LA BELLEZA EN LA SOMBRA




Jacques Bedel muestra una serie de fotografías con efecto tridimensional, en las que la sombra estructura la imagen.

Ya hace más de cuatro décadas que la sombra es uno de los temas que apasiona a Jacques Bedel. “Funciona siempre como alter ego, es imposible despegarse de ella, si algo se ve, hay sombra: es una afirmación de la existencia”, dice el artista.
Elogio de la sombra, que por estos días se exhibe en el amplio espacio de la galería Sasha D., en Córdoba, lleva directamente al título del poema borgeano, y al del libro de Junichiro Tanizaki. Ensayo donde se va develando el lugar que luces y sombras ocupan en la cultura oriental, desde la sombra inscripta en el cuerpo hasta las que habitan en casas y templos. “En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza ha sido siempre la luz. En cambio, en la estética tradicional japonesa lo esencial es captar el enigma de la sombra”. En Oriente, la oscuridad, la sombra, dirá Tanizaki, es la condición indispensable para apreciar la belleza. El autor bucea entre prácticas y cosmovisiones, se mete con el sentido que le atribuyen las diferentes culturas a la luz hasta preguntarse cuál puede ser el origen de una diferencia tan radical en los gustos. “Mirándolo bien, como los orientales intentamos adaptarnos a los límites que nos son impuestos, siempre nos hemos conformado con nuestra condición presente; no experimentamos, por lo tanto, ninguna repulsión hacia lo oscuro; nos resignamos a ello como a algo inevitable: que la luz es pobre, ¡pues que lo sea! ¡Es más, nos hundimos con deleite en las tinieblas y les encontramos una belleza muy particular!” La muestra de Bedel reúne una serie de fotografías en las que la sombra deviene central, estructura la imagen. Al iluminar las fotos, las sombras proyectadas en la pared provocan un potente efecto de tridimensión: y ahí nomás, uno se mete en esos bosquecitos o en ese mar revuelto, y hasta es posible acercarse a glaciares y témpanos que el artista capturó pensando, justamente, en esas sombras que luego se proyectarían en el muro.
Para lograr este efecto, Bedel superpone distintas impresiones digitales. Le interesa esa capacidad de la sombra de crear, desde la bidimensión, tridimensión. En ese camino de atracción hacia las paradojas, Bedel viene poniendo el foco en el horizonte: “Es la única recta –dice– que existe en la naturaleza, pero en la cual uno no puede colocarse”. Virtualidad pura y dura. Quienes vieron en 2008 su gran muestra Aproximaciones , en el MNBA, recordarán aquellos paisajes singulares, los horizontes sobre plástico transparente multilaminado estrujado. Una especie de nylon que no refleja la luz y que el artista creó a pura experimentación: ensayo y error hasta lograr esas superficies industriales, bellas, deslumbrantes.
Ahora, Bedel y procesó digitalmente las fotografías para que el efecto de la sombra surgiera al poner estratégicamente la luz focalizada; de lo contrario, serían fotos tradicionales. Trabajó con máquinas para impresiones industriales y usó photoshop, superponiendo distintas capas de color sobre esas grandes superficies de plástico multilaminado hasta lograr tonos soñados. Cuenta Bedel que le entusiasma meterse con todos los desafíos: “Para mí, un artista es un tipo que tiene que provocarte un pensamiento distinto”, dice.
Sus fotografías tienen un efecto de ensueño, de extrañamiento. Los colores son precisos, medidos, como si fuera posible manipular la naturaleza pictóricamente y extraer, por dar un ejemplo, sólo unos pigmentos dorados que flotan en el paisaje. De lejos, sus fotos parecen fuera de foco. Vistas difusas. Hay que acercarse para descubrir esas sombras en un mar embravecido o una ciudad enigmática, irreal. Capturan esas luces y sombras, extrañas alquimias. Intangible, inevitable, la sombra viene a revelarnos un mundo diferente.

