100 AÑOS
DEL NACIMIENTO DE JACKSON POLLOCK




El artista, famoso por su técnica de "dripping", fue el primer pintor estadounidense que influyó en el arte europeo. 
Su cuadro "N° 5", fue el mejor pago de la historia del arte.  
El próximo sábado se cumplen 100 años del nacimiento de Jackson Pollock, uno de los grandes exponentes del arte propiamente norteamericano del siglo XX. Famoso por su técnica de "dripping", ya que dejaba chorrear la pintura sobre una tela colocada en el suelo, se convirtió en el primer pintor estadounidense que influyó en el arte europeo. Pollock lo denominaba "Action Painting": la pintura se movía hasta que los colores quedaban tan superpuestos que el cuadro llegaba a parecer un relieve.
Pollock se crió en Cody, Wyoming, una pequeña ciudad de provincia en lo que se conoce como la Norteamérica profunda. Su padre era un granjero que puso todo su empeño en la educación y la cultura de su familia. Y dio sus frutos: el mayor, Charles, fue un famoso expresionista, y el más joven, Paul Jackson, dio vuelta el panorama artístico mundial. Sólo pintó durante unos años, hasta que el alcoholismo lo incapacitó. A los 40 años apenas pintaba, y en 1955 dejó definitivamente la pintura.
En agosto de 1956, Pollock conducía borracho y estrelló su Cabriolet. En el auto iba con su amante y una amiga. Pollock y su amiga murieron.
Medio siglo después, su cuadro "N° 5", pintado en 1948, se vendió por 140 millones de dólares, el precio más alto que se ha pagado por un cuadro en la historia del arte.

Fuente: Revista Ñ Clarín / DPA

SIQUIER, SIMPLE Y BARROCO


Arte / Palabra de artista


Días antes de inaugurar una muestra antológica en el Centro Cultural Recoleta, el pintor cuenta qué lo llevó a crear mundos complejos.


