La lucha contra la tiranía del lenguaje es constante en su obra. El artista creía que podía ordenar a las letras que se liberaran. Su obra vuelve a verse después de haber pasado un decenio en depósito.
CONCEPTUAL O DELIRANTE. Un Rammellzee disfrazado y letras de carrera, 1995.
Por Randy Kennedy - The New York Times
Durante los años 80 y 90 en algunos círculos entrelazados del mundo del arte en Nueva York, solía oírse una pregunta sotto voce: "¿Estuviste en Battle Station?" El legendario loft de TriBeCa en Manhattan donde el artista y músico Rammellzee vivió y trabajó, totalmente recluido en medio de un matorral de pinturas cósmicas, escultura plástica militarizada y trajes estilo Samurai, era como una sociedad secreta en la cual el graffiti, el hip-hop, la lingüística y la ciencia ficción se fusionaban en una extraña categoría de arte.
Rammellzee fue, sin embargo, abriendo sus puertas cada vez con menos frecuencia hasta que murió en 2010 a los 49 años de una enfermedad cardíaca.
"Llevé a George Clinton y a Bootsy Collins por primera vez a Battle Station, y salieron sintiéndose como si hubieran tenido un encuentro cercano", dijo el bajista y productor musical Bill Laswell.
Poco después de los ataques del 11 de Septiembre, el edificio que albergaba Battle Station se vendió para dar lugar a departamentos de lujo, y Rammellzee y su mujer, Carmela Zagari, se mudaron a Battery Park City. El equivalente de casi 20 años de su obra obsesiva fue a parar a un depósito.
Algunas obras están empezando a ser reflotadas. Una recreación de Battle Station estilo bunker e iluminada en negro fue una de las obras que más dieron que hablar en "Art in the Streets", una retrospectiva del graffiti que tuvo lugar el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles.
El 8 de marzo, Suzanne Geiss Company, una galería en el SoHo, presentó su muestra inaugural colgando dos grupos completos de obras que Rammellzee llamó "letras de carrera", esculturas parecidas a naves espaciales que representan las letras de la A a la Z, construidas con restos de artículos de consumo como anteojos de sol, autos de juguete, paraguas baratos, biromes Bic y tapas de desodorantes de ambientes.
El único juego completo de letras de carrera, hecho con madera pintada en dorado y pedazos de muñecos Kewpie y dinosaurios de plástico, se encuentra en el museo de Arte Moderno de Nueva York, en la exposición "Printin,’" hasta el 14 de mayo.
Esta aparición de las esculturas ya ha comenzado a redefinir la fama de un artista considerado por el mundo artístico más con una curiosidad perpleja que con interés serio. ¿Era un artista hip-hop con inclinaciones hacia el arte visual? (En los años 1980, fue un famoso maestro de ceremonias y su single de 1983 con K-Rob, "Beatbop", llegó a ser un hito del hip-hop, con la tapa diseñada por Jean-Michel Basquiat, amigo y rival de Rammellzee.) ¿Fue más importante como inspirador y creador de movidas? (Aparece en varias pinturas de Basquiat, siendo la más memorable "Hollywood Africans" con anteojos que parecen antiparras. Y realizó una breve aparición que se robó la escena en la película de Jim Jarmusch de 1984 "Stranger Than Paradise").
¿O fue principalmente un artista cuyo estilo visual salvajemente excéntrico ocultaba su seriedad? (Sus primeras obras se vendieron dinámicamente durante varios años a coleccionistas europeos.
No obstante, cuando se desarmó Battle Station, sus obras pudieron acabar ignominiosamente en la calle en un remolque de camión, como recordó la señora Zagari, en tanto "los niños que miraban decían, `Mamá, mirá, están tirando todos esos juguetes’".) Con Rammellzee las respuestas nunca fueron fáciles. Su nombre faraónico, que formuló cuando era adolescente, no era un nombre, insistía, sino una ecuación matemática. El verdadero objetivo de su arte era, según decía, ilustrar la filosofía dual llamada Futurismo Gótico y Panzerismo Iconoclasta, que imaginaba un mundo en el cual las letras romanas se armarían y se liberarían, bajo su mando, de las estructuras de poder del lenguaje europeo.
"Sentía que aún hoy, controlando la lengua, se controla el discurso, se controla el poder", dijo Henry Chalfant, un cineasta y estudioso del graffiti. La creencia de Rammellzee en que sus modelos podían servir de plantillas para vehículos militares era tan profunda que llegó a temer que el gobierno lo detuviera o incorporara sus talentos por la fuerza.
Rammellzee funcionaba "alejado de la realidad terrenal presente", dijo Chalfant, pero nunca perdió contacto con esa realidad.
Una revista Artforum de 1987 captó el enigma central de Rammellzee: "La perfección de su invención conceptual nos lleva a preguntarnos si el significado es descifrable, en realidad, y si acaso sólo nuestra ignorancia la hace sonar como una incoherencia".