FICHA

Jacques Bedel. Elogio de la sombra

Lugar: Sasha S. Espacio de Arte, Fray Luis Beltrán y M. Cardeñosa, Córdoba.
Fecha: hasta fin de enero.
Horario: lun a dom, 10 a 22.
Entrada: gratis.

Fuente: Revista Ñ Clarín

IRREVERENTES E INSUMISOS




Así son los proyectos con que unos treinta artistas imaginan otras realidades posibles para la Argentina de los próximos dos siglos.


Por Ana Maria Battistozzi

Aunque tardó en arrancar, la conmemoración del Bumisosicentenario llegó a plasmar múltiples iniciativas, en su mayor parte dominadas por una retórica del pasado. Evocar el momento fundacional de una Nación que aún tiene pendientes cambios fundamentales no necesariamente implica dirigirse al pasado. ¿Cómo zafar entonces de la recurrente mirada retrospectiva que rodeó prácticamente todas las referencias a la efemérides del 2010? Esa fue una de las preocupaciones que expresaron los organizadores de x 200 más, Paula Iglesias Genta, Carolina Bonta y Esteban Manzioni en una de las conversaciones que mantuvimos sobre la cuestión, ya avanzado el año del Bicentenario. ¿Cómo hacer de la ocasión un disparador de discusiones que permitan orientar al futuro cuestiones que tienen que ver con el pasado? ¿Y cómo correrse de esa retórica de la celebración? La noción de proyecto fue clave para dar respuesta a estos interrogantes toda vez que en sí misma implica más la perspectiva hacia el futuro que el pasado.
Así, a casi dos años de aquel momento y desatendiendo del todo los imperativos del calendario conmemorativo, la muestra x 200 más que se exhibe en el Centro Cultural Recoleta se presenta como el resultado de aquella ambición original, reelaborada y transformada, que luego tomó en sus manos la artista y a la sazón curadora Cristina Schiavi. La intención prospectiva contenida en el título mantiene una estrecha relación con la idea de proyecto que cobró protagonismo por varias razones. La más simple es que sirvió para articular aportes de distintos artistas definidos por ellos mismos como proyectos; otra, porque corona un vasto programa de debates que tuvo lugar a lo largo de 2010 y 2011 y excedió la instancia de esta muestra con la participación de figuras de extracción tan diferente como el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, la bailarina Inés Sanguinetti, el historiador Martín Albornoz, el director de la Biblioteca Nacional Horacio González, el psicoanalista Gustavo Motta o el arquitecto Gustavo Gándara, de la Fundación UOCRA. Y aún más porque terminó por definirse como la acción conjunta de personas con especialidades y formaciones diversas que empezaron con la propuesta pictórica de un diseñador industrial –Esteban Manzioni– que se vio radicalmente modificada a medida que percibió el interés de convertir en obra los procesos necesarios para llevar a cabo todo esto. Por último, porque la noción de proyecto en sí misma es, según Schiavi, algo que define la singularidad productiva de los artistas a corto y a largo plazo. Se haga realidad o no. Su mayor virtud y derecho a la existencia reside en el mero hecho de imaginar algo como tal.
