"Dioses, ritos y oficios del México Prehispánico"
abre el sábado en Proa.
Son 150 piezas que tienen hasta 2700 años.
Algunas nunca habían sido exhibidas.
Por Mercedes Pérez Bergliaffa
Llueve en La Boca. ¿Será porque Tlaloc, el dios de la lluvia,
acaba de llegar...? Viajó en una inmensa caja de madera para estar
presente en la impresionante muestra que se inaugurará el sábado.
“Dioses, ritos y oficios del México prehispánico”, aquí, en la Fundación
Proa.
Pero Tlaloc no está solo: lo acompañan unas 150 figuras de
barro y piedra, como Xipootec –dios de la fertilidad– y Mictlantecutli
–dios de la muerte–. Algunas de ellas están realizadas a escala humana y
muchas son inéditas (jamás fueron expuestas en México ni en ningún
lado). Son piezas que tienen desde 2.700 hasta 500 años de antigüedad.
“Muchas
de las piezas de esta muestra vienen de museos pequeños, desconocidos”,
relata su curador, David Morales Gómez. “Cuando fui a buscar la figura
de un dios a uno de ellos, Huiloapan de Cuauhtémoc, me estaba esperando
todo el pueblo en la calle, con la banda de música tocando. Eso nunca me
había pasado en mi vida, ni de curador, ni de arqueólogo. Cuando me
entregaron la estatuilla, las personas me dijeron: “Aquí te entregamos a
Xipe-Totec, nuestro dios, para que lo lleves a Buenos Aires.” ¿Te das
cuenta? Fueron ellos quienes me dieron la estatuilla, contentos porque
su dios iba a viajar; no la institución, no el intendente. El pueblo me
prestó su dios y lo saludaban con música. Fue algo emocionante”.
En exclusiva, Clarín
estuvo presente en ese ritual que es la apertura de las cajas donde
viajaron las figuras sagradas. Así pudimos ver cómo, cuando se levantaba
una tapa de madera y aparecía la carita de un dios, también aparecían
en Buenos Aires la vida y la muerte del México antiguo, el cielo y el
inframundo, la tierra, los animales, las batallas y la colonización… Una
cosmovisión proveniente de las culturas prehispánicas de la costa del
golfo de México.
Aquí en Proa, se siente que estos dioses
arrastran consigo una historia de siglos. “La exhibición tiene tres
ejes”, explica al curador de la muestra, el arqueólogo mexicano David
Morales Gómez, “los ritos, los oficios y los dioses. Las tres cosas se
relacionan entre sí. En el caso de los dioses, los que trajimos son, en
su mayoría, deidades de la fertilidad hechas en piedra y barro, los
dioses narigudos Tlazolteotl y Cihuateteotl, y la deidad de la muerte,
Mictlantecutli”. Y está Xipe-Totec, el dios de los desollados, que
vestía la piel de un sacrificado y simbolizaba las fuerzas de la
renovación en la naturaleza.
Hay dos puntos fundamentales dentro
de esta exhibición, el dedicado a los sacrificios humanos y otro,
vinculado al juego de la pelota, considerado sagrado en las culturas
mesaoamericanas. El curador explica: ¿Por qué están tan presentes en la
muestra los sacrificios humanos? En México, los sacrificios estuvieron
relacionados con los tributos a los dioses. Eran ofrendas que
significaban el reconocimiento hacia los dadores de vida. Los mortales
pagaban, así, parte de su deuda hacia ellos.
¿Cómo comprender
desde la mentalidad contemporánea estos sacrificios humanos? Es
interesante comprenderlos en relación con la naturaleza, comprender que,
a cambio de eso, ellos iban a recibir un bien. En un huracán, por
ejemplo, tenías que ofrendar algo a tu dios para que te protegiera del
daño. O para que el volcán no escupiera fuego. Tenías que ofrendar algo
para que la naturaleza no te destruyera.
¿Estos dioses fueron
transformándose? ¿Qué queda de ellos en el México de hoy? Aun hoy
algunas personas siguen yendo a las montañas a ofrendarle semillas a
Tlaloc. También pintan las cruces en lo alto de las montañas de azul,
color que originalmente era el de Tlaloc. En algunas comunidades
indígenas también ocurre que, cuando nacen niños, se les corta el cordón
umbilical y se lo entierra en el campo (que simboliza el campo de
batalla). En cambio, si es niña, el cordón se entierra dentro de la casa
porque ella va a estar dedicada al hogar. Todo esto se relaciona con el
ciclo de la vida y la muerte. Y con los dioses.
Usted trabaja con
objetos singulares: en algunos, miles de personas a lo largo de los
siglos depositaron su fe y hasta sus vidas. ¿Piensa que son piezas
especiales? Creo en el poder del ser humano, en lo que puede
transmitir. Por eso me impresiona ver una deidad y unas figurillas.
Porque entiendo que fueron concebidas por un ser humano igual a mí;
tienen toda su magia y su fuerza depositadas allí. Sí, creo que estos
objetos tienen un poder.
AGENDA
Dónde: Fundación Proa, Av. Pedro de Mendoza 1929.
Cuándo: desde el 15 de octubre hasta diciembre.
Horarios: de martes a domingo, de 11 a 19.
Entrada general: $12.
Fuente: Revista Ñ Clarín