Por Carol Kino
The New York Times
 
El objetivo era que hablara sobre su nueva muestra en la Pace Gallery de Nueva York, pero Maya Lin pronunció en cambio un discurso apasionado sobre el medio ambiente. "No sólo necesitamos cambiar de conducta", dijo Lin, caminando junto al Hudson River Park una mañana. "Tiene que haber una legislación. El Estado debe estar presente." Sin que mediara demasiado tiempo, su atención se centró en el suelo y su recuerdo de las crecidas salobres que lo inundaron en octubre pasado durante el huracán Sandy. "Creo que Sandy fue una verdadera señal de alarma", dijo Lin, que es artista y arquitecta.
"La naturaleza avanzará, lo observemos o no. Vendrá a decirnos: aquí estoy." Este fervor evidencia un verdadero contraste con la figura dueña de un discurso elaborado que Lin ha mostrado al mundo desde 1981, cuando su diseño ganador para el Monumento Conmemorativo de los Veteranos de Vietnam en Washington la convirtió en una celebridad internacional estando todavía en el último año de la Universidad Yale en Connecticut.
Anteriormente, dijo Lin, su actitud consistía en "mantenerme al margen, enumerar los hechos y dejar que cada uno sacara sus conclusiones por mí" ­partiendo del objetivo de reelaborar sutilmente un punto de vista conocido. Un enfoque similar recorre, asimismo, trabajos como "Wave Field", una obra de arte de la tierra de 2009 en el Storm King Art Center de Mountainville, Nueva York, que cubre un valle de cuatro hectáreas con montículos de tierra que parecen dibujar ondas como olas en el océano.
De alguna manera, el huracán Sandy despertó a Lin. Cuando el agua de las inundaciones se retiró, Lin decidió al poco tiempo que su muestra en Pace ­la primera pensada específicamente para una galería comercial­ debía concentrarse en Manhattan y su paisaje circundante, su historia ambiental y sus vías fluviales.
"Quería que la gente entendiera mejor qué hay literalmente debajo de sus pies", dijo. "Quería centrarme en aspectos reveladores de Nueva York, en los que quizá no estemos pensando desde un punto de vista natural, topográfico y ambiental." Con el nombre de "Here and There", la muestra permanecerá abierta hasta el 22 de junio.
Entre los puntos más destacados figuran tres de los "ríos de alfileres" que Lin viene haciendo desde 2006, parte de una serie que a la larga incluirá a todos los ríos y estuarios importantes del mundo. Usando millares de alfileres de acero inoxidable y las sombras que éstos proyectan, crea relieves en las paredes que sugieren planos aéreos acotados.
Uno sigue el Río Hudson y sus principales afluentes; otro detalla algunos de los numerosos torrentes que todavía recorrían el centro de Manhattan hace apenas un siglo. El más grande marca los límites de la llanura aluvional de Sandy ­un tema que, como señala Lin, es aún más difícil de representar que un arroyo urbano sobre el que se ha construido por demás.
"Una inundación no existe, excepto en nuestros bancos de memoria", dijo. "Es un hecho temporario. No es el río y no es la tierra.
No es aquí ni allá." Lin desarrolló su pasión por la naturaleza cuando vivía en la ciudad de su universidad, Athens, en Ohio. Con su hermano, jugaban constantemente en los bosques y los arroyos que rodeaban su casa. Ya en ese momento, dijo, "Me preguntaba muy seriamente cómo una especie tiene derecho a avasallar el planeta." Lin también siente fascinación por los mapas. Suele jugar con ellos en su taller del SoHo en Lower Manhattan, trazando a menudo nuevos lagos y cráteres en las páginas de viejos atlas, o redibujando los canales en impresiones cartográficas de computadoras, que sus asistentes arman con los montones de datos topográficos que intervienen en sus proyectos más amplios. A este proceso lo llama en broma "dar paseos por el mundo".
Muchas de sus obras, como los ríos de alfileres y "Wave Field" evolucionaron directamente a partir de estos supuestos paseos.
Lin también lleva a cabo una investigación exhaustiva para cada obra, y desarrollarlas puede llevar años.
La principal motivación que tiene es su intensa curiosidad. Al final, admitió que mientras caminaba bordeando el Hudson ­inclusive mientras hablaba sobre sus miedos con respecto al medio ambiente­ en realidad había estado estudiando la superficie del agua.
"¿Cómo se forma una ola?" dijo.
"¿Cómo se disipa? Quiero visualizarlo, porque no lo entiendo."