Pablo Siquier es un constructor de ideas. No dibuja objetos sino pensamientos. Logra mostrar la estructura de lo mental a través de un raro pasaje por la vacilación de lo sensible: parte de un dibujo digital complejo que realiza en la computadora y, a partir de su proyección en la pared o en el papel, realiza una copia en carbonilla. Vista de lejos, la obra se parece mucho a la que dibujó en la computadora, pero cuando la mirada se acerca se notan errores, vacilaciones, el temblor del trazo: se vuelve sensible. Se humaniza. El concepto encarna.
Siquier es un poeta que inventa mundos sin historia, sin relato: pura estructura. Es un minimalista barroco. El oxímoron lo define: esa contradicción entre dos términos que conviven y se potencian. A mediados de febrero, Siquier realizará una muestra antológica en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, en la que se verán cinco proyectos que recorren algunos de los momentos más significativos de su trayectoria. Habrá dos grandes murales de unos 75 m2 y una estructura en metal semejante a un laberinto que el espectador podrá cruzar. También una instalación en telgopor que recorrerá todo el perímetro (obra que rescata su primera muestra individual en Ruth Benzacar, en 1995, ya exhibida en el Reina Sofía, y se construirá por primera vez un proyecto de ambientación de 1987, compuesto por 10.000 maderas pintadas con 54 puntos de color cada una. Fiel a su estilo, será una muestra a la vez monumental y mínima. Discreta y enorme. Tan cerebral como sensible.
-Si bien comenzaste a exponer en los años 80, se puede decir que pertenecés al grupo de artistas de los 90.
-Comencé a mostrar mi obra de la mano de Jorge Glusberg y Laura Buccellato. En el ICI mostré en 1989, invitado por Laura, junto con Sergio Avello, Ernesto Ballesteros y Juan Paparella. También por esos años expuse con el Grupo de la X en el Museo Castagnino de Rosario. Y participé de una colectiva en Ruth Benzacar.
-Sin embargo, junto con Jorge Macchi, son los dos únicos artistas importantes de esa década que no estuvieron en el grupo del Rojas.
-Así es. Hay un equívoco en relación con el grupo del Rojas, del que yo no participé. Creo que el error surge porque Gumier Maier me incluyó en El Tao del Arte , que se exhibió en el Recoleta en 1997. También hubo obra mía cuando se mostró la colección Bruzzone en la galería del Rojas en 1999.
-La obra de 1987, que recién podés producir y mostrar ahora, ¿tenía originalmente estas dimensiones?
-Era así desde el principio. Más que en instalaciones, en esa época yo pensaba en ambientaciones. Me inspiraba en la música ambiental de Brian Eno. Con los cuadros me pasaba lo mismo. Pensaba en términos de lectura: el cuadro era como una página a ser leída de una manera retiniana, por los ojos y por el cerebro, y la ambientación era para ser percibida por el cuerpo. Se trataba de estar rodeado por colores como si fuera un olor o un sonido. Los cuadros eran más intelectuales y las ambientaciones, algo más sensuales.
-Tu idea de ambientación hace pensar en una especie de discoteca abstracta, en la que la ambientación rima con las experiencias electrónicas y aleatorias de John Cage.
-Más que con la obra de Cage, en los años 80 yo me sentía en contacto con el minimalismo musical de Steve Reich. La idea de repetición y la comprensión de que el error produce una forma nueva las tomé de Reich. Para completar el caldo de cultivo del que me alimenté, voy a agregar a Jean Dubufett. Su rescate del arte que no seguía los patrones establecidos fue muy inspirador para mí en esos años.
-¿Qué sentís ahora que tu obra está en el subte y es vista por miles de personas cada día?