¿De qué nos sirve el arte hoy y de qué nos servirá en el futuro si no es para imaginar otros mundos posibles? ¿De qué servirá si no es para orientar nuestra mirada más allá de la superficie? Para disfrutar del humor, ejercer la ironía, la amabilidad o la irreverencia frente a la autoridad no conferida. Estas parecieran ser las aspiraciones que se planteó la curadora al ordenar su propuesta. O eso es al menos lo que se desprende de su invocación a Leonardo Da Vinci, de la frase que sumó al título –“la imaginación es más rápida que la historia”– y de la propia lógica que sobrevuela los diferentes proyectos elegidos. Algunos, cargados de ironía, como los de Lux Lindner y Marcos Bainella, que parodian una realidad no siempre soportable; otros, que le otorgan dimensión poética, como los de Cecilia Ivanchevic, Marta Calí y Bárbara Kaplan o dimensión político social, como el de Fabián Trigo; el experimento audiovisual de jóvenes de Tremenda TV, la nueva Socioensayísitca Micromodélica de Marcela Sinclair que propone un encuentro de actores culturales, o la ingeniería fantástica de espacios comunes, de Alicia Herrero.
Lux Lindner presenta un “Monumento antipsi. dedicado a las víctimas del psicoanálisis”. Su propuesta viene acompañada de una fundamentación que remite al vergonzoso “exceso de psicoanalistas (650 por habitante) con relación a la escasa proporción de ingenieros, programadores y especialistas en suelos”. Según afirma el artista, “ya cuenta con la preaprobación del COMARGIN (Comisariado de la Argentinidad Inmanente) y habrá de ocupar el área de la ciudad conocida como Villa Freud, parquizada a tal efecto demoliendo la concentración de consultorios allí existentes. En tanto, el artista entrerriano Marcos Bainella intenta desentrañar con sus “Erosionadores” el misterio de una forma de vida subterránea, responsable de tanta calle llena de bache, conductos de agua y edificios rotos y “demás perjuicios que no permiten que la ciudad de Paraná se desarrolle con normalidad”. Para ello construye artefactos, mapas y una ficción fantástica que entrevera relatos científicos, históricos y acontecimientos próximos. Mariano del Verme imagina una catapulta que dispara piedras planas y permite “al más inútil lanzador dibujar hermosas parábolas en el aire”, mientras Judith Villamayor presenta un proyecto para medir la inspiración basado en la astrología.
Hay proyectos en función de una realidad puntual, como Arte en el Senado, que concibieron Magdalena Jitrik, Horacio Abram Luján y Mónica Millán en 2001 y proponía una “rampa puente” que hiciera del Parlamento un lugar de acceso libre, señalando la inutilidad de las monumentales escalinatas sólo habilitadas en casos excepcionales. Ya olvidada por los propios autores, la rampa fue rescatada para esta ocasión, igual que la “ambientación con espejos cóncavos convexos” que Luis Felipe Noé intentó en 1972 y abandonó por falta de medios. Vuelve ahora insidiosamente imperfecta, como para apuntar las persistentes dificultades que enfrentan otros, como la “Fuente con lluvia y luces de colores” de Margarita Paksa o la torre de 32 pisos que Clorindo Testa proyectó para Aerolíneas Argentinas en 1974 y tampoco se erigió. Hay proyectos de sutileza poética realizados ahora, como el de Cecilia Ivanchevich. Otros por realizar, como el “lugar para vivir cuando seamos viejos” de Ana y Ramiro Gallardo y Mario Gómez Casas. Y otros que echaron mano al cuadernito de los proyectos añejos como el “Sueño americano” de Tamara Stuby (EE.UU., 1973), que desliza una crítica a su propio país y a la vez un aprecio especial por éste por cuestiones que no solemos estimar. Por último, una entrañable mención a Raúl Alfonsín y su olvidado proyecto de trasladar la capital del país a Viedma.