Como parte de su filosofía profética, Rammellzee realizó elaborados trajes enterizos, cada uno hecho a medida de 22 personajes cósmicos que él soñó y que interpretó regularmente. Desde éstos se podían disparar fuegos artificiales. Uno pesaba 68 kilogramos.
"Nadie sabía de dónde sacaba esas ideas", dijo Stephen Torton, quien fue durante un tiempo asistente de Basquiat. "Hasta el día de hoy, no sé si era una persona real".
Rammellzee fue, sin embargo, abriendo sus puertas cada vez con menos frecuencia hasta que murió en 2010 a los 49 años de una enfermedad cardíaca.
"Llevé a George Clinton y a Bootsy Collins por primera vez a Battle Station, y salieron sintiéndose como si hubieran tenido un encuentro cercano", dijo el bajista y productor musical Bill Laswell.
Poco después de los ataques del 11 de Septiembre, el edificio que albergaba Battle Station se vendió para dar lugar a departamentos de lujo, y Rammellzee y su mujer, Carmela Zagari, se mudaron a Battery Park City. El equivalente de casi 20 años de su obra obsesiva fue a parar a un depósito.
Algunas obras están empezando a ser reflotadas. Una recreación de Battle Station estilo bunker e iluminada en negro fue una de las obras que más dieron que hablar en "Art in the Streets", una retrospectiva del graffiti que tuvo lugar el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles.
El 8 de marzo, Suzanne Geiss Company, una galería en el SoHo, presentó su muestra inaugural colgando dos grupos completos de obras que Rammellzee llamó "letras de carrera", esculturas parecidas a naves espaciales que representan las letras de la A a la Z, construidas con restos de artículos de consumo como anteojos de sol, autos de juguete, paraguas baratos, biromes Bic y tapas de desodorantes de ambientes.
El único juego completo de letras de carrera, hecho con madera pintada en dorado y pedazos de muñecos Kewpie y dinosaurios de plástico, se encuentra en el museo de Arte Moderno de Nueva York, en la exposición "Printin,’" hasta el 14 de mayo.
Esta aparición de las esculturas ya ha comenzado a redefinir la fama de un artista considerado por el mundo artístico más con una curiosidad perpleja que con interés serio. ¿Era un artista hip-hop con inclinaciones hacia el arte visual? (En los años 1980, fue un famoso maestro de ceremonias y su single de 1983 con K-Rob, "Beatbop", llegó a ser un hito del hip-hop, con la tapa diseñada por Jean-Michel Basquiat, amigo y rival de Rammellzee.) ¿Fue más importante como inspirador y creador de movidas? (Aparece en varias pinturas de Basquiat, siendo la más memorable "Hollywood Africans" con anteojos que parecen antiparras. Y realizó una breve aparición que se robó la escena en la película de Jim Jarmusch de 1984 "Stranger Than Paradise").
¿O fue principalmente un artista cuyo estilo visual salvajemente excéntrico ocultaba su seriedad? (Sus primeras obras se vendieron dinámicamente durante varios años a coleccionistas europeos.
No obstante, cuando se desarmó Battle Station, sus obras pudieron acabar ignominiosamente en la calle en un remolque de camión, como recordó la señora Zagari, en tanto "los niños que miraban decían, `Mamá, mirá, están tirando todos esos juguetes’".) Con Rammellzee las respuestas nunca fueron fáciles. Su nombre faraónico, que formuló cuando era adolescente, no era un nombre, insistía, sino una ecuación matemática. El verdadero objetivo de su arte era, según decía, ilustrar la filosofía dual llamada Futurismo Gótico y Panzerismo Iconoclasta, que imaginaba un mundo en el cual las letras romanas se armarían y se liberarían, bajo su mando, de las estructuras de poder del lenguaje europeo.
"Sentía que aún hoy, controlando la lengua, se controla el discurso, se controla el poder", dijo Henry Chalfant, un cineasta y estudioso del graffiti. La creencia de Rammellzee en que sus modelos podían servir de plantillas para vehículos militares era tan profunda que llegó a temer que el gobierno lo detuviera o incorporara sus talentos por la fuerza.
Rammellzee funcionaba "alejado de la realidad terrenal presente", dijo Chalfant, pero nunca perdió contacto con esa realidad.
Una revista Artforum de 1987 captó el enigma central de Rammellzee: "La perfección de su invención conceptual nos lleva a preguntarnos si el significado es descifrable, en realidad, y si acaso sólo nuestra ignorancia la hace sonar como una incoherencia".
Como parte de su filosofía profética, Rammellzee realizó elaborados trajes enterizos, cada uno hecho a medida de 22 personajes cósmicos que él soñó y que interpretó regularmente. Desde éstos se podían disparar fuegos artificiales. Uno pesaba 68 kilogramos.
"Nadie sabía de dónde sacaba esas ideas", dijo Stephen Torton, quien fue durante un tiempo asistente de Basquiat. "Hasta el día de hoy, no sé si era una persona real".
Fuente: Revista Ñ Clarín