-La repercusión que tiene el arte mural en un sitio de tránsito masivo es increíble. Mandé una obra a Miami y el funcionario de la aduana dijo al verla: "Este cuadro es del tipo que hizo el mural del subte". Hay varios murales míos en la ciudad: los dos del edificio Los Molinos, en Puerto Madero, el del nuevo espacio del Centro Cultural San Martín y el del Sanatorio Güemes; pero el del subte es el más visto. No es algo que busqué sino que se fue dando. El arte geométrico tiene una tradición de instalación pública. Al principio era su destino: la geometría utópica, el constructivismo, el urbanismo de la revolución rusa. Se lo imaginó para que estuviera en el lugar donde se vivía y trabajaba. Era producto de la creencia de que la geometría se oponía a la estética burguesa. Inclusive cuando la utopía revolucionaria cayó, la geometría siguió dando la batalla por estar en el espacio público. Pienso en la obra de Le Parc o de Vasarely, en los años 60.
-Cuando conocí tu obra, hace un cuarto de siglo, creí que eras arquitecto porque hay en tu abstracción una insistencia en la ciudad, los recorridos urbanos, las perspectivas edilicas, el diseño.
-Soy un apasionado de la arquitectura pero no tengo formación académica. La mayoría de los libros que están en esa biblioteca son de arquitectura.
-Hay rasgos arquitectónicos y urbanísticos en tus obras: noto un diálogo con los dibujos de ciudades utópicas, las plantas de los barrios obreros de la Bauhaus, hasta el clima opresivo de las cárceles de Piranesi.
-Algunos de mis dibujos en carbonilla parecen jaulas que dialogan con las prisiones de Piranesi. La serie de los cuadros grises son construcciones pensadas con una idea arquitectónica, con una misma idea estética. En cambio, la serie de los cuadros en blanco y negro son situaciones urbanísticas: las cosas quedan incompletas, los proyectos son truncos, mezclados, enfermos. Me parece que los cuadros grises se pueden relacionar con edificios y los cuadros blancos con ciudades.
-Tu obra pasó de lo fluyente, que era la música, a lo sólido de un proyecto arquitectónico de tinte moderno, aunque sin aceptar el ideal de hacer tabla rasa con el pasado y comenzar todo de nuevo.
-La idea del movimiento moderno fue arrasar con todo. Está en Le Corbusier y aún la sostiene Clorindo Testa. A mí me parece equivocada. La gente no se identificaba con esa nueva arquitectura sin ningún ornamento; quería caminar por las mismas calles por las que había caminado con sus padres. Creo que mi trabajo es producto de esa revisión del modernismo; combina lo de la tabla rasa con la situación afectiva. Se sostiene en esa tensión. En algún sentido mi trabajo es posmoderno, es una revisión de los postulados del modernismo recalcitrante.
-Hace 20 años abandonaste el color. ¿Por qué?
-No abandoné el color sino que respeté lo que los sistemas de representación me dictaban. En todas mis series trabajo con un sistema de representación estricto. En los cuadros en blanco y negro es sombra proyectada sobre el plano. Es un relieve blanco sobre fondo blanco: lo único que se ve es la sombra que proyecta una luz que está arriba. Con los dibujos en carbonilla pasaba lo mismo. Lo que importa es la línea y la expresividad de esa línea. Cualquier color es superfluo.
-Comenzaste a hacer cuadros blancos y negros, con sombra proyectada antes del uso de la computadora. ¿Qué te aportó pasar al dibujo digital?
-Podía hacer a mano las líneas rectas, con una regla, pero las curvas complejas surgieron de mi trabajo en la computadora. También me permitió trabajar la tridimensionalidad más compleja sin perderme. Y, por último, la cantidad de obras.
-Ese pasaje entre la idea elaborada en el mundo digital y la concreción al dibujar con carbonilla me parece que es una metáfora de la vida contemporánea: somos seres anfibios que vivimos entre el mundo de los átomos y el de los bits. Comunicación y fijación.
-Mi obra participa de esta vacilación completamente contemporánea entre esos dos mundos. Uno de los grandes murales que voy a dibujar a mano en la muestra del Recoleta luego será borrado. Lo que queda es el proyecto. Y en la producción digital del proyecto está mi placer, que es esencialmente mental, no sensual. Quizá eso sea lo contemporáneo.

