Así llamaban a la sede de su empresa. Una imponente obra de estilo Neogótico flamenco.
Mirando al río. Está en Lavalle, entre Alem y 25 de Mayo. / MARCELO GENLOTE |
Por Eduardo Parise
En los años de esplendor se lo conoció con una denominación muy
simple: lo llamaban “La Casa”. Es que en esos once pisos, construidos
sobre un terreno de casi 800 metros cuadrados, estaba centralizada toda
la actividad de una empresa argentina que llegó a ser una de las más
poderosas del mundo. La empresa era Bunge & Born. Y el edificio, un
verdadero símbolo del origen de Ernesto Bunge y Jorge Born, aquellos
inmigrantes belgas que en 1884 la crearon con el proyecto de exportar
productos agropecuarios.
La construcción ocupa una superficie de casi 8.400 metros cuadrados y fue pensada por el arquitecto Pablo Naeff, a quien los empresarios se la encargaron en 1923, el mismo año en que la entonces Municipalidad porteña aprobó los planos. A comienzos de 1926, la obra ya estaba terminada. Desde entonces se luce sobre lo que fue la barranca del río, en la ahora peatonal Lavalle, entre la avenida Leandro N. Alem y la calle 25 de Mayo.
El pedido que Bunge y Born le hicieron a Naeff apuntaba a que el edificio tuviera algo de Amberes, la ciudad portuaria de Bélgica desde la que habían llegado. Por eso su imagen, realizada por la constructora Piquet y Arano, muestra un estilo poco común en Buenos Aires: un Neogótico flamenco, clásico en aquel país europeo. El basamento está revestido con piedra caliza y en la fachada se destacan los arcos ojivales y los altos ventanales que le dan más verticalidad al edificio desarrollado sobre un terreno angosto.
Como no podía ser de otra manera, los elementos decorativos aluden a aquella primera actividad agropecuaria que tuvo la empresa. Así, se ven espigas de trigo, herramientas de labranza, barcos, que se completan también con simbología de guerreros y hasta leones. Y en la esquina de Alem y Lavalle hay una estatua llamada “El sembrador”, también hecha en piedra caliza.
Claro que la construcción incluye algunos detalles lujosos que tienen relación con aquella Argentina de riquezas. Por ejemplo se ven puertas metálicas con gran ornamentación, cortinas de madera que se trajeron desde Stuttgart y hasta mayólicas de origen portugués. Pero eso no es todo. Porque el hall de entrada y la sala de ascensores están revestidos con buen mármol de Carrara que lucen sus vetas en una mezcla de grises, verdes, negros, ocres y blancos. Y los mármoles de los umbrales y de las escaleras también son de ese noble material italiano. Para rematar tanto esplendor alcanza con saber que todas las oficinas de los directores y la sala del directorio, que está en el segundo piso, muestran reluciente boiserie.
Es que no se debía esperar menos para una multinacional que llegó a tener 40 empresas y que, sólo en el país, fue dueña de marcas símbolo como Molinos Río de la Plata (una de las mayores agroalimenticias del mundo), la textil Grafa, la de pinturas Alba y la de hojalatas Centenera, entre otras que también son parte de la historia.
En 2000 el edificio quedó en la órbita de la Fundación Bunge y Born, creada el 1° de agosto de 1963, cuando la empresa estaba por festejar los ochenta años de su fundación. Y desde 2003 allí están las oficinas de Bunge Argentina, subsidiaria de Bunge Limited.