Revista Ñ Clarín

BIENAL DE VENECIA:
UNA INSTALACIÓN INSPIRADA EN EVA PERÓN
REPRESENTARÁ AL PAÍS

Arte / Presencia argentina en el mundial de la plástica

Realizada por la artista rosarina Nicola Costantino, el conjunto será la atracción principal del pabellón argentino de la mayor muestra del mundo, cuya 55a. edición abre el 29 de este mes; la presidenta Cristina Kirchner decidió rebautizar la obra.


La obra se titula Rapsodia inconclusa. Nicola Costantino, la artista rosarina que se pone en la piel de Eva Perón para representar al país en el mundial del arte, la 55a. Bienal de Venecia, la bautizó así. Pero la presidenta Cristina Kirchner le impuso otro título a la muestra que ella misma inaugurará el próximo 29: Eva-Argentina, una metáfora contemporánea .
Costantino exhibirá dos videoinstalaciones, un objeto-escultura cinético y otra instalación más abstracta que, hilvanadas en un mismo recorrido de registro emotivo, construyen un "viaje" por la intimidad de Evita.
Lejos de lo doctrinario o del gesto político, la obra se inscribe en la problemática del arte contemporáneo. La mirada del espectador podría ser, por momentos, la de un voyeur que observa, a medida que recorre la obra, una cotidianeidad ajena, multiplicada en seis Evitas diferenciadas y simultáneas. Son los momentos previos a su exposición pública. Pero esa sensación muta rápidamente para abrazar otro nivel de complejidad: el de cómo representar a esa figura que fue tantas mujeres a la vez.
El recorrido se inicia al ingresar dentro de una panorámica semicircular de 17 metros por 3 de alto, donde se proyecta la imagen de Eva a escala natural dentro de su hogar. Costantino la personifica en seis momentos y etapas diferentes de su vida. Aunque todas convivirán en simultaneidad temporal. Se cruzan la Evita enferma, doblegada por el cáncer; la actriz de los años 40; la Eva con deshabillé; la hiperactiva en faena de fundación, y la Eva despampanante vestida por Dior para ir al Colón. Otra Eva espectral, con mortaja de lino blanco, asomará también por momentos. Costantino las recrea en su lenguaje corporal y gestos, sin voz, y en el guardarropa que la artista creó. Hay en esas escenas múltiples, de trajín cotidiano, una coreografía sincrónica y coral que trasciende la identidad simplificada.
Se pasa luego al dormitorio de Eva. El recinto está vacío, pero los dos espejos enfrentados reviven lo que allí sucedía: Eva cambiándose los atuendos, como un eco visual o como memoria vívida de lo que han reflejado esos espejos. Las imágenes sirven de backstage a la personificación de la artista y borran las certezas entre la realidad y la ficción, al mostrar a la artista en la construcción de su personaje. A partir de allí la imagen de Eva comenzará a desmaterializarse.
El tercer núcleo indaga en la leyenda sobre su última aparición pública. Aquella que aseguraba que en su recorrido en auto descapotado, una estructura de hierro oculta bajo un tapado de visón erguía su cuerpo debilitado. Costantino transformó ese mito en metáfora: construyó un vestido-escultura con movimiento, lo encerró dentro de una habitación vidriada y lo hizo desplazarse a toda velocidad hasta chocarse con las paredes vidriadas. Como si el vestido quisiera salir de su encierro; como si Evita se empeñara en escapar a su destino de muerte. Es el último estadio en el que se verá a Eva, ya que a partir de allí su imagen comenzará a desmaterializarse.
La última instalación simboliza el sentimiento de pérdida entre quienes la lloraron 14 días en aquel invierno lluvioso. Sobre una camilla de acero, una montaña de lágrimas de hielo se derriten. Caen al suelo como lluvia, el símbolo del desasosiego de un pueblo.