Adn Siquier
Buenos Aires, 1961

Es uno de los artistas argentinos de mayor proyección internacional. Formado en la Escuela Prilidiano Pueyrredón y en el taller de Pablo Bobbio, desde 1991 realizó numerosas muestras individuales en galerías, museos (por ejemplo, en el Centro Reina Sofía, de Madrid), y bienales, como las de Porto Alegre y San Pablo. La muestra en el Centro Cultural Recoleta que se inaugura en febrero es su primera gran antológica en Buenos Aires.

Fuente: ADN Cultura LA NACIÓN

EN EL CORAZÓN DE LA LUMINOSIDAD




Con una instalación, el artista estadounidense Doug Wheeler invoca una experiencia de la luz propiamente dicha, a la manera de una presencia casi táctil.


Por Randy Kennedy - The New York Times

El artista Doug Wheeler cuenta dos historias, ambas relacionadas con la luz, que contribuyen a explicar por qué es tan reverenciado por muchos de sus colegas artistas -­como visionario y como un perfeccionista incansablemente obstinado-- y también por qué su obra ha sido vista por tan pocos amantes del arte estadounidenses en estas últimas décadas.
La primera historia transcurre en el Museo Guggenheim de Bilbao, España, donde hace años Wheeler creó una compleja instalación definida por él mismo como "un entorno infinito", que presenta una sala redonda toda blanca, saturada de luz sin rincones ni ángulos agudos, lo cual hace que a los espectadores les resulte imposible fijar la mirada en una superficie. Invoca una experiencia de la luz propiamente dicha a la manera de una presencia casi táctil. Mientras Wheeler todavía estaba retocando la obra, un muchacho entró en la sala y dudó antes de ingresar, poniendo sus manos adelante porque sus sentidos le decían que la entrada cuadrada era una pared, no simplemente un muro de luz que inundaba su visión.
"Me dije a mí mismo: bueno, puedo dejar de preocuparme y de enojarme tanto porque permiten que la gente entre demasiado pronto", dijo Wheeler hace poco en la galería David Zwirner, en Chelsea, donde acaba de inaugurar su primera muestra individual en una galería de Nueva York a los 72 años, transformando un interior cavernoso en una especie de tubo de vacío blanco inmaculado ­el primer entorno infinito en la ciudad.
La segunda historia que cuenta ocurrió a fines de los años 1960, en el estudio que tenía en Venice, California, donde comenzó por primera vez a crear la obra etérea y experimental que lo convirtió en el fundador del movimiento llamado Luz y Espacio, junto con otros artistas de la Costa Oeste como Robert Irwin, James Turrell y Mary Corse. Una tarde, Wheeler recibió a un par de reconocidos marchands de una galería de Nueva York para presumir de un nuevo trabajo en el que había empleado pintura al fósforo y luces para crear la sensación de que un plano nebuloso bisecaba parte del estudio.
Los marchands pasaron al lado de la obra sin notarla, yendo directamente hasta algunas de sus populares obras de luz anteriores que colgaban de la pared como pinturas. "Pensé, qué idiotas eran que no la veían", dijo. "En realidad, tal vez no era suficientemente fuerte. Tal vez era sólo mi arrogancia". "Vieron lo que esperaban ver, y después se fueron", dijo. Los despidió amistosamente y nunca volvió a tratar con la galería.
Su carrera ha estado jalonada por estas negativas decorosas pero épicas. Dijo que no a exposiciones de museos importantes debido a sus dudas respecto de que las obras se mostraran tal como fueron pensadas.
Este enfoque de principios elevados ha tenido como consecuencia que su obra se viera sobre todo en la Costa Oeste y en Europa. Actualmente, hay trabajos de Wheeler en las colecciones del Museo Guggenheim de Nueva York y en el Hirshhorn de Washington, pero en la Costa Este las exposiciones han sido pocas y muy espaciadas, en parte debido a la complejidad que presenta su instalación.
Para los años ochenta, se había mudado de Los Ángeles a Santa Fe, New Mexico, donde trabaja hasta el día de hoy. Cuando David Zwirner incluyó una obra de Wheeler en una muestra hace varios años, dijo que consideraba a Wheeler "una especie de figura mítica".
"Y de pronto recibimos un e-mail de Doug Wheeler -¡existe!- y nos decía que habíamos expuesto mal la obra, que no era simplemente una pieza mural", recordó. "Metimos la pata". Pese a la infortunada presentación, él de todos modos empezó a perseguir a Wheeler y se ofreció a ayudarlo a crear un entorno infinito en Nueva York.
"Le dije: `Tendrás carta blanca. Es decir, tenemos que ver un presupuesto pero una vez que lo acordemos, es tu bebé’", contó Zwirner.
Desde hace ya varias semanas, esta instalación realizada con secciones curvadas y ajustadas con suma precisión de paredes de fibra de vidrio, pinturas especiales y resinas y una elaborada combinación de luces, viene creciendo dentro de uno de los espacios de Zwirner. Wheeler contó que lo primero que le dijo a Zwirner fue: "Sabés que es muy difícil hacer este tipo de obra, ¿no? Es muy difícil crear ausencia".
Podría afirmarse que más que en ningún otro artista de Luz y Espacio, para Wheeler el objetivo de crear una idea de ausencia ­permitir que la gente perciba el espacio y la luz de maneras que no puede hacerlo normalmente­ ha sido una obsesión primordial.
Obras como la sala infinita ­que va siguiendo gradualmente el ciclo de una luz que imita el amanecer hasta la plena luz del día y luego disminuye hasta el atardecer­ no están diseñadas con el objetivo final de crear ilusión o de desestabilizar la percepción. Las obras tratan, por el contrario, de utilizar esas cosas como herramientas para generar una experiencia de luz y espacio de una manera mucho más directa de lo que es posible normalmente, como escribió Wheeler, "sin el efecto reductor de una respuesta asociativa aprendida para explicar" la esencia de lo que se está viendo.
Experimentar ese cambio es siempre tan sobrenatural como difícil es lograrlo, al menos para alguien tan exigente como Wheeler. Este mes, uno de los días en que estaba supervisando a los pintores que poco a poco transformaban el interior de la instalación en un blanco cegador y prístino, se quejó seriamente de que el piso no estaba como él quería, diciendo, "lo siento, pero tengo una verdadera crisis en mis manos en este momento".
Zwirner tiene la esperanza de poder representar a Wheeler en forma permanente, pero dijo que no se permitirá abrigar ninguna expectativa firme al respecto hasta que termine la muestra y Wheeler esté contento. "Ando con mucho cuidado", dijo. "Me parece estar siempre a la espera de que pase algo malo".

Fuente: Revista Ñ Clarín

LA NATIONAL GALLERY DE EEUU
REABRE SU SALA IMPRESIONISTA





Un cartel anuncia una exposición del pintor impresionista francés Paul Gauguin fuera de la National Gallery of Art de Washington el 4 de abril de 2011