FICHA

x 200 más. Muestra colectiva.
Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.
Fecha: hasta el 22 de enero.
Horario: martes a viernes, 14 a 21; sábados y domingos, 10 a 21.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

GIACOMETTI, LEÓN FERRARI, WARHOL:
UN 2012 CON MUCHO ARTE PARA VER




El escultor Giacometti es la figura. Y habrá muestras importantes en todo el país. 


Comienza el año y una catarata de novedades inunda la cartelera del arte. La cosa viene variadita: habrá desde muestras inéditas de artistas internacionales, como la del suizo vanguardista Alberto Giacometti, hasta otras mucho más alternativas, como Ocho , el programa de videoproyecciones del MACRO – Museo de Arte Contemporáneo de Rosario –. Desde intervenciones realizadas en espacios culturales flamantes – como la de los jóvenes artistas cubanos “Los carpinteros”, en el Faena Arts Center – hasta los ya tradicionales Salones Nacionales que siempre se realizan en el Palais de Glace.
Será difícil superar 2011, que tuvo muestras de la envergadura de la de Louise Bourgeois, con esa araña Maman, de varias toneladas ubicada de cara al Riachuelo. Tampoco va a ser fácil que otro Doríforo – esa escultura romana del gran Policleto, un emblema de la historia del arte universal de 2.500 años de antigüedad, traída por el Museo Nacional de Bellas Artes desde Italia – venga para la Argentina.
Giacometti es probablemente lo más impactante del año. Y será sin duda convocante la muestra de León Ferrari: Brailles y relecturas de la Biblia, que abre a fin de marzo en en el Malba. Pero 2012 también saldará saldará viejas deudas con artistas argentinos importantes. Y las muestras se expandirán a lo largo y a lo ancho del país.
Eso pasa con la gran exposición de Alberto Heredia que prepara el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén para agosto. Otra gran exposición que la institución de Neuquén se trae entre manos es la del maestro Lino Enea Spilimbergo, durante junio y julio.
Córdoba, con su bello museo Caraffa, no se queda atrás: en julio tendrá una gran exposición de Carlos Alonso, maestro mendocino y vecino de Unquillo. La exposición Sensación térmica, de Marta Minujín, viajará al Caraffa en septiembre.
Mientras tanto, Rosario seguirá apostando en su MACRO al arte joven. ¿Un dato jugoso? La retrospectiva que el ilustrador Martín Kovensky hará allí en noviembre.
En la Capital Federal, el Museo Nacional de Bellas Artes mostrará Real/ Virtual, arte cinético de los años 60, entre marzo y agosto.
El Centro Cultural Borges expondrá obras del histórico artista francés de los años 60, Jean Tinguely, y también Cartografías íntimas, una muestra del maestro cubano Wilfredo Lam. Esto será durante julio y agosto, respectivamente.
El Palais de Glace mostrará a mitad de año, en su planta alta, una exposición especial: ¡Lucha libre! Miradas al fabuloso mundo de la lucha libre mexicana, para la que varios artistas latinoamericanos crearon obras. Y el Faena Arts Center tendrá Lady Warhol, la muestra de retratos de Andy Warhol vestido de mujer.
El Centro Cultural Recoleta abre la temporada con Pablo Siquier y la cierra con Marcos López, ambos en la sala Cronopios.
En junio, el espacio de arte de la Torre de YPF exhibirá una muestra de la grabadora argentina Liliana Porter. El mismo mes, el Museo de Arte del Tigre, mosrtará obras de l escultor Jorge Gamarra.
En a Fundación OSDE se exhibirá El doble de una vida, del exquisito fotógrafo húngaro André Kertész y en la Fundación Alon, dos importantes exposiciones de Pérez Célis y Anatole Saderman.
Es decir que 2012 tendrá un foco general en el arte local y algunas luces derivadas en un par de muestras internacionales. Habrá que ir a verlas y, sí, disfrutarlas.


Fuente: Revista Ñ Clarín

NUEVO ESPACIO EN EL LOUVRE
PARA EXPONER EL ARTE DEL ISLAM



El museo sumó 4.600 metros cuadrados gracias a una audaz explotación del subsuelo del Patio Visconti, del que se obtuvieron entre 12 y 15 metros de altura suplementarios, así como a su cobertura parcial mediante un velo ondulado de vidrio y metal.