Arte / Costantino, la gran provocadora

Eva y Nicola: rapsodia en Venecia

La artista rosarina representará a nuestro país en la edición 55° de la madre de todas las bienales con una videoinstalación inspirada en la vida de Eva Perón. Ella misma será Evita, la mujer que nació pobre, conoció la gloria y murió joven, convertida en heroína del pueblo. El envío estrenará el pabellón argentino en los Arsenales venecianos.


Por Julio Sánchez


"Le pedí a santa Teresita del Niño Jesús que se defina de una vez el envío a Venecia. Dicen que cuando te concede un favor aparecen rosas de manera muy especial. En mi jardín el rosal apenas daba dos flores por temporada, y hace un mes que no para de florecer; ya dio más de una docena."

Así, como si fuera un milagro, cuenta Nicola Costantino la demorada decisión argentina del envío nacional a la 55a Bienal de Venecia, que se inaugura el próximo 1 de junio. En la muestra Il Palazzo Encliclopedico , curada por Massimiliano Gioni, participan unos 88 países, diez de ellos por primera vez. La Santa Sede tendrá un pabellón lindero al argentino: nunca se acordó tanto Dios de este remoto país del Cono Sur.
Desde hace dos años, la artista rosarina trabaja en un ambicioso proyecto que tiene como protagonista a la figura histórica de Eva Perón. Como sucede en sus últimas obras, Nicola se mete en la piel de otros personajes. Ella misma cuenta el desarrollo de su compleja instalación Eva-Argentina .
-No es compleja, yo diría compuesta. Son cuatro partes, como si fuera una rapsodia inconclusa, porque su protagonista muere joven. La rapsodia es una composición musical típica del romanticismo, y la vida de Eva parece la de una heroína de una obra maestra romántica; nació pobre, conoció la gloria y murió joven.
-¿Cuál fue el disparador de tu interés en Eva Perón?
-En mi trabajo busco siempre referirme al paradigma. Si hablo de una cena, es la cena de Da Vinci; si hago un personaje femenino de la historia, sería Cleopatra o Eva Perón. Me di cuenta de que Eva no fue tomada nunca desde el lenguaje contemporáneo. Me interesa la marca que deja en el registro emotivo por hacerse parte de nuestras vidas, desde nuestra infancia. Su estatus como figura femenina emblemática del siglo XX trascenderá siempre los hechos políticos e históricos, y está más allá de cualquier valoración y construcción mítica que se haga en torno a ella.

Eva en sus distintos roles, interpretada por una artista tan multifacética como ella.. Foto: Gentileza Nicola Costantino

-En la primera parte de la instalación hay un cruce entre Evas de diferentes épocas. Más allá del interés particular por Eva, hay una instancia de mundos paralelos, de diferentes momentos que convergen en forma simultánea. La invención de Morel , de Adolfo Bioy Casares, y "El otro", de Jorge Luis Borges, fueron obras muy inspiradoras para esta parte, que se llama Eva, los sueños . Aparecen seis Evas en una videoinstalación panorámica semicircular de diecisiete metros de largo en diferentes situaciones: enferma, hiperactiva, joven actriz, vestida de gala por Dior para ir al Teatro Colón, de entrecasa y espectral. En diferentes lugares de la mansión, el living, el comedor y el escritorio, se cruzan entre ellas coreografiadas en distintas acciones de trabajo o de descanso.
-Es muy impactante verte vestida y actuando con esa prenda despampanante de Dior; estábamos acostumbrados a tu "peletería humana" y ahora aparecés con diseños históricos de alta costura.
-Desde 1994 la vestimenta es una herramienta fundamental de mi trabajo, que domino desde chica en la fábrica de ropa de mi madre en Rosario. Cuando me vestí con el trajecito sastre o el vestido Dior, tuve conciencia de la investidura que te da el hábito. No trabajo con otro que no sea yo. Hace unos años que comencé con las fotografías, que despertaron mi interés por el cine y la actuación. Desde 2007 cito personajes de la historia del arte y la fotografía; el antecedente de esta obra es Trailer , que hablaba sobre la maternidad.
-¿Con esto considerás que tu obra vira hacia el arte político?
-Mi obra se nutre siempre de cuestiones éticas o políticas pero nunca se pronuncia moralmente. No es doctrinal, como podría haber sido el muralismo mexicano o el conceptualismo político latinoamericano de los años 70. No quiero decir sobre Eva las cosas que ya se dijeron mil veces.
-No se podría decir que tu obra sea militante del feminismo. Sin embargo, hay una presencia muy fuerte de lo femenino, el gusto por la ropa, el maquillaje y la ausencia de varones. Juan Domingo Perón no aparece ni por asomo.
-Acá lo que importa es Eva. No hago obra feminista, sino que tengo una mirada desde lo femenino. Examino cómo actuaba una mujer en la década del 40; los que nacimos después de los años 60 tenemos gran dificultad para entender aquella realidad de la mujer.
-En tu obra anterior siempre hubo una referencia indirecta a la muerte, los nonatos de las cañerías, la muñeca inanimada Doppelgänger que termina arrojada en un barranco. Acá flota el fantasma de Eva todo el tiempo.
La segunda instalación es el dormitorio de Eva y se denomina Eva, el espejo . Hay una imagen espectral en los espejos enfrentados, uno de pie y otro en un tocador. La habitación donde nosotros estamos está vacía, pero el reflejo de los espejos sigue reviviendo lo que allí sucedía como una memoria inagotable. Yo estoy hablando de una Eva a la que la muerte no puede hacer desaparecer.