Por Mandel Ngan


Las 14 salas de la National Gallery of Art de Washington dedicadas al impresionismo francés y al post-impresionismo, el ala más visitada del museo, se reabrirán este sábado después de una renovación de dos años.
Las pinturas de artistas como Corot, Picasso, Monet, Cézanne y Renoir serán exhibidas de una manera diferente con el fin de que haya una "conversación" entre ellas, dijo a la AFP Mary Morton, directora del departamento de pintura francesa del museo.
Anteriormente, las pinturas estaban ordenadas cronológicamente.
"Si pones a Degas, Renoir, Monet y Mary Cassatt juntos, se puede ver que hay una coherencia real desde un punto de vista de los colores, la composición, las líneas, pero también en términos de motivos", dijo Morton. "Tienen bastante que decirse".
En el nuevo diseño, una de las salas se centra en los paisajes, mientras que otra muestra pinturas con escenas de París.
Las cerca de 150 pinturas de la colección fueron realizadas entre los años 1840 y principios del siglo XIX.
El museo -ubicado en el Mall, principal arteria de la capital estadounidense- tiene una colección que incluye obras como 'Niño con chaleco rojo', de Cézanne; 'El ferrocarril', de Manet; 'Autorretrato', de Van Gogh; 'La catedral de Rouen', de Monet; y 'Familia de acróbatas con mono', de Picasso.
El ala francesa del museo, que recibe unos 4 millones de visitantes al año, es "la parte más popular del museo", dijo Morton. "Es muy difícil tenerlo cerrado durante dos años", dijo. "La gente viene y por lo general pregunta por Monet, preguntan por el Impresionismo".
Un simposio sobre pintura impresionista francesa está previsto para el 27 y 28 de abril en Washington con representantes del Museo d'Orsay de París y los principales museos estadounidenses que tienen pinturas del siglo XIX francés.

Fuente: AFP

CUADRO QUE PERTENECÍA A LIZ TAYLOR
SE REMATA EN 2 MILLONES DE DÓLARES




Cuadro, “Retrato de un caballero, de medio cuerpo, con un abrigo negro”
Cuadro, “Retrato de un caballero, de medio cuerpo, con un abrigo negro”, fue pintado por el maestro holandés del siglo XVII, Frans Hals

Un cuadro de un maestro holandés que pertenecía a la fallecida estrella de cine Elizabeth Taylor fue subastado en Nueva York por 2,01 millones de dólares, informó la casa de remates Christie's.
El precio alcanzado superó con creces las estimaciones previas, que predecían que se vendería entre 700.000 a 1 millón de dólares. En diciembre, el vasto vestuario de Taylor y su colección de joyas se remató en 156,8 millones de dólares en Christie's.
El cuadro, “Retrato de un caballero, de medio cuerpo, con un abrigo negro”, fue pintado por el maestro holandés del siglo XVII, Frans Hals.
Era la única obra de Hals propiedad de Taylor, que prefería las obras de arte y los adornos llamativos, y recién fue autenticado como un Hals en 2011, tras años de considerarse la obra de un seguidor.
Treinta y ocho obras de arte impresionista y moderno que pertenecieron a Taylor serán vendidas en Christie's en Londres los días 7 y 8 de febrero. La diva de Hollywood murió en marzo de 2011 a los 79 años.

Fuente: eluniversal.com.co

EEUU DEVUELVE A FRANCIA
UN CUADRO DE CAMILLE PISSARRO
ROBADO HACE 30 AÑOS





El cristal del cuadro del pintor Camille Pissarro 'El mercado de los pescados', que había sido robado, es limpiado antes de ser devuelto a Francia este miércoles 25 de enero en el Museo Kreeger de Washington.

Por Mandel Ngan

Las autoridades estadounidenses devolvieron el miércoles un grabado del pintor impresionista Camille Pissarro robado de un museo francés hace tres décadas.
El fiscal federal de Manhattan, Preet Bharara, dijo que la obra, titulada 'El mercado de los pescados', había sido devuelta a las autoridades francesas, poniendo fin a una odisea que comenzó en 1981 cuando un ladrón salió caminando con la obra, en horario de apertura, del Museo Faure en Aix-les-Bains, al pie de los Alpes franceses.
"El tráfico internacional de obras de arte robadas amenaza la capacidad de cada nación para proteger los tesoros culturales para las generaciones futuras. Es muy gratificante para nuestra oficina contribuir a que esta obra de arte pueda volver a casa después de tantos años", dijo Bharara en un comunicado.
El cuadro es un monotipo, un grabado de tirada única.
El regreso de la obra fue una mala noticia para Sharyl Davis, quien compró el cuadro de Pissarro por apenas 8.500 dólares en una galería de arte de Texas, y luego trató de venderla en 2003 en las subastas de Sotheby's.
Davis esperaba ganar entre 60.000 y 80.000 dólares por 'El mercado de los pescados'. La mujer dijo a Sotheby's que sólo sabía que el cuadro había sido dejado en consignación en la galería de Texas por un hombre que conocía como "Frenchie", en realidad, un francés llamado Emile Guelton, según la fiscalía.
Las autoridades francesas se enteraron de la reaparición de la obra y pidieron que fuera confiscada y devuelta.
Un tribunal estadounidense decidió en 2010 que la obra era objeto de decomiso como propiedad robada. Davis apeló sin éxito.