El Louvre ultima su nuevo departamento de Artes del Islám donde se expondrán más de 18.000 obras, muchas de ellas inéditas, anunció hoy el director del Museo, Henri Loyrette.
En busca de un sutil y poético equilibrio con el arte que se expondrá y con el neoclasicismo arquitectónico del siglo XVII de la Cour Visconti, el arquitecto francés Rudy Ricciotti y el italiano Mario Bellini crearon un manto que permite el paso de la luz natural convenientemente tamizado.
La instalación de la colección Arte del Islám, está prevista para lo largo del primer semestre del año.“Es una de las mejores del mundo por la diversidad geográfica de sus obras, así como por el período histórico cubierto y por la multiplicidad de materiales y técnicas representados afrimó Loyrette. Y agregó que “el nuevo departamento aspira a recordar a los franceses y al mundo la aportación esencial de las civilizaciones del Islám a nuestra cultura y también a favorecer el diálogo entre las civilizaciones".
El nuevo departamento estará situado del lado del ala Denon, entre el Sena y la pirámide de vidrio, frente a la zona Richelieu, fronteriza en una de sus caras con la calle Rivoli.
El proyecto es el más importante desde que el arquitecto chino-estadounidense Ieoh Ming Pei construyó la pirámide del Louvre hace veinte años. Su presupuesto asciende a 98,5 millones de euros de los que todavía faltan diez millones por reunir, recordaron sus responsables.
El proyecto fue financiado en parte por el rey Mohamed VI de Marruecos; el emir de Kuwait, jeque Sabah al Ahmed al Sabah; el sultán de Omán Qabus bin Said, y la república de Azerbaiyán, que costearon 26 millones de euros.
Otros 30 millones de euros fueron aportados por donadores individuales y empresas, mientras que el Estado francés aportó 31 millones de euros y el propio museo 1,5 millones.


Fuente: Revista Ñ Clarín / EFE 

DAMIEN HIRST REGRESA A SÍ MISMO




El artista volvió a un estilo que había abandonado. Empezó a producir nuevamente pinturas con puntos, que formarán parte de más de una restrospectiva. 


Fuente: Revista Ñ Clarín / EFE

FARADJE CUENTA OTRA HISTORIA




La muestra que se exhibe en Recoleta marca un giro en la producción del artista, no sólo por su temática sino también por su cercanía con el informalismo.

En medio de una exuberante carga matérica de telas, plásticos, cera, brea, esmaltes, papeles, metales, óleo, surgen imágenes de la historia argentina: el cruce de los Andes del general San Martín, el retrato de un caudillo, el 17 de octubre de 1945 en la Plaza de Mayo, la fachada de la Casa Rosada, un barco inglés durante la Guerra de Malvinas.
 “Los temas nunca fueron determinantes, son una circunstancia. Para mí el gran tema es la pintura, siempre. Pienso en un plano, una saturación, un contraste”, dice Eduardo Faradje sobre su nueva producción pictórica. Sin embargo, esta nueva circunstancia temática, manifiesta en los 23 grandes cuadros de la exposición Historia y otras historias, en el Centro Cultural Recoleta, llama la atención a quienes están habituados a sus pinturas en las que hasta el momento prevalecía la figura humana en retratos, desnudos y también paisajes.