La asombrosa metamorfosis de Costantino provoca escalofríos.. Foto: Gentileza Nicola Costantino

-Otra constante en tu obra que se reitera aquí es la tensión entre la máquina y el ser viviente, teniendo en cuenta tus máquinas para reanimar nonatos o la muñeca Doppelgänger que dialogaba con una Nicola humana.

-Fabriqué un vestido-máquina que se inspiró en esa leyenda sobre la última aparición pública de Eva. En el acto de asunción de la segunda presidencia de su marido, ella estaba muy enferma y sin fuerzas, pero quería estar presente de todos modos en la recorrida por las calles saludando al pueblo. La leyenda dice que utilizó una estructura con arnés fija al piso del auto para sostenerse en pie, que ocultaron bajo un largo abrigo de visón. Éste es el arnés que me hubiera gustado para ella: hice un objeto de hierro, motorizado, en escala natural, una interpretación de aquella estructura. En Venecia se verá encerrado en una habitación de vidrio desplazándose con máxima aceleración en línea recta hasta chocar contra las paredes, retrocede, gira y vuelve a arrancar hasta volver a golpearse y así sin parar. Esta máquina está poseída por los sentimientos de Eva, una metáfora de su desesperación y su lucha por escapar al desenlace de su enfermedad.
-Cambia el clima y vira hacia la tragedia. A medida que uno avanza, la figura de Eva se hace cada vez más inmaterial, hasta que en la última parte ya no hay referencia humana.
-La última parte, Eva, la lluvia , no se basa en su imagen sino en la relación con su pueblo. Este espacio parece una sala de cirugía o embalsamamiento. Hay una mesa de acero inoxidable que sostiene una montaña de lágrimas de hielo que se va derritiendo. El goteo se suma al sonido monocorde de fondo de la lluvia, que recuerda los catorce días del funeral y el sentimiento de pérdida y desconsuelo que desencadenó su muerte. Un sentimiento que no tuvo precedente.
-Eso recuerda tus habilidades de taxidermista y la historia de tu padre cirujano. ¿Cómo creés que puede reaccionar el público que visitará Venecia?
-La respuesta del público argentino seguramente será muy distinta de la reacción internacional. Nosotros somos muy políticos con la figura de Eva, supongo que afuera se va a asociar más con la ópera Evita y Madonna, eso lo tuve muy en cuenta.