La sede de aquella poderosa empresa es a las claras una muestra de los tiempos en que Buenos Aires era considerada “la París de Sudamérica”, una ciudad donde en apenas tres años se construían esas joyas arquitectónicas que, por suerte, se salvaron de un afán literalmente demoledor que suele imperar por estas tierras. Entre los que también se salvaron hay otro edificio que está a cien metros del de Bunge & Born. Se lo encuentra sobre la misma barranca, pero en la avenida Corrientes, entre Alem y 25 de Mayo. Fue proyectado en 1923 y terminado en 1925. La curiosidad es que lo hicieron para que fuera sede de otra cerealera: la empresa de Louis Dreyfus. Lo pensaron arquitectos franceses aunque se sabe que también lo realizó la constructora Piquet y Arano. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com
La construcción ocupa una superficie de casi 8.400 metros cuadrados y fue pensada por el arquitecto Pablo Naeff, a quien los empresarios se la encargaron en 1923, el mismo año en que la entonces Municipalidad porteña aprobó los planos. A comienzos de 1926, la obra ya estaba terminada. Desde entonces se luce sobre lo que fue la barranca del río, en la ahora peatonal Lavalle, entre la avenida Leandro N. Alem y la calle 25 de Mayo.
El pedido que Bunge y Born le hicieron a Naeff apuntaba a que el edificio tuviera algo de Amberes, la ciudad portuaria de Bélgica desde la que habían llegado. Por eso su imagen, realizada por la constructora Piquet y Arano, muestra un estilo poco común en Buenos Aires: un Neogótico flamenco, clásico en aquel país europeo. El basamento está revestido con piedra caliza y en la fachada se destacan los arcos ojivales y los altos ventanales que le dan más verticalidad al edificio desarrollado sobre un terreno angosto.
Como no podía ser de otra manera, los elementos decorativos aluden a aquella primera actividad agropecuaria que tuvo la empresa. Así, se ven espigas de trigo, herramientas de labranza, barcos, que se completan también con simbología de guerreros y hasta leones. Y en la esquina de Alem y Lavalle hay una estatua llamada “El sembrador”, también hecha en piedra caliza.
Claro que la construcción incluye algunos detalles lujosos que tienen relación con aquella Argentina de riquezas. Por ejemplo se ven puertas metálicas con gran ornamentación, cortinas de madera que se trajeron desde Stuttgart y hasta mayólicas de origen portugués. Pero eso no es todo. Porque el hall de entrada y la sala de ascensores están revestidos con buen mármol de Carrara que lucen sus vetas en una mezcla de grises, verdes, negros, ocres y blancos. Y los mármoles de los umbrales y de las escaleras también son de ese noble material italiano. Para rematar tanto esplendor alcanza con saber que todas las oficinas de los directores y la sala del directorio, que está en el segundo piso, muestran reluciente boiserie.
Es que no se debía esperar menos para una multinacional que llegó a tener 40 empresas y que, sólo en el país, fue dueña de marcas símbolo como Molinos Río de la Plata (una de las mayores agroalimenticias del mundo), la textil Grafa, la de pinturas Alba y la de hojalatas Centenera, entre otras que también son parte de la historia.
En 2000 el edificio quedó en la órbita de la Fundación Bunge y Born, creada el 1° de agosto de 1963, cuando la empresa estaba por festejar los ochenta años de su fundación. Y desde 2003 allí están las oficinas de Bunge Argentina, subsidiaria de Bunge Limited.
La sede de aquella poderosa empresa es a las claras una muestra de los tiempos en que Buenos Aires era considerada “la París de Sudamérica”, una ciudad donde en apenas tres años se construían esas joyas arquitectónicas que, por suerte, se salvaron de un afán literalmente demoledor que suele imperar por estas tierras. Entre los que también se salvaron hay otro edificio que está a cien metros del de Bunge & Born. Se lo encuentra sobre la misma barranca, pero en la avenida Corrientes, entre Alem y 25 de Mayo. Fue proyectado en 1923 y terminado en 1925. La curiosidad es que lo hicieron para que fuera sede de otra cerealera: la empresa de Louis Dreyfus. Lo pensaron arquitectos franceses aunque se sabe que también lo realizó la constructora Piquet y Arano. Pero esa es otra historia.
Fuente: clarin.com