“No creo en el arte político, jamás ha cambiado nada a nivel social. Pero obviamente hay un recorte en estos últimos cuadros. Hay una imagen de una manifestación de 1973 que por ahí tiene que ver con la infancia, con cosas que vi. O de pronto pensaba en el general San Martín, miraba en Internet y aparecían todas estas imágenes que están dentro de uno, no sé si de Billiken o del colegio”, comentó en diálogo con Ñ.
Imágenes que conforman un imaginario visual compartido, por lo cual no resulta difícil decodificar escenas y paisajes vinculados con la Argentina y su historia.
Pero no es lo único que llama la atención de su última producción. En ella se intensifican las posibilidades del collage –al cual recurrió hace pocos años– al sumar materiales, cuya disposición y superposición en el plano confiere a cada trabajo una importante fuerza expresiva, vital y expansiva. La primera filiación que muestran estas obras, por su tratamiento matérico, es con el informalismo.
De la mano del rol protagónico de la materia se produce también una reducción cromática y la ampliación del tamaño del soporte,  respecto de los trabajos anteriores del artista. 
“Hay una modificación en mi obra pero es muy difícil relatarla porque a uno le va pasando todo por dentro”, dijo. Y contó que le ocurrieron hechos importantes en los últimos años, como el nacimiento de su hijo un año atrás. “Uno tiene sensaciones y las va organizando”, comentó.
En “La masacre de los inocentes”, con reminiscencias a los bombardeos de 1955 en Plaza de Mayo, un torbellino de materiales define amplios y rítmicos planos de negros y marrones –como sucede en la mayoría de las obras–. Al acercarnos y mirar en detalle encontramos unos pequeños soldaditos de plástico que combaten en medio de esa inmensidad. Las distancias desde las que uno elige observar estas obras multiplican los hallazgos, las imágenes y los materiales que ofrecen.
Faradje define su proceso creativo como “un poco caótico” al ir sintiendo en el momento la necesidad de colocar determinados materiales. Incluso, hay obras a las cuales prendió fuego para luego seguir trabajando a partir del resultado de dicha combustión sobre los materiales, como sucede en “Sin tregua”, cuya imagen remite a la Guerra de Malvinas.
Por debajo del barroquismo de estos trabajos en relación con la falta de espacios vacíos, se advierte cierto orden compositivo geométrico presente en toda su producción, aunque en esta serie de una forma menos evidente. Al respecto, el artista remarca su interés por la geometría de Joaquín Torres García y también su admiración por Piet Mondrian.
Siempre dedicado a la pintura, Faradje tuvo entre sus maestros a Osvaldo Attila, Aurelio Macchi y Guillermo Roux. Sostiene que “el arte se construye sobre arte” y, en este sentido, entre los artistas argentinos considera como sus “parientes o abuelos” a Fortunato Lacámera, Eugenio Daneri, Antonio Berni.
Los títulos de las obras de esta muestra devienen claves de lectura no exentas, en algunos casos, de irónico humor. Es el caso de “San Martín en lucha contra el informalismo apátrido”. También, de “Grandes discursos”, con sus   chorreaduras que trazan líneas verticales, formando un torrente de agua que cae con gran intensidad. 
Frente a la obra “El federal”, el artista comentó que podría ser el caudillo Facundo Quiroga. “Tomé esa imagen, pero después empecé a volar y ya me olvidé qué era”. Casi con certeza, sentimos que la invitación que subyace entonces en todos estos nuevos cuadros es a volar en significaciones y sensaciones.