Fuente: AFP

UN SOFISTICADO ROBOT "VIAJA"
AL INTERIOR DEL GUERNICA DE PICASSO




Cultura / Una obra emblemática del siglo XX


Dotado de la más avanzada tecnología, permitirá decidir una eventual restauración



El mural Guernica , que Pablo Picasso pintó en 1937 y es una de las obras emblemáticas del arte del siglo XX, está siendo investigado exhaustivamente por un robot construido especialmente para estudiar el estado del lienzo y que determinará o no la posibilidad de una futura restauración.
Jorge García Gómez-Tejedor, jefe del departamento de restauración del Museo Reina Sofía explicó, al diario español El País, que "con esta nueva máquina se conseguirá el estudio más exhaustivo realizado hasta la fecha". Añadió que el resultado "permitirá conocer el estado de las diferentes capas, la superficie y los aspectos totalmente desconocidos de la gestación, los materiales y las técnicas" utilizadas por el genial pintor malagueño.
El robot fue instalado en un soporte que permite el desplazamiento ( travelling ) de una cámara en forma automática de nueve metros de largo por 3,5 de alto, que se mueve delante del cuadro con una precisión de 25 micras (una micra es equivalente a la millonésima parte de un metro) y que capta millones de imágenes en una resolución muy alta, que permitirá conocer datos hasta ahora desconocidos.
Las imágenes, según informó el diario español, se obtendrán gracias a los avances tecnológicos más sofisticados, como el infrarrojo multiespectral, la luz ultravioleta y el escaneado en 3D.
Según el director del museo, Manuel Borja-Villel, la última radiografía del cuadro se realizó en 1998 y se determinó que la obra se encontraba en un estado muy delicado y que no podía ser movida.
"Desde entonces -agregó-, la técnica ha evolucionado muchísimo. Se han hecho nuevas placas y estudios, pero será el robot el que nos permita conocer el estado exacto del cuadro y qué hacer con él."
La obra, de 3,50 por 7,80 metros, fue pintada a mediados de 1937 y representa el bombardeo de la pequeña ciudad de Guernica, ocurrido el 26 de abril de ese año, durante la Guerra Civil Española. Tras la llegada al poder del dictador Francisco Franco, Picasso prefirió que el cuadro quedara bajo la custodia del Museo de Arte Moderno de Nueva York y que sólo regresara a España cuando se instalase la democracia. En 1981 la obra llegó finalmente a España.
Borja-Villel salió además al cruce del director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, que en declaraciones recientes reiteró su deseo de que el Guernica se exhiba en esa institución. "No hay caso. La obra es una pieza fundamental para este museo. No se la puede extraer del contexto de los años 30. Nuestra gran exposición del verano, que presentaremos en junio, gira en torno al Guernica y al Pabellón de la República de 1937", dijo Borja-Villel, para añadir, con un toque de humor, que a él también le pueden gustar piezas del Hermitage, pero que no por eso va a pedírselas a Vladimir Putin.
Cuando el robot concluya su trabajo con el mural, pasará a formar parte de las herramientas de restauración del museo y será utilizado con otras obras que requieran estudios similares.
Pero la obra de Picasso no es la única que acapara la atención de investigadores y restauradores. La organización holandesa para la investigación científica (NWO, por sus siglas en neerlandés) invertirá 3,6 millones de euros (4 millones de dólares) para develar los secretos de los grandes maestros holandeses, entre ellos, Rembrandt y Vincent van Gogh.
Según informó el periódico Trouw en su edición digital y la página web de la NWO, científicos, museos y expertos en restauración y conservación de todo el mundo investigarán las obras de ambos maestros.
El objetivo del plan inversor de la NWO es "recuperar y restaurar lienzos, grabados, litografías o dibujos que en estos momentos están archivados y no pueden ser expuestos al público por su débil estado de conservación", además de buscar toda la información posible sobre las técnicas utilizadas por estos artistas.
Entre los ejes del plan, se utilizará un nuevo método para analizar las pinturas de Rembrandt, que, según los expertos de la NWO, guardan muchos secretos ocultos todavía por dar a conocer. Además, se trabajará usando modelos escaneados digitalmente para recuperar el brillo que exhibían antaño los cuadros de Van Gogh (1853-1890).

Fuente: lanacion.com