adn costantino

Rosario, 1964
Es una de las artistas contemporáneas más arriesgadas y versátiles de la Argentina. En su ciudad natal cursó la carrera de Bellas Artes, se formó en técnicas escultóricas y aprendió a diseñar ropa con su madre. En 1994 ingresó en el Taller de Barracas de la Fundación Antorchas, coordinado por Pablo Suárez y Luis Benedit. En 1997 ingresó en el circuito de ferias internacionales, representada por la galería Ruth Benzacar, y al año siguiente representó al país en la Bienal de San Pablo. A partir de su encuentro con Gabriel Valansi, en 2006, incursionó en la fotografía y en la cita de obras famosas con ella como modelo, al mejor estilo Cindy Sherman..
Nicola Costantino representará a la Argentina en la 55a Bienal de Venecia, en el Pabellón Argentino en los Arsenales, del 1 de junio al 24 de noviembre de 2013, en una muestra curada por Fernando Farina.

Fuente: lanacion.com

EL GRITO SAGRADO

Estrellas del pasado
La popularidad en tiempo de los próceres
Por Daniel Balmaceda

Juan Ignacio de San Martín, nacido en 1721, fue un próspero vecino de Buenos Aires, heredero de propiedades y estancias, la más importante en la zona de Baradero. No estaba emparentado con José de San Martín, por lo tanto asumimos que cuando llegó el futuro Libertador en 1812, muchos deben haberse preguntado si pertenecía a la distinguida familia de don Juan Ignacio, casado con Bernarda Ceballos. Tuvieron ocho hijos, entre los cuales destacamos a dos: Bernabé y Jerónima. El varón nació en 1777, cuando Jerónima tenía 19 años y estaba a punto de casarse. Bernabé siguió la carrera militar y actuó en las dos Invasiones Inglesas. Fue quien dirigió al grupo de artillería que disparó contra la torre de la iglesia de Santo Domingo durante la defensa de la ciudad en 1807. Los ingleses habían tomado la iglesia como bastión y Bernabé se encargó de disparar el obús que dañó la construcción. Ya lo sabe: cuando pase por Santo Domingo y vea las marcas en la torre, ése fue Bernabé de San Martín.
En cuanto a Jerónima se casó -como dijimos- en 1777. El novio fue el genovés Giuseppe Buchardo. Don Martín de Sarratea firmó como testigo del casamiento. Siete años duró el matrimonio, ya que Buchardo murió en 1784. Luego de dos años, Jerónima volvió a casarse. El agraciado fue Francisco Herrera. Testigo del casamiento, León Ortiz de Rozas (padre de Juan Manuel de Rosas). Tampoco fue un matrimonio de larga duración. Jerónima volvió a enviudar y ya no reincidió. Sí fue una ferviente patriota de la primera hora que hizo donaciones y propagó con entusiasmo las ideas de la revolución. Era, además, una eximia cantante.
A comienzos de marzo de 1817, Buenos Aires recibió con alegría la noticia del triunfo del Ejército Libertador en la cuesta de Chacabuco, luego de cruzar los Andes. Entusiasmada con la novedad, Jerónima resolvió celebrarlo de una manera muy particular. Una mañana se vistió con un traje azul, zapatos celestes, medias blancas y una mantilla también blanca. En la cabeza, un gorro frigio. En la mano, una bandera argentina. Convocó a un grupo de niñas que usaron vestido blanco y una banda azul. Poco antes del amanecer partieron de la casa de doña Jerónima (vivía en las actuales Córdoba y Florida) y se plantaron delante del fuerte para cantar el Himno Nacional, cuya ejecución demandaba 20 minutos. El pueblo acompañó a estas mujeres en la interpretación y cuando terminó el canto, doña Jerónima juntó aire y lanzó un potente: ¡Viva la Patria! Tan potente que se desmayó. El susto fue general. Muchos pensaron que Jerónima partía de gira en ese mismo instante. Por suerte, se recuperó.
El 25 de mayo organizó un baile en su casa. Durante los preparativos mandó colocar una reja en la entrada, con la inscripción: ¡Viva la Patria! 1817 . De esa manera inmortalizó el grito sagrado que la hizo célebre.
Una hija de Jerónima, misia Dominga, se casó con Antonio González Balcarce. Ellos fueron los padres de Mariano, quien se casó con Merceditas, la hija del Libertador. Y así, los San Martín terminaron emparentados.

Fuente: lanacion.com