FICHA

Eduardo Faradje. Historia y otras historias.

Lugar: Centro Cultural Recoleta, Junín 1930.
Fecha: hasta el 26 de febrero.
Horario: Lunes a viernes, 14 a 21  Sábados y domingos, 10 a 21.
Entrada: gratis.


Fuente: Revista Ñ Clarín

UNA MUESTRA EN PARIS
ACERCA A
DOS GENERACIONES DE ARTISTAS ARGENTINOS




Unidos por sus apuestas conceptuales y sus aspiraciones estéticas, un grupo de 18 artistas argentinos llegó por primera vez al público parisino. Vicente Grondona y Mariana Bersten, entre los artistas, elegidos por padrinos consagrados como Alfredo Prior y Antonio Seguí, entre muchos otros.

A la manera de “El otro cielo”, aquel célebre cuento en el que Julio Cortázar imaginó que el espacio del porteño Pasaje Güemes podía desembocar en la parisina Galerie Vivienne, la Casa Argentina de la Ciudad Universitaria de París acaba de recrear ese tránsito de un país a otro, no ya de manera fantástica, pero sin renunciar al encantamiento propio de los recursos del arte: ha reunido en una muestra a dieciocho artistas argentinos consagrados que apadrinaron las obras de otros tantos jóvenes cuyos trabajos se han destacado en los últimos años en disciplinas como el dibujo, la fotografía y la pintura. Arte argentino: de una generación a otra ha sido el título de esta exhibición que tuvo lugar en París semanas atrás, y que implicó una suerte de “pase del testigo” entre artistas separados por la cronología pero unidos por sus apuestas conceptuales y aspiraciones estéticas.
“Comenzamos por buscar artistas argentinos con una trayectoria en la escena artística nacional o internacional, para que nos señalaran creadores jóvenes a los que ellos quisieran presentar para esta exposición –detalla Alejandra Birgin, directora de la Casa Argentina. En algunos casos, el camino fue el inverso: fueron propuestos por alguno de sus colegas y buscamos artistas consagrados para que respaldaran su obra. Comenzó un recorrido en el que hubo encuentros con y entre ellos, con sus obras, sus itinerarios y relaciones”, explica.
La idea surgió de una conversación entre Birgin y Martín Reyna, curador de la muestra, quienes se interesaron por facilitar que artistas argentinos jóvenes mostraran su obra en París. A partir de ese planteo, convocaron a artistas ya reconocidos, como Alfredo Prior, Antonio Seguí, Marcela Gómez, Pablo Flaiszman y Philippe Bonan, entre otros. Cada uno apadrinaría a un artista menor de 35 años, con obras que todavía no han alcanzado difusión a nivel internacional.
 “La posibilidad de presentar sus trabajos en un contexto en el que la mayoría de los artistas y sus obras no han sido expuestos anteriormente, puede abrir caminos de difusión nuevos. Los ‘padrinos’ representan un empuje para alcanzar ese objetivo”, sostiene Reyna.
El catálogo de la muestra permite ver un abanico de propuestas heterogéneas, diversidad de técnicas, medios y discursos. Muchos de los convocados practican simultáneamente varias disciplinas, pero tuvieron que concentrarse en una para mostrar su obra: Vicente Grondona, Mauro Koliva, Emma Herbin, Lucio Mosner, Mateo Andrea y Rafael Alterio expusieron sus dibujos; la fotografía estuvo representada en las obras de Mariana Bersten, Andrés Goldberg, Jorge Pomar y Luna Paiva; María Saravia, Agustina Valli, Lorenzo Bueno y Terencio González exhibieron sus pinturas; Juan Sebastián Carnero y Natalia Mark, grabados; mientras que Azul Andrea participó con una instalación y Benjamin Naishtat exhibió un cortometraje.

Los fantasmas de Maruja

Una mujer de resonancias fellinescas vestida de negro y con guantes blancos mira a la cámara y, a sus espaldas, dos hombres (o quizás el mismo, en ejercicio del don de ubicuidad) de traje y con paraguas –que remiten al universo pictórico de René Magritte–  componen la obra “Maruja”, que forma parte de la serie Fantasmas. Esta es la toma que la fotógrafa Mariana Bersten seleccionó para participar en la muestra parisina.
Nacida en Buenos Aires en 1975, Bersten se formó en los Estados Unidos, fue asistente del famoso David Lachapelle, fotógrafa de modas para las agencias Ford y Elite y obtuvo la beca del Fondo Nacional de las Artes en 2010. Acaba de concluir, con ese financiamiento, el proyecto Fantasmas, que recrea historias de aparecidos que recorren distintos pueblos del interior del país.
“Participar de esta muestra fue una experiencia única, por la posibilidad de entrar en contacto con artistas que he admirado desde siempre y a los que pude conocer en París”, relata. La obra presentada por Bersten materializa el fantasma de una mujer de principios del siglo XX asociada a una maldición lanzada contra un hotel de Melincué, provincia de Santa Fe, actualmente abandonado. “Intenté condensar, a través de la recreación de un ambiente de la década del 20, las distintas versiones sobre este hecho que me refirieron los habitantes del lugar”, detalla la fotógrafa. “Dardo certero en el lugar incierto: crónica fantasmática de algún pueblo perdido. He ahí la imagen de Mariana detenida, entre un flash y su recuerdo”, se lee en un fragmento del texto que Alfredo Prior preparó para su ahijada artística.
Los organizadores de la muestra son contundentes al evaluar el impacto que este tipo de iniciativa puede tener en la difusión internacional de los creadores argentinos. “La exposición fue muy exitosa, ya que convocó a un público amplio de artistas, coleccionistas y amantes del arte que tomaron contacto con estas obras y sus autores por primera vez”, afirma Birgin, y promete reincidir en este tipo de propuestas que, como en el relato cortazariano, acortan las distancias entre dos generaciones, dos países, dos mundos.


Fuente: Revista Ñ Clarín